El chico malo (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 26/08/2013
Fecha Actualización: 05/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 100
Visitas: 74354
Capítulos: 37

Atrévete a sentir el lado rebelde del amor.

Edward era el chico malo de la ciudad y yo la chica buena. Se suponía que no debía ocurrir.

Edward Cullen es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Bella, que tiene a Jacob al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?


 

Hola esta historia no es mía... esta basada en el libro el chico malo de Abby Glines.. yo solo cambie los personajes, con mi saga favorita... espero que le guste y dejen sus comentarios y votitos...

Tambien si quieren pueden pasar por mi otra historia, se llama

" Mi Hermoso Desastre"....

Las kieroo SabriiCullen<3

"actualizo todos los miercoles y sabado"

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Capítulo 13: Capitulo 11...

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Abby Glines y Stephenie Meyer...


 

Pov Edward

Hoy tenía que cortar el césped en tres casas distintas. Sin embargo, acababa de llamar para reprogramar las citas, justo momentos antes de que Bella saliese corriendo del bosque en dirección a mi camioneta.

Lo de anoche lo había cambiado todo. Necesitaba decirle exactamente cómo me sentía, pero no podía hacerlo en ese momento. Aún no quería tener esa conversación. Sólo deseaba disfrutar de su presencia.

Íbamos a pasar el día en la playa, a mezclarnos entre los turistas. Quedar en la ciudad no era una opción. Al menos, hasta que Jacob regresara y hablase con él. No podía dejarla escapar. Ahora ya no. Por una vez en mi vida, no iba a quedarme de brazos cruzados mirando cómo Jacob lo conseguía todo. Necesitaba a Bella. La amaba de una manera de la que sabía que mi primo era incapaz.

Abrió la puerta del copiloto y subió al coche. Dios mío, llevaba unos pantalones diminutos y un top más minúsculo todavía que me permitía entreverle el ombligo. La playa estaba a cuarenta y cinco minutos de distancia y así vestida conseguiría hacerme enloquecer.

—Buenos días —dijo con una sonrisa mientras se deslizaba junto a mí, con una pierna a cada lado del cambio de marchas. Todas mis preocupaciones sobre Jacob desaparecieron de mi mente.

—Buenos días, preciosa —respondí y me incliné para besarla.

Suspiró y se arrimó un poco más, pasándome los dedos por el cabello. Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para separarme de ella.

»¿No quieres salir de aquí primero? —pregunté. Hizo un mohín, como si le hubiese arrebatado su juguete favorito, y se arrellanó en el asiento de brazos cruzados.

—¿Cómo te encuentras? —pregunté al salir a la carretera. Su hoyuelo me hizo un guiño y necesité toda mi fuerza de voluntad para seguir conduciendo y no detenerme para besar ese punto mágico.

—Estoy bien… Bueno, más que bien, estoy… — Hizo una pausa y vi de reojo que se le encendían las mejillas con un bonito color rosa.

No pude evitar reír entre dientes ante el rubor inocente de su rostro. Alargué el brazo, cogí con cuidado una de las manos que se estaba retorciendo y engarcé mis dedos entre los suyos, mientras me sorprendían las primeras señales de mi deseo de posesión exclusiva.

—¿Te duele? —pregunté. Tenía entendido que las vírgenes a veces se sentían un poco doloridas después. Pero Bella había sido la primera virgen con la que había estado. Hizo gesto de negar con la cabeza y su rubor se acentuó.

—Tal vez un poco.

—Lo siento —respondí, sintiendo mi deseo de protegerla como una punzada en el pecho, perfecto para acompañar al deseo de posesión que se estaba encabritando en mi interior.

Estaba convirtiendo mis entrañas en una zona de combate. Levantó la vista para mirarme y dijo con una sonrisa tímida:

—Yo no.

Dios mío, la amaba. Me rodeó el brazo con los suyos y apoyó la cabeza en mi hombro. Fue una de las pocas ocasiones en las que detesté conducir con un cambio de marchas manual. Habría preferido seguir así, sin tener que mover el brazo.

—Dime que te has puesto protector solar — comenté, echándole un vistazo a su piel apenas bronceada.

El sol de la playa era intenso incluso para las personas de piel curtida. Soltó una risita y asintió con la cabeza. Todo iba bien en el mundo. Cuando salí a la autopista en dirección sur, dejé la mano entre sus muslos y me dispuse a disfrutar del trayecto.

Normalmente, no me gustaban las playas repletas de turistas. Pero ese día era diferente. No me molestaban los niños gritones arrojándome arena en la cara mientras correteaban por la playa, ni los insoportables norteños que alimentaban a las puñeteras gaviotas. Bella hacía que todo fuese mejor.

El sol era abrasador y, aunque Bella disfrutaba relajándose bajo sus intensos rayos, yo insistía para que se bañase conmigo. Verla reír y jugar mientras nos sumergíamos bajo las olas me hacía sentir como si los años que habíamos pasado separados hubiesen desaparecido. Sólo existían entonces y ahora.

El tiempo perdido entre ambos se había esfumado. Junto a ella me sentía completo. Bella era la persona que me había mantenido íntegro mientras mi mundo se derrumbaba a mi alrededor. Y verla en ese biquini estaba teniendo sus efectos en mí.

—Ven aquí, Bells —dije, tirando de ella para que me acompañase a la zona donde el agua era más profunda. Se le pusieron los ojos como platos mientras buscaba fauna acuática peligrosa en torno a nosotros.

»Estás conmigo. Nada te hará daño. Ven aquí. —La atraje hasta mi pecho. Se apretó con firmeza contra mí. La miré fijamente antes de bajar la cabeza y lamer las gotas de agua salada que le resbalaban por el escote.

—Edward —susurró, apartándome un poco—. Alguien nos puede ver.

Eché un vistazo alrededor, estábamos demasiado lejos de la gente como para que nos prestaran atención.

—No nos pueden ver —respondí en un gruñido satisfecho mientras la besaba y tocaba.

—Ah, oh, no nos ven —suspiró mientras se asía a mis hombros.

—¿Te duele? —pregunté, disponiéndome a dejar de acariciarla.

—No, no me duele. De verdad. Por favor, no pares —suplicó mirándome con los ojos llenos de lujuria.

—Cariño, te tocaría siempre, si quisieras. No hace falta que supliques —aseguré.

—Dios mío, EDward —gimió Bella, dejándose caer encima de mí—. Eso me gusta.

—¿Qué es lo que te gusta? —Sonreí. Bella apretó la cara contra mi hombro y soltó un grito de placer.

—Me gusta que me digas estas cosas.

—¿Qué cosas, Bella? —pregunté, mientras le acariciaba el interior de los muslos, provocando que se estremeciese en mis brazos. Bella apretó la boca contra mi pecho; la envolví entre mis brazos para sujetarla mientras volvía al planeta Tierra. Me rodeó la cintura con las piernas, presionando su cuerpo contra el mío. Levantó la cabeza de golpe y sus labios dibujaron una sonrisa traviesa.

—Parece que alguien más lo ha disfrutado — dijo, apretándose contra mí.

—Cariño, no tienes ni idea de cuánto lo he disfrutado —respondí, besándole la curva del cuello y levantando la mano para acariciarle el pecho.

—Bájame, Edward —ordenó, mientras apartaba las piernas de mi cintura.

Aún no estaba dispuesto a despedirme de la presión, pero la solté. Iba a necesitar un rato a solas muy pronto. La fría mano de Bella se deslizó dentro de mi bañador antes de que los pies le tocaran el suelo. Me temblaron las rodillas.

—Tranquilo —susurró con una sonrisa en la cara. Le encantaba saber que era capaz de provocarme esta reacción.

—¿Qué haces? —pregunté, mientras su mano seguía tocándome.

—Hacerte sentir bien —respondió con picardía. Y lo estaba consiguiendo. Aunque no estaba seguro de poder sobrevivir a eso estando de pie.

—¿Sienta bien? Joder. ¿Qué pregunta era ésa? Ya me estaba costando lo suficiente no caer de rodillas.

—Sí —dije con voz ahogada.

—¿Está bien así? ¿Duele? No iba a sobrevivir a eso.

—Mmm… —le aseguré.

—Mmm… —respondió con una risita.

Estaba a punto de estallar. Quise apartarme. Ella dibujó una mueca traviesa. No pensaba moverse. Me mordí el labio para reprimir el rugido que estaba a punto de escapárseme.

Redujo la presión, pero siguió acariciándome. Era de lejos lo más excitante que había experimentado en mi vida. Su cara de sorpresa mientras me observaba, junto con el hecho de que todavía me estaba tocando. Oh, sí. Era mía.

—Suéltame, cariño. No puedo más. —Tenía la voz áspera mientras bajaba el brazo para sacarle la mano de mi bañador. Le lavé la mano en el agua salada mientras le aguantaba la mirada.

—¿Lo he hecho bien? —preguntó.

—Nadie lo hecho tan increíblemente bien en toda la historia de la humanidad. Se le escapó una risita y bajó la cabeza. Sí, estaba tan jodidamente enamorado que resultaba ridículo.

—¡Oh, Dios mío, una medusa!

A su chillido le siguió un cómico intento de correr a través de las aguas revueltas en dirección a la playa. Me mordí la lengua para no reír y la seguí. No dudaba de que hubiese una medusa. Era la temporada, pero verla con los ojos abiertos como platos y su expresión ansiosa era tan adorable que resultaba gracioso.


Ehh! aca esta ven que soy muuuuy buena.. ok no me hagan caso..! :D jajaa

espero que les guste como esta llendo la historia.. a mi tambien me gustaria estan con Edward en la playa.. pero eso no es el tema :D

Gracias a todas las que me leen y dejan su comentario... a las silenciosas tambien... :D Las kiero a todas.. 

un beso nos vemos el Miercoles...

SabriiCullen<3

Capítulo 12: Capitulo 10 Parte 2... Capítulo 14: Capitulo 12...

 
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