-"El Conde Montelpuciano"- (Secuela De Un Amor En 1920)

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 11/09/2010
Fecha Actualización: 12/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 57
Visitas: 52255
Capítulos: 26

¿Que sucedio con la vida de Bella despues de la muerte de Edward? ¿Edward muerto? ¿Que sucedera cuando el nuevo conde llegue a poner orden al pueblo y a la vida y familia de Bella?. Secuela de un amor en 1920

Autora; LOkiicita Cullen.

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Capítulo 4: -"Cambios"-

Habían pasado ya cerca de cinco días desde aquella cena, cinco días en los cuales no había visto a Edward, de vez en cuando intentaba sacarle alguna información a Alec acerca de su nueva amistad y jefe por decirlo de algún modo, cosa que a él no le hizo mucha gracia enterarse, claramente no le encontraba lógica al asunto, Edward desaparece ocho años en donde lo creí muerto y luego aparece con un extenso, notable e impecable prontuario de nuevos dotes y conocimientos ¿el como? Ese seguía siendo el misterio, para Alec que llegara un descendiente directo desde Italia era su verdadera maldición, conocía muy bien a ésta familia como para saber que debajo de esa capa de sonrisas amables y cordiales existía el rencor, la avaricia y las ganas de tener el poder absoluto, cosa que con la aparición de Edward y su nuevo apellido les dificultaba a los vulturi.

Cuando Jane o Dídima hablaban acerca de Edward yo intentaba parecer despreocupada pero claramente mis sentidos estaban alerta ante cualquier información, Dídima por su parte alentaba a Alec a invitarlo a cuanta cena, fiesta o reunión que se celebrara para mantener al "enemigo" cerca, claro que para mi sus intentos de flirteo no pasaban desapercibida y todo eso eran meras excusas, por otra parte Jane también colaboraba con sus muy "buenas" ideas para mantener a Edward cerca y sobre todo que confiara en la familia, había expresado claramente ser la novia de mi Edward, yo lo único que esperaba era que no me hubiese delatado ya que cuando sugirió aquello no pude evitar atorarme y que parte del vino que estaba bebiendo saliese expulsado con cierta fuerza de mi boca.

-¿No te parece buena idea?- me había preguntado Jane con esa sonrisa victoriosa que solo ella podía tener.

-Me parece que tus excusas son muy malas, si estas interesada en el Sr. Sanguinetti deberías ser honesta y no camuflarte con tanta parafernalia- le dije un poco más calmada, solo le rezaba a Dios que éste nuevo Edward no cayera en la treta de Jane.

-No estarás celosa ¿no?- me pregunto sin rodeos, no se de que color me abre puesto pero justo en ese momento Dídima me salvo la vida ya que era ella quien se veía roja de furia.

-Creo que te estas equivocando de enemiga- le dije con una sonrisa arrogante y le daba una leve mirada a mi "suegra" que al verse descubierta decidió convenientemente cambiar de tema.

Así ya llevaba estos cinco días de espera por saber de él, el tenerlo tan cerca y tan lejos a la vez era mi infierno personal, de lo único que estaba completamente segura era que debía decirle todo lo ocurrido éste tiempo en el que estuvimos separados ¿pero como hacerlo? Si cada vez que lo intentaba algo ocurría o alguien nos interrumpía, debía pensar en algún modo de poder encontrarme a solas con él ¿pero como avisarle?

-Mami ¿podemos ir a jugar con Gregorio al río?- me saco de mis pensamientos la vocecita de mi hijo – Prometo no perderme ésta vez, pero es necesario ya que desde lo ocurrido Gregorio está algo inquieto- me dijo con ese tono preocupado que utilizaba cuando realmente lo estaba, yo asentí con una sonrisa, es que jamás podría negarle algo cuando me pone esos ojitos que brillan con tanta intensidad. Así fuimos por Anne y los tres salimos a caminar, perdón digo los 4 junto con Gregorio.

-¿Gregorio esta enfermo?- pregunto la pequeña, esa pregunta alarmo de cierto modo a Charlie quien abrió sus ojitos preocupado.

-No lo creo, yo pienso que simplemente aún sigue asustado por lo ocurrido- estaba explicándole a mis hijos cuando escuche sonar los cascos de un caballo a cierta distancia, mi corazón comenzó a bombear aceleradamente al pensar en quien podría venir montando aquel animal.

Agudice mi mirada entre medio de los árboles mientras rezaba por que fuera él quien venia cabalgando, pero no, aunque igual estaba feliz de verla no fue suficiente de haber sido él.

-¡Esme!- le grite contenta cuando la vi y en ese momento pensé en que no la había visto hace mucho.

-Hija- me dijo en el momento en que se bajo del caballo y corrió a mi encuentro para abrasarme, en ese simple gesto percibí su inquietud y algo que claramente la tenia mal.

-¿Qué sucede Esme?- le pregunte cuando me separe levemente de ella, ella me miro a los ojos y pude ver los de ella rojos e hinchados, un claro indicio de que estuvo llorando.

-Mi hijo… ha vuelto- me dijo con cierta tristeza, luego bajo su mirada y se encontró con Charlie quien le miraba con cierta pena reflejada.

-Tía Esme ¿se encuentra bien?- le preguntó, ella se arrodillo a su altura y lo abrazo fuertemente.

-Claro que si pequeño, es solo que los extrañaba mucho- dijo y luego miro a Anne y amplio más sus brazos para incluirla a ella en aquel abrazo que se me hizo muy reconfortante – Ahora, si les pido que corran por ahí no muy lejos para yo poder hablar con su madre ¿lo harían?- les pregunto con una sonrisa tranquilizadora, los pequeños aceptaron sonrientes, la abrazaron nuevamente y luego vinieron hacia mi para darme cada uno un beso y asegurarme que estarían jugando tranquilos unos pasos más allá para que no me preocupara.

-¿Qué sucede Esme?- le pregunte preocupada una vez que me asegure que mis hijos se encontraban cerca de mi radio de visión.

-Él esta con vida- me dijo con lágrimas en los ojos, obviamente sabia a lo que se refería por lo que me acerque para abrazarla – Mi hijo Bella, ésta con vida.

-Lo se Esme, ya lo he visto- le dije algo apenada por no haberle informado antes.

-¿Cómo que ya lo sabes? ¿Por qué no me has dicho nada?- me pregunto con cierto reproche, me mordí el labio algo nerviosa.

-Lo siento, es solo que a mi también me a dejado desconcertada al igual que tu y bueno él, no digamos que es el mismo que conocimos- le dije algo triste.

-Claramente esta muy cambiado Bella, no es el mismo que se llevaron hace ocho años- me dijo y nuevas lagrimas se desbordaban de sus ojos – Su actitud es otra- y ahora sus ojos reflejaban inquietud y miedo -¿Le dijiste la verdad?- me pregunto, yo negué con la cabeza algo apenada y vi cierto reproche en sus ojos.

-No es que no lo quisiera Esme, es solo que la oportunidad no se a presentado sin contar que él no a hecho muchos meritos por así decirlo- le dije algo más firme, pues era la verdad, desde él momento en que lo vi y supe que era él es que tuve la intención de decirle todo cuando había sucedido todo este tiempo, pero su actitud no estaba ayudando en nada.

-Bella, él me dijo que venia a vengarse de los Vulturi- me dijo preocupada - Me dijo que venia por ti pero no contaba con el hecho de que te casaras y menos aún de que tuvieras dos hijos- yo inmediatamente mire a mis hijos que jugaban felices unos metros más allá, Charlie intentaba saltar como rana para incentivar a Gregorio mientras Anne los esperaba unos pasos más allá, lugar que de seguro marcaron como la meta.

-Él me recrimino lo mismo cuando los vio- le dije con tristeza – Pero Esme, él no me a dado el tiempo necesario para explicarle absolutamente nada, está cerrado en ésta nueva caparazón que tiene- y sentía como cierto enojo se apoderaba de mi –No se a que esta jugando, la última vez que lo vi se estaba besando con Jane- espete ya claramente enojada, pude ver como Esme sonreía levemente para ocultarlo –no te rías, no le encuentro la gracia a esto- la mire enojada y frustrada.

-Se que no es gracioso cariño, pero me alegra saber que a pesar de todos estos años lo sigues amando- me acaricio levemente la mejilla y su sonrisa maternal se hizo presente una vez más, como extrañaba poder estar con ella constantemente, sin tener que ocultar nuestra amistad.

-¿Cómo esta el resto de la familia?- le pregunte con cierta congoja al recordarlos.

-Ellos están bien, aún no saben que Edward esta de regreso y por ti, se que te extrañan igual que tu a ellos pero son orgullosos, no te preocupes que sé que llegara el día que comprenderán todo y serán ellos quienes te pidan disculpas- me dijo ahora ella abrazándome a mi.

-No pretendo que se disculpen, pero hubiese sido bueno que no me juzgaran tan rápido.

-Las cosas se dieron así Bella por los hechos, tu hiciste lo correcto así que debes estar orgullosa de tu temple y entereza para sobrellevar todo esto tu sola- sus palabras calmaban de cierto modo mi atormentado corazón – Ahora lo importante es que ayudemos a Edward a dejar todo esto de lado, tu y él se merecen ser felices al fin pero con esta venganza tan peligrosa jamás lo conseguirán- mientras Esme me decía aquello yo pensaba en Jane, Alec, Marcus y sobre todo Dídima en lo que harían si se enteraban de que su "amado" nuevo invitado era Edward Cullen en lugar de Anthony Sanguinetti.

-¿Que podemos hacer?- le pregunte preocupada – Yo he intentado hablar con él a solas pero no lo consigo, sin contar que él no se ve muy interesado en escucharme- le dije afligida.

-¡Isabella!- escuche el grito de Alec proveniente de la casa, mire en esa dirección para asegurarme de no haber sido descubierta y luego mire nuevamente a Esme para disculparme con la mirada.

-Lo se cariño, ve- me dijo con una sonrisa – Yo intentare ubicarte nuevamente para que pensemos en que podemos hacer- me abrazo fuertemente y luego besó mi frente, podía sentir todo el cariño que sentía por mi y con mi abrazo trate de transmitirle el mío, mis hijos se acercaron corriendo a nosotros y la abrazaron a modo de despedida, luego la vi desaparecer entre los árboles montando a su caballo.

-Anne ¿quieres jugar a un juego?- le pregunte a mi hija, ella me miro con sus enormes ojos llenos de felicidad.

-¡Siii!- grito.

-Que te parece si jugamos a una especie de escondidas donde no debes decirle a nadie que vimos a Tía Esme ¿te parece?- le pregunte con una sonrisa, luego mire a Charlie quien me guiño un ojo a modo de complicidad, Charlie hace mucho comprendía que Esme estaba vetada en nuestras vidas y en general la familia Cullen, pero así como yo, él sabia discernir muy bien cuando una persona era buena y merecía nuestra amistad.

Llegamos a casa y nos encontramos a Heidi quien al verme me informo que Alec me esperaba en su despacho.

-¿Dónde estabas?- me pregunto molesto en el momento en que me vio entrar por la puerta.

-Estuve paseando con los niños en los jardines- le dije omitiendo ciertas partes.

-Si tenemos invitados tan importantes como Anthony te quiero en casa- me espeto y mi corazón se acelero al escuchar cierto carraspeo.

-Siento molestar- escuche aquella voz aterciopelada que me acelero el corazón a niveles sorprendentes, me gire lo suficiente para verlo a los ojos.

-Claro que no Anthony, pasa- le dijo Alec a Edward – Estaba aclarando ciertos puntos importantes, como no tienes esposa no creo que entiendas como hay que manejarlas- le dijo con cierto tono burlesco.

-Creo entenderte- le dijo Edward, yo no podía quitar mi mirada de él, así como él me miraba a mi, no podía descifrar lo que me decían sus ojos pero de que me apretaban el pecho, lo hacían – Una vez tuve una esposa que ame con mi vida pero eso no sirve de nada si no es reciproco- dijo con amargura – Hay ciertas mujeres que solo piensan en dinero y no en sentimientos- una sonrisa arrogante estaba plantada en su rostro, pero sus ojos no me engañaban ya que estaba claramente marcada la tristeza.

-No entiendo por que alguien te dejaría por interés económico si eres más rico que Isabella y yo juntos- se mofo Alec, pero claramente para Edward y para mi esto no tenia gracia, Edward le dio una leve sonrisa, falsa e irónica a Alec, pero él al parecer ni la percibió pues guió su mirada a ciertos documentos que tenia sobre el escritorio

-Bien, no estamos aquí para hablar de líos de faldas sino para comenzar con los negocios- le dijo con un nuevo brillo en los ojos.

-¿Qué tipo de negocios?- pregunte sin poder contenerme.

-Isabella, no creo que estos temas sean de tu incumbencia- me regaño Alec – Tu deber en estos momentos es de ir a cuidar a nuestros hijos- y su tono autoritario me enfermo por lo que decidí dejarlo por la paz y salir de ahí.

-Discúlpame- dije simplemente – Permiso- dije antes de salir mirando unos segundos demás a Edward quien me miraba con cierto aire desilusionado.

Habrán pasado cerca de tres horas desde que Edward se había encerrado con Alec en el despacho discutiendo ciertos "negocios" que moría por conocer, no estoy muy segura sobre si Edward esta al tanto de los turbios negocios de la familia Vulturi, pero si Esme esta en lo correcto y Edward vino a vengarse, espero que lo sepa por su bien.

En estos momentos me encontraba en el jardín trasero mirando a Charlie y a Anne hablar o mejor dicho discutir acerca de que raza canina seria la mejor.

-Yo quiero un pequines- dijo Anne cruzándose de brazos.

-Ese perro parece un raton- le dijo Charlie molesto – Tenemos que tener un perro que demuestre fuerza- y en un divertido intento de parecer fuerte contorsionó sus bracitos para mostrar sus "músculos" -Es mejor un labrador- le dijo Charlie y un leve recuerdo por aquella raza de perro llego a mi cabeza.

-Ven acércate- me dijo Edward, empujándome hacia él con la mano que me tenía tomada, en ese momento note quien era Luna, en el centro del lugar rodeada de pasto seco se encontraba una hermosa perrita, no sé de razas pero era grande y de pelaje blanco, pero lo más hermoso se encontraba cerca de ella, habían unos seis cachorritos, que emitían débiles chillidos -Es un labrador, se llama Luna y me lo regalo Carlisle cuando tenía 6 años, ha estado aquí desde entonces, es muy dócil con la gente que conoce, pero tuvimos que intervenir para sacar a los cachorros, ya que se estaban ahogando, murió uno, pareciera que supiera que tuvimos que intervenir y ahora no deja que los cachorros se alimente- me contó Edward quien se acerco a su perra y comenzó a acariciarla mientras intentaba colarle los cachorritos a la madre – ven, acércate, no te hará nada si te ve conmigo.

-Excelente elección- escuche a mi espalda sacándome de aquel hermoso recuerdo de viejos tiempos.

-¡Sr. Sanguinetti!- grito emocionado Charlie, quien en cuestión de segundos estuvo a su lado con mucha confianza como si fuesen amigos de toda la vida.

-Charlie, Anne, Isabella- dijo con tono formal saludándonos a todos pero su mirada no se apartaba de la mía, lo que me coloco nerviosa y algo ruborizada.

-Yo le decía a mi hermana que ese seria el mejor perrito que podríamos tener- le dijo mi hijo.

-¡Pero el perrito será mío así que yo quiero un pequines!- dijo mi hija frustrada.

-Mamá- me dijo Charlie con esos ojitos de pena.

-Lo siento cariño pero Anne tiene razón, tu tienes a Gregorio y el perrito es para Anne por lo que ella debe decidir- le dije triste por no poder cumplir sus gustos.

-Tengo una idea- intervino Edward, mi hijo lo miro enseguida para luego Edward acercarse a su oído y compartir con el alguna clase de información que no logre escuchar, solo pude ver que mi hijo sonrío ampliamente y comenzó a saltar de felicidad, mire a Edward interrogante y el me regalo su mejor sonrisa torcida para deslumbrarme y hacerme olvidar cualquier pensamiento racional – Ahora ve con Anne a dejar dentro a Gregorio que quizás esta cansado- le dijo cordialmente a mi hijo y alboroto sus cabellos. Mi respiración no podía conseguir un ritmo acompasado y calmado pues el tenerlo frente a mí y a solas, me ponía nerviosa.

-¿Qué le dijiste?- le pregunte algo cohibida por su intensa mirada.

-Digamos que es un secreto entre el y yo- me dijo como si nada – Es un niño muy inteligente, se parece a ti- y un extraño brillo paso por sus ojos – Tiene el coraje y la arrogancia de Alec- y una sonrisa entre triste y asqueada paso por su tenso rostro –No como la pequeña Anne que es físicamente igual a Alec pero más tímida- y su mirada me carcomía el alma al verla triste.

-¿Estas aquí para hablar de mis hijos?- dije a la defensiva no queriendo tocar éste tema, precisamente en éste lugar donde podía llegar cualquier persona y no solo eso, sino también el hecho de que en este lugar las paredes oían.

-No, claro que no- dijo rápidamente – Solo estaba alabando tus dotes de excelente madre por como han criado a sus hijos- y chasqueo la lengua al decir aquellas palabras.

-Necesitamos hablar- le dije cambiando el tema

-Pensé que eso estábamos haciendo- me dijo con arrogancia.

-¡Podrías dejar esa actitud tan superior!- le dije molesta quedando a escasos centímetros de él, me sentía enojada y frustrada por su cambio de personalidad, tenia ganas de cachetearlo solo para que entrara en razón pero su aroma me llego de lleno, ese aroma tan único que emanaba de su piel, ese olor tan varonil y suave a la vez, ese olor que me domaron en cuestión de segundos.

-Veo que hay cosas que no olvidas mi Bella- y acaricio mi mejilla, al sentir su tacto inmediatamente cerré mis ojos ante la lluvia de emociones por aquella cercanía –No entiendo por que todas tus promesas las olvidaste- no fue una recriminación, él estaba afirmando un hecho que le parecía indiscutible, pero yo tenia mucho que decir a mi favor.

-Edward…yo…yo necesito explicarte muchas cosas- le dije abriendo los ojos para mirarlo y viera cuanto me dolía todo esto, tome entre mis manos su mano que seguía dejando pequeñas caricias en mi mejilla y me la lleve a los labios para besarla – Por el momento lo único que puedo decirte es que no e dejado de amarte- y sus ojos brillaron por primera vez desde nuestro reencuentro con una intensa esperanza – En todos estos años para mi nada de ese hermoso sentimiento a cambiado- afirme – Yo necesito saber que hay de ti- le pregunte con miedo, un miedo reflejado claramente en mi rostro.

-Bella yo…

-¿Anthony?- bufe fuertemente por aquella interrupción, la mano de Edward bajo lentamente para que fuese imperceptible ya que nuestra "visita" se encontraba a sus espaldas.

-¿Que tal Jane?- le pregunto Edward cortésmente, pero yo lo conocía muy bien y sabia que al igual que yo, se sentía frustrado por aquella intervención.

-De saber que estabas aquí hubiese preparado algo- le dijo ella en tono meloso, cosa que me asqueo por lo que decidí entrar a la casa.

-Isabella espero que sigamos con nuestra platica- dijo él como si nada cuando yo ya estaba casi en la casa dándoles la espalda.

-¿De que hablaban?- alcance a escuchar que le preguntaba Jane a Edward.

A estas horas de la tarde ya estaba completamente frustrada, es que Dios, el destino o el cosmos estaban confabulados en mi contra para evitar por todos los medios que no hablara con él a solas, si no era Jane, Alec o Dídima, era simplemente su falta de interés por mi única verdad, aquella verdad que me pesa desde el primer instante en que concluí que las cosas debían ser así.

-Isabella ¿Qué haces vestida así?- escuche a Alec preguntar de pronto, estaba tan concentrada en mi conflicto interno que no preste la más mínima atención a su llegada a mi recamara.

-¿Así como? Estoy vestida como todos los días- le dije extrañada.

-Vamos a salir a cenar así que quiero que te veas hermosa para mi ¿esta claro?- en su voz estaba claro que no debía contradecirlo y antes de que se perdiera por la puerta le pregunte.

-¿Iremos solo nosotros dos?

-Irán mis padres, Anthony con Jane y nosotros dos, ahora por favor vístete como se debe- dijo algo molesto y cerro la puerta un poco más fuerte de lo normal, sea lo que sea mi instinto me decía que algo andaba mal.

Sea lo que fuese a suceder, Alec me había exigido vestirme lo mejor posible y claro que lo haría, sin necesidad de decirlo en voz alta estaba claro que entre Jane y yo se había desatado una rivalidad por conseguir la atención de Edward, quizás ella no lo supiera pero así era, no dejaría, aunque fuese por un mero plan, que realmente cautivara a Edward así como yo lo había hecho una vez. Me maquille suavemente resaltando lo mejor posible mis ojos y labios, mi vestido negro era uno muy moderno que realzaba mis curvas y contorneaba lo mejor mis caderas y busto, con un corte rectangular, la espalda descubierta y que llegaba un poco más arriba de la rodilla me sentí confiada, según Anne dejaría a todos los hombres con la boca abierta.

-Te ves hermosa mami- me dijeron mis dos hijos a la vez.

-Ponte esto para que nos lleves contigo- y Charlie me alcanzo un hermoso collar que me obsequiaron en mi cumpleaños pasado, con un pequeño dije en forma de corazón que en su interior se encontraban mis dos hijos sonriendo y abrazados.

-Siempre los llevo conmigo aunque no tenga un distintivo físico- les dije mientras los abrazaba y les daba a cada uno un beso en su naricita – Ahora, por favor pórtense bien, no hagan enojar a Heidi y así no tendrá excusas luego para acusarlos y que los castiguen ¿bueno?- y tras conformarme con sus enormes sonrisas traviesas como su mejor aceptación a mi petición, salí por la puerta para encontrarme con el resto de la familia que me esperaban en el recibidor.

Debo decir que al ver a Dídima me tuve que contener lo mejor posible para evitar reír, si bien Dídima era aún una mujer relativamente joven, no se comparaba a la juventud que poseíamos Jane o yo misma, el verla con un gracioso intento de parecer diez años menor la hacia lucir patética en aquel vestido rojo ultra ceñido a su cuerpo. Lamentablemente no podía decir lo mismo de Jane, quien sin ningún pudor lucia un hermoso vestido verde oliva que mostraba incluso más que mi vestido, sus largas piernas resaltaban con un brillo único, y en general podría decir que era poseedora de un cuerpo escultural, suspire derrotada ante la obvia perdida de tiempo por intentar arreglarme lo mejor posible, mire al resto de los que irían a la cena, Marcus sostenía fuertemente a Dídima, Alec me miraba como un adolescente pero en ese instante note una mirada mucho más fuerte, Edward estaba casi boquiabierto, podría decirse que me devoraba con esos verdes jades suyos, una sonrisa triunfadora cubrió mi rostro cuando Jane intentaba llamar su atención modelándole aquel vestido pero él no despegaba su mirada de mi, me acerque a ellos y el beso mi mano como un gesto de saludo.

-Alec, debo decirle que tiene que cuidar muy bien de su esposa si no quiere que alguien se la arrebate- le soltó como si nada, sin dejar de mirarme. Alec me estrecho contra su cuerpo sosteniéndome por la cintura.

-Si ésta casada conmigo es por que soy el mejor y ella misma se ha dado cuenta de ello- le sonrío triunfante.

-Podrían salir otros hombres en el camino- Edward reto con la mirada a Alec, de un momento a otro la tensión comenzó a subir notoriamente, a pesar de que Jane intentaba jalar a Edward para que se quedara con ella, él ni se inmutaba de su lugar, así como Alec que no se apartaba de mi seguía desafiando a Edward con la mirada.

-Pero para ello Isabella tendría que estar interesada y se que no es así, ella me ama a su familia ¿verdad cariño?- me pregunto mirándome fijamente, yo simplemente le sonreí levemente intentando no decir nada en realidad.

-Ya vámonos y dejen ese cuento de macho para otro momento- zanjó Marcus.

-Estábamos bromeando papá- le dijo Alec a su padre, al pasar cerca de Edward le palmeo la espalda y salimos todos de la casa.

-Te ves hermosa- me dijo Edward cuando pase a su lado para ir al auto, no le dije nada y seguí de largo con una gran sonrisa y algo colorada.

Al llegar al restaurante nos atendieron de manera espectacular, es que ser visitado por los Vulturi era un acontecimiento muy importante para las tiendas comerciales, ellos lo veían como si le dieran más prestancia y mayor reputación al lugar.

-Gaspar quiero presentarte a Anthony Sanguinetti- le dijo Alec al maître –Te aconsejo que lo atiendas tan bien como a mi familia por que el desciende de un linaje muy importante también- y ese simple comentario basto para que en este restaurante y en muchos otros lugares el apellido Sanguinetti estuviese en boca de todos, todos hablaban de Edward como el nuevo millonario descendiente de los grandes ancestros italianos que poseían gran poder y control sobre la ciudad, Edward claramente ya estaba sumergido en el mundo de los Vulturi en cuestión de días tras aquella salida tan "familiar".

-Y dime Edward ¿Cuándo vivías en Italia que hacías?- le pregunto Marcus cuando ya estábamos asentados en la mesa, para mi mala suerte quede frente a Edward lo que me permitía mirarlo continuamente.

-Principalmente negocios, ya sabes, financieras, la bolsa pero también intento equilibrarlo con algunos pasatiempos- dijo – Me gusta la equitación, la esgrima con sables, espada o florete, el que gustes- le dijo mirando a Alec – Se de medicina, filosofía y filantropía- a estas alturas ya no sabia que más podía asombrarme, si bien, Edward cuando lo conocí era bastante culto para su situación, esto sobrepasaba enormemente cualquier expectativa. Cuando nuestras miradas se cruzaron en una silenciosa pregunta moví mis labios -¿Cómo lo hiciste?- le pregunte cuando vi que nadie nos prestaba atención, el me guiño un ojo y sonrío satisfecho.

Así la cena pasó relativamente lenta y aburrida, los hombres hablaban de negocios e inversiones, por otra parte Dídima y Jane alababan en susurros la galantería de Edward y el mejor método de hacer que se emparentara con la familia, el mejor lazo seguía siendo Jane.

-Y tu Isabella- escuche de pronto a Edward y todos los ojos se fijaron en mi – ¿No tienes algún pasatiempo que te pueda llevar a conseguir un trabajo?- me pregunto

-Isabella solo ocupa su tiempo para criar a nuestros hijos- dijo Alec por mi – Además hemos estado pensando en tener otro hijo ¿no es así cariño?- su pregunta me tomo de improviso, sentí mis ojos salirse levemente de sus cuencas por la impresión y mis labios se secaron al sentirme agitada, la mirada de Dídima era expectante y me sonreía maliciosamente, Edward por su parte me miraba entre enojado, desilusionado y triste.

-Eso seria fabuloso hijo, otro nieto más- dijo Dídima con un fingido entusiasmo que claramente percibí.

-Oh pues mis felicitaciones- dijo Edward mirando de Alec a mi –Su familia es envidiable con esos hijos que tienen.

-Aún no lo hemos decidido del todo Alec, no es prudente que hables de estas cosas con desconocidos- dije para zanjar el tema, Dídima y Alec me miraron enojados.

-Anthony es como de la familia ya si pasaremos un buen tiempo haciendo negocios- Alec se acerco a mi, estaba tan pendiente de la mirada de Edward que no me percate que tanto se había acercado Alec y me beso, Edward me sonrío con tristeza y comenzó a conversar con Jane, decir que peor no podía sentirme.

-Bueno Alec, Dídima, Marcus, Isabella, muchas gracias por tan encantadora velada- dijo Edward despidiéndose de nosotros cuando ya era suficientemente tarde para partir a nuestras respectivas casas – Decir que quedan cordialmente invitados cuando gusten a mi casa- y al llegar frente a mi beso el dorso de mi mano siempre mirándome fijamente, al retirar su mano sentí algo entre la mía por lo que la cerré inmediatamente. Salimos del lugar en un completo silencio, camino a casa Alec intento hablarme nuevamente sobre sus intenciones de que tuviésemos un hijo pero yo me limite a decir que me dolía la cabeza y no estaba para hablar de esos temas. Cuando puse un pie en casa le informe a Alec que me iría a dormir de inmediato ya que el "dolor" de cabeza era incesante. Entre en mi cuarto y lo cerré con llave, saque de entre mi brassier el papel que Edward me había dado y casi con desesperación lo leí.

"

Mucho de que hablar, te recojo mañana a las 7 en el pueblo, inventa lo que sea E.C"

Decir que esa simple frase me hizo sonreír como una idota era quedarse corta, lo único que si tenia claro es que mañana como fuese necesario saldría de esta casa, mañana pasara lo que pasara le contaría mi verdad a Edward, así como también espero que él me diga donde estuvo estos ocho años.

Continuara.

Hola como les prometi aca les dejo otro capitulo GRACIAS por sus comentarios nos vemos el miecoles dejen por favor sus comentarios para saber si les gusto el capitulo. Un beso a todas.

Capítulo 3: -"Invitado Especial"- Capítulo 5: -"Alcatraz"-

 
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