-"El Conde Montelpuciano"- (Secuela De Un Amor En 1920)

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 11/09/2010
Fecha Actualización: 12/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 57
Visitas: 52254
Capítulos: 26

¿Que sucedio con la vida de Bella despues de la muerte de Edward? ¿Edward muerto? ¿Que sucedera cuando el nuevo conde llegue a poner orden al pueblo y a la vida y familia de Bella?. Secuela de un amor en 1920

Autora; LOkiicita Cullen.

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Capítulo 5: -"Alcatraz"-

Te recojo mañana a las 7 en el pueblo- se repetía una y otra vez en mi cabeza, la sonrisa en mis labios no desaparecía, incluso podría jurar que dormí tal cual, sonriente.

El problema sería como hacerlo para salir temprano por la mañana sin levantar sospechas, podría inventar un sin fin de cosas que hacer pero conociendo a Alec, se opondría por el simple hecho de sacar a los niños tan temprano de casa, a si ¿no lo mencione? La única excusa viable para poder salir seria con algo relacionado a mis hijos, de otro modo tendría que salir con el o con Heidi, ¿a escondidas? Era lo único que me quedaba, así que antes de dormir deje mis ropas listas para la mañana siguiente.

Por la mañana muy temprano me vestí en cuestión de segundos para no perder tiempo, obviamente sin dejar de preocuparme de lucir lo mejor posible.

Primero fui a la habitación de mi hijo y me asegure que aún se encontraba dormido, verlo con sus ojitos cerrados siempre me hacia suspirar de satisfacción, llena de dicha por haber conseguido hacer de él un buen niño a pesar de la familia en la que se encontraba inmerso, al menos Anne aún era muy pequeñita para darse cuenta completamente.

Con sumo cuidado baje las escaleras, rogándole al señor por no toparme con nadie de la familia, pero creo que el señor estaba durmiendo a estas horas de la mañana pues no me escucho para nada.

-¿Dónde vas a estas horas, Isabella?- me pregunto Dídima, intente que mi rostro no se desfigurara de miedo, tenia que verme segura y confiada de mi misma para no llamar aún más la atención.

-Necesito salir Dídima, es importante- le dije como si nada, sin bajar mi vista de ella, años sin poder hacerle frente pero las cosas habían cambiado drásticamente con la llegada de cierto hombre de ojos verdes, él siempre había sido mi incentivo en el pasado y en el presente estaba surgiendo nuevamente, ¿para el futuro? Esperaba de todo corazón que él se encontrara conmigo.

-¿Que es eso tan importante que te saca de la cama y de casa a estas horas de la mañana?- me pregunto escéptica con esa sonrisa de autosuficiencia.

-Es una sorpresa para Alec- le dije de la nada, mis labios hablaron por si solos, algo me decía que si utilizaba a su hijo quizás hasta me ayudaría.

-¿Qué tipo de sorpresa?- pregunto nuevamente, no pude evitar mirar el reloj en la pared a sus espaldas, me estaba atrasando.

-El algo complejo de explicar- pero podía ver que no era suficiente para ella mi simple explicación –Alec quiere que le de un hijo- dije rápidamente –Pero es un poco complicado por lo que necesito asesorarme con un medico- al ver sus ojos iluminarse en mi fuero interno sonreí por mi mentira.

-Me parece fantástico, pero ¿Por qué a estas horas?- me dijo algo extrañada.

-Quiero que sea una sorpresa si es que resulta, quiero ocultárselo a Alec por el simple hecho de que si no resulta él no se desilusionara.

-Entonces déjame acompañarte- dijo con ese semblante arrogante nuevamente, aprecie que aún llevaba su ropa de dormir por lo que me aproveche de ello.

-Para la siguiente sesión, por que ahora voy retrasada- le dije con mi mirada triste, como si lo lamentara seguro- pensé para mi.

Con el corazón aún a mil salí de casa, ahora con el aire golpeando en mi cara pude despejar un poco más mi cabeza y razonar lo obvio, a esta vida llena de mentiras le sumaba una más y una bastante compleja, debía conseguir una cita con un doctor que se supone me trataría para poder tener un hijo –Que Dios me ayude- dije cuando camine en dirección a un taxi que me llevara lo más pronto a mi encuentro con Edward.

Sabía que iba retrasada por lo que le insistí un poco al conductor para que se apurara.

-Señorita voy en el limite establecido- me dijo cuando me miro por el espejo retrovisor, percibí en sus ojos algo que ya se me hacia un poco común desde que había conseguido que mi cuerpo cambiara al de una escuálida niña, desde mi embarazo es que había ganado un par de curvas que antes no poseía, acentuando así el cuerpo de una mujer, llamando la atención de varios hombres.

-Le pagare el doble- le dije con una sonrisa coqueta que a él le ilumino el rostro, pude sentir como el auto aceleraba su curso y sonreí satisfecha de mi misma.

Llegue a los pocos minutos encontrándome que por el lugar transitaban aún muy pocas personas, no podía verlo por ninguna parte, mirando mi reloj de pulsera solo vi que estaba retrasada por diez minutos, no era como para que pensara que lo había dejado plantado, suspire frustrada, esto se daba cada vez que queríamos hablar.

-¿Sra. Isabella Vulturi?- escuche que alguien me preguntaba a mis espaldas, me gire para encontrarme con un joven de no más de diecisiete años.

-Así es- le dije un poco confundida.

-Tenga- me entrego un papel y se marcho, seguí su camino hasta que se perdió por una de las esquinas de la calle, extrañada abrí el papel y en el solo había una pequeña frase, aquella letra la reconocería a pesar de los años, aunque ahora se veía más pulcra y más elegante de lo que era.

"Florería Amanecer"

Mire en todas direcciones, algo me decía que él estaba aquí observándome, simplemente sonreí y me encamine hacia donde me pedía, llegue a la florería pero seguía sin encontrarlo, un impulso me guío al interior de la tienda y lo busque, pero nada.

-Busca alguna flor en especial- me pregunto el vendedor con una sonrisa amable, no sabia muy bien como decirle que en realidad buscaba a un hombre más que flores –Tengo unas que son el reflejo de su hermosura- me dijo y desapareció por unos minutos por una habitación, entrando nuevamente ahora con un ramillete de unas hermosas flores –Fresias- me dijo con una sonrisa y me tendió el ramillete.

-Gracias- dije un poco extrañada, tome las flores en mi mano y me las lleve por instinto a mi nariz para poder sentir su aroma, cerré los ojos e inhale profundamente embriagándome con su aroma, al abrir los ojos note que de entre medio sobresalía una pequeña tarjeta en un sobre, la tome e inmediatamente la abrí, sonreí al reconocer nuevamente aquella caligrafía.

"Sal por la puerta trasera y sube"

¿Y sube?, me perdí. Mire al vendedor que me sonreía como si fuese mi cómplice, no entendía del todo pero él al parecer comprendía mejor que yo.

-La salida esta por allá- me indico con su dedo índice, lo mire confundida y el asintió guiñándome un ojo, seguí aquel pasillo hasta la puerta trasera, la abrí un poco temerosa de lo que me podría encontrar, al salir solo había una cosa en la calle, que debo decir se veía bastante lúgubre, un auto con todos sus vidrios oscuros y en el, un hombre recargado que al verme se movió y abrió la puerta para mi sonriéndome, me tendió su mano "Sube" recordé de la nota, suspire y así lo hice, tome la mano de aquel hombre que me sonrío.

-Buenos días Sra. Cullen- y lo mire asombrada, parte de mi sonreía por lo hermoso que sonaba, pero él como lo sabia.

-¡Theo!- escuche la voz de Edward regañarlo, él se disculpo y me ayudo a subir al auto.

-Buenos días- me dijo él cuando ya estuve sentada junto a él, lo mire e inevitablemente sonreí –Discúlpalo, a veces es algo impertinente- lo dijo alzando un poco más su voz pero se notaba que le tenia en buena estima por que tenia una nota de humor en su voz al expresarse de él –Disculpa también si tuve que hacer todo esto pero tenia que asegurarme que nadie te siguiera y te viera conmigo- con la oscuridad propia de la madrugada y los mismos vidrios oscuros que impedían la poca luz del día, no conseguía ver bien su rostro, pero por su voz podría decir que intentaba sonar irónico.

-Dídima me descubrió por lo que de todos modos tuve que mentir- le dije un poco más triste por su poco entusiasmo de verme, yo por dentro estaba frenética por lanzarme a sus brazos y besarlo.

-¿Qué le dijiste?- y percibí cierta nota de humor en su voz.

-Nada relevante, algo que tendré que solucionar más tarde- le dije como si nada, pero sabía que ese pequeño "detalle" me causaría uno que otro dolor de cabeza.

-Muy bien, si necesitas ayuda me la pides y ya- dijo como si nada y en ese instante el auto comenzó a moverse en quien sabe que dirección, no preguntaría tampoco pues muy bien sabia que iría donde él me llevase.

El camino fue silencioso y algo largo, quería hablarle pero su mutismo me decía que él prefería llegar para poder conversar, quizás estar en un lugar más cómodo y agradable. El auto se detuvo y la luz del día me cegó en el momento en que su chofer o lo que sea que fuese abrió la puerta, me tendió su mano que tome para salir al exterior –Gracias- le dije y al salir me encontré con aquel lugar que había cuidado con mi corazón y mi alma, la casita que él un día me regalo, a su costado había enterrado "sus cenizas", cenizas que Alec me había entregado diciendo que eran de Edward. Todos estos años creyendo estúpidamente lo que Alec me había dicho, definitivamente no había aprendido nada con los años, él jamás me hubiese dicho la verdad de que Edward vivía.

-Lindo gesto- me dijo con una sonrisa burlona apuntando a la pequeña lapida donde estaba escrito su nombre y debajo de este las supuestas cenizas de su cuerpo, mi rostro cayo en la tristeza, años llorando en silencio y buscando en este lugar alguna especie de consuelo, pensando en que donde él estuviese nos cuidase.

-Era lo único que tenia- le dije con tristeza, Edward no dijo nada luego de mi comentario y caminamos al interior de la casa.

-Theo espéranos afuera- le dijo a su mayordomo y él salio con una pequeña reverencia, luego se giro hacia mí para mirarme directamente, esa mirada que traspasaba hasta mi alma –Decidí contarte mi vida estos últimos ocho años- mi boca se abrió ligeramente, yo en mi cabeza tenia pensado en una especie de cuestionamiento acerca de mi vida, no pensaba en que él me iba a contar de la suya.

-¿Por qué?- le pregunte no muy segura.

-Mi madre así me lo a pedido- dijo como si nada.

-¿Es decir que solo lo haces por Esme?- pude percibir en mi misma la nota de desilusión en mi voz, de seguro igual de perceptible para él.

-No veo otra razón- y camino hacia uno de los silloncitos que Esme había puesto en el lugar cuando decidimos que este seria un lugar de encuentro para ambas, claro que eso fue hasta que llego Anne a mi vida ya que después se me dificulto mucho el poder salir de casa.

-¿Por qué tienes esa actitud conmigo? A veces eres el Edward del que me enamore y luego éste que…- no pude terminar pues él de un brinco llego a mi con sus ojos llenos de furia.

-¿Qué más quieres de mi? Si estoy aquí, vivo, es por ti ¿y que recibo yo? Resulta que tienes una gran familia con otro hombre- sus palabras salían como acido de sus labios –Y que mejor que a un par de meses de mi supuesta muerte, no se que hubiese sido mejor Isabella- me acerque más a él y eleve mis manos para tocar su rostro pero él se alejo como si tuviese una enfermedad contagiosa.

-Es que necesitas conocer todos los hechos Edward, yo aún te amo- le dije un poco más desesperada debido al nerviosismo y la tristeza que me embargaba verlo así, rechazando mi cercanía.

-Yo cumplo con contarte que fue de mi, ya veremos después lo demás- dijo y se acomodo en uno de los sillones indicándome con su mano que me sentara para que comenzara con su relato, así lo hice, un poco temerosa por sus repentinos cambios.

-Creo que esta demás aclarar que yo no fui quien asesino a tu padre- y vi sus ojos opacarse por la tristeza, yo asentí un poco avergonzada, no por que lo creyese, sino por que tenia la leve sospecha de que él lo creía así.

-Lo se- dije con un susurro, mis manos comenzaron a sudar y mi corazón latía más rápido indicio de mi propio nerviosismo.

-Recuerdo que cuando llegaron esos policías a arrestarme no hiciste mucho por mí, vi en tus ojos cierta desconfianza- me espeto.

-Edward yo no pensaba en nada, estaba aún en shock por la muerte de mi padre y luego todo aquello ¿Qué más podía hacer?- le dije en un hilo de voz, sentía que pronto las lagrimas de mi propia impotencia por no haber hecho más, llegarían.

-De cualquier modo, me dijiste que me esperarías- sus manos se formaron en fuertes puños provocando que sus nudillos se blanquecieran por la fuerza -¡Lo prometiste!- grito de pronto pero respirando de inmediato para conseguir calmarse, yo pegue un salto por su repentino grito y me concentre simplemente en no llorar al ver su propio dolor –Lo siento- dijo un poco más calmado.

-Edward, ellos me dijeron que te ejecutarían- un pequeño sollozo salio de mis labios al recordarlo.

-Eso ya no importa Bella- dijo algo resignado –De haber sido inverso el caso, yo hubiese guardado tu recuerdo y podría jurarte que no hubiese buscado consuelo en otro hombre, menos en un hijo de esa familia- escupió las últimas palabras.

-Pensé que eran tus nuevos amigos- le dije con sarcasmo.

-No pensaras que pase ocho años encerrado para volver y hacer como si nada pasara ¿verdad?- sus ojos se clavaron en los míos, mi cuerpo tembló como reacción a su intensa y oscura mirada.

-¿Encerrado? ¿Dónde?- le pregunte temerosa.

-En la Isla de Alcatraz- gemí impactada por sus palabras.

-Es…ese… ¿ese lugar existe de verdad?- pregunte acongojada, mis ojos se vidriaron con la imagen de Edward encerrado en un lugar como aquel, los rumores dicen que existía un lugar tan condenadamente frió, solitario y tortuoso que hasta el mismísimo infierno quedaría minimizado, gemí nuevamente.

-Tan real como tú, yo o tus hijos- dijo con una mueca, cuando pude salir de mi estupor recobre el habla.

-Edward, no tenía como saber que…- intente decirle.

-Al principio no entendía que pude haber hecho en la vida tan grave como para haber sido llevado a ese lugar, luego lo comprendí- me dijo cabizbajo –Simplemente fue amarte y tener ese conocimiento me trajo con vida, nunca me arrepentí- me miro intensamente y por unos segundos en sus ojos encontré una pequeña parte de mi Edward.

-Sigo sin entender- le dije.

-Nosotros estábamos juntos Bella, estábamos casados e íbamos a ser felices- que lo dijera en pasado me comprimió el pecho –Pero para cierta gente no debía ser así, tu debías tener otro dueño- hizo una mueca de asco, yo lo mire sin entender a quien se refería –Vulturi, Alec Vulturi ¿te suena?- me pregunto irónicamente y mi corazón se detuvo. Ciertas imágenes pasaron a gran velocidad por mi cabeza, recuerdos pasados de una vida que no quise llegaron a mí, pero antes de poder comprenderlas completamente volví al presente, a los ojos de Edward que me miraban expectantes.

-Alec nunca supo que estuvimos casados- le dije aún sin comprender.

-Pero alguien de esa familia si- me dijo como si fuese lo obvio, y estaba claro, alguien de su familia que sabia que me había casado con otro hombre, no con su hijo sino con Edward, un simple campesino para ellos, alguien que no solo sabia aquello, sino alguien que llevaba chantajeándome ocho años con hacerle daño a mis seres queridos, dañar a los Cullen pero sobre todo a mi hijo.

-Dídima- dije acongojada y aterrorizada, Edward me miro y asintió con rabia.

-Ella ha hecho mucho más de lo que crees- me informo Edward, pero mi cabeza giraba en mi hijo, en lo gravemente expuesto que se encuentra con esa familia sin escrúpulos, sin moral, sin conciencia o sentimientos.

-Incluso más de lo que conoces- pensé en voz alta, salí de mi trance y Edward me miraba un poco extrañado, yo moví mi cabeza evitando hablar.

-Bella ¿Qué sucede?- me preguntó preocupado.

-¿En que consiste tu venganza?- le pregunte directamente, él simplemente recobro su mascara de éste nuevo Edward.

-Ese es otro asunto que no vine a platicar- y se removió incomodo en el sillón.

-Edward es que tu no entiendes- le dije un poco ofuscada –Ellos y Dídima en especifico no pueden saber que estas vivo- le dije acercándome a él, mi cuerpo comenzó a llenarse de miedo, miedo por su familia a quienes seguía considerando también como Mia, miedo por mi y mis hijos.

-Por el momento no pretendo revelarlo, solo tu y mi madre lo saben y espero que sea así- me dijo alejándose un poco de mi, como si temiese algo –Espero que si lo prometes, lo cumplas- y retrocedí por cuenta propia al ver su desconfianza.

-Dalo por hecho- dije simplemente –Pero por favor ten cuidado que ellos, todos incluyendo a Jane son iguales, despiadados- le dije, recordar su cercanía con Jane me hacia sacar esta parte colérica de mi.

-No te preocupes por Jane- me dijo con una sonrisa maliciosa –Se que quiere ser mi novia por dinero y así acercarme más a su familia- me dijo como si nada, yo suspire aliviada por que al menos él lo evitaría al tener aquel conocimiento –Y me parece excelente para mis planes- yo enmudecí y lo mire anonadada.

-Tu no puedes…- le dije molesta.

-Oh claro que si Sra. Vulturi- me recordó- Quizás hasta me puedas ayudar- y ante tanto desden me hastíe, me levante para salir de aquel lugar, una cosa era que me despreciara por pensar que lo engañe, que lo olvide fácilmente, pero ya le había aclarado que aún lo amo y ¿él me hace esto? –Aún no hemos terminado- me dijo sujetándome fuertemente la muñeca, intente zafarme pero su agarre era mucho más fuerte.

-No quiero Edward, prefiero ya no saber nada si con cada cosa que dices me lastimas más, quizás ya no lo creas pero jamás he dejado de amarte- y algunas lágrimas consiguieron salir de su encierro, voltee mi rostro para que no me viera. Algo nuevo sucedió, él aligero su agarre y me giro hacia si, sus ojos estaban igual de tristes, llevando una de sus manos a mi mejilla para limpiar tiernamente la humedad que le cubría, pasándola por mi mandíbula, ascendiendo a mis labios, nariz, ojos, provocando que estos se cerraran y de un momento a otro, sentí sus labios.

Dulces como los recordaba en mi mente pero nunca comparados con la realidad, cerré mis ojos más fuertes aún por la intensa emoción, quería recordar estos besos, suaves, delicados, con amor, no aquellos robados con ira, espere el inevitable momento en que se alejaría y vería en sus ojos el arrepentimiento o la rabia, pero no sucedió, su agarre en mi rostro descendió hasta mi cuello provocando que me acercara aún más a él, profundizando él beso y llevando su otra mano hasta mi cintura.

-Como no entiendes que nunca podría amar a otra mujer que no seas tú- me dijo aún en mis labios, mi corazón estaba desbocado lleno de dicha por sus palabras, embriagándome con su sabor, con su aroma y su tacto. Sus labios avariciosos codiciaron aún más mi cavidad, abriendo paso con su húmeda lengua se adentro con aquella intensidad que se produce en un primer beso, yo gustosa lo recibí como él único hombre que tendría aquel honor de llamarlo el primero en todo. Cuando nos separamos por aire, lo mire y le sonreí tímidamente esperando con el alma que no se arrepintiera por lo ocurrido, él me miro con sus ojitos llenos de amor y me sonrío abrazándome fuertemente, suspire entre relajada y emocionada.

-¿Por qué no nos vamos los cuatro y ya?- le dije cuando volvimos a unir nuestras miradas.

-No me pidas eso Bella por favor, con todo mi corazón quiero poder hacerlo, pero aún no puedo- me dijo un poco apenado –Necesito limpiar mi nombre, liberar a mi familia de aquel yugo impuesto por la sociedad ante una mentira tan monstruosa, necesito liberarme a mi mismo de este rabia que siento por todos ellos- su mirada se oscureció levemente perdiéndose en alguno de sus recuerdos, pero cuando él volvió a mi me sonrío amablemente.

-Quizás no tengamos una oportunidad como esta- me lamente.

-¿Me amas?- me pregunto de pronto, yo lo mire incrédula, obvio que lo amaba, con mi vida, mi alma y mi corazón.

-Más que a nada en el mundo- le conteste, me beso nuevamente y me sonrío.

-Te puedo asegurar que nuestro amor fue quien nos dio esta nueva oportunidad, no la desaprovechare, te lo prometo, solo confía en mi- acaricio el espacio entre mis cejas ya que tenia el ceño levemente fruncido.

-Es peligroso- le dije preocupada.

-Seré cuidadoso y cuando todo esto acabe estaremos juntos- me sonrío –Cuidare de tus hijos como si fuesen los míos- y su sonrisa amable estaba intacta, yo baje la mirada algo apenada -¿Dije algo que no debía?- me pregunto nuevamente preocupado, yo negué rápidamente con la cabeza.

-Es solo que te amo y no puedo creer que estés aquí- le dije. Nos sentamos nuevamente, pero ahora sobre el sofá ya que nos quedamos varios minutos abrazados disfrutando el estar en los brazos del otro.

-Esme sugirió que te contara que sucedió conmigo, pero la verdad es que ya tenia decidida el hacerlo- me dijo de pronto sacándome de mi burbuja feliz, respire pesado al imaginarme las cosas horribles que debió vivir en un lugar así.

-No es necesario- le dije para evitarle revivir aquellos recuerdos.

-Es necesario- me sonrío intentando calmarme –Si estaremos juntos nuevamente esta vez será sin secretos- gemí de miedo pero no por su relato, sino por el que pronto yo debía confesar.

Continuara...

Hola a todas aca les dejo el capitulo del miercoles como les prometi espero q les guste nos vemos el sabado si me dejan sus comentarios el sabado publico dos capitulos.

Capítulo 4: -"Cambios"- Capítulo 6: -"09688 Part. 1"-

 
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