-"El Conde Montelpuciano"- (Secuela De Un Amor En 1920)

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 11/09/2010
Fecha Actualización: 12/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 57
Visitas: 52247
Capítulos: 26

¿Que sucedio con la vida de Bella despues de la muerte de Edward? ¿Edward muerto? ¿Que sucedera cuando el nuevo conde llegue a poner orden al pueblo y a la vida y familia de Bella?. Secuela de un amor en 1920

Autora; LOkiicita Cullen.

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Capítulo 2: -¡"La Verdad"!-

¿Mami esta bien?- escuche de lejos la voz de mi pequeñita, sonaba extraña pero podía distinguir claramente lo que decía.

-¿Qué la puso así Charlie?- escuche la voz de Alec preguntarle a mi hijo, con el miedo a que Charlie hubiese escuchado lo último que dije y lo comentara reaccione completamente.

-¡Mami despierta, mami despierta!- gritaba alegre aquella vocecita aguda de Anne.

Tuve que abrir y cerrar los ojos un par de veces para acostumbrarle a la brillante luz de la lámpara que se encontraba sobre el buró, lo que me indicaba que en el exterior los rayos del sol o eran tenues o ya no estaban.

-¿Dónde esta?- pregunte, pero al ver los ojos expectantes de Alec, llenos de duda replantee mi pregunta -¿Dónde estoy?

-Te desmayaste, pero la pregunta es ¿Por qué?- ¿Qué iba a decir? "Alec resulta que por unos minutos creí verlo a él, el amor de mi vida, el…" -¡No! Eso no podría decirlo en voz alta- pensé para mí.

-Creo que no desayune como es debido y me bajaron las defensas- me excuse con lo primero que se me vino a la mente -¿Estuve inconciente todo el día?- pregunte extrañada, Alec asintió.

-Charlie me contó lo que sucedió en el acantilado ¿es verdad que lo salvo aquel hombre?- ¿no fue un sueño? ¿De verdad había un hombre que ayudo a mi hijo? Me levante de la cama como pude, en cuestión de segundos Alec estaba a mi lado sosteniéndome del brazo, en estos ocho años el que me abrazara o intentara besarme en publico para mi era una mera cuestión de actuación y hacer de tripas corazón, como se dice, nunca lo había hecho realmente con un sentimiento, nunca me había importado la verdad, pero ahora, ahora que cabía la posibilidad remotamente fantástica de que "él" fuera real, de que su presencia aunque sea milagrosa fuera más palpable, más tangible, algo más que el hermoso recuerdo en mi alma, me producía un asco que me tocara, aunque sea como un abrazo, para mi era como serle infiel.

-Necesito agradecerle personalmente que haya ayudado a mi bebé- le dije soltándome de su agarre, él me miro extrañado pero al ir junto a Charlie, sentarme a los pies de la cama y abrazarlo vio que necesitaba estar con mi pequeño, o al menos eso entendía él claro esta.

-Mamá, ya no soy un bebé, tengo seis- me dijo mi hijo quien intentaba zafarse de mi abrazo; claro que era grande, lo sabia claramente ya que me lo recordaba a diario incluso más que respirar, siempre más maduro que sus compañeros, más valiente y responsable, siempre más.

-Lo se pequeño, es solo que no me hago a la idea de que cada día te hagas más grande, eres todo un hombrecito- le dije acariciando su cabecita, Anne se acerco a nosotros para que la incluyéramos en la muestra de cariño, la senté en mi regazo mientras abrazaba a mi hijo por los hombros.

-¡Claro que si, es igual a su padre! ¿Verdad?- le dijo Alec, tendiéndole una mano, así Charlie salio de mi agarre para ir con Alec, a veces me desconcertaba su modo de tratarlo, podría intentar ser un buen padre o a veces simplemente olvidaba todo.

-El Sr. Sanguinetti ya se fue, pero esta cordialmente invitado para mañana a cenar con nosotros como una muestra de agradecimiento por lo que hizo por Charlie- Me informo Alec –Así que te encargaras de preparar y ordenarle al servicio que quiero lo mejor para mañana, al parecer nuestro invitado se adelanto- algo de lo ultimo que dijo me quedo dando vueltas la cabeza y antes de que saliera le hable.

-¿A que te refieres con que se adelanto tu invitado?

-¿Recuerdas que te informe que este fin de semana vendrían unos invitados muy importantes? Bueno resulta que él es uno de ellos y al parecer viene en representación de toda la familia, necesito que brilles mañana por la noche ¿de acuerdo?- yo solo asentí.

-Tengo sueño mami- me dijo mi pequeña, besé su cabecita y me dirigí a su cuarto con ella en mis brazos para acostarla, le cambie su ropita a su pijama de conejito que tanto le gustaba por que tenia un pequeño pompón de colita en la parte trasera, nos fuimos al baño a lavar sus dientes y ya lista la metí bajo las mantas, ella como todas las noches me miraba con esos ojitos de "quiero un cuento", ya estaba tan acostumbrada que no tenia que verbalizarlo, fui hasta la repisa y tome "Hansel y Gretel" ya que era uno de sus favoritos por que tenia muchos dulces.

Así comencé a leerle mientras estábamos abrazadas, ella mientras escuchaba, con sus manitas jugaba con el lazo de mi vestido enrollándolo y haciendo pequeños nudos, de pronto los bostezos comenzaron a hacerse más seguidos y sus manitas a decaer un poco, lo que me hizo sonreír, verla en paz, tranquila era el mejor premio que podría recibir por tanto sacrificio, ¿Qué culpa tiene un hijo de los errores de los padres?

Cuando Anne finalmente dejo caer sus manitos, me levante lentamente sin emitir ruido, acomode las mantas para taparla bien, deje encendida la lamparita que ella le llamaba "espanta cuco" y salí de su habitación dejando la puerta levemente abierta. Camine hacia el cuarto de Charlie para acostarlo, pero al parecer Alec ya lo había echo ya que cuando llegue Charlie estaba ya metido en su camita con solo la luz de su lámpara, me asome para verlo descansar.

-¿Mami?- escuche su vocecita, asome mi cabeza por la puerta y lo vi con sus ojitos abiertos sin una pizca de sueño.

-Sigues despierto- le dije cuando entre y me senté a su lado.

-Si mami, quiero dormir para que sea mañana pero no puedo- me dijo triste, pero en su voz se escuchaba la ansiedad.

-¿Por qué tan ansioso?- le pregunte con una sonrisa juguetona para que me contara lo que lo tenia así.

-El Sr. Sanguinetti me dijo que vendría más temprano mañana para continuar contándome sus historias, mamá son geniales- me dijo emocionado, pero solo con escuchar a ese tal Sr. Sanguinetti, el nuevo héroe de mi hijo, aquel hombre con esos ojos que tanto me recordaban a él, mi corazón se contrajo de miedo.

-A sí ¿y le dijiste a tu Alec que vendría antes?- pregunte como que la cosa no quiere.

-Si, me dijo que lo atendiera bien por que él llegaría a la hora de la cena- y sus ojitos brillaban con la emoción.

-Entonces duerme- le dije pellizcando suavemente su naricita –Así el día de mañana llegara más rápido- y le sonreí para apoyarlo, mi pequeño me sonrío de vuelta y abrió sus bracitos para invitarme a su pequeño calor infantil.

-Te quiero mami- y yo sonreí como boba por sus palabras, me separe de él y lo llene de besos por toda su carita, me sonrío y lo deje descansar.

Cuando llegue a mi cuarto me quede estática al verlo metido en mi cama, él me sonrío como yo supuse seria una sonrisa seductora, pero para mi era una simple sonrisa.

-Alec ¿Qué haces aquí?- le pregunte algo desganada dirigiéndome al tocador para quitarme los aretes y el leve maquillaje de mi rostro, intentando hacer el máximo de tiempo.

-¿No puedo pasar la noche con mi esposa?- su pregunta hizo que mi estomago diera un vuelco.

-Alec, aún estoy cansada y no tengo fuerzas- rogaba por que no insistiera, pero escuche como se levantaba de la cama y por el espejo vi que se acercaba a mi desnudo, me levante de un salto y fui hacia los cajones del armario para tomar mis ropas de dormir, cuando me gire él ya estaba detrás de mi acorralándome con su cuerpo.

-Yo podría darte fuerzas- y se acerco a mi cuello para besarlo, lo empuje para salir de ahí y camine rápidamente hasta el baño.

-Por favor Alec, me desmaye y estuve inconciente todo el día, no creo que sea adecuado para mi salud- lo escuche gruñir pero no daría marcha atrás.

-¡Es solo que me molesta que cada vez que hemos tenido relaciones yo haya estado tomado, no lo recuerdo y ahora que estoy completamente lucido no quieres!- una leve sonrisa apareció en mi rostro, pero como seguía de espaldas a él, no lo percibió.

-¡No es culpa mía que andes borracho!- le dije molesta cuando me gire a encararlo -ninguna sospecha- pensé para mi, contenta.

-Vamos Isabella- me dijo intentando acercarse a mi, yo alce mi mano para que se detuviera y negué con mi cabeza -¡Después las mujeres se quejan por que los hombres tenemos amantes!- escuche que dijo enojado antes de salir de mi cuarto azotando la puerta.

-Como si me importara- susurré cuando entre al cuarto de baño, ¿Qué era lo que me estaba pasando? Llevaba ocho años de mi vida convertida en una mujer sumisa, consumida por la soledad y la pena y hoy por primera vez desde entonces, solo con ver unos ojos parecidos a los de él, me llegan todas las fuerzas –Mídete Isabella, recuerda que Dídima es tu sombra y él sigue siento un hijito de mamá- me repetí mientras veía mi rostro en el espejo y un brillo nuevo apareció en el.

Decidí darme una ducha para relajar mi cuerpo, cuando ya estuve lista, seca y cambiada, me metí a mi cama para dormir, pero al parecer las ansias de Charlie eran contagiosas por que no podía conciliar el sueño pensando en que mañana saldría de esta absurda idea de que lo había visto, parecía cerdito en el barro de tanto que me giraba en la cama, aún así no pude encontrar el mejor lugar, claro, el algún punto de la noche derrotada me quede dormida.

-¡Mamá levántate!- salte asustada de la cama ante el grito de mi hijo, que no dejaba de brincar en ella -¡Levántate!- seguía gritando emocionado, cuando enfoque mi vista ya un poco más despierta lo vi ya vestido y peinado, algo raro en él ya que nunca lo hacia, le gustaba su pelo al viento, sonreí al ver lo que vestía, una camisa verde a cuadros y un pantalón azul nada combinable.

-¿Tanto entusiasmo hijo?- le pregunte, lo tome de la mano y lo jale hacia mi, haciéndolo caer al colchón, le sonreí maliciosamente y comencé a hacerle cosquillas, escuchar sus risitas eran un bálsamo para mi magullado corazón y alma.

-¡Detente…detente!- me gritaba entre risitas – ¡Ma detente!- y cuando comenzó a ponerse rojo de tanto reír, me detuve.

-Eso es por despertarme tan temprano bribón- y cuando alce la vista vi a mi pequeña Anne aún en su pijamita bajo el marco de la puerta, tallando sus ojitos y arrastraba a su mantita.

-Ven aquí- le dije cuando miro la escena entre su hermano y yo, ella me sonrío y corrió con sus cortos pasitos hacia nosotros, con pequeños saltitos intentaba llegar a la cama pero como no podía, Charlie la tomo en brazos y la ayudo a subir, definitivamente me había ganado el cielo aquí en la tierra con mis pequeños.

-¿Qué haremos hoy?- les pregunte animadamente, Charlie me miro como si me hubiese crecido otra cabeza y recordé la visita -¡OH!- dije nerviosa –Bien, entonces es hora de levantarnos e ir a tomar desayuno- y Charlie para variar fue el primero en bajarse de la cama, Anne aún tenia carita de sueño así que la acomode en mi cama y basto un par de cariños más para que quedara nuevamente dormida.

Me duche y vestí en un completo silencio para no despertar a mi pequeña, cuando baje a la cocina, Heidi ya había preparado el desayuno.

-Buenos días mi señora- saludo Heidi, yo asentí con mi cabeza –El Sr. Alec me dijo de la cena de esta noche, tengo que prepararlo todo según usted disponga- e hizo una leve mueca, como si le doliera tener que seguir mis ordenes, sabia que así era pero no le quedaba de otra,

-Alec quiere que se utilice lo mejor, saca la vajilla de plata y referente al menú creo que los camarones serian una buena opción, acompañarlo con algunas salsas y de fondo, papas asadas y el Carpaccio de lomo que tan bien te queda- le dije despreocupadamente, mire a Charlie quien me sonrío y así comenzamos a comer, él no paraba de hablar de su nuevo héroe y yo con cada una de sus palabras me ponía más nerviosa, era absurdo lo sabia, pero la sensación de conocerlo era extraña, más extraño era que él impacto de verlo a los ojos me había causado aquel desmayo, finalmente tras comer, subí con Charlie a su habitación para ayudarlo con su ropa, le aconseje simplemente que cambiara su camisa por una color rojo sangre muy bonita que tiene.

Por ordenes de Alec, toda la servidumbre estaba ordenando y arreglando lo mejor posible la casa, era algo inquietante verlo tan preocupado por esta visita, algo me había mencionado que vendrían unos señores de grandes cargos de allá de la Italia, lugar de descendencia de sus padres, era una mera cuestión de títulos pero al ver a ese hombre, algo desaliñado, uno no pensaría que pueda tener un cargo mayor que el de Alec o sus padres, en fin, si era una especie de socio, debe ser igual de turbios que todos los Vultiri.

Mi cargo de Condesa hace mucho había dejado de tener validez, ahora era simplemente la esposa de un Vultiri y para los demás eso era más poder, para mi era simplemente un peso que cargar.

-Mamá, Anne ya despertó- me aviso mi hijo.

-Dile a Heidi que prepare el desayuno de tu hermana, por favor cariño- le pedí al Charlie, él asintió y corrió escaleras abajo – ¡No corras!- le grite, escuche como en el acto sus pasitos se hicieron más lento. Primero pase por la habitación de mi pequeña por sus cosas, cuando llegue a mi cuarto Anne se estiraba con un gran bostezo –Veo que la pequeña durmiente a despertado- le sonríe y me senté junto a ella, la tome entre mis brazos, la lleve hasta el baño y la bañe para luego cambiarla con un lindo vestidito rosa.

Luego de que Anne tomara su desayuno, pasamos gran parte del día en el jardín, Charlie y Anne jugaban con Gregorio, Charlie le recomendaba cual sería el mejor perrito para Anne, sonreía al verlos tan entusiasmados, yo por mi parte recostada en una de las bancas leía un libro, esta mañana había despertado con la necesidad de leer "utopia", lo malo fue que para sacar el libro, tuve que hurgar en aquella cajita metálica con llave que tengo muy bien escondida bajo una de las tablas de mi habitación, dentro de ella tenia muchos recuerdos, aunque son hermosos recuerdos, siguen siendo dolorosos, unas partituras, unas escrituras, este libro, algunas cartas, mi argolla de matrimonio, en fin.

-¿Cuándo iremos por el perrito?- me saco de mis pensamientos mi pequeña, lo pensé un momento y le sonreí.

-¿Qué te parece dentro de dos semanas cuando cumplas los 3?- le pregunte, ella comenzó a dar pequeños saltitos de felicidad, y grititos que por unos minutos me recordaron a Alice… Alice- suspire triste, como los extrañaba, como extrañaba a toda la familia, como extrañaba poder ver a Esme a diario, sin tener que escondernos para poder charlar, como me gustaría poder ser lo suficientemente fuerte y sincera para poder explicarles las cosas, así como lo hice con Esme, lamentablemente no me dieron la oportunidad y para mi eso fue suficiente prueba de su falta de confianza.

Ding dong

Escuche y mi cuerpo instantáneamente se tensó.

-¡Es él!- grito entusiasmado mi hijo, su ansiedad no ayudaba mucho con mis nervios, estire mi mano hacia Anne quien la tomo de inmediato y caminamos hacia la entrada principal de la casa, a medida que avanzaba el nerviosismo crecía y podía escuchar claramente los latidos de mi corazón en mis oídos.

A lo lejos divise a mi hijo conversar con el mismo señor de ayer, incluso a esta distancia podía vislumbrar el entusiasmo de mi pequeño, cuando ya estuve lo suficientemente lo vi, se veía más elegante y formal, con ese toque arrogante y elocuente que gusta de una mujer, pero sobre todo…era él

Mis rodillas inmediatamente se convirtieron en arena, provocándome que casi cayera al suelo, digo casi por que aquel hombre ya me tenia firmemente aferrada contra su cuerpo, sentía un calor único emanar de sus manos que se encontraban en mi cintura, lo que me provocaba a mi a la vez un calor nuevo, más que nuevo, podría decirse que era como un viejo recuerdo, abrí mis ojos titubeantes por el miedo.

-¿Se encuentra bien Señora Vulturi?- su voz, sus ojos, su piel, mi respiración seguía atorada en mi garganta, esto no podía ser, yo lo enterré.

-Edward ¿Cómo…tú?- dije con la voz temblorosa, tantos años evitando decir su nombre producto del dolor que me causaba, pero decirlo esta vez frente a él había aminorado aquel efecto, sentí como sus músculos se tensaban y de inmediato me dejo firme sobre el suelo, separándose de mí.

-Disculpe señora Vulturi pero creo que me confunde con otra persona- dijo dándome la espalda, su voz, era él, pero estaba entre nervioso y enojado.

-Charlie ve con Anne al jardín trasero, ya que Gregorio quedo solo en la pileta- le dije a mi hijo quien frunció su ceño y conociéndolo como lo conozco iba a comenzar a protestar -¡Ahora!- le dije un poco más molesta, me dio pena tener que gritarle pero los nervios los tenia a flor de piel y no ayudaba mucho que no obedeciera.

-Creo que esta un poco nerviosa Señora Vulturi ¿quiere que le traiga un vaso con agua?- definitivamente su actitud era la que me estaba enfermando.

-¿Qué es eso de Señora Vulturi? Edward soy yo Bella- le dije mientras me acercaba a él y acariciaba su rostro, él tomo mi mano para sujetarla en el aire y quitarla molesto.

-Creo que esa es una actitud un poco osada para una mujer casada sobre todo si no nos conocemos- se escuchaba la rabia en sus palabras.

-No sabes lo que dices, Edward ¿Dónde has estado? Tu estabas muerto, yo te enterré junto con Esme- su rechazo estaba haciendo un hoyo en lo poco que me quedaba de corazón.

-Señora por favor- su voz se escuchaba débil, como si estuviese bajando la guardia –No sabe lo que dice.

-¡Edward! Se que eres tu me lo dice el corazón- le dije acercándome a él, tome su mano y la puse sobre mi corazón, él se veía igual o peor de nervioso que yo –Es solo que no entiendo por que me mientes, no entiendo donde has estado todo este tiempo- las preguntas desbordaban mi cabeza.

-Por favor- me dijo casi rogando, apartándose de mí.

-Ya me dirás donde has estado, hay muchas cosas que debo decirte, explicarte, contarte- le dije mientras el me daba la espalda, pienso que quizás estaba igual de nervioso que yo al verme, pero eso no importaba en estos momentos, una nueva esperanza creció en mi pecho pensando en la nueva vida que tendría con él, con mis hijos, esta sin duda era una segunda oportunidad de Dios.

-¿Sr. Sanguinetti?- me puse rígida al escuchar la voz de Alec a mis espaldas, me gire rogándole a Dios que ahora si estaba conmigo, que no haya escuchado nada.

-Sr. Vulturi siento si llegue muy temprano- le dijo Edward, quien se acerco hacia Alec para darle la mano como saludo, Alec sonreía, esa sonrisa que solo indicaba una cosa "un buen negocio", tenia todas las ideas patas arriba, no entendía que hacia Edward de amigos con Alec, de hecho, si Dídima se enteraba que estaba vivo, era como si hubiese vuelto a la vida solo para morir a manos de ellos.

-Veo que ya conociste al Sr. Sanguinetti, Cariño- me dijo Alec, quien me tomo de la mano para acercarme a su cuerpo, luego me abrazo por la cintura y beso la comisura de mis labios, yo no había reaccionado pensando en todo lo que estaba sucediendo, no entendía nada y necesitaba que me explicara, que me dijera la verdad ¡ahora!

-¿Sanguinetti?- le pregunte mirándolo a los ojos, esa duda, esa pequeña debilidad que demostró minutos atrás se vio opacada por la arrogancia y la soberbia.

-Así es cariño, el Sr. Sanguinetti viene desde Italia específicamente desde Toscana para hacer negocios con la familia, él es el Conde Montepulciano- me informo, ¿Italia? ¿Conde? –Y además por lo que me a contado Charlie es un héroe- me soltó y fue donde él para tomarlo de la mano y abrazarlo en agradecimiento.

Los tres nos adentramos a la casa, el tal Sr. Sanguinetti iba delante de nosotros y podía ver que de vez en cuando se giraba levemente a mirarnos, yo iba detrás de él con Alec de mi mano, me molestaba de sobremanera que quisiera hacerse el esposo ejemplar, tratándome de cariño, querida y una sarta de tonteras sin sentimientos.

-¡Papá!- grito mi hijo que venia desde el jardín trasero, la pequeña Anne venia caminando directo hacia mi -¡Sr. Anthony!- ¿Anthony? Mi piel nuevamente se erizo y lo mire nuevamente.

-¿Anthony?- pregunte en voz baja, una nueva sonrisa apareció en su rostro, era una risa socarrona.

-Hola campeón ¿Cómo te encuentras?- se agacho hasta quedar a su altura y lo saludo con la mano, la situación me ponía un poco tensa.

-Bien, Gregorio parece un poco estresado si- le dijo mi hijo con algo de tristeza, al parecer su ranita desde que se había enfrentado con la muerte saltaba menos.

-Deberías llevarlo con el doctor de animales- le aconsejo poniéndose de pie y despeinando sus cabellos color café claro.

-Mi amor iremos al despacho para que nadie nos moleste, si necesito algo se que estarás ahí para atenderme- me dijo Alec, una mueca de asco se poco en mis labios, pero al parecer no era suficiente demostración para él ya que pensó lo que no era, se acerco más a mi dejando un leve beso en mis labios, de inmediato mire a Edward quien tenia la vista fija en Anne, pero percibí que nos había estado mirando.

-Que linda pequeñita- dijo de pronto -¿Qué edad tiene?- y me miro de inmediato a mi, yo me ruborice sabiendo lo que eso significaba.

-Es hermosa ¿verdad?, va a cumplir 3 en un par de semanas, esta demás decir que está cordialmente invitado- le dijo Alec.

-Se parece a usted Sr. Vulturi- su vista seguía fija en mi.

Creo que si vamos a hacer negocios podríamos trataron de tu ¿no le parece?- ahora Anne se encontraba en mis brazos, sus manitas acariciaban suavemente mi rostro que aún seguía enrojecido.

-Me parece bien Alec.

-¿Te parece si nos dirigimos al despacho a tratar cosas de hombres?- le pregunto petulante, él asintió dejándonos a los tres mirando por donde iban, dejando a mi hijo expectante por seguir hablando con él, a la pequeña Anne sin entender mucho que sucedía y a mi en lo particular sumamente confundida, físicamente era él, pero su forma de ser no lo era, éste era un hombre lleno de rencor, dolor y arrogancia, el no era mi Edward –crack, dolor en mi pecho- no era el mismo que me esperaba en el altar, no era mi Edward –crack, dolor en mi pecho- no era mi esposo, no era mi Edward –crack, dolor en mi pecho- ¿podría existir una persona en el mundo igual a otra? Este debe ser el caso, por que yo tuve su cuerpo, que yace enterrado en aquel cementerio improvisado por Esme y por mí.

Era increíble como pasaba la hora de rápido, Alec nos pidió que almorzáramos los pequeños y yo en el jardín ya que ellos tenían aún cosas importantes que tratar antes de la cena de ésta noche, quien se seguía mostrando desconforme con que lo sacaran de la conversación era Charlie, de solo ver su entusiasmo por su nuevo "héroe" me causaba algo de risa y de nervio.

Así es como había llegado la hora en donde comencé a vestir a mis bebes, a Charlie lo vestí con un pequeño traje de sastre negro, camisa blanca y su pequeña corbatita, se veía realmente hermoso, todo un caballerito. Anne eligió un vestidito color rojo carmesí que contrastaba con sus hermosos cabellos rubios que caían liso sobre su espalda y así a ambos listos los deje bajar para que estuvieran ya con los invitados que estaban en la planta baja, cuando ya era mi turno de elegir algo me encontraba en un debate, por una parte vestir lo de siempre, mostrarme como una dueña de casa más y así dar a conocer que tan diga de ser una Vulturi no era, por otra parte podría arreglarme lo mejor posible, sacar cualquier atributo que pudiese conservar e intentar impresionar a cierto invitado, pero también se podría pensar que lo hacia por Alec, ¿finalmente que decidí?...ya lo saben, ustedes igual son mujeres.

Saque mi mejor vestido azul, uno de los pocos que había podido comprar por mi cuenta, era bastante ajustado y llegaba a la rodilla, tenia un pronunciado escote cuadrado y por esta vez opte por zapatos de tacón del mismo color que el vestido, solté mi cabello y acomode lo mejor posible aquellas ondas, me mire al espejo y decidí que ya más nada podía hacer, suspire pesadamente pidiendo un poco de suerte para esta noche. Me tome del barandal de la escalera, enfoque mi vista en la lámpara de araña del siglo XI que colgaba desde el centro de la recepción, con cada paso que daba la respiración más se me atoraba, la sensación era como si caminara por una larga tabla en donde solo me esperaba el vacío, varios invitados, en su mayoría hombres, se voltearon a verme, eran miradas cargadas de lujuria lo que me daba una mayor confianza, era extraño sacar esta nueva personalidad, una personalidad que se encontraba dormida en alguna parte de mi inconciente.

Los murmullos no se hicieron esperar y como un deja vu, una escena se repitió en mi cabeza, mientras terminaba de bajar los últimos peldaños lo divise, al fondo del resto de los invitados, estaba él junto a mis hijos y Alec, camine en su dirección con una confianza renovada, los hombres se volteaban a mirarme pero para mi nada de eso tenia importancia, yo solo veía sus ojos y camine, recordé aquel día en el que él me esperaba bajo aquel arreglo floral en la iglesia, pero ésta vez hubo un cambio bastante diferente, cuando llegue junto a ellos unas manos diferentes tomaron las mías, unas manos heladas y nada suaves en comparación con las de él.

-Luces magnifica- me dijo Alec quien beso mis manos cuando llegue a ellos.

-Si me lo permite amigo mío- le dijo su invitado –Tiene mucha suerte de tener una esposa tan hermosa- y me sonroje de inmediato, un halago de Alec nunca surtía efecto en mi, siempre tuve la sensación de que simplemente yo era un trofeo para él, algo que el gano pasando sobre cualquier persona.

-Si Ma, estás muy linda- me dijo mi pequeño, yo baje solo un poco para besar su mejilla, mire a Anne y repetí la acción.

-Ustedes son los que lucen encantadores- les dije a ambos.

-Bien ¿Qué era lo que nos estabas diciendo Charlie?- pregunto Alec.

-A si, ¡Fue increíble, lo hubieses visto papá!- escuchar el entusiasmo de mi pequeño me hizo sonreír, siempre tan apasionado hasta para contar la más minima idea.

-Cualquiera en mi posición hubiese hecho lo mismo- su voz, cerré los ojos al escuchar su voz, aquella melodía que me había sido arrebatada y hoy inexplicablemente estaba ante mi.

El timbre de la entrada principal sonó y Alec de inmediato vio de quien se trataba, mi mirada siguió la suya y ahí entro el resto del clan Vulturi, sus primos Demetri, Feliz y Jane entraban con ese garbo petulante y superior que han tenido siempre, detrás de ellos sus tíos Cayo y Aro, Cayo siempre a sido algo arisco, en cambio Aro a sido algo más amable que el resto de la familia, incluso más que Marcus y Dídima, bueno cualquiera puede ser más simpático que Dídima.

-Querida espérame un momento, iré a saludar y volveré con ellos para que los saludes- me dijo, se acerco para besarme en los labios pero desvíe levemente mi rostro para que fuera en la mejilla, el enarco una ceja pero no le di importancia, luego miro a su invitado –Anthony permíteme unos momentos para saludar a mi familia- él asintió para dejarlo ir.

-¿Puedo ir contigo papá?- le pregunto Charlie, Anne también se unió y así los tres partieron a saludar.

Tras encontrar algo de determinación lo mire, él ya me estaba mirando fijamente lo que me cohibió un poco.

-Es una hermosa casa, tiene todos los lujos dignos de una señora como usted- me dijo burlesco.

-¿Por qué estas así? ¿Por qué no viniste antes a mi?- le pregunte con dolor –Ocho años creyendo que estabas muerto y apareces de la nada, como un Conde- lo miraba extrañada, quería de vuelta a mi Edward.

-Siendo una mujer casada no debería estar pensando en buscar a alguien que ya no esta, bueno por lo que se ve así es, dejo de buscar- me dijo enojado.

-No sabes nada, pase años buscándote- le dije con mi voz quebrada –Años, hasta que un día trajeron tú cuerpo y el mundo ya no tenia sentido.

-Por favor Señora no siga con eso, no soy quien dice ser- y había dolor en su voz.

-De eso estoy de acuerdo, eres muy distinto al Edward del que me enamore un día- respire para mantener las lagrimas que amenazaban con salir -No puedo creer que estuviste lejos todos estos años para conseguir un titulo, dinero, estatus- le dije con repulsión, me gire para marcharme cuando él tomo mi brazo y me giro fuertemente para encararlo.

-¡Dijiste que me esperarías el tiempo necesario!- me gruño con los dientes fuertemente apretados -¿Y que me encuentro? Que tienes dos hijos ¡Dos!- su mano temblaba fuertemente en mi brazo – ¿A eso le llamas amor?- y con este echo confirme lo que ya sabia y él intentaba negarme, era él -Tu si que sabes amar- me espeto, su mirada asqueada estaba causando una pena tremenda en mi.

-Tu no entiendes, hay muchas cosas que debo explicarte pero no es el lugar, no es el momento- le dije triste, ya no queria que me hablara así, no podia escucharlo más –Pero esta es una nueva oportunidad- nuestras voces cada vez bajaban más de volumen, por miedo a que alguien nos oyera.

-Tu tienes tu vida y yo tengo la mía, de lo único que puedo agradecerte es el haberme mantenido con vida- su voz volvió a ser arisca y arrogante, me soltó el brazo como para dejarme ir pero ahí me quede ya que estaba comenzando a enojarme pero igual necesitábamos hablar, no era el lugar y eso esta claro, la casa estaba atestada de Vulturi y lo que menos quería era que supiera que Edward Cullen estaba vivo, tuve que sacrificar mucho para que el resto de los Cullen pudieran estar en paz, como para que nuevamente se abrieran cierto odio.

-Entiéndelo ¡necesito decirte la verdad!- le grite enojada.

-¿De que verdad le hablas amor?- y al escuchar la voz de Alec me gire inmediatamente asustada, ahí frente a mi me miraban expectantes Alec, sus primos, sus tíos, mis hijos, Marcus y…Dídima.

Contunuara...

Hola aca les dejo el segundo capitulo espero q les guste y lo comenten nos vemos el sabado

Capítulo 1: -"La Vida Despues De"- Capítulo 3: -"Invitado Especial"-

 
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