-"El Conde Montelpuciano"- (Secuela De Un Amor En 1920)

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 11/09/2010
Fecha Actualización: 12/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 57
Visitas: 52265
Capítulos: 26

¿Que sucedio con la vida de Bella despues de la muerte de Edward? ¿Edward muerto? ¿Que sucedera cuando el nuevo conde llegue a poner orden al pueblo y a la vida y familia de Bella?. Secuela de un amor en 1920

Autora; LOkiicita Cullen.

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Capítulo 1: -"La Vida Despues De"-

8 años después

-Mami Charlie me tiro el pelo- me dijo mi pequeña hija Anne quien comenzó a lloriquear.

-Charlie compórtate y no le jales el cabello a tu hermana- le dije a mi hijo mientras arreglaba los tirabuzones rubios de la pequeña.

-Mamá ella empezó, dijo que iba a sacarle el agua a Gregorio- el pequeño se refería a la rana que le regalaron en su último cumpleaños número seis.

-Hijo tu hermana no hará eso por que ella te ama- le dije acariciando sus mejillas que estaban húmedas por haber llorado de miedo a que le pasara algo a su mascota –A ver, quiero ver una abrazo grande entre los dos hermanos- les pedí a ambos, quienes se miraron desafiantes al principio, pero mi pequeña Anne sonrío tímidamente.

-Disculpa Charlie, jamás le haría eso a Gregorio- y le tendió su pequeña manita, la que fue aceptada con una enorme sonrisa por parte de mi hijo quien luego la atrajo hacia si para abrazarla. Como amo a mis hijos, los únicos que me han dado la fuerza necesaria para poder vivir luego de que "él" se fue de mi vida.

-¡Isabella!- escuche gritar a mi esposo, quien jamás en todos estos años consiguió un ápice de amor por mi parte, ni siquiera una milésima parte a la que siento por él…aún.

-¿Qué quieres Alec?- le pregunté desganada cuando llegue a él luego de unos minutos, por nuestros hijos intentaba llevar las cosas en paz, después de todo ¿Qué iba a hacer? Si me encontraba sola en el mundo. Cuando decidí casarme con Alec por esta misma razón, toda la familia Cullen se había apartado levemente de mi, los entendía lo se, pero no me dieron la oportunidad de explicarles siquiera como me sentía, pase 3 meses en estado de shock, nadie, absolutamente nadie conseguía sacarme de aquel pozo negro, no comía, no dormía, no hablaba, solo lloraba en mi interior por la perdida de mi corazón, ese que se rearmo lentamente cuando tuve en mis brazos a mis hijos, estuve así hasta que solo llego Esme quien nunca me a dejado sola, incluso hasta el día de hoy.

-¿Esa es la manera que tienes de atender a tu esposo?- me pregunto mirándome con repulsión.

-Vine en cuando pude, estaba jugando con los niños en el jardín- le explique.

–Si te llamo debes venir enseguida- me objeto, por el rabillo del ojo vi a nuestros hijos correr hacia nosotros, por lo que intente fingir mi mejor sonrisa para que vieran que nada pasaba, aunque la pequeña Anne de dos años no entendía nada aún de problemas conyugales, Charlie era bastante inteligente.

-No se repetirá- le susurre bajito.

-Eso espero- me dijo sin siquiera intentar fingir molestia –Necesito que prepares minuciosamente una cena para este fin de semana, tendremos invitados realmente importantes- me informo, cuando los pequeños estuvieron cerca de nosotros, la pequeña Anne me levanto sus brazos para que la tomara y así lo hice, mientras Charlie jalaba la camisa de su padre.

-Papá prometiste que hoy iríamos a elevar cometas al río- le recordó mi pequeño.

-Estoy ocupado Charlie, ve con tu madre- le espeto enojado, girándose sobre sus talones sin siquiera mirar a sus hijos, Charlie tenía sus ojos vidriosos y me dio la espalda para ocultarlo.

-Hijo no te pongas así, sabes que tu padre tenía ganas de este paseo, pero tiene mucho trabajo- le dije acariciando su espalda. Charlie en un arrebato se zafo de mi mano y corrió en dirección a la casa, yo simplemente suspire frustrada.

Camine de la mano con Anne en dirección a la casa, cuando ya estuve dentro Heidi, la sirvienta de la casa se acerco a mi.

-¿Algún problema mi señora?- me pregunto, yo la mire con mi mejor cara inocente, aunque existiera el mínimo problema no se lo diría, ella creía que yo no sabia que estaba siempre vigilándome, pendiente de mi por ordenes de Alec para contarle la mínima información.

-Nada Heidi ¿has visto a Charlie?- le pregunté como si nada.

-Lo vi correr hacia su habitación- me informo, yo asentí para subir a su cuarto y ella se fue dejándome con Anne.

-Tengo una idea- le dije acuclillándome al lado de mi pequeña –Por que no vas a la cocina y le pides a Heidi unas galletas de avena y un vaso de leche y piensas en alguna mascota que quieras- cuando le dije mi idea los ojos de mi hija se iluminaron junto con una gran sonrisa.

-¡Siiiii! ¡Quiero un perrito!- se fue gritando por los pasillos hacia la cocina, yo sonreí orgullosa. Subí las escaleras a paso lento pensando en las mejores palabras de aliento para mi hijo, toque suavemente tres veces a su puerta.

-Toc toc ¿puedo pasar?- dije asomando solo la cabeza a través de la puerta, observe sobre su cama, en la mesita donde dibujaba, donde tenia sus juguetes y no estaba, sonreí al pensar en donde se encontraba.

Camine hasta su cama y me subí en ella estirándome completamente.

-Dios sabes, hoy tenia unas ganas enormes de elevar cometas, lamentablemente nadie quiere acompañarme, me siento tan solita y lo peor de todo es que mi hijo desapareció- dije con un fingido tono de tristeza, sonreí cuando escuche como se removía algo de debajo de la cama, seguido por unos golpecitos en el colchón que hicieron que se levantara un poco –Oh ¿Qué es eso?- pregunte como si estuviese asustada –Es que habrá algo bajo el colchón- y escuche su pequeña risita, débil de seguro por que estuvo llorando, pero no por eso menos hermosa, para mi era el canto que calmaba mi mellado corazón -¿Quién esta ahí?- pregunte temerosa mientras me bajaba de la cama y me arrastraba lentamente hacia el interior de su pequeña cueva que había construido con algunas mantas y almohadas, dentro de ella tenia sus cosas más preciadas, una foto de los cuatro el día que llego a nuestras vidas Anne, una foto cuando le regalaron a Gregorio, su mantita que tenia desde bebé pero tuvo que esconderla ya que Alec jamás permitiría que la conservara ya siento un niño grande, como le decía él. Cuando ya estuve lo suficientemente cerca de él, quien se escondía de detrás de unas almohadas salio para asustarme.

-¡Buuuu!- me dijo con sus manitas cerca de su pecho como si fuera un zombie.

-Oh Dios me han asustado- le dije y me hice la desmayada.

-¡Mamá!- me regaño pero yo no me moví –Mamá ya, se que estas despierta- me decía pero yo no me movía -¿Mami?- y me empujaba rápidamente para que reaccionara, al escuchar su voz preocupada abrí mis ojos para que viera que estaba jugando, sus ojitos me transmitían la preocupación que sentía.

-Aquí estoy amor, solo jugaba- le dije calmándolo.

-Prometo no asustarte nunca más mami- y me abrazo, así quedamos tendidos bajo su cama abrazados –oye mami- me dijo llamando mi atención.

-Dime- le conteste.

-¿Tu jamás morirás verdad?- su pregunta me tenso pues yo jamás hablaba de esos temas, al menos no desde aquel entonces.

-¿Por qué lo preguntas?- le contra pregunte.

-Henry, mi compañero de puesto me dijo que la gente se moría a los 99 años- me dijo, su teoría hizo que una leve sonrisa se formara en mis labios, una sonrisa que oculte ya que este era un tema importante para él –Me dijo que cuando se pasaban de los 100 la gente moría, yo no quiero que me dejes mami- el tema de la muerte y dejar a las personas era algo que no había podido superar fácilmente, me pase dos años intentando que me entregaran el cuerpo de él para poder darle una sepultura digna del amor de mi vida, hasta que finalmente Alec me ayudo, solo me trajo sus cenizas ya que le informaron que lo cremaron debido a las enfermedades que producían los cuerpos, ya con sus cenizas en mi poder y junto con Esme, le hicimos un funeral enterrándolas cerca de la casa que un día él me regalo, cada vez que podía escaparme sin ser vista por Alec o Heidi lo visito, es mi manera de estar cerca de él, llorar lo que no puedo estando en esta fachada de vida perfecta.

Cambie el tema de Charlie, mentirle acerca de estar siempre con él no era la mejor solución, después de todo seguiría siendo una mentira, como aquella que él me dijo ocho años atrás, aquella en la que me decía que jamás me dejaría.

-¿Me enseñarías a elevar cometas?- le pregunte inocentemente.

-Mamá tu sabes elevar cometas- me dijo como si fuera una niña pequeña.

-Pero soy horriblemente mala y tu eres excelente- le dije con una enorme sonrisa, una que me devolvió mostrándome sus diminutos y blancos dientes.

-Esta a punto de caerse tu muela- le dije contenta viendo lo grande que estaba mi hijo –Recuerda de dejarlo bajo la almohada cuando eso suceda- le dije mientras salíamos de debajo de la cama.

-Mamá, ya se que la hada de los dientes no existe, así como santa o el conejo de pascua- me dijo desganado.

-¿Quién te dijo eso?- le pregunte asombrada.

-Me lo dijo papá el año pasado cuando le entregue mi carta para santa, me dijo que ya estaba grande para creer en tonteras- y se encogió de hombros como si no importara, pero a mi claro que me importaba, una rabia creció en mi interior por haberle robado la ilusión a mi pequeño.

-¿quieres que te cuente un secreto?- le dije sentándome en su cama y sentándolo a él en mi regazo, conocía a mi hijo y cada vez que le decía que era secreto su animo subía exponencialmente, junto su cabeza con la mía para que hubiese el mínimo espacio –Tu papá no cree en santa ni en el hada por que ellos ya no lo escuchan, por que se porta sumamente mal y no se come las verduras- le dije, vi en sus ojos un leve brillo.

-Mamá si no existen- me dijo dubitativo.

-Bueno si tu no quieres creer, mejor para mi y tu hermana, así nos traerán más dinero y regalos en estas fiestas- le dije sonriente.

-¿Entonces de verdad existe?- me pregunto esperanzado.

-Pero claro hijo, siempre que tu lo aceptes en tu corazón existirá- y bese su cabeza, él se abrazo a mi.

-Te quiero mami- y unas pequeñas lágrimas cayeron de mis ojos, pensando en otros tiempos que hubiese querido para mí y para él.

Bajamos al primer piso donde encontramos a Anne con su boquita llena de restos de chips de chocolate de las galletas y un tierno bigote de leche.

-¿Comiste galletas con chocolate?- le pregunte seria como si la pillara en una maldad.

-No mami- me dijo mirando al techo, Charlie y yo reímos fuertemente por su pequeña y mala mentira. Me acerque a la pequeña y con mi dedo le saque parte del chocolate y se lo mostré, al sonreírme inocentemente vi en sus dientes más chocolate.

Luego de lavarla nos fuimos al río para elevar las cometas, Charlie ya se veía bastante animado luego de nuestra conversación y Anne, bueno Anne es Anne, una pequeña inocente que disfruta de todo.

-Charlie, mamá me regalara un perrito- escuche que le contó a su hermano, quien llevaba en sus manitas a su mascota y la acerco a su pecho temeroso.

-¿Un perrito? ¡Ey! Que no se vaya a acercar a Gregorio- le dijo asustado.

-Pues yo tengo una idea- le dije a ambos mientras seguíamos caminando – ¿Por que mejor no llevamos la pecera donde vive Gregorio a tu cuarto y cuando llegue el perrito de Anne le hacemos una casita en el patio?- Charlie me miro radiante –Así nunca se encontraran ambos en el mismo lugar.

-¿Puedo llevarme a Gregorio a mi habitación?- la esperanza en la carita de mi pequeño era impagable, ver sus ojitos brillar con tal intensidad era una paz concentrada, yo asentí y mi hijo se echo a correr de felicidad.

-¡Yo igual quiero a mi perrito en mi cuarto!- protesto mi pequeña, yo me lo pensé un rato, ya seria complicado convencer a Alec de dejar la rana de Charlie en su habitación, pero el perrito seria otro cuento.

-Lo veremos Anne, quizás mientras sea un cachorrito pero cuando crezca deberá vivir en su propia casita de perro ¿Por qué no quieres que se enferme por estas encerrado, verdad?- y la pregunta la asusto, asintió inmediatamente.

Al llegar cerca del río Charlie le hizo una especie de muralla con diversas piedras a Gregorio, para así comenzar a elevar la cometa, él sostenía el hilo mientras que yo le lanzaba la cometa al cielo para que comenzara a tirar de ella, Anne animaba a que la cometa volara más y más alto.

Mis hijos reían por sus ocurrencias, se veían en paz y feliz, lo que a mi me calmaba y me hacia feliz, pero esta felicidad no estaba completa.

Recuerdo el día que nació Charlie y la entereza que tuve que sacar de lo más profundo para poder criarlo, seguía bajo una fuerte depresión y la familia de Alec no era una muy buena ayuda, Dídima siempre me chantajeaba con contarle a Alec acerca de mi boda con él, pero finalmente conseguía sonsacarme lo que quería, conocía a Alec perfectamente en estos ocho años sabia muy bien que se formaría la segunda guerra mundial si él se enteraba, sobre todo temía que me quitara a mis hijos, ellos seguían teniendo un poder absoluto provenientes de no se que parte de Italia, ahora ellos eran casi la ley desde que mi padre murió.

Estaba tan abstraída en lo mío que no me percate de que Anne sujetaba la cometa, en realidad la arrastraba intentando elevarla, pero ¿y Charlie?

Mi corazón se acelero erráticamente al no verlo en ninguna parte.

-¿Tu hermano, donde esta Charlie?- le pregunte desesperada a mi hija.

-Gregorio se escapo así que fue a buscarlo, dijo que volvía pronto- me informo mi pequeña. Mire para todos lados intentando buscarlo, pero nada.

-¡Charlie!- grite, pero nada respondía, pasaron un par de minutos más y la histeria comenzaba a tomar parte de mi cuerpo, Anne me miraba preocupada al verme así, no a él tampoco podía perderlo.

Tome la mano de la pequeña y caminamos al interior del bosque gritando el nombre de mi hijo.

-Mami ¿y la cometa?- me pregunto Anne.

-Luego vendremos por ella- le dije mientras caminaba un poco más apurada al interior, seguía gritando por mi hijo pero el silencio era desgarrador, solo se escuchaba el flujo de agua del río, de pronto se escucho unas pisadas un poco más adelante, tome en brazos a Anne para así poder correr y llegar al dueño de aquel ruido, pero grande fue mi asombro cuando encontramos simplemente un caballo, ¿un caballo? Es decir que alguien más estaba aquí, pues tenia montura, mi cuerpo se puso rígido al pensar que alguien podría estar con Charlie, podría ser incluso peligroso.

El miedo ya se había apoderado de mi y gruesas lagrimas salían por mis ojos al pensar en que mi hijo estaba herido o en peligro.

-Mami ¿Por qué lloras?- me preguntó afligida mi hija pasando su pequeña manita para quitas las lágrimas, al verme llorar comenzó a preocuparse y a sollozar también -¿Charlie esta mal?- y sus ojitos comenzaron a anegarse en lagrimas, al verla así intente calmarme para no traspasarle la preocupación.

-No amor, tu hermanito esta bien, solo esta haciéndonos una broma, tu jamás debes hacer algo así por que preocupas a mami, pero él esta bien- bese su cabecita y rogué a Dios por que mis palabras fueran verdad.

Caminamos orillando el río, quizás Charlie aún seguía buscando a Gregorio ¿y que mejor lugar que los sectores húmedos?

Mi corazón se acelero cuando escuche unos murmullos, hice mis pasos más silenciosos al igual que le hacia un gesto a Anne para que no hiciera ruido, al acercarnos más escuche su inconfundible risita, corrí con Anne en mis brazos hasta llegar donde estaba mi hijo sentado a orillas del río, me asusto verlo al lado de un hombre con una complicidad extraña, a aquel hombre nunca lo había visto pero sinceramente en estos momentos no era relevante.

-¡Charlie!- grite enojada, al verlo vivo y sano el enojo por haberse separado llego a mi -¿Dónde te habías metido? hijo por Dios- me arrodille ante él para abrazarlo, sentí que al fin podía llenar mis pulmones con aire sin provocarles dolor.

-Mami Gregorio se salio de mi fuerte y no lo encontré, así que seguí sus pisadas, no lo encontraba y pensé que le había pasado algo- escuche como su voz se quebraba, lo entendía de cierta forma pues su mascota era un regalo de su padre y eso significaba mucho para él –Bueno, encontré a Gregorio- me dijo, pero en su tono de voz note que quería pasarlo desapercibido.

-¿y donde fue que lo encontraste?- pregunte extrañada de que no me relatara su gran acto de heroísmo.

-Bueno él…él saltaba…ya sabes como siempre- me dijo con su sonrisa de niño bueno –Como siempre mami saltaba de aquí para allá- me seguía diciendo.

-Charlie- le apure para que fuera más detallista.

-Ma no te espantes- me dijo y ya solo con escucharlo decirme "ma" supe que algo no andaba bien –Gregorio salto hasta el acantilado- me dijo sin mirarme a los ojos, mis ojos se abrieron como platos y de seguro todo el poco color de mi cara se fue de puro espanto –pero no me paso nada- me dijo poco convencido, escuchamos un leve carraspeo por parte del hombre que seguía de espaldas escuchando el relato de mi hijo, algo en la actitud del hombre me molesto pero no estaba interesada en estos momentos –Bueno, puede que Gregorio haya saltado más de la cuenta y yo por trata de alcanzarlo haya resbalado- y mi respiración se agito –¡pero no paso nada ma!, el señor me sujetó y me salvo de que cayera- y en sus ojitos algo nuevo vi, un atisbo de emoción, como si hablara de un súper héroe –Wow mami lo hubieses visto, salto de su caballo con suma agilidad, así como cuando tu montas y luego se lanzo sin importarle su vida para rescatarme- los ojos de mi hijo brillaban con emoción mientras movía sus manitas para explicar la acción.

-Hijo pusiste en riesgo tu vida- le dije ya un poco más calmada, lo abrace con todas mis fuerzas y todo el amor que le tengo –Creo que le debemos más que la vida a este señor- dije mientras me levantaba y me acercaba tímidamente al señor que estaba de lado con los ojos cerrados, algo en su perfil llamaba mucho mi atención pero no podría decirlo a ciencia cierta, pues el hombre tenia un sombrero que le tapaba en mayoría el rostro y una espesa barba –Muchas gracias señor, no sabe la deuda que tengo con usted al salvar a mi hijo- le dije tendiéndole la mano, el hombre abrió sus ojos y contemplo mi mano, dudoso de si tomarla o no, yo por mi parte me sentía incomoda al tener mi mano tendida y que él no la tomara, cuando la iba a bajar el la tomo y de cierta forma me asusto, su tacto se me hizo familiar y un escalofrío recorrió mi cuerpo, de seguro por que su mano estaba helada –Si nos honrara con su visita en mi casa esta noche para agradecerle su ayuda con una cena, sería muy importante- le dije mirando a mi hijo quien sonreía feliz.

-¡Siii! El me estaba contando muchas historias, quizás pueda seguir contándolas- le dijo mi hijo sumamente emocionado, y me percate de que el hombre aún continuaba sujetando mi mano fuertemente, intente zafarme pero él tenia más fuerza.

-Mami yo también quiero que me cuente historias- dijo mi pequeña que ya estaba de la mano con su hermano, el hombre se tenso y soltó mi mano.

-¿mami?- pregunto el extraño, su voz me paralizo por completo deteniendo mi corazón y cortando mi respiración, el hombre alzo la vista, su sonrisa arrogante que tenia mientras mi hijo relataba lo que él había hecho por él desapareció inmediatamente para darle paso a la tristeza y la decepción, algo seguía removiendo todo en mi interior, hasta que el hombre me miro directamente a los ojos y vi aquellos verdes esmeralda que solo había visto una vez en mi vida, ese verde que jamás podria olvidar y confundir, recordé respirar y me dolió al sentir los latidos de mi corazón en mis oidos… era él, pasarían los años pero siempre lo reconocería…era mi Edward.

-¿Edward?- y me rendí a la inconciencia, perdiendo todo sentido del razonamiento.

Continuara...

Hola espero q les alla gustado el primer capitulo de esta secuala. Nos vemos el miercoles.

Capítulo 2: -¡"La Verdad"!-

 
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