La camarera (+18)

Autor: Sasha_amane
Género: + 18
Fecha Creación: 22/05/2014
Fecha Actualización: 06/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 26
Comentarios: 173
Visitas: 78116
Capítulos: 26

Isabella una camarera honrada y trabajadora del hotel Vulturi que lucha por sacar adelante a sus hermanos, se encontrará con su escritor favorito, el atractivo Edward Cullen, autor de exitosas novelas de romance, cuando este haga una conferencia de prensa en el hotel para promocionar su más reciente libro.

 

Lo que ella no sabe es que Cullen ve en ella todo lo que quiere y no perderá la oportunidad de poseerla por completo. La estadía de Cullen en aquel hotel dura diez días en los cuales ambos disfrutan de una aventura pasional.

 

Cuando llega la hora de que Edward parta, Isabella queda desolada pero lo que ella no se imagina es que sus caminos se van a volver a cruzar, o que más bien... Edward no la dejará ir.  Isabella es suya para siempre. 

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Hola :) este es mi primer fan fic y espero que les guste. Me siento feliz de poder publicar mi novela aquí después de mucho pensarlo. Muchisimas gracias a Keit, mi amiga, que me ha ayudado con la portada y el prefacio. 

 

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Capítulo 9: La disputa

Capítulo 9: La disputa

 

POV Bella:

 

Me termino de bañar con esos deprimentes pensamientos. Tomo una toalla y me seco con lentitud y miro mi rostro en el pequeño espejo. Me veo demacrada, sin color, me doy asco.

 

Cuando salgo del baño voy al cuarto y me visto. De repente tocan a la puerta, me susto  y casi brinco hasta el techo. Por favor que no sea él, por favor que no sea él, suplico.

 

Oigo que papá abre la puerta.

 

—   ¡Alice!— exclama.

 

—   ¡Tío Charlie!— dice la duende. Suspiro con alivio pero también me decepciono. Él ya no va a venir a buscarme. Me lo merezco después de todo, por mandarlo al diablo.

 

 

—   ¡Alice!— gritan mis hermanitos.

 

Salgo del cuarto y veo como Alice los abraza y le da muchos besos a cada uno. Cuando mi amiga me observa se acerca a mí. Sé que quiere preguntarme qué demonios pasó pero se contiene. En sus manos tiene el sobre que supongo es mi paga.

 

—   Alice, no debías traerme esto hasta acá...— la regaño. Alice niega con la cabeza.

 

 

—   No, amiga, no vine a eso nada más, te voy a llevar a un café a que platiquemos sobre los últimos detalles de mi boda…

 

—   Oh, está bien, solo deja que me cambie…

 

—   No, ven así…

 

 

—   Pero estoy hecha un desastre— protesto.

 

—   Claro que no, vamos ahora mismo

 

Prácticamente me arrastra a afuera no sin antes darle mi paga a Charlie. Rosalie nos mira divertida mientras entra a su departamento con el niño dormido en brazos. Alice me lleva hasta el auto de Jasper quien me saluda desde adentro.

 

—   Hola, Bella

 

—   Hola, Jaz— respondo.

 

 

Me subo al auto y Jasper lo enciende para irnos. En el camino le pregunto a Alice a donde vamos, ella solo voltea a ver a mi amigo y masculla “a un café”. Su comportamiento me tiene confundida.

 

De repente estacionan en un café justo como dijeron. Suspiro con alivio pero ese sentimiento se va al diablo cuando veo el Volvo estacionado allí.

 

—   Baja del auto, Bella — me pide Alice con la voz muy chillona. Está nerviosa y no la culpo por estarlo. Me estoy enfadando con ella.

 

 

—   Llévenme a mi casa— gruño.

 

—   No, Edward te espera adentro, tienes que hablar con él— me dice Jasper.

 

 

—   No me puede ver vestida así, no lo quiero ver, ¿qué pasó con eso de que iban a ayudarme a alejarme?

 

—   Yo me retracto de eso, Bella… Edward se ve muchísimo mejor después de que llegaste a su vida… le haces bien— dice Alice.

 

 

—   Ah, sí, él está bien, pero que la tonta de Bella se muera… — digo en tono sardónico.

 

—   No exageres— me regaña Jasper.

 

 

—   Son pésimos amigos, en serio… son un par de traidores…

 

—   Baja del auto, Isabella Swan— me ordena a Alice con su voz de mandona. Me bajo como ella ha dicho y cierro fuertemente. El auto echa en reversa y lo veo alejarse.

 

 

—   Hijos de…— no alcanzo a terminar la frase cuando siento que alguien me rodea por detrás. Esa inexplicable corriente eléctrica que me recorre la piel me hace saber que es Edward. Me pongo muy tensa.

 

—   Cálmate, preciosa— susurra en mí oído.

 

 

—   Aléjate de mí, estoy furiosa contigo— gruño. Mi pulso está acelerado por tenerlo así. Me recorre un escalofrío cuando Edward olfatea mi cuello.

 

—   Siempre hueles tan bien…

 

 

—   Acabo de bañarme— le explico.

 

—   No, tú siempre hueles así, tu aroma es exquisito…

 

 

—   Ya me voy— me intento ir pero Edward me tiene sujetada muy fuerte.

 

—   No te vayas— me suplica con la voz rota. Pareciera como si fuese a llorar—. Por favor perdóname por no haberte dicho que compré el departamento…

 

 

—   Ya me cansé, Edward— me quejo.

 

—   No, por favor dame otra oportunidad, quiero que me digas por qué te molesta lo del departamento…

 

 

—   Sencillo, me lo estás dando como premio de consolación— bien, decirlo en voz alta me hace sentir desahogada—. Por eso me lo das

 

—   ¿Premio de consolación?— pregunta mientras me hace girar. Lo tengo tan cerca… quiero besarlo—. No te entiendo— dice confundido.

 

—   Me vas a dejar, te irás a Londres y sé que me vas a olvidar… 

 

 

Mis ojos se llenan de lágrimas y él me abraza.

 

—   Oh, no nena, no llores por favor…

 

—   Me vas a dejar— sollozo—. No quiero tener nada tuyo si vas a dejarme

 

 

—   Voy a regresar, te lo he dicho muchas veces, no sé de donde sacas que voy a dejarte…

 

—   Tú no sientes lo mismo que yo siento por ti…— gimoteo—. Eso es también lo que me molesta

 

Es hora de decirle la verdad. No puedo seguir ocultándoselo.

 

—   ¿De qué me hablas?— cuestiona asustado mientras me suelta.

 

—   Estoy… estoy enamorada de ti…

 

 

Ya está, se lo he dicho. Espero que Edward sonría satisfecho pero empieza a carcajearse.

 

—   ¿Qué es tan gracioso?— pregunto molesta.

 

—   En serio, Isabella, eres demasiado graciosa… nena, dime lo que te molesta realmente, este no es momento para bromas…

 

 

—   No es ninguna broma— le digo ofendida. Yo le digo que estoy enamorada y él cree que es una broma.

 

—   No puede ser cierto— responde poniéndose serio—. No

 

Parece asqueado. Asqueado de mis sentimientos.

 

—   Es cierto, estoy enamorada de ti, no es ninguna mentira

 

—   Isabella, no digas tonterías— ¿qué? ¿mis sentimientos son tonterías?—. No puedes estar enamorada de mí porque acabamos de conocernos

 

 

—   Tú dices que me deseas y que eres mi dueño— replico.

 

—   Es… es distinto, yo no estoy enamorado…

 

 

—   Ya— lo corto—. Ya no necesitas decirme nada más…

 

—   Bella…

 

 

—   Yo tengo la culpa de todo esto ¿sabes?— me río. Quiero sollozar pero aguanto y me limpio las lágrimas—. Me entregué a ti sabiendo lo poco que yo significo para ti… me arrepiento muchísimo porque pude reservarme para alguien que si sea capaz de enamorarse de mi

 

—   No digas eso— susurra cerrando los ojos. Su cara refleja mucho dolor.

 

—   Qué te vaya bien, Edward, espero que encuentres a alguien que esté dispuesta a aceptar la clase de relación que tú quieres…

 

Acaricio su mejilla y él suelta un suspiro. Cuando abre los ojos me sorprende ver que están llenos de lágrimas. Oh, Edward.

 

—   Quédate conmigo— me pide. Le cuesta hablar porque quiere llorar al igual que yo.

 

—   No, no me voy a quedar…

 

 

—   Una última vez— musita. Se le escapan dos lágrimas y eso hace que el corazón se me encoja—. Por favor, una última vez…

 

—   No… no sé…

 

 

—   Te dejaré ir después de esto, regresaré el departamento y no volveré a molestarte ni a cruzarme en tu camino… eres demasiado buena para mí

 

—   Edward— se me quiebra la voz—. Solo una última vez

 

 

—   Gracias— dice antes de besarme por todo el rostro. Se limpia las lágrimas cuando me suelta—. Vamos a un motel, al mismo de la vez pasada, ¿te parece bien?

 

—   Me parece bien…

 

 

Un rato después estamos encerrados en la habitación del motel. Ambos estamos desnudos, listos para ser uno solo.

 

—   Oh, mi preciosa— susurra antes de besarme con desesperación.

 

—   Edward— gruño. Mi corazón late muy fuerte por los nervios. Esta será la última vez.

 

 

Me recuesta en la cama y nos miramos a los ojos.

 

—   Eres hermosa…— dice—. Nunca voy a encontrar a nadie como tú, eres única…

 

—   Ah— comienzo a gemir porque Edward ha bajado súbitamente a mi intimidad y está lamiéndome con desesperación. Me aferro a las sábanas de la cama con todas mis fuerzas.

 

 

—   Eres deliciosa ¿Cómo voy a vivir sin esto?— pregunta y luego sube para besarme. Siento el sabor de mis fluidos pero no me importa. Yo quiero besarlo—. ¿Cómo soportaré el hecho de que no seas mía?— vuelve a hablar cuando me deja de besar.

 

Se me forma un nudo en la garganta y quiero llorar de nuevo.

 

—   Voy… voy a hacértelo, espera— le tiembla la voz. Es evidente que está muy triste al igual que yo.

 

Saca el conocido paquetito plateado y lo abre para después ponerse el condón. Lo espero, abierta de piernas y ansiosa por sentirlo adentro.

 

Edward se lo termina de poner y se coloca encima de mí. Lo recibo gustosa en mi interior aunque siento tristeza porque esta es la última vez que estamos así.

 

Sus embestidas son lentas pero fuertes. Me da  tiernos besos por toda la cara y sonrío con tristeza.

 

—   No quiero perderte— gimotea—. No quiero…

 

—   Edward…

 

 

 

—   Quédate a mi lado, si tienes miedo, ven conmigo a Londres…

 

Me le quedo viendo sorprendida.

 

—   Ven conmigo a Londres y quédate siempre conmigo… no quiero perderte, Isabella

 

Oh por Dios. Parece sincero. Quizá esté enamorado de mi pero no quiere admitirlo porque él jamás ha sentido esto por nadie. Eso debe ser. Si no estuviera enamorado de mí no me cuidaría, no sería tan posesivo ni me trataría de dar nada. Él me quiere como yo a él pero tengo que darle tiempo para que lo asimile. Tal vez no se dé cuenta aun.

 

De pronto me siento alegre. Ya no quiero dejarlo. Voy a darle una oportunidad; aceptaré el departamento y todo lo que quiera darme. No puedo dejar ir a Edward. Lo quiero demasiado.

 

—   Esta no es la última vez— le sonrío con lágrimas de felicidad cayendo por mis mejillas—. Tampoco quiero perderte…

 

—   Oh, Isabella— solloza y comienza a besarme con adoración. Sus embestidas se vuelven más rápidas.

 

 

—   Te quiero, Edward, te quiero— le digo y él se detiene. Se sale bruscamente de mí.

 

—   No, no puedes sentir eso por mí… yo no siento eso por ti

 

 

—   Quizá ahora no lo veas, pero me quieres… me doy cuenta de eso, por eso estoy decidiendo quedarme contigo, voy a darte el tiempo que necesites para que te des cuenta…

 

—   No, Isabella… me doy cuenta de que eres igual a las demás, quieres la típica historia de amor, pero no, Isabella… no soy esa clase de hombre, yo no quiero una relación como las otras

 

Me quedo boquiabierta. Siento como si me hubiesen dado una bofetada.

 

—   Lo siento, yo no puedo darte eso… — me dice.

 

 

Me levanto de la cama rápidamente y recojo mis bragas para ponérmelas.

 

—   Isabella…— me llama.

 

 

—   Ya dijiste todo, Edward— respondo con seriedad.

 

—   Dijiste que te quedarías conmigo— me recuerda.

 

—   Sí, pero ¿sabes qué? Yo soy como todas, consigue a alguien diferente

 

 

—   No, Bella… no quise decir eso— me abraza por detrás. Me aparto con brusquedad. Me siento aturdida.

 

Me sigo vistiendo y veo que Edward está sentado en la cama con el rostro entre  sus manos. Después alza la cabeza y me mira con una tristeza infinita. Hago un esfuerzo sobrehumano para no echarme a llorar como niña pequeña.

 

—   Todo está terminado ¿verdad?— pregunta desolado.

 

—   Sí— musito.

 

 

—   Déjame besarte una última vez…

 

Iba a decirle que no pero Edward es muy rápido y se levanta para besarme con desesperación. No le respondo y le volteo la cara.

 

—   Ya déjame ir— le pido en voz baja.

 

 

—   Isabella…

 

—   Por favor, si llegaste a apreciarme un poco, déjame ir

 

 

—   Está bien— suspira y se aparta de mí—. Déjame cambiarme, te llevaré a casa

 

—   No, me iré sola

 

 

—   Bella, no puedes irte sola— gruñe.

 

—   Nada me pasará, pero si sucediera ¿a ti qué más te da? Nos vemos…

 

—   Bella, no me hagas esto, por lo menos déjame llevarte

 

 

—   No quiero que me lleves ¿te quedó claro? Ya no quiero que me hagas sufrir… si estoy contigo más tiempo esto me va a doler más

 

Me voy del cuarto dejándolo atónito. Cuando estoy afuera me siento más devastada que antes. 

 

Edward yo te quiero. Perdóname por hacerlo, pero no pude evitarlo, pienso mientras me dirijo a mi departamento.

 

Llego al edificio y limpio mis lágrimas.  He llorado todo el maldito camino y seguramente mis ojos están hinchados y rojos. Papá lo notará.

 

Subo las escaleras de manera desganada mientras pienso en algo que justifique la pinta que tengo.

 

—   Hija, ¿qué pasó?— me pregunta papá cuando llego. Mis hermanos se acercan y preguntan lo mismo.

 

 

—   Ay, papá— gimoteo pero luego me echo a reír mientras me limpio una lágrima—. Es que Alice y yo estábamos llorando porque se acerca su boda, ella se puso a llorar y terminé haciéndolo yo también

 

Charlie se ríe.

 

—   Las mujeres son demasiado sentimentales, Bella, Alice va a casarse, no va a morirse o a mudarse a un lugar lejano

 

—   Lo sé, pero ya sabes cómo somos las mujeres, tú lo has dicho, somos sentimentales…

 

Mi padre pone los ojos en blanco mientras va a la cocina. Yo me quedo con mis hermanitos y les pido que se sienten conmigo en la sala porque tengo que decirles algo.

 

—   Mañana vamos a ir a visitar a una personita que está en el hospital— les explico—. Se llama John

 

—   ¿Qué le pasó?— pregunta Anthony.

 

 

—   Tuvo un accidente en un coche y se desmayó muchas horas— respondo—. Pero ya despertó y me gustaría mucho que vayamos a visitarlo y que le hagan unos dibujos para animarlo…

 

—   ¡Sí!— exclama mi hermanita—. Ahora mismo le haré un dibujo, cuando yo estoy enferma me gusta que Anthony me haga historietas y me las cuente

 

—   Oh, Anthony, podrías hacerle una historieta tú— le sonrío a Anthony quien mira con cariño a Bree. Definitivamente adoro a estos niños. Cada vez que los veo tengo la certeza de que son mi razón de vivir y si ellos no estuvieran, lo que pasó con Edward me habría destruido por completo.

 

 

—   Sí, Bree… vamos por mis cosas, tenemos una historieta que hacer…

 

Suelto una risa mientras esos dos enanos van a la habitación a buscar las cosas. Papá se sienta a mi lado con una taza en las manos.

 

—   ¿Quieres ver televisión?— me pregunta y yo asiento. Charlie se levanta, la enciende y nos quedamos viendo un programa policiaco hasta que los niños terminan sus dibujos los cuales me parecen hermosos. Anthony es bastante bueno para dibujar y crear historietas graciosas.

 

Luego de eso me pongo a limpiar el departamento hasta que se hace de noche. Les hago de cenar a los niños y a papá y hago una mueca al comprobar que la comida ya se está acabando.

 

—   Papá, págale a Billy lo que nos prestó hace días— le recuerdo a mi papá.

 

 

—   Ya lo hice hace dos días, Bella… no te preocupes

—   Ah, eso está bien, mañana después de la visita al hospital iré al supermercado

 

—   ¿De quién es el niño al que van a ir a ver?— cuestiona Charlie mientras come.

 

 

—   De Tanya, una compañera de trabajo, es su sobrinito pero para ella es como un hijo

 

—   Ah, está bien que lo visiten

 

Media hora más tarde es hora de dormir. Todos duermen plácidamente pero yo no logro conciliar el sueño. Recuerdo el celular de Emmett que se ha descargado hace un rato. Me levanto para ver si sirve con el cargador del Iphone con el cual me he quedado. Funciona ya que el teléfono de Emmett es casi igual al que yo tenía.

 

Regreso a la cama con cuidado para no hacer ruido. Me recuesto al lado de Bree y miro al techo. No puedo dormir y dejar de pensar en Edward. Internamente estoy deshecha, pero ya no quiero llorar. No creo que merezca sufrir por una aventura de unos días. Yo no tengo permitido tener una relación con nadie así que esto es lo mejor que me pudo haber pasado.

 

Me acuesto de lado y cierro los ojos. Luego de unos segundos bostezo y poco a poco me voy durmiendo hasta que por fin lo hago por completo.

 

A la mañana siguiente me levanto temprano para hacerle el desayuno a papá. Tanya dijo que pasaría por mí pero ahora que lo pienso yo no le di mi dirección. Tendré que ir por mi cuenta.

 

—   Bueno, yo me voy a trabajar, cuídense— dice mi padre después de salir del baño. Se ha ido a lavar los dientes.

 

—   Qué te vaya bien, papá— me despido y él me da un beso en la mejilla antes de salir.

 

Hoy me siento bien a pesar de todo lo que pasó ayer. Creo que es mejor que Edward y yo nos hubiésemos dejado porque lo nuestro no era nada bueno. Voy a volver a mi vida normal y estaré emocionada por la boda de Alice. Alice… esa maldita traidora pero que a la vez no puedo dejar de querer. La voy a perdonar y me olvidaré de lo que pasó, ya está.

 

Me quedo viendo la televisión dos horas y después levanto a los niños para que desayunen.

 

—   No sé si le gusten mis dibujos al niño— dice Anthony con una mueca—. ¿Qué tal si es un niño grosero?

 

—   No lo creo, Anthony— me río—. Además está lastimado, creo que le va a hacer bien tener nuevos amigos

 

 

Cuando terminan de desayunar me dispongo a lavar los platos pero escucho que están tocando. Dejo los platos en el lavadero y me dirijo a la puerta. Cuando abro me sorprende ver a Tanya y a Peter sonriéndome.

 

—   Tanya, Peter…— susurro.

 

—   Hola, Bella— me saluda Tanya.

 

 

—   ¿Qué tal, Isabella?— me pregunta Peter.

 

—   Pasen— les digo y ellos entran a la casa.

 

 

—   Venimos por ti para que vayamos al hospital a ver a John… mi niño está esperando con ansias la visita… dice que está muy solo y aburrido en el hospital

 

—   ¿Cómo supieron donde vivía?— pregunto con diversión.

 

 

—   Le pregunté a Alice— me responde Peter—. Quise preguntárselo a Edward pero decidí no molestarlo, ayer llegó borracho al hotel y tuve que llevarlo a su suite

 

—   ¿Qué?— pregunto angustiada.

 

—   Una pregunta, Isabella, ¿se pelearon ustedes dos? Es que Edward no es así, nunca se ha emborrachado porque lo considera estúpido, pero lo hizo…

 

 

—   Edward y yo no peleamos— le digo—. Solo decidimos dejar de vernos, somos incompatibles…

 

—   Lo siento— dice apenado—. Perdona por meterme, solo estaba preocupado por Edward…

 

—   No te apures— lo interrumpo—. ¿Edward está mejor?

 

 

—   No lo sé, no ha salido de su cuarto… lo quise ir a ver pero estaba encerrado y me gritó que me fuera…

 

Tanya gruñe.

 

—   Pues yo opino que hicieron bien en terminar con todo eso— frunce el ceño y Peter la mira sorprendido—. Bella, algún día llegará un tipo que si te sepa apreciar, que te quiera

 

—   Tanya…— me ruborizo. Peter está aquí.

 

—   No te preocupes, Isabella— se ríe él—. No voy a comentarle nada a Edward, ¿de acuerdo?

 

 

—   Gracias…

 

Les digo a mis inesperadas visitas que me esperen y voy a arreglar a los niños. Cuando están listos los presento con Tanya y Peter y parecen encantados con este último ya que es muy divertido. Tanya me mira con tristeza por lo que pasó con Edward.

 

Bajamos las escaleras y salimos del edificio. Casi me da un paro cardiaco cuando veo el Volvo estacionado en la banqueta. Tanya se carcajea cuando ve mi reacción.

 

—   Descuida, no es Edward… el Volvo lo hemos rentado para los dos— me explica Peter.

 

Me pongo roja. He tenido sexo en un auto rentado. Sacudo la cabeza para borrar esas imágenes de mi mente.

 

Los cinco nos subimos al auto. Yo voy atrás con mis hermanos y Tanya y Peter adelante. Él arranca el auto y nos vamos.

 

—   Peter— lo llama Bree tímidamente.

 

—   ¿Qué sucede, pequeña?

 

 

—   ¿Me dejas conducir? El otro día Edward me dejó conducir cuando iba a ir a la escuela

 

Me quedo petrificada. Peter me mira divertido por el espejo retrovisor. Mierda.

 

—   Está bien, pequeña, cuando regresemos te dejaré conducir, si nos ve un policía nos podemos meter en muchos problemas

 

—   Eso es cierto— le dice Anthony a Bree—. Los niños no pueden manejar, ya que regresemos y estemos cerca de casa podrás hacerlo

 

Bree asiente con una sonrisa. Mi niña nunca ha sido berrinchuda y entiende las cosas. Esa es una de las mil razones por las que la amo tanto.

 

Tardamos un rato en llegar al hospital. En todo el camino nadie hablo lo cual fue deprimente. Mi mente no paraba de darle vueltas al asunto de Edward estando borracho… Si no me quiere y no piensa hacerlo ¿Por qué diablos fue a emborracharse? ¿Se habrá acostado con alguien? Sí, seguramente sí. Conseguirse a alguien a quien coger no debe ser tan difícil siendo tan atractivo.

 

Esos pensamientos me atormentan todavía cuando bajo del auto. Mis hermanos me toman de la mano y yo sigo a Tanya y a Peter. Entramos al hospital y comienzo a sentirme incómoda. Los hospitales no son lugares que sean precisamente de mi agrado. Pero bueno,  mientras no vea sangre o agujas estaré bien.

 

—   Vamos, por aquí— me susurra Tanya y nos dirigimos al elevador.

 

Llegamos al penúltimo piso y lo primero que veo es una ventana que está cerrada con una cortina. Tanya y Peter están tomados de la mano y cuando salen del elevador dan vuelta a la izquierda. Al fondo veo una especie de recepción. Pasamos de largo el mostrador y entramos en otro pasillo más estrecho y luego damos vuelta a la derecha.

 

—   Está en la última habitación— informa Tanya. Caminamos hasta la última puerta del lado izquierdo del pasillo.

 

—   ¿Te dejan entrar así como así?— le pregunto.

 

 

—   Sí, el niño ya está bien

 

—   Oh

 

Entramos a la habitación y veo que John está recostado en su cama con sus ojos grises viendo la habitación. Su cabeza está vendada y tiene raspones en los brazos. Aun así, sigue estando muy hermoso. Sus mejillas están sonrojadas y tiene un rostro de angelito.

 

—   Hola, mi amor— lo saluda Tanya y suelta a Peter para ir a besarlo.

 

—   ¡Tía! — exclama John con una sonrisa que muestra que se le ha caído uno de los dientes de arriba. Oh, recuerdo cuando Anthony lucía así, se veía tan tierno.

 

—   Hola, campeón— lo saluda Peter dando golpecitos en su pierna.

 

 

—   Hola Peter— de repente nos mira—. ¿Son los niños que me dijiste, tía?

 

—   Sí, cielo… te trajeron unos dibujos

 

—   Quiero verlos…

 

 

—   Saluden a John— les digo a mis hermanos y ellos lentamente se acercan Anthony le muestra el dibujo que tiene en sus manos. John dice que no sabe leer muy bien y Anthony comienza a explicarle de que trata el dibujo. Ambos se ríen.

 

Peter carga a Bree y la coloca al lado de John en la cama para que pueda ver la historieta también.

 

—   Bella, vayamos afuera a tomarnos un café— me dice Peter—. Tanya, ¿te quedas aquí con los niños? Quiero hablar con Bella…

 

Mi amiga nos mira y asiente con una sonrisa.  Los dos salimos y vamos a una cafetería que está frente al hospital.

 

—   El café del hospital está horrendo, mejor te traje aquí…

 

—   ¿De qué quieres hablar conmigo?

 

 

—   Sobre Edward, él está enamorado de ti, se le nota…

 

 

—   No está enamorado de mí— suelto una carcajada seca, carente de emoción—. Él me lo dijo…

 

—   Bueno, yo pensaba que sí… hiciste que se emborrachara, nadie ha logrado tal cosa

 

 

—   No fui yo— murmuro y en ese momento llega una mesera a pedirnos la orden. Es muy guapa y pelirroja.

 

—   ¿Qué van a ordenar? — nos pregunta con voz demasiado amable. Está mirando a Peter con lujuria. No la culpo, está guapo. Sonrío divertida por la situación.

 

 

—   Yo quiero un cappuccino— dice Peter mirándola de manera normal. No se la devora con la mirada como hacía con mi amiga en aquella fiesta. Es sorprendente.

 

—   ¿Y usted?— la mesera se obliga a sí misma a mirarme. Le dedico una sonrisa.

 

 

—   Yo solo quiero una soda de naranja— respondo.

 

La mesera anota el pedido y se marcha. Me vuelvo hacia Peter.

 

—   ¿No te gusta el café?— me pregunta.

 

Miro por la ventana y suspiro.

 

—   Sí, me gusta, pero tengo ganas de una soda

 

—   Oh, está bien... bueno, estábamos hablando sobre Edward…

 

 

—   Yo terminé lo que sea que estuviera pasando entre él y yo— gruño—. No hay nada de qué hablar…

 

—   Isabella, creo que deberían estar juntos… él y yo hicimos un acuerdo de decir que no somos esposos cuando alguno de los dos encontrara a la mujer de su vida… Yo encontré a la mía, Tanya es estupenda, es única y sé que es muy pronto pero la amo, Dios sabe cuánto la amo

 

 

—   Oh, que hermoso— le digo sonriendo—. Me alegra muchísimo que tú y Tanya vayan en serio

 

—   Es la mujer que siempre soñé— sonríe—. Pero bueno, no vinimos aquí a hablar de lo que yo siento, a lo que quería llegar antes de hablar de Tanya, era que yo pienso que Edward encontró a la mujer de su vida solo que no quiere admitirlo

 

 

—   Peter, yo y Edward acabamos con esto, él estuvo de acuerdo…

 

Peter se pone serio.

 

—   Eres la mujer que él quiere, te lo puedo asegurar…

 

Suspiro. No me quiero enfadar pero empiezo a hacerlo. Peter debería opinar lo mismo que Tanya respecto a Edward.

 

La mesera nos trae nuestras órdenes luego de un rato y se va no sin antes contemplar al atractivo chico que está frente a mí.

 

—   Creo que le gustas a la mesera— le digo divertida mientras le doy un trago al refresco.

 

—   ¿Ah, sí? Pues no me importa… Tanya es la única mujer que me interesa

 

Me rio.

 

—   Eso espero— le advierto y él vuelve a sonreír.

 

Miro distraídamente por la ventana y veo pasar los coches. El celular de Emmett vibra en mi bolsillo. Es un mensaje de Edward.

 

“No puedes hacerme esto, eres mía”

 

Miro el mensaje con el ceño fruncido cuando de repente la puerta de la cafetería se abre bruscamente. Abro los ojos como platos cuando veo que Edward entra en el local con Emmett tratando de detenerlo.

 

—   ¡¿Qué diablos hacen ustedes dos aquí?!— nos grita. Peter se levanta rápidamente.

 

—   ¿Qué haces tú aquí?— le pregunta irritado pero sin alzar demasiado la voz.

 

 

—   ¡Aléjate de ella!— grita. Se notan sus ganas de golpearlo. Emmett lo está deteniendo por la cintura—. Ustedes dos aléjense de ella…

 

No puedo hacer nada. Me quedo sentada mientras siento que la sangre huye de mi rostro. Observo a Edward, tiene una sudadera gris y unos pants. Se ve tremendamente sexy vestido de forma deportiva.

 

—   ¡Les pido que se retiren del lugar!— exclama una mesera. Es una señora de cuarenta y tantos años seguramente.

 

—   Me… me voy de aquí— musito y me levanto de la mesa.

 

 

—   ¡Bella!— me llama Edward. Paso por un lado de él pero no me atrapa porque Emmett lo sostiene. Salgo del restaurante ignorando los alaridos de Edward.

 

¿Cómo diablos me habrá encontrado? Me pregunto a mí misma… ¿Se habrá enterado de que tengo el teléfono de Emmett y me rastreó? Joder, seguro que sí.

 

Estoy por cruzar la avenida cuando alguien me atrapa. Es Edward.

 

—   Bella— susurra en mi oído y eso me hace estremecer. No, no puedes hacerme esto, pienso.

 

—   ¿Qué quieres?

 

 

—   ¿Por qué tenías el celular de Emmett?— me pregunta—. ¿Ahora vas a estar con él?

 

—   ¿Qué?— mi voz sube unas cuantas octavas—. ¡No!

 

 

—   Entonces, ¿por qué? Yo te compré un celular, no quiero que tengas el de mi hermano

 

—   A mí no me interesa lo que quieras o no… el celular que me compraste lo tienes tú, ya no lo quiero, todo ha acabado entre tú y yo…

 

 

—   Quiero hablar sobre eso, ayer fui demasiado duro contigo, yo…

 

—   Nada, Edward… tú no puedes quererme, yo no te pedía que me quisieras inmediatamente, te iba a dar un tiempo pero me di cuenta de que nunca lo harás

 

—   Pero no me dejes, por favor— se aferra a mí y eso hace que mi corazón se acelere más. Creo que estoy a punto de hiperventilar. Necesito alejarme de él.

 

 

—   Tú estuviste de acuerdo en que acabáramos con esto

 

 

—   Estoy muy arrepentido por haberlo hecho… quiero tenerte a mi lado otra vez, ya no me importa si me quieres o no, seguiré contigo sin importarme nada

 

—   No, ya no… no quiero esto, quiero volver a mi vida normal, ya no quiero sentir nada por ti, quiero que Edward Cullen siga siendo un completo desconocido

 

 

—   No digas eso… ahora deseo que me quieras, así siempre vas a estar para mí y no vas a dejarme, quiéreme…

 

—   No, no lo haré más, me cansé de ti, quiero volver a la normalidad, déjame en paz

 

 

 

—   Por favor ya déjala— regaña Emmett a Edward cuando llega hasta nosotros. Éste último me suelta y se vuelve hacia su hermano. Peter está al lado de Emmett con una expresión de miedo.

 

 

Emmett y Edward se miran con odio. De pronto Edward toma de la camisa a su hermano y comienza a zarandearlo.

 

—   ¡¿Por qué mierda le diste tu teléfono?!— exclama y lo suelta bruscamente. La expresión que Emmett tiene después sin duda da miedo.

 

—   Porque vamos a salir… quiero que sepas que Isabella me gustó y mucho, vamos a tener una cita

 

 

—   ¡Maldito desgraciado!— le da un puñetazo a Emmett en la cara lo cual hace que sangre por la nariz. Suelto un grito.

 

Peter se interpone entre los dos ya que Emmett quiere regresarle el golpe. Yo estoy paralizada y boquiabierta. No puedo creer lo que acaba de pasar. Veo la sangre  de Emmett y comienzo a marearme.

 

—   ¡Dejen ya de pelearse!— les grita Peter—. Edward, estás completamente desquiciado, ya cálmate, por favor

 

—   Este hijo de puta me quiere robar lo que es mío— gruñe Edward—. Isabella, regresa ese teléfono, tú no sales con él

 

 

—   ¡No!— le grito—. Tú no eres mi dueño, no puedes decirme lo que debo hacer

 

Se vuelve hacia mí y me observa con furia. Su mirada es siniestra y estoy a punto de bajar la mía más sin embargo lo sigo mirando. No debo tenerle miedo.

 

Se acerca a mí lentamente y empiezo a temer lo peor. Me toma por los hombros pero no me sacude como esperaba que lo hiciera.

 

—   Tú no vas a salir con él— se ríe pero no está feliz—. Si no te tengo yo, no te tendrá nadie…

 

Trago saliva… ¿Acaso va a matarme?

 

—   Bella… no voy a matarte o hacerte daño si eso es lo que crees— dice entre dientes.

 

¿Cómo mierda sabe siempre lo que estoy pensando? Comienzo a creer que él lee mi mente o que yo digo las cosas en voz alta sin darme cuenta.

 

—   Dime que no saldrás con él— suplica.

 

—   Eso no te importa, ahora déjame en paz, no quiero volverte a ver… ¿Me entiendes?

 

 

—   Vámonos de aquí y hablemos sobre esto…

 

—   No, mis hermanos están en el hospital, además no quiero hablar contigo

 

Edward se pone tenso y veo la alarma en sus ojos.

 

—   ¿Qué pasó?

 

—   Están con el sobrino de mi novia— le explica Peter.

 

 

—   Bella, nos vemos mañana— me dice Emmett. Ya no está sangrando lo cual me alivia. Edward se pone delante de mí y me protege con su cuerpo como ayer en la habitación. 

 

—   No, no se verán

 

 

 

—   Eso ya lo veremos— sonríe Emmett antes de echar a andar.

 

 

Edward se voltea hacia mí de nuevo.

 

—   Bella…

 

—   Edward, ya basta, se acabó todo, no me molestes más, te lo suplico…

 

 

—   Creo que debemos ir a la recámara de John— interviene Peter. Asiento.

 

—   Voy con ustedes— murmura Edward pero Peter niega con la cabeza.

 

 

—   No, Edward

 

—   No voy a dejar sola a Isabella

 

 

—   Edward, déjame en paz por hoy— le pido. Él me mira con tristeza—. Después hablamos ¿Te parece bien?

 

—   ¿Hablarás conmigo en serio?— pregunta esperanzado.

 

 

—   Voy a hablar contigo, lo prometo— es mentira, pero es la única manera de que me deje en paz.

 

—   Está bien— me sonríe y me da un beso en la frente con mucha ternura.

 

 

—   Nos vemos luego— mascullo y él me entrega algo. Es mi celular. 

 

—   Úsalo, por favor— me pide.

 

 

—   No— protesto.

 

—   Quédatelo

 

Se va sin darme tiempo de negarme. Mierda. Ahora tengo dos celulares.

 

—   Creo que le gustas a ambos— se ríe Peter. Lo miro enfadada.

 

—   ¿Por qué dices eso?

 

 

—   Es evidente— se carcajea y me toma del brazo para cruzar la avenida. No quiero que Peter se burle de mí—. Ellos jamás se han peleado… 

Capítulo 8: El departamento Capítulo 10: Sorpresas

 
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