Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114589
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

----------------------------------------------------------

Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 2: INCERTIDUMBRE

 

BELLA POV

 

Era el aniversario  del instituto, por lo que habíamos tenido una semana cultural. Alice y yo moríamos de ganas por saber quién supliría a nuestra maestra de ciencias; sólo sabíamos que el puesto sería ocupado por un nuevo profesor, de vez en cuando ella y yo bromeábamos imaginándolo: un tipo viejo, desaliñado, olvidadizo y sin otra cosa en la cabeza que sus conocimientos científicos y teorías biológicas.

Después de haber pasado la semana cultural, la cual estaba repleta de todo menos de clases, regresamos de nuevo a nuestras actividades normales. Hoy por fin conoceríamos al viejo maestro de ciencias. Y hoy se cumplía exactamente una semana desde que tropecé con Edward Cullen, pensaba en él más de lo necesario. Su nombre quedó grabado en mi mente, pero lo que más tenía presente era su rostro perfecto y sus hermosos ojos verdes que encajaban a la perfección con su maravillosa sonrisa.

No entendía por qué no podía simplemente olvidarlo y dejar de pensar en él. Era extraño ya que nunca me había pasado esto.

—Toc, toc ¿lista para irnos?

—Sí, Alice. Sólo tomo mi mochila y nos vamos.

—Ok, estaré en el coche. ¡Ah! Por cierto, iremos en el mío. No quiero llegar tarde por ir montada en la tortuga de tu camioneta.

— ¡Hey! Yo no insulto a tu correcaminos, así que deja a mi pobre coche en paz— dije, haciéndome la indignada.

—Jaja ok, pero sabes que tengo razón— me contestó con una mirada inquisidora.

Mis padres, Charlie y Reneé, trabajaban en conjunto para una empresa de bienes raíces y viajaban constantemente. No teníamos una gran fortuna, pero vivíamos de forma decente. Mis padres bien podrían cumplir cualquiera de mis caprichos, pero prefería ahorrar para ir a una buena universidad; de todas formas, todo lo que tenía era obra de la compradora compulsiva de Alice.

Cuando mis padres me dijeron que tenía la suficiente edad como para tener un auto, me decidí por una vieja pick-up, era muy económica y no arrancaba. Así que pensé en recurrir a mi viejo amigo Jacob, él me ayudó ofreciéndose a arreglarla para mí. Yo lo quería mucho, prácticamente crecimos juntos y  nuestros padres eran muy buenos amigos, mantenían una vieja amistad. Me entristecía el hecho de que tenía dos años sin verlo, Jake se había mudado a Texas por una cuestión familiar y casi no teníamos contacto.

Por el trabajo de mis padres tendría que pasar mucho tiempo en casa; pero casi podría decirse que vivía en casa de los Brandon, la familia de Alice. Inclusive había una habitación acondicionada para mí. Eran raras las veces en las que decidía estar sola en casa. Alice llegó a Forks cuando teníamos cinco años y desde entonces no nos separamos.

—Bella, ¿últimamente has visto tu correo electrónico?— preguntó Alice mientras conducía.

—No. ¿Tendría que hacerlo?

—Tal vez.

—Alice, ¿Cómo que “tal vez”?— dije intentado una pobre imitación de su voz.

—Es que… Jake dejó un mensaje en el mío.

— ¿En serio? ¡Eso es genial! Hace mucho que no sé de él— la noticia me llenó de alegría, extrañaba mucho a Jake—. Un momento, ¿desde cuándo Jake te deja mensajes?— ellos no eran los mejores amigos, pero sabían comportarse.

—Jajaja desde hace poco. La verdad, nunca me calló tan mal como aparentaba.

—En cuanto pueda veré si hay algo para mí, desearía tanto verlo.

—Imagino que habrá cambiado.

—Sí, tal vez. Pero siempre será mi Jake.

— ¡Hay! Ya empezamos con la “hora cursi de Bella”— dijo Alice burlándose de mí.

—Pues, yo no soy la que le llama “changuito” a su novio.

—Bella, ¡deja a mi changuito en paz!—chilló con fingida indignación.

Ambas comenzamos a reír y cuando menos pensamos habíamos llegado al estacionamiento de la escuela. Continuamos bromeando mientras salíamos del coche y caminábamos hacia la entrada del instituto. No habíamos llegado ni a la mitad del camino cuando fuimos interceptadas por el “changuito” de Alice.

—Hablando del chango de Roma…— dije rodando mis ojos.

— ¡Changuito bebé!— gritó Alice lanzándose a los brazos de Jasper.

Él la atrapó en el aire y la apretó contra su pecho mirando ansioso hacia todas partes; esperando a que nadie hubiera escuchado al pequeño demonio que sostenía en brazos. Cuando inspeccionó bien a todos soltó a Alice y antes de que dijera cualquier otra cosa la cayó con un beso corto. En ocasiones me sentía la manzana de la discordia entre sus demostraciones de cariño y en otras sentía que me empalagaba con tanta miel que derramaban.

—Hola, Bella— saludó.

—Hola, Jasper. ¿Nos vamos?— contesté con una sonrisa.

—Claro, Bells. Pero primero acompáñame al “tocador de damas”— dijo Alice.

—Ok, vamos— Alice podía pasar horas metida ahí. Siempre encontraba algo que arreglar, maquillar o cambiar. De no ser por Jasper, que nos esperaba afuera, vendríamos a vernos al espejo en lugar de a clases.

—Alice, ¡por Dios! ¿Qué tanto te ves?, siempre está lo mismo en el reflejo. Además, ¿sabes cuánto tiempo llevas ahí y cuánto falta para entrar a clases?

—Déjame, ya sabes que soy así. Y sí, sí sé. Llevo cinco minutos admirándome en el espejo y faltan diez para entrar. Por lo tanto, nos quedan 8 minutos más.

— ¿Y a Jasper que lo parta un rayo, o qué?

— ¡Oh! Tienes razón. Un minuto más y salimos— dijo poniéndose un gloss rosado que combinaba a la perfección con su color de sombras y vestuario—. No sé porqué nunca he podido hacerte cambiar con respecto a tu forma de vestir— refunfuñó como una niña pequeña.

— ¿Será porque me gusta ser práctica? Además, todo lo que tú gastas en ropa yo lo ocuparía en muchas otras cosas.

No dijo nada, sólo rodó los ojos y salimos del baño. Llegamos al lado de Jasper, que estaba platicando con un par de amigos suyos del equipo de americano. Se despidió de ellos y comenzamos a caminar por el pasillo. Alice y yo estábamos en el mismo grado, Jazz era un año mayor, por lo que los tres nos juntábamos hasta el almuerzo y al final de clases. Llegamos a nuestro salón, nos despedimos de Jazz y entramos a clase de Matemáticas. Nuestro maestro aún no había llegado, cosa que aprovechamos para seguir platicando.

—Ok, ¿me dirás el nombre del “susodicho”?

— ¿Qué susodicho, Alice?

— ¡No te hagas la inocente! Sé perfecto que sí lo sabes, pero no quieres decirme. ¿No confías en mi?— dijo poniendo sus ojitos de cachorro regañado. Estuve a punto de caer en su trampa, pero mejor miré hacia otro lado y negué con la cabeza—. ¡No confías en mí!— acusó.

—Alice, baja la voz. Y no es eso. Es que… ya te lo dije, no hubo tiempo de presentaciones y no sé su nombre.

—Isabella, el día que caiga en una de tus mentiras juro que haré una gran fiesta. Eres malísima mintiendo. Ahora dime, ¿siiii, por favor?

—Alice, aunque te quedes sin pestañas por tanto batirlas no te diré algo que no sé.

— ¡Mientes!

—Por supuesto que no.

—Claro que sí.

—Que no.

—Que sí.

—Alice, por favor. ¡No!

— ¡SI!

—Buenos días clase, disculpen la tardanza— salvada por la campana, nuestro profesor entró justo a tiempo y comenzó con la clase. Alice podía pasar años repitiendo lo mismo hasta que yo me cansara y le dijera lo que ella quería.

—Ni creas que olvido esto, ya verás más tarde— dijo por lo bajo.

— ¡Rayos!

— ¿Quiere compartir algo con el resto de la clase, señorita Swan?— preguntó el profesor al verse interrumpido por mi exclamación.

—Emmm… no.

— ¿Señorita Brandon?

—No, querido profesor.

— ¿Puedo continuar?

—Sí, Mr. Molina— contestamos al unísono. Para mi fortuna, Alice olvidó el tema por el resto de las clases. Aunque tal vez, sea para mi desgracia, no sé qué tal me iría una vez que estuviéramos en casa.

Para ser las primeras horas teníamos mucha tarea: una exposición, dos investigaciones, una lista de conceptos y un juego de copias con treinta ejercicios y problemas matemáticos. Parecía que en cualquier momento la pequeña Alice sufriría un colapso. A mí me parecía graciosa la manera tan dramática y exigente en la que ella imploraba piedad a los maestros con respecto a las tareas. De vez en cuando caían en sus artimañas, pero parecía que hoy todos estaban de acuerdo en no hacerle caso.

Por fin era hora del almuerzo. Alice recibió un mensaje de Jasper y fue a buscarlo, no quise acompañarla y le dije que mejor me adelantaba a la cafetería e iba haciendo fila para comprar. La biblioteca me quedaba de paso, por lo que aproveché para sacar unos libros que ocuparía para mis tareas, así no me desviaría al salir y podría irme directo a casa después de la última hora de clases, la misteriosa clase de ciencias.

Iba pensando en el aspecto del viejo que Alice y yo imaginábamos cuando tropecé con una acera y uno de los libros resbaló y cayó al piso. Por suerte no estaba lloviendo y el libro no sufrió ningún daño. Me agaché para levantarlo, mientras estaba en cuclillas vino a mi mente el rostro de Edward; me quedé unos segundos en esa posición y poco a poco me puse de pie.

Cuando alcé la vista, a lo lejos pude distinguir una silueta que captó mi atención. Encajaba a la perfección con el chico que no podía olvidar, Edward Cullen. Fugazmente giró su rostro y pude verlo, ¡era él! Un momento, ¿era él? El chico siguió caminando hasta que se perdió entre la gente. ¿Qué podía estar haciendo aquí? ¿Estudiaría aquí? No, no lo creo, estábamos a mitad del semestre. Pero, entonces ¿qué hacía con el director?

No supe si el chico era Edward. Pero se parecía mucho a él. Tal vez era tanto el tiempo que rondaba en mi cabeza que ahora lo alucinaba. Suspiré pesadamente, cerré los ojos y sacudí un poco mi cabeza. Tenía que llegar a la cafetería antes de que Alice se diera cuenta de mi ausencia. No tenía ganas de uno de sus interminables interrogatorios. Después, cuando estuviéramos solas y tranquilas hablaría con ella.

Capítulo 1: PREFACIO Capítulo 3: ¿COINCIDENCIAS?

 
14442197 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10759 usuarios