-"El Conde Montelpuciano"- (Secuela De Un Amor En 1920)

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 11/09/2010
Fecha Actualización: 12/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 57
Visitas: 52266
Capítulos: 26

¿Que sucedio con la vida de Bella despues de la muerte de Edward? ¿Edward muerto? ¿Que sucedera cuando el nuevo conde llegue a poner orden al pueblo y a la vida y familia de Bella?. Secuela de un amor en 1920

Autora; LOkiicita Cullen.

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Capítulo 3: -"Invitado Especial"-

De que verdad le hablas amor?- y al escuchar la voz de Alec me gire inmediatamente asustada, ahí frente a mi me miraban expectantes Alec, sus primos, sus tíos, mis hijos, Marcus y…Dídima.

Sinceramente la mirada expectante de Dídima era lo que más me preocupaba, estaba a la espera de mi respuesta al igual que el resto de la familia Vulturi.

-¿Y bien?- presiono Alec, por unos segundos me permití mirarlo a él para poder relajarme de la penetrante mirada de Dídima, necesitaba la cabeza fría para que pronto se me ocurriera algo, pero involuntariamente volví a mirar a Dídima, ¡PEOR!

Ahora Dídima estaba mirando directamente a Edward, en parte podía percibir esa mirada especulativa, tenia miedo a que lo reconociera, mire a Edward para que se fuera antes de que lo descubrieran, pero cuando lo mire vi que le sonreía a Dídima y ella ¿le estaba devolviendo ahora la sonrisa?

-Alec, su esposa me estaba intentando convencer por su cuenta de que hacer negocios con su familia es lo mejor que debería de hacer- le soltó Edward como si nada aquella mentira, lo mire a él, luego a Alec, luego a Dídima y de regreso a él, por patética que fuera simplemente asentí con la cabeza afirmando sus palabras, Alec sonrío y palmeo su espalda y luego me beso en la comisura de los labios.

-¿Desde cuando estas interesada en la economía familiar?- me pregunto divertido como si todo esto fuera una diversión, yo estaba casi con el hígado en la mano y a él le hace gracia las cosas que inventa Edward ¿Edward? -¿Te sientes bien? Te pusiste pálida- me dijo Alec abrazándome por la cintura, yo baje la mirada ya que no me estaba sintiendo muy bien.

-¿Ella es tu hermana?- escuche preguntar Edward ¿a quien se refería?, ¿es una broma verdad? Dídima miraba ahora a Edward de una manera extraña, no sabría decir como pues era la primera vez que la veía así, podría jurar que ella estaba mirándolo de modo seductor -¿No me vas a presentar a tu hermana Alec?- le volvió a preguntar, ahora él se encontraba ya al lado de Dídima sosteniendo su mano, ¡puaj! Y se la beso, no es que fuera a sentir celos ni mucho menos, pero esto era muy extraño, a mi me trataba como una completa desconocida, sumamente molesto y a ella, a ella precisamente, la única culpable de nuestra separación y ahora la trata como si fuera de cristal.

-Ella es mi madre Anthony- le respondió Alec, Dídima no dejaba de sonreír.

-Oh, mis disculpas Sr. Vulturi- le dijo a Marcus – Tiene una esposa encantadora- le dijo sin dejar de mirarla, ¡Basta! Que deje de hacer eso.

-Así me doy cuenta- dijo Marcus con su mandíbula levemente apretada mirándola Dídima quien no apartaba la mirada de Edward, es que sin duda nadie podía pasar por alto aquellas miradas que le estaba dando a mi Edward, si Marcus que es su marido se dio cuenta.

Al menos ya podía respirar tranquila, la excusa de Edward había sido suficiente para Alec y el resto de la familia, pero al parecer había sido más útil las miradas que le daba a Dídima, quien iba encantada riendo de su brazo mientras Edward le iba contando anécdotas de una vida que yo no entendía, una vida que no existía ¿o si? Había pasado ocho años en los que estuvimos separados, habíamos pasado cerca de un año desde que mi padre me había hecho ir vivir a la casa del campo, ¿habría sido ese año más fuerte que los ocho que él vivió lejos de mi? Al parecer así era, éste era otro Edward, uno más petulante, altanero, orgulloso e incluso más elocuente.

Ya estábamos todos sentados para la cena, Charlie no cabía más de la emoción al contar nuevamente el relato de cómo el "Sr. Sanguinetti" lo había salvado a él y a Gregorio.

-Es que debieron verlo, él salto de su caballo tan rápido, luego desenvaino su espada para cortar la cuerda del ronzal del caballo, la ató a un árbol y se lanzo a salvarme- sonreí al verlo tan entusiasmado, a decir verdad, hace mucho no lo veía así y si en algo por primera vez en la vida podía coincidir con Alec, era que Charlie se parecía a su padre.

-Anthony creo que tienes un seguidor- le dijo Jane una de las primas de Alec, todos en la mesa rieron por lo dicho, claro, todos menos yo que no podía encontrarle la diversión a la noche, Edward estaba frente a mi, luego de largos ocho e inexplicables años en los que no tengo la menor idea donde estuvo, pues Dídima no deja de acapararlo, ¡y vuelve la celosa!

-¿Sabes utilizar bien la espada?- le pregunto Alec, pregunta que me hizo salir de mis pensamientos.

-Algo- dijo Edward ¿intentara no parecer menos o de verdad sabe? Sin duda muchas cosas nuevas tenía este nuevo Edward.

-Vamos ¿estas intentando ser modesto o de verdad no sabes mucho? Por que mi hijo te esta haciendo quedar como todo un héroe- le bromeo Alec – Podríamos hacer una apuesta quizás- le dijo sonriendo.

-¿Y que podríamos apostar?- ahora Edward le seguía el juego, un juego que podría ser peligroso.

-Lo que quieras, tengo tanta confianza en mis habilidades que seria capaz de apostarte una cena con cualquier mujer de esta casa- y alzo sus manos dando a conocer que se refería a todas las mujeres que nos encontrábamos en la mesa, yo lo mire con el ceño fruncido para advertirle que no dije más – Hasta mi mujer, para que veas la confianza que me tengo

-¿Cualquier mujer entonces?- le pregunto Edward con esa sonrisa que hace tanto no veía, esa que me hizo sonrojar al sentir un leve cosquilleo en cierta parte privada de mi anatomía – Pues entonces es un trato- le dijo estirando su brazo para estrechar su mano, ambos se miraron desafiantes pero con una sonrisa el rostro.

-Cuando gustes Anthony, ¿ya tienes donde vivir?- me tense al entender aquella pregunta, Alec quería ser tan hospitalario que de seguro lo invitaba a quedarse en ésta casa.

-Antes de venir aquí, envíe a mi brazo derecho y muy buen amigo Theo quien compro la mansión de Rockingham- informo, ¿Rockingham? Como podía ser eso posible si era uno de los lugares más caros y exclusivos de Londres, yo desde que me case con Alec es verdad que vivía llena de lujos, lujos que nunca disfruto pues intento ser lo más austera posible, pero incluso los Vulturi no podían darse el gusto de vivir en un lugar así.

-¿Rockingham? Wow si que sabes vivir- le dijo Jane con una sonrisa seductora, podía ver los signos de chelines por todo su rostro, ¡perfecto más competencia!

-La verdad es que yo hubiese preferido algo más pequeño pero ya deben de conocer como vive mi abuelo- dijo como si nada.

-Es decir que tu eres descendiente directo de los Sanguinetti de Montepulciano?- le preguntaba Dídima completamente embobada.

-Así es ¿los conoce?- le pregunto él con ese tonito de voz tan meloso, ¡Aggg! Si se, estoy celosa ¿y que?

-Pero Anthony deja de tratarme de usted, si casi tenemos la misma edad, a Alec lo tuve muy joven- le dijo con esa sonrisa que ya me estaba asqueando, pronto necesitaba inventar alguna excusa y salir de ahí, sino pronto armaría algún espectáculo de adolescente hormonal enamorada – Además claro que los conozco, solía tomar el té con Amelie, la esposa de Arch mientras Marcus hacia negocios con él- le contó.

-Amelie murió hace algunos años ya- y la voz de tristeza de Edward fue real, me dieron ganas de abrazarlo pero debo decir que solo quede en el "ganas" pues mi Dídima, que "coincidentemente" estaba sentada a su lado, ya le estaba acariciando el brazo.

-Lo lamento Anthony, hace mucho que no sabemos de ellos, pues desde que murió el jefe de policía de esta ciudad, prácticamente nosotros ponemos el orden aquí- la mención de mi padre frente a Edward provoco que tosiera fuertemente expulsando parte del vino blanco que tenia en la boca – Pero síguenos hablando de ti, si eres descendiente directo de los Sanguinetti, prácticamente tu tienes más poder que nosotros aquí- y pude ver como los ojos de Alec y Marcus flameaban en llamas por aquel comentario de Dídima ¿será eso verdad? ¿Pero de donde saco él tal posición?

-¿Y que paso con el jefe de policía?- Edward cambio de tema, no se si lo hizo por que aquel tema le concernía a él o por que le interesaba más el tema de mi padre, tema bastante doloroso aún.

-Un campesino lo mato- soltó Dídima como si nada.

-¿Lo mató?- pregunto Edward, pude ver como sus ojos se oscurecieron levemente.

-Es una larga y desagradable historia- le contesto Dídima – Pero al menos se hizo justicia y se llevaron a esa escoria de aquí ¿no es cierto Isabella?- trague en seco, ¿sabrá que él es Edward? O ¿simplemente es una pregunta? Del modo en que la hiciera para ambas partes no puedo complacer, suspire, pensando siempre en la prioridad.

-Dídima, sabes que no me gusta hablar de lo sucedido con mi padre- baje mi mirada ya que sentía fuerte y penetrante la de Edward.

-Pero al menos estarás contenta de que se lo hayan llevado a ese muerto de hambre ¿no?- y esa sonrisa de triunfo tenia que salir a relucir una vez más, una vez más de tantas ya.

-Claro- dije sin ganas, al mirar a Edward por el rabillo del ojo pude notar como se tensaba – Fue lo mejor- dije sin ganas, ¡perdóname! Le gritaba con la mirada, pero no tenia de otra, juro que le diré la verdad en cuanto pueda, haré todo lo humanamente posible por hacerlo, por evitar a toda costa esa mirada triste y asombrada que estaba teniendo él en estos momentos.

-Al parecer no le tenían en la mejor estima a aquel hombre- dijo Edward.

-No te preocupes Anthony, no pienses que viniste a un lugar rodeado de ese tipo de personas, él simplemente fue el primero de muchos que cayeron bajo la mano de la ley de los Vulturi- y seguía acariciando su antebrazo, que irónica es la vida, si ella supiera a quien esta tratando de impresionar.

-¿Qué paso con él?- pregunto un poco más ofuscado.

-El campesino fue…- pero fue cortada.

-¡Ya basta mamá! No creo que a Anthony le interese la desagradable vida de ese muerto de hambre, nosotros ya hicimos lo correcto en su debido momento por haber asesinado a mi suegro y eso es suficiente- le dijo Alec, pronto en la mesa se instauro un incomodo silencio del cual solo se podía escuchar los sonidos de los cubiertos sobre la vajilla.

-Mami ya tengo sueño- me dijo bajito Anne, con tantas emociones me distraje de mis propias responsabilidades, ya era hora suficiente para que mis hijos fueran a dormir.

-Si me disculpan- dije levantándome de la mesa a lo que el resto de los hombres hacia lo mismo con una venia – Debo ir a acostar a estos pequeñines- les informe mientras tomaba entre mis brazos a Anne y Charlie también se levantaba para seguirme.

-Gracias Sr. Sanguinetti- y vi como se acercaba a él para estrecharle su mano.

-Cuando quieras- le dijo Edward sonriéndole.

-Tiene que enseñarme a utilizar la espada- aunque se acerco a él y le susurro bajito, todos en la mesa pudimos escuchar lo que le decía.

-Nunca me lo habías pedido a mi- le dijo Alec con el ceño fruncido – Pensé que no te interesaba- antes de que saliera a flote un nuevo desplante machista de Alec preferí llevarme a Charlie.

-Vamos a dormir Charlie, ya es tarde- le dije mientras le estiraba mi mano para que se la tomara, pero antes de eso Edward se acerco a su oído y le susurro.

-Cuando quieras campeón- y le alboroto los cabellos -¿Cuánto años tienes?- le pregunto de pronto, su mirada se engancho con la mía poniéndome sumamente nerviosa, iba a contestarle pero no alcance.

-¡Tiene seis!- le contesto rápidamente Dídima – Es un encanto mi nieto ¿no? Saco lo mejor de Alec- y la mirada de Edward se entristeció, nuevamente aquel dolor que tantos años me había costado mantener oculto afloro, ver sus hermosas esmeraldas sufrir internamente me mataba ¿pero que podía hacer en estos momentos?

-Vamos Charlie- le presione nuevamente para que viniera conmigo, él nuevamente estrecho la mano de Edward y luego corrió hacia mi para tomar mi mano, ya los tres subimos al segundo piso, primero acomode a Anne en su camita ya que era la que estaba más cansada, luego me fui con Charlie a su cuarto.

-Mami, el Sr. Sanguinetti me va a enseñar a manejar la espada- me decía entusiasmado -tu me vas a dejar ¿verdad?- como podía negarle algo así a mi hijo.

-Siempre y cuando Alec te de permiso- le dije advirtiéndole, no me gustaría que se ilusionara y luego él no lo dejara. Me quede un buen rato acostada al lado de Charlie ya que con la exaltación y la emoción, el sueño nunca le llegaba, cuando note que su respiración era más lenta ya compasada me separe brevemente para verlo dormir, así con suavidad me salí de su agarre, le deje un beso en su frente y baje nuevamente con nuestro tan "emocionante" invitado.

Ya no estaban en el comedor por lo que me fui a la sala más amplia de la casa ya que de ahí provenían los ruidos y una exquisita pieza musical, cuando cruce el umbral me encontré que era Edward quien tocaba en el piano de cola de la casa.

-Isabella cariño ven, mira Anthony es un excelente pianista- me dijo Alec y tomaba mi mano para acercarme a él, él se posiciono detrás de mi y me abrazaba por la cintura, yo no podía dejar de mirar a Edward quien me miraba a mi con rabia y pena a la vez, las notas musicales cambiaron de pronto…

mi canción.

El aire huyo de mis pulmones al escucharlo tocar mi canción, aquella canción que él había compuesto para mi, sus ojos no se apartaban de los míos mirándome intensamente, lleno de preguntas, reclamos pero sobre todo tristeza y desilusión.

-¿Quién es el compositor de esta canción? Se que la he odio en otro momento pero no recuerdo donde- le dijo Alec quien no me soltaba.

-Era de un compositor iluso que murió de amor- le dijo Edward sarcásticamente, al menos para mi lo fue ya que para Alec fue como una broma por que soltó una pequeña risita que fue acompañada por Edward.

La melodía nuevamente comenzó a cambiar al igual que su actitud, ahora se veía como este nuevo Edward que apareció tras ocho años, lleno de rabia, arrogancia, indolencia, sus dedos ahora tecleaban con furia las teclas del piano…Tristesse, esa era la nueva melodía que él comenzó a tocar, esa única melodía que él sabia que para mi era evocar todo lo malo de mi vida, esa canción que únicamente él sabia lo mucho que me lastimaba, el corazón se me contrajo tanto por la pena que creí que me desarmaría en ese instante, lo mire sin entender por que hacia eso y una sonrisa petulante apareció por su rostro, ¿Quién era él y que había hecho con mi Edward? Hubiese llorado en ese mismo momento de no ser por que Alec hablo.

-Vamos Anthony toca algo más alegre- alentó Jane, quien al escuchar la nueva música que tocaba Edward saco a bailar a Alec, así el resto de los presentes comenzaron a bailar por la sala dejándome a mi sola con él.

-¿A que estas jugando? ¿Te divierte venir después de ochos años a martirizarme de ese modo? ¿A eso viniste, a hacerme sufrir?- le susurre enojada mirando por el rabillo del ojo si alguien se acercaba.

-¿Qué yo te vine a hacer sufrir? Veo que seguiste tal cual los pasos que tu padre quería para ti, una niñita caprichosa que cree que todo es por ella- me dijo, en sus ojos podía ver la rabia –No todo en esta vida es por ti, puede que en algún momento lo haya sido pero eso ya es pasado.

-Nada de lo que crees saber es como es, hay mucho que debemos hablar- le dije a la defensiva, no me gustaba verlo así, cuando le dije eso nuevamente sonrío sin ganas, de modo arrogante -¿Quién eres tu y donde esta mi Edward?- le pregunte con la voz quebrada, sentía las lagrimas a punto de salir.

-Creí tener algo de él aún, pero fue cosa de verte unos segundos, con tu nueva, feliz y lujosa vida para que todo eso muriera- su mirada era penetrante.

-¿Feliz? ¿Que sabes tú de si he sido feliz o no? ¡te creí muerto maldición! Como puedes pensar que era feliz de esa manera- le espete enojada y salí corriendo de la sala, escuche de paso la voz de Alec pero no me detuve a escucharlo, llegue a mi cuarto y ahí me encerré, me encerré en esas cuatro paredes dejando al fin fluir aquella pena tan grande que por miedo no podía expresar libremente, aquella pena que incluso en mis meses de catatonía no demostraba, es que haber creído muerto a Edward todos estos años y llevar esa pena sin chistar era doloroso, el saber ahora que estaba vivo era una de las felicidades más grandes que había sentido en mucho tiempo, tan igual como cuando Charlie nació, pero él verlo ahora así me estaba lastimando incluso más que aquella muerte que creí.

Estaba pensando en como mi vida había cambiado en un par de días, en como las cosas podrían llegar a cambiar si solo me dejara explicarle, si dejara de tener miedo, ese miedo que había crecido con los años y con las amenazas de Dídima, estaba tan abstraída en ello que no escuche cuando la puerta de mi habitación fue abierta, estaba por gritar del miedo cuando unas manos me apretaron la boca, incluso entre las sombras podía reconocer al dueño de esas manos, fue cosa que se moviera unos pocos centímetros para que la luz de luna que se filtraba en el visillo lo iluminara, el intenso verde de sus ojos me invitaban a olvidar su actitud, a olvidarme de esta nueva y mentirosa vida que llevaba.

-No grites soy yo- me dijo bajito mientras quitaba sus manos de mi, mis labios ya extrañaban su tacto, incluso en estos largos ocho años mi piel lo reconocía con facilidad.

-¿Qué haces aquí? Alguien te puede ver- le dije nerviosa mirando hacia la puerta.

-Dije que iría al baño, Alec y el resto de la familia ya están algo pasado de copas y piensan que yo lo estoy de igual modo- me dijo y por un instante vi como sonreía como un niño haciendo travesuras – Solo vine a decirte una cosa- y lo mire fijamente, expectante – Si realmente tienes razones para haber hecho todo lo que hiciste, te daré una sola oportunidad para que me las digas y expliques- sus ojos me rogaban de cierto modo que realmente tuviera esas razones –Te espero en el jardín trasero cuando todos se hayan ido ytu esposo ya este acostado- lo último lo dijo casi escupiéndolo, yo iba a protestar y decirle que no dormía con él pero me acallo poniendo sus dedos en mis labios – Solo una oportunidad Bella, no me defraudes, solo espero que sean razones de peso- me dijo antes de levantarse y caminar hacia la puerta, algo lo hizo dudar ya que se detuvo, yo seguía semi recostada esperando a ver que le sucedía, se giro para mirarme directamente a los ojos y en cosa de segundos estaba frente a mi con sus ojos intensos puestos sobre los míos, con una de sus manos me apretó de la cintura y la otra la llevo a mi nuca, con una fuerza exquisita unió nuestros labios en un beso fiero y lleno de pasión, de igual manera sus manos aferradas firmemente en mi espalda me apretaban a su cuerpo lleno de necesidad, solo de sentir esa misma urgencia me hacia tiritar de pies a cabeza, es que ocho años reprimidos para ambos y ser liberados de golpe era una experiencia cautivante, pronto lleve mis manos a su espalda para unirlo más a mi, me beso de una manera única, nueva, una excelente fusión entre éste nuevo Edward y mi Edward, lamentablemente lo bueno siempre se acaba, él se separo levemente de mi y podía sentir su sonrisa en mis labios, yo aún no podía abrir los ojos ya que intentaba recomponerme y recuperar el aire, además intentaba grabar lo mejor posible aquel momento, exhalé todo el aire contenido de mis pulmones al fin por la fascinación, en realidad más que exhalar aire fue un suspiro, abrí mis ojos para encontrarme nuevamente esa mirada arrogante llena de satisfacción.

-No creo que tu marido te haga sentir así solo con un beso- me dijo con esa voz petulante antes de dejarme tendida nuevamente en la cama con el corazón y cierta parte baja de mi anatomía a mil y él, salir como estoico de la situación.

Decir que no podía dormir esperando a que la fiesta acabara, era decir una gran mentira, sin bien, no podía darme el lujo de dormir unos minutos y luego despertar para reunirme con Edward, pues existía la posibilidad de que me quedara hasta el siguiente día, esto no tenia nada que ver, claramente sufriría de insomnio una buena cantidad de días ya que aún continuaba híper ventilando luego de semejante beso, de sentir como quemaban mis labios por la ausencia de los suyos, así espere impaciente a que las luces se fueran, así con el corazón en la boca y la respiración a mil me levante de la cama cuando ya habían pasado cerca de diez minutos desde que escuche la puerta de la habitación de Alec cerrarse. Camine entre nerviosa y ansiosa por este encuentro, encuentro que conciente e inconcientemente estuve anhelando por ocho años, un encuentro en donde dejaría mi corazón, mi alma y los inmundos secretos de los que me he tenido que ver envuelta solo para proteger a mis hijos, para proteger a quienes más quiero en esta vida.

Cuando llegue a la puerta que daba al jardín pude divisar su silueta, tan perfecta incluso solo a la luz de la luna, tan magnifica como antes e incluso más, ya que inexplicablemente aún para mi, él poseía un nuevo garbo, una nueva prestancia que solo se adquiría cuando se tenia estudios, cuando se era todo un conocedor, esa elegancia arrogante que lo hacia verse más atractivo aún, incluso con su cabello y barba más crecida a como lo conocía cuando era solo un adolescente, camine en su dirección intentando no hacer mucho ruido para así sorprenderlo, tal error, la sorprendida fui yo.

-¿Anthony?- escuche de pronto y me oculte ya bastante cerca de Edward y de ésta nueva "visita".

-¿Jane?- le pregunto él igual de extrañado que yo.

-Si ¿Qué haces aún aquí? Y solo- mis manos se cerraron en puños al percibir ese tono pícaro en su voz.

-Necesitaba aire antes de irme, creo que bebí más de lo acostumbrado- le dijo.

-¿Pero estas bien verdad?- le pregunto y pronto se acerco a él para tocarle la frente, ese simple gesto me hacia hervir más la sangre, en el mismo momento en que la vi poner sus ojos sobre Edward supe que sentía alguna clase de interés.

-Si, gracias por la preocupación Jane pero ya me iba, mi chofer debe estar por recogerme si es que no esta ya- podía ver como él me buscaba disimuladamente -¿No lo has visto, a él o a alguien más?- le pregunto despreocupado, Jane sin entender la segunda intención simplemente negó.

-Sabes- le dijo con esa vocecita inocente que no le creería jamás – Si quieres puedes descansar en mi habitación mientras esperas a tu chofer o mejor aún puedes irte por la mañana- y pasaba su inmunda mano por el pecho de mi amado -No tengo problema en que pases ahí la noche- y podía ver como lentamente se acercaba a él, por otra parte no es que Edward estuviese oponiendo mucha resistencia – Alec me invito a quedarme esta noche ya que se me hizo muy tarde- le explico.

-Realmente la oferta es muy tentadora mi querida Jane, pero hay que hacer las cosas bien y jamás podría abusar de la gentil hospitalidad de los Vulturi, menos faltándole el respeto en su propia casa con una de sus mujeres- y él paso su mano por una de sus mejillas poniéndome más enojada aún, sin pensarlo y solo dejándome llevar por la rabia, estampe mi mano hecha un puño en la pared de concreto.

-¡Aush!- grite despacito pero lo suficientemente audible – Duele como un demonio- dije ya más para mi, pero me alerte al escuchar que Jane y Edward me habían oído.

-¿Quién esta ahí?- pregunto ella -¿Anthony lo oíste verdad?- le pregunto ella, me hinque para no ser vista, teniendo mi puño aferrado sobre mi otra mano al percatarme de que éste sangraba por los nudillos, ¿Cómo era posible que los hombres pudiesen pelear con una facilidad y más, sin salir lastimados?

-Será mejor que nos vayamos- le dijo Edward – Puede que simplemente alguien haya despertado- y vi que intento llevarla al interior de la casa.

-Creo que es mejor ir a ver quien es, para asegurarnos- le dijo ella saliéndose de su agarre y caminando directo hacia mi, pensé en que podría decirle cuando me descubriera ¿pero que le diría? Si literalmente estaba escondida husmeando con una mano ensangrentada, me extraño dejar de escuchar sus pasos por lo que me asome levemente para ver que tan cerca de mi estaba, pero miles de dagas llegaron a mi pecho al verla a ella colgada del cuello de Edward…besándolo o debería decir, besándose pues lo veía a él bastante animado besándola sin intentar apartarla. Eso dolía, de verdad dolía en lo más profundo de mi corazón.

-Cretino arrogante- dije en voz alta antes de salir de ahí, corrí directo a mi cuarto para no ser vista, para refugiarme en el una vez más, para dejar de ser espectadora de aquel beso, yo quería ser participe de sus labios, jamás la espectadora, y verlo por primera vez incluso de antes, era doloroso, habíamos perdido mucho tiempo ambos, había perdido mi oportunidad de decirle la verdad pero esta vez no había sido mi culpa, ¿tendría una nueva oportunidad? ¿Realmente él se la merecía ya que había llegado con esa nueva actitud? ¿él en si, se merecía la verdad? Jamás creí pensar en la posibilidad de no querer tenerlo cerca de mi, pero al parecer así era, él estaba haciendo un muy buen trabajo si lo que venia luego de ocho años era venir a terminar de matar mi corazón ¿el problema? El problema es que lo amo más que a mi vida y conociéndome, sería capaz hasta de humillarme, una vez más, por él.

Continuara...

hola a todas aca les dejo umn nuevo capitulo espero q les guste no se preocupen mientras avancen los capitulos van a saber q paso con  Edward y Bella en estos años.Si me dejan sus comeentarios les prometo q mañana publico otro capitulo sino hasta el miercoles.

 

Capítulo 2: -¡"La Verdad"!- Capítulo 4: -"Cambios"-

 
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