El chico malo (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 26/08/2013
Fecha Actualización: 05/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 100
Visitas: 74343
Capítulos: 37

Atrévete a sentir el lado rebelde del amor.

Edward era el chico malo de la ciudad y yo la chica buena. Se suponía que no debía ocurrir.

Edward Cullen es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Bella, que tiene a Jacob al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?


 

Hola esta historia no es mía... esta basada en el libro el chico malo de Abby Glines.. yo solo cambie los personajes, con mi saga favorita... espero que le guste y dejen sus comentarios y votitos...

Tambien si quieren pueden pasar por mi otra historia, se llama

" Mi Hermoso Desastre"....

Las kieroo SabriiCullen<3

"actualizo todos los miercoles y sabado"

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 28: Capitulo 26...

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Abby Glines y Stephenie Meyer...

 


 

Pov Bella

Antes de que pudiese cerrar la puerta, Jacob se plantó delante de mí. Parecía que no hubiese dormido en toda la noche y tenía un corte en la nariz y un moretón debajo del ojo derecho.

—¿Qué ha ocurrido?

—¿Dónde está? —exigió él, interrumpiendo mi pregunta. Negué con la cabeza, observándolo fijamente mientras intentaba descifrar por qué estaba tan decidido a encontrar a Edward.

—Te he dicho que no lo sé. Me marché y fui a ver a Alice. Pasé la noche en su dormitorio y he regresado esta mañana.

Jacob musitó algo que sonaba como una palabrota y los ojos se me abrieron como platos. El sol brillaba sobre su cara, permitiéndome ver la hinchazón en su mejilla. Por lo que parecía, el día antes se había encontrado con Edward.

—¿Ha sido…? —Alargué el brazo para tocarle la cara, pero la apartó de un manotazo con una mueca de asco.

—No me toques. Tú te lo has buscado, ahora enfréntate a las consecuencias. Ya no tienes derecho a tocarme. Tenía razón, claro. Simplemente, asentí. Su ojos se iluminaron de ira.

—Es por tu culpa, ¿sabes? Se ha ido por tu culpa. Le has destrozado la vida. Espero que valiese la pena.

La voz de Jacob estaba empapada de la misma rabia que le brillaba en los ojos.

Una cosa estaba clara: me odiaba.

Pasé a su lado y me alejé caminando. Dolía demasiado ver ese odio dirigido a mí. Tenía que encontrar a Edward. No haberle llamado el día antes había sido un error, pero me negaba a creer que hubiese salido huyendo. Había estado dispuesto a luchar por mí. Por el aspecto maltrecho de la cara de Jacob, acabó peleando por mí. Era hora de que me olvidase de la cautela y fuese a por lo que deseaba.

Y deseaba a Edward.

Ocho horas después, estaba de pie delante del bar en el que trabajaba Esme Cullen mirando fijamente la entrada. Nunca había estado aquí durante el día. La pintura desconchada y la deteriorada puerta no se notaban durante la noche. Edward no había aparecido por el instituto. Gente que antes hablaba conmigo, ahora me trataban como si no existiese.

Me habría molestado si no hubiese estado tan preocupada por Edward. Le había enviado varios mensajes, pero no había obtenido respuesta. Jacob sólo se había dignado lanzarme una mirada furibunda cuando salió al pabellón deportivo, después de las clases, pasó por delante de mi taquilla y sacudió la cabeza como si me culpase de la ausencia de su primo. El temor a que tuviese razón había empeorado a lo largo del día.

Debería haberle llamado el día antes, no, debería haber permanecido a su lado. En vez de eso, a la primera señal de problemas, mentí y dejé que cargara con el muerto. Soy una persona horrible. La puerta del bar se abrió y apareció Esme mirándome directamente, con una mano apoyada en la cadera. Su largo cabello oscuro estaba recogido a un lado en una cola baja y llevaba un par de vaqueros estrechos y una sudadera holgada. Era la primera vez que la veía tan tapada.

—Bueno, entra de una vez. ¿Hasta cuándo piensas quedarte ahí contemplando la puerta?

Edward no estaba allí, pero quizá Esme sabía dónde encontrarle. Me apresuré tras ella, después de que se volviese con resolución y se dirigiese al interior. El bar resultaba distinto a las tres de la tarde. Las cortinas y las ventanas estaban abiertas, dejando que entrase la luz del sol y que una brisa recorriese el local. Casi conseguía disipar el hedor a cerveza pasada y cigarrillos… casi.

—Se fue ayer. Tampoco ha venido a casa. Has fastidiado bien a estos dos chicos, niña. Esme sacudió la cabeza mientras secaba los vasos y los dejaba encima de la barra.

—Lo sé. Tengo que arreglarlo. Hizo un gesto de incredulidad y soltó una carcajada amarga.

—Eso estaría bien, pero el daño está hecho. Esos dos estuvieron a punto de darse una paliza de muerte aquí dentro. Has hecho que se vuelvan locos. Nunca habría creído que una chica se interpondría entre ellos, pero tampoco creí que te molestarías en mirar dos veces a Edward. Cuando empezaste a demostrar un poco de interés en él, supe que todo se iría a hacer puñetas en menos que canta un gallo. Siempre has sido el punto débil de mi niño.

Me dejé caer en un taburete delante de la barra. Notaba el peso de la culpa en el estómago. ¿Qué le había hecho a Edward? ¿Cómo podía decir que le amaba y hacerle tanto daño? El amor no debía ser egoísta.

—Soy una persona horrible. Lo borraría todo si pudiese. No puedo creer que le haya hecho esto. Esme se detuvo y alzó una ceja delicadamente esculpida.

—¿A quién?

—A Edward —respondí, frunciendo el entrecejo. Una sonrisa triste le iluminó la cara y sacudió la cabeza.

—Bueno, supongo que no es tan idiota como pensaba. Suponía que lo había echado todo por la borda por una chica que sólo buscaba pasar un buen rato. No creía que te importase de verdad. Habría querido enfadarme, pero no podía. No había hecho nada para demostrar que Edward me importaba. El amor no tendría que destrozarte la vida.

—¿Sabe dónde está? Sólo quiero hablar con él. Tengo que arreglar esto. Esme soltó un suspiro y dejó el vaso que tenía en la mano sobre la repisa antes de mirarme a los ojos.

—No, Isabella, no lo sé. Se marchó después de partirle la cara a su primo. Estaba dolido y furioso. Supongo que necesita un poco de tiempo y entonces saldrá de su escondrijo. Por ahora, será mejor que te preocupes de solucionar tus problemas con Jacob. Negué con la cabeza.

—No hay nada que solucionar con Jacob. Me odia. Lo único que puedo hacer es esperar que algún día lo comprenda, pero no tengo tiempo de preocuparme por él. Esme apoyó los dos codos en la barra y me miró fijamente un momento.

—¿Me estás diciendo que no piensas volver con él? ¿No te preocupa perder el elegante futuro que planeaba ofrecerte? No tenía ningún futuro con Jacob. Lo había sabido desde el principio.

—Quiero a Jacob, pero no estoy enamorada de él. Nunca pretendí que lo nuestro fuese para siempre. Lo único que quiero de él es que perdone a Edward. Esme asintió y me dio una palmadita en el brazo.

—Creo que me estás empezando a gustar, niña. Quién lo habría pensado. Hay que ver, bueno, cosas más raras se han visto.

Mis labios dibujaron una sonrisa por primera vez en todo el día. Acababa de recordarme a Edward. Su expresión divertida y los mismos ojos de color avellana.

—Tengo que hablar con él. Por favor, en cuanto le vea, dígale que me llame.

Esme asintió y volvió a la tarea de secar vasos. Me levanté y me dirigí a la puerta. La carta que le había escrito durante la clase de literatura disculpándome y suplicándole que hablase conmigo estaba en mi bolsillo. Había pensado meterla por la rendija de su taquilla, pero Edward no apareció por el instituto. Me la saqué del bolsillo y retrocedí hacia la barra.

—¿Puede darle esto de mi parte, cuando lo vea? —pregunté, deslizando el papel doblado sobre la barra. Alargó el brazo y lo cogió mirándome a los ojos.

—Claro, corazón. Me aseguraré de que lo reciba.

Los dos coches de mis padres estaban en la entrada cuando llegué a las cinco. Había llegado el momento de dar la cara. Nadie me recibió en la puerta, lo que era buena señal. Puse un pie dentro de la casa y me encontré con la mirada penetrante de mi padre. Estaba sentado en el sillón reclinable, mirándome por encima de sus gafas de lectura. Estaba dolido, enfadado y decepcionado. Lo leía en sus ojos. Dejé el bolso en la mesita y me hundí en el sofá enfrente del sillón.

—Me alegro de que hayas llegado a casa. Tu breve mensaje de texto comunicándome que estabas bien y que pasarías la noche con Alice no fue precisamente tranquilizador. Tu madre ha tenido que meterse en la cama por culpa de la jaqueca que le has provocado.

—Lo siento, papá —respondí. Lamentaba sinceramente haberlos preocupado. Aunque lo habría vuelto a hacer sin pensarlo dos veces.

—Conque lo sientes, ¿eh? Tengo que decir que me alegro de que te las arreglaras para llegar a tiempo a clase y visitar la tumba de tu abuela. No pongas cara de sorprendida. La visito todos los días y he visto la rosa en su lápida. Sólo tú le llevarías una sola rosa de su rosal. A nadie más se le ocurriría. Eres una buena chica, Bella. Siempre lo has sido, pero este verano tu comportamiento ha sido extraño y tenemos que enderezarlo.

Si lo supiera, echaría toda la culpa a Edward. Quería que la culpa la tuviese otro. La idea de que su hija podía ser una gran farsante ni siquiera se le pasó por la cabeza.

—Edward Cullen también ha desaparecido. Todo el mundo pensaba que os habíais escapado juntos. Pero me enviaste un mensaje diciendo que estabas con Alice y cuando llamé para comprobarlo el tutor de su residencia me lo confirmó. Así que no estabas con él, pero es tremendamente sospechoso que él también haya desaparecido y que Jacob tenga un ojo morado. ¿Qué ocurrió ayer, Isabella?

Estaba preguntando, pero también estaba claro que no quería saber la verdad. Sacudí la cabeza.

—Me peleé con Jacob y rompimos. Me escapé para ver a Alice . Eso es todo lo que sé.

Le estaba pillando el truco a esto de mentir. No era algo de lo que estar orgullosa. Mi padre asintió y cerró el libro que tenía en el regazo.

—Bien. No me gustaría enterarme de que estás enredada con alguien de la calaña de Edward. Que hayas roto con Jacob seguramente también será bueno. Los dos ibais demasiado en serio y el año que viene empezaréis la universidad. Tienes que ser libre para concentrarte en tu futuro. Se puso de pie y dejó el libro en la mesita. Sus ojos Marrones buscaron los míos.

—Las malas compañías acaban por corrompernos, como ya sabes.

Le observé mientras se dirigía a su dormitorio. Conocía la importancia de una buena conducta, pero su bondad parecía ser selectiva, se fijaba en los defectos de los demás, pero no en los suyos.

Como sus prejuicios, que le impulsaban a condenar a Edward sin siquiera conocerlo.


hola!!! volvi!! :)

Edward se fue.. nooooo por dios dejo a Bella sola!!!! que pasara ahora. Lo se el capitulo es corto, lo siento.

bien empezemos:

se acuerdan que dije que me iba a tomas un tiempo con los fics y bla bla bla bla... bien les explicare...

Ehhh, esa semana, para mi era una semana de mierd* tenie toda la tensión de la escuela, porque creia que me iba a llevar una materia (estupida Geografia) y creo que me la desquite con ustedes. Gracias a dios no me la lleve! Wiiii (*_*)/

Lo siento mis chicas, de enserio, no tengo perdon de dios, si quieren linchemen o metenme lo meresco.

Pero aca estoy y es gracias:

1_ a las brujas (en plural) y no brujas que me dieron su apoyo, muchas gracias.!!!

2_ ver la pelicula que estaba esperando todo el año, que fue En Llamas ( esta muy buena la pelicula chicas, se las recomiendo. les recomiendo la saga).

3_ y tres pero no menos importante, mi dosis diaria de los videos de Hola Soy German! :) jaja! (tambien se los recomiendo, busquelon con ese nombre :)

bueno no las aburro mas!!! besitos SabriiCullen<3

Capítulo 27: Capitulo 25... Capítulo 29: Capitulo 27...

 
14443389 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10760 usuarios