Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114606
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 6: NOVEDADES

 

BELLA POV

Después  de la cena escapé de Alice hacia mi habitación. Me metí en la ducha y estuve más tiempo de lo debido; me bañé con mucha calma, me cepillé los dientes minuciosamente, cepillé mi cabello hasta dejarlo casi seco, en fin, hacía todo lo posible porque la pequeña duende se enfadara de esperar y se fuera de mi alcoba. Estaba segura de que estaría esperando afuera. Me cambié con toda la calma del mundo, acomodé mi neceser, me vi en el espejo por un largo rato y después de un par de minutos salí.

La luz estaba encendida, caminé a paso lento hasta mi cama, Alice estaba acostada jugando con una de las luces que colgaba del cabecero.  No se dio cuenta de mi presencia y aproveché para escapar de sus preguntas, justo cuando puse la mano en la perilla me descubrió.

— ¡Isabella Swan, ¿a dónde crees que vas?!

— ¡Por un vaso de agua!— dije rápidamente saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras de mí.

Corrí escaleras abajo y entré como rayo a la cocina. Alice venía detrás de mí.

— ¡No vas a escapar, Swan!— amenazó.

Alice se comenzó a acercar cómo felina, acorralándome poco a poco en la esquina del lavabo. Seguía cada uno de mis movimientos.

—Ahora, vas a hablar—sentenció.

— ¡No quiero!

—Pero sabes que lo harás— dijo con mirada inquisidora.

— ¡Pero no ahora!

— ¿Segura?— estaba cada vez más cerca, de reojo vi que la puerta trasera estaba abierta, con suerte y llegaría afuera antes de que me alcanzara.

Corrí con todas mis fuerzas al patio sin detenerme, miré hacia atrás y pude ver que le llevaba algo de ventaja. Di vuelta en una esquina y encontré el escondite perfecto entre unos matorrales. Llegó al jardín en el que me escondía y comenzó a caminar cuidadosamente inspeccionando la zona.

—Sé que estás aquí, Bella. Sal ahora— dio vueltas y buscó en varias partes, la obscuridad me favorecía. De repente un trueno la hizo saltar y yo me quedé inmóvil del susto.

—Ok, me voy. Yo no soy la que se va a quedar mojándose aquí afuera— y sin más se metió a la casa.

Después de un rato salí y caminé despacio hacia adentro. Fui a mi habitación lentamente, esperando no ser interceptada en el camino. Al parecer se había dado por vencida, al menos por ahora. Entré y fui directamente a la cama. Justo cuando puse la cabeza sobre la almohada oí un ruido tan fuerte que me levanté de un salto.

— ¡Auch! ¡Demonios! Me di contra tu mueble— dijo Alice brincando en un pie.

—Me asustaste— contesté con la mano en el pecho por la impresión.

—Lo siento, vengo en son de paz— dijo alzando ambas manos, se acostó y dio unas palmaditas a su lado para que yo hiciera lo mismo.

— ¿Dónde estabas metida?

— ¿Por qué, Alice?

—Tienes el cabello lleno de hojas— dijo quitando unas cuantas. Reímos un poco y comenzamos a recordar anécdotas graciosas.

—Alice, ¿aún no tienes sueño?— dije entre risas.

—No, dormí toda la tarde, ¿recuerdas? ¿Tú tienes sueño?

—No.

— ¿Por qué no quieres hablar conmigo?— dijo poniendo su carita de cachorro.

—Claro que hablo contigo, Alice.

— ¿Y por qué corriste y te escondiste de mí?— dijo con un puchero.

—Ah, eso.

—Sí, ESO— me miró un rato y yo no sabía ni siquiera qué decir—. Está bien, si no quieres decirme, no lo hagas. Mejor me voy a mi…— comenzó a levantarse pero la detuve.

—No, Alice. No me dejes sola. Está por comenzar una tormenta y sabes que no me gusta estar sola— se acostó de nuevo y suspiró.

—Es que… ni siquiera yo sé qué es lo que pasa. Me hace sentir mal el hecho de que no pueda hablar contigo porque no encuentro por dónde comenzar— Alice sólo me sonrió y miró hacia el techo.

—No lo hagas, si no quieres. Sabes que no te obligaría, lo de hace un rato sólo fue un juego. ¡Por Dios, Bella! Ya sabes lo infantil que soy— sonreí, Alice era especial.

Ella era mi mejor amiga, la que siempre estaba para mí y la que me comprendía a la perfección.

—Claro que lo sé— ambas reímos—. Es que… Edward es tan… no sé.

— ¿Edward?

—Sí, Edward— dije sonrojándome y poniendo uno de mis cojines en la cara.

—Ah, o sea que ya se tutean y todo.

—Sí.

—Te gusta, ¿verdad?

—Supongo que sí. Pero, Alice, ¡es mi profesor!

— ¿Y eso qué? Puede ser el mismísimo presidente y aún así gustarte. Espera un momento, es algo más que una simple atracción, ¿cierto?

— ¡No sé! Es que, desde la primera vez que lo vi no he podido dejar de pensar en él. Lo recuerdo a cada momento… es muy extraño.

— ¿Y qué con lo que estuvo a punto de pasar en el Mall?

—Me hubiera encantado que pasara, pero… no sé, no es correcto.

— ¿Podrías dejar la moral por un momento? Bella, en los asuntos del corazón no se manda y si pasa algo entre ustedes ni siquiera intentes evitarlo porque sólo sufrirás.

—Gracias, duende.

—De nada, ovejita.

En ese momento un espantoso trueno irrumpió la tranquilidad. Di un brinco y me abracé a Alice. Siempre había odiado las tormentas.

—Jajaja mira quién es infantil ahora. Bella, ¿cuántas veces te tengo que decir que es sólo una tormenta?

— ¿Y cuántas veces te tengo que decir que ODIO las tormentas?

—Está bien, ya cálmate. No me iré a ningún lado, pero mejor nos quedamos en mi habitación, ¿de acuerdo, ovejita?

—Ajá.

Nos fuimos a su alcoba y no la solté en ningún momento. Seguimos riendo mientras esperábamos caer en los brazos de Morfeo, Alice sabía cómo hacerme olvidar que afuera se estaba cayendo el cielo. Cuando menos pensé me quedé dormida.

Al otro día mi casi hermana me despertó para ir al instituto. Nos alistamos y en lo que ella se maquillaba hice el desayuno. Llegamos temprano a la escuela, le ayudé a repasar unos apuntes, un poco más tarde llegó Jasper y los tres nos dirigimos a nuestras respectivas clases. Entregamos unas cuantas tareas y vimos temas nuevos. La mañana pasó igual que siempre, sin más complicaciones.

Llegó la hora del almuerzo, cuando entramos en la cafetería Jasper nos estaba haciendo espacio en la fila para comprar. Nos sentamos en la mesa de siempre y comenzamos una guerra de bromas en contra de Jasper, estábamos de lo más divertidos. De repente Alice cuchicheó algo con Jazz, ambos vieron detrás de mí y comenzaron a sonreír en complicidad.

— ¿Qué pasa?— dije entrecerrando los ojos.

—No creerás QUIÉN viene directo hacia acá— dijo Alice.

Me quedé paralizada y dejé de respirar. Cerré los ojos deseando que no fuera quien me estaba imaginando.

— ¿Qué pasa, chicos? ¡Hola, Bella!— dijo Mike y dejé salir todo el aire.

—Esfúmate, Newton— murmuró Alice con superioridad, Mike se fue inmediatamente y suspiré aliviada.

—Buenos días, chicos— saludó la voz que tanto temía escuchar.

—Buenos días, Mr. Cullen— contestaron Alice y Jazz al unísono.

—Hola, Alice y hola…

—Jasper— se presentó.

—Hola, Jasper— dijo Edward estrechando su mano—. Buenos días, Bella— saludó ofreciéndome su mano. Levanté la vista lentamente y correspondí el saludo con la sonrisa congelada.

—Buenos días, Mr. Cullen— murmuré.

— ¿Les importa si los acompaño?— pidió Edward amablemente.

Miré a Alice rogando por ayuda, ella me vio por un par de segundos y sonrió malévolamente.

—Claro que no, Mr. Cullen. Siempre hay espacio para alguien más en nuestra mesa— dijo sonriente.

Yo aún mantenía la sonrisa congelada mientras asesinaba a Alice con la mirada.

Edward se sentó en el lugar que estaba enseguida de mí ya que a Alice se le ocurrió la genial idea de subir sus pies en el otro asiento disponible. Me sentía algo cohibida por la presencia de Edward. Los chicos comenzaron a platicar animadamente con él, bromearon un poco hasta que comenzaron a reírse, no pude evitar unirme a las risas por las ocurrencias de Alice. Después de un rato de convivencia en la que evité a Edward lo más que pude, a lo lejos, un grupo de chicos llamó a Jasper.

—Lo siento, es sobre el equipo. En un rato regreso— se disculpó.

Alice lo vio irse y de repente se paró.

—Iré a comprar un postre, ¿quieren algo?.

—No gracias, Alice, yo estoy bien— dijo Edward.

— ¿Tú, Bella?

—No, gracias querida amiga— dije con los dientes apretados y remarcando el sarcasmo en “querida amiga”.

—Bien, ya vuelvo.

Jugué con mi comida sin dejar de verla como si fuera la cosa más interesante en el mundo. Volteé hacia atrás para ver que Alice había retenido a Jasper junto con ella en la fila.

— ¡Demonios!— dije por lo bajo.

— ¿Dijiste algo?— preguntó Edward poniendo su jugo en la mesa.

—No, nada, Mr. Cullen— dije sin verlo.

—Bella, ¿podrías, por favor, mirarme cuando me hablas? ¿Y qué no habíamos quedado en que nada de “Mr. Cullen”?— dijo en susurros un poco exasperados.

—Lo siento, Mr. Cullen— dije alzando la vista. ¡Rayos! Verlo a los ojos era más difícil de lo que creía, podía quedar embobada por mucho tiempo.

—Bella…— dijo como regaño por lo de “Mr. Cullen”.

—Lo siento…— sonrió satisfecho—. Mr. Cullen— dije enfatizando las letras, su sonrisa se borró y me miró con reproche.

—Mr. Cullen, mientras estemos en la escuela usted es mi profesor. Por lo tanto, debo llamarlo como tal, ¿de acuerdo, Mr. Cullen?

—No. Pero, ¿qué más da, “Señorita Swan”?— dijo en son de burla.

—Así está mucho mejor, Mr. Cullen.

—Eres increíble— dijo riendo— Mejor dime, ¿qué hiciste ayer?— lo miré sorprendida ¿tan mala memoria tenía?

—Digo, después de… tú sabes, el helado. Por cierto, ¿cómo sigue tu brazo?

—No hice nada interesante y mi brazo está muy bien, gracias— tal vez pude haber utilizado un tono menos mordaz.

—Eso es bueno. Pues yo si hice algo, pero si te digo no vas a creerlo— dijo riéndose.

— ¿A sí? Pues, bien por usted— dije restándole importancia. Él bufó y siguió comiendo su sándwich. Pasamos un rato en silencio y cada uno comiendo su almuerzo como si estuviéramos en mesas individuales.

— ¿Qué dices si te invito a cenar?— dejé lo que estaba haciendo y giré mi vista hacia él con la boca abierta, estaba sorprendida e intrigada.

Edward tenía una estúpida y maravillosa sonrisa, era como si él supiera que aceptaría al instante. Entrecerré los ojos e iba a comenzar a decir algo pero Alice me interrumpió.

—Mira lo que te traje, Bells. ¡Tu pastel favorito! Era el último y lo compré para ti.

—Gracias— dije aliviada, aunque ella no comprendiera el doble sentido de mis palabras. Me levanté abruptamente y tomé mis cosas.

—Alice, ¿me acompañas al baño?— ella me miró sorprendida y casi se atraganta con el pedazo de pay que tenía en la boca.

—Claro— dijo después de toser.

— ¿Qué pasó?— me dijo ya que estábamos en el pasillo.

—Nada.

— ¿Nada? ¿Segura qué “nada”?— dijo imitando mi voz.

—Me invitó a salir— dije cuando entrábamos al baño.

— ¿¡QUÉ!?— ella estaba totalmente sorprendida—. ¡Eso es genial!— chilló dando saltitos en el piso—. Tenemos que ir de compras. Necesitarás un vestido nuevo, debes verte espectacular, también iremos por maquillajes, accesorios y…— dijo como remolino.

— ¡Hey!, espera, ¿quién ha dicho que voy a aceptar?

—No, no, no y rotundamente… ¡NO! No puedes negarte.

 —Claro que puedo.

—Bella…

—Hola chicas— dijo la presumida de Jessica saliendo de uno de los baños y colocándose entre Alice y yo para lavarse las manos.

—Vaya, ya sé qué era lo que apestaba aquí— dijo Alice.

—Ja-ja-ja— dijo Jessica sacándole la lengua—. Así que… ¿tenemos pretendiente?— me dijo dándole la espalda a Alice.

— ¿Y a ti qué te importa? ¡Y no me des la espalda!— le dijo Alice volteándola bruscamente del hombro.

— ¡Quítame las manos de encima!

— ¡Y tú deja de meterte en lo que no te importa!

 — ¡Basta!— dije poniéndome entre ellas dos. No se llevaban bien y siempre que se veían terminaban mal.

—Alice, cálmate. Y tú, no la provoques— les dije tratando de suavisar el ambiente.

—Está bien, me voy, sólo porque tú me lo pides y porque me caes bien— dijo acariciando mi mejilla y sonriendo hipócritamente.

— ¡Suéltala, hipócrita!— gritó Alice.

—Bye, bye— dijo moviendo sus dedos en señal de despedida. Alice le arrojó uno de los jabones decorativos que estaban en el lavabo, pero sólo consiguió que se estrellara en la puerta y que se hiciera pedazos.

—Cálmate, ella no merece tu atención. No vale la pena. No tienes por qué ponerte así— traté de tranquilizarla.

—Me cae en la punta del hígado— dijo muy enojada.

—Mejor vámonos, están por timbrar— propuse.

Llegamos afuera y Jasper ya estaba ahí, le conté lo sucedido para que calmara a Alice. El camino a clase fue un poco tenso, mi amiga seguía molesta por culpa de Jessica.

Cuando éramos niñas Jessica, Alice y yo, siempre estábamos juntas. Pero cuando crecimos y llegó Jasper las cosas cambiaron. Desde que lo conocimos se notó la atracción entre él y Alice. Tenían poco de ser novios cuando Jessica comenzó a insinuarse descaradamente, intentó mil artimañas para separarlos y obtener una oportunidad con Jazz. Después de eso, nos dimos cuenta de que Jessica nunca había sido sincera con nosotras y dejamos de juntarnos con ella. Por suerte los secretos sólo los compartíamos Alice y yo.

Las clases pasaron sin mayor percance, Alice estaba más tranquila y logró ignorar las provocaciones de Jessica. Faltaba menos para que entráramos a la clase de Edward, me ponía un poco nerviosa el hecho de que tendría que exponer; bueno, no la exposición en sí, lo que me descontrolaba era la mirada de Edward. Milagrosamente, la maestra que nos daba la penúltima clase nos dejó salir más temprano de lo habitual. Me puse a repasar mi exposición e hice un último ensayo con Alice como espectadora.

—Bella, lo haces perfectamente bien. No entiendo qué es lo que te está poniendo tan nerviosa.

—Alice…— dije con reproche—, cómo si no lo supieras— ella rió y se acercó a mí.

—Ánimo, Bells— dijo pasando un brazo por mis hombros—. Te saldrá excelente, cómo siempre,

— ¿Segura?

—Cien por ciento—.

La confianza que me había infundido me servía de mucho. Ahora me encontraba más tranquila y me sentía preparada para hacer lo mío frente a mis compañeros. Todos estaban en los pasillos esperando a que timbraran para la clase de ciencias, aprovecharía ese tiempo para preparar lo necesario para mi presentación. Alice había ido con Jasper, por lo que estaría un rato sola mientras llegaban todos. Cuando entré me asusté y pegué un gritito al ver a Edward ahí.

— ¿Te asusté?— preguntó.

—No,  me gusta saltar y gritar cuando veo a la gente— dije sarcásticamente, él rodó los ojos y siguió con lo suyo.

–Claro que me asustó, Mr. Cullen.

—Pero yo no hice nada.

—Pero yo no esperaba verlo aquí.

— ¿Qué haces aquí tan temprano? ¿Por qué no estás con los demás? ¿Dónde está Alice?

— ¿Podría dejar de hacerme tantas preguntas seguidas?

— ¿Me contestas con otra pregunta?— dijo enarcando una ceja.

— ¿Quiere que conteste o no?

—Contesta, Bella.

— ¿Cuál pregunta?

— ¿Todas?

— ¿En serio?— dio un respiro profundo y contestó.

—Si.

—1: vine a prepararme para la exposición antes de que lleguen los demás. 2: no estoy con los demás porque no me llevo mucho con ellos y 3: Alice está con Jasper.

— ¿Necesitas ayuda?

— ¿Con qué?— al ver su rostro encontré que estaba siendo muy paciente conmigo.

—Tu exposición, Bella— dijo sonriendo.

—Ah, no. No se preocupe, Mr. Cullen.

— ¿Pensaste algo con respecto a lo que te pedí?— dijo cambiando abruptamente de tema.

—No.

Empezaron a llegar el resto de mis compañeros y yo estaba a punto de terminar de  preparar las cosas de la exposición. Alice entró justo a tiempo, se sentó en el lugar de siempre y levantó su pulgar en señal de apoyo.

—Bien, chicos. Bella, su compañera, ha preparado el tema del día de hoy. Hará una exposición y después habrá una sección de preguntas y respuestas, si ella no sabe la respuesta yo la apoyaré— Jessica levantó la mano con urgencia mientras Edward hablaba.

— ¿Qué pasa, Jessica?— preguntó Edward.

— ¿Por qué ella hace una exposición y el resto de nosotros no?— dijo sumamente molesta y golpeando el piso con el pie.

—Yo se lo propuse por la excelente participación que tuvo ayer ¿Hay algún problema con eso?

—No, Mr. Cullen.

—Bien, ahora toma asiento. Bella, puedes comenzar.

Y así lo hice. Hablé dos terceras partes del tiempo. Me ponía muy nerviosa el hecho de que Edward me miraba de una manera fría y calculadora, de vez en cuando asentía y la mayor parte del tiempo la pasó tomando notas. Mis compañeros estuvieron atentos, hubo varias interrupciones por dudas que surgían y que rápidamente aclaraba, en cada ocasión Edward les recordó que al final era la sesión de preguntas y respuestas. Terminé, Edward comenzó a aplaudir y el resto de los chicos también lo hicieron. Se puso de pie y caminó hasta quedar a mi lado. Dio una clara conclusión y complementó lo que yo había dicho.

— ¿Alguna duda?— todos comenzaron a negar con la cabeza, todos excepto Jessica. Levantó la vista y después alzó su mano.

— ¿Jessica?— dijo Edward.

— ¿Cuál es la principal función de los gametos?— Alice dio un brinco y quedó de pie.

— ¡Por Dios, Jessica! ¡Eso ya lo dijo! ¡Deberías haber puesto atención en lugar de pensar en estupideces!— dijo Alice enfurecida.

— ¡Cállate, remedo de enana!

— ¿¡Cómo me llamaste!?— dijo Alice acercándose peligrosamente hacia Jessica.

— ¿Ahora además de enana… sorda?— todos estaban sorprendidos y expectantes a las reacciones de ambas.

Alice se abalanzó hacia Jessica, Edward y yo corrimos para detenerla. Yo me puse entre ellas y sostuve a Alice, Edward tomó a Jessica de la cintura, llevándola hacia afuera.

—Alice, tranquilízate— pedí.

— ¡Me saca de quicio!

—Cálmate— le dije abrazándola.

Todos estaban observando la escena y procesando lo que acababa de pasar. Dieron el timbre de salida y se fueron. Al rato entró Edward con Jasper pisándole los talones, dejé que él se la llevara para que la calmara.

— ¿Qué pasó con Jessica?— le pregunté a Edward en cuanto Alice y Jazz salieron.

—Está en la dirección, estará suspendida por una semana.

— ¿En serio? Pero no estuvo tan mal, digo, ninguna de las dos se golpeó.

—Pero la suspensión no fue por eso. Cuando la llevé a la dirección, dije lo que había pasado y comenzó a insultarme, el director intentó interceder pero ella lo insultó peor que a mí y al final la mandó suspender— estaba sorprendida de hasta dónde podía llegar de altanera.

—Pobre, no debería ser así.

—Pero no podemos hacer nada para cambiar su manera de pensar.

—Pues sí— dije y justo después mi celular sonó, era Alice.

—Alice, ¿Qué pasa? ¿Cómo estás?

—Estoy mejor, no te preocupes. Te llamo para decirte que Jasper me llevará a casa.

—Espérame, voy para allá.

—Ya vamos en camino, lo siento, ovejita— dijo con un tono de voz tan inocente que no se lo creía.

— ¿Y cómo se supone que llegaré a casa?

—No sé, tal vez Edward podría…

—Eres una bribona— acusé.

—Lo sé, gracias. Yo también te quiero. Chao.

— ¡Alice!— me quedé escuchando la línea.

— ¿Pasa algo?— preguntó Edward.

—Alice me abandonó— dije teatralmente.

Me llegó un mensaje de texto de Alice que decía: Bells, porfa acepta la invitación de Edward. Iremos de compras para prepararte para esa cena. Si le dices que no considérate perdida. A.

— ¿Necesitas algo?— dijo Edward mientras terminaba de guardar sus cosas.

—Sí, alguien que me lleve a casa— me arrepentí al instante de lo que había dicho. Edward me miraba con una enorme sonrisa.

— ¿Me permite el honor de llevarla a su casa, señorita Swan?— dijo de manera sobreactuada.

— ¿Tengo otra opción?

—Me temo que no— pensé un rato la posibilidad de ir a casa con él. En ese momento llegó otro mensaje.

—Alice— dije en medio de un suspiro. Cuando lo leí vi que el mensaje en realidad era de mamá, me pedía que pasara a casa por unos documentos y que se los mandara por correo.

— ¿Qué dice Alice?

—No es ella, es mamá.

—Ah.

— ¿Nos vamos?— dije terminando de guardar mis cosas.

—Claro.

Llegamos a un hermoso volvo plateado.  Edward me Abrió la puerta y nos fuimos de la escuela. Puso música suave, me sorprendió darme cuenta de que la canción era una de mis favoritas. Después de un rato de silencio comenzó a hablar.

— ¿Entonces?

— ¿Entonces… qué?— dije viendo por la ventana.

— ¿Aceptarás mi invitación?

—No sé. Da vuelta a la derecha— indiqué.

Le dije cuál era mi casa y aparcó en la acera.

— ¿Me prestas tu baño?— pidió.

—Sí, claro.

Nos bajamos y me siguió de cerca. Abrí y le indiqué dónde estaba el baño. Me fui al despacho de mis padres a buscar lo que mamá me encargó, después de revolver las cosas de varios cajones encontré los documentos, los eché en un sobre, escribí remitente, destinatario y le puse una estampilla postal. Llegué de nuevo a la sala y Edward estaba ahí, me daba la espalda; estaba viendo los cuadros que estaban colgados en la pared, eran fotos familiares.

— ¿Qué tanto ves?— se sobresaltó y se giró para verme.

—Bella, me asustaste.

—Lo siento— puse el sobre en una de las mesitas y caminé hacia la cocina con él detrás de mí.

— ¿Quieres comer algo, Edward?

— ¿Ya me tuteas?— dijo levantando una ceja.

—Ya no estamos en la escuela, ¿o sí?— me regaló una de sus hermosas sonrisas retorcidas y yo lo miré como tonta.

— ¿Qué me darás de comer?

—No sé, creo que no hay muchas cosas en la despensa— revisé la alacena y encontré lo necesario para preparar sándwiches.

— ¿Sándwich está bien?

—Sí, está bien para mí.

Preparé unos cuantos sándwiches para los dos, para beber había un poco de jugo. Edward me ayudó con la comida, estaba a mi lado y de vez en cuanto nos mirábamos, sonreíamos y veíamos hacia otro lado.

— ¿Vamos a la sala? Podríamos ver televisión mientras comemos— propuse.

—Claro—.

Acerqué una de las mesitas al sillón, puse el plato con los emparedados y Edward los vasos con jugo, prendí la televisión y empezamos a comer. Edward comenzó a cambiar los canales y se decidió por un programa de chistes. Nos reíamos por las estupideces que decían los personajes del programa. Terminamos de comer y continuamos viendo tele y riéndonos. El tiempo al lado de Edward se pasaba volando.

— ¿Qué hora es?— dije aún entre risas.

—Van a ser las cuatro de la tarde.

— ¿En serio? Es tardísimo, debo llevar el sobre al correo y creo que Alice quería que la acompañara a no sé dónde.

—El tiempo se pasa rápido, ¿no?

—Sí, rápido, muy rápido— nos quedamos en silencio un rato, yo recorría la habitación con la mirada.

No supe exactamente en qué momento Edward había pasado su brazo por el respaldo para abrazarme. Me sentía muy incómoda, no sabía que sentía y mucho menos qué debía hacer.

— ¿Recuerdas cuando dije que  no creerías lo que hice ayer?— dijo de repente.

—Sí.

—En serio no lo creerás.

— ¿Qué hiciste?— dudó un momento y después contestó.

—Pensar en ti.

Volteé a verlo y él estaba observándome con una hermosa sonrisa. Nos miramos a los ojos por largo rato, sin pensarlo levanté mi mano para tocar su mejilla, él cerró los ojos al contacto y yo me deleité con la suavidad de su piel. Cuando abrió sus ojos, me vio con ternura y me regaló una gran sonrisa deslumbrante, acunó mi rostro entre sus manos y comenzó a acercarse a mí lentamente. No dejó de verme en ningún momento, parecía que el corazón estaba a punto de salirse de mi pecho. Cerré los ojos y sentí su frente pegada a la mía.

—Bella— dijo en un susurro.

Coloqué mi mano en su nuca y acaricié su cabello, levantó un poco mi cara y acarició mis labios con los suyos, poco a poco el beso se fue haciendo más intenso, lento pero delicioso. Con ambas manos lo atraje más a mí y me fue recostando en el sillón, sentía como si estuviera en un hermoso sueño, probar sus labios era como beber del más precioso néctar. Nos separamos cuando fue necesario el aire. Se levantó un poco para verme sin dejar de sonreír, le sonreí en respuesta y acaricié su rostro de nuevo. Se sentó y me ayudó a hacer lo mismo.

No dijimos nada, sólo sonreíamos como tontos. Aún mareada por lo que acaba de pasar me levanté y fui a la cocina, me serví un vaso de agua y cuando volteé a la puerta él estaba recargado en el marco.

— ¿Nos vamos?— dijo con calma

—Sí, claro.

Recogimos, lavamos y acomodamos los trastos sucios, finalmente tomé el sobre y nos fuimos. Pasamos a dejarlo a un buzón y después me llevó a casa de Alice. En el camino puso música e intentó hablar, pero me encontraba ausente pensando en el beso. Llegamos y me bajé del auto sin despedirme. Abrí la puerta y Edward entró detrás de mí.

— ¿Alice?— dije. Nadie contestó, entré en la cocina y vi una nota. Ella no estaba en casa.

—Genial— mascullé.

— ¿Qué pasa, Bella?

—Alice salió con Jasper y tendré que esperarlos.

— ¿Quieres que te acompañe?— dijo seductoramente. Su celular sonó—. ¿Me disculpas?— asentí con la cabeza.

— ¿Diga? Sí, sí. Ok, hasta luego— colgó y me miró—. Tengo que irme— dijo con tristeza.

Fui a la puerta y la abrí para que pudiera salir, de repente la cerró y me acorraló con sus brazos entre la pared y él.

— ¿No te vas a despedir de mí?— dijo casi provocándome un colapso, le di un beso fugaz en la mejilla y frunció el ceño.

— ¿Quieres un…?— dije y asintió adivinando mis pensamientos.

Suspiré y le di un beso rápido en los labios. Antes de que pudiera separarme atrapó mi cara con sus manos e intensificó el beso. Intenté tomar fuerza de voluntad y separarme de él, pero sólo pude levantar mis manos para ponerlas alrededor de su cuello y disfrutar del beso. Después de un rato escuché que comenzaban a abrir la puerta. Regresé a la realidad de golpe y lo empujé, pasé mi mano por mi cabello desesperadamente y la puerta se abrió. Alice entró cargada de bolsas, al vernos me sonrió en complicidad y dejó las cosas en uno de los sillones.

—Bueno, yo me voy— dijo Edward.

—Adiós— dijo una muy sonriente Alice.

Edward me miró de nuevo, yo me limité a sonreír y a desviar la mirada hacia otra parte. Comencé a sentir cómo las mejillas me ardían y podía imaginar mi rostro rojo de vergüenza. Se cerró la puerta y Alice me miró con suspicacia.

— ¿Hay algo que quieras decirme, Bella?

—Deja de sonreír así— acusé.

— ¡Por Dios! Dime que pasó, anda, cuéntame— dijo con su carita de cachorro.

— ¿Y Jasper?— dije sentándome en uno de los sillones.

—Ya se fue y no me cambies el tema— dijo emocionada.

—Nos besamos— dije apretando los ojos. Esperaba que explotara en cualquier momento: 3, 2, 1…

— ¡AHHHH! ¡BELLA!— dijo saltando como resorte casi encima de mí.

—Alice, cálmate.

— ¿Cómo quieres que me calme? ¡TE BESÓ! ¡SE BESARON!— dijo eufórica—. ¿Besa bien?— preguntó con picardía.

— ¡Alice!— dije sonrojándome de nuevo –Sí, MUY bien para ser exacta.

— ¡AAHHHHH! No lo puedo creer, mi pequeña está creciendo— dijo teatralmente limpiando una lágrima imaginaria—. ¿Irán a cenar?

—Ya, por favor…— supliqué apenada.

—Está bien, te dejo en paz antes de que explotes de lo roja que estás. Mejor te enseño lo que compré— canturreó.

Sacó una infinidad de cosas de sus bolsas, casi la mitad eran para mí. Platicamos casi toda la tarde tiradas en los sillones entre las compras de Alice, recordé que teníamos que hacer varias tareas y la ayudé a levantar el desastre para después hacerlas. Cuando llegó la noche me fui a dormir con la imagen de Edward en la mente y lo primero que vi al caer en la inconsciencia fue a él.

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Holaaa !!! que les pareció eee ????

que emoción ya se dieron su primer besito !!!

gracias por el apoyo !! sigan votando y comentando

:D 

mil besotes de bombón ...

;)

Capítulo 5: MI NUEVA VIDA EN FORKS Capítulo 7: BOSQUE

 
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