Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114613
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 21: FIESTAS DECEMBRINAS

 

 

EDWARD POV

Desperté y lo primero que vi fue el hermoso rostro de mi novia recostado en mi pecho. La admiré por largo rato, grabando en mi memoria cada detalle, miré el reloj; teníamos el tiempo justo para vestirnos, ir a las habitaciones de los chicos  y aparentar que habíamos pasado  la noche ahí.

—Despierta, dormilona— dije en voz baja. Ella sólo se removió un poco y suspiró quedándose de nuevo dormida.

—Bella, tenemos que irnos. Despierta—  ella abrió los ojos y sonrió al verme. Luego, abruptamente, se deslizó bajo las cobijas y se tapó la cabeza.

— ¿Qué pasa, amor?— dije intentado encontrarla bajo el mar de mantas.

—No quiero— refunfuñó como niña pequeña.

— ¿Qué es lo que no quieres?— pregunté mientras reía de ella.

—Que me veas así.

— ¿Así, cómo?

—Fea.

—Mi amor, pero si tú no estás fea.

—Claro que sí. Tengo el cabello enmarañado y de seguro mis ojos están rojos, hinchados, ojerosos y lagañosos— dijo, seguramente, mientras hacía un puchero.

—Eso no es motivo suficiente para que me des la espalda y te escondas de mí. Además, tenemos que irnos a las otras habitaciones antes de que alguien se dé cuenta— se asomó poco a poco, hasta que su rostro quedó frente al mío.

—Buenos días, hermosa.

—Buenas noches— dijo enfurruñada. Me eché a reír y me dio un golpecito en el hombro.

—Bella, por Dios. No es la primera noche que pasamos juntos— dije con obviedad.

—Pues… no importa.

—Anda, vámonos.

Nos vestimos con calma y juntos acomodamos el poco desorden que habíamos hecho.

Cuando nos dirigíamos a la puerta Bella trastabilló y estuvo a punto de caer; por suerte íbamos tomados de la mano y pude sostenerla antes de que se diera un buen golpe. Me eché a reír de nuevo y ella puso mala cara, al parecer la dócil ovejita se había molestado. Llegamos al pasillo donde teníamos que tomar caminos en sentido contrario, en cuanto se dio media vuelta la tomé de la muñeca, la hice girar y la atraje hacia mí.

— ¿No te vas a despedir?

—Nope— dijo ella, conteniendo una sonrisa.

— ¿Segura?

—Nope— sonrió y le di un beso. Después cada uno se fue a su recámara.

Cuando entré me encontré a unos muy molestos Emmett y Jacob. Más tarde me enteré que mientras Bella y yo estábamos en nuestra muy bien merecida habitación, los chicos prácticamente se pelearon porque Jacob quería a toda costa que Tanya se quedara en el cuarto de ellos; la discusión fue controlada por Jasper y sólo se quedó en un coraje de unas cuantas horas, que tuvo en consecuencia el desvelo de los chicos.

Entre otras cosas, el día fue muy tranquilo. Hoy era noche buena y mis padres propusieron que nos quedáramos en casa, todos accedimos y nos enfrascamos en los preparativos para la gran cena. Mi abuela, mamá y Mary estuvieron la mayor parte del día en la cocina, pocas veces las chicas ayudaban, ya que las señoras no dejaban que nos acercáramos mucho. Los chicos, el abuelo, John y yo nos encargamos de las cuestiones técnicas: música, detalles de último minuto, compras de imprevisto y las órdenes decorativas de Alice.

Ya muy entrada la tarde todas las mujeres de la casa corrieron escaleras arriba para alistarse, nosotros nos quedamos un rato bromeando, tomando una copa en la sala y luego nos fuimos a cambiar. Una hora después todos los hombres estábamos reunidos en la sala, esperando a que nuestras mujeres bajaran. Nos pusimos a charlar y a brindar por trivialidades, poco a poco nos fuimos sumergiendo en una plática cerrada en la que sólo reíamos y bromeábamos con temas que sólo a nosotros nos interesaban. En medio de nuestras risas escuchamos un fuerte carraspeo, guardamos silencio y volteamos hacia las escaleras. En perfecta sincronía y formación venían la abuela Ely, Mamá, Mary, Tanya, Rose, Alice y la más especular de todas, Bella. Todas vestidas muy lindas. Tanya, Alice, Rose y Bella portaban un curioso y pequeño traje de santa, con gorro y botas; pero a pesar de la belleza de todas,  sólo tenía ojos para una de ellas: mi Isabella.

Una a una, se fueron acomodando frente a sus respectivas parejas. Cuando Bella llegó a mi lado la tomé de la mano y la hice girar para poder apreciar su lindo disfraz: su vestidito rojo tenía unas líneas blancas en la parte de enfrente que acentuaban su cintura, además del cinturón negro; tenía un enorme cuello alrededor del escote en V y al final de la pequeña falda tenía peluche, traía unos guantes largos a juego, botas negras de tacón y un gorro con peluche y una mota blanca en la punta.

Le di un pequeño beso, sonrió, la miré extrañado y me tendió un gorro igual al que ella usaba. Hice una mueca de desagrado y me lo puso mientras reía. Cuando caí en cuenta todos traíamos puesto el dichoso gorro.

Fuimos al comedor, preparamos todo y nos sentamos alrededor de la gran mesa, hicimos varios brindis y cenamos en familia. El ambiente era muy relajante y armonioso. La verdad, había extrañado mucho una situación como esa, en la que todos los Cullen y nuestros seres más queridos estuviéramos juntos.

— ¿Y bien? ¿A qué hora nos intercambiaremos regalos?— preguntó Alice como una pequeña e impaciente niña.

—A media noche, cielo— dijo sabiamente la abuela.

— ¿Trajeron los suyos?— preguntó el abuelo.

—No, papá. Eran muchos, así que decidimos que nosotros haríamos nuestro intercambio al llegar a casa— contestó Carlisle.

Terminamos de cenar y fuimos al enorme salón principal; pusimos algo de música y seguimos conviviendo en familia. Las bromas no se hicieron esperar y todos terminamos carcajeándonos de nuestras anécdotas.

Más tarde, nos dividimos en pláticas individuales: Bella, los abuelos y yo estábamos en los sillones hablando sobre cómo nos habíamos conocido mi novia y yo, y de cómo fue surgiendo nuestro amor.

— ¡Chicos, ya casi son las doce!— anunció Mary emocionada.

Todos nos pusimos de pie y nos reunimos frente al antiguo reloj de péndulo. Unos segundos después el timbre del reloj nos indicó que era justo media noche.

— ¡Feliz navidad!— dijo Bella dándome un caluroso abrazo. Me separé de ella, atrapé su rostro entre mis manos y le di un beso lento y delicioso. 

Luego nos felicitamos entre todos con un abrazo y un beso en la mejilla.       

— ¡Regalos!— canturreó Alice.

Fuimos a la sala y nos pusimos alrededor del árbol. Rose, Alice, Emmett y Jasper le dieron un juego de baúles antiguos a  los abuelos; Esme, Mary, Carlisle y John les regalaron unos edredones importados; Tanya y Jacob les dieron un muy bonito juego de anillos de matrimonio que consiguieron en una tienda de antigüedades, los abuelos festejarían 50 años de casados el próximo año y los usarían para renovar sus votos; y Bella y yo les regalamos una colección de fotografías en un álbum que ella se había encargado de decorar.

Ellos nos dieron una cartera a cada uno, las de hombre eran iguales pero en distintos tonos y las de mujer eran del mismo estilo pero de diferentes colores; adentro tenían la foto que nos habíamos tomado el día anterior en donde salíamos todos; además nos dieron un marco de plata con cuatro divisiones, en las que estaban: la misma foto de la cartera, una en la que salíamos con nuestras respectivas parejas, una de los abuelos y un espacio en blanco. Todos agradecimos sus regalos, así como ellos agradecieron los nuestros. Guardamos los paquetes y nos reunimos de nuevo en la sala, cuando estaba por entrar, Anthony me interceptó.

—Edward, hijo. Acompáñame, por favor— lo seguí sin preguntar y fuimos a su despacho. Al entrar vi a mi abuela sentada en uno de los sillones de cuero.

— ¿Está todo bien? ¿Pasa algo?

—No pasa nada malo, Edward. No te alarmes— dijo mi abuelo poniendo una mano sobre mi hombro.

—Ven aquí, cariño— dijo mi abuela extendiéndome su mano. La tomé y me senté en un taburete. Mi abuelo se sentó a un lado de ella y ambos me vieron con una gran sonrisa.

— ¿Qué pasa? Lucen muy sospechosos— dije viéndolos.

—Queremos darte tu verdadero regalo— dijo la abuela emocionada.

—Aquí tienes, Edward— dijo mi abuelo dándome una cajita de porcelana color azul media noche, con adornos de madera y oro. Era una pieza antiquísima, con cuatro patitas doradas y el escudo Cullen al centro.

—Wow, es preciosa. Gracias— mi abuelo se carcajeó y levanté la vista interrogante.

—Cielo, ¿recuerdas lo que siempre te digo?— preguntó la abuela.

— ¿Qué lo importante está por dentro?

—Sí, Edward— dijo ella. Abrí el broche de la cajita y adentro había una verdadera joya.

Era un hermoso anillo de oro blanco, con un gran zafiro en forma de corazón al centro, tenía grabadas dos líneas de círculos alrededor y en medio de ellas muchos pequeños diamantes. Miré maravillado la joya y luego la guardé de nuevo en su estuche. Miré a mis abuelos por largo rato sin saber qué decir y sorprendido por el gesto.

—Hijo, creo que pronto necesitarás uno de esos…— dijo mi abuelo.

—Y qué mejor que la reliquia Cullen— completó mi abuela.

— ¿Por qué?— pregunté anonadado.

—Porque mi abuela le dijo a mi madre y ella a mí, que: Cuando fuera el momento y la persona indicada, el anillo tendría que pasar a la siguiente generación— dijo Anthony.

—Anoche nos dimos cuenta de que tú eres el indicado— dijo Elizabeth.

—Pero, mi mamá tiene…

—El anillo de mi madre— dijo la abuela.

—Éste es el de mi madre, Edward— dijo mi abuelo con dulzura.

—Gracias— dije poniéndome de pie para abrazarlos y darles un beso—. Los amo.

—Y nosotros a ti, cariño— dijo mi abuela besando el tope de mi cabeza, cómo cuando era niño.

—Ahora vayamos con los demás, antes de que noten nuestra ausencia— dijo Anthony poniéndose de pie.

Subí a la habitación y guardé muy bien la cajita entre mis cosas. Regresé rápidamente a la sala, todos estaban entretenidos en diferentes actividades. Bella estaba frente al ventanal, viendo las luces del exterior y moviendo el pie inquieta. La abracé por la espalda y dio un pequeño brinco.

— ¿Qué haces?— susurré en su oído.

—Tonto, me asustaste— dijo relajándose en mis brazos.

—Lo siento— dejé un beso su cuello.

—Edward…— dijo reprendiéndome.

— ¿Qué? Nadie te mandó traer puesto un traje tan sexy— dije desenfadado. Bella se sonrojó y se tapó la cara con las manos.

—Vamos afuera— invitó mamá.

Nos pusimos nuestros abrigos y fuimos al patio delantero. Todos los años, los vecinos se organizaban y hacían un show de juegos pirotécnicos a la una de la madrugada.  El espectáculo comenzó con cinco grandes detonaciones que iluminaron el cielo con luces doradas, luego comenzaron a salir líneas de chispas azules que se desvanecían a cierta altura, después se intercalaron tres tipos diferentes de fuegos artificiales; formando una danza de chispas multicolores. Estuvimos afuera alrededor de quince minutos.

Estaba atento a las luces, aferrado a la cintura de Bella y pensando de qué manera le daría el anillo que me acababan de regalar los abuelos; no sabía cuándo sería el momento correcto, pero sí sabía que quería que ella fuera la dueña no sólo del anillo, sino también de mi vida. Me perdí tanto en mis fantasías que ella tuvo que regresarme a la realidad.

— ¿En qué tanto piensas, Edward?— dijo después de dejar un beso en mi barbilla.

—En las luces— mentí tontamente.

—Hace buen rato que se acabaron los fuegos artificiales.

—Está bien, me atrapaste. Estaba pensando en ti— dije pegando nuestras frentes.

—Mentiroso.

—Es en serio— dije riendo.

—No. Porque, la verdad, no creo que te hayas quedado tan embobado por mi culpa.

— ¿A no?

—No— dijo sacándome la lengua.

—Ahora vas a ver que sí— dije tomándola entre mis brazos estilo novia.

Entré a la casa lo más rápido que pude y fui directo a nuestra recámara, no me importó que alguien nos hubiera visto. Si lo sabía Dios, que lo supiera el mundo; bueno, a excepción de los directivos y alumnos del instituto, ellos no podían enterarse todavía. Esa noche le demostraría que tenía mil motivos para quedarme en blanco por estar pensando en ella, aunque cuando ella lo planteó no hubiera estado pensando precisamente en ella, sino en la joya que adornaría su mano por el resto de nuestras vidas. Lo mejor de todo, es que esa noche no le daría tregua; me encargaría de hacerle pagar muy caro el haber estado provocándome durante el transcurso de la velada con su precioso disfraz.

Cuando llegamos a la habitación la dejé en el piso con cuidado, tomé su rostro entre mis manos y la besé demandante; rogando con ese gesto que  me permitiera amarla sin medida, que me dejara adorarla con todos mis sentimientos a flor de piel.

Agotados, nos acostamos abrazados fuertemente. Desperté cuando sentí un dolor incómodo sobre el estómago; al bajar la mano me di cuenta de que el culpable de la molestia era el codo de Bella, lo quité de mi estómago y ella se removió hasta quedar con su rostro a centímetros del mío. Me encantaba despertar junto a ella, disfrutaba mucho viéndola dormir. Acaricié su rostro delicadamente, acomodé varios mechones de cabello que le tapaban la cara, me acerqué hasta que nuestros labios estuvieron juntos; Bella despertó, intensificó el beso y puso sus manos alrededor de mi cuello.

Con una sonrisa lasciva la subí sobre mi pecho, poco después nos giré de nuevo para quedar sobre ella, llenarla de caricias y besos antes de hacerle el amor en ese nuevo amanecer. Después de darnos los buenos días como Dios manda, salimos a asumir nuestros respectivos papeles de niños buenos y salimos en familia a pasear por la playa.

El día veintiséis viajamos a Londres para irnos, Bella y yo, a pasar año nuevo con sus padres; por fin conocería a mis suegros. Por imprevistos de último minuto la aerolínea canceló varios vuelos, incluido el de nosotros; por suerte logramos encontrar un vuelo para ella, yo la alcanzaría en el siguiente que estuviera disponible. Dejé mis datos y, aunque ellos quedaron en llamarme si salía algo, yo no paraba de llamar y preguntar.

—Ya, cuñadito, ella está bien y ya verás que pronto sale un vuelo— dijo Alice rodeándome con sus brazos.

—Y justo ahora tenía que pasar ese imprevisto con el jet de los abuelos— dijo Jasper con un poco de coraje.

—Gracias por su apoyo, chicos.

— ¡A ver, levántate! Quita esa cara de perro aplastado y acompáñame a comprar cosas para Bella—  dijo Tanya tomándome de la mano para subirme a la camioneta.

Pasamos el resto del año en la casa de los abuelos, en Londres. Salíamos a diario y todos trataban de animarme con lo del viaje fallido. Una tarde me hablaron para confirmar que el próximo vuelo sería hasta el día 2 de enero, demasiado tarde para mí. Estaba resignado en que tendría que llamar a mi novia para decirle que no podría ir.

— ¡Edward, ven acá!— dijo Emmett. Recorrí el tramo que había desde el jardín trasero hasta la sala y me encontré con toda mi familia ansiosa.

— ¡El jet está listo, Edward!—dijo el abuelo tras colgar el teléfono.

Carlisle me hizo el favor de llevarme al aeropuerto, no tomé prácticamente nada de equipaje y me monté en el avión sin siquiera mirar atrás. Tenía el tiempo justo para llegar y sorprender a Bella.

Cuando llegué fui directamente a mi casa a cambiarme de ropa. Me puse el mejor traje que encontré, no todos los días le das una primera impresión a tus suegros, ¿no?

Tomé mi coche a toda prisa y fui a la casa de mi ángel. De camino no hacía más que repasar en mi mente lo que les diría cuando estuviera frente a ellos. Di vuelta en la esquina y sentí una opresión en el estómago, aparqué frente a la casa y vi las luces apagadas, me pareció muy extraño porque aún no era ni media noche.

Me bajé titubeante, toqué varias veces pero nadie atendió, estaba  comenzando a preocuparme, ¿habría pasado algo malo? ¿Estarían en otro lugar? Cómo último recurso se me ocurrió intentar abrir la puerta que, para mi sorpresa, cedió al instante. Entré con cautela y cerré la puerta con seguro. Caminé despacio por la planta baja y no encontré más que la cena intacta en la cocina y la mesa puesta. Cuando llegué al pie de las escaleras escuché un lamento seguido de un sollozo, sin perder ni un segundo subí las escaleras como un rayo y fui directamente a la habitación de Bella. La puerta estaba abierta, la única luz era la de la lámpara del buró, ella estaba acostada en su cama boca abajo, sollozaba fuerte y se abrazaba a la almohada como si la vida se le fuera en ello. Corrí a su lado, le toqué el brazo, ella pegó un grito horrorizada y comenzó a manotear.

—Bella, tranquila. Soy yo, mírame.

— ¿Edward?— dijo quitándose un auricular.

—Sí, mi amor, aquí estoy.

 — ¡Edward!— dijo lanzándose a mis brazos.

— ¿Qué pasa, por qué lloras?

— ¿Qué haces aquí?

— ¿Me contestas con otra pregunta?— dije sonriendo levemente.

—Siempre lo hago, ¿no?—sonreí y la abracé de nuevo.

— ¿Qué pasa, mi vida? ¿Por qué lloras?

—Ellos se fueron, me dejaron sola— dijo comenzando a sollozar de nuevo.

—Bella, tal vez…

— ¡No! No los justifiques, ellos no me quieren— dijo con la voz rota. Me partía el alma verla así, en ese momento no podía estar más agradecido con el abuelo, si no fuera por él yo no estaría ahí, reconfortando a mi ángel.

—Ellos te aman, pero no toman buenas decisiones— ella no dijo nada, sólo se acurrucó en mi pecho hasta que el llanto desapareció por completo.

—No me contestaste— acusó.

—Puedes culpar al abuelo— dije recordando su ayuda.

—Tan lindo, él si me quiere.

—Claro que te quiere, cualquiera que te conoce te quiere. Excepto yo.

— ¿Qué?— dijo separándose y viéndome sorprendida.

—Yo no te quiero— abrió la boca para hablar pero la interrumpí–. Yo te amo— sonrió y se acercó a mí hasta que dejó un beso en mis labios.

—Yo más— dijo sonriendo.

—No es cierto.

—Sí— dijo comenzando una de nuestras interminables discusiones por saber quién tenía razón.

—No. Pero a todo esto…, yo vine a una cena y por lo que vi allá abajo, está lista.

— ¿Enserio? ¿Quieres que bajemos a cenar?

— ¡Claro! Bella, es noche vieja. Festejemos juntos.

—Pero de seguro luzco horrible.

— ¿Esperas a alguien?

—No— contestó confundida.

—Entonces no importa cómo te veas, lo que me importa es que estés conmigo.

—Está bien, vamos abajo. Pero si a ti no te importa mi aspecto, a mí sí. En un momento vuelvo— se levantó, me dio un beso y fue al baño.

No había puesto atención a su atuendo hasta ese momento. Llevaba una blusa con escote en v y una linda faldita de tablones, lucía sencillamente hermosa. Después de un rato salió del baño con el cabello acomodado en su lugar y sin rastro del maquillaje que hasta hace unos minutos manchaba su rostro. Nos tomamos de la mano y bajamos a disfrutar de nuestra compañía y de la deliciosa cena que mi suegra se encargó de dejar lista.

Se notaba que la vajilla italiana era nueva, la mesa y el decorado general de la casa eran impecables. Nos sentamos uno al lado del otro, cenamos en silencio, sólo intercambiábamos miradas y sonrisas cómplices. Terminamos de comer y ella me contó lo feliz que había sido mientras estuvo en compañía de sus padres, lo que habían platicado y lo mucho que los había extrañado; le di los recados de los chicos, de nuestros padres y abuelos. Cuando caí en cuenta de la noción del tiempo vi la hora y eran las 12:30.

— ¡Mi amor!

— ¿¡Qué!?— preguntó asustada por mi repentino cambio de voz.

—Feliz año nuevo— dije envolviéndola en un apretado abrazo.

Ella me correspondió con gusto y después de un tiempo que me parecía deliciosamente eterno nos separamos. Junté nuestras frentes un momento, luego froté nuestras narices hasta que toqué delicadamente sus labios con los míos. Poco a poco el beso fue subiendo de tono, ella se levantó y me jaló de la mano para que la siguiera. Entramos en su habitación, fuimos directamente a su cama, nos acostamos, ella se acurrucó en mi pecho y nos quedamos dormidos entre suaves caricias y palabras que sólo dos locos enamorados serían capaces de decir.

 

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HOLA!!!

pues aquí les dejo este nuevo cap.

Gracias por el apoyo, ya estamos dentro de los primeros 100 lugares!!!!

GRACIAS !!!!

que les pareció el cap??

En otro asunto, estamos con nuestros hermanos de Japón.

Actualizo en cuanto pueda, comenzaré a dejar pequeños

adelantos en mi twitter. @marie198032

besos de bombón

 

 

Capítulo 20: CONOCIENDO SUFFOLK Capítulo 22: SUSPENSO

 
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