Buenos días Mr. Cullen ©

Autor: vickoteamEC
Género: General
Fecha Creación: 12/10/2010
Fecha Actualización: 27/01/2013
Finalizado: SI
Votos: 35
Comentarios: 81
Visitas: 114590
Capítulos: 32

T E R M I N A D O

Un pequeño accidente desencadenará toda una historia.

¿Hasta dónde serías capaz de llegar por defender lo que quieres, sin romper las reglas ? ¿Qué harías si lo prohibido es tu única opción? ¿Gana la razón al corazón?

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Los personajes, algunos escenarios y situaciones son propiedad de Stephenie Meyer. Sólo la trama es de mi creación.

 

 

 

Protegida con derechos de autor por safe creative.

 

 

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Capítulo 31: EPÍLOGO PARTE DOS

 

Ésta parte del epílogo la dedico a una personita muy espacial en mi mundo, quien me a apoyado incondicionalmente, que me ha ayudado a no caer, quien me acompaña siempre y que me enseñó a no ahogarme en medio de la tormenta. Isabella, gracias por tu soporte en mi vida y por tu linda amistad. Por apoyar esta locura, tus regaños y todas ocurrencias que me hacen olvidar por un momento mis tormentas en medio de la calma. Gracias. Te quiero.

 

¡Chicas éste es el final! u.u

 

 

 

EL COMIENZO DE: PARA SIEMPRE

BELLA POV

               

Y aquí estaba, despertando junto a Alice en el tan esperado día. Más temprano de lo que esperaba el batallón de tortura llegó. Nuestra habitación parecía uno de esos camerinos de modelos en los que todo mundo corre de un lado a otro y hay vestidos, telas, espejos, maquillajes, pinzas y mil productos de belleza por doquier.

Me duché lo más calmada que pude intentando relajarme y no tomarle importancia al hecho de que Alice casi tumba la puerta con los fuertes e insistentes golpes en la puerta para que me apurara. Salí envuelta en un esponjoso albornoz morado y me senté resignada a pasar toda la mañana y parte de la tarde viendo cómo poco a poco las seis mujeres de la casa éramos convertidas en “reinas” según el estilista y sus múltiples ayudantes.

Cuando comenzaron conmigo me pidieron que cerrara los ojos y que no los abriera hasta que terminara de maquillarme y así lo hice. Caí en una leve inconsciencia que me hizo volver en el tiempo hasta nuestro último viaje a Las Vegas…

Después de las sesiones de karaoke Jasper y Emmett secuestraron a Edward. Lo último que recuerdo fue que me volteó a ver pidiendo ayuda a gritos con su mirada, de no ser porque Alice me detenía hubiera salido prácticamente corriendo hacia él.

Las chicas me llevaron a rastras afuera del local ¡pero si me estaba divirtiendo como loca! Nos subimos a la camioneta y entre cantos desafinados, por culpa de las copas, y gritos de alegría llegamos a otro establecimiento. Afuera había un llamativo letrero de neón que decía “Ladies night… all nights”. Al parecer no era un lugar muy conocido porque pocas mujeres entraban ahí. Cuando entramos no estaba hasta reventar pero había algo de público.

Nos sentamos en una mesa reservada para nosotras que daba justo al centro de la barra principal. Se anunció la primer llamada para el siguiente show y todas las mujeres a mi alrededor rompieron en gritos y chillidos de emoción. Miré a las chicas y no sé qué cara tendría pero soltaron unas sonoras carcajadas; no le tomé importancia y me dediqué a relajarme. Back in black sonó al fondo del bullicio, las luces se fueron encendiendo hasta iluminar poco a poco la barra que servía de pista para los bailarines. Me tomó un poco de esfuerzo caer en cuenta a dónde me habían llevado ¡estábamos en un club de strippers! 

Los chicos altos y estúpidamente musculosos pues… bailaban endemoniadamente bien. Me costaba admitirlo, pero eso era un tanto entretenido. La ropa deportiva de los chicos fue desapareciendo ante mis ojos pero no sé qué pasó que no me di cuenta, fui consciente de ello hasta que estaban en paños temores. Temiendo que se decidieran por quitar el último trozo de tela miré en todas direcciones evitando el “escenario”. Para la parte final de la canción bajaron de la barra y comenzaron a pasearse entre las mesas, al detenerse las ocupantes chillaban de emoción y bailaban muy pretenciosamente para ellos.

Imploré con todas mis fuerzas que ninguno de ellos hiciera caso a los gritos de mis acompañantes que no paraban de gritar que querían a uno de los chicos en nuestra mesa, entre otras cosas. No me di cuenta de cuando los chicos regresaron a la barra y dieron los pasos finales. Respiré aliviada cuando agradecían a su entusiasmado público, tomaron los girones de ropa desparramados sobre la barra y salían de la vista de todas las presentes.

Inmediatamente las chicas comenzaron a platicar sobre lo genial que había estado el “numerito” y de lo bien que la estaban pasando. A pesar de que no llevábamos ni treinta minutos en el lugar.

- ¿Qué pasa, Bella? ¿Te asustaron los deportistas?- dijo Tanya dándose cuenta de mi falta de participación.

-¿¡Por qué me trajeron aquí!?- Nadie contestó, sólo se miraron unas a otras y se echaron a reír.

-Y eso que sólo hemos visto el primer número. Espera a los demás- contestó Tanya.

Dos shows más bastaron para comenzara a entrar en ambiente. La verdad, no le veía nada de malo a admirar el trabajo de esos guapos muchachos. Llegó un momento en el que incluso me uní a los aplausos y gritos de las chicas… comenzaba a pasarla realmente bien.

Inesperadamente un halo intenso de luz iluminó el lugar, luego todo mundo me miraba entre giritos y chillidos de emoción; y las chicas gritaron más alto, como si fuera posible. Highway to hell, comenzó, en la barra apareció un chico alto, muy musculoso, con un traje de tipo motociclista de cuero negro. Empezó a bailar y me miró fijamente, luego caminó en línea recta hacia mi mesa. Volteé a mi alrededor y me di que la luz era un reflector que me daba de lleno sólo a mí. Al parecer el lugar por fin se había llenado hasta el tope, para mi desgracia tendría más espectadores en la catástrofe que estaba segura que se avecinaba.

  El chico se posó frente a mí y me bailó descaradamente. Igual que en los números anteriores su ropa desapareció y se quedó con un pequeño bóxer de licra. Las chicas estaban encantadas con el tipo que tenía encima. De repente tomó mis manos y comenzó a deslizarlas por su cuerpo; yo trataba de resistirme pero él era muchísimo más fuerte que yo. Por fin terminó de darme mi “regalo” de despedida de soltera. Volteó a verme, sonrió y se fue. Juro que esos fueron los tres minutos más largos de mi vida.

-Ja ja ja. Deberías verte la cara ¡pareces un tomate!- dijo Rosalie entre carcajadas.

-“Gracias” por su “sorpresita”- dije sarcásticamente.

-No te enfades, Bella. Raphaela no estará muy contenta si le digo que no te gustó su trabajo- comentó Tanya.

-¿¡Quién demonios es “Raphaela”!?- pregunté exasperada.

-Es el primo gay de Tanya… el chico que te bailó- dijo Alice entre risa y risa. Abrí los ojos como platos y luego me uní a sus risas.

Al cabo de un rato terminé riéndome y disfrutando el show con las “amigas” de la “prima” de Tanya. El chico llegó a nuestra mesa, platicó un rato con nosotras, bailamos sobre la mesa y debajo de ella canciones como sabe a horse ride a cowboy, whine up  de the pussycat dolls y la última fue totalmente mía y de Rafa sexy de Frenca affair. Las copas y cocteles que había estado bebiendo a lo largo de la noche comenzaron a hacer efecto y terminé bailando desinhibidamente y como nunca junto con el primo de Tanya, que resultó ser una persona muy agradable y graciosa, según lo que recuerdo.

No sé cómo nos las arreglamos, pero para concluir con broche de oro hicimos nuestro propio baile a nuestras parejas. Creo que lo hicimos muy bien, porque Edward se mostró muy agradecido por la sorpresa, tanto que al siguiente día no quise levantarme de la cama y, a decir verdad, no creo que hubiera podido.

Cuando fuimos capaces de salir de nuevo, me enteré del show de la amiga de Emmett, Victoria y él se enteró de mi “aventura” con Raphael. Casi al final de nuestro viaje visitamos a la amiga de Emmett y le llevamos muchas cosas para su hijo. Tenía un nene de cinco años muy lindo y tierno. Creo que esa fue la mejor parte de todo el viaje. Al regresar a casa también regresó la presión y el estrés de la boda…

 

Por fin, después de mil horas estaba totalmente maquillada y peinada. Sólo hacía falta el vestido. Si esto era sólo por una pequeña ceremonia no quería saber que hubiera sido de mí en un evento a lo grande. Pero estaba sumamente agradecida por el empeño y dedicación de mi adorada Alice para este día.

Me dieron los toque finales, después de enfundarme en la suave tela del delicado vestido color perla y pude verme por fin en un espejo. Mi vestido era strapless, ajustado hasta la cadera luego se abría delicadamente para formar un leve vuelo en la parte inferior, era un poco ancho de la parte de atrás para simular una cola en el vestido, al frente tenía piedras en la parte del busto, una cinta decorativa debajo del busto, en la parte de abajo tenía plasmadas unas delicadas flores negras entre enredaderas que le daban un toque vistoso y muy lindo. Mi cabello estaba cuidadosamente acomodado en una coleta debajo de mi oreja derecho, en las puntas caían delicados rizos y estaba decorado con un precioso tocado con pedrería a juego. Mi maquillaje era pulcro y perfecto… especial.   

Lo antiguo y azul lo llevaba en mi mano, lo nuevo era el vestido y lo prestado era la peineta de Rose. Todo en conjunto me hacía sentir los nervios a flor de piel. No sabía cómo había quedado todo afuera, pero Alice entraba y salía de la habitación para supervisar que todo estuviera en su lugar. Mamá y Esme fueron las primeras en irse, las dos estaban muy lindas y ni que decir de las chicas, parecían modelos para la portada de una revista de moda. Una a una fueron saliendo de la habitación hasta que me quedé completamente sola; esperando mi señal de salida.

Respiré profundamente un par de veces y comencé mi marcha hacia el lugar donde me esperaba el hombre de mis sueños. Agradecí en ese momento que Alice hubiera tomado de “camerino” una de las habitaciones de la primer planta, si hubiera tenido que bajar escaleras no estaba segura de cuál sería el resultado. Me paré unos metros antes de la puerta que me revelaría el lugar en el que me esperaba mi familia y la razón de mis nervios y mis estremecimientos.

Apenas y había reparado en la decoración. Por un momento admiré el trabajo tan maravilloso que había hecho la Pixie. No me di cuenta de la silueta que estaba en medio del pasillo que daba a donde yo estaba hasta que fijé mi vista en él. Llevaba un traje obscuro y lucía más elegante que cualquier otra vez que lo había visto. Sonrió apenado y dio un paso titubeante hacia mí.

-Estás hermosa- susurró.

-Gracias… tú también luces muy bien- dije conteniendo mis emociones.

-Bella yo…

-Shhh. ¿Cómo te enteraste?

-Reneé me dijo y…

-Ya, está bien.

-¿Quieres que me vaya?- preguntó con una tristeza que jamás había visto y la voz rota.

-¡No! quédate…- dije casi a un grito.

-Tengo que pedirte perdón porque…

-Shhh. Ya habrá tiempo para eso… ahora, ¿te gustaría entregar a tu hija en el altar?- pregunté a punto de soltar el llanto. La llegada de mi papá hacía aún más especial ese día, después arreglaríamos todo lo que fuera necesario; pero hoy era mi día.

-¿En serio?- preguntó esperanzado.

-Por supuesto- sonreí y asentí con vehemencia.

Charlie sonrió ampliamente, se acercó, besó mi frente y entrelazó nuestros brazos. Caminamos a paso lento hacia la entrada, cuando giramos en la puerta los susurros cesaron y muchas miradas sorprendidas se posaron en nosotros dos. No ponía hacer otra cosa más que sonreír mientras sentía la mirada de mi papá clavada en mí. Pero mis ojos no tenían otro objetivo más que Edward, que al principio parecía un poco nervioso pero segundos después estaba radiante, sonriente y pacifico al frente del altar.

Llegamos y mi papá hizo el gesto más viejo del mundo y dijo las palabras que todo el mundo sabía pero que al estar en mi situación eran las que más nervios daban. Mi galante futuro esposo tenía un traje muy hermoso que sólo lo hacía parecer irreal, como de otro planeta.

Cuando nos plantamos frente al juez mis nervios crecieron considerablemente y fijé mi vista en una guirnalda que estaba justo detrás de él; así podría concentrarme en las flores, pensar en otra cosa y respirar profundamente para no desfallecer. El juez comenzó a decir miles de palabras a las que apenas ponía atención, sólo estaba consciente de la mano que estaba aferrada a la mía y en respirar constantemente.

-¿Estás seguro de que quieres hacerlo oficial?- le susurré a Edward cuando al fin pude articular palabras.

-No- dijo firme. Por un momento mi mirada, que aún seguía clavada al frente, se congeló horrorizada por su confesión –De lo que estoy seguro es que quiero hacerlo para siempre- dijo suavemente. Dejé salir el aire de golpe y le dirigí una breve mirada. Él tenía una enorme sonrisa triunfante.

El juez nos pidió ponernos de pie y decir nuestros votos. Sentí que mis piernas se debilitaban al escuchar a Edward decir esas palabras de amor tan profundas y verdaderas.

-Las situaciones extremas siempre han estado a la orden del día, los inconvenientes, las distracciones, la diversión, las tristezas y las alegrías. Quiero ser el culpable de que tengas un motivo para ser feliz, quiero ser el que vele tus sueños, el que te haga suspirar con una mirada… el que te detenga antes de caer- reí por su comentario y una lágrima calló inesperadamente por mi mejilla –quiero formar parte del resto de tu vida. Y te acepto a ti, Isabella Swan como mi esposa. Porque quiero ser el hombre más feliz del universo a tu lado, quiero que fundemos una familia hermosa, quiero tener un perro y una casa en la que sabré que siempre vas a estar tú. Quiero que seas mi razón de existir- tras decir todo eso deslizó la argolla de matrimonio en mi dedo, besó mi mano y sonrió mientras limpiaba mis lágrimas con las yemas de  sus dedos.

-Deja de morderte o te harás daño- susurró. Hasta ese momento fui consciente de que estaba apretando fuertemente mi labio inferior con los dientes.

-Es su turno- me indicó el juez. Carraspeé un poco para aclararme la garganta.

-Creí que el destino me odiaba cuando te conocí, porque se empeñaba en ponerte en mi camino una y otra vez. Luego entendí que quería que estuviera a tu lado. Sería un honor para mí ser todo lo que dijiste y más. ¿Sabes qué es en lo que estoy totalmente de acuerdo?- le pregunté, él negó y sonrió abiertamente –En que tengamos un perro, con la condición de que sea un siberiano o un labrador- todos rieron por mi comentario –ya en serio… quiero que formes parte de mi vida, que estemos juntos mas allá de la muerte. Te amo- concluí sin saber que más decir pero transmitiéndole todo con la mirada. Le puse su argolla y sonrió más, como si fuera posible.

El juez concluyó la ceremonia y nos declaró marido y mujer. Nos fundimos en un emotivo beso y nuestra familia estalló en ovaciones. Todos nos felicitaron y luego pasamos nos dedicamos a disfrutar de nuestro convivio.  Hasta ese momento me di cuenta de la hermosa decoración del altar y de la estancia en general. La parte de vidrio que daba al patio dejaba ver lo lindo que estaba afuera, Alice se había sacado un 100 con la boda.

La tarde siguió entre bromas, risas y mucha felicidad. Toda la familia estaba reunida y era lo más importante para nosotros. Hicimos varios brindis y la cena fue espectacular, esta vez mamá y Esme se habían superado. Los abuelos estaban maravillados y los Black no paraban de demostrarme su afecto y apoyo en ese día tan importante. Jacob pasó un largo rato a mi lado platicando y recordando la época de cuando éramos niños; más al rato se nos unió Alice y al final terminamos mi hermanita y yo recordando nuestra infancia y todo lo que habíamos pasado hasta estar aquí.

-Los extraño- dije al final.

-Lo sé. Estoy segura de que están muy felices y bendiciendo este nuevo paso en tu vida- dijo Alice con nostalgia. Le di un suave abrazo.

Seguimos con nuestro primer baile como esposos. ¡Wow! Esposos, aún era algo extraño. Para empezar Edward me dedicó la canción I promise you de Michael Bolton. Él la cantó para mí entre susurros y palabras de amor. Fue mágico. Luego yo le dediqué I love you de Celine Dion, también la susurré en su oído mientras no me cansaba de profesarle mi amor. Para incluir a toda la familia en nuestra felicidad escogimos la canción Trudly, madly, deeply; todos bailamos alrededor de la estancia, Edward y yo nos dimos cuenta del aura de amor que flotaba en el aire. Todas las parejas se veían como los enamorados que eran y fue una gran sorpresa para mí encontrar a mis padres bailando muy juntitos, era bueno saber que las cosas entre ellos aún podían arreglarse; ya después hablaríamos y estaba segura de que todo iba a terminar de la mejor manera. Al final de la tanda de bailes quedamos en silencio por unos instantes.    

-Tienes un regalo- anunció Esme. Me hizo pararme frente a una de las paredes y sin entender bien del todo le hice caso.

De repente las luces se bajaron y yo quedé sola en medio de la habitación. Se proyectó una imagen en la pared y lo primero que aparecieron fueron los números de la típica cuenta regresiva de película: 5, 4, 3, 2, 1… luego apreció un hermoso fondo beige y rosa con flores, brillos y una foto mía; me pareció curioso, porque era la favorita de Mary, ¡qué lindo detalle! A pesar de todo, los tenía muy presentes; ellos habían sido mis padres en muchos sentidos.

-¡Hola!- la voz de Mary me estremeció de gusto, sonreí y sin poder evitarlo las lágrimas salieron como si tuvieran vida propia –Mi vida, si estás viendo esto es porque no hemos podido estar en este día tan especial para ti- decía mientras muchas fotos mías, con Alice y con ellos aparecían. Había unas de las que ni siquiera tenía conocimiento de su existencia. Empezaron a salir desde nuestra infancia, recordando nuestras travesuras y los mejores momentos que aún guardaba con mucho amor en mi memoria. –Bella, mi niña, eres el mejor regalo que Forks me dio. Siempre supe que eras especial, porque tienes un ángel que nadie puede igualar. Al principio creí que todo lo que eras, todo lo que sabías y todo lo que hacías era porque así te la habían inculcado tus padres; pero un día mientras los veía jugar a ti, a Alice y a John en el patio de nuestra casa… me di cuenta de que nosotros teníamos mucho que ver con la personita maravillosa que estaba ahí y que sin saber cómo pasó era parte de mi familia- en eso tenía razón, mucho de lo que era se lo debía a ellos –Tu sonrisa chimuela el primer día que llegamos aquí me cautivó y supe que no quería que esa sonrisa se fuera de mi vida. Corazón, te deseo lo mejor en ésta nueva etapa. Cuídate mucho, cuídense Alice. Hija te amo- en ese momento Alice llegó a mi lado, envuelta en llanto y sonrisas igual que yo y me abrazó.

-Hola, princesas- esa era la voz de John –quiero que sepan que desde donde sea que yo esté las estoy cuidando y las estoy amando y adorando cada día más. Bella, mi pequeña guerrera, mi preciosa joya de Egipto- reí al escucharlo decirme su apodo favorito. Las imágenes de mi vida al lado de los Brandon no dejaban de aparecer –Te deseo lo mejor del mundo en esta nueva etapa y quiero que sepas que siempre has ocupado un lugar muy especial en mi corazón al lado del pequeño monstruito que de seguro tienes colgada al cuello. Hija, siempre fuiste una Brandon o una Brandwan, como quieras llamarlo. Te amo, princesa. Cuídense mis amores- volteé a ver a Alice y ella me sonrió.

-Las amamos- dijeron al unísono. Luego comenzó la canción you’ll be in my heart, sin dejar de pasar nuestras fotos. El video terminó con la última foto de toda la pandilla junta. Fue el regalo más perfecto que me habían dado jamás.

-¿Cuándo…? - pregunté a Esme.

-Cuando estaban en su último viaje me lo hicieron llegar- contestó mientras hablando claramente aunque no paraba de llorar.

Edward y yo disfrutamos del final de la velada, nos despedimos de todos y nos fuimos a la cabaña. Creo que nuestra noche de bodas fue la más patética de la historia; llegamos, nos deshicimos de los trajes de novios y estábamos tan cansados que nos fuimos directamente a dormir. Al otro día nos hicimos cargo de la mudanza y al siguiente terminamos de hacer las maletas para irnos a nuestro nuevo hogar.

Todos nos despidieron en el aeropuerto, ese día también los abuelos regresaban a su casa. El viaje fue rápido, ni siquiera lo sentí. Me moría de ganas de ver nuestro departamento. Al salir del aeropuerto un taxi con nuestras cosas nos esperaba, disfruté lo que pude de la nueva ciudad que sería mi hogar por los próximos años. El taxi se detuvo frente a un conjunto de lindas casas, me extrañó que estuviéramos ahí, ¿no se suponía que viviríamos en departamentos? El chofer abrió mi puerta y salí viendo extrañada el enorme moño rojo sobre la puerta de una hermosa casa.

-¿Qué hacemos aquí?- le pregunté a Edward con el signo de interrogación en la frente.

-¿Te gusta?- dijo después de abrazarme por la espalda.

-Sí pero…- no me dejó terminar mi frase. Puso un juego de llaves frente a mí.

-Ésta es tu casa, mi amor. Es mi regalo de bodas- volteé a verlo sin poder creerlo, lo abracé con fuerza y dejé que me diera vueltas en el aire mientras reíamos.

Era encantadora, podía ver el sello del bueno gusto de Esme por cualquier parte. Estaba totalmente amueblada y lista para que la ocupáramos. Nuestra recámara era un sueño, el baño amplio y hermoso. Todo en conjunto era de ensueño. El gran patio me encantó, los jardines… ¡todo!

Dedicamos el resto de la tarde a desempacar. Al final estábamos en nuestra habitación, cansados de un día de acomodar, comprar, quitar, poner y comprar de nuevo.

Sintonicé la radio en la primera estación que encontré y justo iba comenzando una canción en la “hora romántica”. Feelin’ love de Paula Cole.

Di media vuelta, sonreí maliciosamente y caminé como recordaba haber visto a unas modelos en la tv, fui empujando a Edward hasta que cayó sentado sobre la orilla de la cama. Al principio me vio sorprendido, cuando adivinó mis intenciones sonrió abiertamente. Comencé a moverme hacia los lados con suaves golpes de cadera, él seguía mis movimientos con su cabeza y hombros. Fui lento hacia abajo, luego hacia arriba y continué bailando. Lo miré profundamente mientras me dejaba llevar por la música.

-Oh no, no hagas eso- dijo de repente.

-¿Qué cosa?- pregunté sin detenerme.

-Así- dijo mordiéndose el labio inferior, justo como lo estaba haciendo yo hacía unos segundos.

-¿Así?- pregunté con inocencia apretando con fuerza mi labio entre los dientes.

-Esta me la pagas- dijo serio mientras alargaba la mano para sostenerme de la nuca y acercarme a él en un beso feroz.

Reí un breve momento, luego envolví mis abrazos alrededor de su cuello y disfruté del momento. Terminó la canción e inmediatamente después comenzó otra.

-Wow- expresó Edward cuando la identificó, era difícil no hacerlo.

Lo dejé en su sitio anterior, me puse de pie decidida a jugar un poco, sonreí al sentir que me sonrojaba y agaché la mirada.

-Eres adorable- dijo sonriente y tierno.

-Y tú eres un lobo feroz- dije divertida sin aguatar la risa. Él arrugó la nariz y negó.

-No lo creo, no me gustan los lobos feroces.

Reí por su comentario, llevé las manos a mi cabeza y solté mi cabello. Cerré los ojos y me  concentré en la canción. A pesar de estar en francés era fácil memorizar la letra y saber el significado, se repetía una y otra vez a lo largo de la sensual música.

Al final terminé haciendo un atrevido baile de prendas a mi marido, era tan extraño pensar en esa palabra: marido. Para mí sólo era Edward, MI Edward. Disfrutamos esa noche como hacía mucho tiempo no lo hacíamos, nuestra fusión fue mágica, logré rozar con la punta de los dedos la espumosa y suave textura de las nubes para luego caer de aplomo en una espiral hasta arder insoportablemente en un infierno que al final me hacía sentir en paz. No podía sentirme más feliz, plena y muy afortunada.

*

*

Ya teníamos poco más de un mes viviendo en nuestra hermosa casa, mañana llegarían Alice y Jasper. Pensamos hospedarlos aquí, para que no pagaran la renta de un departamento, sería genial. Hoy quería sorprender a Edward, para después hacerlo con los chicos, estaba un poco nerviosa por su reacción pero tenía que decírselo de algún modo. Me acerqué lentamente a él cuidando no hacer ruido ni tropezar en el intento, cuando estuve perfectamente detrás de él le puse enfrente la cajita verde que había comprado; Edward levantó la vista del periódico y tomó el pequeño regalo.

-¿Qué es esto?- preguntó sorprendido.

-Ábrelo y verás…- volteó a verme interrogante, con la mirada le indiqué que lo abriera.

Desató la cinta y deslizó la tapa hacia arriba lentamente. Tomó el contenido y lo alzó mostrándomelo como si yo nunca lo hubiera visto.

-¿Es en serio?- preguntó con calma. Sonreí lo más que pude, asentí y traté de convencerlo con la mirada –Bueno, esto… cambia un poco las cosas. Tendremos que planear varios asuntos y comprar algunas cosas. Pero…-

Congelé mi enorme sonrisa y asentí mientras lo miré esperado que lo aprobara.

-Me parece genial- dijo al fin. Solté el aire de golpe y lo rodeé con mis brazos.

-Te amo- dije después de dejar un beso en su mejilla.

-¿Cuándo quieres ir?

-¿Ya?

-Ok- me dio un pequeño beso, fue por las llaves y salimos de casa.

-Bueno, tendremos que asignarle su espacio en casa ¿dónde te parece más conveniente? ¿Crees que a los chicos les guste la idea? ¿Qué hay de Alice? ¿Qué dirá?- dijo rápidamente, al parecer la idea comenzaba a entusiasmarle.

-¡Cálmate, Edward! Estoy segura de que ella enloquecerá, siempre quisimos uno- el sonrió y aparcó frente al establecimiento.

-¿Es aquí?

-Sip.

Nos bajamos y yo me sentí como una pequeña niña. Me tomó de la mano y fuimos adentro.

-Hola, bienvenidos- dijo una amable señorita que estaba detrás de un pequeño escritorio a la entrada.

-Hola- contesté –queremos informarnos sobre qué requisitos ocupamos para llevarnos uno de sus perritos a casa-

-¡Claro!- nos tendió un folleto a cada uno con la información del albergue. Luego nos explicó detalladamente los sencillos pasos de adopción y los requisitos. Cumplíamos con todos, sonreí ante la idea de mi primer perro… sería genial.

-Entonces… ¿podemos llevarnos uno?- pregunté entusiasmada.

-Por supuesto, sólo llenen éste pequeño cuestionario- nos tendió una hoja.

Después de cinco eternos minutos llegó una persona para darnos un tour por las jaulas de los animalitos. Entre un gran grupo de cachorros había uno que me llamó la atención casi instantáneamente. Era un siberiano negro con la carita más dulce y juguetona que había visto, tenía la mirada tierna en esos enormes ojos azules. Era una bola de pelos adorable.

-¡Ese! ¡Ese!- dije apuntándolo y dando brinquitos de emoción. Me dieron al cachorro y dejé que me lamiera la cara.

–Aquí está su registro y cartilla. Ya está vacunado, desparasitado y bañado- dijo el chico encargado, entregándole a Edward un tríptico con la información del perrito.

-Hola, pequeña cosa adorable- le dije con voz melosa, Edward se rió y nos despedimos de las amables personas que nos atendieron.

-Creo que tendremos que usar esto- dijo Edward en cuanto subimos al auto,  mostrándome el collar rojo que le había puesto en la cajita -¿Cómo le vas a poner?

-Mmm…- lo pensé por un momento, lo vi a la cara y se me ocurrió su nombre -¡Jaykie!

-¿No suena cómo… Jake?

-Sí, de hecho él tenía uno igual y, además, me recuerda a Jacob, no sé por qué- dije para después hacerle mimos al perrito.

No tuve corazón para dejarlo afuera esa noche, Jaykie era mi bebé y no quería que le pasara algo o le diera miedo estar solito en el patio. Creo que no teníamos ni treinta minutos de habernos dormido cuando unas patitas inquietas comenzaron a rascar la puerta del cuarto. Al principio no le tomé mucha importancia y reprimí las ganas de ir a abrirle, pero cuando empezó a chillar desesperado se me partió el corazón.

-Edward, ¿estás dormido?

-Con la “suave” música de fondo del perro, desde luego que no- dijo con cierto tono de fastidio.

-¿Podemos dejarlo entrar?

-¿Qué? No, luego se va a hacer malcriado. No.

-¿Por favor?

-No, Bella. Déjalo, al rato se le olvida- como si supiera lo que Edward había dicho, Jaykie comenzó a chillar más fuerte y desesperado.

-¿Anda? Di que sí, sólo esta noche- escuchamos sus lamentos un breve momento y luego Edward suspiró.

-Está bien, ábrele la puerta.

Le di un beso en la mejilla, encendí la lámpara y salté de la cama. Abrí la puerta y Jaykie entró presuroso a la habitación.

-Te harás responsable de sus sorpresitas- sentenció Edward.

-Como usted ordene mi capitán- hice un saludo militar y me metí en la cama.

Edward me dio mi beso de buenas noches y apagué la luz. En cuanto me acomodé para dormir sentí cómo Jaykie rascaba la cama por mi lado, intentando subir. Abrí los ojos automáticamente y comenzó a chillar de nuevo.

-¿Edward?

-No, Bella; eso no, ya bastante tenemos con que esté aquí adentro.

-Pero…

-Déjalo.

Tras esperar un rato a que mi pequeño perrito se callara el hocico, cosa que obviamente no hizo, encendí la luz.

-Oh vamos, ¿qué pasa Jaykie?- dije tomándolo en mis brazos.

-Bella, deja al perro. Recuerda que mañana temprano llega tu hermana- dijo Edward con voz ronca.

-Míralo- Edward abrió los ojos lentamente.

-¿Qué tiene? Sigue siendo igual de perro que la última vez que lo vi-

-¿Por favor?- dije haciendo el mejor puchero que pude, acerqué a Jaykie a mi cara y él dio un pequeño gemido -¿Ves? Él también lo pide, por favor- batí mis pestañas y continué con el chantaje. Edward entrecerró los ojos.

-¿Por qué haces trampa? Sabes que cuando haces esa cara eres irresistible… está bien, se puede quedar. Pero sólo esta noche-

-¡Sí! Gracias, mi amor. Eres un bombón- le di un beso y nos metí a la cama –dile buenas noches a papá, Jaykie- le dije al cachorro que más rápido que un rayo demandó su lugar a mi lado.

-Buenas noches, Bella- dijo Edward pasando su brazo por mi cintura.

-¿Edward?- dije con reproche y él suspiró.

-Buenas noches, perro.

-Jaykie- corregí.

-“Jaykie”.

Los tres quedamos profundamente dormidos poco tiempo después.

Aún no quería levantarme de la cama, estaba demasiado cómoda como para si quiera considerar ponerme de pie. Eché una pequeña mirada a la ventana, se filtraba mucha luz. Me removí un poco y sentí a Jaykie debajo de las sábanas, hecho una bola y pegado a mis piernas. No sé cuánto tiempo pasó, pero fue poco; la puerta se abrió de golpe y un remolino arremetió al interior de la habitación.

-¡Qué mala eres! ¡No fuiste por mí! ¿Por qué aún estás metida en la cama? ¿Tienes una idea de lo tarde que es?- dijo Alice con una estridente voz chillona.

-Dame cinco minutos más- murmuré apenas audible y tapándome la cara con las sábanas.

-Nada de eso ¡Ponte de pie!

Se dejó caer pesadamente sobre la cama y aterrizó justo sobre mi perro. Jaykie gritó, Alice gritó, sus gritos me despertaron de golpe y grité.

-¿¡Qué le hiciste!?- grité hacia Alice mientras tomaba a mi bebé en brazos y lo apretujaba contra mí.

-¿¡Que si qué le hice yo!? ¿¡Él me asustó a mí!?

Nos miramos un rato, el perro ya había silenciado sus gemidos y chillidos. Al rato le sonreí a la Pixie, dejé al perro a un lado y me lancé hacia ella para darle un caluroso abrazo.

-Lo siento. Me quedé dormida- me disculpé.

-De eso ya me di cuenta- nos separamos, ella vio a Jaykie y sonrió –Así que… ¿un siberiano? ¡Hay pero si está hermoso!- dijo tomándolo en brazos y mimándolo.

Alice me dio un poco de tiempo para asearme mientras jugaba con el perrito en mi habitación. Fuimos a la cocina, Edward estaba preparando el desayuno y Jasper le ayudaba.

-Ya escuché que conociste a la mascota de Bella- dijo Edward divertido –Es un mini-monstruo- afirmó.

-Deja a mi bebé- le dije abrazándolo por la espalda –Buenos días- le di un beso y me puse a apreciar su trabajo –Wow, huele muy bien-

-Gracias- dijo complacido.

Ese día lo pasamos sirviendo de guía turística para nuestros nuevos y queridos inquilinos. Ya entrada la noche Alice y Jasper nos anunciaron que se irían a dar una vuelta por la ciudad para conocer los bares y antros, y que se quedarían en un motel para no molestarnos en la madrugada, a pesar de que cada uno tenía una copia de las llaves de la casa. Los dejamos hacer lo que les diera la gana, con tal de que la pasaran bien.

Edward salió a comprar pasteles, helados y frituras porque según él harían falta en nuestra dieta y porque se le habían antojado. Aproveché su salida para prepararle una sorpresa. Hice un camino de velas hasta nuestra habitación y puse música instrumental suave de fondo mientras yo esperaba usando uno de los regalos de boda que Rosalie y Tanya me habían comprado.

Cuando entró parecía que había corrido un maratón, estaba ansioso y sonriente.

-Hola- dije seductora mientras me ponía de pie para que admirara mi traje, casi se le salen los ojos al verme.

Traía puesto un “disfraz” de colegiala que constaba de una diminuta faldita a cuadros color café claro y guinda, un liguero blanco y zapatos cerrados con punta y tacón de aguja; la blusa era un top abotonado y amarrado en el busto, con manga corta y una pequeña corbatita guida; me peiné con dos coletas altas y jugaba inocentemente con una paleta de dulce. Miré el reloj y dirigí una mirada pretenciosa hacia él. Eran casi las 2 de la madrugada.

-Buenos días… Mr. Cullen- sonrió y se acercó lentamente a mí.

-Buenos días… señorita Cullen- dijo él. Reí y me tomó por la cintura haciéndome girar y caer sobre la cama.

Esa lucha campal creo que difícilmente la podré olvidar.

Ahora estaba sumamente feliz, recostada sobre el pecho de mi marido, esperando a que amaneciera, pasara el día al lado de mi esposo, mi hermana y mi cuñado y llegara el siguiente día para ir a mi primer día de clases en la universidad.

En este momento no podía ser más feliz, tenía al hombre de mi vida a mi lado y un futuro prometedor a la vuelta de un nuevo día.

 

 

F I N

 

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¿Qué les pareció el final? Muchas gracias por estar leyendo hasta aquí. Mis mejores deseos a todas mis lindas lectoras y de nuevo, mil gracias por el apoyo!!

Por esperar ante tanta demora, lo siento tanto!! Pero por fin les pude dejar la conclusión a ésta historia.

Ahora me gustaría hacer un agradecimeinto especial a las personitas que se tomaron el tiempo en dejar sus comentarios, por orden de aparición:

 

VAMPIRESA, CECYCULLEN, NEKBHET, DANIKA20, LULLABY25, YESI_CULLEN, PRINCESSAAA, PAULAPR, YOHIS23, LULLABY24, MICA_SWAN, ETERNOAMANECER, GINNA DE CULLEN, CARLAP, JAZYLOVE, KRISTY_87, CULLENLOVE, LUZ M, MARIIANA, CRAZY_JACOB_EDWUARD, ANDREALICE, MAYAMASENCULLEN, FLORI, EDWARD_24, MARTHA, SILMO y los ANÓNIMOS.

 

M I L          G R A C I A S

 

 

Capítulo 30: EPÍLOGO PARTE UNO Capítulo 32: *ESPECIAL* Outtake 2

 
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