El chico malo (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 26/08/2013
Fecha Actualización: 05/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 100
Visitas: 74339
Capítulos: 37

Atrévete a sentir el lado rebelde del amor.

Edward era el chico malo de la ciudad y yo la chica buena. Se suponía que no debía ocurrir.

Edward Cullen es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Bella, que tiene a Jacob al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?


 

Hola esta historia no es mía... esta basada en el libro el chico malo de Abby Glines.. yo solo cambie los personajes, con mi saga favorita... espero que le guste y dejen sus comentarios y votitos...

Tambien si quieren pueden pasar por mi otra historia, se llama

" Mi Hermoso Desastre"....

Las kieroo SabriiCullen<3

"actualizo todos los miercoles y sabado"

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Capítulo 10: Capitulo 9...

La historia y los personajes no me pertenecen... pertenecen a Abby Glines y a Stephenie Meyer...


 

Pov Bella

Abrí la puerta del coche y me volví para observar a Edward a hurtadillas. El corazón me palpitaba como loco con sólo mirarle. Yo quería llegar hasta el final, pero Edward había echado el freno.

Mis labios dibujaron una sonrisa: sabía que él no lo había interrumpido porque estuviese mal. O porque no lo deseara. Le había puesto fin porque no teníamos protección. Edward estaba tan delirante de excitación como yo. Me había mirado con esos preciosos ojos de color avellana sin esconder lo que sentía.

—¿Puedes salir esta noche? —me preguntó dando un paso hacia mí, lo bastante cerca como para tocarme la cintura. La piel que había rozado su mano me ardía de anticipación.

—Sí, pero será tarde. Tengo que ir a casa de la abuela. Traerán comida y todo eso.Necesitaré verte para animarme. Para olvidar. Me escaparía por la ventana si fuese necesario.

Dio un paso más y sus labios descendieron sobre los míos. Me aferré a sus hombros, temerosa de caer si me soltaba. Interrumpió el beso y su boca se dirigió a mi oreja. Me estremecí y me apreté contra su cuerpo.

—Envíame un mensaje cuando estés lista, me reuniré contigo en el parque de detrás de tu casa — susurró, y dio un paso atrás.

Me agarré a la puerta en busca de apoyo antes de asentir y meterme en mi coche. Edward se quedó de pie, mirándome mientras retrocedía por el camino. No quería que se arrepintiese de nada. En ese momento no quería pensar en lo que habíamos hecho mal. Ser malo era demasiado agradable. Me sonó el móvil y contesté sin mirar quién era.

—Hola.

—Deja de mirarme y fíjate en la carretera —dijo Edward arrastrando las palabras a través del teléfono.

Me di cuenta con una sonrisa de que tenía el teléfono en la oreja. Casi estaba demasiado lejos como para verle con claridad.

—Bueno, no te quedes ahí de pie descamisado y sexy y así no me distraerás —respondí.

—¿Qué es lo que estamos haciendo, Bells? —dijo Edward con un suspiro. No estaba segura de cómo responder a eso y en ese momento tampoco lo deseaba.

—Disfrutémoslo —supliqué.

—Haré lo que tú quieras que haga. Siempre lo he hecho —fue su respuesta. 

                                         ~o0o~

 

—¿Dónde te metiste anoche? —murmuró Alice al sentarse a mi lado en los escalones.

Cuando la casa de la abuela se llenó de gente decidí esconderme en la escalera. Me estaban asfixiando. Alice había venido con su madre y se lo agradecía, pero no estaba de humor para charlar.

Examiné su expresión para comprobar si tenía alguna sospecha de que Edward me había llevado a jugar al billar antes de dejarme en casa. Le había enviado un mensaje diciéndole que él me acompañaba a casa porque me dolía la cabeza, sin añadir detalles.

—Edward se ofreció a llevarme a casa, así que me fui. No estaba de humor para fiestas después de lo de Mike. Se inclinó para darme un golpe con el hombro.

—Niña, tendrías que haber visto la carnicería que le hizo Edward en la cara. Le dio una paliza de muerte. Súper sexy.

Puse los ojos en blanco escondiendo la excitación que me producía la idea de Edward enfrentándose a alguien por mí.

—No pongas muecas. No tienes ni idea de lo bueno que estaba mientras le partía la cara a Mike. No paraba de advertirle que si se le ocurría volver a mirar en tu dirección, le mataría.

Abrí la boca para responder cuando me envolvió el tufo intenso de perfume de señora mayor.

—Isabella, cielo, lo siento tantísimo. —Era la señora Vulturi, una de las parroquianas, de quien la abuela siempre decía que necesitaba ponerse más maquillaje para taparse las bolsas y menos perfume porque contaminaba la atmósfera.

Se detuvo frente a mí y extendió los brazos. Todo el mundo quería abrazarme, como si con un abrazo las cosas fuesen a arreglarse. En las distancias cortas, la costumbre de la señora de bañarse en perfume provocaba dolores de cabeza. Así que le di una palmadita torpe en las manos con la esperanza de que no llegara a envolverme entre sus brazos.

Me fijé en el pañuelo que aferraba en las manos; no me hacía ninguna gracia tener que tocarlo o dejar que me tocara.

—Gracias, señora Vulturi —respondí. Se sorbió la nariz y se secó los ojos con el pañuelo.

—Es tan difícil de creer. El lunes estuvo en la reunión de mujeres. Es terrible, terrible. Ya no podía más.

No podía comprender la necesidad que tenía la gente de explicarme cuándo vieron a la abuela por última vez. Estaba intentando olvidar. Quería fingir que la abuela y yo nos íbamos a sentar en el columpio a hablar de algo gracioso que habíamos visto u oído cuando todos se hubieran marchado. No necesitaba una explicación detallada de los últimos movimientos de la abuela.

—Gracias, señora Vulturi.

Bella lo está sobrellevando lo mejor que puede. Le agradece sus palabras, pero todavía no se siente capaz de hablar. Las palabras de Alice fueron impecables. La señora Vulturi me ofreció una última sonrisa afligida y asintió antes de salir en busca de alguien dispuesto a charlar con ella.

—Gracias —dije yo, mirando a Alice. Me pasó el brazo por el hombro.

—Para eso están las amigas.

Asentí y apoyé la cabeza en su espalda. El próximo año la echaría de menos, en el instituto. Nunca había tenido demasiadas amigas. Había crecido con los Cullen como mis dos mejores amigos. No se me daba bien hacer amistad con las chicas. Alice había sido mi primera amiga durante el primer año de instituto. Ella iba un curso por delante y me tomó bajo su ala.

—¿Qué voy a hacer sin ti?

—Tienes a tu príncipe azul. Todo te irá bien. Además, sólo estoy a una llamada de distancia.

Me saltaron las lágrimas. Había perdido a la abuela y estaba a punto de perder a Alice. Mi mundo estaba cambiando tan de prisa…

Necesitaba a Edward.

Con él, todo tendría sentido. Me escucharía mientras me quejaba y me compadecía de mí misma y no intentaría hacerme ver el lado bueno. El lugar en el que deseaba estar era envuelta entre sus brazos. No aquí, con un montón de gente en casa de mi abuela y una cocina llena de guisos y de tartas.

—¿Quieres que salgamos de aquí? Te puedo sacar a dar una vuelta y emborracharte —susurró Alice.

No podía dejar solos a mis padres mientras lidiaban con todo eso.

—Gracias, pero tengo que estar aquí. La abuela lo habría querido.

Sentí una punzada en el corazón y tuve que contener las lágrimas. Lo iba a superar. La abuela habría querido que me mantuviera fuerte. Si supiera que me había liado con Edward Cullen habría estado encantada.

Mis labios dibujaron una tímida sonrisa, a pesar de que tenía la vista borrosa a causa de las lágrimas sin derramar. La única persona que me importaba apoyaba de todo corazón que estuviese con Edward. En cierto modo, eso mejoraba las cosas.

—Voy a ver una película con Alice —dije en cuanto pusimos los pies dentro de casa.

La última de las visitas se había marchado de casa de la abuela dejándonos con más comida de la que podríamos ingerir en todo un año. Dejé el guiso de boniato sobre la barra de la cocina y me volví para mirar a mis padres.

—¿Vas a ver una película tan tarde? —preguntó mi padre frunciendo el entrecejo mientras guardaba las múltiples tartas que había acarreado hasta casa.

—Es una sesión golfa de una peli de vampiros o algo así. Alice no quiere ir sola y yo necesito algo para no pensar.

Mi madre, que parecía encontrarse mejor esta tarde que por la mañana, sonrió. Parecía contenta de que no estuviese planeando arrastrarme hasta la cama para llorar.

Me pregunté qué pensaría si supiera que en realidad pensaba lanzarme a llorar en brazos del chico malo de la ciudad. Pero no podía preocuparme de lo que ella o mi padre pudiesen pensar.

Quedarme aquí con los ojos tristes de mi padre y la sonrisa vacilante de mi madre sólo me provocaría más sufrimiento. Cuando estaba con Edward, me sentía capaz de olvidar durante un rato.

—Bien. Sal y diviértete un poco. Has pasado demasiado tiempo a solas desde que Jacob se marchó. No es bueno pasar tanto tiempo sola —me alentó mi madre.

Mi padre no parecía capaz de decir gran cosa. Mirarle provocaba que el dolor en mi pecho se multiplicase.

—Lo sé. Tenía que acostumbrarme a la idea de que Jacob no está.

No me di cuenta de todo el tiempo que pasaba con él hasta que se hubo marchado. A mi madre le gustó la respuesta.

Quería a Jacob, pero siempre me recordaba que una relación seria a una edad tan temprana no era buena idea. Todavía tenía que ir a la universidad.

La culpa que sentía por lo que estaba haciendo con Edward se calmó al ver su sonrisa. Le estaba mintiendo sobre con quién iba a estar y sobre lo que iba a hacer, pero en cierto modo estaba haciendo lo que ella habría querido.

Normalmente, éste era el típico momento en que mi padre me aconsejaba que tuviese cuidado y me ordenaba que estuviese en casa a las once. Esa noche permaneció en silencio. Enterrado en su propio sufrimiento. Les ofrecí una última sonrisa y me dirigí a la puerta.


Hola nuevo capitulo! espero que les guste... :D

Feliz Sabado... 

Gracias a todas las que me leen.. y comentan.. y a las silenciosas tambien :D

nos vemos el Miercoles.

SabriiCullen <3

Capítulo 9: Capitulo 8... Capítulo 11: Capitulo 10 Parte 1...

 
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