La camarera (+18)

Autor: Sasha_amane
Género: + 18
Fecha Creación: 22/05/2014
Fecha Actualización: 06/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 26
Comentarios: 173
Visitas: 78031
Capítulos: 26

Isabella una camarera honrada y trabajadora del hotel Vulturi que lucha por sacar adelante a sus hermanos, se encontrará con su escritor favorito, el atractivo Edward Cullen, autor de exitosas novelas de romance, cuando este haga una conferencia de prensa en el hotel para promocionar su más reciente libro.

 

Lo que ella no sabe es que Cullen ve en ella todo lo que quiere y no perderá la oportunidad de poseerla por completo. La estadía de Cullen en aquel hotel dura diez días en los cuales ambos disfrutan de una aventura pasional.

 

Cuando llega la hora de que Edward parta, Isabella queda desolada pero lo que ella no se imagina es que sus caminos se van a volver a cruzar, o que más bien... Edward no la dejará ir.  Isabella es suya para siempre. 

___________________________________________________________________

 

Hola :) este es mi primer fan fic y espero que les guste. Me siento feliz de poder publicar mi novela aquí después de mucho pensarlo. Muchisimas gracias a Keit, mi amiga, que me ha ayudado con la portada y el prefacio. 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 25: Error

Capítulo 25: Error

 

Quiero huir; sí, quizá eso sea lo más viable. Salgo del agua corriendo, sin saber exactamente a donde dirigirme.

 

—     ¡Isabella!— mi esposo sigue gritando así que corro hacia los árboles y me escondo detrás de un arbusto. Sus gritos se escuchan más cerca, lo que me indica que ha salido de la casa—. ¿Dónde estás? ¡Por Dios! No me hagas esto ¡No!

 

Mi corazón se encoje al escucharlo llorar, así que hago acopio de todo mi valor y me levanto. Edward está de rodillas en la arena, cubriéndose el rostro con ambas manos. Sus hombros se mueven frenéticamente debido al llanto y no puedo resistirlo más; camino hacia él con cautela y lentitud.

 

—     Me abandonó, me abandonó— dice como un poseso. Acelero el paso y me arrodillo para abrazarlo por detrás—. Oh, Dios mío, no…

 

—     No, mi amor, estoy aquí— le aseguro con los ojos llenos de lágrimas. No soporto verlo sufrir de semejante forma y menos por una tontería de mi parte—. Nunca me iré   

 

—     ¡Isabella!— exclama mientras se gira rápidamente, haciendo que yo caiga sentada en la arena con las piernas ligeramente abiertas. Mi esposo lanza un gruñido antes de colocarse encima de mí de forma veloz— ¡¿POR QUÉ LO HICISTE?!— brama enfurecido y sus lágrimas caen sobre mi rostro.  

 

—     Perdóname— sollozo.

 

—     No lo haré ¡te dije que no quería que te alejaras de mí! ¡Y es lo primero que haces! Sabes que no puedo vivir sin ti y…

 

—     Eso lo sé… yo solo quería pasear

 

—     No, tú lo que quieres es estar lejos de mí

 

—     ¡Eso nunca!

 

La furia en los ojos de Edward me atemoriza. Ahora mismo me resulta totalmente desconocido y no puedo asegurar que no vaya a hacerme daño. Mi esposo me toma por ambos brazos y los coloca a ambos lados de mi cabeza. Me sostiene con tanta fuerza que me hace daño.

 

—     Vas a pagar por esto— masculla antes de besarme como un salvaje. Parece un caníbal a punto de comerme con todo y huesos.

 

Besa desde mi boca pasando por mi mejilla, hasta llegar a mi cuello, mordiendo cerca de mi clavícula, pero no es nada doloroso sino más bien placentero. En ese mismo lugar siento unas minúsculas gotitas de sangre cayendo hasta tocar mi vestido blanco.

 

Mi marido desata con su boca una de las tiras del vestido y acto seguido, desata también la otra. Casi arranca de la corta y ligera prenda que llevo puesta, dejándome expuesta ya que no llevo bragas ni sostén. Comienza a dejar un reguero de besos salvajes y mordiscos en mis pechos pero luego se detiene para quitarse el pantalón de pijama. Acerca su boca a mi seno para morderlo más fuerte, logrando romper mi pezón. El ardor que siento por sus mordidas y las gotitas de sangre que logra sacar de ciertas partes de mi cuerpo me excita de una manera inimaginable. Nunca me ha hecho el amor de esta manera.

 

Sin esperar más me penetra fuertemente lo cual me causa dolor. Pego un gritito casi inaudible. Me está penetrando sin tregua alguna, cada estocada es cada vez más fuerte y más rápida que la otra, dejándome llegar a lugares llenos de placer, lugares que jamás había imaginado y que nunca había conocido.

 

—     ¡Di que eres mía! ¡Dime que nunca me abandonarás!— me grita él mientras su pelvis golpea a la mía y sus testículos me nalguean.

 

—     Soy toda tuya, nunca en la vida te dejaré, nunca te abandonaré— le respondo tartamudeando.

 

Siento como su pene entra y sale de mi como si de una maquina se tratase, tan exquisito como el más sabroso manjar del mundo, mejor que cualquier pecado cometido por el hombre.

 

—     Te amo, te amo con todas mis fuerzas— gruñe.

 

Cuando ya siento cerca los espasmos del orgasmo él me toma fuerte de los brazos otra vez, clavando sus uñas en ellos.

 

—     Te marcaré en todos los lugares de tu cuerpo, para que todo el mundo se entere de que eres solo mía— grita tan fuerte que a lo lejos escucho el eco de su voz. Sale de mí unos segundos y después vuelve a penetrarme con más ímpetu. Sus estocadas son cada vez más fuertes y estoy aún más excitada. Siento demasiado cerca el orgasmo y mi vagina presiona el pene de Edward pero él se sale y siento que mi rostro se tiñe de rojo por la rabia.

 

Sale de mi interior y baja poco a poco a darme placer con su boca. Llega a mi centro y abre los pliegues con sus dedos de forma brusca, haciendo que me mueva un poco por la sorpresa. Toma mi clítoris con sus dientes y lo desliza entre ellos mordiendo cada vez más fuerte pero sin llegar a romperlo, aun así, siento como si fuese a arrancarme ese pequeño botón de placer. Lo deja luego de un rato de lamerlo y morderlo para pasar a mis pliegues internos, sorbiendo como si su vida dependiera de ello.

 

 

Mis piernas se derriten y siento como si me quisiera sacar el alma pero no es desagradable sino totalmente excitante. Por mis nalgas chorrean mis fluidos y caen en la arena que está mojada y fría.

 

Sintiéndome de nuevo al borde del éxtasis le suplico que siga, que chupe y muerda más rápido. Le sujeto fuertemente la cabeza pero él bruscamente se separa, dejándome sin acabar, frustrada y llena de rabia cual toro viendo al torero con su muleta roja.

 

—     Eres tan deliciosa, me fascina tu sabor— dice sonriendo cínicamente—. Pero debes recibir tu castigo

 

Después de esperar unos cuantos minutos vuelve a acercarse a mí, pero esta vez para penetrarme algo lento pero tan fuerte que siento como si me partiera en dos. Grito como nunca con esas exquisitas estocadas. Cada una de ellas me genera un grande delirio, el más divino de todos. Mi garganta se encuentra ya algo seca por las suplicas y gritos de placer. Siento cada vez más cerca mi orgasmo y más lejos mi frustración.

 

Cuando mi vagina comenzó a apretar su miembro, Edward sale de mí y toma entre sus manos su hermosa y gran polla erecta, más erecta que nunca. Veo como desliza su mano desde la base hasta la punta, cada vez más rápido, sin detenerse. Yo instintivamente me llevo una mano a mi intimidad que añora a esa polla exquisita frente a ella, pero él me lo impide sin dejar su tarea. Lo siguiente que observo es como un gran chorro de semen me baña por completo los senos y mi abdomen. Se detiene en seco uno cuantos segundos y se acerca a mí poco a poco. Me vuelve a besar como un caníbal, mordiendo mis labios, mi mentón, mi cuello, mi clavícula hasta que llega a mis senos, dejando un reguero de marcas tras su paso. Va dejando esas mismas marcas en mi abdomen sin importarle el semen que está regado por todo mi cuerpo.

 

Se separa otra maldita vez para sin tregua penetrarme duro y rápido, subiendo mis piernas y colocándolas sobre sus hombros para penetrarme de forma más profunda. Después de unos minutos y casi rozando el clímax, me hace girar y colocarme en cuatro mientras él sostiene una de mis piernas junto a su cadera y me penetra más profundo y más duro lo cual me resulta doloroso y aunque suplico que lo haga más despacio no lo hace. Después de acostumbrare un poco a la posición él la cambia radicalmente y luego de ponernos de pie, me hace quedar frente a él, me carga, haciendo que rodee su cuerpo con mis piernas y me penetra lento pero duro, haciendo de ésta una de mis experiencias más excitantes y dolorosas. Aunque me encuentro algo incomoda, me excita sentirme en el aire.

 

Siento como una fuente caliente me llena y me aproxima a mi anhelado orgasmo, pero luego de que la fuente acaba, Edward sale de mí sin darme oportunidad de sentir más.     

 

—     ¿Por qué?— grito histérica al borde de un ataque de nervios cuando él me baja. La molesta sensación de no poder encontrar la liberación es mucho más intensa que aquella vez en el estacionamiento. No alcanzar el orgasmo duele mil veces más que las mordidas que ha dejado en mi cuerpo.

 

—     Te lo mereces, por ser tan idiota, ahora no me importa que me amenaces con dejarme, eres mi esposa y no tienes a donde ir… 

 

—     ¡Déjame venirme!— le exijo.

 

—     No, no lo haré, no me importa cuánto te enojes

 

—     ¡Te odio!

 

—     Y yo te amo…— sonríe de manera burlona y me siento más enfadada aun. Sacudo la arena de mi cuerpo desnudo. Edward ha destrozado por completo el vestido pero aun así, los restos de éste los uso para limpiarme un poco.

 

—     Me voy a dormir, mañana mismo quiero estar de regreso en Seattle

 

—     Por supuesto que no…

 

—     Oh, claro que sí, no pienso pasar ni un día más aquí…

 

Edward me mira dolido pero yo finjo que no me importa y doy media vuelta.

 

—     ¿A dónde crees que vas?— me toma del brazo y yo le lanzo una mirada siniestra al mismo tiempo en que me libero de su agarre.

 

—     No me toques

 

—     Bella, por favor no te enojes… estaba desesperado, si te hubiera pasado algo…— se estremece, incapaz de terminar aquella oración.

 

—     No soy una niña, sé cuidarme, además es mi isla ¿no es así? Puedo hacer lo que me venga en gana…

 

—     No, no puedes…— gruñe—. Es peligroso que salgas sola aunque estemos solos aquí, podrías perderte…

 

No le contesto. Muy a mi pesar, admito que tiene razón.

 

—     Bien, no debí salir, perdóname— mascullo.

 

—     Te perdono— contesta mientras se acerca a mí.

 

—     ¿Me dejarás venirme?— le pregunto esperanzada.

 

—     Oh, eso sí que no… no podrás venirte en toda la semana

 

—     Entonces me retracto, no voy a pedirte perdón… — me alejo de él y comienzo a caminar hacia la casa. Cuando estoy por entrar a ésta, Edward me abraza por detrás y besa mi hombro, provocándome un estremecimiento.

 

—     Por favor, entiende, mereces un castigo por lo que hiciste

 

—     Está bien, entiendo

 

—     Pero no te alejes de mí

 

—     No me iré de la isla, pero no dormiré contigo ¿hay alguna otra habitación?

 

—     No dejaré que duermas alejada de mí

 

—     Y yo no pienso dormir con alguien egoísta, aunque ese alguien sea mi marido— respondo de mal humor.

 

—     Soy yo el que no va a dejar que su esposa se aleje— susurra con tono seductor—. Eres mi mujer y dormirás conmigo como corresponde…

 

Comienzo a retorcerme en sus brazos para liberarme de ellos pero Edward es más fuerte y no me permite escapar. A pesar de que quiero estar enfadada no puedo contener la risa.

 

—     Suéltame— le pido.

 

—     No, no lo haré

 

—     Dormiré contigo

 

—     ¿Lo juras?

 

—     Lo juro— resoplo y Edward me suelta.

 

—     Vamos a dormir, señora Cullen

 

—     ¿A dormir solamente?

 

—     Sí… a dormir solamente

 

<<>>

 

Al llegar a la habitación me pongo uno de los baby doll  que hay en la maleta. Hace un calor de los mil demonios pero no lo noté antes porque Edward se encargó de hacerme olvidar todo a mí alrededor.

 

—     Lo siento, pequeña, olvidé encender el aire acondicionado— se disculpa mi esposo mientras abre el cajón de la mesita de noche. Saca un pequeño control blanco y aprieta un botón. Sonrío al escuchar el reconfortante sonido del aparato.

 

Edward me mira de arriba abajo cuando se percata del pijama que he elegido.

 

—     Te ves hermosa…

 

—     Gracias— no puedo impedir que mis mejillas se pongan rojas. Edward se acerca y acaricia mi mejilla con mucho cuidado y luego mira mi hombro una de las tantas partes donde me mordió.

 

—     Soy un imbécil, te lastimé

 

—     No me duelen casi— le aseguro—. Esto no es nada a comparación de lo que se siente que te dejen frustrada— mi esposo suelta una carcajada antes de depositar un suave beso en la zona afectada. Entorno los ojos.

 

—     Te lo mereces, ya te lo he dicho…

 

—     ¿No me dejarás venirme en serio?— le hago un puchero al estilo Alice y él niega con la cabeza.

 

—     No, Bella, no insistas

 

—     Está bien— me muerdo los labios y escucho el leve gruñido de mi esposo.

 

—     No hagas, eso, sabes que es mi debilidad pero déjame decirte que solo lograrás que te lo haga y no dejaré que te vengas

 

—     Si no me dejas venirme, no volveré a dejar que me toques nunca más— lo amenazo—. Hablo en serio

 

—     ¿Eso es una amenaza? — arquea una ceja.

 

—     No, solo es una advertencia— respondo con tono inocente antes de volverme a morder los labios.

 

Edward grita antes de atraerme hacia él y besarme con desesperación. De forma violenta me gira y me deja caer en la cama. Lo miro asombrada y excitada por su brusquedad.

 

—     Lo lamento, este era muy bonito— dice antes de rasgar la tela y romper el baby doll. Suelto un jadeo.

 

—     Hazme tuya, Edward...— le suplico y él sonríe maliciosamente.

 

—     Eso es precisamente lo que voy a hacer…— murmura antes de colocarse sobre mí.

 

Volvemos a hacer el amor de una forma bastante ruda y salvaje como en la playa pero esta vez, mi cuerpo encuentra la tan anhelada liberación antes de que Edward pueda hacer algo para impedirlo.

 

—     Te saliste con la tuya— me acusa Edward cuando tratamos de controlar nuestra respiración. Ahora mismo estoy acostada de lado, dándole la espalda a Edward ya que estoy agotada.  En ese momento él me abraza por detrás y besa mi cabeza con ternura.

 

—     Bella…— musita.

 

—     ¿Qué sucede, amor?

 

—     Soy demasiado feliz

 

—     Yo también lo soy— contesto con una sonrisa.

 

—     Siento que no me falta nada pero…

 

—     ¿Pero qué?— inquiero preocupada mientras me volteo para mirarlo.

 

—     Sé que te dije que no estaba preparado, pero ahora quiero hacerlo, vivir esa experiencia contigo

 

—     ¿Qué quieres hacer?— pregunto sin entender.

 

—     Soñé algo hermoso— responde, ignorando mi pregunta—. En donde éramos bastante felices

 

—     Ya lo somos, o por lo menos yo si lo soy

 

—     No, amor, no me malentiendas— se ríe desganadamente ya que el sueño lo está venciendo —. En el sueño teníamos algo que no tenemos ahora

 

—     ¿Qué cosa?

 

—     Un hijo, Bella… teníamos un hijo

 

Abro mucho los ojos ante su respuesta.

—     ¿Qué?

 

—     Quiero tener un hijo, amor— dice tímidamente.

 

—     Oh, mi amor— susurro emocionada—. ¿De verdad?

 

—     Sí, de verdad… te juro que ese sueño fue hermoso pero también soy consciente de que la realidad puede ser distinta y que la paternidad no es fácil, aun así… me gustaría vivirlo, algún día, por supuesto, cuando te sientas preparada

 

—     No digas eso… yo tendré un hijo tuyo si lo deseas

 

—     No, Bella, quiero que tú también lo desees…

 

—     Claro que lo deseo, Edward… ¿cómo no podría desear a un pequeño Edward?

 

—     Será niña— gruñe—. No pienso compartirte con otro hombre, no por ahora

 

—     Eso no lo sabemos— sonrío.

 

—     Será niña

 

—     Ah no, no me someteré a uno de esos tratamientos para elegir el sexo del bebé

 

—     Bien, si es niño lo amaré igual— pone los ojos en blanco—. Pero me sentiré celoso, muy muy celoso

 

—     Tú eres el amor de mi vida, Edward, no debes estar celoso, además aun no nace…

 

—     Y dudo que lo haga hasta dentro de un buen tiempo

 

—     ¿Por qué lo dices?

 

—     Los hombres de mi familia tenemos una pésima puntería, por eso Emmett y yo nos llevamos cinco años

 

—     Mmm… quizá sea una mala puntería, pero cuando atinan lo hacen bastante bien

 

—     Lo dices solo por mí ¿cierto? No me gustaría pensar que te gusta mi hermano…

 

—     Por supuesto que no, señor celoso… yo solo te amo a ti

 

—     Más te vale

 

Ninguno de los dos vuelve a pronunciar palabra alguna. Edward acaricia mi cabeza y eso hace que tarde poco en caer en un sueño profundo y sin sueños.

 

A la mañana siguiente me despierto sola en aquella habitación y me incorporo de forma rápida.

 

—     ¿Edward?— lo llamo pero no recibo respuesta alguna. Mi corazón comienza a acelerarse pero respiro un par de veces para recuperar la calma; quizá se esté duchando…

 

Me dirijo hacia el baño y entro. Edward no está allí y de repente comienzo a reírme. Edward está vengándose de mí. Cuando estoy por salir el espejo me muestra mi terrible aspecto. Miles de marcas decoran mi cuerpo y no puedo evitar sonreír a pesar de verme mal. Aquellas marcas son las mordidas de mi esposo.

 

Me coloco una bata de seda color rojo y peino mi cabello con los dedos. Salgo de la habitación y voy en búsqueda de Edward. Al bajar las escaleras escucho su voz la cual proviene de la cocina. Bajo prácticamente corriendo y me dirijo hacia allá pero al percatarme de que está hablando por teléfono me detengo en la puerta para poder escuchar.

 

—     Te extraño como un loco— dice con un tono de voz meloso y me quedo boquiabierta—. No, no me atrevo a decírselo aun…— hace una pausa para escuchar lo que la persona al otro lado de la línea le contesta—. Yo también te amo, Susan, eres mi compañera eterna… solo puedo cogerla porque es igual a ti porque si no…— vuelve a guardar silencio—. No te pongas celosa preciosa, ya sabes porque lo hago… hoy mismo regresamos no te preocupes. Hasta luego mi vida. La odiosa de Isabella ya se va a despertar, tengo que seguir actuando mi papel de “enamorado”

 

Cuelga el teléfono y yo me voy corriendo a la recamara con el cuerpo tembloroso y las lágrimas deslizándose por mis mejillas… ¿qué diablos fue eso? ¿Por qué Edward estaba hablando con Susan? ¿Desde cuándo la conoce la conoce?  

 

Edward entra a la habitación segundos después y yo ya he limpiado mis lágrimas pues voy a fingir que no sé nada. Quiero ver hasta donde es capaz de llegar.

 

—     Buenos días, mi amor— saluda alegremente y se acerca a mí. Me besa en los labios pero yo me aparto y una expresión de pánico se instala en su rostro—. ¿Qué te pasa, bebé?

 

—     Nada. Iré a bañarme— mascullo y Edward sonríe de esa forma que tanto me gusta.

 

—     Voy contigo

 

—     Preferiría bañarme sola— sonrío de forma sarcástica y él niega con la cabeza.

 

—     Dije que no quería alejarme ni un segundo de ti y voy a cumplirlo

 

—     Pero no estabas cuando desperté…

 

—     Estaba haciendo tu desayuno— dice haciendo un puchero el cual en otras circunstancias me habría derretido.

 

—     No gracias, no tengo hambre…

 

—     Nena ¿qué pasa?su voz tiembla ligeramente. Parece dolido, vaya, pero que gran actor es.

 

—     No me pasa nada. No estoy de buen humor, eso es todo…

 

—     ¿Pero por qué? Todo esto es perfecto ¿acaso es por lo que te hice ayer?

 

—     No, no es por eso…

 

—     ¿Y entonces? Nena, por favor dime que tienes— suplica.

 

—     ¡No tengo nada! — grito y corro hacia el baño en donde me encierro. Edward toca desesperadamente y yo me meto en la ducha con la bata puesta. Me siento en el piso de la ducha y cubro mis oídos para no escucharlo pero pocos segundos después Edward entra en la ducha totalmente desnudo. Ha roto la puerta para poder entrar.

 

—     Ven aquí…— dice levantándome. Me quita la bata y me pega a su cuerpo con lo cual puedo sentir su erección pero eso no me excita—. ¿Me vas a explicar qué demonios te sucede?

 

—     No me amas, eso es lo que sucede— sollozo.

 

—     ¿Cómo puedes decir eso? ¡Tú eres mi vida!

 

—     No lo soy… tú…— me callo en medio de la frase, no puedo confesárselo. Debo dejar que él me lo explique todo.

 

—     ¿Yo qué?

 

—     Olvídalo…

 

Edward me hace suya en la ducha pero yo no encuentro la liberación ya que no me siento excitada. Es la primera vez que no siento nada al hacerlo con él. Nada, absolutamente nada y eso me perturba.

 

—     ¿Ahora te queda claro lo mucho que te amo?

 

—     Sí— respondo con una leve sonrisa.

 

—     No lo crees— me acusa—. No te has venido…

 

—     No estoy de humor para tener sexo

 

—     ¿Ya no me deseas?— cuestiona horrorizado.

 

—     No es eso…

 

—     ¿Entonces? Oh, mi amor ¿anoche te hice mucho daño?

 

—     No— gruño. Me hiciste daño hoy.

 

—     ¿Entonces qué te sucede, cielo?

 

—     Quiero que me dejes sola, sal de aquí por favor. Te lo imploro

 

—     Pero…

 

—     Nada. Quiero estar sola ¿de acuerdo?

 

—     Bien— acepta con fastidio—. Pero estaré en la puerta. Necesito que hablemos

 

—     Claro. Estoy muy dispuesta a hablar, a que me expliques todo

 

Edward me observa confundido.

 

—     ¿Te sientes bien, princesa?

 

—     Me siento perfectamente bien… ahora sal

 

—     Está bien

 

Edward sale cabizbajo del baño y yo sigo duchándome. Cuando termino salgo envuelta en una toalla y mi esposo sigue en la puerta.

 

—     ¿De qué querías hablar? — cuestiono.

 

—     Debemos regresar— dice sin más.

 

—     ¿Por qué? — pregunto tranquilamente.

 

—     Porque me surgió un asunto.

 

—     ¿Qué clase de asunto?

 

—     De… de trabajo— tartamudea. Arqueo una ceja.

 

—     ¿De trabajo? ¿En serio? Pensé que nuestra luna de miel era más importante

 

—     Habrá luna de miel después de esto. Tenlo por seguro— sonríe pero no para mí. Su mirada es lejana, como si estuviese pensando en algo o en alguien más—. El asunto que debo atender es muy importante

 

—     ¿Y no me vas a decir de qué es?

 

—     No. Lo único que te puedo decir es que nos concierne a los dos

 

—     Pero yo no tengo nada que ver con tus negocios…

 

—     Pero con este sí, pero ya no me preguntes, cariño. Debemos empacar nuestras cosas porque nos vamos hoy…

 

—     Muy bien— respondo fríamente. Edward me observa preocupado.

 

—     Mi vida, no te enojes…

 

—     No estoy enojada— le muestro mi mejor sonrisa y él suspira.

 

—     Pues pareces estarlo

 

—     Parezco, pero no lo estoy…

 

Edward se da por vencido y comienza a empacar sus cosas. Nuestra luna de miel ha concluido y ahora estamos a cinco minutos de aterrizar en el Sea- Tac. Edward parece bastante nervioso y mira su reloj cada poco tiempo con impaciencia pero no le pregunto qué le sucede ya que mi mente ha formado varias teorías desde ese momento en que lo escuché hablando por teléfono con la tal Susan.

 

Aterrizamos con éxito en el aeropuerto y nos bajamos del avión.

 

—     ¿A dónde vamos? — cuestiono pero Edward no me responde. De hecho, no me dirige la palabra desde que nos subimos al avión. Conduce tranquilamente por las calles de la ciudad hasta que llegamos al edificio donde vivimos—. Edward ¿qué te sucede? ¿por qué no me hablas?— le reclamo mientras me bajo del auto.

 

—     Pronto lo sabrás— murmura con tono muy serio.

 

De pronto comienzo a sentir miedo. Presiento que algo muy malo va a ocurrir.

 

—     Me voy— murmuro y doy media vuelta para salir del estacionamiento, pero Edward me atrapa.

 

—     ¿A dónde vas, pequeña?— susurra en mi oído.

 

—     Quiero irme

 

—     ¿Por qué?— pregunta con miedo—. Nena…

 

—     Quieres hacerme algo—  lo acuso mientras me giro.

 

—     Sí, quiero hacerte el amor

 

—     No es cierto

 

—     Mi vida ¿qué te ocurre?

 

Me mira como si estuviera loca y eso me hace recuperar la calma. Estoy demasiado paranoica desde que escuché esa conversación. Quizá deba preguntárselo ya y salir de dudas.

 

—     Nada, solo me asusté, cariño. Vamos al departamento a hablar…

 

—     Me parece perfecto— sonríe emocionado y lo observo confundida.

 

Caminamos hacia el ascensor y entramos. Edward taradea una canción que no conozco, en francés lo cual me inquieta. No entiendo la letra pero el tono es algo siniestro. Las luces del ascensor comienzan a parpadear en ese momento y me abrazo a Edward.

 

—     No tengas miedo— me susurra Edward pero eso no me tranquiliza ya que sonríe de una manera perturbadora.

 

—     ¡Quiero irme!— le grito mientras lo suelto.

 

—     No te irás…

 

Las puertas del ascensor se abren y lo primero que veo es a Susan quien sonríe sádicamente. 

 

—     ¡Edward, mi amor!— exclama antes de correr hacia él y abrazarlo. Se besan apasionadamente y yo trato de separarlos.

 

—     ¡¿Qué está ocurriendo aquí?!— exclamo enfurecida y ellos se sueltan.

 

 

 

—     Quiero que sufras lo que yo sufrí, maldita desgraciada— me responde Susan—. ¿Realmente creíste que Edward te amaba? Él solo se burló de ti…

 

 

—     ¿Eso es cierto, Edward?— cuestiono dolida y él se echa a reír.

 

—     Por supuesto que sí, Isabella… tú no eres nadie en comparación con Susan

 

—     Así que lo nuestro fue una burla— me tiembla la voz pero intento no derramar ninguna lágrima. No voy a darles el gusto de verme sufrir.

 

—     Si así quieres llamarlo…

 

—     Entonces me voy, no tengo nada que hacer aquí— hago ademan de irme pero Susan me sostiene por un brazo.

 

—     Creo que no has entendido. Quiero verte sufrir— me dice riéndose. Edward me sostiene por el otro brazo y yo me retuerzo para intentar huir—. Vas a arder en las llamas del infierno, tu cuerpo se convertirá en ceniza como el de Alec…

 

—     ¿Qué?— exclamo asustada. Susan me toma del otro brazo y me arrastran hasta la chimenea encendida de la sala la cual estoy segura de que no estaba cuando compramos el departamento—. ¡Suéltenme! ¡Mi bebé!— grito y Susan me suelta bruscamente y caigo de rodillas al suelo. Me siento confundida por lo que acabo de decir pero también tengo miedo.

 

—     ¡¿La embarazaste?!— brama y Edward se pone pálido.

 

—     ¡Está mintiendo!— grita Edward—. Ella no va a tener un hijo mío…

 

—     Es la verdad— digo con amargura—. Estoy esperando un hijo

 

Me levanto rápidamente y los encaro pero al hacerlo todo mi cuerpo se congela. Susan está apuntándole a Edward con un arma.

 

—     Te dije que te cuidaras. Me traicionaste maldito bastardo, morirás, ya no me sirves para nada…

 

Y sin contemplaciones aprieta el gatillo y una bala atraviesa el pecho de Edward.

 

—     ¡NOOOOOO!— un grito desgarrador sale de lo más profundo de mí ser y segundos más tarde mi vista se torna oscura y no vuelvo a saber de mí.

 

—     Bella, mi vida, despierta— a lo lejos escucho una voz desesperada pero no reconozco a la persona de la cual proviene—. Mi vida, por favor reacciona. Isabella Cullen, no me hagas esto

 

—     ¡Edward!— vuelvo a gritar antes de abrir los ojos e incorporarme súbitamente. Al ver a mi esposo mirándome preocupado el alma me regresa al cuerpo—. ¡Edward, mi amor!— sollozo mientras lo abrazo.

 

—     Cielo, ¿qué te sucede?— me pregunta angustiado.

 

—     Tuve una pesadilla terrible— confieso.

 

—     Lo sé, estabas gritando y no respondías…— frunce el ceño—. Además dijiste “mi bebé”

 

—     Soñé una escena de tu novela— estoy temblando tanto que me castañean los dientes—. Lo del disparo…

 

—     Pero en esa escena no había ningún bebé— dice confundido.

 

—     En los últimos meses me he soñado embarazada— respondo y él me suelta un poco para mirarme con los ojos brillantes.

 

—     ¿De verdad? — asiento—. Quizá se cumpla…

 

—     No lo sé… — me río de forma nerviosa.

 

—     No estoy del todo listo pero creo que podríamos apañárnosla muy bien con la paternidad— suspira y después se vuelve a poner serio—. ¿Por qué te dio tanto miedo ese sueño?

 

—     Porque yo era la protagonista, y tú… me traicionabas con Susan, mi hermana y al que le dispararon…

 

—     ¿Era yo?— pregunta—. Bella, cariño, solo fue un sueño ¿de acuerdo? Siempre estaré contigo y jamás te dejaré…

 

—     Gracias, mi amor…

 

—     Gracias a ti, por existir y entrar en mi vida, preciosa

 

Edward acerca su rostro al mío para besarme pero el sonido del celular de Edward interrumpe nuestro momento.

 

—     Les dije que no me llamaran— masculla enfadado.

 

—     Contesta, debe ser importante

 

—     Mmm…

 

—     Por favor

 

—     Está bien, pero luego de esto voy a demostrarte cuanto te amo

 

Le sonrío con alivio a mi esposo cuando este contesta frente a mí lo cual es señal de que no me oculta nada. 

 

—     ¿Qué sucede, Peter?— responde y se queda callado un momento—. ¿Para qué necesitas hablar con mi mujer?— lo miro expectante y Edward emite un gruñido antes de pasarme el teléfono—. Toma, quiere decirte algo

 

—     Hola, Peter ¿qué pasa?— saludo y escucho que él toma una bocanada de aire.

 

—     No sé cómo decirte esto, Bella— contesta y empiezo a preocuparme.

 

—     Habla— exijo—. ¿Le pasó algo a mi padre o a mis hermanos?— Edward me observa asustado.

 

—     No, Bella. Ellos están bien, no te preocupes…— se ríe y la preocupación se esfuma más no la intriga.

 

—     ¿Entonces?...

 

—     Sucede que me han llamado del laboratorio de análisis clínicos donde te hiciste la prueba de embarazo que te dio negativo. Cometieron un error con los resultados de tres mujeres y entre ellos está el tuyo

 

—     ¿Qué?— mi voz suena inexpresiva ya que me he quedado pasmada.

 

—     Los análisis dieron positivo para otra chica con un nombre parecido al tuyo pero en realidad ella no estaba embarazada y tú sí…

 

—     ¿Eso quiere decir que…?

 

—     Sí, Bella… eso quiere decir que estás embarazada

 

El celular se resbala de mis manos y aterriza en el edredón de la cama. Edward me toma de un hombro y comienza a sacudirme.

 

Perdí a mi bebé… ese terrible pensamiento se repite constantemente en mi cabeza. He tenido el periodo, no puedo seguir embarazada.

 

—     Mi amor ¿qué te sucede? — cuestiona mi esposo pero lo ignoro—. ¡Dime que está ocurriendo!— me grita y yo me echo a llorar de nuevo.

 

—     ¡Lo perdí!— respondo a gritos antes de levantarme pero al hacerlo me dan náuseas y corro al baño a vomitar.

 

—     ¡Bella!— exclama Edward, corriendo detrás de mí y me sostiene el cabello cuando vomito violentamente en el retrete. Una vez pasado el vómito me siento en el suelo y lloro. Edward se levanta y se va, regresando un segundo después con su celular en las manos el cual coloca en su oído para hablar—. Peter, ¿qué demonios le dijiste a mi esposa?— se queda callado y los ojos se le llenan de lágrimas antes de mirarme con un infinito amor. Aquella mirada me duele ya que la reconozco: él cree que estoy embarazada—. Vas a tener un hijo mío— susurra antes de colgar.

 

—     Te equivocas— gimoteo cuando él me levanta del suelo y comienza a besarme con adoración por todo el rostro.

 

—     ¿Qué?

 

—     Edward, no hagas esto, por favor— suplico.

 

—     Seremos padres, cariño…

 

—     No…

 

—     Ahora entiendo por qué luces distinta— sonríe—. Por qué tu mirada brilla más que nunca y por qué has engordado. No quise decírtelo porque…

 

Toca mi vientre y en ese momento me percato de que efectivamente, he engordado. Me aparto con brusquedad de él y me dirijo rápidamente al espejo de cuerpo completo que está en una esquina de la habitación. Mi vientre no es plano como antes pero sigo siendo bastante delgada.

 

—     No es posible— susurro y Edward me abraza por detrás, acariciando mi pequeña barriga.

 

—     Vamos a tener un hijo, mi amor. Te amo, me haces el hombre más feliz del mundo

 

Su rostro refleja lo que sus palabras dicen pero de repente, su rostro se posa en las marcas que ha dejado en mi cuerpo.

 

—     No, no, no— repite una y otra vez y yo me volteo para mirarlo.

 

—     Edward…

 

—     ¡Soy un monstruo!— grita horrorizado.

 

 ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

 

 Hola queridas camareras perdón por tardar mucho en actualizar, no tengo justificación… :D por cierto, mi novio me ha dicho que la palabra POV es una clasificación del porno así que quitaré esa palabra D:  porque me he traumado, la verdad yo no sabía waaaaa, soy una criatura inocente en este mundo de pervertidos buaaaaa!!! (okey, no tan inocente jajaja) Lo siento por no responder hoy a sus comentarios pero es que debo ir a dormir. Me pueden pedir una pronta actualización como compensación *les doy permiso de que me bateen hasta la muerte si no les tengo rápido el capi jaja* LAS AMO A TODAAAAS!!!  Y muchaaaaas gracias por no olvidarme, ya vennn que no soy mala???? Muajaajaja solo era un sueño :3 la sorpresita era el embarazo :v

 

Atte:

Sasha, alias la  camarera choca autos roba gelatinas que es una pésima persona por no responderles :C si no me quieren comentar o si ya se olvidaron de mí lo entiendo perfectamente…

 

Pd: La escena del sueño sí, es algo parecido a lo del libro de Edward en ciertas cosas, lo del disparo, la traición y la gemela solo que en el libro está mejor llevado y más coherente jajaja, la mente loca de Bella adaptó las cosas a su entorno y a sus temores :D  yo a veces tengo sueños así de disparatados jejeje. Lo del embarazo se explica el próximo cap muajjajaja. MILES DE MILLONES DE GRACIAS POR SEGUIR AQUÍ :D 

Capítulo 24: Unión Capítulo 26: Mi mejor regalo

 
14430983 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10749 usuarios