-"El Conde Montelpuciano"- (Secuela De Un Amor En 1920)

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 11/09/2010
Fecha Actualización: 12/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 57
Visitas: 52252
Capítulos: 26

¿Que sucedio con la vida de Bella despues de la muerte de Edward? ¿Edward muerto? ¿Que sucedera cuando el nuevo conde llegue a poner orden al pueblo y a la vida y familia de Bella?. Secuela de un amor en 1920

Autora; LOkiicita Cullen.

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Capítulo 8: -"Amantes"-

BPOV

¿Es posible ser amante de tu marido? Se puede, vaya que si se puede.

Luego de que Edward terminara por contarme su trágica vivencia en aquel lugar, no pude parar de llorar, ese dolor punzante que sentía en el pecho solo de saber las atrocidades que tuvo que vivir exclusivamente por que según mi nueva familia se había atravesado en su camino como una vil garrapata, lo hacia mucho peor.

He incluso me hacia sentir aún peor el hecho de que terminara siendo yo la consolada en lugar de él, él había estado ocho años alejado de su familia y de esos ocho años, cuatro fueron a puros maltratos ¿Qué podía decir en una situación así? ¿Lo siento? Como decirle que lo sentía si nunca había pasado por algo semejante, el sentir, lo que implica la palabra sentir en si, estaba lejos de lo que cualquiera de nosotros hubiese pasado en comparación a lo que él vivió, si podía decirle que lo lamentaba y que sin pensarlo dos veces cambiaria mi lugar por el de él, pero antes incluso de que pudiese formular palabra él ya estaba junto a mi consolándome por mi llanto.

-No quiero que estés así por mí, aunque no lo creas todo esto me sirvió y mucho ahora nadie me hará daño y será más fácil luchare por ti, por nuestro amor y nuestro matrimonio que a quedado inconcluso- y me sonrío orgulloso.

-Alec nunca me dará el divorció- le dije triste, la verdad es que ni siquiera se lo preguntaría por temor a que me quitara a mis bebés. Edward me sonrío más ampliamente mientras acariciaba mis cabellos.

-Hable de nuestro matrimonio inconcluso, nunca mencione a esa rata de hombre que tienes como supuesto marido- lo mire extrañada sin comprender sus palabras, Edward sonrío mucho más amplio, como si hubiese cometido una travesura de la cual a sido pillado infraganti –No estas casada con Alec Vulturi- me soltó así como si nada, mis ojos se ensancharon por sus palabras, lo mire a los ojos para ver si comenzaba a reír por la broma, pero nada, se veía completamente serio.

-¿De que estas hablando Edward? Esto no es divertido sabes- le dije enfurruñada saliéndome de su abrazo para mirarlo con el ceño fruncido, no me gustaba esa clase de bromas, sobre todo por que podría llegar a creerle.

-Lo que escuchaste es la verdad, tú no eres esposa de Alec Vulturi- y dicho eso se llevo las manos al cuello para remover una cadena de oro, la movió solo un poco para dejar al descubierto una argolla, su argolla…nuestra alianza.-No entiendo- le dije confundida sin apartar la vista de aquella pieza de oro que llevaba mi nombre grabado en la parte interior.

-Alec nunca tramito los documentos de defunción de mi supuesta muerte, ellos simplemente me dieron por muerto y así fueron felices, de hecho entre menos tramites más limpios salían ellos de todo el asunto, por lo que tu matrimonio con él queda anulado- se quedo pensativo –En realidad ese matrimonio nunca fue valido pues sigues casada conmigo- dijo satisfecho, yo aún seguía sin poder creer lo que me estaba diciendo, me tomo varios minutos, pestañadas y sacudidas de su parte para caer en cuenta de que no me estaba mintiendo.

-Júrame que no me mientes- le pedí, en realidad le rogué pero necesitaba que no mintiera, que no jugara con algo así pues las cosas cambiarían considerablemente a como las tenia pensadas, incluso habrían muchas cosas que podría decirle ahora mismo sin temor a nada.

-¿Realmente crees que te mentiría con algo así?- y el verde profundo e intenso de sus ojos me traspasaron llenándome de dicha, felicidad, emoción y muchas cosas más que se aglomeraban dejándome aturdida, no deje de mirarlo a los ojos debido al impacto, finalmente me lancé él como si mi vida dependiera de ello y lo bese como nunca, dejándonos sin aliento en aquel ósculo que sello en silencio nuestra nueva unión, lamentablemente mi cuerpo me pedía más así como el de Edward, podía sentirlo en sus caricias fervientes, pero ya era tarde y si quería sacar a mis hijos de ese lugar, debía hacerlo cuanto antes, con todo el sacrificio me separe de él.

-Iré por mis cosas y de mis hijos, nos veremos en unas horas más, puede que Anne sea muy pequeña y no entienda nada pero Charlie estará encantado, además tengo que decirte que…- pero él me corto repentinamente colocando sus dedos en mis labios.

-Tranquila amor, yo también muero por estar contigo pero no es así como debemos hacer las cosas- mi sonrisa decayó en ese instante.

-¿Qué quieres decir? ¿Que no estaremos juntos?- le pregunte extrañada, él me sonrío entre divertido y como si se estuviese disculpando.

-No por el momento- iba a protestar – Amor entiéndeme por favor, necesito limpiar mi nombre para que mi familia deje de esconderse de los Vulturis, necesito hacerles pagar por todo lo que tuve que pasar, pero si ellos se enteran de quien soy yo, me será mucho más difícil- suspire para tranquilizarme, comprenderlo era lo único que me quedaba, inconcientemente espere muchos años este momento, creyendo que algún día él volvería a mi, ahora que ese sueño se cumplía lo haría como era debido, con paciencia y coraje para soportar todo los obstáculos, esta vez si seria valiente y decidida.

-De acuerdo, lo haré como tu creas que es conveniente- le dije decidida y en ese momento otra duda me asalto -Cuándo mencionaste que te vengarías de Alec con lo que más le dolía ¿Explícitamente a que te referías?- le pregunte temerosa, Edward como acto reflejo desvío su mirada hacia la ventana que daba al exterior y se quedo en esa posición pensativo varios minutos.

-Cuando me entere de quien era la esposa de Alec, mi abuelo me dijo que no debía mezclar las cosas, que debía ser fuerte en mi meta sin anteponer nada que no fuera aquello, pero creo que él en el fondo sabia que no podría cumplir con ello, ya que después de todo, todo cuanto pienso hacer es para estar contigo nuevamente- me sonrío amablemente abriéndome sus brazos, invitándome nuevamente a aquel refugio lleno de paz.

-Considera siempre que mis hijos no tienen nada que ver en todo esto- le dije, con todo esto de su venganza comprendí que no era el momento de explicarle aún mis razones para actuar como lo hice, de que lo haría lo haría y eso era un hecho, solo debía esperar el mejor momento.

-Mi vida- me dijo cuando tomo mis manos entre las suyas, suspire como una adolescente con su ternura – Tus hijos estarán a salvo en todo momento, incluso de su propio padre- asentí segura de que así sería.

-Ya debo irme- le dije después de haber estado un rato más entre sus brazos, es que sinceramente se me hacia dolorosamente el alejarme de él pero el ver que el sol cada vez alumbraba menos me ponía nerviosa.

-¿Qué le dijiste a Dídima para que te dejara salir sin escolta? Theo me informo que nadie venia siguiéndote- no me asombre por aquello, es que la posesividad de Alec no tenia limites ni control, si no era Heidi seria otro de sus empleados, recordar aquella mentira de la cual en algún momento me pasaría factura me hizo ruborizarme -¡Bella!- me dijo Edward como si me advirtiera que es mejor decirle a que ocultarlo, bufe frustrada.

-A Alec se le puse como idea fija tener más hijos- le dije con una mueca que indicaba claramente que no era lo mismo que yo quería, el dolor que cruzo por su rostro me dolió incluso más a mi –No te preocupes que no es algo que tengo en mente- le dije con una leve sonrisa para calmarlo, el me sonrío pero sin conseguir que aquel gesto llegase a sus ojos.

-Lo que necesites sabes que cuentas conmigo, con dinero es muy fácil conseguir un falso certificado de embarazo- y su sonrisa picara me hincho el corazón de felicidad, entre su entusiasmo de que todo mejoraría y que ahora contaba con su ayuda, era un claro indicio de que todo comenzaría a estar bien – Theo te dejara en el pueblo y de ahí tu puedes llegar a casa- me dijo amablemente, yo asentí.

-Te amo ¿lo sabes verdad?- le dije cuando ambos nos encontrábamos bajo el marco de la puerta, él me sonrío ampliamente y me atrajo hacia si para besarme de aquella forma que tanto me gustaba, de aquella forma que me quitaba la respiración y me aceleraba el corazón.

-No más que yo- me dijo luego de que nos alejáramos solo un poco por algo de oxigeno, su sonrisa torcida apareció cuando lo mire con el ceño fruncido.

-Tramposo, todo por que sabes que me deslumbras y me dejas sin palabras- le dije cuando golpee suavemente su brazo con mi puño, luego nos dimos otro corto beso y camine en dirección al auto en donde Theo sostenía la puerta abierta para mi.

-¡Bella!- me llamo Edward, de inmediato me gire para verlo -¿Aún conservas tu anillo verdad?- me pregunto una vez que se acerco a mi, en sus ojos había cierto miedo.

-Por supuesto que si, junto con muchas cosas que me recuerdan a ti, pero están ocultas en una cajita para que nadie las descubra- le sonrío traviesamente pero aún así había una pizca de dolor en su semblante y lo entendía si después de todo, viví ocho años ocultando no solo de Alec su recuerdo, sino que de mi también evitando así un poco el dolor, lleve mis manos frente a él y deslice el anillo de mi falso matrimonio con Alec para dejar al descubierto aquel símbolo que una vez él me regalo, su anillo simbólico de hilo.

-¿Cómo es que…?- me pregunto dudoso.

-Siempre lo he llevado oculto de la misma forma, cuando lo vio el día del matrimonio me hizo quitármelo pero le dije que era un recuerdo de mi padre y de ese modo no obligo- le dije con una sonrisa – Aunque fuese masoquista, siempre necesite mantenerte en mi mente, cada día- le dije, él me atrajo nuevamente asía él para llenarme de besos húmedos y sonoros.

-Sabes- me dijo como un niño pequeño – Creo que desde hoy eres mi amante- me dijo divertido, yo lo mire confundida he hice una mueca como si algo apestase.

-No por mucho mi amor- le afirme con toda la convicción que pudiese.

Escuchamos un carraspeo y ambos nos giramos hacia Theo quien sonreía avergonzado.

-Disculpa Edward que te interrumpa pero creo que se le esta haciendo tarde a la Señora Isabella- me dijo respetuosamente, yo mire a Edward asintiendo a las palabras de Theo, un par de besos más y subí al auto para regresar a aquella vida nefasta llena de mentiras, pero al menos tenia el consuelo de lo único verdadero que tenia además del amor de Edward, mis hijos.

Así fue que extrañamente soy amante de mi marido y del único hombre al cual amo ¿extraño verdad?, podía sentir la mirada de Theo a través del espejo retrovisor, yo iba sonriendo como una adolescente a la cual le acaban de proponer una cita por primera vez, así fue que llegamos lo más cerca hacia el palacio Vulturi, antes de caminar en dirección a este me gire hacia Theo quien no se esperaba mi reacción.

-¡Gracias, gracias, gracias!- le dije besándolo por toda la cara, el se avergonzó un poco pero me sonrío amablemente, así con mi enorme sonrisa traspase la lúgubre extensión hacia la puerta principal, la abrí lentamente para no emitir sonido alguno y no ser descubierta, camine directamente hacia la planta superior e ir en dirección hacia mis hijos, la verdad es que llevaba bastante suerte pues ya estaba en el segundo piso y no había sido descubierta.

-¡Isabella!- carajo, si es como si llamase a la mala suerte cuando me alegro de la buena, me gire lentamente para encontrarme con Alec que se veía sumamente enojado -¿Dónde has estado? Maldición me tenias preocupado- me dijo encolerizado llegando en dos zancadas a donde estaba, me tomo fuertemente del brazo para zarandearme y hacerme hablar.

-Yo…yo- no sabia como sacar las palabras de mi boca, verlo así tan encabritado me asusto bastante.

-No me vayas a mentir Isabella por que sabes que tengo ojos en todas partes- me amenazo.

-Hijo, calma- escuche a su espalda, ambos miramos en esa dirección y vimos aparecer a Dídima, quien llevaba de la mano a Anne y Charlie corría hacia mi encuentro.

-Mami- grito mi hijo emocionado -¿Es verdad lo que dice abuelita Dídima?- me pregunto con sus ojos que no cabían de la emoción, yo mire a Dídima asustada y luego a mi hijo que no parecía triste por alguna noticia, sino más bien feliz.

-¿Y eso seria…?- pregunte abiertamente, mi hijo rodó los ojos y me abrazo las piernas.

-¡Que Anne y yo tendremos otro hermanito!- grito emocionado, me quede de una pieza sintiendo como mis hijos me abrazaban feliz.

-Isabella ¿eso es verdad?- me miro Alec emocionado, yo movía lentamente mi cabeza sin poder creer como las cosas se habían dado vuelta, como es que Alec había cambiado de lo furioso a lo esperanzado – ¿Eso quiere decir que aceptas lo que te pedí?- silencio, estaba en completo silencio, sin poder decir palabra alguna, la mirada satisfecha de Dídima no me paso desapercibida, pero tenia otras cosas en que pensar.

-Alec no lo se, eso lo decide Dios- dije saliéndome por la tangente, puede que sea fácil decirlo así pero los niños hay que encargarlos y lamentablemente no podía hacerlo como según Charlie se hacia, no podía llamar a la cigüeña para que me viniesen a dejar la semillita que tragaría con un vaso de agua y ¡pup! Bebé en camino.

-Ya verás que si quiere, desde hoy llamaremos todos los días a la cigüeña ¿verdad hijos?- le pregunto emocionado a mis pequeños, ambos gritaron llenos de emoción y comenzaron a brincar haciendo el baile de la victoria, -¿Cómo saldría de esta Dios?- me preguntaba mentalmente.

Finalmente pude salir de aquella nefasta felicidad que tenían Alec y Dídima, de la cual yo no era participe ni ahora ni nunca, ya pensaría en algo al menos para esquivar esta noche, quizás para mañana Edward podría pensar por los dos.

Con esa idea me fui con los niños al cuarto de Charlie, quien estaba tan emocionado con la idea de tener un hermanito con el cual poder compartir sus juguetes que no dejaba de hablar.

-Duerme- le dije por enésima vez esa noche, Anne había caído derrotada al escuchar atentamente a su hermano, era como si ella también en su cabecita recreara ideas de tener una hermanita, pero Charlie era otro cuento, el no dejar de hablar y llenarse de ideas, lejos de hacerlo dormir, lo despertaba aún más.

-¿Y si es como papá dice y Diosito no nos quiere enviar un hermanito?- me dijo tristemente, en segundos sus ojos se cristalizaron ante tal idea, provocando que mi corazón se contrajera, no tenia las fuerzas para negarle algo a mi hijo, eso nunca, debía hacer algo, inclusive el replantearme a la idea de tener un hijo, pero ¿sería el momento adecuado? ¿Edward lo entendería?

Así en algún punto ambos nos quedamos dormidos, entre la sobrexcitación de mi hijo y mi cansancio emocional debido a tanto por aquel día, caí derrotada en un profundo sueño.

-Isabella, Isabella- escuche de lejos una voz llamarme, me removí solo un poco para apagarla y que me dejara dormir – Isabella despierta- escuche claramente la voz de Alec y me tense de inmediato, sus palabras vinieron a mi rápidamente "hoy llamaremos todos los días a la cigüeña" y me hice aún más la dormida, pude escuchar su bufido de frustración claramente – Esta bien descansa por hoy mi princesa- sentí su mano acariciar mis cabellos y mi mejilla, dejo un suave beso en una de ellas y se separo -Pero mañana no te escaparas tan fácilmente- me extraño sentir una caricia y escuchar una palabra cariñosa de él, él nunca era así conmigo ni con nadie.

-¿Qué haces hijo?- escuche la voz de Dídima proveniente del pasillo, abrí un ojo levanté para verla mirando hacia el interior del cuarto y a Alec erguirse de inmediato.

-Nada, solo quería saber si Isabella estaba dormida- dijo como si nada, Dídima entro al cuarto y nos vio a los tres durmiendo y luego se dirigió hacia Alec.

-¿Cómo puedes permitir que tu esposa duerma en otra cama que no sea la tuya?- le espeto molesta -¿Qué crees que dirían nuestras amistades si saben aquello? ¡Quedarías como un poco hombre!- le dijo asqueada – Un Vulturi dejándose controlar por una simple muchachita- y sentí su acidez fluir tan naturalmente.

-Sabes que la amo, madre- escuchar aquellas palabras tan sinceras de Alec me impactaron de una manera que de haber estado con los ojos abiertos, hubiese quedado así largas horas – Aunque ella no sienta lo mismo por mi, sabes que la amo- le dijo con un claro dolor en su voz y por primera vez en estos ocho años, sentí lastima por Alec.

-De que te sirve ese supuesto amor por ella, si ella no deja de pensar en el otro ¿eh? ¿Por qué sabes que aún ama a ese campesino aunque este muerto, no?- a través de mis pestañas pude ver esa sonrisa victoriosa en el rostro de Dídima y me dieron ganas de gritarle que mi Edward estaba vivo.

-Tan presente como cada día, pero ella decidió casarse conmigo, reiniciar su vida conmigo y con nadie más- se defendió Alec.

-Sabes muy bien como yo por que lo hizo, no seas ingenuo Alec, a veces te pareces tanto a tu padre que das pena- me entristecía ver como Alec se dejaba acabar por las palabras de su madre, era verdad que nunca llegue a sentir amor por él, pero al menos tenia mis respetos y cierto cariño por como había sido con mis hijos, aunque a veces se ocultaba en su máscara fría cultivada por su madre, en el fondo sabia que intentaba amarlos.

-Ahora existe la posibilidad de otro hijo madre, esas son buenas noticias- le dijo con una nota de esperanza.

-A este ritmo veo difícil un nuevo heredero, tienes que ser más estricto con las mujeres hijo, ya vez como termino todo aquel asunto con Gianna- los bellos de mi cuerpo se erizaron al escuchar nombrar a aquella mujer.

-No me lo recuerdes madre, creo que Isabella aún piensa en ello y es por eso que no me deja tocarla- volví a cerrar mis ojos cuando vi que las siluetas de sus cabezas se giraban en mi dirección, de no ser por la luz que entra por la puerta podría verlos perfectamente y no ellos a mi.

-No seas ingenuo hijo, esas son excusas- dijo Dídima –Recuerda que aquí quien primero falto a su palabra fue ella, ella estaba comprometida contigo cuando se caso con ese muerto de hambre- chirríe mis dientes enojada y por aquel motivo Charlie se removió un poco.

-Aún así madre, yo prometí cuidarla a ella y a nuestros hijos- le dijo firmemente.

-¿Por qué te has puesto tan débil, hijo? Me extraña- le pregunto asombrada.

-Puede que no lo parezca, pero yo por Isabella daría mi vida si fuera necesario, por ella lucharía contra quien sea si intentara arrebatármela, pues ella es solo mía al igual que esas dos pequeñas criaturas- el corazón se me acelero ante aquella declaración, sentí como la sangre comenzó a moverse por mi cuerpo de modo más acelerado, es que sin duda sentí miedo, por mi, por mis hijos, pero sobre todo, por Edward.

-¿Quién crees que va a intentar arrebatártela? No seas paranoico- le dijo burlona.

-Siempre he tenido aquella sensación, de que alguien vendrá por ella y por mis hijos- le dijo Alec preocupado – De cualquier modo, siempre estoy alerta.

-¿Te has dado cuenta de que Charlie cada día…?- se detuvo en seco cuando Charlie comenzó a removerse aún más y se frotaba los ojitos debido a la luz que entraba.

-¿Abuela, papa?- pregunto aun adormilado, yo gruñí internamente por que haya gusto interrumpido lo que iba a decir Dídima.

-Duerme Charlie- le dijo antes de salir y llevarse a Alec con ella.

Lo único que podía concluir de aquella extraña declaración por parte de Alec, es que debía acelerar las cosas con Edward, si dejaba pasar más tiempo, la vida de mis hijos y de algún posible retoño peligraban poderosamente he incluso la mía misma.

Continuara...

Hola como lo prometi aca esta el capitulo del miercoles q les parecio si son buenas y me dicen q les parecio prometo publicar viernes y  sabado

Capítulo 7: -"090688 Part 2."- Capítulo 9: -"Juego Peligroso"-

 
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