El chico malo (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 26/08/2013
Fecha Actualización: 05/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 100
Visitas: 74344
Capítulos: 37

Atrévete a sentir el lado rebelde del amor.

Edward era el chico malo de la ciudad y yo la chica buena. Se suponía que no debía ocurrir.

Edward Cullen es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Bella, que tiene a Jacob al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?


 

Hola esta historia no es mía... esta basada en el libro el chico malo de Abby Glines.. yo solo cambie los personajes, con mi saga favorita... espero que le guste y dejen sus comentarios y votitos...

Tambien si quieren pueden pasar por mi otra historia, se llama

" Mi Hermoso Desastre"....

Las kieroo SabriiCullen<3

"actualizo todos los miercoles y sabado"

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Capítulo 16: Capitulo 14...

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Abby Glines y Stephenie Meyer...


 

Pov Edward

—No sé si van a poder recuperarse de esto — comenté mientras abría la puerta y ayudaba a Bella a entrar en la camioneta.

—¿De qué? —preguntó con el ceño fruncido.

¿De verdad no sabía a qué me refería o intentaba fingir que no era para tanto?

Porque lo era.

Mi aparición en la iglesia fue un paso que había tomado a sabiendas de que Jacob lo descubriría. No me importaban las repercusiones, no soportaba la idea de que Bella estuviese sola sin nadie que supiera por lo que estaba pasando. Me necesitaba.

—Hablarán, Bells —dije con cuidado, esperando a ver si había estado tan inmersa en sus sentimientos por la pérdida de su abuela que no había pensado en el mensaje que acabábamos de enviar al salir de allí juntos. Se encogió de hombros.

—Y qué. Es lo que siempre hacen, Edward. Hablan. Ya se les pasará.

Que me partan si no estaba deseando arrastrarme adentro y empujarla contra los ajados asientos de cuero y besarla hasta que los dos estuviésemos pidiendo más.

Pero no era el momento. Cerré la puerta, le di la vuelta al coche y entré. No pregunté si quería ir a casa. Iba a llevarla a la mía. Mi madre trabajaba esa noche y quería a Bells en mi habitación. Quería verla en mi espacio. Saber qué se sentía. Olerla incluso después de que se hubiese marchado. Bella se deslizó en el asiento hasta que estuvo a mi lado.

—¿Adónde vamos?

—¿Importa? —pregunté, en lugar de contestar. Soltó un suspiro triste.

—No. La verdad es que no. Mientras esté contigo.

El corazón me latía contra el pecho y la bestia posesiva de mi interior rugió de placer.

Era mía.

Tenía que solucionar esto. No podía devolvérsela a Jacob.

—Quiero verte en mi habitación. Quiero que mis almohadas huelan a ti. Quiero verte tumbada en mi cama y grabar esa imagen en mi memoria. Bella ladeó la cabeza para mirarme. Miré de reojo sus grandes ojos marrones antes de devolver la vista a la carretera.

—¿Desde cuándo eres tan tierno y encantador?

Desde que había estado enterrando en lo más profundo a la única chica a la que había amado. Aunque no se lo dije. No estaba lista para que le confesase mis sentimientos. La última vez que le dije cómo me sentía se quedó paralizada.

—¿No me digas que te acabas de dar cuenta de lo encantador que soy?

Soltó una risita y apoyó los labios en mi brazo para no reír en voz alta. Me encantaba su risa. Y más aún después de haber visto cómo se derrumbaba y lloraba, poco antes. Eso me había hecho trizas. No quería que estuviese triste. No quería que sufriese ningún dolor. Sólo deseaba protegerla de todo.

Sabía que sonaba ridículo, pero no podía evitar sentirme así. Detuve la camioneta entre los robles que conducían a la entrada del aparcamiento de caravanas donde había residido toda mi vida, me incliné y besé a Bella en la coronilla. Así era como tendría que haber sido desde el principio. Bella a mi lado. Así era como tenía que ser.

—¿Y qué vamos a hacer en tu habitación? — preguntó ella. Abrí la puerta y deslicé la mano por su muslo, tirando de Bella hacia mí para bajarla al suelo.

—¿Monopoly? —respondí con una sonrisa de suficiencia.

Ella me puso las manos en los hombros, la cogí en brazos y la deposité en el suelo.

—No se me da bien el Monopoly. Ya lo sabes. Más bien era terrible al Monopoly. Cuando éramos pequeños, Jacob siempre la dejaba ganar. Pero yo no. Yo siempre me quedaba incluso con su último billete.

A Bella no le gustaban las cosas fáciles. Le gustaban los desafíos. Ya entonces me daba cuenta de ello.

—Sí, se te da mal —convine y le pasé la mano por la cintura, guiándola hasta la puerta de la caravana—. Podemos jugar al strip póquer. Bella rió y negó con la cabeza.

—También me ganabas siempre. Al menos al póquer. Estaré desnuda en menos de un cuarto de hora.

—Vale, me has convencido. Jugaremos al strip póquer —interrumpí.

—Si me quieres desnuda, no tienes que ganarme a las cartas —respondió en tono provocador. Sí. Ésta era mi chica.

—Hecho. Desnúdate —ordené mientras cerraba la puerta detrás de nosotros.

Bella echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada. La tristeza que acechaba en su mirada había desaparecido. Eso era lo que quería conseguir. Bueno, también la quería desnuda, pero no había sido mi prioridad principal. Eso estaba en segundo lugar.

—¿Puedo beber algo primero? —preguntó Bella, pasándome la mano por el pecho.

—Supongo, si eso es lo que quieres… —respondí, bajando la cabeza para besarle la línea de la mandíbula y la suave piel de detrás de la oreja. Bella dejó caer las manos detrás de mi cuello y se arqueó contra mí. Si seguía así, no llegaríamos a mi habitación.

—He cambiado de idea —susurró antes de bajar la mano hasta mis vaqueros para tirar del botón.

—¿Estás segura? —pregunté, mordisqueándole el lóbulo de la oreja. Se estremeció en mis brazos y asintió. Esto no podía estar mal, sentaba demasiado bien.

—Esto sobra —murmuró mientras me desabrochaba los tejanos y empezaba a bajármelos. Yo también quería quitármelos, pero no en el salón. La quería en mi habitación. Sobre mis sábanas. Para poder olerla cuando no estuviese.

—A mi habitación —ordené, mientras dibujaba un camino de besos por su cuello.

El escalofrío que le recorrió el cuerpo sólo sirvió para excitarme aún más. Bajé las manos y le subí el bajo del vestido para acariciarla. Me quedé paralizado y seguí mirándola mientras mi mano encontraba la fina tira.

—Madre mía, ¿llevas tanga? Tenía que sacarle el vestido ya.

La chica buena era en realidad traviesa y yo amaba cada centímetro de su cuerpo. Bella simplemente asintió, y apretó los labios para esconder una sonrisa divertida. Le encantaba saber que podía hacerme perder la cabeza.

—Fuera. Quiero este vestido fuera ya —ordené.

No esperé a que me ayudase. Encontré la cremallera y la bajé por la curva de sus caderas, entonces dejé que cayese por sus hombros. La tela cayó olvidada al suelo, y permanecí de pie absorbiendo la visión de Bella con un sujetador negro de encaje y un tanga casi invisible a conjunto.

No le veía sentido al hecho de llevar un tanga que tapase tan poco, pero no pensaba quejarme. Estaban alimentando muy positivamente mi imaginación.

—Lo siento, cariño, pero no puedo llegar hasta la habitación —me disculpé antes de capturar su boca con la mía.

La necesitaba en ese momento. Necesitaba saborearla. Sentirla cerca.

Saber que era mía.

El hecho de que Bella interrumpiera nuestro beso fue la única advertencia que tuve antes de que se dejase caer de rodillas enfrente de mí. Oh, no. No lo iba a hacer.

—Levántate, Bells. Ahora mismo. —Bajé la mano, pero ella la apartó mientras me bajaba los vaqueros y los calzoncillos.

»Lo digo en serio, Bells. No vas a… ¡joder! Quería que parase, porque no debería estar de rodillas delante de mí. Era mi Bells. Pero la sensación era tan increíble que no pude apartarme.

Tener a Bella allí era en verdad increíble. Me costaba ordenar mis pensamientos. Deslicé las manos por su pelo. Ésta era mi Bells.

—Eres preciosa. Esto es… —Las palabras se me escaparon de la boca. La dejé hacer hasta que ya no pude más. Extendí los brazos, la cogí por las axilas y la aprisioné contra la pared.

»Me vuelves loco. Lo único que quiero hacer es tocarte —dije, dispuesto a hacerle el amor.

—Entra, Edward. Por favor —suplicó Bella. Me eché atrás y respiré hondo varias veces.

—Bells, no me puedes decir ese tipo de cosas — expliqué mientras la hacía mía.

¿Cómo era posible que la sensación fuese aún más perfecta que la primera vez?

Bells me puso las manos a cada lado de la cara y subió las caderas, de modo que me hundí más en su interior. El ardor de sus ojos hizo que me estremeciera.

—Fuerte, Edward Cullen.

Isabella Swan acabaría matándome.


Hola aca esta el capitulo...

despues de tanta tristeza... buenoo ya sabemos lo que paso jaja!

espero que les guste el capitulo, gracias a todas las que me leen y comentan... 

besiitos nos vemos el miercoles!

SabriiCullen!

Capítulo 15: Capitulo 13... Capítulo 17: Capitulo 15...

 
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