Epílogo

Cinco años después…

La vida había sido muy generosa para mi familia los Cullen en estos últimos años, podíamos decir que la felicidad había tocado a nuestra puerta y todos la aprovechamos hasta nuestros amigos más cercanos se encontraban felices.

Alice se desvivía por los mellizos Robert y Carlisle y la dulce Julie, sin abandonar su trabajo pero cada vez se le hacía más difícil, los niños crecían y las exigencias eran mayores. Ella trabajaba casi todo el tiempo en Nueva York, Jasper lo hacía en Seattle no querían que el cansancio y el trabajo los abrumase, estaban considerando vivir en Forks. Es más por lo que sabía estaba decidido en un par de meses estarían aquí.

Ana y Jacob por suerte lo hacían y estábamos en contacto continúo con ellos.

 Ana seguía trabajando con Edward ellos instalaron los estudios aquí en el pueblo, ella estaba embarazada nuevamente. Jacob se destacaba como médico cirujano en el Hospital del pueblo y de los alrededores.

Emmet había encontrado una mujer que al principio me costo aceptarla era tan similar a Rosalie que pensé que la estaba reemplazando, lo mismo sintió su madre pero, viéndolo en el tiempo no era el parecido físico si no la forma de ser de Karen la que nos impactaba. Luego de un par de años de relación creo que era suficiente para demostrar que el destino la había cruzado en su camino y él era feliz.

Carlisle y Esme estaban radiantes con la idea que toda la familia viviera en Forks, ellos se enamoraron del lugar decidiendo quedase allí.

Yo seguía con mi negocio de decoración, criando a mis dos amores Catherine y Marco. Combinado varias veces por una tarea que le había dicho a mi querido Julián que pensaría.

 Ayudaba a fantasmas o espíritus a encontrar su camino. Había conocido por casualidad un grupo de personas que hacían cosas similares ellos me ayudaron mucho a aceptar que era diferente. (Especial decían ellos lo cual me causaba gracia).

Ellos me hicieron ver que no estaba loca y que hay más en esta tierra de lo que nosotros creemos.

Mire el reloj estaba llegando tarde a casa de mis suegros, unos clientes se habían demorado más de lo que pensaba pero la venta había sido muy buena así que no estaba molesta.

 Si algo me inquietaba hacía mucho que no experimentaba este sentimiento por eso mismo las manos me transpiraban.

La cita era para que los ayude con la niñera que contratarían una vez que Alice este en casa ellos cuidarían de sus nietos por la tarde.

—   Es una tarea agotadora Esme — le había dicho hace unos días atrás.

—   ¿Estas segura de querer tener todos los niños mira que nosotros con Edward ya lo hablamos y no tenemos inconveniente que Laura cuide a los niños en casa.

—   ¿Estas loca Bella? Será genial juntar a todos mis pequeños en casa además no viene mal la mirada de un familiar cuando están a cargo de una persona.

—   Por supuesto que no Esme— pero no queremos que te enfermes ni que te sientas en la obligación de cuidar a tantos niños mira que los mellizos y  mi Catherine ya tienen cinco años y son muy traviesos, Marco tiene tres y la pequeña Julie tiene dos.

—   Estaré bien linda no te preocupes.

Al fin, me dije cuando transpuse la reja de entrada, lo logré baje del coche muy apresurada en la sala se encontraban Esme y Carlisle con alguien que se encontraba de espaldas a mi, un frío conocido se apodero de mi cuerpo lo cual me indicaba que algo no andaba bien respire profundamente para poder saludar y que no se notase mi nerviosismo, fue inútil casi no llegó al sillón temblaba sin control. Mi suegro al darse cuenta me sostuvo ayudándome a llegar a él. Esme salió por un vaso de agua por lo que alcancé a escuchar la señorita se había levantado y ahora se encontraba a un costado no lograba verle el rostro la luz me daba de frente y no me permitía verla con claridad.

—   ¿Puedes quedarte con ella unos segundos? Carmen— buscare el teléfono para llamar a mi hijo.

—   No logre escuchar lo que respondió— Un escalofrío recorrió mi cuerpo por completo.

—   Cuando enfoque nuevamente los ojos hacia aquella persona ella me miraba fijamente la maldad en ella era extrema.

—   Solo logré escuchar unas palabras antes de desmayarme.

—   ¿ Y SI LA PESADILLA COMIENZA OTRA VEZ?