El chico malo (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 26/08/2013
Fecha Actualización: 05/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 100
Visitas: 74364
Capítulos: 37

Atrévete a sentir el lado rebelde del amor.

Edward era el chico malo de la ciudad y yo la chica buena. Se suponía que no debía ocurrir.

Edward Cullen es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Bella, que tiene a Jacob al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?


 

Hola esta historia no es mía... esta basada en el libro el chico malo de Abby Glines.. yo solo cambie los personajes, con mi saga favorita... espero que le guste y dejen sus comentarios y votitos...

Tambien si quieren pueden pasar por mi otra historia, se llama

" Mi Hermoso Desastre"....

Las kieroo SabriiCullen<3

"actualizo todos los miercoles y sabado"

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Capítulo 29: Capitulo 27...

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Abby Glines y Stephenie Meyer...

 


 

PovEdward

Edward:

Perdóname por no haberte llamado. Por haber salido huyendo. Por lo de Jacob. Lo he echado todo a perder. He sido tan egoísta… no sabes cuánto lo siento. Perdóname, por favor. Si sé que estás dispuesto a perdonarme, podré enfrentarme a cualquier cosa. Quizá lo que hicimos estuvo mal. Quizá tendríamos que haber hecho las cosas de otra manera, pero no me arrepiento de ninguno de los momentos que pasé contigo. Me diste recuerdos que siempre conservaré con afecto. No te lo quiero poner más difícil. Dejaré que sigas tu camino. Sólo dime que no me odias.

Te quiero, Bella

Acaricié las palabras «te quiero» con el pulgar, mientras miraba fijamente la carta de Bella. Me quiere. Isabella Swan me quiere. Y había permitido que pensara que todo era por su culpa. El pánico que la invadía se leía entre líneas. ¿De verdad creía que sería capaz de odiarla? ¿No oyó nada de lo que le dije? ¿Mis acciones no habían sido lo bastante claras? Lo había sacrificado todo por ella. ¿Cómo podía pensar que la odiaba? Ni siquiera era posible.

El dolor permanente que sentía en el pecho desde que mi madre me había arrancado el corazón se calmó un poco al releer las palabras «te quiero». Ahora mismo necesitaba que me envolviese con sus brazos para llorar en ellos. Llorar por el hombre que fue el único padre al que conocí y al que perdí a una edad tan temprana. Llorar por el hermano que nunca supe que tenía, pero al que había querido de igual forma.

Llorar por la única chica a la que había amado, la única persona a excepción de Jacob por la que estaría dispuesto a morir y por la situación imposible en la que nos encontrábamos. La quería tanto…

La había escogido antes que a Jacob y volvería a hacerlo. Pero las cosas habían cambiado. Jacob estaba afrontando el mismo sufrimiento. Puede que más, porque fue su padre, nuestro padre, el que engañó a su esposa, me ignoró durante toda mi vida y le mintió. Una lágrima rodó por mi barbilla y aparté rápidamente la carta para no emborronar la tinta.

Necesitaba saber que le importaba a alguien. Que alguien me quería. Doblé la nota de modo que las palabras «te quiero» y su nombre estuviesen en contacto con mi corazón y me tumbé en el heno. Esa noche no iba a dormir mucho, pero las palabras de Bells me proporcionarían calor.

 

Pov Bella

Para mí, la vida en el instituto siempre había sido sencilla. Ser la novia de Jacob me protegía de cualquier tipo de acoso. Estar de pie delante de mi taquilla mirando la palabra «puta» escrita con laca de uñas roja sobre la pintura que se había mantenido intacta durante tres años fue toda una revelación. La verdad era que no tenía ni idea de cómo era en realidad la vida en el instituto.

Tal vez sí era una puta. Ya no era virgen. ¿Me convertía eso en una puta? Nadie sabía lo mío con Edward, así que el hecho de que me etiquetasen como tal sólo significaba que lo sospechaban. Suspiré, introduje la combinación y abrí la taquilla. Me alegré al instante de que no tuviese agujeros de ventilación. Quién sabía lo que habrían intentado meter dentro. Oía los susurros a mis espaldas mientras sacaba los libros y me dirigía a la primera clase del día. Nadie habló conmigo, ni nadie me defendió.

Estaba claro: ése era el día elegido para hacerle el vacío a Isabella.

No podía echarle la culpa a Jacob, porque él se mantenía al margen. No estaba de mi parte, pero tampoco participaba de la diversión. Todo el mundo le quería, todos deseaban defenderlo. Si ridiculizarme les hacía sentir que lo estaban consiguiendo, entonces podría soportarlo. Sólo eran palabras. ¡Ni que lo hubiese dicho en voz alta! De repente, alguien me empujó por la espalda contra mi taquilla.

Me golpeé la cabeza con la esquina y me sentí ligeramente aturdida. Me agarré a la puerta, rezando para no desmayarme. Oí una risa femenina y cerré los ojos hasta que el dolor se calmó.

—Por Dios bendito, ¿vas a quedarte ahí quieta sin hacer nada? Giré lentamente la cabeza y vi a Rosalie mirándome con cara de exasperación. Me cogió el brazo para ayudarme a que me afianzara. —Sé que crees que te lo has ganado o algo por estilo, pero llegados a cierto punto hay que decir basta. Tienes que pararles los pies o seguirán maltratándote. Enseña los dientes, chica.

Me cogió los libros de las manos y cerró mi taquilla. —Ven, te llevaré a ver a la enfermera, pareces confusa y un poco atontada. Cuando ella te dé permiso, podrás ir a clase. Realmente me sentía así: confusa y un poco atontada. ¿Por qué me estaba ayudando Rosalie? Ella era la jefa de animadoras. Tendría que ser la cabecilla de la cuadrilla anti-Bella.

—Tendrías que haberlo pensado antes de engañar al príncipe de la ciudad. Las personas como Jacob tienen muchos sujetos leales. Te odian porque lo tuviste durante tanto tiempo y te odian porque le hiciste daño. Sienten que su brutalidad está justificada. Así que o te buscas un guardaespaldas o te curtes un poco. Esto no desaparecerá en un par de días. Podría durar todo el puñetero año. Rosalie me condujo hasta el despacho de la enfermera.

—Lo sé. Pensé que si dejaban salir la rabia que tienen de dentro acabarían por olvidarlo —expliqué.

—No, las cosas no funcionan así. O bien Jacob les para los pies, o bien lo haces tú. ¿Dónde está Edward? Si sacara la nariz por aquí, podría acabar con esto —resopló Rosalie.

Quería a Edward. Le echaba de menos. Me toqué el bolsillo para comprobar que la nota que le había escrito la noche anterior seguía allí. Había decidido llevársela a Esme esa misma tarde. En caso de que pudiera hacérsela llegar a su hijo, quería asegurarme de que sabía cómo me sentía.

—¿De verdad lo hiciste? ¿Engañaste a Jacob con Edward? Me cuesta creer que Edward fuera capaz de hacerle algo así a su primo. Pero Jacob no dice nada y Edward está desaparecido en combate. No iba a seguir mintiendo. Jacob sabía la verdad. No podía seguir preocupándome por sus sentimientos. Mentir sería como negar a Edward. No podía negarle.

—Sí. Rosalie. Se detuvo y creí que iba a arrojar los libros al suelo o a reaccionar de alguna forma dramática, pero simplemente soltó un silbido.

—Lo admites. Vaya. Me encogí de hombros.

—Todo el mundo sabe que he roto con Jacob. No hay razón para mentir. Rosalie levantó las cejas con incredulidad.

—A mí se me ocurre una razón para mentir. El puñado de pirados que creen que deben defender a Jacob convirtiéndote en un saco de boxeo.

—Puede que sí, pero no voy a mentir sobre lo que pasó entre Edward y yo. No se lo merece. No tengo nada de que avergonzarme, excepto de haber destruido su relación. Rosalie abrió la puerta del despacho de la enfermera.

—Eres única. No me sorprende que tengas a los Cullen peleando por ti.

Aparte de un feo chichón a un lado de la cabeza no había sufrido ningún daño, pero empezaba a desear haber necesitado puntos y tener una excusa para marcharme temprano. A la hora de la comida, me habían tirado los libros al suelo tantas veces que había perdido la cuenta. Rosalie se había pasado una vez por mi taquilla para recogerme, diciendo que necesitaba guardaespaldas. El conserje había limpiado mi taquilla, y habían amenazado a los estudiantes con expulsarles si ensuciaban la propiedad del instituto. Así que optaron por las notas adhesivas para pegar sus comentarios crueles en mi taquilla.

Dejé de leerlos en cuanto comprendí que eran otra forma de castigo. Jacob había observado en silencio mientras la gente se dedicaba a tirarme los libros de las manos durante todo el día. Cuando nuestras miradas se encontraron mientras limpiaba mi taquilla del último ataque de mensajes, se mantuvo callado y se alejó caminando. Decidí que le odiaba un poco. No era el chico perfecto que yo creía. Quizá también lo había tenido en un pedestal. El Jacob que yo conocía no se habría quedado de brazos cruzados mientras me acosaban de aquella manera.

Había descubierto otro lado de él. Uno muy real, pero que no me gustaba nada. Estaba deseando coger una bandeja para salir afuera a comer sola y disfrutar de un poco de paz y de tranquilidad. Esperando en la cola de la cafetería, me concentré en ignorar a todo el mundo. Mi técnica se reducía a evitar el contacto visual, ya que parecía empeorarlo todo.

Así que practiqué mi visión en túnel, razón por la que seguramente no vi la coca-cola antes de que me la derramasen por la cabeza. Solté un chillido mientras el hielo se me deslizaba por la cara y la cola me ardía en los ojos. Me goteó por la camisa y el pelo me quedó pegado a la cabeza. Toda la cafetería estalló en risas. Victoria estaba de pie delante de mí con un vaso vacío en la mano y una mueca en la cara.

—Ups —dijo, lo bastante alto como para que lo oyera su audiencia antes de darse la vuelta y andar pavoneándose hacia el público que la adoraba. Me quedé allí de pie decidiendo cómo reaccionar. Rosalie decía que necesitaba curtirme, pero había perdido las ganas de pelea. Sólo deseaba que Edward regresara a casa.

Me sequé la cola de los ojos y me aparté el pelo empapado de la cara. Entonces, sin darles la satisfacción de reaccionar, me dirigí a las puertas dobles que conducían al pasillo. Ya podía marcharme a casa. Esto era excusa más que suficiente. La puerta se abrió antes de que la tocase y mi mirada se encontró con la de Jacob. Los ojos negros que había amado una vez se abrieron en señal de sorpresa al ver mi aspecto. No era culpa suya.

—Disculpa —dije con toda la educación de la que fui capaz, pasé a su lado y crucé el pasillo hacia las oficinas. No miré atrás, a pesar de que sentí su mirada sobre mí en todo momento.

Tal vez ésta iba a ser la última gota para él. Aunque tal vez no.


Izo aparicion Edward. Ahora saben que se esta escondiendo de todo... :( pobre...

Lo que le estan haciendo a Bella?.. quien quiere linchar conmigo a Jacob y Victoria.. Grrr!

como estan mis chicas, capitulo nuevo... 

sigo viva, de milagro. ya me amenazaron y todo, y me lo meresco...

Si quieren matar a SabriiCullen, viajar a la Argentina, por el pasillo 7 gracias! :D

Jajaja.. nos vemos el Miercoles besitos!

 

 

Capítulo 28: Capitulo 26... Capítulo 30: Capitulo 28...

 
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