Arde el cielo

Autor: DenisseMCullen
Género: + 18
Fecha Creación: 12/06/2013
Fecha Actualización: 27/02/2015
Finalizado: NO
Votos: 12
Comentarios: 55
Visitas: 35893
Capítulos: 27

Disclaimer: Los mayoria de los personajes le pertenecen a Stephanie Meyer, los demas personajes y la historia fueron inventados por mi. 

Edward deja a Bella en plena luna de miel, ella decide regresar a Forks con la decision de olvidarlo todo e irse... Noticias inesperadas, personajes nuevos.. ¿Que mas ocurrira despues?.. +18 por futuros lemmons 

Enjoy :) 

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Capítulo 7: Reunion Cullen

-¡No, aléjense! –Grité, mientras veía avanzar a la fila de encapuchados negros, con grandes ojos color rojo brillante, y esos labios macabros, dejando a la vista sus afilados dientes, escuchándolos rugir.

Yo sólo era consciente del pequeño niño encantador que estaba en el centro del lugar, tenía que protegerlo a cualquier costo. No me importaba en ese momento, que todos me vieran mientras me deslizaba entre ellos para tomarlo en mis brazos. Una vez que logré mi cometido, comencé a preocuparme por lo que pasaría en ese instante, sin poder estar segura de lo que ocurriría, ni tampoco saber si realmente él estaba a salvo. En ese momento, la guardia comenzó a rodearnos, para evitar que huyéramos. Íbamos a morir.

El escenario no cambiaba en absoluto. Los Vulturis seguían ahí, en modo ofensivo, de ataque. Amenazándonos. Lo que percibí distinto fue mi modo de verlo; me sentía poderosa. Percibía un deseo incontrolable de que se acercaran, de que lo hicieran. Tenía tantas ganas de resguardarlo, que reaccioné defensivamente y a la vez, dejé salir desde el fondo de mi pecho, un rugido animal.

Me levanté de un salto de mi cama, bastante aturdida por ese sueño. Tal como lo había hecho, unos días atrás.

Mi cabello se pegaba a mi frente, a causa del sudor que recorría la mayor parte de mi cuerpo. Me sentía completamente despierta, aunque en mi celular solo eran las tres de la mañana. Era consciente de que no podría volver a dormir, no podría volver a cerrar los ojos, así como sucedió la primera vez que tuve la pesadilla. Se me venía a la mente la imagen del pequeño; sus ojos de color verde esmeralda que me recordaban a Edward, cuando él mismo me platicó del tono de sus ojos cuando era humano; sus rizos del mismo color que los de él; sus mejillas sonrojadas, señalando con este hecho que no era vampiro, y sus labios rellenos. No entendía por que soñaba con ese niño, no comprendía de ninguna forma el significado de ese sueño.

Tomé la cobija y me senté en la silla, que se hallaba a un lado de la ventana para refrescarme y para tratar de relajarme, pero ni así lo lograba. Cerré los ojos, disfrutando del frío viento, que en ese momento se colaba, tratando, por lo menos, de tranquilizar mis latidos desenfrenados.

—Hola, pequeño. —Susurré y abrí los ojos, al sentir como el cachorro me lamía la pierna, lo cargué y lo coloqué en mi regazo, arropándonos con la cobija.

Me quede ahí sentada, viendo como llegaba el amanecer. Como siempre, un Forks nublado y lluvioso, me daba la bienvenida, hasta que Sue asomó su cabeza por la puerta.

—Bella, ¿Qué haces ahí? Te vas a congelar… —Cogió otra manta y me la pasó por los hombros, para cubrirme del frío. — ¿Cuánto tiempo llevas ahí?

—No lo sé. —Dije, dirigiéndome a mi cama, poniendo al perrito en ella. Estaba un poco congelada, me dolía la espalda y me sentía levemente mareada.

—Tenemos que ir a la cita con Carlisle, así que quiero que bajes a desayunar y te bañes para poder irnos, ¿sí?

—Está bien —conteste; me sentía un poco más alegre, ya que no me había levantado con nauseas esta mañana—. Aunque, no creo que sea necesario, me siento mucho mejor hoy…

—Igual vamos a ir, lo sabes. —Me regañó, antes de salir de mi habitación.

Opte por bañarme primero, colocándome un pantalón deportivo —después de lidiar con casi todos mis pantalones y shorts— y una blusa sencilla, igual de apariencia deportiva.

—Sue… —La llamé. Nada más entré a la cocina y ví un vaso de jugo de naranja y un plato de fruta picada, de la nada, se me revolvió el estómago. —No me apetece comer... me conformaré con un vaso de agua.

—Oh, por supuesto que no señorita… —Dijo mi padre, también entrando a la cocina y arreglándose el uniforme— siéntate a comer y no quiero discusiones.

Estaba dispuesta a debatir, pero mi papá me miró de tal manera, que entendí perfectamente que no debía hacerlo, ya que era capaz hasta de darme de comer como niña pequeña. Así que tome asiento, aguantando la respiración. Sentía como mi estómago se revelaba de nueva cuenta.

—Papá, de verdad...

—Come. —Me ordenó, con voz demandante.

—Mi amor, déjala… —Lo abrazó Sue, al llegar. —seguramente todo le causa nauseas. —Sonrió y luego le susurro algo en el oído. Algo que realmente, no quería saber, hice una cara de asco.

—Está bien Bella... solo hazle caso a Sue.

—De acuerdo, papá.

—Y tú… —Señaló al perrito, que se le pasaba por las piernas. —no abuses, te dije que sólo sería por una noche.

—Papá, ¿Podemos quedarnos con él? –Pregunté, haciendo un puchero. Tenía que convencer a mi padre. — ¡Por favor, por favor!

—Bella… tener un perro implica mucha responsabilidad…

—En serio, Charlie. —Rodé los ojos.

—Lo pensare. —Dijo, zanjando el tema, yéndose.

Aparté el jugo y el plato lejos de mí, el simple olor hacía que me dieran más nauseas. Sue me obligó a comer un poco pero mi estómago no lo aguantó y tuve que correr al baño.

—Buenos días. —Dijo la secretaria, nada más nos vió llegar. — ¿En que las puedo ayudar?

—Buenos días. —Respondió Sue. —Tenemos una cita con el doctor Cullen. —Dijo, amablemente.

—Oh, sí. La nuera del doctor. Pasen, él las está esperando.

Nos indicó cual era la puerta de su consultorio; al entrar pude ver que era grande, de color crema, a un lado estaba una camilla, su escritorio estaba en el centro, y Carlisle se encontraba sentado en su silla de cuero. Al escucharnos entrar, alzó la cabeza y me dió una sonrisa nostálgica, mientras se levantaba y se acercaba a nosotras.

—Bella, —Me abrazó, cariñosamente. —Sue... ¿Cómo han estado?

—Hola, Carlisle. —Le sonreí de vuelta.

—Esme me dijo que estabas un poco indispuesta... siéntate aquí. —Me señaló la camilla, obedecí mientras tomaba mi temperatura. —No parece que tengas temperatura... ¿Cómo te sientes?

—El día de hoy, me siento mucho mejor…

—Pero los días anteriores no estabas así. —Dijo Sue, tenía razón.

—Bella... dime la verdad. —Pidió Carlisle, con amabilidad.

Suspiré. —Tengo nauseas desde hace un par de días, no puedo comer casi nada... todo lo vomito, hay veces que me duele aquí… —Señalé la parte izquierda de mi cadera, donde en ocasiones, me daba un pequeño dolor.

—Eso no sabía. —Dijo Sue con el ceño fruncido, mirándome reprobatoriamente.

—En mi defensa, —alcé el dedo índice, señalándola —no quería preocuparte más de lo que ya estabas y además, el dolor es solo por momentos.

— ¿Qué es lo que usualmente haces, Bella? –Volvió a preguntarme Carlisle.

—Últimamente, está durmiendo demasiado. —Respondió Sue regañándome, de nuevo.

—Es que me siento muy cansada.

—Siempre dices lo mismo…

—Explícame eso, Bella, por favor. —Pidió Carlisle.

Volví a suspirar, esto me estaba cansando. —Últimamente duermo mucho, no importa cuánto duerma, igual me levanto muy cansada... como si no durmiera lo suficiente.

— ¿Algo más que añadir?

—No, eso es todo.

—Te haré un examen de sangre, para descartar cualquier enfermedad. ¿De acuerdo?

—Eso era justamente lo que quería evitar a toda costa. —Murmuré, sabía que esto pasaría, por eso no había querido ver un medico.

—No dolerá, —Carlisle me mostró una sonrisa tranquilizadora. —lo prometo.

Bufé, todos los doctores decían lo mismo, y se equivocaban.

—Oh no, muy mala idea… —Dije, me mareé tan fuerte, que alcance a sujetarme del escritorio, antes de que me estampara contra el piso, no debí pararme muy rápido. Corrí hacia el cesto de basura y vomité lo poco que tenía en mi estomago, aunque fuese por primera vez en este día. — Lo siento tanto, Carlisle…

—Tranquila, Bella. —Me interrumpió, mientras me acariciaba la espalda, para calmarme. Me senté en el suelo con la cabeza entre mis piernas, esperando a que se me pasara el mareo.

—Doctor Cullen, —la secretaria que nos había hecho pasar, asomo la cabeza en el consultorio. —Su familia ya llegó.

—Gracias, Karina. Diles que en un momento los atiendo, por favor.

¡Oh santa mierda! Lo que menos quería era verlo en este preciso momento. Rogaba en mi interior, que él no estuviera en esta visita.

Me senté lentamente en la camilla, después de que estuve completamente segura que no vomitaría más.

—Carlisle, por favor, hazlo despacio. —Prácticamente, estaba llorando... de verdad me asustaban las agujas.

—Dieciocho años y con miedo a las agujas. —Se burló Sue, y solo atiné a enseñarle la lengua en un acto totalmente infantil.

—Por lo menos, yo no le tengo terror a una simple lagartija… —Murmuré, recordando el día en el que casi le da un ataque cardiaco, cuando vió una lagartija en el mesón de la cocina.

—Ya está. —Dijo Carlisle, con un tubo lleno de sangre en la mano.

—Pero... cómo... qué... cuándo...

—El poder de la distracción. —Dijo Sue muy orgullosa, sonriendo triunfalmente.

—Iré a dejar esta muestra en el laboratorio y te avisare cuando estén listos los resultados... pero no te vayas, aún. —Luego de esa pequeña petición, salió de su consultorio.

Me bajé de la camilla y comencé a caminar por el mismo. Carlisle tenía muchos diplomas, reconocimientos y títulos. Posicione mi vista en su escritorio, ya que ahí había 4 retratos; comencé a verlos uno por uno. Uno era de él con Esme, en lo que considero que era Paris, a un lado se veía la Torre Eiffel. El otro, era de la graduación: estaba junto a Alice, Jasper y... él, mostrando nuestros diplomas. La siguiente era con los Denali y la última era de... de la boda, estaba en un marco especial de color plateado, como si quisiera sobresalir de los demás retratos, en ella estaban Phil, mi madre y mi padre a mi lado derecho, él estaba a mi lado izquierdo y a su lado los Cullen, todos muy sonrientes, parecíamos ser felices.

Sue estaba hablando con mi padre por teléfono, deje de escuchar cuando fije mi vista en el retrato, lo cogí recorriéndolo con la yema de mis dedos, tanta felicidad y amor que se veía en ese momento, la sonrisa de… Edward era tan grande, sus ojos brillaban, era como si se hubiera ganado el premio más grande del mundo. Sonreí recordando nuestros votos, eran sencillos y los que usualmente se usaban, pero con ellos, por lo menos yo, le transmitía lo que sentía por él, aunque no llenaba ni la cuarta parte, de lo que aun siento.

Sentí mis ojos arder, pero prometí no llorar, no lo iba a hacer, no me iba a mostrar débil.

—Esa es una foto muy hermosa. —Dijo Carlisle, entrando al consultorio con una sonrisa alegre, pero que sus ojos reflejaban tristeza.

—Esa es su favorita. —Le siguió Esme, entrando detrás de él, mientras se acercaba a abrazarme. —Mi niña, estas muy pálida.

—Estoy bien.

—Mentira. —Volvió a decir Sue, mientras saludaba a Esme.

— ¡Hermanita! —Emmett me abrazó y me alzo por el aire. ¡Error, Error!

— ¡Emmett, bájame! —Grité, mareándome. Una vez que estuve en el piso corrí directamente al baño que había en el consultorio, sorprendiéndome bastante de que aún tuviera algo para devolver.

—Bellita, perdóname. —Se disculpo, bastante afligido. —Lo siento hermanita.

—Emm… tranquilo, está bien. —Le sonreí a medias, me sentía débil.

— ¿Quieres un té de menta? —Preguntó Sue, en la puerta del consultorio dispuesta a ir por él.

—Por favor. —Le pedí. Últimamente me encantaba, y me ayuda para las nauseas.

Me senté en el sofá y Ali aprovechó para abrazarme.

—Bella… —Carlisle comenzó a hablar, sentándose en su silla. —necesitamos hablar contigo.

—Claro, ¿Qué va mal?

—Ya están cerca…. —dijo Alice, y note que estaba teniendo una visión.

—Espera a que lleguen los demás.

Ahí fue cuando me di cuenta que no estaban ni Rose, ni Jasper ni... Edward. Los siguientes cinco minutos fueron los más largos y los más lentos en toda mí vida. No lo quería ver, ya lo había visto una vez y pude contener mis lágrimas pero estoy segura que fue pura suerte. No estaba preparada para verlo de nuevo. No quería verlos de nuevo. Pero mis pensamientos se cortaron al verlo entrar por esa puerta, tan hermoso como siempre, me llamo la atención que tuviera las ojeras mucho más marcadas que la última vez que lo vi, y los ojos negros; eso era señal de que no había ido a cazar. ¿Cómo puedes preocuparte por el hombre que te dejo tirada dos veces, Bella? Sentí claramente, como mi mente me regañaba… y tenía razón.

—Hola, Bella. —Me dijo, viéndome a los ojos, pero yo desvié la vista, encontrando más interesante mis manos.

Carraspeé. —Hola, Edward. —Salude, mientras Jasper y Rosalie me saludaban con un asentamiento de cabeza, les respondí de la misma forma.

—Bueno, ya que estamos todos aquí, —Comenzó a hablar Carlisle, estaba muy serio. — necesito una decisión de parte de ustedes dos. —Nos señalo a Edward y a mí. —Los Vulturis saben que se casaron, ellos piensan que la vamos a convertir porque eso era lo planeado y ahora...

—Yo sigo pensando que divorciarnos es lo mejor. —Dijo Edward, como si nada. Con esto, solo me decía que todo lo que vivimos, lo que soñamos y anhelamos con tanto amor, se iba a terminar, que ya no habría nada. —Alice estará pendiente del futuro de Bella… y si los Vulturis intervienen, nos encargaremos de ellos…

—Ese es el problema, Edward —chillo Alice, interrumpiendo a Edward, exasperada. —ya no puedo ver el futuro de Bella claramente... todo es confuso y borroso.

— ¿Qué es lo que puedes ver? —Pregunte, interesada.

—No lo sé… veo muchas cosas. Veo que seguirás siendo humana, pero hay veces que veo que serás una de nosotros, en otras ocasiones, te veo con una niña igual a ti, pero otras simplemente no veo nada.

— ¿Con una niña? —Asintió. —Tengo que salir. —Me levante, rápidamente. —Necesito aire, lo siento... tengo que irme.

—Bella, se cómo te sientes, pero esto es algo que no puede esperar. —Dijo Carlisle, preocupado.

Dirigí mi mirada a Edward. —Si hay que firmar algo para el divorcio, me avisas. —Asintió. —Nos vemos. —Salí de ahí a toda prisa. Ni siquiera observe sus reacciones. Necesitaba encontrar a Sue, para poder irnos.

Todo parecía un remolino en mi cabeza, nada parecía conectar con nada... Yo soñaba con un niño y Alice me veía con una niña. Me iba a divorciar, lo que mas temía iba a pasar, por eso no quería casarme. ¿Seré un vampiro o no? Mi cabeza dolía, de tantas cosas que tenía que pensar… mas ahora, con lo del divorcio… y para agregar algo mas… Los Vulturis. Definitivamente no fue buena idea la visita al médico.


Actualizacion :) Betado por Lupita Carrasco de Bettas FFTH 

-Rebecca: No lo defiendo jaja, aunque el tiene sus razones para haberlo hecho, mas adelante lo sabras.. 

-Cibel: No, no dejare el fic, tengo muchas ideas por delante.. Pero me han ocurrido algunos percances y ademas con mi nueva beta lo estamos editando asi que decidimos primero terminar de editar y seguir con los capitulos, pero esta semana estare actualizando :) 

 

Capítulo 6: Compras, sopresa.. enferma? Capítulo 8: Desahogo

 
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