El chico malo (+18)

Autor: sabriicullen
Género: Romance
Fecha Creación: 26/08/2013
Fecha Actualización: 05/01/2014
Finalizado: SI
Votos: 24
Comentarios: 100
Visitas: 74345
Capítulos: 37

Atrévete a sentir el lado rebelde del amor.

Edward era el chico malo de la ciudad y yo la chica buena. Se suponía que no debía ocurrir.

Edward Cullen es maleducado y peligroso, el típico chico malo. Entonces, ¿por qué la buena de Bella, que tiene a Jacob al novio perfecto, no puede evitar sentirse irresistiblemente atraída por él?


 

Hola esta historia no es mía... esta basada en el libro el chico malo de Abby Glines.. yo solo cambie los personajes, con mi saga favorita... espero que le guste y dejen sus comentarios y votitos...

Tambien si quieren pueden pasar por mi otra historia, se llama

" Mi Hermoso Desastre"....

Las kieroo SabriiCullen<3

"actualizo todos los miercoles y sabado"

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Capítulo 9: Capitulo 8...

La historia y los personajes no me pertenecen. Pertenecen a Abby Glines y a mi amada Stephenie Meyer... 

 


 

Pov Edward

Me senté bajo el viejo roble y coloqué a Bella en mi regazo. Sus brazos se tensaron en torno a mi cuello mientras sollozaba lastimosamente contra mi pecho. Tenía miedo de preguntarle qué ocurría. En lugar de eso, la abracé y esperé.

Cada uno de sus lamentos me producía un dolor en el pecho, y me costaba respirar. No fue fácil esperar ahí sentado a que se calmara lo suficiente como para contarme a quién tenía que ir a partirle la cara.

Todo su cuerpo se sacudió en un gran sollozo y la acuné con más fuerza contra mí. Se me encogía el corazón con cada temblor de su cuerpo. Incluso de niños no soportaba verla triste. El día que un niño la hizo llorar en el patio de la escuela, acabé por estampar su cabeza contra el suelo. Me gané dos días de suspensión, pero valió la pena. Nadie más volvió a molestarla. Sabían lo que les convenía.

Los sollozos se fueron convirtiendo en pequeños quejidos. Bajé la vista y nuestras miradas se encontraron cuando levantó la cabeza de mi pecho sudado. Con sus grandes ojos color chocolate observándome, la opresión que sentía en el pecho empezó a palpitar. Si alguien le había hecho daño, le mataría. Si Jacob había sido el culpable, acabaría con él. Fuese o no fuese mi primo, nadie tenía derecho a hacer llorar a Bella.

—Anoche mi abuela tuvo un infarto. Nos ha dejado —musitó. Eso no me lo esperaba.

—Lo siento, cariño.

—Abrázame, por favor —contestó.

Si pudiera, la abrazaría para siempre.

Con mucho cuidado le aparté el pelo de la cara, que tenía llena de lágrimas, y se lo puse detrás de las orejas. Miró hacia abajo y se puso tensa al darse cuenta de que yo no llevaba camiseta. Ahora mi pecho no sólo estaba empapado de sudor, sino también de lágrimas.

Iba a decirle algo, pero su mano subió por mi torso y empezó a secarlo suavemente, y las palabras se me atragantaron. Sabía que no debía dejar que lo hiciera, pero fui incapaz de sentirme culpable. Se acomodó en mi regazo hasta que estuvo sentada a horcajadas sobre mí. El corazón me golpeaba contra las costillas con tanta fuerza que ella tenía que notarlo. Necesitaba ponerle freno a aquella situación.

—Edward. Aparté la vista de sus manos sobre mi pecho y la miré a la cara. Había una pregunta en su mirada. La veía claramente. ¿Era eso lo que necesitaba en ese momento? ¿Estaba mal dejar que lidiase con su dolor haciendo algo que después sólo le provocaría aún más sufrimiento? Las lágrimas se le habían secado. Tenía la boca entreabierta y tomaba profundas bocanadas de aire. Demonios.

—Sí —respondí en tono ahogado.

Apartó las manos de mi pecho y me dispuse a inspirar intensamente para aliviar mis pulmones privados de oxígeno, pero entonces comprendí por qué había detenido aquellas inocentes caricias que me volvían loco.

La inspiración se me atragantó cuando se quitó la camiseta. Sin apartar los ojos de mí, soltó la diminuta prenda de tirantes sobre la hierba. Creía que no había nada más sexy que Bella en biquini. Estaba muy equivocado. Bella en un sujetador blanco de encaje era de lejos lo más sexy que había visto en mi vida.

—Bells, ¿qué estás haciendo? —pregunté en un susurro ronco.

Intenté obligarme a mirarla a la cara para juzgar en qué estaba pensando, pero no podía apartar la vista de la suave piel morena que sobresalía por encima del sujetador. Deseaba tanto apartar el encaje y ver sus pezones por primera vez.

—Tócame —murmuró.

El hecho de que era la chica de Jacob ya no parecía importar. No podía decir que no. Joder, no podía decirme que no a mí mismo.

Tracé una línea desde su clavícula hasta su escote. Jadeó con fuerza y se hundió en mi regazo, presionando mi sexo. Si seguía así, me iba a poner frenético. Como si pudiese leerme la mente y quisiera ponerme a prueba, contoneó un poco el culo sobre mi falda.

—Oh, mierda —gemí, asiéndole la cara y apretando su boca contra la mía.

En el momento en que su boca tocó la mía el mundo empezó a dar vueltas. Yo había perdido la virginidad a los trece años, y desde entonces había habido muchas chicas, pero nada me había preparado para esa sensación. Bella me rodeó el cuello con los brazos y apretó su pecho, que ahora estaba desnudo, contra el mío provocando que me estremeciera por primera vez en la vida. Seguí trazando un sendero de besos desde su boca hasta la oreja y bajé por su cuello. Había cruzado la raya al besarla y acariciarla. Tenía que ponerle freno.

—Edward, por favor —suplicó y se sentó sobre las rodillas, ofreciéndose.

Era débil y estaba más excitado de lo que nunca en mi vida lo había estado. Solté un gruñido mientras le lamía el pecho y le levantaba las caderas para sentir su calor.

—Oh —jadeó mientras me agarraba con fuerza los brazos y me apretaba.

Estaba temblando.

Necesitaba más.

Tenía que pararlo.

No deberíamos estar haciéndolo. Bella estaba conmocionada. Bella pertenecía a Jacob. Paré y cerré los ojos con fuerza. Joder. ¿Cómo se suponía que iba a controlarme? Bella se removió en mi regazo y pensé que iba a levantarse, pero su cálido aliento me acarició la piel justo debajo del ombligo. Antes de que pudiese reaccionar, sacó la lengua y me lamió el tatuaje que tenía en el lado izquierdo, peligrosamente cerca la cadera. Abrí la boca para decirle que parase cuando su mano subió por mi pierna.

—Joder —gemí, apretándome contra su mano.

Parecía incapaz de dominar mi propio cuerpo. Bella había conseguido tomar el control. Cuando acarició con el dedo la cintura de mis pantalones y empezó a desabrocharlos, conseguí reunir un poco de fuerza de voluntad.

Cubrí su mano con la mía y la mantuve donde estaba. No podía permitir que lo hiciese. Estaba intentando olvidar su dolor con un poco de placer y, por mucho que quisiera ayudarla, no podía. Al fin y al cabo, tenía una puñetera conciencia.

—Bells, cariño, no podemos hacerlo. Estás conmocionada —conseguí decir en un susurro ronco. El corazón me seguía martilleando contra el pecho.

—Necesito tocarte, Edward. Por favor —susurró, gateando otra vez hasta mi regazo y trazándome una hilera de besos por el cuello.

Jacob. Tenía que acordarme de Jacob.

»Tócame un poco más —suplicó, echándose atrás y mirándome con sus ojos tristes y necesitados.

No podía decirle que no. Ya no.

Había dejado que llegase demasiado lejos. Estaba enganchado. Deslicé las manos desde su cintura hasta la parte inferior de sus pechos antes de cubrirlos con las manos. Joder, eran perfectos. Ella era perfecta.

—Dime dónde quieres que te toque —dije yo. Necesitaba que fuese ella la que me guiase. Arqueó la espalda, apretando más el pecho contra mis manos.

—Así está bien —replicó jadeando con suavidad.

Ver cómo inclinaba la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados como si estuviese en pleno orgasmo hizo que todo lo demás se desvaneciera.

Necesitaba más. Necesitaba volver a verlo.

Volví a deslizar una mano por su estómago, la moví hasta su muslo y la pasé por el interior de sus pantalones cortos hasta que sentí la tela húmeda de sus braguitas. Se estremeció y soltó un gritito.

»Oh, Edward —gimió, temblando en mis brazos.

Sabía lo que necesitaba. Quizá iba a arrastrarme al infierno, pero estaba dispuesto a dárselo. Si esto era lo que necesitaba, me aseguraría de que lo tuviese.

—Eres como estar en el paraíso, Bells.

Bajé la cabeza y la besé. Deseaba tanto estar con ella. Pero no era el momento. Se trataba de ayudarla a ella, no a mí.

—Edward… por favor… Dios… Oh… por favor… más… por favor —resolló. Estaba cerca. Lo sentía. Y yo también lo estaba.

—Vamos —la animé antes de morderla con suavidad.

—¡Edward! —gritó, y soltando un gemido.

Más de una hora después, la sostuve mientras se acurrucaba en mi regazo. Estaba esperando que me invadiese el horror por lo que acababa de hacer. Pero tener a Bella entre mis brazos no me ayudaba a reunir los remordimientos que se suponía que debía sentir. En lugar de eso, por fin me sentía vivo.


Holaa...

primero que hago actualizando un miercoles? bueno.. como el fic es largo me parecia que actualizar un dia solo era poco asi que aqui estoy! 

Feliz miercoles! espero que les guste el capitulo.. 

lo corte porque para mi no encajaba la muerte de su abuela con lo que pasa aqui! pero valio la pena esperar no! :D

Gracias a todas las que me leen! muchas gracias por su tiempo!

bueno.. nos vemos el Sabado! :)

besos! SabriiCullen...

 

Capítulo 8: Capitulo 7... Capítulo 10: Capitulo 9...

 
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