El chico malo (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 26/08/2013
Fecha Actualización: 05/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 100
Visitas: 74348
Capítulos: 37

Atrévete a sentir el lado rebelde del amor.

Edward era el chico malo de la ciudad y yo la chica buena. Se suponía que no debía ocurrir.

Edward Cullen es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Bella, que tiene a Jacob al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?


 

Hola esta historia no es mía... esta basada en el libro el chico malo de Abby Glines.. yo solo cambie los personajes, con mi saga favorita... espero que le guste y dejen sus comentarios y votitos...

Tambien si quieren pueden pasar por mi otra historia, se llama

" Mi Hermoso Desastre"....

Las kieroo SabriiCullen<3

"actualizo todos los miercoles y sabado"

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Capítulo 25: Capitulo 23...

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Abby Glines y Stephenie Meyer...

 


 

Pov Bella

Entré en mi habitación y busqué a tientas el interruptor de la luz. Nessi pasó por mi lado, dejó su bolso en mi cómoda y me miró con una mueca de enfado.

No había pronunciado palabra durante el trayecto de vuelta. Me había visto obligada a cargar con el peso de la conversación con Jacob como si nada hubiese pasado, mientras ella guardaba silencio en el asiento trasero. Pero, por lo que parecía, ya estaba dispuesta a hablar.

—Antes te he ayudado, pero no porque piense que lo que haces esté bien o mal, sino porque creo que necesitas un toque de atención, no una crucifixión. Levanté las cejas, sorprendida ante su explicación. —Jacob es una buena persona. Edward y él siempre han estado muy unidos. Me acuerdo perfectamente de lo bien que os llevabais los tres de pequeños.

Tenía envidia de vuestra amistad. Compartíais algo especial. Algo único. Así que no podía quedarme quieta y dejar que todo eso se derrumbase. Además, por la expresión de Edward, diría que estaba dispuesto a matar a Jacob con sus propias manos si el pobre hubiese dicho algo equivocado.

Me hundí en mi cama y escondí la cabeza entre las manos. Eso era un desastre. Nessi tenía razón. Estaba echando a perder una amistad de toda una vida.

—¿Qué puedo hacer? —pregunté a sabiendas de que no podía ofrecerme una respuesta mágica que lo solucionase todo. Nessi se sentó a mi lado y me dio una palmadita en la espalda, que sólo sirvió para que me sintiera peor.

Ahí estaba yo, viniéndome abajo por dos chicos, cuando ella había salido conmigo esa noche porque el adúltero de su padre había venido a dar la cara ante la insoportable de su madre. Desde una perspectiva más amplia, sus problemas eran mucho peores.

—Escoges a uno y dejas al otro. Sonaba increíblemente sencillo, aunque imposible. ¿Es que no se daba cuenta?

—No puedo. Elija a quien elija, uno odiará al otro y seguro que a mí también. Escoger a uno no solucionará nada.

—Tienes razón. Tienes que dejarlos a ambos. Si lo haces, quizá algún día tengas la oportunidad de recuperar la amistad que ahora se está rompiendo.

Detestaba que sus palabras tuviesen tanto sentido. Tenía que romper con Jacob y después los tres teníamos que pasar página. Sentí una opresión en el pecho al pensar que debía alejarme de Edward. Que ya no volvería a abrazarme y que no podría enterrar la cara en su pecho. Pero no podía tenerle.

Porque con el tiempo acabaría perdiéndolo. Nunca superaría la pérdida de Jacob. En cambio, Edward podía vivir sin mí. Una lágrima se deslizó hasta mi barbilla y levanté la mano para secarla. Había provocado un desastre y era yo la que debía solucionarlo.

—Tienes razón —musité con la mirada perdida —. Pero ojalá no la tuvieses.

Un suave golpe en la puerta me recordó que había otros problemas en casa. Alargué el brazo y apreté la mano de Nessi antes de que se abriese la puerta y entrase su madre. Su pelo era del mismo color que el mío y el de mi madre, pero ahí terminaban los parecidos familiares.

Mientras que mi madre era delgada y menuda, mi tía era pesada y corpulenta y tenía una mueca permanente de irritación en la cara. Nunca parecía feliz. Incluso antes de pillar a su marido engañándola. Al llegar a casa de la fiesta, no estaba. Mi padre y mi madre también habían desaparecido. Por el ruido que venía del pasillo parecía que todos habían regresado.

—Hola, chicas. Mmm… Nessi, corazón, vamos a hablar un poco.

Esta vez fue Nessi la que me apretó la mano antes de soltarla y ponerse de pie. Si mi tía me lo hubiese permitido, la habría acompañado y le habría dado la mano durante toda la conversación. Nessi había acabado por convertirse en la amiga que había necesitado tan desesperadamente esa última semana.

La puerta se cerró a sus espaldas y me tumbé en la cama, deseando lo mejor para Nessi. Estaba claro que lo necesitaba, con una madre como la suya.

Edward:

Perdona por lo de esta noche. Tendría que haberte protegido Estaba cargando con la culpa de algo que era responsabilidad mía.

Tenía que encontrar la manera de acabar con esa situación.

Bella:

No has hecho nada mal. Fue decisión mía. Permití que pasara este verano. No puedo cambiar cómo me siento, pero si cómo llevo las cosas. Lo estoy haciendo todo mal.

Edward:

A que te refieres? Que vas a hacer?

Todavía no estaba segura. Tenía que pensarlo un poco más. Decirle a Edward que iba a romper con Jacob no era el tipo de cosa que podía explicar por SMS.

Bella:

No lo sé. Lo estoy pensando.

Esperé su respuesta durante unos minutos, pero nada, así que dejé el teléfono a un lado. Si pudiese volver atrás y cambiarlo todo, ¿lo haría?

Edward:

Te quiero

El sentimiento de calidez que me embargó respondió a mi pregunta.

No. Nunca renunciaría a un solo momento del verano que pasé con Edward.

Cerré los ojos y me sumí en el sueño. Empezaba a hartarme de tantas despedidas. Nessi y su madre estaban de pie delante de la puerta principal, con las maletas en la mano. Mi tía regresaba a casa para enfrentarse a su marido en lo que iba a ser un divorcio muy feo.

A Nessi le esperaba mucho sufrimiento. Le supliqué que se quedase con nosotros. Podía dejar que sus padres se pelearan sin ella, pero dijo que su madre la necesitaba. En cierto modo, lo comprendía, pero me pregunté si yo habría sido tan generosa, en su lugar. Sin duda, Nessi era mejor persona y yo una mocosa egoísta.

—Te echaré de menos —le dije, deseando que mi voz no sonase tan triste.

Es curioso que puedas pensar que alguien está destrozando tu vida y que después acabe convirtiéndose en tu aliada. Me había sentido tan molesta por verme obligada a compartir mi espacio y tener que aguantar a mi tía que no me había dado cuenta de que tenía a una amiga delante de mis narices justo cuando más la necesitaba. Y la seguía necesitando.

—Yo también te echaré de menos. Mantenme informada sobre… tu vida —dijo con un gesto de complicidad. Asentí y me incliné para abrazarla.

—Gracias —susurré en su oído.

—De nada —respondió.

—Me alegro de que hayáis intimado después de tantos años. Volveremos a visitaros. Cuando haya terminado el divorcio. Quizá invierta el dinero extra en un crucero para las tres. ¿A que sería divertido? —sugirió mi tía.

Tuve que hacer uso de todo mi autocontrol para no rechazar de inmediato su propuesta. Ni loca pensaba marcharme de viaje con mi tía y mucho menos en un barco del que era imposible escapar. La sonrisa de suficiencia de Nessi hizo que tuviese que reprimir una risita. Sabía perfectamente que no me iría de viaje con su madre ni en un millón de años.

—Muy bien, seguiremos en contacto —dijo mi tía alegremente, y salió en dirección a su coche. Las observé mientras mi padre ayudaba a colocar las maletas en el maletero y mi madre abrazaba y charlaba con su hermana. Nessi se despidió con la mano desde el asiento del copiloto. Mi habitación volvería a estar en silencio y a ser sólo mía… pero la idea ya no me parecía tan atractiva.

*

*

*

*

Hay cosas que uno no espera ver nunca, y una de ellas es a Edward Cullen entrando tranquilamente en la iglesia un domingo por la mañana. Me costó terminar mi solo. Los ojos se me escapaban al último banco, donde estaba sentado con sus vaqueros y un polo azul marino tapándole el pecho.

Jacob no había visto a su primo, porque estaba sentado en la segunda fila. Yo me había sentado allí desde que era pequeña y cada domingo Jacob estaba allí conmigo. Mi mirada se encontró con la de Edward; era una mala idea, porque él era capaz de hacer que se me olvidara la letra.

Sus labios dibujaron una sonrisa sexy. Sentí que la temperatura subía de golpe. Me sonrojé y aparté los ojos de él y de su deliciosa boca. No sé cómo, pero me las arreglé para acabar la canción sin equivocarme. El coro salió por las puertas laterales; normalmente yo me quedaba, pero ese día necesitaba un descanso. Salí detrás de Angela y solté un suspiro de alivio al sentir la cálida luz del sol.

—¿Ya te marchas? —preguntó James asomando su cara llena de granos por la puerta, con una mueca de irritación. En vez de insultarle, respiré hondo y me obligué a sonreír.

—No, me duele la cabeza. Necesito un descanso. Me sonrió, enseñando completamente las encías. Su padre tendría que mandarlo a un dentista y a un dermatólogo.

—Vale, dejaré la puerta abierta para que no tengas que rodear el edificio para entrar.

Asentí y le di las obligadas gracias. La puerta se cerró detrás de él y comprendí que tenía poco tiempo antes de que la gente empezase a notar mi desaparición.

—¿Te has escondido por mi culpa?

La voz de Edward hizo que soltara un grito ahogado de sorpresa. Sus largas piernas avanzaban sobre la hierba a grandes pasos mientras salvaba la distancia que nos separaba. No pude evitar comérmelo con los ojos. Era injusto que se pudiese estar tan guapo en unos tejanos.

—La falta de respuesta quiere decir que sí —dijo con una sonrisa de suficiencia en la cara al detenerse a escasos centímetros de mí. Sabía que le deseaba y eso le gustaba. Decidida a recuperar un poco de dignidad, me enderecé y me aparté el pelo de la cara al tiempo que le miraba.

—Siempre salgo a tomar un poco de aire antes de sentarme otra vez —mentí. Edward rió entre dientes y extendió el brazo para trazar una línea que iba desde mi oreja hasta mis labios.

—¿Por qué será que no te creo? Su voz se volvió grave mientras me examinaba los labios. Sólo pude encogerme de hombros. Su pulgar acariciaba con delicadeza mi labio inferior, como si estuviese pidiendo permiso y, en ese instante, estuve perdida.

Estábamos a plena vista de cualquiera, pero sólo era capaz de pensar en sus labios apretados contra los míos. Este chico se estaba convirtiendo en una necesidad, y esa revelación estaba muy lejos de ser positiva.

—¿Qué estás haciendo, Edward? —dije con voz ronca.

—Sí, Edward. A mí también me gustaría saberlo — dijo una voz que no era la de Edward.

Ocurrieron varias cosas a la vez.

El pulgar de Edward dejó de acariciarme el labio, pero no apartó la mano. Noté cómo se le tensaba el cuerpo al oír a Jacob. Lo que tendría que haber hecho y lo que hice eran dos cosas que estaban a varias galaxias de distancia. Porque dar un paso atrás y poner distancia entre Edward y yo habría sido la reacción lógica e inteligente. Pero extender la mano y aferrarme a su brazo fue mi reacción automática.

—¿Pensáis decir algo o vais a seguir mirándoos embobados?

La acritud en el tono de Jacob me despertó de mi trance, solté a Edward y retrocedí varios pasos. Si queríamos que Jacob mantuviese la calma, tendríamos que dejar un poco de espacio entre los dos. Edward me traspasó con la mirada. Me suplicaba en silencio. Casi podía leerle el pensamiento. Se volvió para encararse con su primo. Éste era el enfrentamiento que había rezado para que no ocurriese.

—¿Qué es lo que insinúas, Jacob? —preguntó Edward en un tono falsamente tranquilo que nunca había usado con él.

—Ah, no sé. Será por el hecho de que he salido a buscar a mi novia y me he encontrado con que la estás agrediendo. Edward dio un paso adelante y un rugido resonó en su pecho.

Corrí para agarrarlo del brazo con las dos manos. Seguramente, eso no calmaría el mal humor de Jacob, pero evitó que Edward le golpease en la cara. Los dos estaban en forma, pero Edward tenía el monopolio en lo de ser un tipo duro. No podía permitirle que hiciese algo que nunca se perdonaría.

Jacob me miró con fijeza. No podía ni imaginarme qué le estaba pasando por la cabeza. Lo triste era que sabía que no se acercaría a la verdad. Jacob nunca habría imaginado que yo perdería la virginidad con Edward en la parte trasera de una camioneta.

—¿Vas a contarme qué está pasando, Bella? — Sonaba dolido. No soportaba saber que mi respuesta no calmaría su dolor, sino que sólo lo agravaría. Tiré de Edward para que se colocara detrás de mí y di un paso adelante.

—Vete a casa, Edward. Jacob y yo tenemos que hablar y no quiero que estés aquí.

Me sentía tentada a volverme para ver la expresión de Edward, pero no lo hice. Mantuve la mirada en Jacob , rezando para que Edward me obedeciese. Ya era hora de que acabara con todo esto y de que protegiese su amistad antes de que fuese demasiado tarde.

—No quiero dejarte sola —replicó en tono afilado.

—Edward, por favor. No estás ayudando. Vete.

Jacob no me quitó los ojos de encima. Se estaba esforzando tanto por leer entre líneas… Tendría que explicarle algunas verdades. Pero sólo lo justo para evitar que la relación con su primo se derrumbase.

El crujido de la hierba seca bajo las botas de Edward me indicó que había accedido a mi petición y se dirigía a su camioneta. Había ganado la primera batalla. Ahora me enfrentaba a la batalla más dura, y no tenía ni idea de lo que iba decir.


Hola mis niñas! :)

Los atrapo jacob, creo que se va a enterar de una cuantas verdades, se esta poniendo bueno!

Que creen que hará Bella?? MMM, vamos a tener que esperar hasta el miercoles :) lo se soy mala! 

Meresco algun comentario o un nuevo votito :D

Las quiero a todas...

SabriiCullen<3

 

Capítulo 24: Capitulo 22... Capítulo 26: Capitulo 24...

 
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