La camarera (+18)

Autor: Sasha_amane
Género: + 18
Fecha Creación: 22/05/2014
Fecha Actualización: 06/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 26
Comentarios: 173
Visitas: 78113
Capítulos: 26

Isabella una camarera honrada y trabajadora del hotel Vulturi que lucha por sacar adelante a sus hermanos, se encontrará con su escritor favorito, el atractivo Edward Cullen, autor de exitosas novelas de romance, cuando este haga una conferencia de prensa en el hotel para promocionar su más reciente libro.

 

Lo que ella no sabe es que Cullen ve en ella todo lo que quiere y no perderá la oportunidad de poseerla por completo. La estadía de Cullen en aquel hotel dura diez días en los cuales ambos disfrutan de una aventura pasional.

 

Cuando llega la hora de que Edward parta, Isabella queda desolada pero lo que ella no se imagina es que sus caminos se van a volver a cruzar, o que más bien... Edward no la dejará ir.  Isabella es suya para siempre. 

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Hola :) este es mi primer fan fic y espero que les guste. Me siento feliz de poder publicar mi novela aquí después de mucho pensarlo. Muchisimas gracias a Keit, mi amiga, que me ha ayudado con la portada y el prefacio. 

 

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Capítulo 12: Resfriado

Espero que disfruten del cap. Todos los capítulos son dedicados a ustedes, pero hoy este cap lo haré como la historieta que Anthony le hizo a John para animarlo. El cap es para Ingridcollen y violetamoon20. Es como su historieta para que se animen un poquito :3 Cuando alguna de ustedes tenga algun problemita también les haré sus capítulos :D 

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Capítulo 12: Resfriado

 

 POV Bella:

 

Nos ponemos la ropa a pesar de que está mojada.

 

—   ¿Mi maquillaje está arruinado?— le pregunto a Edward una vez que estamos vestidos. Edward se ríe y niega con la cabeza.

 

—   No y de hecho me sorprende…

 

—   ¿No me estás mintiendo?

 

—   ¡Claro que no!— exclama y vuelve a reírse.

 

 

—   Está bien…

 

Ahora que lo recuerdo, cuando Alice me arreglaba me dijo que el maquillaje que me aplicó en los ojos es a prueba de agua. Qué alivio.

 

—   ¿Nos vamos?— me pregunta.

 

—   Sí… vámonos— le digo.

 

 

Caminamos de regreso al Jeep y Edward me abre la puerta. Una vez que los dos estamos adentro me invade la tristeza.

 

—   Quiero volver aquí alguna vez— murmuro y Edward apaga la camioneta.

 

—   Te voy a traer de nuevo… ¿qué te parece si venimos a pasar unos días a Forks?

 

 

—   No puedo, tengo trabajo…

 

—   Isabella, respecto a eso…

 

 

—   Alto ahí, yo voy a seguir trabajando— lo interrumpo molesta.

 

—   La verdad es que no me gusta que trabajes, mereces vivir como la princesa que eres

 

 

Después de decir eso me da un rápido beso que me deja en las nubes.

 

—   Voy a seguir trabajando— mascullo. Quiero estar enojada pero no puedo.

 

—   Bueno, está bien— gruñe—. Pero solo porque me gustan las camareras

 

 

—   ¿Todas?— lo miro con una ceja arqueada.

 

—   Antes me gustaba cualquier camarera que me pareciera sexy, lo admito… pero desde que te conocí eres la única que me gusta, solo te deseo a ti

 

 

—   Oh, eres un mentiroso— me carcajeo para disimular mi emoción.

 

—   Yo no miento, Isabella— me dice serio.

 

 

—   Está bien, está bien… te creo

 

Me da un beso en la mejilla antes de encender el auto.

 

Ahora nos encontramos en el Jet, de regreso a Seattle. Emmett se ha ido en el de los Vulturi ya que está enfadado con Edward por lo de la golpiza. No entiendo por qué lo está… se supone que él quería pelear.

 

Peter y Tanya están jugando cartas y yo y Edward estamos en el sofá abrazados. Esme me prestó ropa cuando llegamos a su casa. No quería que me enfermara pero creo si terminaré por enfermarme. Me arde un poco la garganta ya que tardé un buen rato en cambiarme debido a que Esme y Carlisle nos pidieron una explicación y no nos dejaron en paz hasta que les dijimos algo más o menos convincente.

 

Suspiro y carraspeo un poco ya que estoy incómoda. La garganta sigue ardiéndome.

 

—   ¿Estás bien?— me pregunta Edward.

 

—   Sí… estoy bien, no te preocupes— le digo y él me besa.  

 

—   ¿Segura?

 

 

—   Segura…

 

—   Está bien…

 

No puedo evitar bostezar. Tengo mucho sueño.

 

—   Duérmete— susurra Edward en mi oído—. Yo te avisaré cuando aterricemos

 

Asiento y vuelvo a bostezar antes de caer en un sueño profundo.

 

—   Estoy embarazada, Edward— le anuncio con lágrimas en los ojos. Le enseño la prueba de embarazo y él se queda paralizado unos momentos—. ¿Edward?

 

—   ¡Te amo, Bella!— exclama antes de cargarme y darme vueltas. Se carcajea y yo también lo hago. Me siento muy feliz.

 

 

—   ¡Bájame!— exclamo entre risas y él me hace caso pero no me suelta. Me besa con desesperación por toda la cara.

 

—   Te amo, te amo, te amo… no sabes lo feliz que me haces, mi vida— solloza y me abraza fuertemente.

 

 

—   Yo también te amo — respondo.

 

—   Bella...— me llama alguien y eso hace que abra los ojos. Parpadeo muchas veces antes de encontrarme con el rostro de Edward muy cerca del mío y me doy cuenta de que todo fue un sueño—. Despierta, ya llegamos…

 

 

—   ¿Ya llegamos?— pregunto sorprendida. Me percato de que tengo el cinturón de seguridad puesto.

 

—   No te avisé porque dormías profundamente, ahora vamos…

 

 

—   ¿Peter y Tanya?

 

—   Ya se han bajado, no te preocupes, ahora te llevaré a casa, ¿de acuerdo?

 

Asiento y vuelvo a bostezar. Aún tengo ganas de dormir y de que mi sueño continúe, era tan hermoso y se sentía tan real. 

 

Edward y yo salimos por la misma puerta de embarque por la que habíamos entrado. Salimos a la sala VIP y veo que Tanya y Peter nos están esperando.

 

—   Bueno, nosotros nos vamos— anuncia Peter. Tanya me da un beso en la mejilla como despedida y me lanza una mirada que yo interpreto como “Tenemos que hablar” Asiento de manera casi imperceptible para que solo lo note ella.

 

Peter y Tanya se van.

 

—   ¿Quieres ir algún lado?— me pregunta Edward con un tono seductor. Niego con la cabeza… creo que me dará un maldito resfriado. Estornudo.

 

—   ¿Qué te pasa?— cuestiona Edward muy preocupado. Me echo a reír pero vuelvo a estornudar.

 

 

—   Creo que me voy a resfriar, no es nada grave

 

Bueno, cuando me resfrío suelo ponerme mal pero no ocurre con mucha frecuencia. Cuando pasa me da fiebre, me pongo roja y tengo escurrimiento nasal además de un dolor insoportable de cabeza y garganta.

 

—   A mí me parece que vas a enfermarte, mejor te llevo a tu casa…

 

Me abraza fuertemente. Puedo sentir lo rápido que late su corazón. Está asustado y no entiendo por qué.

 

—   No te asustes, estaré bien, solo es un tonto resfriado— me río.

 

Mierda. No solo es un tonto resfriado. He amanecido con la nariz y las mejillas completamente rojas y tengo mucha fiebre. Papá me dice que no vaya a trabajar pero yo me niego rotundamente. Tengo que trabajar aunque me esté muriendo. Edward me llama pero no le contesto ya que no quiero que escuche que me siento fatal. Quizá se enoje conmigo por enfermarme.

 

Llevo a mi hermana a la escuela, usando un cubre bocas que Rosalie amablemente me ha regalado.

 

—   Tienes que usarlo sino quieres que te regresen a la niña— me dijo también.

 

Y aquí estoy, disimulando mi enfermedad con el cubre bocas. La maestra de Bree me ha preguntado qué ocurre pero le miento y le digo que tengo bronquitis para que no crea que Bree está enferma o expuesta a algún virus.

 

Cuando me estoy alejando veo que el Mini Cooper estaciona frente a la escuela de Bree. Abro mucho los ojos y trato de salir corriendo hacia el metro. Cuando me subo me siento completamente a salvo pero también muy mal. Estoy ardiendo en fiebre y necesito dormir pero debo trabajar. Nunca he faltado al trabajo cuando me enfermo.

 

Un rato más tarde me siento peor. Me bajo del metro esperando que Edward esté allí pero no está. Me siento aliviada. Camino desde la estación del metro hasta el hotel donde tengo que decirle a la gobernanta que estoy tomando medicamento y que usaré el cubre bocas todo el día. Acepta que trabaje a regañadientes no sin antes insistirme y decirme que puedo descansar sin que me descuenten el día.

 

Tanya me pregunta que es lo que tengo y le cuento la verdad. Me regaña por trabajar pero finalmente lo deja pasar y subimos juntas al piso donde vamos a limpiar.

 

—   Ya le dijiste a Edward ¿No es así?— me pregunta. Niego con la cabeza.

 

—   No se lo diré, quizá se enoje— respondo y luego carraspeo. El dolor de garganta ha empeorado.

 

 

—   Bella, tienes que decírselo— me dice con voz dulce—. Lo más probable es que se porte lindo contigo

 

—   ¿Lindo conmigo?— pregunto burlona—.  Me va a matar, eso es lo que va a pasar…

 

 

—   Mira, si no se lo dices tú, se lo digo yo…— me amenaza. Le pongo mala cara—. Y ni me mires así, él tiene que saberlo

 

Se abre el elevador y salimos.

 

—   No se lo voy a decir, yo a él no le importo

 

Tanya gruñe y se va con su carro de limpieza al cuarto donde debe limpiar. Yo comienzo con mi trabajo en la habitación doscientos dos. Acaban de desocuparla y la han dejado tremendamente sucia.

 

Estoy en medio de la limpieza cuando de repente ya no puedo más. Me siento muy mal. Me siento sobre mis rodillas en el piso y pongo mis brazos en la cama para recostar mi cabeza allí. Me arden los ojos, quiero dormir. Respiro un par de veces y hago ademán de levantarme pero un grito me paraliza.

 

—   ¡Bella!— es Edward quien me toma de la cintura para levantarme—. Bella, Bella, ¿qué tienes?— pregunta histérico.

 

Cuando me voltea lo miro confundida. Él está respirando agitadamente y me toca las mejillas y luego la frente.

 

—   ¡Estás ardiendo, Isabella!— exclama.

 

—   Solo… solo es un resfriado— contesto con voz débil.

 

 

—   ¿Un resfriado?— me grita—. ¡Te estás muriendo! ¿cómo se te ocurre venir a trabajar en estas condiciones? ¿Por qué no me dijiste nada?

 

—   Porque a ti no te incumbe…

 

 

—   Claro que me incumbe, eres mía, me interesa y me preocupa todo lo que te pase…

 

Sonrío emocionada.

 

—   No sonrías, estoy enojado contigo

 

Se inclina y me carga como si fuese un bebé. Apoyo la cabeza en su pecho y cierro los ojos, disfrutando de su delicioso aroma.

 

—   ¿A dónde me llevas?— le pregunto con la voz ronca.

 

—   A mi suite, tienes que descansar, Isabella…

 

 

—   Tengo que trabajar…

 

—   Ni lo sueñes— me interrumpe y entramos en el elevador.

 

Me quedo callada mientras subimos y cuando llegamos a la suite, él no me suelta hasta que me recuesta en la cama. Me acaricia el cabello y luego deposita un beso en mi frente.

 

—   Cariño, estás ardiendo, no puede ser...— susurra. Está angustiado.

 

Me ha dicho cariño. Oh mi Dios.

 

—   ¿Quién te ha dicho dónde estoy?— cuestiono con un suspiro.

 

—   Tanya le ha enviado un mensaje a Peter y este me envió uno a mí diciendo que estabas enferma y trabajando en la habitación donde te encontré…

 

“Tanya, te mataré” pienso con enfado. Me quito el cubre bocas. 

 

—   ¿Cómo demonios se te ocurre venir así?— gruñe.

 

—   Tengo que trabajar, ganarme la vida— respondo—. Tengo que sacar adelante a mis hermanos…

 

 

—   Isabella, me tienes a mí… no necesitas trabajar

 

—   No, Edward… yo solo soy la tipa a la que te coges cuando quieres— se me llenan los ojos de lágrimas—. No valgo nada para ti

 

 

—   No digas eso, tú me importas…— se le quiebra la voz—. Bien, voy a llamar a un médico y te daré algo cómodo para que te pongas…

 

—   ¿Un médico? No, por favor no…— suplico. Los doctores me dan pánico, siempre quieren ponerte inyecciones o hacer que tomes medicinas asquerosas.

 

—   No protestes, lo llamaré y no discutas

 

—   Edward, no es necesario…

 

 

—   Lo es, yo quiero que estés sana, no soporto verte así…

 

Va hacia su maleta y saca varias prendas. Al fin saca un suéter azul marino. Se acerca a mí y me sonríe.

 

—   Te verás muy sexy con esto— susurra.

 

Edward me ayuda a quitarme la ropa y para mi sorpresa no me mira con lujuria, me mira con preocupación. Me pongo el suéter el cual me queda muy grande y me llega hasta la mitad de los muslos. Edward hace que me siente en la cama y me quita los zapatos; luego de eso me ayuda a meterme bajo el edredón. Me siento cómoda. Edward se acuesta a mi lado pero sin taparse y me besa.

 

—   Te voy a contagiar— le advierto.

 

—   No te preocupes, yo difícilmente contraigo resfriados y aunque no fuera así me voy a quedar contigo, te voy a cuidar

 

 

—   No es necesario— insisto—. Debo volver al trabajo, me van a despedir si sigo así…

 

—   Nadie te va a despedir, ahora descansa, yo estaré aquí contigo…

 

 

—   Edward…— protesto pero él me calla con un beso.

 

—   Voy a llamar al doctor

 

—   Está bien— suspiro con resignación.

 

Edward se levanta y le llama al doctor. Cuando se acuesta a mi lado de nuevo le pregunto de donde lo conoce.

 

—   Es un viejo amigo de la familia, y le tenemos muchísima confianza… ese doctor siempre nos ha atendido

 

—   Oh…

 

 

—   Descansa, preciosa— me dice.

 

—   Quiero que me abraces— respondo temblando—. Tengo frío…

 

 

—   Oh, no— susurra antes de meterse en el edredón y abrazarme como si su vida dependiera de ello—. Por favor recupérate, no me gusta nada que estés así

 

Escondo mi rostro en su pecho y asiento.

 

—   Me voy a recuperar…

 

—   Eso espero… quiero volver a hacerte mía así como ayer… lo disfruté demasiado

 

 

—   Yo también— musito. Me siento cada vez peor. Cierro los ojos y Edward me acaricia la cabeza y me da besos.

 

Cuando despierto Edward no está a mi lado sino que está entrando con un doctor que es un hombre mayor con un traje color verde oscuro. Tiene el cabello y la barba completamente gris y usa lentes; me gusta. Cuando lo veo me incorporo un poco.

 

—   Bella, él es el doctor Hawthorne— me dice sonriendo un poco.

 

—   Buenas tardes— le digo y después me tapo la boca para estornudar.

 

 

—   Salud— me dice el médico con amabilidad.

 

—   Gracias— respondo y me río un poco.

 

 

—   Por favor, dígame que tiene, doctor— le suplica Edward. Me quiero reír de él pero no lo hago. El doctor es el que si se ríe un poco antes de contestar.

 

—   Tranquilo muchacho… deja que la revise primero

 

 

—   Está bien, lo siento…

 

Edward va y se sienta al pequeño sofá que está junto a la ventana. Desde allí me mira muy preocupado.

 

El doctor me pregunta mi nombre, mi edad y mis síntomas, checa mis latidos con el estetoscopio, introduce un palito de madera en mi garganta para echarle un vistazo. En fin, una consulta normal.

 

—   ¿Qué es lo que tiene doctor?— interroga Edward mientras se levanta. El doctor Hawthorne se ríe de él.

 

—   No te preocupes, Edward, es solo un resfriado común, no hay por qué alarmarse, eso sí, deberás cuidarla mucho para que no empeore y el resfriado se convierta en algo peor

 

Unos segundos más tarde hace una receta y se la entrega a Edward. El doctor Hawthorne se despide de mí y sale con Edward de la recámara… ¿ahora que va a pasar? ¿Me voy a quedar aquí? Bah… no lo creo. Tal vez Edward me lleve a mi casa para que descanse.

 

—   Vas a quedarte aquí conmigo— me informa Edward cuando entra a la recámara.

 

—   ¿Qué? Yo debo irme a mi casa…

 

 

—   No, Bella… te quedas conmigo esta noche, no te puedo llevar a tu casa en ese estado

 

—   Solo es un resfriado, ya te lo dijo el doctor— gruño. Edward se coloca encima de mí y me da un beso que hace que mi corazón se acelere mucho. Estoy enferma, no debe hacer esto conmigo.

 

 

—   Te vas a quedar conmigo, lo quieras o no…

 

—   Créeme, yo también me quiero quedar contigo— le digo jadeando por el beso—. Pero debo irme a mi casa…

 

 

—   No voy a permitir eso… ahora si me disculpas, iré a la farmacia a comprar tus medicinas…

 

Se incorpora y yo hago una mueca. No quiero que me deje sola.

 

—   Ahora vengo, preciosa… no te preocupes…

 

Asiento y él sale de la habitación. Quizá pueda aprovechar para escaparme. Debo regresar a mi casa. No, mejor no. Me siento demasiado mal como para hacer eso y tampoco quiero que Edward se enfade más conmigo. Quiero que siga siendo lindo; me voy a dejar consentir por él.

 

Me recuesto y cierro los ojos. No tardo en caer en un sueño profundo.

 

Edward y yo estamos recostados en una hermosa cama con dosel. La brisa marina se cuela por la ventana y eso me hace sentir una sensación de tranquilidad. Noto el pequeño bulto que se hace en mi muy hinchada barriga. Vamos a tener un niño, lo sé.

 

—   Es un pequeño futbolista— se carcajea Edward y besa donde el bebé me ha pateado.

 

—   Sí, de verdad que si— me río. El bebé vuelve a patearme, creo que está contento.

 

 

—   Te amo, Bella— me dice mi esposo mirándome con un infinito amor—. Me haces el hombre más feliz del universo…

 

—   Creo que yo soy más feliz…

 

El pequeño futbolista se vuelve a mover y ambos nos reímos.

 

—   Me parece que alguien no está de acuerdo— dice Edward. Me echo a reír. Soy completamente feliz al lado de mi Edward y de mi bebito que ya no tarda en nacer. Me muero por tenerlo entre mis brazos, contemplar su rostro y llenarlo de muchos besos. Espero que saque los ojos verdes de Edward y su cabello cobrizo. Más bien, quiero que solo se parezca a él, no quiero que tenga nada mío—. Tengo un poco de miedo, no sé si seré un buen padre…

 

—   No tengas miedo, mi amor— respondo con una sonrisa—. Yo tampoco sé si seré una buena madre, pero vamos a hacer esto juntos, vamos a aprender…

 

 

—   Sí, tienes razón… pero los pañales te tocan a ti— me dice haciendo un mohín muy gracioso. 

 

Ambos nos reímos.

 

—   Está bien, está bien— acepto—. Pero a ti te tocará darle la charla y enseñarle a jugar futbol, entre otras cosas…

 

—   Claro que sí… — me da un beso en los labios.

 

De  repente ya no estoy en la cama. Estoy sentada en un sofá que está en medio de una habitación con las paredes grises. Edward está frente a mí con un traje del mismo color de las paredes.

 

—   ¿Crees que llegaremos a eso?— me pregunta con frialdad.

 

—   ¿De qué estás hablando?— pregunto. Miro mi vientre y está plano, no hay ningún bebé, solo era un sueño.

 

 

—   Jamás tendrás un hijo mío… no me quiero atar a ti— dice con desprecio. Me entran ganas de llorar por lo que está diciendo.

 

 

—   Edward, yo te amo— me intento levantar pero Edward alza un brazo para que me quede donde estoy.

 

—   Yo no te amo ¿entiendes? Solo eres mi objeto sexual… me atraías mucho, pero solo eso… yo jamás voy a verte con amor, lo siento pero así son las cosas… perdón si te llegaste a ilusionar

 

 

 

Edward da media vuelta y comienza a caminar hacia la salida.

 

—   ¡Edward!— le grito desesperada mientras las lágrimas bañan mis mejillas.

 

—   Me voy a Londres, cuídate, hasta nunca

 

 

—   No me dejes— le suplico sollozando.

 

—   Bella, despierta, preciosa ¿qué te pasa?— escucho la voz desesperada de Edward pero me suena tan lejana. El Edward que tengo frente a mí ha salido por la puerta. Salgo detrás de él y me encuentro sola en medio de una ciudad desconocida.

 

—   ¡Edward, no me dejes!— grito antes de despertarme. Edward está prácticamente encima de mí y cuando lo veo me abrazo a su cuerpo y lloro desconsoladamente.

 

 

—   Nena, ¿qué te pasa?— pregunta con ansiedad—. ¿Por qué gritabas?

 

—   Edward no me dejes, no me dejes, por favor, tengo miedo

 

 

—   No lo haré, te lo prometo, estoy aquí, cálmate— me besa la frente y se quita de encima.

 

—   ¡No!— exclamo. Edward corre para meterse en la cama conmigo y abrazarme con fuerza.

 

 

—   Escúchame, no voy a dejarte nunca… no podría alejarme de ti porque te necesito, tranquilízate, por favor…

 

Nunca me dejará, nunca, pienso maravillada.

 

—   Júralo, por favor…

 

—   Te lo juro

 

 

—   Demuéstralo…

 

Lo tomo por el cuello de la camisa y lo beso con desesperación. Él me responde por algunos segundos pero después se aparta y niega con la cabeza.

 

—   No, Bella, estás enferma— dice con voz ronca. Está excitado.

 

—   No me importa, he escuchado que el sexo mejora la salud

 

Edward se ríe.

 

—   Sí, pero tú estás débil… por favor no me provoques…

 

—   Por favor— le suplico con un puchero al estilo Alice.

 

 

—   No me convencerás— se burla—. Yo soy inmune a ese tipo de caras

 

Mierda. Tengo que probar con otra cosa. Me muerdo el labio y le acaricio la pierna con el pie.

 

—   Isabella— gruñe y después me besa con desesperación. Oh, sí—. Me vuelves loco, nena

 

Se coloca encima de mí y vuelve a besarme. Mete la mano debajo del suéter y llega a uno de mis pechos. Baja un poco el sostén y comienza a pellizcar uno de mis erectos pezones. Estoy mojada, siento que todo mi cuerpo se quema (bueno, quizá sea por la fiebre también).

 

Edward saca la mano y se levanta. Se quita el pantalón, el bóxer y las calcetas. Yo estoy destapada y abierta de piernas, esperando con ansias que se hunda en mí.

 

—   Eres una enferma muy pervertida— me dice Edward con su sonrisa torcida antes de bajar mis bragas. Las pasa por mis pies y las deja en la cama—. Esto será rápido— me advierte antes de penetrarme de forma rápida. Me arqueo y suelto un gemido cuando lo siento en mi interior.

 

—    Ah, Edward…

 

—   Oh, esto se siente muy bien— dice mientras me embiste de manera lenta. De repente se sale bruscamente—. Mierda, el condón

 

 

Me río de él mientras abre el cajón de la mesita de noche y saca un paquete plateado que yo ya conozco bastante bien. Lo rasga y se pone el condón antes de entrar en mí otra vez.

 

—   No voy a dejarte— me promete. Gimo, me está matando de placer.

 

—   Cum… cúmplelo— tartamudeo. Edward asiente.

 

 

—   Lo haré

 

Un rato más tarde estoy recostada sobre su pecho desnudo. Edward se ha puesto unos pantalones de pijama y yo sigo con el suéter (no me lo he quitado para nada). Estoy enferma pero aun así, he tenido un orgasmo increíble al igual que él.

 

—   ¿Te sientes mejor?— me pregunta Edward. La verdad es que me siento mejor. Me ha dado el medicamento que me ha recetado el doctor y he descansado.

 

—   Mucho mejor— respondo con tristeza.

 

 

—   Hey, ¿por qué ese tono?

 

—   Porque vas a regresarme a mi casa— le digo con un puchero.

 

 

—   Claro que no, te dije que te cuidaría, aún estás enferma...— me responde mientras me aparta el cabello de la cara.

 

—   Que bien…— sonrío.

 

—   Te encanta ser mimada, ¿Verdad?— me pregunta y comienza a hacerme cosquillas.

 

 

—   Edward, no— grito mientras me retuerzo de risa—. Para… por favor…

 

Edward sigue haciéndome cosquillas. Se carcajea y yo también aunque en realidad estoy sufriendo.

 

—   Ya, Edward, basta— exclamo y él se detiene. Sigue riéndose.

 

—   Te gusta ser mimada— me acusa sonriente.

 

 

—   ¿A quién no?— me encojo de hombros.

 

—   Entonces ¿por qué no te mudas al departamento que te compré?

 

 

—   ¿Te vas a quedar conmigo?— le pregunto.

 

—   Ya sabes que sí… eres mía

 

Sonrío.

 

—   Descansa— me dice—. ¿O quieres comer algo?

 

Cuando dice eso mis estomago comienza a rugir. Me giro para que Edward no me mire. Que vergüenza. Él se echa a reír.

 

—   Creo que si tienes hambre

 

—   No te burles— le suplico.

 

—   No me estoy burlando

 

 

—   Sí lo haces, te estás riendo

 

Edward hace que me voltee de nuevo y lo mire.

 

—   No tengas vergüenza— me pide—. Conozco todo tu cuerpo, así que no te avergüences solo porque tu estómago exige comida

 

—   Está bien — contesto—. Y sí, mi estómago exige un desayuno urgentemente…

 

 

—   ¡¿No has desayunado?!— exclama. Se levanta de la cama y me mira muy molesto—. Isabella, ¿por qué has venido sin desayunar? Estás resfriada…

 

—   Nunca desayuno antes de venir— le explico—. Solo cuando es sábado ya que no hay que llevar a los niños a la escuela…

 

 

—   Maldita sea— masculla—. Bueno, pediré que te suban algo… ¿qué quieres desayunar? Bueno, mejor dicho almorzar, ya son las dos de la tarde…

 

—   Lo que sea está bien...— respondo.

 

 

—    Dime lo que quieres…

 

Ahora que lo pienso, tengo ganas de comer algo que tenga caldo. Mmm… de solo pensarlo me vuelven a rugir las tripas pero esta vez solo lo noto yo.

 

—   Mmm… quiero comer consomé de pollo— le digo.

 

—   Muy bien— dice sonriendo—. ¿Y qué quieres tomar?

 

—   Limonada

 

Oh sí, nada mejor que un caldo y una limonada. Estoy muy hambrienta.

 

—   Y pan— susurro tímidamente.

 

—   No te preocupes, nena, pide lo que quieras...— dice mientras descuelga el teléfono que está en la mesita de noche.

 

 

—   Solo eso— sonrío.

 

Edward pide la comida y después cuelga. Se tumba a mi lado y me acaricia el rostro.

 

—   Eres muy hermosa— me dice—. Eres igual que las chicas que describo en mis libros

 

—   Eso me lo dijo Alice— respondo frunciendo el ceño—. Que encajo con el tipo de mujer que describes…

 

 

—   Sí, tiene mucha razón…

 

—   ¿Por qué?

 

 

—   ¿Por qué, qué?— me mira confundido.

 

—   ¿Por qué siempre las describes igual?

 

 

—   Son mis gustos… para mi esa es la mujer perfecta… tú eres exactamente igual, por eso me gustaste desde un principio, aunque claro, en algo tenías que ser diferente, eres muy testaruda y orgullosa

 

—   ¿Testaruda yo?— pregunto en broma.

 

 

—   Sí, eres una testaruda— me responde sacándome la lengua. Me echo a reír.

 

Quiero decirle lo mucho que lo amo, pero no quiero que me vuelva a responder con un simple “Lo sé” así que me abstengo. Necesito darle tiempo, sé que me quiere pero no lo admite. No me ama como yo a él, pero tengo la certeza de que siente algo por mí.

 

Mi comida llega un rato más tarde. Edward pone la bandeja en la cama.

 

—   Yo quiero darte de comer— me informa—. ¿Me dejarías?

 

Su mirada es tan tierna que me derrite. Asiento con una sonrisa enorme.

 

Edward toma un poco de consomé con la cuchara y lo sopla antes de dármelo. Mmm… está riquísimo. La limonada está riquísima, no está helada pero sí fresca. Cuando me ensucio, Edward toma la servilleta y me limpia, parece que disfruta darme de comer. También me suena la nariz cuando siento que me ahogo, no sé cómo carajo no se asquea.

 

Lo amo, definitivamente lo amo y jamás dejaré de hacerlo. Amo a este hombre tan tierno y hermoso pero que a la vez no quiere tener nada serio conmigo. Es… tan contradictorio. Primero me dice que no quiere ser mi novio y me presenta a su familia como su amiga, luego se preocupa por mí y me dice que no me dejará nunca. Me quiere, yo lo sé, lo puedo sentir. Solamente falta que él lo admita.

 

Cuando termina de darme de comer, ambos nos devoramos el pan el cual está exquisito, ¿o será que yo tengo mucha hambre? No lo sé, pero tampoco me importa.

 

—   Oye, debo llamar a mi casa— digo angustiada cuando ya son las seis de la tarde. He estado feliz de la vida descansando—. Bueno, a casa de mi vecina, Rosalie, yo no tengo teléfono

 

Edward pone los ojos en blanco pero asiente. Se levanta y me da su celular.

 

—   Gracias— murmuro y marco a la casa de Rosalie.

 

—   ¿Hola?— contesta.

 

 

—   Rose— le digo.

 

—   Oh, Bella ¿cómo estás? Suenas mejor…

 

 

—   Estoy mejor— respondo mientras miro a Edward con una sonrisa traviesa. Edward no puede evitar sonreír también—. ¿Le puedes avisar a mi padre que no iré hasta mañana a la casa?

 

—   ¡¿Qué?!— exclama—. Bella, estás desatada últimamente— se carcajea—. ¿Acaso te quedarás con tu amigo que me presentaste la otra vez?

 

Me pongo muy roja. Edward frunce el ceño.

 

—   Estoy en una de las habitaciones del hotel, estoy descansando, no pienses mal— me río.

 

—   Era una broma, Bella— se ríe aun—. Está  bien, yo le explico a tu padre…

 

—   Gracias Rose

 

 

—   De nada, Bella, nos vemos— cuelga. Le entrego el celular a Edward y este lo pone encima de la mesita. Después, quita la bandeja, la coloca en el suelo y se acuesta a mi lado.

 

—   Ya avisaste, ahora a disfrutar del resto del día

 

Tiene la cabeza recostada sobre mi pecho y yo comienzo a jugar con su cabello y a acariciarlo.

 

—   Oh, se siente muy bien— suspira.

 

Yo suelto una pequeña risita y sigo acariciándolo. Edward se queda dormido luego de un rato y yo lo contemplo. Tiene los labios ligeramente separados y murmura cosas sin sentido. Me siento tan afortunada de verlo dormir; es sumamente hermoso y no entiendo como semejante chico puede desearme.

 

Acaricio su rostro y descubro que es algo rasposo. Comienza a crecerle la barba. Como siempre está afeitado nunca había sentido su rostro así.

 

—   Te amo— le digo en voz muy baja. Edward no contesta, pero eso es mejor que su respuesta en el prado.  Me dolió pero tengo que darle tiempo, no presionarlo.

 

Bostezo. Tengo sueño y aun me siento un poco mal. Me recuesto y no pasa mucho antes de que la inconciencia me lleve.

 

Peter y Tanya, Alice y Jasper tienen una boda doble. Los cuatro se ven elegantísimos y muy guapos con sus respectivos atuendos. Alice lleva el vestido que diseñó y Tanya uno strapless y ceñido a sus curvas de infarto. Ambas llevan un bonito velo de novia y peinados elegantes. Jasper y Peter tienen trajes blancos. Ambos se ven guapísimos.

 

En una de las bancas están Rosalie y Emmett junto con Chris. Se dan un pequeño beso y miran conmovidos la ceremonia. Yo miro a mi lado izquierdo y está Edward, pero él no viene conmigo, viene con una chica rubia muy hermosa.

 

Me siento molesta y me quiero ir. 

 

—   Edward— susurro y él voltea a verme con frialdad.

 

 

—   Hola, Isabella— dice secamente.

 

—   ¿Quién es ella, mi amor?— le pregunta la rubia con la voz más chillona que he oído en la vida.

 

 

—   Ah, Isabella Swan, una amiga, nada importante— responde Edward antes de besarla.

 

—   ¡No!— grito y me incorporo violentamente. Estoy en la habitación de Edward, en el hotel.

 

 

—   ¿Qué tienes, Bella?— me pregunta Edward muy preocupado. Su voz suena adormilada.

 

Es de noche ya y la habitación está a oscuras. Edward toma mi rostro entre sus manos y trata de hacer que reaccione.

 

—   ¿Qué te ocurre? Responde…

 

—   Una pesadilla— murmuro. Edward suspira y me da un beso en los labios.

 

 

—   ¿Qué soñabas?

 

—   No, nada

 

—   Dime que soñabas— exige.

 

—   Es… es ridículo

 

—   Aun así quiero saberlo

 

Suelto un gruñido.

 

—   Soñé que te besabas con una tipa rubia ¿de acuerdo?

 

Edward se echa a reír y se levanta para encender la lámpara de la mesita. Me mira divertido.

 

—   No te preocupes, solo me gustas tú, ya te lo he dicho

 

—   Quizá mi subconsciente aún no lo asimila

 

 

—   Pues que se joda tu subconsciente… hazme caso a mí

 

Edward me toca la frente y sonríe.

 

—   Ya no tienes nada de fiebre, me alegro…

 

—   Me has cuidado mucho, ¿cómo no voy a recuperarme?

 

 

—   ¿Quieres darte un baño?— me pregunta con una sonrisa maliciosa. Oh, por supuesto que quiero.

 

—   Sí…

 

 

—   Vamos…

 

Me tiende la mano y me levanto. Estoy descalza y Edward lo nota.

 

—   Te cargaré

 

No tengo tiempo de protestar porque Edward ya me tiene entre sus brazos como si fuésemos recién casados. Mientras me lleva al baño fantaseo con esa idea, ser una pareja normal.

 

Edward me deja sobre la taza de baño y me ayuda a quitarme el suéter. Después desabrocha mi sostén y mis pezones se yerguen.

 

—   Esta es una visión estupenda— sonríe Edward—. Creo que me podría masturbar…

 

Me sonrojo furiosamente y  Edward suelta una carcajada mientras se quita la camisa, dejando al descubierto su hermoso y musculoso pecho. Me muerdo los labios sin que él se dé cuenta. Después se quita los pantalones y me percato de que su amiguito está más que despierto.

 

—   ¿Hay algo que te guste?— cuestiona con un tono burlesco y yo gruño.

 

—   La pregunta sería, ¿hay algo que no me guste?— replico. Edward me muestra esa sonrisa matadora antes de acercarse a mí y ayudarme a pararme.

 

 

—   Eso es lo que me pregunto yo cuando te veo, Isabella— oh, mi nombre sin duda suena demasiado sensual en sus labios—. ¿Prefieres una ducha o el jacuzzi? Ahora mismo tengo ganas de una ducha, me encantaría cargarte mientras lo hacemos…

 

—   Será una ducha, entonces— respondo entusiasmada. Los dos caminamos la corta distancia que nos separa de la ducha y nos metemos en ella. Edward abre la llave y sale agua tibia… Oh, esto es vida.

 

 

Edward me atrae hacia él y me besa con mucha pasión. Yo lo rodeo con mis brazos y restriego mi cuerpo contra el suyo. Edward gime despacio y muerde levemente el labio inferior de mi boca.  

 

—   Ya no lo resisto, rodéame con tus piernas, nena— me pide con la voz sumamente ronca.

 

—   Sí…

 

Subo una pierna y Edward me ayuda a subir la otra para luego penetrarme de una sola estocada como aquel día en el estacionamiento, solo que ahora se siente mucho más excitante ya que ambos estamos completamente desnudos.

 

—   No son tus días fértiles ¿verdad?— me pregunta mientras me embiste una y otra vez. Suelto gemidos sin parar. Se siente delicioso.

 

—   No…— respondo con dificultad.

 

 

—   Me voy a correr adentro, a la mierda si te embarazas, creo que lo soportaré…

 

No le hago caso. Yo solo estoy concentrada en este inmenso placer que estoy sintiendo. Mi espalda choca contra la fría pared del baño pero nada me interesa, solo quiero alcanzar el orgasmo.

 

—   Me fascinas, estoy loco por ti— gruñe y entierra su rostro entre mis pechos.

 

 

—   A mí igual— digo con el orgasmo a la vuelta de la esquina. Oh sí, estoy llegando y no será algo leve.

 

—   Déjate ir, nena— me dice con voz seductora.

 

En ese momento grito su nombre. El orgasmo es tan arrollador que me deshace en millones de pedazos; literalmente me siento así. Edward me embiste una vez más y se deja ir en mi interior.

 

—   Oh, Bella, se  siente tan bien— susurra cuando me deja en el piso—. Eres tan perfecta, me fascinas, nena…

 

—   Ajá— respondo. Estoy cansada. El orgasmo me ha dejado completamente fuera de sí. Edward suelta una risita y me abraza.

 

 

—   ¿Te has cansado?

 

Asiento.

 

—   Entonces yo te bañaré…— afirma muy firme y decidido.

 

Ahora mismo no tengo fuerzas para contestar. Dejo que Edward me lave el cabello y el cuerpo. Cuando mete su mano llena de jabón a mi parte íntima doy un respingo y me pongo roja. Estoy por detenerlo pero Edward me pide que me quede quieta.

 

—   Yo te voy a lavar, he dicho— dice severo.

 

Después me acerca a él y comienza a lavar mi trasero. Abro los ojos como platos y Edward vuelve a reírse.

 

—   Tu cuerpo es mío, tengo que lavarlo

 

—   Lo… lo puedo hacer yo misma— le digo avergonzada.

 

 

—   Todos los días te lavas tú sola— me gruñe—. Ahora deja que lo haga yo…— concluye con su sonrisa torcida.

 

—   Bueno, ya que insistes…

 

Edward termina de lavarme y luego se enjabona él. Se ve condenadamente sexy con el agua cayendo por su cuerpo desnudo.

 

 

Cuando salimos, Edward me envuelve con una bata de baño. Me siento calientita y muchísimo mejor. Edward se seca y después se coloca la toalla alrededor de la cintura. Se ve como modelo de revista. Es increíblemente guapo, tanto, que me siento fuera de lugar. Yo no debería estar con él. No soy digna de ser deseada por este adonis.

 

 

 

—   ¿En qué piensas?— me pregunta y me abraza.

 

 

 

—   Nada, solo estaba pensando en que eres muy guapo…

 

 

 

 

 

—   No más que tú…

 

 

 

—   Claro— mi sarcasmo sale a relucir. Edward me mira frunciendo el ceño.

 

 

 

 

 

—   Eres muy guapa— me dice.

 

 

 

—   No, no lo soy…

 

 

 

 

 

—   Lo eres y mucho…

 

 

 

—   Tú eres más guapo— sonrío.

 

 

 

 

 

—   Eso no es verdad, tú… bueno, está bien, yo soy guapo, pero tú eres hermosa, increíblemente hermosa…

 

 

 

Se me forma una sonrisa estúpida en la cara y para ocultarla, hundo mi rostro en su pecho y le doy un pequeño beso ahí.

 

 

 

—   Ven, te voy a secar el pelo y te lo cepillaré

 

 

 

—   Vaya, pero que atento estás hoy— le digo riéndome. Edward deposita un tierno beso en mis labios.

 

 

 

 

 

—   Yo siempre soy atento— pone los ojos en blanco pero sonríe—. Vamos, te peinaré…

 

 

 

Caminamos hasta el espejo del baño. Edward toma un cepillo y comienza a peinarme muy despacio.

 

 

 

—   Me dices si llego a lastimarte— hace una mueca de preocupación.

 

 

 

 

 

—   Lo estás haciendo bien— digo cerrando los ojos con una sonrisa de satisfacción. Esto es muy placentero, siento que me duermo. Edward me peina de una forma muy suave, todo lo contrario a Reneé, quien me peinaba con todas sus fuerzas. Ella era una madre muy cariñosa y la quería pero engaño a papá con Harry y nos abandonó a mí y a Anthony. Hago una mueca de dolor.

 

 

 

—   ¿Te lastimé?— Edward está alarmado. Abro los ojos y observo su rostro en el espejo.

 

 

 

 

 

—   No, lo que pasa es que recordé a mi mamá…

 

 

 

—   ¿Por qué la recordaste? ¿qué sucedió?

 

 

 

 

 

—   Nos abandonó cuando mi padre se quedó sin empleo, se fue con el mejor amigo de él— le cuento con tristeza—. La estoy recordando porque me acuerdo de cómo me peinaba para ir al colegio— me río un poco. Edward deja el cepillo y me abraza por detrás—. Me dejaba con dolor de cabeza, la verdad…

 

 

 

Edward se echa a reír. Al parecer me entiende.

 

 

 

—   Te comprendo, mi madre así me peinaba cuando era pequeño… diariamente hacía una lucha con mi cabello pero nunca le quedaba como a ella le gustaba, heredé el cabello rebelde de mi papá...

 

 

 

Me río. Me imagino a Esme luchando contra el cabello de un Edward pequeño.

 

 

 

—   Ahora, te secaré el cabello…

 

 

 

—   Mmm… no me gusta usar la secadora

 

 

 

 

 

—   Pero no puedes dormir con el cabello mojado…

 

 

 

—   No me voy a dormir todavía, podemos, no sé… ¿ver televisión?

 

 

 

 

 

—   Bueno, por mí no hay problema— sonríe—. Vamos a cambiarnos…

 

 

 

—   Yo no tengo ropa— me quejo.

 

 

 

 

 

—   Descuida, eso tiene solución

 

 

 

Me he puesto la ropa interior que llevaba pero tengo puesto un pijama de Edward el cual me queda enorme. Edward me dice que me veo muy sexy pero la verdad es que yo no lo creo.

 

 

 

Ambos estamos abrazados en la cama mientras vemos en la televisión un programa de comedia. Otra vez vuelvo a tener esa sensación de que somos una pareja normal y estable. De repente estornudo, Edward me pasa un pañuelo y yo me sueno la nariz, tratando de no hacer ruido. El dolor de cabeza y garganta y la fiebre han desaparecido por completo. No creo que sea solo el medicamento lo que me haya hecho mejorar. También han sido las atenciones que Edward ha tenido conmigo durante todo el día.

 

 

 

—   Se te ha secado el cabello— murmura mientras lo toca—. Bella, ¿quieres algo de cenar?

 

 

 

—   No, gracias…

 

 

 

 

 

—   Tienes que cenar— protesta.

 

 

 

—   No tengo hambre

 

 

 

 

 

—   Pero…

 

 

 

—   Por favor, no tengo hambre

 

 

 

 

 

—   Está bien— resopla—. Tengo sueño— dice—. Me gustaría dormir otra vez sobre tu pecho…

 

 

 

—   Hazlo— le contesto con una sonrisa tonta.

 

 

 

Edward se acomoda en mi pecho y respira profundo. Tiene una sonrisa hermosa en la cara. Le acaricio el cabello como la vez anterior hasta que se queda dormido.

 

 

 

Tengo el control remoto por un lado así que lo tomo y apago el televisor. Sigo acariciando el cabello de Edward hasta que me quedo dormida y no tengo pesadillas.

 

 

 

Cuando abro los ojos, aún está oscuro. Edward sigue sobre mi pecho. Respira acompasadamente lo cual me indica que sigue dormido. Hay un despertador en la mesita de noche que no está de mi lado. Son las cinco cincuenta de la mañana. Oh, Dios, tengo que llegar a mi casa a preparar el desayuno y llevar a Bree a la escuela.

 

 

 

—   Edward— susurro para despertarlo. No se despierta.

 

 

 

Intento moverlo, hablarle fuerte pero sigue durmiendo. Maldita sea, sí que tiene el sueño pesado.

 

 

 

Me levanto con cuidado y comienzo a vestirme. Edward de repente se levanta de un salto,

 

 

 

—   ¡Bella!— grita.

 

 

 

—   Aquí estoy— le respondo alarmada. Me acerco a él y me abraza con mucha fuerza.

 

 

 

 

 

—   ¿A dónde crees que vas?

 

 

 

—   A mi casa— respondo.

 

 

 

 

 

—   Aun estás enferma, Isabella— dice enojado.

 

 

 

—   Tengo que llevar a Bree a la escuela

 

 

 

 

 

—   Bien, te llevaré— bosteza.

 

 

 

 

 

—   No… ¿cómo crees?— pregunto alarmada. No quiero darle molestias.

 

 

 

—   Te llevaré, lo quieras o no…

 

 

 

 

 

—   Está bien— gruño. Edward enciende la luz del cuarto y comienza a vestirse a toda prisa. Yo me pongo mi uniforme rápidamente. Tengo que ir al vestidor a cambiarme, pero diablos, ahora deben estar cerrados. Bueno, no me queda de otra más que irme así.

 

 

 

Cuando estamos vestidos, Edward me da una chamarra suya,  nos vamos de la suite y bajamos hasta la recepción la cual está desierta. Cruzamos la recepción y nos dirigimos al estacionamiento donde está el Mini Cooper.

 

 

 

Edward me abre la puerta del auto y yo entro. Una vez en el interior del vehículo me pongo el cinturón de seguridad como la buena chica que soy. Edward al percatarse de que me lo puse me sonríe y arranca el auto.

 

 

 

Unos minutos más tarde estamos frente a mi edificio. Suspiro aliviada cuando veo en el celular de Edward que apenas son las seis veinte. Alcanzaré a prepararles el desayuno.

 

 

 

—   Te llevaré hasta a tu casa— me dice Edward—. Y llevaremos juntos a Bree, luego de eso elegirás donde quieres descansar, hoy no vas a ir a trabajar, ¿me has entendido?

 

 

 

—   Pero…

 

 

 

 

 

—   Pero nada, yo hablaré con Aro, esto está fuera de discusión

 

 

 

—   Bah… está bien— digo resignada.

 

 

 

Edward se baja y me ayuda a salir del auto como el caballero que es. Me rodea la cintura con el brazo mientras subimos las escaleras del edificio.

 

Cuando llegamos a mi casa, veo que papá va a empezar a cocinar. Los niños y él se sorprenden al verme y comienzan con el interrogatorio. Luego, Charlie ve a Edward y se queda boquiabierto.

 

 

 

—   No me digas que ustedes dos…— comienza a ponerse rojo por la rabia. Mi padre no quiere que me acueste con nadie debido a que podría salir embarazada. Un niño más que mantener no le vendría muy bien a nuestra familia.

 

 

 

—   Claro que no, señor Swan, dejé que descansara en mi suite, pero yo dormí en el sofá, se lo prometo…

 

 

 

 

 

—   Eso espero— nos mira con los ojos entrecerrados—. Bueno, Edward, dime Charlie, no me gusta el formalismo

 

 

 

—   Muy bien, Charlie…

 

 

 

 

 

—   ¿Quieres quedarte a desayunar?— le pregunto a Edward.

 

 

 

—   ¡Quédate!— exclama Anthony—. Bella cocina rico…

 

 

 

Me pongo colorada pero nadie lo nota porque estoy encendiendo la estufa.

 

 

 

—   Está bien, me quedaré— le responde Edward. Por el rabillo del ojo observo que Edward le revuelve el pelo a mi hermano. Me pregunto si será un buen padre en el futuro. No parece que los niños le desagraden, tal vez si lo sea.

 

 

 

Cocino huevos con tocino para todos. También preparo para mí a pesar de no tener mucha hambre ya que Edward se puede enfadar.

 

 

 

Todos comenzamos a comer y Edward sonríe al dar el primer bocado.

 

 

 

—   Vaya, te han quedado bien— me dice.

 

 

 

—   Solo son huevos— pongo los ojos en blanco pero después sonrío.

 

 

 

 

 

—   Lo sé… pero en mi casa, a la cocinera no le quedan muy bien…

 

 

 

—   ¿Y por qué no la despides?— le pregunta Charlie en broma. Edward sonríe un poco.

 

 

 

 

 

—   Porque la quiero mucho… es como mi abuela— explica Edward—.  se llama Violet y ella se encarga de todo, bueno, de la limpieza no, contrato a una señora una vez por semana para que limpie y le pago bastante bien ya que está necesitada, tiene cuatro hijos

 

 

 

—   Vaya…— dice mi padre. Yo lo miro con ternura. Este hombre es demasiado bueno.

 

 

 

 

 

Después de eso, hablan de negocios (específicamente de la firma de abogados) y aprovecho para  irme a cambiar de ropa y guardar mi uniforme en una bolsa. Como yo he terminado mi desayuno ya, recojo mi plato y el de Bree para llevarlos al lavadero. Antes de ir me percato de que Edward ya ha terminado también pero cuando estoy a punto de llevarme su plato Edward se incorpora con él en las manos.

 

 

 

—   Te ayudaré, Bella— me dice sonriendo de manera tierna… ¿cómo puedo negarme a semejante sonrisa?

 

 

 

—   Está bien— respondo y ambos dejamos los platos en el lavadero.

 

 

 

 

 

—   Que chico tan educado— se ríe mi padre—. Apruebo su relación, definitivamente

 

 

 

—   ¡Papá! — exclamo muy enfadada. Edward solo se ríe y no entiendo por qué… ¿qué acaso no le molesta que crean que somos novios? Es un maldito bipolar.

 

 

 

 

 

—   Bella, cálmate, solo bromea— lo defiende Edward. Me lleno de alivio, Edward solo finge que no le molesta y también que lo ha tomado como una broma.

 

 

 

—   Exacto, no te alteres— me dice Charlie alzando las manos como un detenido.

 

 

 

 

 

—   Yo lavo y tú secas— me propone Edward.

 

 

 

—   ¿Sabes lavar los platos?— le pregunto y él gruñe.

 

 

 

 

 

—   Claro que sí, no soy un inútil, de pequeños mi madre nos obligaba a Emmett y a mí a lavar nuestros propios platos y cuando estábamos castigados nos ponían a hacer labores domésticos, una tortura, pero gracias a eso sé muchas cosas y no soy un bueno para nada— me cuenta divertido.

 

 

 

—   Debiste tener una infancia dura— me burlo.

 

 

 

 

 

—   ¿Por qué lo dices?— cuestiona mientras me pasa el primer plato.

 

 

 

—   Debiste desobedecerla muchas veces…

 

 

 

 

 

—   No, que va… él que se portaba mal era Emmett, estaba loco y sigue estándolo

 

 

 

—    A mí me parece que es al revés— bromeo.

 

 

 

Terminamos de lavar todos los platos pero después papá pone el suyo pero nos dice que él lo lavará.

 

 

 

—   Vayan a dejar a Bree, que se hace tarde…

 

 

 

Edward revisa su celular. Son las siete quince. Acomodo la ropa de mi hermana y su lonchera nueva y nos vamos no sin antes despedirnos de papá y Anthony quienes no quieren ir en el auto a pesar de que se los ofrecemos. En ese momento Rosalie sale del departamento con su niño. Al vernos a mí a Edward nos sonríe.

 

 

 

—   Hola Rose— la saludo.

 

 

 

—   Hola, Bella— responde. Chris está adormilado como todas las mañanas y no habla.

 

 

 

 

 

—   ¿Tu hijo va al preescolar?— le pregunta Edward a Rosalie. Ella asiente.

 

 

 

—   Oh, podemos darte un aventón— le digo sonriendo.

 

 

 

 

 

—   ¿Podrían?— pregunta entusiasmada.

 

 

 

—   Claro, el auto es de Bella— dice Edward alegremente y yo bajo la mirada, muerta de vergüenza.

 

 

 

 

 

—   ¿Le compraste un auto? — exclama. La vuelvo a mirar y observo que está boquiabierta—. Eso es genial… ¿acaso ya están saliendo?

 

 

 

—   Algo así— responde Edward encogiéndose de hombros. Ahora la que se queda boquiabierta soy yo. Rosalie nos felicita y bajamos las escaleras.

 

 

 

 

 

Nos subimos todos al auto y Bree le pide a Edward conducir. Pongo los ojos en blanco cuando mi hermana se sienta en las piernas de Edward. Parece ser que él será un padre muy consentidor.

 

 

 

Llegamos al plantel segundos después para encontrarnos con que se suspendieron las clases debido a que la maestra de Bree y Chris dio a luz a su bebé. Yo pensaba que tendría al niño dentro de dos meses pero me abstengo de hacer un comentario al respecto. Rose me dice que hoy no tiene trabajo y me pregunta si la podemos llevar de regreso.

 

 

 

—   Claro que sí, Rose— le respondo.

 

 

 

Ahora el que quiere conducir es Christopher. Al parecer ha perdido toda su timidez. Edward lo sube en sus piernas y hace que conduzca de regreso al edificio.

 

 

 

—   ¡Mami!— chilla emocionado—. Estoy conduciendo…

 

Volteo a ver a Rose quien se ríe mucho. Bree está enfurruñada, ella quería conducir.

 

 

 

—   Luego, mi amor, es el turno de Chris— susurro en su oído. Mi niña asiente.

 

 

 

—   Ya estás grande, mi bebé— le contesta Rosalie a su hijo.

 

 

 

Cuando estacionamos frente al edificio vemos que el BMW de Emmett está estacionado. Edward frena y emite un gruñido muy feo. Se baja con Chris en los brazos y lo deposita en el suelo cuando salen.

 

 

 

—   ¿Qué tiene Edward?— pregunta Rose.

 

 

 

 

 

—   Vino su hermano, pero no sé por qué…

 

 

 

—   Ah…

 

 

 

Ambas nos bajamos del auto y cuando yo estoy en la banqueta dejo a Bree en el suelo. Edward mira enfurecido el auto de Emmett.

 

 

 

—   ¿A qué diablos vino?— pregunta.

 

 

 

—   Pues no sé— respondo con sinceridad.

 

 

 

 

 

—   Espero que Emmett esté arriba, cuando lo encuentre lo mataré

 

 

 

—   ¿Qué dijiste?— grita Rosalie y yo la miro confundida.

 

 

 

 

 

—   No te preocupes, Rose, no lo dice en serio— la trato de tranquilizar.

 

 

 

—   ¡Bella!— escucho el grito de Emmett y este sale del edificio. Chris se abraza a las piernas de su madre la cual está paralizada, con una mirada llena de horror. Emmett me mira—. Bella, dime dónde está Rosalie, te lo exijo…

 

 

 

 

 

Edward se acerca a mí y mira la escena. Emmett deja de mirarme y se percata de que Rosalie lo mira espantada.

 

 

 

—   Rosalie— dice Emmett con lágrimas en los ojos.

 

 

 

—   E… Emmett— tartamudea Rose.

 

 

 

 

 

En ese momento las cosas me encajan. Rosalie Masen… ella es la novia desaparecida de Emmett.

 

 

 

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Holaaaa! Aquí está su capítulo que espero de todo corazón que les guste. Al fin se resuelve el misterio que no es tan misterioso e.e jajaja y Edward ha tenido sus momentos de ternura, pero bah… eso no es nada a comparación de lo lindo (y posesivo) que puede llegar a ser. Apenas está comenzando la historia. Seguiré actualizando aunque no deba ya que debo estudiar (reprobé cinco materias de nueve y estoy depre y además ando enferma de no sé qué cosa, ya lo investigaré)  KEIT, muchísimas gracias por siempre recibir mis capítulos y corregírmelos y andarme regañando cuando te hago esperar demasiado, plis perdón, desde ahora cuando tenga el cap te lo enviaré y ya jajaja.

 

gatablack: Ya veo que te emociona lo del reencuentro jajaja. Espero que te guste este cap y que no te quedes muy picada xD. Sobre Edward, sí, está empezando a ser menos frío, pero bah… solo son momentos, volverá a ser algo cruel con ella en los próximos capítulos por lo mismo, porque no acepta todavía que la quiere. Sobre los síntomas… nah, Bella no se ha quedado embarazada de ese encuentro en el motel ya que tomó la post day (aunque no se la tomo de una manera correcta jajaja) Los mareos son el efecto de la pastilla solamente, no hay de que preocuparse (al menos no por el encuentro en el motel muajajajaa) Muchisimas gracias por seguir esta historia y tus comentarios.

 

 

Ingridcollen: Jajajaj siiii QUE SE JODA EL MUNDO!!! Jaja Me alegra que Eddy te guste tanto como me gusta a mi <3 espero no haberte decepcionado porque no pasara nada en el jet, es que no quería que Emmett cayera y se matara, tiene dos personitas por las cuales vivir. Plisss, no quieras matar a Ed, él es así porque no quiere admitir su amor, pero nada más, espero que este capítulo compense lo malo que ha sido con ella jejej. Sobre tu gripee… lo siento mucho, espero que te recuperes y si ya lo hiciste que bien. Jajaja el cap va dedicado a ti ya que me inspiré en lo que te pasó para hacer el capítulo (no te ofendas pliss u.u). Lamento que te hayan robado el celular, créeme, te entiendo ya me robaron uno una vez y no se siente bonito. Jajaja fue un chico guapo quien te asaltó? Vaya vaya vaya jajaja que suerte xD no te creas (bueno, si te asaltara un Edward Cullen acosador y sexy sí que lo sería :3) , cuando lo veas dale con la zapatilla (yo te recomendaría un bate de beisbol pero creo que eso es demasiado violento jeje) Nena, muchas gracias por comentar y seguirme. Espero que estés muy bien y que consideres seguir con tu historia como ya te lo dije en tu fic… me encanta tu fic, espero que quieras continuarlo algún día, aunque bueno, no te presiono, no te preocupes, si ya no quieres seguir, no soy nadie para decir que lo hagas. 

 

 

gloriacullen: Hola amiga!!! Espero que te guste este capítulo y me alegra que te haya gustado el anterior. Contestando a tu pregunta… lo de Edward lo voy a explicar en el POV Edward, pero aun no sé si publicarlo o no XD. Bueno, también en el POV Bella se va a explicar, pero ed lo explica desde el primer capítulo jajaa. Si, también quisiera a un Eddy que me cuide y me cele  (bueno, quisiera que  mi novio fuera así, por lo menos un poco jajaja). Muchas gracias por seguirme en esta loca historia y comentar. Ojalá que los demás capítulos también sean de tu agrado.

 

stephipattz: HOLAAAA mi bonita FAN #1 (Jjajaja bonita, frase de tu historia, ahora que lo pienso en la familia de mi novio me dicen así xD por eso me da risa cuando le dicen Bonita a Bella). Qué bueno que te gusto el capítulo y sí jajaja creo que si me estoy proyectando con eso de la agresividad, tengo cambios de humor últimamente (posiblemente esté embarazada jajaja ntc, bueno, uno nunca sabe :/ mañana iré con el gine a checarme, deséame suerte jajaa, me siento nerviosa, nunca he ido y no tengo idea de que me vayan a hacer) Espero no haber cortado el cap en una parte interesante jejej (bueno, creo que lo hice jajaja) Y sobre Edward y su “lo sé” pues entiéndelo un poquito (así como yo trato de entender al tuyo jajajaj) aún no es consciente de que quiere a Bella pero cuando lo esté… ¡AGARRENSE! JAJAJA (creo que extrañaran al Ed de ahorita jajaj ok no) Muchas gracias por tus lindos comentarios y tu apoyo, no sabes lo mucho que me alegra que me apoyen de esta manera, no solo por el hecho de que me lean sino porque este me parece un excelente medio para hacer amistades.

 

Pequeña_vampiro_97: Holaaa nena! Ajjajaja me reí mucho cuando leí tu comentario de que estabas en el clóset leyendo (las locuras que uno hace para seguir con el vicio e.e jajajaja, te entiendo perfecto) Espero que te guste este capítulo, al fin rose y Emmett se encuentran pero como soy mala jajaja lo he cortado y hasta que actualice continuará… Quizá haga un POV rose para ver que piensa ella jajaj, intentaré escribirlo cuando pueda y sobre la lluvia jajaja sí, me pareció algo lindo de poner, además estaban en Forks uno de los lugares mas lluviosos jejeje. No sabes lo feliz que me siento de que ames mi historia, yo también la amo y me divierto mucho escribiéndola. Sobre el “lo sé” como dije, es porque él no está consciente de que la ama (pero ya lo hará, ya verán, no tarda mucho en abrirse al amor, como dices) Muchas gracias por acompañarme en esta historia y dejar tus comentarios, me siento feliz cada vez que las leo y veo que les gusta lo que escribo… si llego a ser escritoras a todas ustedes les enviaré una copia de mi libro y las mencionaré en los agradecimientos :3  (Vaya, suena muy bonito, solo espero poder lograrlo ajaj) Bueno, espero que no se hayan enojado contigo por agarrar el celular jajaj.

 

violetamoon20: Jjaajaj sip, no fue en el avión sino en la fiesta. Espero que te recuperes pronto, el cap va dedicado a ti también, será como mi manera de animarlas (así como Anthony le hizo la historieta a John) . y respondiendo a tu pregunta sí, para que Ed se dé cuenta de su amor van a pasar momentos de drama, pero no te preocupes, tampoco pienso hacer un dramón, me trataré de controlar jejeje. No falta mucho para que sé de cuenta jejeje. Su separación ya se acerca, Ed se va el sábado y están a martes :3 (upsss, spoiler)

 

MUCHAS GRACIAS POR TODO SU APOYO. COMO DIJE AL PRINCIPIO, REPROBÉ MATERIAS ASÍ QUE NO SÉ SI PUEDA ACTUALIZAR TAN SEGUIDO COMO SIEMPRE. TRATARÉ DE DARME MI TIEMPO PARA ESCRIBIR (BAH… ¿A QUIÉN ENGAÑO? VOY A SEGUIR EN EL VICIO ASÍ QUE SEGUIRÉ ACTUALIZANDO IGUAL, YA ESTUDIARÉ EN LA ESCUELA) JAJAJA PLIS DESEENME SUERTE EN MIS EXTRAS U.U Y PARA QUE MAÑANA EL MÉDICO NO ME DIGA QUE TENGO ALGO MALO… BESOSSS!!! 

 

 

Capítulo 11: La fiesta Capítulo 13: El suicidio de Emmett

 
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