-"El Conde Montelpuciano"- (Secuela De Un Amor En 1920)

Autor: vaneian08
Género: Drama
Fecha Creación: 11/09/2010
Fecha Actualización: 12/01/2011
Finalizado: SI
Votos: 20
Comentarios: 57
Visitas: 52260
Capítulos: 26

¿Que sucedio con la vida de Bella despues de la muerte de Edward? ¿Edward muerto? ¿Que sucedera cuando el nuevo conde llegue a poner orden al pueblo y a la vida y familia de Bella?. Secuela de un amor en 1920

Autora; LOkiicita Cullen.

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Capítulo 11: -"Recuerdos"-

 

-No soy la madre biológica- y tener que reconocer aquello en voz alta provoco que se reabrieran viejas heridas y todos mis miedos nuevamente afloraran.

Podía sentir la mirada penetrante de Edward, llena de asombro y dudas, me gire hacia el doctor que me miraba con comprensión.

-Entiendo, pero le agradecería que me informase en cuanto llegase el padre biológico de la pequeña- yo asentí algo aturdida por todo lo ocurrido, necesitaba tener a mi pequeña entre mis brazos y saber que estaría en perfectas condiciones.

Camine hacia la sala de espera y sentía los pasos de Edward seguirme a una escasa distancia, sentía mi cabeza desconectada con mi cuerpo, si camine hacia aquella sala era solo por que la intuición me decía que era lo único que podía hacer pero mi mente estaba solo con mi niña, tan pequeñita que no merecía lo que estaba ocurriendo. Me senté agobiada y cansada con un nudo el la garganta que amenazaba con romperse y hacerme llorar por el miedo que sentía, mis manos convertidas en puños debido a la rabia contenida por lo ocurrido con Alec tiritaban a su vez por no poder hacer nada, solo con recordar a Alec y en lo que había provocado, se me subía la bilis con los peores deseos para él.

-¿Qué está pasando, Bella?- la suave voz de Edward me trajo de vuelta, eleve mi rostro hacia él y en sus ojos pude ver las dudas cruzar a toda velocidad, también pude ver que estaba intentando ser comprensivo pero la situación recién pasada era más poderosa.

-No ahora Edward- le pedí con la mirada fija en sus ojos, rogándole que me entendiese –Prometo explicarte lo que acabas de saber pero no ahora, no cuando tengo solo en mente saber como esta mi pequeña y que se recupere- él asintió comprensivamente y tomo mis manos para comenzar a acariciarlas con sus pulgares y así ayudarme a tranquilizarme, así estuvimos varios minutos hasta que pude escuchar la inconfundible voz de Dídima acercarse por el pasillo y nos soltamos de las manos, mirándonos una última vez de aquella manera que nos envolvía solo a los dos.

Mi sangre comenzó a hervir cuando al primero que veo aparecer por la sala de espera fue a Alec y me levante de inmediato.

-¿Cómo está?- me pregunto asustado, al principio rehúyo de mi mirada pero no le quedo de otra que mirarme al no escuchar una respuesta por mi parte, al hacer contacto una necesidad imperiosa de atacarlo floreció en mi, saltarle al cuello y dejarlo morir desangrado en ese mismo instante.

-¿Realmente te importa?- le escupí las palabras con furia, podía sentir mis nudillos comenzar a helarse por la mala circulación de la sangre debido a que mis manos seguían convertidas en puños.

-Bella no digas eso, claro que me importa lo que le suceda a Anne- su mirada bajo a sus manos y su voz se escuchaba tan apagada que cualquier otro podía creerle lo mal que se sentía, pero yo no, ya no más.

-No pensabas eso hace casi cuatro años atrás- sabia que era un golpe bajo, pero era lo que menos se merecía. Alzó sus ojos con una evidente molestia.

-No veo la necesidad de tocar ese tema en estos momentos, menos aún cuando no estamos solos- y mire sobre mi hombro hacia Edward que seguía sentado mirando hacia otro lado, dándonos espacio.

-Quizás tus deseos se hagan realidad- y mi voz se quebró debido a un fuerte sollozo que no pude contener, la idea de que algo así pudiese ocurrir me aterraba, Alec de inmediato se acerco a mi y me abrazo intentando confortarme pero sin esperar más lo aparte de mi.

-Comprendo que estemos todos nerviosos por la salud de Anne pero déjate confortar por tu marido que tan preocupado está- la voz de Dídima me provoco que aumentara mi enojo, hice contacto con sus ojos y en ellos había cierta satisfacción ¡Maldita! Si ella realmente estaba disfrutando esto, ¿Cómo podían existir personas tan llenas de maldad? Anne aún era muy pequeñita para pasar por algo como esto y aunque no lo fuese, ella no lo merecía.

-No estoy para tus comentarios afortunados Dídima, no hoy- me atreví a decirle, de haber sido otros tiempos no hubiese tenido las fuerzas para enfrentarla, simplemente hubiese callado y bajado mi mirada como estaba acostumbrada a hacerlo, siempre con miedo, pero ahora, con Edward a mi lado, a escasos pasos de mi todo era diferente, él nos cuidaría. El rostro de Dídima se contrajo en una mueca que claramente expresaba su desconcierto, ella también había notado mi cambio hacia ella.

-Que valiente- dijo con una sonrisa maliciosa que me hizo temblar, Dídima no jugaba cuando se trataba de cumplir sus amenazas.

Vi pasar a Edward por nuestro lado y me fije que iba directo hacia el doctor a cargo de Anne, quien había aparecido recién.

-¿Ha llegado el padre?- pregunto éste, Alec lo miro y asintió con su rostro asustado, aún podía sentir el olor a alcohol por su cuerpo y al parecer el doctor así también lo percibió.

-Disculpe pero no esta en optimas condiciones para donar sangre a su hija, sus niveles de alcohol deben ser altos- le espeto el doctor molesto, Dídima lo fulmino con la mirada.

-¿Esta tratando de decirle algo a mi hijo?- le pregunto molesta, yo bufe más molesta aún ¿Cómo podía estar más preocupada por el que dirán de su hijito en lugar de la salud de su nieta?

-Disculpe ¿usted es?- le pregunto el doctor con altanería, claramente marcando su territorio de que él era quien mandaba ahí, sonreí involuntariamente, no todos los días se podían ver escenas como éstas en donde Dídima no tenia el poder en todo.

-¿Quién soy?- dijo asombrada y con un claro tono de molesta –Discúlpeme, quizás debería yo preguntar quien es usted y asegurarme de que mi nieta este en las mejores manos, quizás alguien más capacitado- el rostro del doctor se enrojeció claramente y para evitar tener que seguir el absurdo juego de Dídima, se giro a verme.

-Si no es el padre ¿existe la posibilidad de que la madre biológica pueda ayudarla?- sentí de inmediato la mirada de Dídima, su furia me quemaba tan poderosamente que tuve que desviar la mirada rogando por que no cumpliese sus amenazas, no era algo que hubiese querido confesar, pero era por la salud de mi pequeña, mire nuevamente al doctor y negué levemente.

Le pidió a Alec que lo acompañase para ayudarlo a limpiar su organismo del alcohol más rápido, trague seco cuando Dídima se acerco a mi lo suficientemente cerca como para incluso sentir su respiración.

-¿Qué has hecho?- me pregunto Dídima en un susurro tomándome del brazo fuertemente, la mire sin poder ocultar el miedo que sentí.

-Era necesario que se lo dijese al doctor, él necesita la misma sangre de Anne- le dije temerosa.

-Hubieses donado y cuando se diese cuenta de que no eran la misma te haces la desentendida y ya- dijo clavando ahora sus ojos en Edward quien nos miraba especulativamente -¿Todo bien?- le pregunto ella con una fingida sonrisa, Edward asintió con una de sus sonrisas que sabia que la estaba utilizando para confundir a Dídima, al parecer había dado resultado pues ella se acerco a él aforrándose a su brazo y sonriéndole como si fuese una adolescente.

En esa posición se quedo varios minutos haciéndose la sufrida por lo que le estaba sucediendo a su "querida" nieta, pero su escenita se estaba por acabar puesto que escuche una nueva voz por el pasillo.

-¿Dónde esta?- dijo la inconfundible voz de Jane, cuando apareció por la sala de espera miro directamente a Edward y sin importarle que, la que estaba aferrada del brazo de él fuese su tía, la aparto con un fuerte empujón que la hizo trastabillar y casi caer al suelo, debo confesar que la idea me parecía grandiosa – ¿Mi amor como éstas?- le pregunto Jane a Edward con tanta preocupación como si le hubiese pasado algo.

-Tranquila yo estoy bien, es por Anne que estamos aquí- le dijo mientras sus ojos estaban puestos en mi, su mirada estaba tan intensa sobre la mía que involuntariamente los colores se subieron a mi rostro, él me guiño un ojo, acto que solo yo pude notar.

-¿De verdad? ¿Qué le ha sucedido a mi sobrinita?- dijo Jane con un tono de preocupación que me molesto, en los casi tres añitos de mi pequeña jamás se había preocupado por ella, visitarla por alguno de sus cumpleaños o siquiera dignarse a tratarla de una mejor manera.

No conteste a su pregunta y me limite a salir de aquel lugar, estaba hastiada con las amenazas de Dídima, la supuesta preocupación de Jane y su petulancia ahora que era "novia" de mi Edward

El doctor apareció unas horas más tarde informándonos que Anne estaba fuera de peligro e incluso no había sido necesaria la intervención de Alec puesto que la pequeña comenzaba a recuperarse con sus propias fuerzas, sonreí al imaginar a mi hija tan valiente a pesar de su corta edad.

Alec me había pedido que me fuese con él a casa a descansar puesto que había pasado toda la madrugada sentada en una incomoda silla de la sala de espera, le dije que me quedaría en este lugar el tiempo suficiente esperando a que me dejasen ver a mi pequeña, Dídima también había intentado hacerme cambiar de parecer, con aquella mirada que más que pedirme algo me "recordaban" lo obediente que debía ser, gracias a la intervención de Edward ella lo dejo pasar y se fue junto con el resto de la familia, nunca nadie entendería lo que era ser madre, la aprensión y la preocupación era algo que no se podía olvidar o apartar y aunque la pequeña no hubiese crecido desde mis entrañas, ella era mía, mi otro pedacito de cielo junto con Charlie.

-Te ves cansada- me susurro Edward al oído mientras estábamos sentados uno al lado del otro y yo me recargaba sobre su hombro, él de inmediato me abrazo a su cuerpo.

-Ya tendré tiempo para recuperar energías- le dije simplemente, la conversación fue simple pero calida, sentir el apoyo incondicional de él era suficiente para mi, en algún punto de todo aquello me quede dormida en sus brazos, lo supe así cuando él me removió suavemente y me llamaba con su voz tan suave que me hizo sonreír al imaginarme despertar a diario con su voz.

-Bella, despierta- lo escuche decir, abrí mis ojos y me encontré con sus verdes tan llenos de amor –El doctor quiere hablarte- de inmediato reaccione y todo el cansancio y sueño desaparecieron de mi cuerpo, mire en la dirección contraria y ahí estaba el doctor que atendía a Anne.

-¿Todo bien?- le pregunte preocupada, el doctor asintió y una sonrisa se formo en sus labios.

-Anne a despertado y no hace más que hablar de su mamá que quiere ver- sonreí ante el encanto de mi pequeña –Hoy la mantendremos en observación y si todo avanza como es esperado, mañana por la mañana podrían venir por ella y llevarla a casa- respire tranquila y lo abrace agradecida, él me sonrío comprensivamente y me llevo junto a mi hija, al ver que Edward no avanzaba junto a mi, le hice una seña con la mano para que me acompañase.

En cuanto entre en la habitación, el olor a desinfectante me tensó el cuerpo pero al ver a mi pequeña con una sonrisa y sus ojitos brillar con intensidad al verme, todo se me olvido, corrí a su encuentro y sentirla entre mis brazos fue el mejor bálsamo para mi preocupado corazón.

-Mi tesoro- susurre en sus cabellos tan suaves como hebras de seda.

-Mami los postes saben fuchi- dijo con su ceño fruncido, la mire con una sonrisa divertida y tome su rostro entre mis manos y bese sus mejillas.

-Prometo que cuando estés de regreso te haré tus postres favoritos- y ella me sonrío como si el mundo se abriese por completo ante ella, Edward se acerco a nosotros y se sentó a su lado.

-Tienes que recuperarte porque si no ¿Quién cuidara de el?- ese "el" no lo comprendí, mire a Edward quien miraba a mi pequeña con una sonrisa cómplice y luego mire a Anne quien le sonreíase igual manera, así estuve de uno a otro intentando descifrar su conversación.

-¿Qué sucede aquí?- cruce mis brazos sobre mi pecho enfurruñada por no saber de que hablaban –Anne- dije esperando a que ella tomo las mantas de la cama y se las llevo sobre la cabeza para ocultarse y escuche sus risita.

-¿Me ocultas información?- le dije con voz resentida pero siempre manteniendo una sonrisa, ella bajo las mantas lo justo y necesario para mostrar sus ojitos llenos de diversión y me miro.

-Es un pequeño secreto que Anne me guarda ¿no es así?- le pregunto Edward, ella de inmediato agito su cabeza afirmativamente.

-¿Y yo no puedo saber?- le pregunte mirando a ambos de hito en hito.

-Nop- dijo mi pequeña entre risitas.

-Malvada- le dije y comencé a hacerle cosquillas a lo que Edward se unió pero en mi contra, de inmediato Anne se soltó de mi agarre y comenzó a atacarme.

-¡Traición!- grite cuando estaba tendida sobre la cama al lado de Anne –Mi hija me a cambiado- grite indignada mientras seguía riendo por como sus manitas intentaban avariciosamente hacerme cosquillas, me levante con dificultad pero lo hice ya que Anne no debía agitarse tanto, la acomode nuevamente sobre la cama y ella hizo un tierno pucherito ya que quería seguir jugando.

Pase toda la mañana junto a mi pequeña, estaba recostada a su lado abrazándola mientras ella dormía entre mis brazos y Edward nos observaba sentado sobre un pequeño sillón en la habitación. No se en que momento me dormí pero una voz llamo mi atención despertándome completamente.

-¿De verdad esta bien? Se ve cansada- la voz de mi hijo mayor me hizo despertarme pero continúe con mis ojos cerrados para escuchar con quien hablaba, me imaginaba que Alec tendría que haberlo traído para que visitara a su hermana.

-Ta durmendo- dijo Anne.

-Su madre esta agotada por que paso toda la noche aquí- y mi corazón se hincho de felicidad al escuchar la voz de Edward, decidí hacerme la que acababa de despertar y al ver a mi pequeño que me sonreía feliz, abrí mis brazos para él y así subió a la cama quedando sentado sobre mi regazo.

-Mi niño ¿Cómo has venido?- le pregunte luego de haber dejado un sonoro beso en su mejilla y el se ruborizaba como siempre lo hacia cada vez que su madre era tan efusiva con él.

-Tío Anthony fue por mi- mire a Edward agradecido y él simplemente me sonrió y asintió.

-¿Viste a Alec?- le pregunte a Edward y luego miro a los pequeños que conversaban entre ellos, Anne le contaba su experiencia en el hospital ya que Charlie nunca a tenido la necesidad de estar en uno, comprendí el gesto de Edward de no decir nada en presencia de mis hijos.

Así pasamos todo el día, jugando y contando algunas historias de terror que Charlie le pedía a Edward que le contase, Anne cada cierto tiempo saltaba y se escondía debajo de mi brazo, por lo que les pedí que no se contaran más historias de ese tipo, la noche había llegado, por supuesto Alec ni nadie de la familia se apareció, de todos modos no me extraño, cuando fue realmente tarde Edward llevo a Charlie a casa hubiese preferido tenerlo cerca de mi, no tener que dejarlo solo en esa casa que tanto detestaba pero necesitaba estar junto a mi pequeña. Edward regreso para hacerme compañía y así pasar un rato más juntos, tenia decidido no aplazar aquella conversación pendiente, se la debía después de todo lo sincero que él había sido conmigo al contarme su vida estos últimos ocho años, lo espere algo nerviosa mientras le relataba a Anne uno de sus cuentos favoritos hasta que finalmente se quedo completamente dormida, besé su frente y en ese preciso instante Edward apareció en la habitación.

-¿Todo bien?- pregunto, yo asentí y le hice un gesto con mis dedos para que no hiciera ruido puesto que al fin había conseguido que la pequeña se quedase dormida, me levante y le pedí que me acompañase. Llegamos hasta la cafetería que se encontraba desierta solo con el mozo que atendía el lugar. Ambos pedimos simplemente café y cuando al fin tuvimos nuestra orden comencé a hablar.

-Necesito contarte lo que sucedió con Anne- le dije sin apartar los ojos de los suyos, él comprendió mis palabras y asintió.

-Solo si tú quieres y puedes- me dijo comprensivamente, le sonreí agradecida y le di un apretón a su mano pero de inmediato la aparte puesto que el mozo no dejaba de mirarme y me ponía nerviosa, no debía de dar motivos para que comenzaran a hablar de mi relación con el "SR. Sanguinetti".

-Hace ya casi cuatro años atrás, descubrí que Alec tenia una amante- Edward hizo un gesto asqueado pero no dijo más y me escuchó con atención –La verdad es que siempre lo intuí pero nunca le di importancia por que simplemente no me importaba, él podía hacer lo que quisiera con su vida siempre y cuando eso no afectara la mía y la de Charlie, cuando lo descubrí me dijo que se sentía terriblemente arrepentido pero que la poca cercanía física entre él y yo le estaba pasando la cuenta y como hombre no podía evitar cuando la carne se le ofrecía tan libremente- Edward maldijo por lo bajo algo así como un "Hijo de…y como se atreve" y apretó sus manos en un puño, yo le sonreí para que no se preocupara y continúe –Gianna era su asistente personal, ella le llevaba todo su horario y sus reuniones por lo que nunca le critique el que pasaran tanto tiempo juntos, pero un día fui hasta su despacho y los encontré tendidos sobre la alfombra sin ropa en pleno acto- hice una mueca de desagrado al recordar ese día –Marcus por supuesto estuvo de parte de su hijo diciendo que era lo más normal del mundo que los hombres tuviesen de vez en cuando un revolcón adicional, por supuesto que Dídima también lo defendió culpándome por no satisfacer a su querido hijo, las semanas pasaron y yo simplemente lo olvide y no le dí más importancia, aunque Alec me lo recordaba a diario ya que intentaba disculparse cada vez que me veía, el ambiente en la casa inexplicablemente estaba tensó y podía percibir las miradas cómplices entre Alec y Dídima, me sentía exasperada sin poder saber que era lo que sucedía, tenia ese presentimiento de que fuese lo que fuese, me incumbía y por ende me afectaría, así que decidida encare a Alec y le pregunte que sucedía, su excesivo arrepentimiento lo llevo a confesar lo que tanto le estaba preocupando, Gianna estaba embarazada de casi tres meses, ella pensaba que con ese hecho me divorciaría de Alec y así ella podría estar con él, la idea sonaba tentadora pero Alec se negó rotundamente a aceptar algo como aquello y le hizo saber que todo lo vivido con ella era simplemente una aventura pasajera, Gianna no se lo tomo muy bien y fue hasta la mansión Vulturi a montar un escándalo, no solo a Alec sino que también a mi por no saber atender a mi marido y valorarlo como ella lo hacia, Dídima estaba realmente escandalizada puesto que ella los chantajeo de contarlo todo y dejar mal puesta a la familia. Ya no recuerdo muy bien como fue que me entere, creo que se lo escuche mencionar a Heidi, pero Dídima- suspire angustiada y temerosa, baje el tono de mi voz y me acerque un poco más a Edward, él comprendió al instante y se acerco a mi para escuchar –Dídima tenia todo preparado para hacerlo parecer un accidente- Edward me miro confundido y algo hizo click en su cabeza y me miro asustado y yo asentí –Intentaron matarla a pesar de llevar en su vientre una pequeña criatura indefensa sin una pizca de culpa por los errores de sus padres, en cuanto me entere fui a visitarla y ella estaba destruida al saber que el amor de su vida estaba involucrado en su "accidente", ella quería a ese niño por que lo había hecho con amor pero desde aquel accidente ella ya no lo deseaba ya que lo veía como objeto de discordia, le propuse un trato, que me entregara al pequeño y yo me separaría de Alec para que ella tuviese el camino libre, ella lo pensó y finalmente acepto, con mi ayuda se mantuvo oculta los seis meses restantes, nunca le falto nada puesto que todo lo costeaba yo, incluso el parto pero dos días antes de éste Dídima se entero y junto con Alec fueron en busca de Gianna, en cuanto me entere fui detrás de ellos y pude evitar que la matasen con el pequeño que ya estaba listo para salir al mundo, ella me traiciono y le contó a Alec sobre nuestro pacto pensando así que para él seria más fácil dejarme, jamás en mi vida había visto más furioso a Alec, tras jurarle que no lo dejaría pero que no lastimase al bebé y él así acepto a dejarlo bajo mi cuidado, como su madre- suspire -La bebé que yacía en mis brazos no llevaba ni siquiera un día de vida cuando ya era huérfana de madre por ordenes directas de su abuela y autorizado por su padre, Dídima me amenazo que si esto lo llegaba a saber alguien más la pequeña Anne, como había decidido llamarla, pagaría las consecuencias.

Un fuerte sollozo salio de mis labios al recordar parte de lo que tuve que soportar en la vida con esa familia, las manos de Edward viajaron hasta mis ojos enjuagando así las lágrimas que derramaban y que yo no había percibido a lo largo de mi relato.

-¿Por qué?- me pregunto él, yo lo mire sin comprender -¿Por qué arriesgar todo aquello por un bebé que no era tuyo?- no sabia como contestar a esa pregunta, seria una mentira decir que no lo había pensado, el dejarla a ella y al bebé a su suerte y separarme de Alec así sin más, pero no pude dejar una vida morir teniendo el poder de evitarlo.

-El bebé no tenía la culpa de nada y sentí en él la necesidad de redimirme por todos los errores que había cometido- la cara de Edward me dejaba claro que con mis palabras tenia más dudas, pero aquel tema era incluso más sensible que éste y no estaba preparado para hablar aún de ello, demasiadas emociones por un día –Alec lo acepto por que le había prometido quedarme a su lado y si tu pregunta es por que decidí quedarme a su lado- lo mire directamente a los ojos para que me entendiese, suspire fuertemente -Charlie- dije con un leve susurro –No quería imaginarme de que serian capaces de hacerle a él si no cumplía con su voluntad, si Alec fue capaz de intentar asesinar a su propia hija ¿Qué lo hacia diferente con Charlie? Dídima tampoco dudo en acabar con su nieta, por lo que simplemente acepte mi responsabilidad de quedarme con la pequeña- ahora Edward me miraba asombrado y lleno de orgullo, me sonrío con más amor si era posible y yo le sonreí levemente.

-¿Lo dejarías ahora?- me pregunto directamente, yo baje mi mirada hacia mi taza intacta de café y le di un sorbo, estaba helado pero era lo mejor que podía hacer.

-Tengo miedo- le dije al fin –Tu estas aquí para limpiar tu nombre y no quiero interferir en ello, el tener que estar pendiente de mi no ayudaría mucho, por otro lado Anne es legalmente mi hija y la amo con todo mi corazón y lucharía por ella como lo haría por Charlie pero si Alec intentara arrebatármela lo haría y yo no podría vivir con ello, amo a mis hijos sin diferencia alguna por que yo los he criado, por que yo pase las noches en vela cuando se enfermaban o me quedaba despierta velando sus sueños cuando tenían pesadillas, yo soy su mami- mi corazón se contrajo solo de pensar en la posibilidad de que me los arrebataran.

-Tu no tenias por que sufrir todo aquello, yo debí estar ahí para ti- gruño frustrado, tome su mano y me la lleve a los labios para besarla.

-Tu estabas pasando por cosas mucho peor, todo lo que me a ocurrido estos ocho años ni se compara a la mitad de lo que tú has tenido que pasar- sus ojos se entristecieron.

-Te prometo que todo eso cambiara, yo cuidare de tus hijos como si fuesen míos, no me importa si son de Alec pero los querré como míos propios- yo le sonreí agradecida.

-Y se que llegado el momento ellos te querrán como a un padre por que ese es un derecho que se gana no que se impone por sangre, yo lo e aprendido con mis hijos, ellos son mi vida- y sonreí aún más al recordar a esos pequeños.

-Eres la mujer más maravillosa que conozco- me dijo y sus ojos se quedaron conectados con los míos largo rato, hasta que el mozo nos informo que cerrarían la cafetería por unas horas para la limpieza matutina, fue ahí cuando caí en la cuenta de que había amanecido y Alec estaría por llegar para llevar a Anne a casa.

Esa mañana Alec y Charlie aparecieron por el hospital, el primero con un enorme oso de peluche como regalo para Anne y un ramo de rosas rojas para mi, simplemente lo tome sin darle mayor importancia y Charlie con una tarjeta llena de dibujos para su hermana, el doctor apareció para chequear por ultima vez a Anne antes de darle su alta medica.

Al llegar a casa la bienvenida que le dieron a la pequeña me extraño de sobremanera, no sabia si era un avancé por parte del resto de los Vulturis, era un plan o simplemente por que Edward estaba también en el lugar para recibir de vuelta a mi hija.

-Ya verás la sorpresa que te tengo- le dijo Alec a mi pequeña, él le tendió su mano para llevarla hasta el segundo piso pero Anne de inmediato se abrazo a mi pierna para que no la soltara, mire a Alec con el ceño fruncido, después de todo él se lo había buscado. Alec suspiro pesadamente y se encamino detrás de nosotros en dirección a la habitación de Anne, al entrar me quede contemplando la cantidad enorme de juguetes que estaban regados por el suelo y parte de la cama, la pequeña dio un grito de emoción y corrió al encuentro de sus tesoros, tocando y abriendo todo con una sonrisa feliz -¿Te gusta?- le pregunto Alec, la pequeña lo miro y asintió sin dejar de sonreír, lo bueno de los niños es que ellos tienen esa capacidad de olvidar las cosas malas cuando son compensados con regalos, lo malo era que no comprendían lo manipuladores que podían llegar a resultar los adultos.

-Gracias papi- y le sonrío mostrándole alguno de sus dientes, un pequeño toc toc escuchamos desde la puerta de Anne y nos giramos para ver quien era, Edward junto a Charlie quien sonreía con un brillo tan especial que me hizo tragar seco, Charlie corrió hacia su hermana que estaba ya sobre su cama con sus nuevas muñecas entre sus manos jugando emocionada.

-¿Puedo pasar?- pregunto Edward, no me paso desapercibido una pequeña caja que llevaba entre sus manos con una enorme rosa de regalo sobre ella, yo asentí y él se adentro donde estaba mi pequeña -Bienvenida- le dijo amablemente a mi pequeña, quien sonrío aún más si era posible –Te tengo una sorpresa- y le dejo la caja sobre la cama a lo que la pequeña se abalanzo para ver su contenido, desde donde me encontraba no pude apreciar que era pero me basto con ver la emoción de mi pequeña hija para agradecerle a Edward lo que fuese.

-¡Gracias!- le grito fuertemente mientras se abalanzaba sobre él y llevaba sus pequeñas manitas hacia su cuello y comenzaba a besarlo frenéticamente por las mejillas, por el rabillo del ojo pude ver lo incomodo que comenzó a sentirse Alec, sonreí, definitivamente no le gustaba esa posición en la que su hija le dijese un simple "gracias" mientras que a Edward lo bañaba en besos.

Un pequeño ladrido salio desde la caja y de inmediato comprendí lo que era, mi teoría fue aún más corroborada cuando dos pequeñas patas aparecieron por el borde de la caja y una pequeña cabecita de un perrito blanco aparecía de ahí pero no era cualquier perrita, era el famoso labrador que tanto deseaba Anna

-¡Es muy dindo!- grito Anne.

-Es un ella- le dijo Edward, aquella información hizo que Anne gritara más emocionada aún -¿Cómo le pondrás?- le pregunto Edward, la pequeña llevo sus manitos hacia su boquita y miro al techo para pensar.

-¡Copita!- chillo emocionada –como un copito de nieve- y sonreí al verla tan feliz, lo que más quería era que olvidase cualquier escena que pudiese dejarla traumada o con alguna clase de miedo o aversión hacia su padre, después de todo, él lo era.

Un par de días más habían transcurrido desde la llegada de Anne quien pasaba prácticamente todo el día jugando con su perrita, verla sonreír de ese modo era la paz misma en mi corazón, Charlie por su parte no se despegaba de ella por si llegase a tener una recaída, el día que la habían dado de alta el doctor le dejo expresamente dicho "como su hermano mayor debes cuidar de ella" y así lo estaba haciendo, la acompañaba a todas partes y de paso jugaban ambos con la pequeña perrita. Mi situación con Alec no mejoro, a los dos días de haber llegado del hospital él se disculpo por lo sucedido prometiéndome que jamás intentaría sobrepasarse nuevamente conmigo, que tendría paciencia pero que por favor no olvidara lo importante que era para él un nuevo hijo.

Estaba esforzándose enormemente por conseguir mi perdón, todas las tardes llegaba con arreglos de diferentes flores, intentaba acercarse de modo cariñoso pero yo se lo impedía, incluso me ofreció que nos tomáramos unas vacaciones los cuatro como familia a donde yo quisiera.

Pero unos días después y debido a tanta insistencia, insistencia que sirvió a mi favor para pensar en ciertas cosas me ilumino.

-¿Realmente quieres que te perdone?- le dije mirándolo amablemente pero a la vez profundice mi mirada a algo más osada, pude apreciar que el había acertado en su percepción de ella puesto que trago pesado y pude ver a la pasada que sus pantalones comenzaban a achicarse en cierta zona, camine en su dirección moviendo mis caderas más de lo normal, desconcertándolo a niveles impensados.

-Cla…cla..ro- dijo a duras penas, sonreí triunfante y con la victoria ya en mis manos.

-¿Recuerdas aquel negocio aquel que hablabas con Anthony la noche pasada?- su mirada se oscureció fugazmente, de seguro al igual que yo lo primero que recordó fue aquella noche tan horrenda que me hizo pasar con el accidente de Anne, respire para tranquilizarme y no arruinar mi plan que tan bien me estaba resultando.

-Si- dijo simplemente, a esas alturas ya estaba sentada sobre su regazo, tuve que hacer acopio de todas mis fuerzas para no expresar en mi rostro la repugnancia que me daba ésta cercanía, pero debía jugar bien mis cartas.

-Permíteme demostrarte que si puedo- le dije batiendo mis pestañas, el comprendió al instante y como un bobo me sonrío embelezado, con una de sus manos me aprisiono por la cintura acercándome más a su cuerpo y la otra la llevo a mi cuello para acercarme y besarme pero fui más rápida y puse mis dedos sobre sus labios a centímetros de los míos evitando así el tan anhelado beso que deseaba darme –Tú primero y luego te perdonare y hasta podría compensarte- le dije mientras batía mis pestañas coquetamente.

-Sabes que me tienes en tus manos- su voz se amortiguo en mi cuerpo puesto que descanso su cabeza entre mi cuello y mi clavícula intentando relajarse de su problema, su confesión me hizo sonreír, justo donde lo necesitaba.

-Eso quiere decir que ¿Puedo infórmale a Anthony que viajare con él la próxima semana?- Alec asintió aún embobado –Me llevare a los niños conmigo- le advertí, ni loca los dejaba a su cargo o peor aún, con Dídima revoloteando por ahí.

-¿Iras con Heidi?- le hice un tierno puchero –Como gustes, espero que Sanguinetti pueda solicitarte su sirvienta- le sonreí y salí de casa sin decir más.

Con toda propiedad le pedí al chofer que me llevase a la casa del Sr. Sanguinetti, éste me miro extrañado pero cuando apareció Alec corroborando mis indicaciones el accedió y de inmediato nos encaminamos hacia la gran casa. Fui recibida por Theo quien se veía levemente extrañado, le guiñe un ojo y el me guío al interior de la casa al encuentro con el amor de mi vida pero antes Theo le informo a mi chofer que me dejase ahí ya que él se ofrecía para regresarme nuevamente, éste se negó por el miedo a lo que diría Alec, pero le gusto la perspectiva que le di de tomarse la tarde libre junto con algo de dinero que le dí.

Camine junto a Theo por un largo pasillo, el toco levemente una gran puerta de madera de roble y escuche un "pase", mi corazón salto al escuchar la voz de Edward. Llevaba varios días sin saber de él, desde que estuvo en casa para la bienvenida de Anne para ser más precisa, sus negocios con Alec le impedían disponer de todo el tiempo que quisiese.

-Mi señor tiene una visita- me quede rezagada detrás de Theo ocultándome.

-Theo te dije que no estaba para nadie- dijo este con voz cansada y molesta.

-¿Ni para mi?- le pregunte cuando salí de detrás de su sirviente, los ojos de Edward se iluminaron de inmediato dejando todo el cansancio que apareció segundos antes.

-Amor ¿Qué haces aquí? ¿Estás bien? ¿Alec te ha hecho algo? ¿Anne esta bien?- su semblante cambio de la emoción a la preocupación en cuestión de segundos, yo lleve mis manos hacia sus mejillas y las acaricie con adoración, al fin podía sentir su piel y sin esperar más me acerque para besarlo, fue un beso suave, tierno y dulce pero no por eso menos especial, cuando me aparte lo vi con sus ojos cerrados aun por la conmoción de aquel beso, suspiro a escasos milímetros de mi rostro y su aliento me baño por completo, cuando abrió sus ojos me permitió ver todo ese amor que sentía por mi y sonreí como una boba, Theo ya no se veía por ningún lado y lo agradecí internamente su consideración.

Edward me llevo hasta su escritorio y me sentó en su silla mientras él se recargaba sobre el escritorio, verlo en esa posición lo hacia verse aún más seductor si fuese posible, era divertido recordar que minutos atrás era yo la que intentaba seducir a alguien que no me interesaba y éste cuando intentaba hacer lo mismo a mi simplemente no se me movía ni un pelo de la cabeza, en cambio con Edward era tema totalmente distinto, él sin proponérselo me seducía con su mirada, carraspee para alejar aquello de mi cabeza y concentrarme.

-Te he traído una buena y una mala noticia- le dije y el sonrío al darse cuenta de mi mala actuación, se acerco a mi y rozo levemente mis labios, cerré automáticamente mis ojos disfrutando su toque, su lengua comenzó a delinear mis labios y yo los entreabrí para darle acceso pero eso nunca sucedió, abrí mis ojos para verlo contemplarme con una sonrisa maliciosa, volvió a repetir aquel seductor acto de delinear mis labios con su lengua y yo simplemente lo deje sin protestar, sabia que estaba jugando con mis fuerzas pero ¿Qué más podía hacer? Luego soplo sobre mis labios que estaban levemente humedecidos por su lengua y un escalofrío recorrió mi cuerpo.

-Querías decirme ¿que?- dijo divertido, lo mire con el ceño fruncido luego de reaccionar coherentemente a sus juegos.

-Ya no se si deba- le dije con fingida molestia cruzándome de brazos como una niña pequeña, Edward se inclino aún más y deslizo la silla un poco más atrás para quedar con su vista fija en la mía con sus manos apoyadas en el posa brazos, cuando él hacia eso era imposible negarse algo –Ya va- dije resignada, escuche su risita y no pude evitar sonreír al escucharlo.

-¿Cuál es la buena noticia?- me pregunto como un niño pequeño lleno de curiosidad.

-He conseguido que Alec me deje salir de la ciudad contigo a la fiesta de la esposa de Stevenson y puedo llevarme a los niños- le dije con una sonrisa, él sonrío con sus ojos iluminados por aquella sonrisa pero su rostro se contrajo al instante en uno serio.

-¿Y la mala noticia?- pregunto preocupado, yo me puse igual de seria y me levante de su silla y con un ademán de la mano lo hice sentarse, Edward estaba nervioso y su mirada cada vez estaba más oscura llena de miedo, me senté a horcajadas sobre su regazo y me acerque hacia el lóbulo de su oreja para succionarlo y susurrarle.

-No habrá fuerza humana que me impida llevarte a mi cama por toda una larga y extensa semana- el fuerte gemido que salio de los labios de Edward fue una dulce victoria para mi orgullo y sonreí al percibir el entusiasmo que emanaba desde sus pantalones, un entusiasmo que me apetecía como nada en el mundo y que ni de cerca se compararía con lo ocurrido minutos atrás con Alec, este era mi lugar y junto a él había conseguido los días más felices y esta siguiente semana no seria la excepción.

Continuara...

Hola aca esta el capitulo del miercoles y ya saben la verdad de Anne y q les parecio espero q les haya gustado nos vemos el sabado.

Capítulo 10: -"Revelaciones"- Capítulo 12: -"El Regreso De La Familia"-

 
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