Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114601
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 3: ¿COINCIDENCIAS?

BELLA POV

Estaba haciendo fila en la cafetería, no había nada interesante que hacer. Prendí mi reproductor de música y me puse los audífonos. La lista de canciones que tenía seleccionada era una de mis favoritas, cuando menos pensé me encontré totalmente sumergida en la música siguiendo el ritmo con movimientos de cabeza.

Cerré los ojos unos segundos y me giré para ver si veía a Alice. Cuando los abrí me sobresalté al ver a Mike tan cerca de mí y hablando como loco. Volteé hacia los lados y no había nadie, por lo tanto, supuse que me hablaba a mí. Me quité los audífonos para preguntarle qué quería.

—Disculpa, ¿qué dices, Mike?

— ¿Cómo?— me miró confundido y frunció el ceño.

— ¿Me hablabas?

— ¡Ah! ¿O sea que no escuchaste nada de lo que dije?

—No— le dije mostrándole los audífonos.

— ¿Dónde los traías?, no los había visto— dijo quitando el cabello de mis orejas.

Me incomodé y di un paso hacia atrás.

—Mike, déjame por favor. Mejor dime qué quieres.

—Esto, yo… no nada, mejor olvídalo.

— ¿Seguro?

—Sí, claro. Nos vemos luego.

—Ok— me giré y regresé a mi posición anterior.

Mike Newton no era el chico más guapo de la escuela ni el más popular. Tampoco era que estuviera tan mal, físicamente hablando, pero su manera de ser tan presumida y su papel de “lame botas” con los maestros lo hacían ver como un mal partido. Por lo menos para mí, definitivamente era un caso perdido. Me daba pena hacerle tantos desplantes y nunca aceptar sus insistentes invitaciones a salir. Pero él no era para nada el tipo de chico en el que me fijaría. Sobre todo porque Mike aún tenía una mentalidad sumamente inmadura, demasiado infantil para mí gusto. Quería jugar a ser “niño grande”, pero hasta hoy no lo había conseguido.

Justo cuando iba a ponerme otra vez los audífonos llegó el remolino.

— ¡Bella!— gritó Alice desde la entrada de la cafetería.

Agité mi mano en el aire y les sonreí a ambos. Jasper venía muy serio y pensativo, incluso tenía el ceño fruncido. Los vi alternadamente, tratando de descifrar qué ocurría. Pero entre más veía más me confundía. Alice estaba radiante y sonriente tomada de la mano de Jasper, pero él, a pesar de que estaba ahí, se hallaba ausente y molesto.

— ¿Sucede algo?

—Bella, mi “changuito” está molesto— contestó Alice acariciando la mejilla de Jasper.

—Eso es obvio, Alice. Pero, ¿qué pasa, por qué estás molesto, Jasper?— dije ahora dirigiéndome a él.

—Es que hemos estado entrenando como locos por mucho tiempo y el coach acaba de decirnos que tal vez no podamos jugar contra otras escuelas por un supuesto “problema interno con los organizadores”— pobre Jazz, estaba echando chispas por las orejas de coraje.

—Oh, Jazz. Lo siento mucho. ¿Hay algo que puedan hacer?— dije tocando su hombro en señal de apoyo.

—No lo creo. Pero, de igual manera, gracias por tu apoyo, Bella.

—No hay problema.

—Amorcito, verás que pronto se arregla esto— dijo Alice, para después darle un tierno y casto beso a su novio—. Ahora, lo que debemos hacer es levantarte ese ánimo. Y para eso Bella me va a ayudar.

— ¡Claro!, ¿qué les parece si después de clases nos escapamos a Port Angeles y pasamos un rato en “FUN”?— propuse inquisidoramente.

— ¿El que está dentro del Mall?— preguntó Alice

—Ajá— contesté sonriente.

— ¿Qué dices, Jasper?— le preguntó Alice. Su cara poco a poco se transformó hasta ser la misma de siempre. Sabía que a él le encantaban los videojuegos y FUN era un establecimiento que tenía muchos. Eso de seguro levantaba el ánimo de Jazz.

—Me parece ge.ni.al— puntualizó con una sonrisa.

—Entonces… ¡a Port Angeles después de clase!— dije entusiasta.

— ¡SI!— chilló Alice

Nos comenzamos a reír y empezamos a molestar a Alice diciendo que mientras nosotros jugáramos ella se iría a comprar a todas las tiendas como una maniática compulsiva. Ella hacía pucheros y caras graciosas a nuestros comentarios.

Llegó nuestro turno en la fila, dejamos a Alice en paz y vimos el menú del día para pedir algo de comer. Ya que teníamos nuestras charolas nos dirigimos a la mesa de siempre, una banca redonda con seis asientos a su alrededor; usábamos dos para poner nuestras cosas y otros tres para sentarnos. Siempre elegíamos estar ahí porque estaba pegada a la ventana y quedaba cerca de todo.

El almuerzo pasó entre bromas y risas. De vez en cuando Mike pasaba cerca y me veía más tiempo de lo debido, cuestión que Alice y Jasper aprovechaban para burlarse de mí. Como siempre, nos despedimos de Jasper y quedamos de vernos a la hora de salida para ir a los videojuegos. Nos caería bien un poco de distracción. Últimamente no habíamos salido ni por un helado, dedicábamos mucho tiempo a los deberes de la escuela.

—Bella, ¿vamos al tocador?— preguntó Alice.

— ¿Otra vez? Pero si ya fuiste esta mañana— refunfuñé.

—Tú lo has dicho, en la mañana. Ahora no sé en qué estado me encuentro— dijo poniendo su mano sobre la frente dramáticamente.

—Jajaja Alice, no seas dramática y vamos. Aún no han timbrado.

Cuando estábamos dentro revisé mi cara y la refresqué con un poco de agua. Mientras me secaba tuve una extraña sensación.

—Alice, creo que se me olvida algo.

— ¿Maquillarte?

—Jaja muy graciosita— dije sarcásticamente—. En serio, ¿traía algo en las manos?

— ¿Una pila de libros?

— ¡Demonios! Los libros, ¡los dejé sobre la mesa!

—Ve antes de que cierren, al rato te alcanzo— dijo Alice sin dejar de verse en el espejo.

Salí disparada hacia la cafetería, claro, teniendo cuidado de no caer o tropezar con algo. Miraba hacia al piso para ver dónde pisaba. Giré en el pasillo para entrar a la cafetería y ¡BAM! Lo hice, golpeé contra algo, o mejor dicho alguien, y estuve a punto de caer al suelo; pero unos fuertes brazos me sostuvieron impidiendo que me desplomara. Abrí los ojos despacio y me paralicé al ver de quién se trataba. No podía dejar de parpadear, entonces sonrió y perdí el hilo de mis pensamientos.

— ¿Otra vez tú?— dijo con su hermosa voz.

—Sí… supongo— podía sentir cómo mis mejillas se encendían de vergüenza.

—Deberías ser más cuidadosa. ¿Sabes? No siempre voy a estar ahí para evitar que te caigas— bromeó.

Que más daría yo, pensé.

—Lo intentaré— me limité a contestar.

—Ok, entonces… eres libre— dijo zafando el agarre de sus brazos.

¿Cómo era posible que el destino se ensañara en ponerlo en mi camino? Creo que de ese momento pensaría mucho más en él. Aunque no quisiera Edward tenía algo que no podía explicar y que me hacía tenerlo presente casi todo el tiempo.

— ¿Y a dónde con tanta prisa?— cuestionó.

—Esto… yo… cafetería— dije con torpeza apuntando hacia la puerta.

— ¿Vienes a la cafetería? Pero ya no es hora del almuerzo ¿o sí?— dijo alzando una de sus cejas.

—No, pero… olvidé algo.

— ¿Te importa si te acompaño?— levanté la vista sorprendida ¿había escuchado bien?

—No, claro que no.

—Vamos entonces. Apurémonos porque tengo entendido que están por cerrar.

—Ajá— quise golpearme por ser tan patética.

Caminamos el corto tramo que nos separaba de la puerta, al llegar él la abrió para mí y le agradecí en un muy bajo tono de voz. Me sentía apenada con él, las dos veces que lo había visto fueron bajo la misma circunstancia: “La torpe Bella Swan tropezando con el guapo, además caballeroso Edward Cullen”. Me recriminaba mi torpeza mentalmente.

—Lo siento chicos, pero ya está cerrado— dijo la dependienta.

—No se preocupe, olvidamos unas cosas. Sólo las tomamos y salimos para no quitarle su tiempo— contestó Edward con cortesía a la señora encargada.

—Ok, entonces, pueden pasar— me sorprendió el hecho de que usara plural para excusarnos dentro de la cafetería. ¿No podía simplemente decir que era yo la olvidadiza?

Tomé mis libros, afortunadamente seguían en el mismo lugar. El me miró y me hizo un ademán para que lo siguiera y así lo hice. Abrió la puerta para mí nuevamente y agradeció a la encargada del establecimiento antes de salir. Cuando llegamos afuera los pasillos estaban vacíos, recordé a Alice y me apresuré a caminar antes de que ella nos encontrara. Edward me dio alcance y me sujetó de la muñeca, firme pero sin llegar a lastimarme.

—Espera, yo ya te dije mi nombre pero tú no me has dicho el tuyo, ¿cuál es? ¿Cómo te llamas?— cuando estaba por abrir la boca oímos un grito.

— ¡Bella! ¡Bella!— me giré para encararlo.

—Lo siento, tengo que irme— dije soltándome de su agarre. Comencé a correr para encontrarme con Alice, llegaríamos tarde a clase de redacción.

— ¿Tu nombre es Bella?— gritó Edward por el pasillo.

— ¡Sí!— continué corriendo hasta que vi a Alice.

Por suerte nuestra siguiente clase la tomábamos en un salón que estaba en sentido contrario de donde se encontraba Edward.

—Lo siento, profesor, nos entretuvimos por mi culpa. ¿Podemos pasar?— Alice podía conseguir muchas cosas con esos ojitos de cachorro que ponía para chantajear a las personas.

—Está bien, pasen. Pero que no se vuelva a repetir, señorita Brandon.

—Claro, profesor.

La frase “que no se vuelva a repetir señorita Brandon” era muy vieja y usada casi a diario. Lo dicho, Alice podía conseguir muchas cosas, su aspecto de pequeño duende y cara angelical le ayudaban mucho.

A mitad de la siguiente clase, nuestra maestra salió un momento a atender una llamada importante; en cuanto ella cerró la puerta el salón se volvió un desastre.

—Ya falta menos— murmuró Alice.

— ¿Menos para qué?

— ¡Hay Bells!, para conocer al nuevo profesor.

— ¡Cierto!, en un rato más. ¿Y… si no es lo que esperamos?

— ¿Cómo? ¿De qué otra manera puede ser si no es esa?

—Jajaja tienes razón.

— ¡Claro! ¿Quién daría ciencias si no alguien como el tipo que imaginamos?

—Alice, recuerda que anteriormente teníamos una maestra y no lucía tan mal que digamos.

—Pues, para mi gusto, tenía poco sentido de la moda.

—Sabes a lo que me refiero.

—Jajaja sí, lo sé. Pero como esta vez será un hombre…— rodé los ojos y reí por sus ocurrencias.

La maestra regresó y continuamos con la clase. En veinte minutos se develaría el misterio del nuevo profesor.

No sabía por qué, pero me encontraba ansiosa; ya quería saber quién era y cómo lucía.

Llegamos más temprano de lo habitual al salón. Alice comenzó a hablar sobre las compras que había planeado hacer y sobre una sorpresa que quería preparar para Jasper por su próximo aniversario. Tres años se dice fácil, pero ellos habían pasado por mucho. Aunque eso sí, lucían muy lindos juntos y eran tal para cual; Jasper complementaba la parte recatada y seria que le faltaba a Alice y ella lo extrovertido y explosivo que le faltaba a Jasper. En definitiva una preciosa pareja ideal.

El salón se llenó, llegaron todos menos el profesor. Ya era tarde y estábamos comenzando a creer que nadie vendría. En el momento en el que uno de mis compañeros comenzaba a armar la estrategia de huida, la puerta se abrió mostrándonos algo que nadie esperaba. Él caminó al interior del salón, todos esperamos que tomara uno de los asientos, lucía muy joven como para ser el nuevo profesor… aunque, viéndolo bien, también era mayor para ocupar un lugar entre nosotros. Se fue de largo, acomodó sus cosas en el escritorio y nos dio la cara para presentarse. Tenía una gran sonrisa.

Vi a Alice por un segundo y tenía los ojos muy abiertos y la quijada desencajada, al ver hacia atrás me di cuenta de que la mayoría estaban en el mismo estado que mi amiga. No podía imaginar mi cara, sólo sentía el ardor de mi sonrojo. El nuevo profesor recorrió el salón con la mirada y se detuvo cuando sus ojos se toparon con los míos. Sonreí tímidamente y desvié la mirada hacia mi pupitre.

—Hola, chicos, yo soy su nuevo maestro de ciencias— se giró hacia el pizarrón y comenzó escribiendo la fecha y su nombre.

—Yo soy Edward Cullen y no se preocupen por sus notas, recuperaremos el ritmo de la clase y la haremos lo más dinámica posible…— la clase siguió su curso, nunca había visto tanta atención por parte de los alumnos, en especial las alumnas.

Hoy, el chico con el que tropezaba cada que tenía oportunidad y que para colmo no podía sacar de mi cabeza, ahora era mi profesor y lo vería a diario dándome clases de ciencias.

¿Y ahora qué seguía? ¿Qué otra locura prepararía el destino?

 

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Hola, Hola !!! ... aquí les dejo estos 2 nuevos caps. Que más bien fueron como de introducción. Conocimos un poco más la historia de los personajes .... 

 

queee taaaaal con el nuevo profe ??? .... comenten, aporten y apoyen !!!

 

besostes de bombón !!

Capítulo 2: INCERTIDUMBRE Capítulo 4: JUEGOS Y SORPRESAS

 
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