El chico malo (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 26/08/2013
Fecha Actualización: 05/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 100
Visitas: 74355
Capítulos: 37

Atrévete a sentir el lado rebelde del amor.

Edward era el chico malo de la ciudad y yo la chica buena. Se suponía que no debía ocurrir.

Edward Cullen es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Bella, que tiene a Jacob al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?


 

Hola esta historia no es mía... esta basada en el libro el chico malo de Abby Glines.. yo solo cambie los personajes, con mi saga favorita... espero que le guste y dejen sus comentarios y votitos...

Tambien si quieren pueden pasar por mi otra historia, se llama

" Mi Hermoso Desastre"....

Las kieroo SabriiCullen<3

"actualizo todos los miercoles y sabado"

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Capítulo 32: Capitulo 30...

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Abby Glines y Stephenie Meyer...

 


 

Pov Bella

En cuanto puse los pies en el bar, la cabeza de Esme dio un respingo. Dejé que la puerta se cerrase sola mientras estudiaba a la mujer que había mentido a su hijo sobre la identidad de su padre durante toda su vida. A lo largo de la última semana, Esme había llegado a gustarme.

No estaba de acuerdo con su manera de educar a su hijo, pero quería a Edward y con eso me bastaba. Ahora deseaba verle la mirada llena de remordimientos. Ver algo que me indicase que sabía que había hecho mal.

—Deja de mirarme como si fuese un puñetero experimento científico. ¿Qué bicho te ha picado hoy? —dijo Esme, mientras salía de la barra sosteniéndome la mirada. Me estaba evaluando. Intentaba desentrañar lo que sabía.

—¿Por qué no me contaste la verdadera causa de la marcha de Edward? Me dejaste creer que Jacob y yo fuimos los culpables. Arqueó una ceja oscura y estrecha y suspiró.

—Parece que Jacob ha decidido compartir las buenas noticias contigo.

—No creo que haber mentido a tu hijo durante toda su vida sea una buena noticia. Esme tiró de un taburete y se sentó poniendo los ojos en blanco, como si creyese que yo era excesivamente melodramática.

—¿Para qué has venido, Isabella? Ríñeme. Acúsame. Júzgame. Adelante. No pasa nada, estoy acostumbrada. Pero después acuérdate de pasar por la casa de tu antiguo novio y darle el mismo rapapolvo al padre de Edward, ya que estás puesta. El tango se baila en pareja.

—No he venido a juzgarte ni nada de eso. Estoy aquí porque me preocupa Edward. Si me lo hubieses contado, habría ido a buscarle.

—No tenía derecho a explicarlo. Cuando se lo conté a los chicos, se convirtió en su historia. Cuando quisieran contárselo a alguien sería decisión suya. No mía. Además, ¿de qué sirve buscar a quien no quiere que le encuentren? No sirve de nada.

Crucé el bar y me senté en el taburete de al lado. Esme había sabido desde el principio que Edward no se estaba escondiendo de sus problemas. No estaba huyendo. Estaba lidiando con una noticia bomba que le había cambiado la vida.

—¿Por qué me dejaste creer que había huido de mí? ¿O de Jacob? —pregunté mientras buscaba en su semblante alguna señal de remordimiento.

—Porque es mejor así. Siempre serás un muro entre los dos y ahora mismo se necesitan más que nunca. Tal vez no sea la madre perfecta, pero quiero a mi chico. Sé que necesita a su hermano. Tú eres dulce y honesta. Me gustas, de verdad que sí. Eres completamente distinta de lo que pensaba. Pero no eres buena para los muchachos. Te necesitan fuera de sus vidas para poder pasar página y encontrar la manera de afrontar la situación.

Era verdad. Siempre sería un obstáculo que les impediría arreglar las cosas. Quería a Edward. Le quería lo suficiente como para dejarlo marchar.

—Tienes razón —respondí. Esme alargó la mano y me dio unas palmaditas afectuosas en el brazo.

—Eres una buena persona y tienes un gran corazón. Tu madre te educó bien. Agradezco de veras que Edward tuviese tu amor. Me hace sentir bien saber que alguien como tú pudo quererle. Gracias.

Me puse de pie y envolví a Esme entre mis brazos. Se puso rígida, pero acabó relajándose y me devolvió el abrazo. Me pregunté si alguna vez la habrían abrazado. Le di un último apretón antes de soltarla.

—Gracias por hacerme compañía esta semana —dije a través de las lágrimas. Me ofreció una sonrisa triste; sus ojos de color avellana también estaban empañados.

—He disfrutado de estas tardes contigo. Me despedí de ella y me dirigí a la puerta.

—Ha vuelto a la ciudad. Le di tus cartas.

Apreté el pomo de la puerta y me quedé mirando la vieja puerta de madera. Tenía que dejarlo marchar. Preguntarle dónde estaba y cuándo había vuelto sólo lo empeoraría. Tuve que hacer uso de hasta la última gota de mi fuerza de voluntad para girar el pomo y abrir la puerta. Era hora de volver de casa.

                                            ~0o0~

 

—Bella, cariño, ¿estás ahí? —dijo mi padre inmediatamente después de llamar a la puerta. Eché un vistazo al reloj de mi mesita de noche. Eran más de las ocho y mi padre acababa de llegar a casa, lo que era poco habitual.

—Sí —respondí. Abrió la puerta y entró en mi habitación. Tenía marcas de cansancio en la cara, como si hubiese pasado una tarde de mucho estrés.—¿Estás bien? —pregunté recordando la última vez que mi padre había venido a verme preocupado a mi cuarto.

—Sí, estoy bien, sólo quería hablar contigo de una cosa —contestó, y se sentó en la silla púrpura de delante de mi cama. Parecía que se estaba preparando para una larga conversación. Nunca se sentaba en mi silla púrpura.

—Vale —repliqué. Su comportamiento extraño empezaba a ponerme nerviosa.

—Jacob y tú habéis roto. —Sonó como una afirmación, no como una pregunta. De modo que sólo asentí para confirmárselo.

»¿Habéis hablado de algo últimamente? ¿Quizá sobre su familia? ¿Cómo se había enterado? A menos que…

—Sí. Ha sido hoy, de hecho —respondí a la espera de cuál sería su siguiente pregunta.

—¿Qué te ha contado? Su cara de preocupación y su llegada tardía sólo podían significar una cosa. Mi padre había estado reunido.

—Me ha hablado de Edward. No iba a contarle el secreto sin asegurarme de que ya lo supiera por boca de Jacob y de sus padres.

—¿Te ha dicho quién es el padre de Edward? Asentí lentamente, reticente a decir nada más. Mi padre suspiró y apoyó la espalda en la silla.

—Jacob y su madre han venido a verme esta tarde. No llevan bien la noticia. Pero me preocupa Edward. Siento que es el que ha sufrido de forma más injusta. ¿Sabes dónde está? Negué con la cabeza.—¿Me lo contarías si lo supieras? Porque creo que necesita hablar con alguien. Salir huyendo no es lo mejor para él, Bella.

—No, papá. Edward no me ha llamado ni ha venido a verme desde el domingo por la mañana. Pero… ya ha regresado. Esme dijo que estaba en la ciudad. Ha ido a verla.

Mi padre asintió y se frotó la barbilla con barba de tres días; tenía el ceño fruncido. Deseaba ayudar a Edward. La idea de que mi padre quería ayudar a Edward me alegró. Quería levantarme y darle un abrazo, pero seguí quieta. Edward no quería su ayuda, pero eso no pensaba decírselo.

—¿Está enfadado contigo? Me dispuse a decir que no, pero me detuve. No estaba segura de si lo estaba. No había buscado mi ayuda. No me había llamado ni enviado ningún mensaje. Tal vez estaba enfadado conmigo. Quizá se arrepentía de todo.

—Quiero disculparme por las cosas que te dije de él después del velatorio de la abuela. Estaba equivocado. No le conocía. Jacob me ha abierto los ojos. Edward tuvo una infancia difícil y ha superado muchas cosas. Fui injusto con él. Cuando acudió al velatorio de tu abuela y te acompañó a verla, me sorprendí. No encajaba con la etiqueta que le había asignado. Una mala hierba no se mostraría tan atenta con otra persona.

Pero también me asustó. Edward era el hijo de un alborotador. Conocía a Carlisle Cullen en el instituto y sólo traía problemas. No deseaba algo así para ti. Estaba convencido de que la sangre de su padre lo había corrompido de alguna forma. Pero resulta que la sangre que le corre por las venas es la del hombre más admirado de la ciudad. El hombre que, en lugar de cuidar de él, rechazó a su propio hijo. Carlisle quería a ese niño. Me acuerdo de haberle visto con Edward y de haberme sentido asombrado de lo bondadoso que era con su hijo.

El hecho de que Edward no fuese suyo y que lo supiera demuestra lo equivocado que estaba. Siento no haber confiado en ti. Viste el lado bueno de Edward que yo me negué a admitir. Esta vez sí que me levanté de la cama y me acerqué a mi padre. Sin soltar palabra, me senté en su regazo y apoyé la cabeza en su hombro como hacía de pequeña.

—No pasa nada, papá. Tenías buenas intenciones. Tratabas de protegerme. Pero tienes razón, Edward es especial. No sé cómo, pero el abandono que sufrió de pequeño no pudo con él. Si llegas a conocerle, le querrás. Es difícil no quererle.

—¿Tú le quieres?

—Sí, y por eso voy a dejarlo marchar. No puede estar conmigo y salvar su relación con Jacob. Siempre le recordaré su traición. Ahora lo comprendo. Mi padre me acarició el brazo y me abrazó con fuerza.

—No quiero verte sufrir, pero tienes razón. No veo otro modo. Esos dos muchachos tienen un largo camino por delante. Se necesitan.

—Lo sé.

—Pero duele —respondió mi padre.

—Sí, duele.

 

 

Pov Edward

Caminé de un lado a otro por el pabellón deportivo a la espera de que apareciese Jacob. Le había enviado un mensaje para que se reuniese allí conmigo. Antes de ver a Bella, tenía que hablar con Jacob. Sin que nuestros puños se interpusieran. Jacob había sido mi hermano desde que éramos pequeños. Incluso antes de saber que compartíamos al mismo padre.

Le quería.

Mis acciones no lo demostraban, pero así era. Bella era el único motivo por el que estaba dispuesto a pelear con él. Sabía que ninguna excusa serviría para arreglar las cosas, pero necesitaba que al menos me escuchase. No quería que odiase a Bella. Ella no merecía su odio. Pensé en lo que podría decir para no parecer débil o superficial. Jacob era la segunda persona más importante de mi vida. Pero tres años antes me había arrebatado a la única persona a la que escogería por delante de él. Ya era hora de que la recuperase.

Poco importaba lo que él creyese, yo la quería más. Yo la comprendía. La pesada puerta se cerró de golpe y levanté la cabeza de un respingo, ahí estaba Jacob con una expresión severa. Maldición, no quería volver a pelear. Esta vez quería hablar. Tenía el aspecto de un hombre dispuesto a recibir una paliza.

—Has vuelto. Ya era hora —dijo manteniendo las distancias.

—Sí. Necesitaba un poco de tiempo para ordenar las ideas. Jacob soltó una risa dura y fría.

—¿De verdad? Bueno, quizá puedas ordenar toda esta mierda por mí porque yo no soy capaz.

Hasta que Jacob salió de la iglesia y me encontró con Bella, nunca le había oído soltar una palabrota. Ahora su boca se estaba volviendo tan sucia como la mía. Reprimí una sonrisa. No tendría que gustarme que mi primo perfecto empezase a resquebrajarse.

—¿Has hablado con Bella? —pregunté, cruzándome de brazos y apoyando la espalda en las taquillas. Jacob frunció el ceño y empezó a negar con la cabeza, pero se detuvo y soltó un suspiro.

—Sí, una vez. Le expliqué lo de papá. Creí que necesitaba saber por qué te habías ido de la ciudad. Pensaba que te habías marchado por su culpa. No quería que siguiera pensando que todo era culpa suya.

¿Pensaba que era por ella? Mierda.

No se me había ocurrido. Cogí el móvil que tenía en el bolsillo. Tenía que encenderlo y leer sus mensajes. ¿La había dejado aquí sola y preocupada? ¿No sabía que yo estaba bien? ¿No le había explicado mi madre que estaba lidiando con problemas familiares?

—Ha tenido una semana difícil —dijo Jacob y nuestras miradas se encontraron. ¿A qué se refería? ¿Había estado preocupada?

—¿Y eso? —pregunté, examinando su cara en busca de signos de vida. Se pasó la mano por el pelo oscuro y soltó un suspiro frustrado.

—Bueno, a mucha gente no le gustó que me engañara contigo. ¿Qué coño quería decir eso? ¿A quién narices le importaba?

—Explícate —exigí, dando un paso hacia él y hacia la puerta.

—Ha tenido que aguantar que alguna gente se haya puesto de mi lado. Eso es todo. ¿Le habían hecho el vacío? ¿Estaba sola ahí dentro?

—¿Qué gente? —bufé. Jacob levantó las manos.

—Cálmate. Tenemos que hablarlo primero. Bella está bien. Me aseguré de que estuviese bien.

—¿Estás seguro de que está bien?—Necesitaba que me lo confirmara. No sería capaz de concentrarme en esa conversación si no estaba seguro de que Bells estaba bien.

—Sí, estoy seguro. Asintiendo, metí las manos en los bolsillos de los vaqueros y volví a apoyarme en la taquilla.

—Vale, tú primero —dije.

Le había pedido que se encontrase conmigo aquí, pero se notaba que tenía cosas que decir. Iba a dejar que empezase él, era lo menos que se merecía. Jacob se sentó en el banquillo. Parecía tan derrotado como yo. Jamás habíamos tenido ninguna pelea que hubiese durado más de diez minutos y unos cuantos puñetazos. Ahora, era muy posible que nunca pudiésemos superar esto.

—Conozco a la verdadera Isabella. Comprendo que tú la conoces mejor que yo. Os parecéis tanto. Pero nunca creí que fuese perfecta. Nunca esperé que fuese tan buena. Quiero a la verdadera Bella. La he amado desde que éramos pequeños. Igual que tú, Edward. Me robó el corazón antes de saber qué significaba. —Hizo una pausa y se frotó la cara con la mano—. Pero tú eres mi hermano. Has sido mi hermano toda mi vida. Incluso antes de saber que teníamos el mismo padre. Por mucho que quiera odiarte, no puedo. Bella te eligió. Es difícil alejarse de ella. Eso lo comprendo claramente. No estaba seguro de si esto significaba que estaba perdonado, pero no iba a renunciar a ella si era eso lo que pensaba. Podía ser mi hermano, pero no la dejaría escapar por él.

—Voy a luchar por ella —respondí. Tenía que entenderlo. Jacob asintió.

—Lo sé. Pero no tendrás que pelear mucho. Es a ti a quien quiere. ¿Había hablado de mí con ella? ¿Había intentado recuperarla?

—¿Te lo ha dicho ella? —Dios mío, esperaba que sí. Jacob levantó la cabeza y sus labios dibujaron una sonrisa tensa.

—¿Hace falta? Sus acciones hablan más alto que cualquier palabra. No puedo pelear por alguien que no me quiere. ¿Qué sentido tiene? Yo lucharía por ella. Le haría ver que era a mí a quien quería. Ni en broma me habría echado atrás con tanta facilidad, de estar en su lugar. Ésta era otra prueba de que yo la amaba más. Siempre había sido así.

—¿Y tú y yo, estaremos bien? —pregunté. Necesitaba saber si esto significaba que iba a perderle. Jacob se puso de pie y se encogió hombros.

—Puede que algún día. Ahora mismo, necesito tiempo. Eso no cambia el hecho de que llevamos la misma sangre. Sólo necesito un poco de distancia. Con… todo. El hijo bastardo de su padre le había robado la novia. Lo comprendía. Era un milagro que no me odiase.

—Estaré aquí cuando estés listo —le dije.

—Sí, lo sé —asintió.


Holiwis mis chicas!!!

Aparecio Edward, ahhhhhhhhhhh dsajdhjas (corre en circulos) si aparecio el tan esperado. 

Que piensan de la decision de Bella, creen que esta bien?

Nos vemos en el otro capitulo, las quiero SabriiCullen<3

 

 

 

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