La carta

No podía creer que llevaba en mi vientre el fruto de mi amor por Edward, estaba feliz, pero si bien un hijo es lo mejor que puede pasarle a una pareja que se ama, en nuestro caso, era demasiado pronto, no solo éramos muy jóvenes sino que también estábamos a solo una semana de comenzar la universidad, y por lo menos yo tendría que posponer mis estudios, me preocupaba que podría llegar a pensar Edward, seria feliz con la noticia? Se asustaría?, no tenia ni idea, lo único que si tenia claro era que tendría que buscar el momento indicado para contárselo.

Rosalie, seguía abrazándome.

- Ay! Bells no veo la hora de que le cuentes a Edward, pagaría la suma que fuera necesaria por ver su rostro cuando le des la noticia- dijo mi amiga, liberándome de su abrazo para secarse las lagrimas.

- Rose, necesito pedirte algo-

- lo que quieras, a partir de este momento te declaro “la mujer mas consentida del planeta”-

- prométeme que no le dirás a nadie, ni si quiera a Em, todavía no estoy lista para contárselo a Edward-

- pero el tiene que saberlo- pude notar el tono de desaprobación en sus palabras.

Lo se y así será, pero primero necesito acomodar las ideas y encontrar el momento ideal para decirle-

Bells la verdad pienso que tendrías que llamar a Ed en este preciso instante, decirle que venga y contárselo-

- Rosalie, por favor- suplique

- esta bien, pero no estoy de acuerdo y tienes una semana, si no seré yo quien le cuente, un hijo no es un tema para jugar Bells-

- lo se, no es necesario que me extorsiones amiga, no tardare una semana en decírselo, solo que quiero asimilarlo yo, poder empezar a sentirme madre, todavía me cuesta creerlo, me parece mentira que aquí este creciendo una personita- dije acariciando mi vientre.

- si es realmente increíble, estoy muy feliz- continuo mi amiga poniéndome una mano sobre el vientre.

- yo también estoy feliz- le dije.

Rose se puso de pie y comenzó a alejarse rumbo a la cocina.

- te molesta que valla por una taza de café?- pregunto

- sabes que esta es tu casa Rose- respondí

- quieres algo?-

- si podría ser un poco de te, si no te molesta-

- ok! lo que desees- dijo y se metió en la cocina.

Yo me recosté en el sillón y abrace mi vientre, una extraña sensación invadió mi corazón, era una mezcla de amor, orgullo, satisfacción, plenitud y felicidad, me sentí capaz de dar la vida por aquella pequeña personita que llevaba dentro de mi.

Acaricie mi panza sonriendo feliz, necesitaba compartir la felicidad que estaba embriagándome con Edward, de repente los miedos se habían disipado, podía visualizarnos en el futuro a Ed y a mi, caminado  con nuestra niña de la mano por el parque.

Los pasos de Rose me sacaron de mi ensoñación, ella se detuvo junto a la mesa de la sala y apoyo la bandeja que traía con nuestras tazas.

- Rose se lo diré en cuanto llegue- le dije mientras ella le ponía azúcar a su café,

- y el cambio repentino de parecer a que se debe?- pregunto

- no lo se, pero de repente me siento sin miedos, con la necesidad de compartir esto con el- le explique

- me parece genial- dijo tomando las tazas - Bells tienes una carta, te la alcanzo?- dijo haciendo un gesto con la cabeza en dirección a una pila de sobres que había sobre la mesa

- no, esta bien, yo puedo ir por ella, estoy embarazada no invalida Rose, por favor no empieces a exagerar- le dije poniéndome de pie y acercándome a la mesa.

Tome el sobre y volví hasta el sillón donde mi amiga, me esperaba aun con las dos tazas en las manos, cuando me senté ella me tendió la mía.

- de quien es?- pregunto curiosa

- no lo se, no tiene remitente- le conteste girando el sobre con mi mano libre, le di un sorbo al te, y apoye la taza en el suelo, saque la carta de sobre, y una vez que tuve la nota en mi mano recogí con la mano libre la taza del suelo.

Es asombroso observar como todo en la vida es como un boomerang, tu me quitaste al hombre con el que iba a casarme, y mientras yo sufría por su abandono y la humillación a la que me había expuesto, tu eras feliz revolcándote y haciéndote dueña del hombre que me pertenece.

Ahora lo gracioso, es que quien va a sufrir eres tu, mientras que yo recupero a mi hombre.

Si, tu hermano volverá a mis brazos, porque estoy esperando un hijo suyo.

 Así que no tengo mas que decirte que Felicidades Bella, vas a ser tía.

                                              Mis más sinceros cariños (jajaja)

                                                                                               Tania.

En cuanto termine de leer la nota, sentí que la casa comenzaba a girar y se me nublaba la vista, deje caer la taza de te que se hizo añicos en el suelo, escuchaba a Rose pronunciar mi nombre, pero su vos me sonaba lejana, volví a recordar la ultima frase de Tania

“Así que no tengo mas que decirte que Felicidades Bella, vas a ser tía” y todo de repente se puso negro.