-"El Conde Montelpuciano"- (Secuela De Un Amor En 1920)

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 11/09/2010
Fecha Actualización: 12/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 57
Visitas: 52241
Capítulos: 26

¿Que sucedio con la vida de Bella despues de la muerte de Edward? ¿Edward muerto? ¿Que sucedera cuando el nuevo conde llegue a poner orden al pueblo y a la vida y familia de Bella?. Secuela de un amor en 1920

Autora; LOkiicita Cullen.

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Capítulo 23: -"Desicion"-

BPOV

Sentí un fuerte olor en la nariz que me hizo reaccionar al instante. Me removí intentando encontrar fuerzas en mis músculos. Sólo tenía certeza de que estaba en alguna superficie horizontal suave y tenía un fuerte dolor en la cabeza, específicamente en la frente.

-¿Bella? ¡Bella, despierta!- escuché la voz cariñosa de Aurora que me llamaba y como a su vez un tacto cálido y suave acariciaba mi cabeza cuidadosamente.

-¿Por qué esta así?- escuche la voz alarmada de Alec.

-Alec intenta no gritar quieres. Se golpeo la cabeza al caer así que lo más probable es que sienta que se le parte- aquella voz era inconfundible. Edward estaba aquí y su voz estaba teñida de preocupación ¿pero de qué? Si él me había llevado a esto. Lo último que recuerdo es su voz diciendo "acepto" un enlace que nunca debía ser, él estaba casado conmigo.

-Mi hijo ¡Llamen al doctor!- gritó Alec causando que mi cabeza comenzara a girar nuevamente.

-Esto bien, no grites por favor- le pedí abriendo mis ojos poco a poco y palmeando mi frente en la que ahora había una evidente hinchazón.

-Amiga- suspiró Aurora tranquila al verme abrir los ojos. Varios brazos a la vez me ayudaron a sentarme con cuidado.

-¡¿Dónde está el médico?- volvió a gruñir Alec.

-Alec ya cálmate- le pedí para que dejara de gritar –Solo fue un alza de presión por el encierro en la iglesia- mentí sin ser capaz de levantar mis ojos y evitar el contacto con los de Edward. Porque sabía que en cuanto eso sucediera le reprocharía lo que había hecho y le exigiría respuestas.

-Nos has dando un buen susto Bella- añadió Aurora.

-Tampoco es para tanto. Eso si, no te perdonaré que me arruinaras el final de mi matrimonio- aquella voz despertó en mí una ira de la que no era conocedora. Levanté mi cabeza y posé mis ojos sobre los de Jane quien tenía una ridícula sonrisa en los labios. Solo con mirarla le exprese todo el odio que se podía tener hacia una persona.

-Lamento haber arruinado tú cuando de hadas- espeté irónica fulminándola con la mirada.

-Anthony querido, ahora que sabemos que Isabella está bien ¿podemos irnos a la recepción de nuestro matrimonio? Todos los invitados nos están esperando- inevitablemente tuve que mirarlo cuando ella se acerco a su lado para abrazarlo por el costado.

La mirada de Edward estaba triste, preocupada, molesta pero sobre todo decepcionada ¿con quién conmigo? ¿Con él? No entendía nada.

-Felicitaciones a los recién casados- dije con toda la acidez que pude y mi pecho se contrajo con tanta pena que tuve que inhalar fuertemente para no comenzar a llorar.

-Gracias Isabella- contesto ella abrazándose más a Edward. Mientras que él no dejaba de mirarme como si intentara disculparse. Tarde, pensé.

-Quiero irme a casa- le pedí a Alec. Extrañamente en ese momento me sentía más protegida por él que por Edward. Al menos siempre había sabido cómo era Alec pero esa farsa que Edward había conseguido ocultar, era despreciable.

-Si te vas ¿Quién cuidará de ti? Además habías dicho que estas bien ¿no?- menudo marido, pensé. En lugar de ofrecerse para marcharse conmigo prefiere que me exponga y me quede.

-Alec si Isabella no se siente bien será mejor que vaya de regreso a su casa y descanse. Si para ti es un problema yo puedo ir a dejarla con Theo- se ofreció Edward sin dejar de mirarme y como ya comenzaba a ser costumbre, Jane se pegó a él como pulpo.

-Pero cariño, estamos en plena celebración de nuestro matrimonio. No puedes dejarme y menos con todos esos invitados esperando por los dos- le exigió molesta está vez fulminándome a mí con la mirada.

-Yo puedo quedarme con ella en casa- se ofreció Aurora con una sonrisa que intentaba calmarme. Asentí de inmediato.

Así fue como se arreglo mi ida, Wladimir uno de los guardias, me llevaría hacia la casa con Aurora y los pequeños.

Antes de partir, Alec me obligo a dejarme revisar por el doctor para asegurarse de que el bebé estuviese bien. Él le dejó claro que solo había sido una subida de presión y que todo marchaba correctamente.

Mis pequeños ya estaban arriba del vehículo esperándome, Alec estaba dándole unas instrucciones al chofer mientras Aurora hablaba con su esposo acerca de que me acompañaría, mientras yo esperaba a que fueran por mí a la habitación. Estaba recostada en el sofá hasta que la puerta se abrió lentamente, deje mis ojos cerrados pensando que era Alec.

-No sabes lo que me duele verte así- mi cuerpo reaccionó de inmediato a esa inconfundible voz e inevitablemente dos gruesas lagrimas brotaron de mis ojos derramándose sobre mis mejillas.

-Aléjate de mí- le pedí sintiendo como mi cuerpo se entumecía solo por la tristeza.

-Bella mírame- me pidió amablemente y sentí como el sofá se hundía a mi lado. Él tomó mi rostro entre sus manos y más lágrimas brotaron.

-Sólo déjame Edward, no quiero sufrir más- mi cuerpo se convulsionaba por las lágrimas –Pasé ocho años creyendo que estabas muerto y cuando me entero de que no es así. Cuando todas mis ilusiones crecen pensando en que seríamos al fin una familia nosotros tres, bueno ahora cuatro- acaricie mi vientre -Resulta que en realidad has ligado tú vida inexplicablemente a una de las cómplices que mi vida fuese un infierno, que tú vida fuese un infierno, Edward- lloré sin tener las fuerzas para alejarlo de mi cuando él me abrazó.

-Todo tiene su explicación amor mío- mi corazón se contrajo por sus palabras –Sé que te lo he pedido ya muchas veces pero tienes que confiar en mí. Esto lo hago por los dos- abrí mis ojos horrorizada y me alejé de él –Créeme Bella jamás hubiese hecho esto de no tener una razón de peso.

-¿Qué es eso tan importante, más que nuestra felicidad Edward?- le exigí fieramente.

-No te exaltes Bella que le hará mal a nuestro hijo- pidió e intentó acariciar mi vientre. De un solo manotazo lo alejé.

-No me toques- le volví a repetir –Quiero que me dejes tranquila Edward. Quizás y era cierto lo que papá decía acerca de que cada vez que estaba cerca de ti sólo era para sufrir- si lo sé, sé que mis palabras fueron una vil mentira y muy hirientes pero era mi única manera de proteger lo poco que quedaba de mi magullado corazón.

-Estás en todo tú derecho de hablarme así amor- dijo Edward con su voz rota. Se levantó del sofá dejándome con una sensación de vació y perdida -Sólo te repito, confía en mí. Por el momento no puedo explicarte él porque de mi actuar pero nunca olvides que lo hago por ti, por mi y nuestra hermosa familia que pronto estará reunida como tanto deseamos- sentí sus cálidos labios besar mi frente y se quedó ahí unos segundos de más.

-Espero que la pases muy bien en tú luna de miel, ya que no pudiste tener una conmigo- las palabras brotaron sola de mis labios. Edward que ya estaba con su mano girando el pomo de la puerta, se giro para observarme con aquellos ojos dolidos.

- Eso me recuerda que te debo una luna de miel como te mereces- contesto simplemente antes de darme una última mirada llena de dolor y marcharse de ahí para reunirse con su nueva esposa.

La manera en que se desató mi llanto fue tanto que creí que la cabeza me explotaría de dolor. Cuando Alec apareció para llevarme al auto se asusto al verme tan abatida. Las hormonas, fue todo lo que le dije y así me dejo tranquila aunque podría jurar que él no me creyó.

-Me siento culpable teniéndote aquí cuando deberías estar con tu esposo- le dije apenada a Aurora. Ya llevábamos dos semana desde la famosa boda y yo sin tener una sola noticia de Edward o Jane. Las cosas para los Vulturis iban empeorando cada vez más. Marcus estaba siendo enjuiciado por los delitos que se le imputaban y por lo que comentaban los abogados la situación no iba muy bien a su favor. Por otro lado Dídima había aparecido varias veces seguidas para visitar a Alec y de paso pedirle dinero ya que el poco que había recaudado vendiendo lo poco que llevaba se le estaba agotando. Cayo como un fiel Vulturi le había dado la espalda por completo al ver que toda su familia se puso en su contra.

-Bella ya te he dicho que no te preocupes por eso. Además le dimos la excusa perfecta para volver a America. Estará dentro de dos días para vigilar sus inversiones y a Alec de cerca mientras Ed…bueno mientras no esta él- rectifico rápidamente -¿Has sabido de él?- preguntó luego al no recibir una respuesta por mi parte. Negué con la cabeza.

–Debe estar disfrutando en alguna playa paradisíaca- conteste irónicamente sonriendo sin humor.

-Mejor y cambiamos de tema- se acercó a mi para abrazarme por el costado ya que mi estado anímico decayó considerablemente solo de pensar en esa idea.

Nos quedamos observando desde la banca que estaba en el jardín trasero como mis pequeños Charlie y Anne, jugueteaban alrededor de Matt que estaba en su cochecito, y a pesar del par de meses de vida, el pequeño reía y movía sus manitas rápidamente divertido por el juego de los dos más grande.

-Si no fuera por ellos no sabría como vivir. Así fue hace ocho años atrás y así lo veo nuevamente- comenté en un suspiro sin dejar de verlos. Charlie tenia tanto de Edward que inconcientemente me había aferrado tanto a él que siempre lo sobreprotegía. Desde que Edward apareció nuevamente en nuestras vidas pensé que eso ya no sería necesario ya que él estaría para cuidarnos. Sinceramente no se donde quedó todo eso.

¿Seré yo quien se estaba adelantando mucho a los hechos?

Solo sé que es difícil pensar con la cabeza cuando sabes que la razón de tu existencia puede estar en éste preciso ínstate en los brazos de otra mujer.

Ambas estábamos enfrascadas en una nueva plática entre biberones, pañales y cuentos cuando Alec apareció hecho una fura.

-¡Isabella!- prácticamente rugió haciéndome saltar de susto.

-¿Qué sucede?- le pregunté levantándome de la banca para quedar frente a él. Aurora se removió incomoda sintiendo la tensión del ambiente, hasta los pequeños se quedaron estáticos en sus lugares.

-¿Tú te has metido en mi caja fuerte?- me tomó de los brazos zarandeándome con fuerza. Sentí la bilis subir por mi garganta hasta degustarla en mi boca. Miedo, fue lo único que sentí.

-Alec ten cuidado- Aurora intentó separarlo de mi dando tiempo para reponerme.

-¡Contéstame!- apremió.

-Alec… me haces…daño- me quejé y él debilito su agarre pero sin soltarme –Además, ni sabía que tenias una caja fuerte- mentí rogando por que fuera creíble.

-¿Estás segura?- preguntó mirándome a los ojos. Intentando desnudar mi alma con aquella mirada dura y fría, asentí con la cabeza sin poder decir una palabra más. Sentía tanto miedo, sobre todo porque me sentía sola en ese momento.

Cuando estuvimos solas nuevamente me deje caer sobre el césped abrazándome a mi misma para reconfortarme.

Anne y Charlie corrieron para abrazarme lo mejor que sus bracitos le permitían.

-¿Por qué papá estaba tan enojado?- pregunto Charlie. Más yo no salía del torbellino de cosas que tenía en la cabeza. Algo les habrá dicho Aurora que sentí dos pequeños besos y luego deje de sentir sus cuerpos en mí.

-Tranquila Bella, él no tiene como saber que tú tienes lo que a él se le perdió- me tranquilizó Aurora acariciando mi cabeza.

-Necesito que Edward este juntó a mi- confesé echándome a llorar como una niña asustada.

Más días pasaron en donde el enojo de Alec empeoraba cada vez más. Aurora le mencionó una de aquellas tardes de que él había presenciado la primera perdida económica, cosa que no lo tenía muy contento.

-Espero y pronto pierda todo- pensó Bella en voz alta sintiéndose molesta con todo y con todos.

No te preocupes que mi marido y Edward se están encargando de ello- como ya era costumbre cada vez que el nombre de Edward escapaba de sus labios ella se tensó preocupada de no hacerme sentir peor.

-Ya casi lo he olvidado- la mentira era tan mala que ella hasta se hecho a reír.

-Claro y yo muero por acostarme con alguien como Alec- ironizó causando que me uniera a sus risas –No hablando en serio ¿Cómo estas?- alcé los hombros.

-Escuche que Alec hablaba con Jane, al parecer llegan en un par de días- ella asintió con la cabeza.

-Deberíamos ir a comprar a tiendas de bebé, las fiestas están próximas y muero por comprar muchos obsequios para esos diablitos que tienes de hijos.

-No tienes porque- ella solo sonrío.

-Claro que tengo. Podríamos decir que soy su única tía cuerda que tienen cerca- y como añoré aquellos días que pasé con Edward, los niños y el resto de los Cullen en Francia como si fuésemos una familia de verdad.

-Te llevarías muy bien con Alice y todo lo que tiene que ver con compras- comenté sintiéndome nostálgica.

-Pues ya llegará el día que los conozca- sonrío feliz -¿Cuándo decoraras la casa?- preguntó entusiasmada.

-Nunca lo hago- le contesté de inmediato –Siempre lo hacían Dídima junto con Jane- asintió con la cabeza de manera pensativa.

-Esté año las cosas han cambiado un poco y como nueva señora de la casa deberías dirigir tú la decoración- negué de inmediato.

-No me siento especialmente como en casa como para darle toques hogareños. Lo más probable es que Heidi se encargue de eso- le contesté.

-Deberías sonreír Bella, por tus hijos- sus palabras me dolieron al recordar como los ojitos de mis hijos me miraban con tristeza y preocupación.

-Lo intento, créeme- ella acaricio mi mano que estaba sobre mi regazo. Ambas estábamos tomando té en la mesita de mi habitación.

-Da igual, yo estoy aquí y te ayudaré con todo lo que necesites- sonrió amistosamente.

-Tú deberías estar en tu casa decorando para las fiestas navideñas y no intentar subir el ánimo de una mujer que no tiene arreglo- ella me fulminó con sus ojos.

-Hasta que Edward no aparezca y te de una explicación de porque acepto no me daré por vencida. Creo que te estas echando a morir sin tener conocimiento absoluto, y yo no puedo permitir que alguien que quiero y más aún que esta cerca de mi parezca una especie de fantasma deprimido.

-¡Mamá más adornos!- gritó Charlie entusiasmado mientras decoraba la chimenea con adornos navideños. Wladimir y Darío se habían encargado de traer un gran pino a petición mía. Tal cual Aurora había sugerido para ayudarme con mi estado anímico, entre los cuatro comenzamos a decorar la casa para las fiestas que se acercaban a raudales.

-Si le pongo muchos adornos será dificultoso para santa poder entrar ¿no queremos que tropiece, no? Si le sucede algo podemos dejar a niños sin su visita- Charlie me miró serio.

-Se que no existe- se cruzó de brazos con el ceño fruncido y yo solo me apresuré a tapar los odios de Anne que estaba tan enfrascada decorándose a si misma con guirnaldas que no escuchó a su hermano.

-No digas eso Charlie- lo regañé por decir ago así frente a su hermanita más pequeña.

-Es la verdad- su voz se quebró. Aurora que estaba sentada frente a nosotros observándonos mientras amamantaba a Matt, llamó a Anne con un gesto de su mano y la pequeña corrió hacia su tía.

-Hijo, ya te dije un día que Santa si existe, si tu papá te dijo eso es porque él no cree- él me miró analizadoramente.

-¿Y por qué no cree?- atisbé un poco de duda. Hace unos meses atrás habíamos hablado de esto pero al parecer no había quedado conforme.

-Tú papá no se portó muy bien y santa dejó de traerle obsequios- sonreí al verlo pensativo.

-¿Yo me he portado bien?- Charlie siempre había sido tan maduro para su edad. A pesar de que para el resto el era un año menor, para mí siempre fue más grande de lo normal incluso por lo obvio.

-Tú eres un excelente niño e hijo así que, que no te quepa duda que santa vendrá a dejarte muchos regalos- pellizqué su nariz ganándome una hermosa sonrisa tan similar a otra que conocía.

-Estoy tan entusiasmada- dijo de pronto Aurora aún con Matt en sus brazos. Ya habíamos terminado de decorar el salón y ahora contemplábamos nuestro trabajo.

-Imagino que es por ser tu primera navidad con Matt en tu vida- ella asintió mirando a su hijo con tanto amor que me recordó cuando Charlie nació.

Ese día estuve completamente sola, si bien Alec se había ofrecido a hacerme compañía yo me opuse rotundamente. Jamás hubiese permitido que él ocupara el lugar donde debería estar Edward. No al menos ese tan intimo.

Pero cuando estuve en trabajo de parte siempre sentí la presencia de Edward, era como si su aura estuviese ahí conmigo reconfortándome y apoyándome en ese momento.

En cuanto vi aquel pequeño rostro tan perfecto y maravilloso supe que mi vida tenia sentido. Tener dos pedacitos de Edward junto a mí era un sueño que temí por lo maravilloso. Cuando Eleonora nació no escuche su llantito como el de Charlie.

El doctor me tranquilizó diciendo que solo estaba un poco ahogada ya que su cordón umbilical estuvo alrededor de su cuello pero que todo estaría bien.

Al día siguiente llego la mala noticia de que los pulmones de mi pequeñita no habían resistido la noche.

-Señora Isabella- la voz de Heidi me sacó de mis recuerdos. Mi garganta tragó con dificultad para apaciguar el dolor.

-Dime Heidi- me recompuse con altanería. Esta mujer siempre sacaba mi lado arrogante al verla tan desdeñosa como si fuese ama y señora de la casa.

-El señor Alec me mando a llamarla con urgencia- su voz tenia una pizca de felicidad que me extraño y a la vez me puso nerviosa.

Deje a mis hijos con Aurora mientras iba al despacho de Alec.

Dos golpecitos en la puerta y un "adelante", me hicieron entrar.

-¿Necesitas algo?- le pregunté en cuanto asomé la cabeza entre la puerta.

-Toma asiento- pidió con una amabilidad que me alertó de que algo no andaba bien.

-¿Algo anda mal?- pregunté sentándome en el sofá y él se sentaba frente a mí en la pequeña mesita de centro.

-Necesito disculparme por como me he comportado estos últimos días. No he considerado como debes estar afectada por el embarazo- posó su mano sobre mi vientre y me estremecí cuando lo acaricio con cierta brusquedad.

-No es necesario Alec yo entiendo que…- me cortó alzando su mano.

-¿Entiendes que todo lo que he hecho es por ti, por tenerte a mi lado?- tragué seco mientras mi cabeza me alertaba que saliera de ahí.

-Y te lo agradezco- fue todo lo que conseguí decir.

-Se que no soy un marido perfecto y he cometido errores- continuo sin tomar en cuenta mis palabras –Más lo único que he anhelado es un poco de tu amor- sacó su mano de mi vientre y la deposito sobre mi mejilla acariciándola con veneración –Te amo como no te imaginas y solo de imaginarte con otro hombre la sangre me hierve- la vena de su frente se hincho estremeciéndome a tal punto que retrocedí pegando mi espalda al sofá.

-¿Por qué dices esas cosas? Estoy aquí, contigo- dije.

-Es solo para que entiendas lo que provocas en mí. Que entiendas que no podría tolerar una deslealtad, un engaño, una infidelidad de tu parte- definitivamente las cosas estaban pasando a tomar un color oscuro.

-Bueno, deberías saber que no tengo pensado hacerlo- me pasé la lengua sobre los labios resecos y forcé a mi mirada no desviarla de sus ojos pero estos eran tan intensos, oscuros y fríos que me atemoricé provocando que mirara mis manos sobre mi regazo.

-Preferiría morir y llevarte conmigo antes que verte con otro hombre- asustada me levante del sofá temblando por sus palabras.

-No se te ocurra decir algo como eso Alec- caminé hacia la puerta pero el tomo mi brazo y me hizo girar con brusquedad quedando cara a cara.

Con su otra mano me tomo por la barbilla apretando mis mejillas con sus dedos y me acercó con fuerza plantando un beso sobre mis labios. Su lengua entró con tanta violencia que me sentí ultrajada y violada solo con la manera en que intentaba explorar en mi boca -¡Basta Alec! Me estas asustando- dije cuando conseguí apartarme de él.

-Solo recuerda mis palabras mi dulce Bella- asustada salí corriendo de su despacho llegando donde estaba Aurora. Ella en cuanto me vio aparecer se puso pálida solo con ver mi rostro.

-Vayan al jardín a jugar- animó a mis hijos quienes aún no me habían visto por lo que sin esperar más nada corrieron al jardín trasero -¿Bella estas bien?- en cuanto mis hijos desaparecieron ella corrió a mi encuentro. Asentí con la cabeza no muy segura.

-Solo necesito sentarme un momento- le pedí y ella me ayudo sujetándome por la cintura apegándome a su cuerpo.

-Estas como blanca papel y fría como hielo- acaricio mi frente -¿Qué sucedió?

Ella me dio mi tiempo a que me recompusiera. Las palabras de Alec aún daban vuelta con terror en mi cabeza. Él lo sabia, no se si poco, mucho o todo pero él sabia algo. De eso estaba segura.

-Necesito pedirte algo Aurora, es muy importante- hablé aún asustada pero con la fuerza que mis hijos me habían entregado desde su llegada a mi vida.

-Lo que quieras Bella, sabes que te ayudare en lo que necesites ¿pero que sucede?- ella estaba preocupada sinceramente por mi.

Inhalé profundo sintiendo las lágrimas al borde de mis ojos por lo que haría, el corazón se me contrajo dolorosamente.

-Necesito sacar a mis hijos de aquí. Necesito que te los lleves cuanto antes donde Alec no pueda encontrarlos- sentencie decidida.

Continuara...

Hola perdon por la tardansa pero la autora no actualiza este es el ultimo capitulo q tiene publicado apenas publique juro actualizar espero q les guste

Capítulo 22: -"Boda"- Capítulo 24: cambio abrupto

 
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