Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114594
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 27: LÓBREGO FINAL

 

 

GRACIAS!!!!

POR FAVOR LEAN LA NOTA AL FINAL

 

********************

 

EDWARD POV

 

— ¡QUÉ DEMO…!— el reclamo quedó en la nada cuando vi de quién se trataba. Abrí los ojos como platos y aferré la perilla de la puerta cómo si de eso dependiera mi vida.

—Hola— dijo con voz apenada —¿Podemos hablar? ¿Me permites entrar?— dijo con voz rogona.

Asentí anonadado y  me hice a un lado para hacerla pasar.

— ¿Qué rayos hace aquí? ¿No cree que ya nos ha hecho demasiado daño? ¿Dónde la tiene?— pregunté sin tapujos ni rodeos, a la defensiva. ¿A qué demonios venía Reneé a mi cabaña?

—Lo siento no…

— ¿Dónde está?— dije conteniendo mi coraje en mis puños cerrados

—Edward, por favor…

— ¡Señora, dígamelo!— exigí mientras cerraba los ojos y me apretaba el puente de la nariz.

—Primero necesitamos hablar— abrí los ojos y la vi fijamente. Ella estaba a punto de llorar–. Por favor— suplicó con mirada rogona. Asentí tras un cansado suspiro e hice un ademán para que se sentara en el comedor.

—Gracias— susurró.

—Sin rodeos— pedí.

—Bien. Antes que nada, quiero… disculparme. Nunca debí de haber accedido a los mandatos de Charlie. Pero bueno, me pediste que hablara sin rodeos así que voy a comenzar— suspiró y cerró los ojos. Al abrirlos se volvieron un profundo pozo azulado perdido en el tiempo–. Cuando llegamos aquí en junio, jamás imaginamos encontrarte al lado de Isabella. Nuestro plan inicial era establecernos de manera permanente para permitirnos estar cerca de ella y descansar del trabajo por un tiempo. Como recordarás, nuestro último encuentro en Londres se dio entre malos entendidos. Luego, cuando te vimos, Charlie se puso mal, me impuso estrictamente sus ideas y yo, por tonta, ilusa y enamorada; accedí sin siquiera preguntar o considerar qué era lo mejor para mi hija.

“Fue un error haberle contado a él lo que escuché esa noche detrás de la puerta, cuando te colaste por la ventana de la habitación de Bella. Él enfureció, pensé que se pondría delicado de nuevo, por miedo asentí a todo lo que mandó y nos mudamos por la madrugada, antes de que tú aparecieras de nuevo. Isabella intentó aclarar las cosas, pero no le creímos y cuando… ella… nos confesó que podría estar embarazada estaba más al pendiente de mi marido que de mi pobre y sufrida hija; jamás debió ser así, ahora me doy cuenta que ella siempre debió ser mi prioridad— dijo ironizando y con una sonrisa cansada. Aún tenía la mirada perdida. Comenzó a negar mientras fruncía los labios.

—Fuimos a Florida, después de todo, decidimos continuar trabajando; aunque esta vez Isabella nos acompañaría a todos lados. Dos días después me di cuenta de su falta de apetito, al principio pude convencerla diciéndole que le hacía mal al bebé y comía a fuerza. Pasó todo el tiempo ensimismada, parecía un alma en pena por la casa, nunca salió una sola palabra de su boca, apenas y nos dirigía una leve mirada y no duraba más de tres minutos en una habitación en la que estuviéramos Charlie o yo. Casi una semana después la llevé al médico…— agachó la mirada e hizo una mueca, cuando levantó la vista respiró entrecortada y profundamente para contener el llanto. Yo aún no había dicho ni pío, estaba atento a sus palabras y analizaba cada minúsculo movimiento que hacía–. Le hicieron varios estudios de rutina y… no estaba embarazada— sentí que el alma se me salía del cuerpo, no sabía qué clase de dolor era el que me había robado el aliento, sólo sabía que era agónico. Me quedé petrificado pensando que todos esos meses estuve ilusionado con una idea efímera.

—Los resultaros decían que tenía una anemia muy severa y… para serte sincera, me había ilusionado con la idea de tener un nieto. La pobre sufrió como si en verdad hubiera perdido al niño, se desgarró, lloró…se transformó en una persona gritona y renegada. Pasó de ser una zombi silenciosa a una guerrera grosera y altanera. El día que escuchó cuando Charlie se ponía de acuerdo con uno de sus abogados para que te encarcelaran por pedofilia, ella se desquició... se le fue encima, le gritó e insultó como jamás creí que fuera capaz; decidimos dejarlo sólo en una orden de restricción; de la que, por supuesto, ella no tiene ni la menor idea.

“Tratamos de seguir con nuestro ritmo normal de vida e intentamos por todos los medios que ella se incorporara, cada día se me hacía más difícil encontrar tan siquiera un minúsculo hilo de comunicación con Isabella, era como jugar en una misión imposible. Charlie siguió como si nada pasara y yo poco a poco comencé a desprenderme del trabajo y trataba de pasar más tiempo con ella, aunque fuera en silencio. Comenzamos a viajar y ella parecía estar dejando un pedazo de sí en cada lugar que pisábamos, la comencé a notar más débil y pálida. Era como si el medicamento no le estuviera surtiendo efecto, recientemente comencé a notar cambios radicales, extraños e inexplicables; no entendía qué podía ir mal si yo misma entraba a su habitación dejando una charola llena y me llevaba una medio vacía, veía cómo sus medicamentos se acababan… no entendía por qué sufría ese horrible deterioro.

“Trataba de estar más al pendiente de ella, comencé a trabajar en casa e intenté acercarme, pero no me lo permitió. Pasó el día de su cumpleaños tirada en la cama, ni siquiera dejó que le diera un abrazo. Varias veces la escuché llorar con amargura, me dolía verla así, estaba desesperada ya no sabía qué hacer— ella cerró los ojos un momento, luego me miró cómo si tuviera que confesar algo.

—La semana pasada, cuando fui a recoger los platos de la comida… descubrí su mentira. No estaba en la habitación, entré al baño y  me di cuenta de que tiraba lo que podía por el excusado y lo demás lo dejaba en la charola, y yo creyendo que sí se lo comía; hacía lo mismo con sus pastillas. Pero eso no fue lo que más me alarmó, porque… también encontré el lavabo lleno de sangre y ella… estaba…

— ¿Dónde?— demandé en un susurro sofocado—. ¿Qué le pasó a Bella?

—Ella… estaba tirada en el piso— dijo en voz baja, dando paso al llanto que hasta ahora había logrado contener–. Había mucha sangre y… me asusté mucho, llamé a una ambulancia y desde entonces ha estado internada. Su estado empeoró críticamente, la anemia se complicó y yo no hice nada, ni siquiera me di cuenta de lo que ella hacía. Han hecho todo lo posible por ella pero… los médicos dicen que es como si no quisiera colaborar, ha estado inconsciente un par de días y ayer nos dijeron que si no despertaba…— su voz se quebró y comenzó a llorar. De repente levantó la cabeza y apretó mis manos fuertemente entre las suyas, di un respingo por su repentino contacto, luego me tensé esperando sus próximas palabras–. Te suplico que vengas conmigo, yo he dejado todo por ella, he estado a su lado, le he dicho mil cosas para alentarla a salir adelante, pero no quiere cooperar. Creo que necesita una razón para seguir y yo pienso que eres tú. Por favor, Edward. Acompáñame, te lo ruego.

Su mirada parecía sincera, su voz torturada era convincente… su confesión me desarmó, pero aún existía la posibilidad de que fuera una trampa. La vida está llena de riesgos, esta vez me arriesgaría a perder la vida misma en caso de ser necesario… total, lo más valioso ya no estaba a mi lado. Esa era la única oportunidad de acercarme, tal vez la mejor que había tenido en mucho tiempo y la tomaría.

—No tiene por qué rogar. Con pedirlo era suficiente, dígame dónde está y hoy mismo estoy con ella. Su hija es lo más importante para mí— dije sinceramente. No tenía caso esconder mis sentimientos, nunca lo había querido así.

—En el presbiteriano de Nueva York. No te preocupes por  el vuelo, todo está listo y mi auto está afuera— asentí e hice todos mis movimientos cómo si fuera un rayo.

No reparé en nada, sólo tomé una pequeña mochila con lo necesario. Siempre la llevaba en el maletero del coche, por si surgía algún viaje de improviso o alguna pista. Sin dudar me monté en el auto de Reneé con rumbo al aeropuerto.

En el transcurso del viaje nos sumergimos en un profundo silencio; no era incómodo, pero tampoco reconfortante. Estábamos en el perfecto equilibrio entre el odio y la comprensión, era un sentimiento muy extraño que tenía el mismo objeto y razón de ser: Bella. Ya en el avión entablamos una plática superficial sobre los aspectos más importantes del estado de salud de Bella.

Pocos minutos después de haber despegado, recordé claramente una plática que tuve con Carlisle cuando recién le había presentado a Bella como mi novia. Él me hizo prometerle que tendría cuidado con mi relación y que la protegería. Me parecía increíble cómo nos veíamos ahora, sufriendo por una absurda separación, consumidos en un mismo dolor. Había faltado a la promesa de mi padre y yo sólo podía sentir cómo me hundía un poco más en el pozo sin fondo que era mi interior.

A pesar de no ser un viaje muy largo, me pareció eterno. Decidí dejar de pensar en el tiempo y comencé a maquinar mil ideas de cómo haría reaccionar a Bella. Apenas y sonreí cuando se me vino a la mente la tonta teoría de que si la besaba ella despertaría igual que las princesas de los cuentos de hadas. Pero ella ni despertaría con un beso de amor ni estábamos en un cuento de hadas, vivíamos una pesadilla real. Entre mis cavilaciones el auto que nos llevaba al hospital se detuvo, miré hacia afuera para ver que ya habíamos llegado. Suspiré desesperado y me bajé de un salto. Dejé que Reneé me guiara a la habitación.

—Está al final del pasillo— murmuró con urgencia.

— ¡Reneé!— detuvimos nuestro andar para ver cómo Charlie se ponía de pie, estaba en uno de los sillones de la salita de espera—. ¿Por qué demonios traes a este malnacido aquí?— farfulló con odio.

—Edward viene porque yo así lo quise y quieras o no va a entrar con Isabella.

— ¡No puedo creerlo! Mientras tú estás perdiendo el tiempo con este imbécil, nuestra hija entra en coma y tú ni cuenta te das— dijo con coraje. Al escucharlo sentí que el color se me había ido del rostro.

— ¿Qué? ¿Ella…?— preguntó Reneé al borde de las lágrimas.

—Está a punto— aclaró Charlie. Respiré de nuevo y di un suspiro de alivio.

—Discutiremos todo lo que quieras, pero Edward entra— dijo firme.

—Me rehúso— espetó él.

—Yo también debí de rehusarme a muchas cosas, Charlie Swan; pero fui una estúpida que no veía otra cosa que no fueras tú. Desde hoy haré lo que crea correcto y mi prioridad será mi hija.

—Pero…— yo sólo veía la escena desesperado y en silencio, ellos podían discutir todo lo que quisieran, pero que alguien me dijera cuál puerta era la habitación de Bella.

—Silencio— ordenó ella–. A partir de hoy comenzaré a tomar medidas y la primera será nuestro divorcio.

— ¿Qué?— preguntó él anonadado con los ojos abiertos como platos.

—Lo que escuchaste, Charlie— ella volteó a verme–. Sigue sólo, Edward, por favor. Es la última a la izquierda, la 236— dicho esto regresó su mirada a su aún marido y yo di media vuelta.

Casi corrí hasta la habitación 236. Me paré en seco frente a la puerta tratando de recobrar el aliento, no es como si hubiera recorrido todo un maratón para estar ahí, pero las emociones eran tantas que me desequilibraban. Puse la mano en la perilla y la giré lenta y tortuosamente. Poco a poco empujé la puerta, no sabía que esperar. De repente solté la chapa y la puerta se abrió completamente, mostrándome la habitación, había una camita al fondo con muchas máquinas alrededor y cables conectados a un bultito que yacía al centro. Di un paso para quedar justo debajo del marco de la puerta.

No encontraba el movimiento de mis piernas, no sabía ni siquiera qué tenía que hacer o cómo reaccionar. No sé cuánto tiempo estuve debatiéndome por entrar. Respiraba lo más acompasadamente que podía, comenzaba a faltarme el aire y un agujero familiar se instaló en mi pecho. Al rato sentí los pasos de alguien detrás de mí.

—Te está esperando— susurró Reneé posando su mano sobre mi hombro.     

De no ser por el pequeño empujón en la espalda que ella me dio, me hubiera quedado inmóvil bajo el marco de la puerta y por tiempo indefinido. Era como si mis extremidades estuvieran flojas; inesperadamente sentía un dolor general que me agarrotó los músculos, la dificultad para respirar combinada con el frío que apareció después de que mi alma se esfumara para entremezclarse en un lugar perdido en el espacio, junto a la de ella; me oprimían el pecho en un dolor agonizante y profundo. Impresionante.

No podía ser.

Esa diminuta figura reposada sobre aquel fatídico lecho no podía ser ella.

Me acerqué a paso lento en una infinita caminata, que de haber estado en una condición más normal la hubiera cruzado en tres grandes zancadas.

Examiné a detalle la apariencia de mi pequeña e indefensa Bella. Tenía su piel traslúcida, mortecina, grisácea y reseca ¿dónde estaba esa piel marfileña y cremosa que me encantaba? Y el sonrojo de sus mejillas ¿a dónde había ido? Debajo de sus ojos se veían dos grandes manchas purpúreas que resplandecían en su palidez. Su cabello era una maraña de hilos marrones. Se notaba muchísimo más delgada y frágil. Sumamente debilitada.

Su respiración era como un suave murmullo, su pecho difícilmente se elevaba al compás de su arrítmica inhalación. Su delicado rostro adormilado se había convertido en una máscara de preocupación surcada por varias líneas en su frente y un entrecejo marcado.

Esa no era mi Bella.

No creí tener que soportar un dolor tan grande, jamás imaginé tener que presenciar aquella destrucción atroz del amor de mi vida. Eso tenía que cambiar. Debía acabar lo más pronto posible.

Haría todo lo que estuviera a mi alcance por regresar a la vida a mi amada Isabella. Tenía que regresar ese aura de paz a su alrededor, su risa angelical y su voz; aquella que tanto había añorado, con la que había soñado tantas veces.

Bella tenía que regresar.

Me senté a un lado de ella, tomé su pequeña mano y apenas rocé su mejilla con la yema de mis dedos. Cayeron varias gotitas sobre nuestras manos unidas, no me percaté que estaba envuelto en llanto hasta ese momento. Entre los espasmos de mi sufrimiento, no dejé de acariciar su rostro y cabello. Quería hablarle, hacerle saber que ya estaba ahí. Pero no encontré mi voz, sólo salían sollozos y jadeos entrecortados. Me fui inclinando despacio hasta que pude recargar mi cuerpo suavemente contra el suyo para estrecharla delicadamente en un abrazo. La recosté con sumo cuidado, luego acurruqué mi cara a un lado de ella y lloré igual que un niño pequeño. Cuando me sentí un poco cansado, me di cuenta de que no debería estar llorando ¡Ella aún estaba viva!

Respiré profundamente varias veces. No dejé de tener contacto físico con ella en ningún momento, temía que mi ensoñación se esfumara, porque así me sentía: como en un sueño. La observé detenidamente, esperando que repentinamente abriera los ojos y me observara con sus expresivos orbes marrones.

—Bella, mi amor. Despierta, por favor— susurré en su oído.

Me separé de ella y la contemplé por infinitos minutos esperando una respuesta que nunca llegó. Seguí viéndola con detenimiento, nada. El tiempo carecía de importancia, trataba de transmitirle todo mi amor por medio de mi contacto con sus manos. Nada. Hablé con ella de los chicos y de mis padres, le pedí que reaccionara para poder ir con ellos. Nada. Le conté sobre Alice, de lo mucho que la extrañaba y de cómo se entristecería al saber que no iba a ser tía. Nada.

De un momento a otro un médico con varias enfermeras entraron para revisarla, me acerqué a él y pregunté sobre su historial clínico. Efectivamente, estaban haciendo todo lo humanamente posible por ella. Era cuestión de voluntad. Cuando se retiraron, imploré al cielo por su recuperación. La deseaba de vuelta. La puerta se abrió de nuevo y me quedé anonadado. Charlie se acercó apacible. Miró a Bella con ternura y recargó una de sus manos sobre mi hombro.

—Lo siento, muchacho. Nunca debí ser tan egoísta. Ahora ella está pagando por mis errores. Acabé con todo lo que es importante para mí, destruí mi familia.

—No diga eso…

—Déjame terminar, Edward. Hoy me voy de casa, me iré de viaje a tratar de continuar con mis negocios, espero encontrar un consuelo mínimo en eso— dijo con la mirada triste y la cabeza gacha–. Hazla feliz— dijo despidiéndose.

— ¡No!, usted debe estar aquí cuando ella despierte y…

—No, no la merezco. Ni a su madre. Es mejor que me aleje de ellas, sólo las he dañado en demasía. No tienen porqué soportar mi presencia. Cuídala— dijo dando unas palmaditas en mi espalda. Dio media vuelta y me puse de pie inmediatamente.

—Espere, Charlie…— la mano de Bella se apretó alrededor de la mía. Volteé instantáneamente a verla buscando algún indicio de conciencia–. Bella, mi amor, ¿me escuchas? Cielo, estoy aquí, ¿puedes oírme?— esperé a que pasara algo, pero su cuerpo se quedó exactamente igual. Me acomodé para volver a esperar.

Tiempo después entraron de nuevo las enfermeras y el médico. Cuando se fueron entró Reneé, traía un vaso de café y un paquete de galletas. Cuando vi su rostro me puse de pie. Se notaba que había llorado mucho, su nariz y ojos estaban irritados, en sus mejillas se notaba el rastro del llanto, su cabello estaba algo desaliñado y su mirada triste e inexpresiva.

—Se fue— susurró débilmente.

—Lo siento, yo…

—No, Edward. Yo así lo quise, aunque nunca dije que no sería doloroso— por primera vez desde que entró dirigió su mirada hacia mí–. Toma esto, debes comer algo y deberías dormir un poco, llevas más de veinticuatro horas en vela.

— ¿En serio?

—Sí. Y muy absorto, he estado aquí y he hablado contigo.

— ¿De verdad? Lo siento.

—No te preocupes. Si quieres puedo quedarme con ella mientras tú vas a mi casa a cambiarte y…

—No. Si usted quiere, váyase a descansar a su casa, pero yo me quedo con Bella— Reneé me dedicó una leve sonrisa y asintió.

—Está bien, no voy a insistir. Pero asegúrate de descansar, tan siquiera un poco. No quiero que tú también estés tumbado en una cama.

—Mientras esté al lado de Bella, no me importaría pasar el resto de mi vida acostado en una cama de clavos— Reneé me vio con ternura y me dedicó una sonrisa, luego se inclinó sobre Bella y la besó en la frente.

—Vamos, pequeña. Despierta, él ya está aquí, no lo estás soñando. Te amo, hijita— acarició su rostro y dio media vuelta–. Hasta mañana— dijo desde la puerta.

—Hasta mañana—contesté de vuelta.

Acerqué una silla a la cama de Bella y me recosté sobre el borde, con su mano entre las mías. Crucé mis brazos y reposé mi cabeza sobre ellos. Así, si Bella despertaba podría verla más rápidamente. Me quedaba dormido a ratos; siempre despertaba exaltado, sentía la apenas tibia mano de Bella, la veía por un momento y luego encontraba un poco de confort. Estaba con ella. Una que otra vez le susurré palabras de amor al oído, canté varias veces “Iris" y le tarareé su nana.

Caí rendido una vez más, sentado a un lado de la cama, con mi cabeza entre mis brazos cruzados y su mano entre la mía. Esta vez soñé con ella, estábamos en el claro, el lugar lucía rebosante de hierbas silvestres y flores, obviamente, con más vida que la última que estuve ahí; en efecto, nuestro claro sonreía por su regreso. Estábamos uno a cada extremo, al vernos sonreímos como tontos y comenzamos a correr hacia los brazos del otro, justo cuando nuestras manos iban a tocarse… desperté. Aún no había abierto los ojos, pero sabía que estaba consciente; era ese raro estado de sueño en el que sientes que duermes, pero escuchas todo a tu alrededor. Podía oír los aparatos que rodeaban a Bella, sentía su manita debajo de la mía y el aroma mezclado de hospital y alcohol. Estaba tratando de convencerme a mí mismo de dormir de nuevo cuando escuché algo que me congeló.

—Edward…— oí que me llamaban en un leve susurro apenas audible. Tal vez estaba soñando de nuevo o alucinando, pero reflexioné unos segundos sobre el entorno que me rodeaba y no, aún estaba consciente. Y la única persona que estaba conmigo era Bella.

Ahora tenía una lucha interna para poder salir completamente del frustrante estado de sueño en el que me encontraba. Mi cabeza estaba alerta, 100% despierta, pero mi cuerpo no respondía. Con mucho esfuerzo logré mover un poco mi mano y pude sentir como la de Bella se ceñía alrededor de la mía. Después de muchos tortuosos segundos, logré despertar por completo.  

Abrí los ojos como platos, me incorporé levemente e hice un movimiento que hizo deslizar mi mano debajo de la de Bella. Ella se aferró más fuerte.

— ¿Bella?— susurré expectante. Aún no había levantado mi rostro lo suficiente como para ver sus ojos.

— ¡Rayos!— farfulló molesta en un tono de voz apenas audible.

Rápidamente me puse al alcance de su vista y me encontré con su débil mirada cristalizada.

— ¡Oh! Despertaste, amor— dije con devoción. Sonreí tanto que sentí como si mis mejillas estuvieran a punto de desgarrarse.

—No puede ser— rezongó.

— ¿Qué pasa?

—Lo hice mal, todo lo hago mal.

— ¿Qué cosa, Bella?

—Sobrevivir. No pude hacerlo— cerró sus ojos y me sentí angustiado.

—No, Bella, abre los ojos. Mírame— cuando los abrió unas lágrimas comenzaron a deslizarse por su mejilla—. ¿Por qué lloras?— pregunté desesperado.

—El hecho de haber muerto es más que suficiente ¿No te parece que eso es un motivo para llorar?

—Claro que lo es. Pero tú no has muerto, amor.

— ¿Cómo que no?— continuó con su suave voz–. Edward, estás conmigo, cosa que es prácticamente imposible. Además, veo tus ojos en otro rostro, en resumidas cuentas, estoy alucinando a un Edward diferente a mi Edward y…— rompió en llanto con leves sollozos–. Lo siento— susurró después de un rato.

Comencé a reír, ella dejó de llorar y me vio con reproche.

— ¡No es gracioso!

—Claro que lo es— tomé su mano y la puse sobre mi cara –No estás muerta, mi amor. Y no estás alucinándome, realmente estoy aquí. Creo que esta barba me hace ver diferente.

—Sí, la verdad es que te has dejado crecer mucho la barba— dijo enterrando débilmente sus dedos en mi espesa barba. Últimamente había descuidado detalles que me parecían carentes de importancia.

— ¿Sabes?, me alegra verte y sentirte por última vez— dijo un poco más calmada–. Aunque luzcas diferente, no importa, estoy igualmente agradecida. Supongo que ésta es la mejor manera— dijo en un irresistible puchero.

— ¿No he logrado convencerte?

 —No, no tienes nada de que convencerme. Sé que dices todo eso para reconfortarme, porque me amaste en vida, y te lo agradezco. En verdad.

— ¿Algún día dejarás de ser tan testaruda? Déjame demostrarte que somos reales— dije inclinándome delicadamente hacia ella.

Apreté mis labios sobre los suyos, luego seguí con el delicioso y anhelado beso por un rato considerable. Me aparté de Bella y la vi fijamente a los ojos, esperando a que su cordura regresara.

— ¡Wow! Eso fue fantástico, mejor que cualquier otro sueño.

—Aún no te convences— dije como una afirmación, más que como una pregunta—. ¡Dios! ¿Ni siquiera convaleciente dejarás de exasperarme?— le pregunté con una sonrisa traviesa en los labios.

—No, ni siquiera muerta dejaré de exasperarte. Quiero que recuerdes una de nuestras tontas peleas. Supongo que si yo estoy muerta, tú estás soñando conmigo. Nos estamos despidiendo, ¿te das cuenta de eso, Edward?— bufé con cansancio, Bella jamás dejaría de ser terca.

—Suenas igual de infantil que Alice.

— ¡Alice! Cuando despiertes iré a visitarla, tengo que despedirme de ella, y de Jake, y Tanya y…

— ¡Bella!

— ¿Qué?

—Deja de decir tonterías.

—Tienes razón. Deberíamos aprovechar el tiempo… ¡Bésame! ¡Bésame antes de que despiertes y yo tenga que irme!— dijo triste.

Puse lo ojos en blanco y le di un beso rápido.

— ¡Que no has muerto! Entiende, Bella. Sí, estuviste inconsciente, pero sólo eso. He estado más de un día completo esperando a que despertaras, pero tú tienes dormida más que eso. Creo que te golpeaste la cabeza cuando te desmayaste, es mejor que vaya por alguien para…— comencé a levantarme pero ella me retuvo, apretando mi mano.

— ¡No te vayas! No despiertes, todavía no— Rodé los ojos, tomé la mano en la que tenía conectado el suero, apreté la manguera hasta que se detuvo el flujo del líquido, luego lo solté y Bella dio un brinquito.

— ¡Auch! Eso duele, ¿qué hiciste?

—Demostrarte que estás viva. Si estuvieras muerta, ¿no se supone que no deberías sentir dolor?— pareció meditarlo por un momento. Pellizqué su brazo y respingó.

— ¡Auch! Duele, Edward— Se quejó.

— ¿Ya estás consciente de que estás viva?

Su rostro comenzó a tener una palidez más cálida, sus ojitos se iluminaron, se llenaron de lágrimas y sonrió como tanto estuve añorando.

— ¿Es verdad? ¿Realmente estás aquí?

—Sí, mi amor. Tengo rato diciéndote eso, ¿por qué no me haces caso?

Ella sonrió, me rodeó débilmente con sus brazos y la estreché delicadamente. Tomé su rostro con cuidado entre mis manos y la besé.

—Te amo. Gracias por despertar, mi amor.

 

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Para empezar, mil gracias por el apoyo!!!!!

Les tengo tres noticias:

* La primera: comencé a trabajar en una adaptación que comenzaré a subir junto con el próximo capítulo.

* La segunda: Éste es el penúltimo capitulo... :( .... el próximo será el capitulo final. y después el epílogo.

*La tercera: creo que tardaré en actualizar.... perdónenme por favor!!! .... la universidad me consume algo de tiempo y hago lo que puedo  con respecto a trabajar en el fic. Ya están las ideas, sólo me falta desarrollarlas.

 

Pues, como les dije, estamos en la recta final de este fic. Mil gracias a quienees se han mantenido fieles a esta pequeña locura, por sus favoritos, votos y comentarios... en verdad Gracias!!! ... por el apoyo y por tomarse el tiempo en leer...!!

En cuanto a este capitulo... estaba planeado ser mucho más largo pero decidí dejarlo hasta ahí en primera para no dejarles tanto tiempo el suspenso y en segunda porque se me occurieron otras cosas a medio camino xD. Otro motivo de mi posible tardanza con el siguiente capitulo es que quiero que quede mucho más extenso que los anteriores, tienen que quedar muchas cosas en claro y necesito mucho argumentos, espero su comprensión. 

Seguiré con mis locuras, si ustedes lo permiten. Como por quinta vez pregunto: ¿les interesa que suba otro fic? ¿SI o NO?

Espero que sigan comentando!! .... si comentan mucho actualizo lo más rápido que pueda, me parece un trato justo xD .... Disfruten esta recta final y.... ¿Qué seguirá?

Les mando mil besitos de bombón.

 

 

Capítulo 26: LETARGO Capítulo 28: *ESPECIAL*

 
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