Mi Flor del Desierto (+18)

Autor: vaneian08
Género: + 18
Fecha Creación: 03/06/2010
Fecha Actualización: 11/08/2010
Finalizado: SI
Votos: 17
Comentarios: 37
Visitas: 82622
Capítulos: 24

Bella es descendiente árabe y pierde a su madre. Debido a esto, es enviada de regreso a Marruecos con su padre donde es obligada a casarse con un hombre desconocido mientras ella quiere a otro. ¿Sera que el amor nacerá de la convivencia en verdad?...

Hola esta historia no es mía la autora de llama JUST.JAYX- espero que les guste tanto como a mi es distinta, es otro país, otra cultura, otra religión.

                                 -TERMINADA-          

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Capítulo 10: -¡Yo te Repudio!, Pero Te Quiero-

(Bella POV)

Los días siguen pasando, me siento muy sola después de la ida de Alice y mi relación con Edward es la misma y tengo que admitir, que me empieza a gustar su compañía. A veces se sienta en el sofá de la sala y lee el Corán para mí, él es, tan dulce, tan cariñoso, pero no quiero enamorarme de él, no puedo ceder tan fácil, esto no es lo que yo quiero, vivir con un hombre para siempre, sirviéndole y tratándolo como a un rey. No se saldrían con la suya, no iba a quedarme siempre con Edward, mi plan para que desistiera de mi comenzaría ahora. Haría todo lo que le molesta hasta hacer que se hartera de mí. Subí las escaleras con rapidez tratando de amarrar mi velo a mi cuello, al llegar a la sala Rosalie estaba en el sofá como siempre y Edward conversaba con Carlisle, ambos me miraron extrañados y Rosalie no chistó para cuestionarme...

-¿Vas a salir de nuevo?- Preguntó con desdén.

-Yo... yo...- Balbuceé. –Voy a comprar unas hierbas en el mercado, tengo dolor de cabeza y aquí no está la hierba que necesito- Me acerqué a la puerta y la voz de Edward me detuvo.

-Una de las criadas puede ir por ella...- Dijo algo preocupado, sonreí para disimular.

-No 'habib', prefiero comprarla yo...-

-Bella, no quiero que andes por las calles exhibiendo tu figura todo el tiempo-

-Yo solo...- Me interrumpió.

-'La', enviaré a una de nuestras criadas por tu hierba, ahora baja y plancha mi camisa blanca, voy a salir con Carlisle y quiero usarla- Dijo en un tono algo autoritario. Hice una mueca de disgusto y bajé las escaleras.

-Yo lo dije, el gallo se mata en la primera noche o no se mata, es el beduino el que monta a el camello, no el camello al beduino...- Dijo Rosalie con ironía.

-¡Rosalie, basta!-

-Yo veré desde aquí sentada como te pisa como a un tapetito, yo lo veré- Replicó en un murmullo.

Llegué a la habitación y lancé mi velo en la cama. Busqué su camisa con rabia y la lancé sobre la mesa donde se planchaba, conecté la plancha y comenzó a calentarse. Estaba furiosa, ¿cómo podía tenerme encerrada como a una prisionera? Me liberaría de todo esto a como diera lugar. Una vez caliente la plancha, comencé a planchar su camisa y una "mala idea" pasó por mi cabeza, volteé hacia la puerta y mordí mi labio inferior, pegué la plancha a la camisa hundiéndola con fuerza, apenas la quité una mancha marrón, de la forma de la misma, afeaba la prenda de mi "querido" esposo. Subí las escaleras y disimulé mi sonrisa, Carlisle y Edward  se voltearon hacia mí, y abrí la camisa dejando ver la mancha de la quemada. Carlisle abrió los ojos y miró a Edward quien de momento frunció el ceño.

-¡¿Qué hiciste?- Dijo señalando con su mano hacia la prenda.

-¡Yo no sé planchar, Edward, te dije que no se!- Dije en tono de reproche y él salió apresurado de la casa con Carlisle atrás de él.

-Estas odaliscas, no saben hacer nada...- Decía Rosalie ojeando sus revistas.

Bajé de nuevo a mi habitación y me senté en la cama. Por un momento me sentí culpable y sentí la necesidad de pedir disculpas, pero no voy a detenerme, haré todo lo posible por ser libre. Esto sería molesto para ambos así que era mejor separarnos, yo no voy a poder amarlo como él quiere que lo ame, en su momento, él lo entenderá. Pasaron las horas y noté que Edward tardaba más de la cuenta en llegar, subí a la sala y por gracia de 'Allah', Rosalie estaba durmiendo en su habitación. Caminé de un lado a otro, me senté en el sofá y llevé mis rodillas a mi pecho abrazándolas con mis manos. Pasaron las horas y por fin se abrió la puerta de la casa, primero entró Carlisle quien me dio las buenas noches con rapidez y luego entró Edward, me miró detenidamente y pasó de largo hasta la habitación. Yo lo seguí, estaba molesto, estaba logrando que se enojara. Al llegar a la habitación me di cuenta de que me esperaba en la puerta, entré y él cerró. Me hizo señas para que continuara entrando y me senté en la cama. Él se sentó frente a mí con el ceño fruncido.

-Bella, tienes que aprender a realizar, los oficios de la casa, Bella, tienes que cuidar de mi, de mis intereses, sé que no es fácil para ti y te prometo que seré paciente, pero necesito que también me ayudes...-

Asentí, al parecer su molestia había pasado. Besó mi frente y se levantó para desvestirse, estaba cansado y merecía descansar. Se acostó a mi lado y me pidió con dulzura que acostara a su lado. No iba a ser fácil hacerlo enojar... Besó mis mejillas lentamente, y llevó sus manos a mi cintura, besó mis labios lentamente y me pegó más a él, detuve sus besos y empujé levemente sus manos...

-Esta noche no, tengo dolor de cabeza...-

-Pero, ¿estás bien, quieres un té o algo?-

-No 'habib', solo necesito descansar...- Él asintió, no muy confiado, y me abrazó.

Hoy es otro día y aún no consigo hacer que Edward se enoje de verdad. Cada cosa que hago parece acercarlo más a mí, es como si le gustara mi mal comportamiento. Era odiosa con él, buscaba de discutir con Rosalie por cualquier cosa, me negaba a tener relaciones con él, y nada, siempre se le pasa la amargura. Pensé en mil formas más de hacerlo molestar, quería hacerlas todas de una vez, pero tenía que guardar la calma. Salí de mi habitación y subí las escaleras y fui a la cocina, para distraerme, ayudaba a las criadas con la comida, ya no podía salir porque las criadas tenían orden de mantener la cas cerraba para mí, solo Rosalie podía salir a sus anchas. Ayudé a una de las criadas a ponerle algunos ingredientes al carnero que a Edward tanto le gusta, vi el recipiente de sal y lo tomé en mis manos, apenas y rocié aquella carne con sal y otra idea alocada vino a mi cabeza, volteé hacia todos lados y las criadas estaban distraídas, mordí mi labio inferior algo insegura y tomé un puñado de sal y lo eché en el carnero. Coloqué el tarro en su lugar y removí la carne, una criada se acercó y la dejé que se encargara de lo demás, fui a mi habitación y me quité el maquillaje y desarreglé mi cabello, a Edward le gustaba que estuviera arreglada, yo haría lo contrario, escuché el sonido de la puerta y subí las escaleras, vi a Edward entrar solo, al parecer Rosalie no comería con nosotros, lástima, sus comentarios negativos abrían sido de gran ayuda en este almuerzo. Edward me miró de arriba abajo extrañado pero se sentó en la pequeña mesa donde almorzábamos sin darle importancia a mi desarreglada presencia.

-Comeré rápido, tengo negocios que atender junto con Carlisle...-

-¿Rosalie no vendrá?- Pregunté curiosa, necesitaba saber si realmente no estaría con nosotros.

-'La', comerá en casa de tu padre...- Me sonrió dulcemente y el sentimiento de culpa volvió.

-Voy por tu comida...- Fui hasta la cocina y le prácticamente le arranqué de las manos la bandeja de comida a una de las criadas, regresé a la sala y coloqué un plato para Edward y otro para mi, el plato de pan lo puse entre nosotros y la criada puso dos vasos de té en la mesa. –Lo preparé como te gusta...- Sonreí haciéndome la inocente. Tomó un pedazo de pan y colocó un poco de carne en el, se llevó el pan con carnero a la boca y mordió, comenzó a masticar y se detuvo de repente.

-Bella, ¿qué tiene el carnero?-

-Nada, lo preparé como a ti te gusta...- Dije inocentemente, soltó el pedazo de pan y se levantó con rapidez.

-Bella esto está incomestible, ¡está demasiado salado Bella!- Se molestó

-Yo, debí haberme pasado, lo siento 'habib', aún no se bien como preparar las comidas...- Traté de disimular mi alegría por su molestia.

-Yo comeré afuera...- Se fue sin siquiera mirarme.

Sonreí y luego me senté, de nuevo sintiéndome culpable. No era justo que él pasara por todo aquello, todos los días hacia una travesura diferente. A este paso Edward me odiaría al nivel de no querer saber más de mí, lo cual, no era tan malo. El día continuó sin mayor preámbulo. Las horas pasaban y Rosalie no daba señales de vida, últimamente pasaba muchas horas en casa de mi padre, la última vez que vi a Esme me dijo que Rosalie hacia todo lo posible por estar cerca de mi padre. Un día Esme llegó aquí conteniendo la risa, me contó que Rosalie se acostó en el sofá de la casa y subió su vestido lo suficiente como para que se vieran sus preciosas piernas, esperaba a que mi padre llegara, en cuanto éste llegó casi se muere de un infarto, llamó a Esme en gritos y le rogó que sacara a Rosalie de la casa. Desde entonces mi padre no se despega de Esme con tal de no quedarse solo con Rosalie. Al rato llegó Edward, me miró sentada en el sofá y siguió su camino hasta la habitación. Me quedé en el sofá otro rato y luego fui a la habitación, Edward dormía plácidamente, ni siquiera me dio las buenas noches, pero, ¿por qué me importa eso?, es mejor que siga molesto conmigo. Me acosté a su lado dándole la espalda tratando de no despertarlo, rápidamente me perdí en mis sueños y perdí conciencia hasta el día siguiente.

Desperté un poco exaltada, en mi sueño Jacob venía a Fez para sacarme de mi casa a la fuerza y, por alguna razón, yo no quería, me aferraba a los brazos de Edward y él me empujaba, reprochándome que nunca lo quise y que ahora era él el que no me quería a mí. Esto era extraño, era la primera vez que soñaba con Edward, algo empezaba a cambiar en mí, debía alejarme de Edward a como diera lugar. Me arreglé tan pronto como pude y subí las escaleras hasta la sala, Edward estaba enseñándole unas telas nuevas que había comprado para vender en su tienda a Carlisle, telas realmente hermosas y, obviamente, muy costosas. Me dejé impresionar por la belleza de las telas y escuché disimuladamente lo que Edward y Carlisle hablaban.

-¿Son muy caras no es así?- Preguntó Carlisle.

-Si lo son, son muy bonitas, se venderán rápido en mi tienda...-

-¿Y si alguien las robara?-

-¡Enloquecería de ira, costaron mucho dinero!- Sonreí, daría mi último golpe, si hay algo que Edward no soportaría es que le hiciera perder toda esa mercancía tan cara. Esperé a que ambos salieran de la casa, vi a todos lados y no había nadie a mí alrededor. Tomé las telas, me coloqué mi velo y salí corriendo de la casa. Me paré en una esquina y comencé a regalar las telas, se las lazaba a la gente que pasaba y reía como loca, decía que 'Allah' los bendecía a través de mí. Mientras gritaba y lanzaba las telas al viento, Carlisle logró divisarme desde una calle y atrajo a Edward para que me viera, en cuanto me percaté de aquello corrí por las calles llevándome a la gente por en frente, corrí lo más que pude y Edward junto con su padre me seguían, llegué a la casa de mi padre y corrí hasta Esme y me oculté tras de ella que estaba limpiando con una escoba, él me veía con furia, nunca me vio de esa manera. Esme se asustó al ver su rostro y me miró tratando de encontrar la respuesta a la situación.

-¡Mujer endemoniada!- Me gritó Edward con furia.

-¿Qué ocurre aquí?- Gritó mi padre molesto.

-¡Esta mujer, ha arrastrado mi nombre por la medina, ya no la soporto más, ella no cocina mi comida como debe, no cuida de mis bienes, no cuida de mí, ella se niega a estar conmigo todo el tiempo!, yo, yo ¡Yo te repudio!- Esme tapó su boca de asombro. -¡Yo te repudio!- Mi padre cerró los ojos y elevó sus manos al cielo, sonreí muy disimuladamente. -¡Yo...!- Sus puños temblaban de furia, dilo, dilo. No concluyó la frase y abandonó la casa corriendo, caí arrodillada en el suelo, no había logrado que me repudiara, ¿por qué rayos no lo dijo? Mi padre se detuvo frente a mí, yo seguía arrodillada en el suelo, su mirada era como la de Edward; me miraba con rabia, Esme me ayudó a levantarme del suelo y me sostenía mientras mis lágrimas comenzaban a salir.

-¡Que 'Allah' disminuya tus días, que 'Allah' permita que ardas en el mármol del infierno!- Gritaba señalándome levemente con un dedo. -¡Mujer escandalosa, exhibicionista, tú, tú arrastraste mi cara por la Medina, a mí que te recibí de nuevo en mi casa, te di toda la atención que merecías, te di el mejor marido, tú lo tiras todo al viento sin importarte nada, no tienes apego a nada, tú escupiste en mi corazón, solo piensas en ti, ¿cómo conseguirá Alice un buen matrimonio para sus hijos en un futuro, cómo conseguiré un buen matrimonio para mis otros hijos Bella?-

-Sidi, cálmese, no hubo divorcio, Edward no lo dijo tres veces...- Dijo Esme tratando de calmarlo.

-Esta vez no lo dijo, pero la próxima será más fácil repudiarla... Edward construyó un muro muy bajo y ella lo saltó, no es bueno golpear tanto a un cobarde porque se vuelve valiente, y Bella golpeó mucho a Edward...- Continuaba regañándome y yo solo me limitaba a llorar.

-Sidi, no se altere, Bella parece estar poseída por un genio malo...- Decía Esme asustada.

-¡Que Allah te proteja de ti, si tu marido te devuelve, yo me lavo las manos, a mi casa no entras más Bella!- Replicó por última vez para meterse en la casa sin voltear a mirarme.

-Bella, ¿qué fue lo que hiciste?- Preguntó Esme mirándome de frente

-Yo solo, quería ser libre...-

-¿Libre Bella, perdiendo a tu familia, esa es tu libertad, una libertad en el exilio?-

-Esme, yo, yo...- No tenía palabras, no podía pensar ordenadamente.

-Bella, no debemos poner la razón al servicio de los sentidos, Bella, vas a perder a tu marido, ¿y si él te hubiese repudiado tres veces y tú hubieras estado embarazada?- Pensé por un momento, ¿eso que tenía que ver?

-¿Y qué con eso Esme?- Pregunté secando mis lágrimas.

-Bella, no habrías podido salir de casa de Edward tan fácilmente; después de ser repudiada, debías esperar tres menstruaciones, si estabas embarazada tenías que quedarte con Edward durante el embarazo y él, tiene derecho de acogerte de nuevo en su familia, de cancelar el divorcio, sólo si él quiere...-

-¿Y si no quisiera quedarse conmigo?-

-Te arroja al viento y...-

-¿Y?-

-El hijo que nazca de ustedes, se quedaría con Edward...-

-¡¿Qué? Eso no puede ser, es mi hijo!, suponiendo que hubiera hijos...-

-Bella, no son nuestros, pertenecen a la familia del marido, llevan su sangre...-

-¡Y la mía también!-

-No es así como lo dicta la ley... Bella, no arruines la vida con la que fuiste bendecida, vuelve a tu casa y has las paces con tu marido, ve, 'yallah', 'yallah'-

Me empujó suavemente a la entrada y yo caminé por las calles sin un rumbo fijo. Imaginaba cual habría sido mi futuro si Edward se hubiese divorciado de mi; mi padre no me dejaría volver a su casa para no avergonzar a su familia y yo, ¿a dónde habría ido?, además, pensándolo bien, yo no quiero perder a los hijos que tenga, si es que los tengo, por una simple terquedad mía. Cuando estuve cerca de mi casa me imaginé que Edward estaría allí totalmente disgustado, no quería incomodarlo con mi presencia, ya le había dado suficientes problemas, me di la vuelta y caminé en dirección a las ruinas, lejos de mi casa. Caminaba con pasos cortos y lentos, había una calle llena de gente y dejé que la multitud me arrastrara. Una vez en las ruinas, me senté en un rincón, acaricié el collar que me regaló mi madre y lloré de tristeza, de soledad. Necesitaba a mi madre más que nunca, estaba tan sola en este momento, ¿cómo habría sido mi vida si no hubiera viajado a Fez, si mi madre, no hubiera fallecido?, mi vida sería tan diferente. Pero Edward, él, no tiene la culpa de que las cosas no salieran como yo las había querido, no se merece todo lo que le hago, pero eso cambiará, dejaré de ser la terca de siempre, a la final, no es tan malo estar a su lado, yo solo quería estar lejos de él para no enamorarme, por terquedad, no quería que los demás tuvieran la razón. Comenzó a oscurecer y me levanté para regresar a mi casa, caminé y caminé hasta llegar a la misma, tuve miedo de abrir la puerta pero aún así la abrí y entré, la primera imagen que tuve fue a Edward sentado en el sofá al lado de Rosalie y Carlisle, apenas me vio se levantó de su asiento y se fue a la habitación.

-¿En dónde estabas?- Preguntó Rosalie odiosamente.

-Fui a las ruinas y, me perdí...- No le iba a dar explicaciones en este momento, caminé directo a mi habitación sin volver a decir nada.

-Es una lástima que no se halla divorciado de ella, mi hermano es muy terco Carlisle, se hace el que no ve lo que sus ojos ven...- Decía en su típico tono chistoso.

-Rosalie, no debemos meternos en su matrimonio...- Decía Carlisle calmadamente.

-'Allah' es muy justo, ¡yo veré como mi hermano es pisoteado por ser tan iluso!- Siguió haciendo comentarios mientras yo bajaba las escaleras.

Me asomé a la puerta de la habitación y Edward estaba recostado en la cama sin camisa, debo admitir que es el mejor cuerpo que mis ojos han visto, parecía un faraón con los ojos cerrados y su brazo izquierdo estaba sobre su cabeza mientras su otra mano descansaba en la cama. Entré a la habitación tratando de un hacer mucho ruido pero no pasé desapercibida, me senté frente a el espejo que estaba frente a la cama y desaté mi velo, peiné mi cabello y él me observaba desde la cama con seriedad, coloqué el cepillo en la cómoda y acaricié mi cabello lentamente mientras lo miraba fijamente por medio del espejo. Me volteé y él volteó su cara para no mirarme de frente. Me senté en la cama tratando de llamar su atención y seguía ignorándome.

-¿Vas a ignorarme toda la vida?- Se levantó de la cama y tomó una sábana y una almohada de un asiento que estaba cerca.

-Dormiré en el otro cuarto, es tu castigo, dormirás sola, sin tu marido, hasta que aprendas...-

-Pero...-

-¿Pero qué, Bella?- Dijo mi nombre con molestia, bajé la mirada, no me agradó su trato.

-Yo... yo... lo siento...- Me miró y su rostro perdió seriedad. –No, no debí comportarme como lo hice...-

-Bella, lo que has hecho, ha estado mal, no te repudié las tres veces porque no quiero que tu suerte quede al viento, Bella yo...- Le costaba hablar pero aún me trataba con aspereza. –Yo sé porque has hecho todo lo que has hecho...- Subí la vista, ¿qué es lo que sabe? –Bella, sé que quieres estar libre para ir tras ese hombre y, no quiero que lo hagas Bella, él, no te merece, Bella...- Abrí mi boca en gesto de asombro, ¿cómo supo de Jacob? Se acercó a mí y acarició mi mejilla. –Tú, has entrado en mi corazón y te mezclaste en él, no, no puedo arrancarte, porque arrancaría mi vida también, yo te quiero Bella, pero tú, tú ni siquiera me miras, aún no entiendo cómo es que aceptaste estar conmigo en la noche de bodas...- Seguí guardando silencio, acercó su rostro al mío lentamente y besó mis labios tiernamente, por primera vez sentía alegría al sentir sus labios sobre los míos, me levanté y llevé mis manos a su cuello pero él me empujó suavemente. –No Bella, estás castigada, no me tendrás hasta que no aprendas a comportarte...- ¿Aún estaba castigada?, al menos ya no estaba tan molesto, me senté de nuevo en la cama y él salió de la habitación sin volver a decir nada. Haría lo posible por quererlo de verdad, él no se merecía lo que yo hacía con él, no podré amarlo, pero trataré de quererlo...

Continuará...

HOLA CHICAS ACA OTRO CAPITULO LES PIDO PERDON POR NO ATUALIZAR MAS RAPIDO, TENGO UN HIJO Y ME TOMA MUCHO TIEMPO CUIDARLOS PERDON LES PROMETO ACTUALIZAR MAS SEGUIDO.

Les prometo que mañana publico 2 capítulos seguidos

Capítulo 9: -¿Me Puedo Divorciar?- Capítulo 11: -¡Tengo Celos!-

 
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