La camarera (+18)

Autor: Sasha_amane
Género: + 18
Fecha Creación: 22/05/2014
Fecha Actualización: 06/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 26
Comentarios: 173
Visitas: 78096
Capítulos: 26

Isabella una camarera honrada y trabajadora del hotel Vulturi que lucha por sacar adelante a sus hermanos, se encontrará con su escritor favorito, el atractivo Edward Cullen, autor de exitosas novelas de romance, cuando este haga una conferencia de prensa en el hotel para promocionar su más reciente libro.

 

Lo que ella no sabe es que Cullen ve en ella todo lo que quiere y no perderá la oportunidad de poseerla por completo. La estadía de Cullen en aquel hotel dura diez días en los cuales ambos disfrutan de una aventura pasional.

 

Cuando llega la hora de que Edward parta, Isabella queda desolada pero lo que ella no se imagina es que sus caminos se van a volver a cruzar, o que más bien... Edward no la dejará ir.  Isabella es suya para siempre. 

___________________________________________________________________

 

Hola :) este es mi primer fan fic y espero que les guste. Me siento feliz de poder publicar mi novela aquí después de mucho pensarlo. Muchisimas gracias a Keit, mi amiga, que me ha ayudado con la portada y el prefacio. 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 8: El departamento

Espero que disfruten el cap :) Muchas gracias a todas las que han recomendado mi Fic. Me super emocione cuando leí que me mencionaban y no me la creía :O MIL GRACIAS!  

______________________________________________

Capítulo 8: El departamento

 

POV Bella:

                     

Un departamento. Esto es el colmo.

 

—   Deja de decir tonterías y llévame al hotel, a comer o a donde quieras hablar

 

—   Antes te llevaré a tu nuevo departamento a donde quiero que te mudes ya…

 

 

—   ¿Te volviste loco?— pregunto—. ¿Cuándo has hecho esto y por qué no me avisaste?

 

—   No te avisé porque no ibas a aceptarlo y he mandado a mi hermano a encargarse de eso… me acaba de dar la dirección para que vayamos a verlo, cuando lo veas me dices si te gusta para comprarlo

 

 

—   Pues por más que me guste no lo voy a aceptar, ¿me has entendido?

 

—   Por favor, no te niegues, Isabella— suplica—. Me hace muy feliz que vivas como mereces, quiero darte todo lo que necesitas, todo lo que mereces

 

 

—   Edward— dejo mi tono molesto. Estoy conmovida por sus palabras. Le agradezco que se preocupe por mí pero yo soy muy orgullosa—. No tienes que hacer esto por mí, mi departamento está bien, me gusta vivir ahí…

 

 

 

Quizá si me tranquilizo y dejo de enfadarme con él lleguemos a un acuerdo. La verdad es que no puedo enojarme con él por querer comprarme un departamento porque en realidad no es nada malo. Lo que haré será convencerlo de desistir de esta locura.

 

—   Bella, por favor, acéptalo, me pone de los nervios que vivas ahí, hazlo por mi salud mental

 

—   Edward, te aseguro que nada va a pasarme… hemos vivido ahí mucho tiempo

 

 

—   Confío en que sabes cuidarte, pero acéptalo, por favor, hazlo por tus hermanos, se merecen una vida mejor

 

Hago una mueca de dolor. Me acaba de dar en lo que más me duele.

 

—   Edward, por favor no me hagas esto, yo sé que ellos se merecen lo mejor, pero yo quiero mejorar su vida por mi propio esfuerzo, trabajando duro

 

—   Te has esforzado mucho, Isabella… mereces que haga esto y muchas cosas más…

 

 

Estaciona el auto en la esquina de una calle que no conozco para que podamos hablar. Se quita los lentes y me muestra esa sonrisa torcida pero su mirada está llena de ternura.

 

—   Me he esforzado, pero lo que mi padre gana y lo que yo gano no nos basta para cubrir todas nuestras necesidades, quizá algún día mejore nuestra situación, pero…

 

—   Tu situación ha cambiado— me interrumpe—. Ahora estás conmigo, nada va a faltarte

 

 

—   Solo estaremos juntos unos días— le recuerdo.

 

 

—   Te dije que voy a regresar… me tienes completamente atrapado, Isabella… no sé qué me hiciste

 

Su confesión me corta la respiración unos segundos. Para empeorar las cosas, Edward se acerca y me da un beso que me termina de robar el aliento. Me besa con urgencia, con desesperación y no soy capaz de no corresponderle. Estoy perdidamente enamorada de él, sin lugar a dudas.

 

Mientras lo beso, pierdo la noción del tiempo y del lugar en el que estamos. No me importa nada más que sentir sus labios moviéndose a la perfección junto a los míos. Parece que nacimos el uno para el otro, pero él jamás me verá con amor. Solo es deseo lo que siente por mí. Con ese pensamiento corto el beso, fingiendo querer respirar.

 

Edward junta nuestras frentes y sonríe. Toma una de mis manos y la coloca en su erección.

 

—   Isabella eres capaz de excitarme con tan solo un beso, sin siquiera tocarte— dice jadeando—. Nunca me había pasado tal cosa…

 

El tener mi mano sobre su miembro tiene un efecto en mi entrepierna. Estoy comenzando a excitarme. Sonrío complacida por lograr ese efecto en él.

 

—   Vamos a ver tu departamento, por favor— me pide mientras se aparta. Sus hermosos ojos verdes brillan de la emoción. Parece un niño pequeño.

 

—   Edward…— comienzo a protestar.

 

 

—   Por favor, Isabella…

 

—   Está bien, pero solo a verlo…

 

 

—   No, me vas a dar tu opinión, si te gusta, te lo compro

 

—   Edward, ¿Y si no me gusta?

 

 

Me sonríe divertido.

 

—   Buscaremos otro, pero tienes que ser sincera, Isabella… si te gusta el departamento lo voy a comprar

 

Pongo los ojos en blanco. Edward arranca el coche y nos vamos.

 

Después de unos pocos minutos estaciona en un edificio de departamentos de lujo… ¿No podías ser más esplendido? Pienso con sarcasmo.

 

Edward me ayuda a bajar y me da un beso en la mejilla cuando finalmente estoy afuera.

 

—   ¿Y esa mancha?— dice mirando mi hombro mientras entramos al edificio.

 

—   Alice— respondo sonriendo levemente—. Le han hecho una broma muy cruel y se echó a llorar, la abracé y me manchó de delineador

 

 

—   ¿Qué le han hecho?— pregunta divertido.

 

—   Le llevaron un vestido que parecía cortina y le hicieron creer que eso era su vestido…

 

Los dos nos echamos a reír. Edward todavía mantiene el brazo alrededor de mi cintura mientras subimos por el elevador. Cuando se abren las puertas hay un estrecho y corto pasillo donde está una puerta color gris.

 

—   Espero que te guste, Bella…

 

Suspiro frustrada mientras él abre la puerta.

 

—   Oh, Dios— susurro cuando veo el precioso departamento que tengo frente a mí. Hay una sala con sillones blancos de piel y alcanzo a ver la terraza que hay después de ésta.

—   ¿Te gusta?— pregunta ilusionado—. Mi hermano lo escogió

 

—   ¿Dónde está él?

 

 

—   ¡Aquí estoy!— exclama un chico bastante musculoso saliendo de lo que parecer ser la cocina. Tiene una sonrisa extremadamente bonita y unos hoyuelos en las mejillas que me recuerdan a alguien… ah, sí, a Chris, el hijo de Rosalie. Es muy alto y atractivo, pero no tanto como Edward y tampoco tiene el cabello cobrizo, sino muy oscuro. Lo que si tiene son los mismos ojos de su hermano.

 

—   Hola, Emmett— saluda Edward.

 

 

—   Hola, Ed— se vuelve hacia mí—. Tú debes ser Isabella, la chica que él no para de mencionar…

 

Me ruborizo y noto que Edward también. Emmett me dedica una sonrisa amable, me extiende la mano y yo extiendo la mía estrecharlas pero Edward carraspea suavemente y me aparta… no sé qué rayos le sucede.

 

—   ¿Te gusta el departamento?— me pregunta Emmett ignorando la grosería de Edward. Asiento.

 

—   Me gusta mucho, es precioso, pero…

 

 

—   Pero no te gusta la idea de cambiarte de casa— concluye.

 

—   Exactamente— le sonrío. Edward se pone tenso a mi lado; sigue rodeando mi cintura de forma posesiva. Emmett mira a su hermano con el ceño fruncido.

 

 

—   Te dije que esto no es lo mejor… estás abrumandola

 

Emmett me entiende, definitivamente me cae bien. Me pregunto por qué Edward no puede pensar igual.

 

—   Le voy a comprar el departamento— dice entre dientes—. No voy a permitir que siga viviendo en aquel edificio…

 

Emmett pone los ojos en blanco y yo muy dentro de mi, le suplico que me ayude.

 

—   Creo que Isabella debe opinar sobre esto…

 

—   No quiero cambiarme de casa— musito. Maldita sea, se lo he dicho a Edward no sé cuantas veces y al parecer no lo comprende.

 

 

—   Isabella…— comienza a protestar Edward.

 

—   Ya la escuchaste— lo corta Emmett—. Si ella no quiere un departamento nuevo no puedes obligarla

 

 

Edward me suelta y gruñe antes de salir hecho una furia del departamento. Azota la puerta y eso hace que me sobresalte.

 

—   No le hagas caso— me dice Emmett—. Mi hermano siempre se enfada cuando no consigue lo que quiere…

 

—   Tú no eres así ¿Verdad?— pregunto nerviosa y Emmett se echa a reír antes de revolverme el cabello como si fuera una niña pequeña.

 

 

—   Por supuesto que no, Isabella…

 

—   Dime Bella— le digo y él sonríe. De verdad se parece demasiado al niño de Rose.

 

 

—   Muy bien, Bella

 

Le sonrío de manera amistosa.

 

—   Bueno, aunque no quieras el departamento, puedo mostrártelo, quiero que veas las habitaciones, son muy espaciosas…

 

Hago una mueca. No creo que Edward quiera que su hermano me dé un tour por el departamento y menos por las habitaciones. Emmett se percata de mi incomodidad y se echa a reír.

 

—   No te preocupes, Bella, no te voy a hacer nada, valoro mi vida, Edward me arrancaría la cabeza si toco a su mujer, que por cierto es hermosa

 

Mi cara comienza a arder. Él se ríe pero luego se pone serio.

 

—   Es broma… yo nunca tocaría a nadie porque… le soy fiel a la mujer que amo

 

—   ¿Eres casado?— pregunto aliviada. Emmett niega la con la cabeza con una mirada muy triste.

 

 

—   No… no quise casarme con ella porque en ese tiempo era un inmaduro, la amaba, la amo todavía, pero la perdí por imbécil, por no quererme casar… ahora lo que más deseo es encontrarla y casarme con ella, reparar todo el daño que le causé, ella era tan hermosa y no merecía sufrir así

 

Me quedo sin respiración. Emmett habla con tanto amor y dulzura… ahora me doy cuenta de cuanto me gustaría que alguien hablara así de mí. Quizá algún día, cuando Edward se haya ido y yo encuentre a un buen hombre que sea capaz de amarme y desearme y no solo verme como un objeto sexual.

 

—   Perdóname, Bella— me dice Emmett sacudiendo la cabeza y recuperando su bonita sonrisa—. Seguramente no te interesaba saber eso…

 

—   No, no te preocupes, Emmett— me apresuro a decirle—. Pienso que mereces ser perdonado, ojala la encuentres…

 

—   Sí— suspira—. Ojala la encuentre, bueno, ¿quieres ir al piso de arriba? Quiero que veas el departamento

 

 

—   Está bien— sonrío. Ahora me siento confiada. Emmett me toma del brazo con delicadeza y me lleva hacia las escaleras las cuales subimos.

 

—   ¿Quieres que te muestre el cuarto de juegos primero? Está genial…

 

 

Asiento y Emmett me conduce por el pasillo hasta que llegamos a la última puerta. La abre y entramos.

 

—   Wow…

 

La habitación es grande, con una pantalla de aproximadamente sesenta pulgadas en la pared del fondo. Frente a ésta está un sillón negro.  Hay varias consolas diferentes de videojuegos  y una mesa de billar y otra de hockey, entre otras cosas.

 

—   Oye, ¿están vendiendo el departamento o rentándolo?— le pregunto—. Tiene demasiadas cosas…

 

—   Está a la venta… este departamento es de un tipo que acaba de casarse , aquí vivía cuando era soltero, está vendiendo el departamento con todo lo que ves aquí… me ha dicho Edward que tienes un hermano de diez años y una hermana de cuatro así que busqué un lugar que sea adecuado para ellos también…

 

 

—   Creo que se volverían locos— digo riendo.

 

—   Tú no quieres esto ¿verdad?— me cuestiona y yo niego con la cabeza—. Edward definitivamente enloqueció, no quiero ofenderte, pero me parece excesivo lo que hace, preferiría que se tomara las cosas con más calma

 

 

—   No me ofendes, Emmett— le digo suspirando—. De hecho, es lo mismo que pienso yo, Edward y yo apenas nos conocemos, no somos pareja ni tenemos planes de serlo

 

—   Vaya— se ríe nervioso. Se pasa la mano por la nuca—. Yo creí que eran novios, no sé, mi hermano parece muy entusiasmado contigo

 

 

—   Ya me han dicho cosas parecidas— murmuro—. Pero la verdad es que Edward y yo no estamos saliendo, somos amigos…

 

—   Entonces me extraña que quiera hacer esto— dice frunciendo el ceño—. Jamás ha hecho esto por ninguna otra chica, él es un tipo que se liga a alguien una noche y luego ya no quiere saber más…

 

 

Siento una sensación extraña en mi pecho. Estoy algo molesta por lo que me ha dicho Emmett. Creo que estoy celosa.

 

Pero, por otro lado, me alegra escuchar que soy la única con la que ha estado más de una noche. De cierta forma soy distinta a las demás.

 

—   Perdona, no debí decirte esto, no le digas a Edward, sino me matará

 

Me río.

 

—   Claro que no…

 

—   Bien, ahora te llevaré a las habitaciones, quiero que las veas

 

Me toma de la mano y me conduce a la primera puerta del pasillo. Emmett abre la puerta y frente a mí está una hermosa habitación de paredes blancas y una cama con dosel. Me parece perfecta para mi niña.

 

—   Ésta sería linda para mi hermana— susurro.

 

—   Sí, nada más se cambiaría el color de las paredes y los muebles para que quede como la habitación de una niña— me explica amablemente—. El departamento cuenta con cuatro habitaciones, tres arriba y la principal está abajo al igual que el estudio… cada habitación tiene su propio baño

 

 

—   Vaya, eso es genial…

 

—   ¿Sí, verdad? Soy un genio, aprendí de esto cuando…

 

Emmett se calla porque de repente se escuchan gritos. Es Edward y me está llamando. Emmett se queda quieto al igual que yo.

 

Edward entra la habitación como un torbellino y me aleja de su hermano para ponerme detrás de su cuerpo.

 

—   ¿Qué carajo haces con mi mujer aquí?— le grita. Emmett está sonriendo y me mira mientras yo me pongo de un color escarlata. Edward ha dicho “mi mujer” delante de alguien—. Es mía, Emmett, que te quede bien claro

 

—   Cálmate hermano, le estaba enseñando el piso de arriba…

 

 

—   ¿Y por qué no me esperaron?— sigue gritando. Estoy muy asustada; no quiero que se pelee con Emmett.

 

—   Porque si no mal recuerdo, tú saliste del departamento como una fiera y no sabíamos si ibas a regresar…

 

—   Era obvio que iba a regresar— sisea y voltea a verme—. Ella está aquí

 

 

—   Calmate, Edward— le pido en voz baja—. No te comportes como un niño

 

—   Eres mía— dice con intensidad—. Y tengo que aclarárselo

 

 

—   Maldita sea, ya me quedó bastante claro— gruñe Emmett—. Jamás me atrevería a hacer algo así y lo sabes…

 

Edward se vuelve hacia su hermano y suspira, ya más tranquilo.

 

—   Perdón, Emmett— masculla.

 

—   Estás volviéndote loco, de verdad— se queja su hermano—. Los dejo a solas para que hablen, ya le terminarás de mostrar el departamento…

 

Emmett se va de la habitación y yo miro enfadada a Edward.

 

—   ¿Qué?— me pregunta con brusquedad. Pongo las manos en la cintura y lo miro amenazante.

 

—   Eres un idiota— lo regaño—. Te has comportado como un animal, es tu hermano y es muy buena persona

 

 

—   No confío en nadie, Isabella… eres demasiado hermosa— susurra mirándome de arriba abajo con deseo. Joder, esa mirada me enciende.

 

Me muerdo el labio sin poderlo evitar y después de eso Edward me toma entre sus brazos bruscamente y me besa.

 

—   Ah— jadeo contra sus labios. Me carga y sin dejar de besarme me lleva hasta una pared en donde mi espalda queda apoyada. Cuando me pone en el suelo, rodeo su cuello con los brazos y tiro de su cabello mientras lo beso con pasión. Mi pecho arde por lo rápido que late mi corazón.

 

Edward restriega su cuerpo contra el mío haciéndome notar su erección.

 

—   Mía— dice con la voz ronca mientras me muerde el cuello—. Eres mía, Isabella

 

Oh, mi Dios. Mi nombre suena tan sexy en sus labios. Quizá por eso no le dije que me llamara Bella desde un principio.

 

—   Tuya— respondo fervientemente mientras sigue en mi cuello. Edward me agarra una de las nalgas con fuerza y eso me hace gruñir. Estoy excitadísima, siento que me quemo por dentro.

 

—   Ah, ¿qué me hiciste?— gruñe—. Nunca he sido celoso… contigo es distinto… quiero matar a cualquier hombre que se te acerque, hacerlo pedazos

 

Mientras dice eso me agarra fuertemente del cuello y eso me lastima un poco.  Luego me suelta y cuando lo hace estoy jadeando en busca de aire.

 

—   Muero por darte muy duro a cada momento— se acerca de nuevo a mí y me vuelve a aprisionar contra la pared—. No sales de mi mente, me tienes trastornado, deseoso de tocarte cada segundo

 

Acaricia uno de mis brazos. Luego me  mira a los ojos. En los suyos hay deseo.

—   Tu piel es tan blanca, tan perfecta— murmura mientras pasa su lengua por mi cuello. Suelto un gemido—. Oh, y esa manera de gemir, me vuelve loco

 

Y esas palabras a mí me vuelven loca. Este hombre me está matando y eso que tengo puesta la ropa aun. Mis bragas en este momento están empapadas. Me siento lista para él.

 

Edward al parecer lee mis pensamientos ya que desabrocha mi pantalón y lo baja un poco. Sospecho lo que va a hacer y eso hace que me retuerza un poco.

 

—   Separa un poco las piernas— me pide y lo obedezco. Hace a un lado mis bragas y mete un dedo en mi intimidad—. Oh, preciosa, siempre tan mojada y lista para mí

 

Pues sí, idiota, ¿cómo no voy a estarlo si me tienes así?  Pienso cuando Edward comienza a mover su dedo adentro de mí. Oh, que delicia. Se siente muy bien. Me arqueo y cierro los ojos, disfrutando de como Edward me penetra con su dedo.

 

Entra y sale una y otra vez.

 

—   Edward— gimo. Él me regala una sonrisa torcida mientras sigue con su exquisita tortura. Me voy a correr si sigue así.

 

—   Voy a hacértelo— me informa y saca el dedo. Me le quedo viendo fastidiada, estaba a punto de venirme—. Voy a dejar que te corras también— se ríe al ver mi cara.

 

 

—   ¿Vamos a hacerlo aquí?— le pregunto nerviosa. Edward asiente.

 

 

—   Compraré el departamento ¿a quién carajo le importa?

 

—   No aquí… quiero que esto sea el cuarto de mi hermana— me quejo y Edward sonríe de oreja a oreja.

 

 

 

—   ¿Vas a aceptarlo, entonces? — pregunta muy ilusionado.

 

—   Convénceme— lo provoco.

 

 

—   Oh, nena, no sabes cuantas ganas tengo de convencerte…

 

Sin que me lo espere me carga como si fuese un bebé.

 

—   Bájame— le digo riéndome. Agito las piernas y me retuerzo para que me suelte pero él ni siquiera se inmuta. Es muy fuerte. Muy fuerte y sexy.

 

—   Vamos a la habitación principal… Emmett me dijo que es la que está abajo

 

 

—   Vamos— respondo. No aguanto más, lo deseo como una loca.

 

Edward baja las escaleras conmigo en brazos y yo sigo sorprendida de que tenga tanta fuerza.

 

—   ¿Cómo es que me puedas cargar mientras bajas las escaleras?— le pregunto. Edward pone los ojos en blanco pero se ríe.

 

—   Eres bastante liviana, no sé si lo notas… debes pesar unos ¿Qué? ¿Cincuenta kilos?

 

 

—   Cuarenta y ocho en realidad— susurro mientras recuerdo la última vez que me pesé que fue hace como dos semanas en casa de Alice. Edward ahora deja de sonreír.

 

—   Estás muy baja de peso— dice preocupado. Se me viene a la mente el regaño de Alice por mi peso. Ese día fui a probarme mi vestido por enésima vez. La duende, al verme tan delgada me obligó a pesarme.

 

 

—   Bah… no es para tanto, estoy bien

 

—   No lo creo...

 

Me baja y estamos frente a una puerta negra. 

 

—   Debe ser la habitación— murmuro mientras la abro. Sí, es la habitación. Es hermosa.

 

Las paredes son blancas al igual que la habitación de arriba, pero la cama no tiene dosel y es mucho más grande. La pared de la izquierda es completamente de cristal y tiene una vista estupenda de Seattle. Qué maravilla.

 

—   Esta habitación es hermosa— susurro mientras me acerco. Con una mano toco el cristal. De pronto siento que Edward me rodea por detrás y me besa el cuello. Eso me hace estremecer y sentir como me recorre un escalofrío por la piel.

 

—   No, la hermosa eres tú— dice sonriendo. Echo la cabeza para atrás cuando Edward pasa su lengua por mi cuello otra vez. Sus manos bajan de mi cintura hasta mi parte íntima. Mete las manos debajo de mis bragas y toca mi escaso vello púbico—. Me encanta esta parte de ti…

 

 

Me volteo hacia él y lo beso. Edward me corresponde con mucho entusiasmo y me toma de la cintura para pegarme a su cuerpo. Está muy excitado al igual que yo. Ambos nos deseamos, no lo puedo negar.

 

—   Vamos a la cama— dice soltándome. Me toma de la mano y me guía hasta la enorme cama—. Ponte a cuatro y baja tus pantalones un poco…

 

—   Está bien— musito mientras bajo un poco mis pantalones junto con mis bragas. Mi trasero queda expuesto a su inescrutable mirada cuando me pongo a cuatro en la cama.

 

 

Escucho que Edward baja el cierre de su pantalón pero no volteo. Miro hacia el frente mordiéndome el labio inferior. Después de eso, Edward me quita los zapatos y me acaricia los pies.

 

—   Tienes unos pies preciosos— dice antes de besar uno. Suelto una risita; me ha dado cosquillas—. Voy a ponerme el condón, no te muevas…

 

Asiento y escucho como saca el paquetito del bolsillo del pantalón. Cuando lo rasga me siento emocionada. Lo quiero adentro ya.

 

—   Prepárate, Isabella— me dice antes de penetrarme con brusquedad.

 

—   ¡Ah!— exclamo por la sorpresa y porque se sintió tremendamente placentero.

 

 

—   Esto va a ser rápido— me advierte mientras se mueve sin piedad adentro de mí. Cierro los ojos y suelto gemidos sin parar. Me abstengo de decir palabras sucias aunque muero por decirlas. No quiero que Edward se burle de mí—. Eres… mía— grita—. Yo soy el dueño de esto, ¿lo entiendes?

 

—   Ah… si… ¡Soy tuya!

 

 

—   Oh, Isabella…

 

Ahora ya no me embiste rápido pero si con furia. Cada estocada hace que suelte un grito. Me está matando. Mi cuerpo busca desesperadamente alcanzar el clímax, liberarse de tanta tensión y lo está consiguiendo. Cada segundo que pasa me acerco más y más.

 

—   Nunca vas a dejarme — masculla volviendo a darme rápido—. Jamás vas a pertenecer a otro

 

En ese momento no soy capaz de pensar con coherencia. Soy suya, para siempre

 

—   ¡Córrete, Isabella, córrete!— me ordena y eso es exactamente lo que hago. Me vengo de una forma intensa, gritando su nombre como si me estuvieran matando. Después siento como él gruñe y se corre también.

 

Cuando me termino de venir mis brazos me fallan y caigo sobre el colchón. Edward se retira de mí con cuidado.

 

—   Ha sido alucinante— dice y luego se inclina para besarme la espalda. Estoy respirando agitadamente y me siento muy cansada—. ¿Qué te pasa, Isabella?— me pregunta serio ahora.

 

—   Nada— respondo—. Me he cansado…

 

 

—   Ah— se ríe aliviado.

 

Cuando tengo fuerza me levanto y me subo las bragas y los pantalones. Edward sale de una habitación que supongo es el baño. Ha ido a tirar el condón.

 

—   El baño es increíble— me sonríe y me levanto sintiendo una punzada de curiosidad.

 

—   ¿Puedo verlo?

 

 

—   Claro que puedes verlo…

 

Me acerco a la puerta que está en la pared contraria a la de cristal y entro. Me quedo impresionada viendo el fabuloso baño que se encuentra frente a mí. Tiene jacuzzi, como el del hotel.

 

—   Es increíble…

 

—   Es tuyo— me recuerda y yo niego con la cabeza.

 

 

—   Edward, me ha gustado el departamento, no puedo mentirte, pero no quiero que lo compres, me gusta mi casa

 

—   Demasiado tarde, te traje aquí con engaños— sonríe de forma culpable y yo lo miro con una ceja arqueada—. Ya he comprado el departamento porque presentía que iba a gustarte…

 

 

—   ¡¿Hiciste qué?!— exclamo escandalizada. Santa madre de Dios… ¿Hasta cuándo dejará de sorprenderme este hombre? Le dije bien claro que no lo hiciera pero lo hizo, maldita sea.

 

—   Compré este departamento para ti— me dice con voz muy tierna. No, no me va a convencer. Que se joda y que se meta el departamento por donde no le llega la luz yo me largo de aquí.

 

 

—   Pues no, no lo quiero, hasta nunca, Edward, hasta aquí llegó mi paciencia

 

Me intenta detener pero le doy un pisotón y grita por el dolor. Me siento indignada no por el hecho de que me haya comprado el departamento sino porque me trajo aquí con engaños. Pensé que no lo había comprado y que trataría de convencerme.

 

Sé que no debo estar tan furiosa pero lo estoy. Me saca de quicio que Edward se comporte así porque solo me ilusiona; llego a creer que volverá cuando lo cierto es que no lo va a hacer. En Londres me olvidará y se conseguirá a otra y yo me voy a quedar con una casa que será mi premio de consolación, que será mi recompensa por haberlo complacido. No, yo no soy una puta, no me acuesto con él por los lujos.  

 

Corren las lágrimas por mis mejillas mientras me dirijo hacia el elevador.

 

¡Estúpida, estúpida, estúpida! Me grita mi subconsciente. Sin duda alguna lo soy. Si él me quisiera, ese departamento me gustaría, quizá estaría algo reacia a recibirlo pero muy en el fondo, halagada. Ahora mismo solo me siento estúpida.

 

Edward corre para alcanzarme pero cuando él llega las puertas del elevador se cierran.

 

No quiero llorar pero lo hago. Los sollozos se me escapan sin que yo pueda hacer algo para evitarlo. Llego al primer piso y salgo disparada hacia la salida. Seguramente Edward vendrá detrás de mí, o quizá no. Tal vez ya se hartó de que siempre lo mande al diablo.

 

La verdad es que no lo culparía. Desde el principio me aclaró que lo que sentía por mí no era amor y aun así seguí adelante con esta mierda. Yo tengo la culpa de todo lo que está pasando.

 

Estoy vagando por las calles cuando de repente comienza a llover. Me preocupo por mi teléfono pero descubro que no lo llevo conmigo. Se debió caer mientras tenía sexo con Edward. Bien, así no me encontrará.

 

Sigo caminando. Estoy empapada de pies a cabeza pero ya nada me interesa en estos momentos, solo quiero regresar el tiempo y seguir pensando que Edward Cullen es un viejo que sabe escribir muy bien. Ahora ya ni siquiera podré volver a leer sus novelas sin echarme a llorar, recordando lo que ha pasado con el escritor. Soy una imbécil por haberme enamorado de él, por entregarle mi virginidad y por dejar que él me vea como un objeto sexual. Me odio a mí misma, de verdad que me odio; soy de lo peor.

 

De repente un auto estaciona justo en el lugar donde estoy. Mi corazón se acelera pensando que puede ser el Volvo pero siento una punzada de decepción cuando veo que es un BMW rojo. Pensándolo bien, es el mismo que mi padre reparaba.

 

Emmett se baja del auto y me mira confundido. Corre hacia mí y me dice que me suba cuanto antes. Lo hago sin replicar. Me siento aturdida.

 

—   Oye, ¿qué ha pasado?— pregunta.

 

 

—   Compró el departamento— murmuro. Miro distraídamente la guantera del auto. Emmett sigue sin encender el coche.

 

—   Lo sabía— susurra—. Pero te juro que intenté detenerlo

 

—   Ya sé que estás de mi lado en esto— suspiro.

 

—   Bella, te llevo a tu casa, si quieres— dice.

 

 

—   Gracias, Emmett… por favor no le digas a Edward que me encontraste, ¿Sí?

—   Está bien, Bella, como tú digas— arranca el coche y nos vamos—. ¿Quieres ir a tomar un café antes?

 

—   No, quiero ir a mi casa… — susurro mientras veo por la ventana las gotas de lluvia que están en la ventana. Afuera está cayendo un aguacero del infierno. Seattle es un lugar donde llueve mucho, pero lo curioso es que hace días no llovía y ahora que me siento devastada, el clima se pone así. Le indico a Emmett por donde está mi casa y él sigue mis instrucciones.

 

 

Cuando se detiene frente al edificio sonríe.

 

—   Así que Edward no quiere que vivas aquí…

 

—   Sí— suspiro—. El edificio es viejo, pero me gusta

 

 

—   Yo no le veo nada de malo al edificio, la verdad, Edward es un exagerado y se ha vuelto un sobreprotector de lo peor… ¿sabes? Creí que ibas a caerme mal… Edward habla de ti hasta por los codos, me tenía un poco harto

 

No me ruborizo. No tengo humor para avergonzarme; así de mal me siento.

 

—   Hey, levanta ese ánimo… me deprime verte así…

 

—   Me siento muy triste, Emmett

 

 

—   No sufras por el idiota de mi hermano— lo dice poniendo los ojos en blanco y eso me hace sonreír un poco—. Bueno, ya te saqué una sonrisa… eso es algo

 

Lo miro y me pregunto por qué no conocí a Emmett en lugar de Edward. Emmett es un tipo normal y muy amable, quizá seguiría siendo virgen y no me sentiría como un objeto.

 

—   ¿Quieres que te lleve adentro?— me pregunta y yo niego con la cabeza.

—   No gracias, Emmett, estaré bien

 

—   Bueno, Bella, fue un gusto conocerte… espero verte el lunes en la fiesta de mi padre

 

 

—   No voy a ir

 

—   Vamos, por favor… si quieres ve como mi acompañante… vamos a darle un poco de celos al cabrón de mi hermano, quizá con eso ya se anime a pedirte que seas su novia

 

Sonrío ampliamente ya que la idea no me desagrada en lo absoluto. Pero… no tengo que ponerme. Dudo que Alice me dé el vestido que me compró porque seguramente está enfadada porque la dejé para irme con Edward.

 

—   Lo voy a pensar, ¿Está bien?

 

—   Está bien, me llamas, te dejaré mi número y tú dame el tuyo

 

 

—   No tengo mi celular, se me ha olvidado en el departamento y ya no quiero recuperarlo…

 

—   Oh, entonces te llamaré a tu casa…

 

 

—   No tengo teléfono, si alguien quiere llamarme me llaman con Rose, mi vecina

 

—   Oh, no me agrada mucho eso de buscarte con una vecina, mejor te dejo mi celular y te llamo mañana

 

 

—   Oye, no puedes dejarme tu celular

 

—   Descuida, ninguna chica te va a llamar pidiendo sexo

 

 

 

Se me escapa una carcajada.

 

—   Si ves en la pantalla Edward, no contestes, si ves que dice escuela, lo haces… te llamaré desde ahí

 

—   ¿Tú vives en Seattle?— interrogo.

 

 

—   Sí…  soy director de un colegio…

 

—   Wow…

 

 

—   Ya sé— gruñe—. No lo parezco…

 

—   No, no es eso… solo que te ves muy joven

 

Se encoge de hombros.

 

—   Bueno, tengo treinta años, no soy tan joven…

 

—   Eres muy joven, por lo menos para ser el director de un colegio…

 

 

—   Ya te platicaré después como llegue a serlo, ahora ve a tu casa— dice tendiéndome el celular—. Y báñate, que puedes enfermarte…

 

—   Lo haré— le sonrío y me bajo del auto. Ha dejado de llover y eso me alegra.

 

Me despido con la mano antes de entrar en el edificio.

 

Cuando llego a casa, Charlie y los niños ven televisión.

 

—   ¡Hija!— exclama mi papá con sorpresa mientras mis hermanos corren para recibirme—. ¿Qué haces aquí tan temprano y por qué estás mojada?

 

—   He salido temprano porque he ido con Alice a ver su vestido de novia y estoy mojada porque me atrapó la lluvia mientras venía para acá… ella se fue con Jasper y yo me vine sola, no quería molestarlos…

 

 

—   Ah, ya…— se ríe.

 

—   Hola, pequeños— les digo a mis hermanitos.

 

 

—   Hola, Bella— me dice Anthony. Bree me mira divertida.

 

—   Ve a bañarte, Bella— me dice y yo asiento.

 

 

—   Ya voy

 

Me dirijo hacia el baño y me desnudo lentamente. Vuelvo a echarme a llorar, pero está vez en silencio para no asustar a mis hermanos o a papá.

 

Oh, Edward. Quisiera ahora mismo estar contigo, abrazándote. No tienes idea de cuánto te quiero, de que me robaste el corazón desde el primer instante en que nos encontramos. Eres guapo, rico, inteligente y perfecto, pero no es eso lo que me hace estar enamorada de ti. Te quiero por lo que eres, por lo que me haces sentir, por cómo me llevas al cielo cada vez que me besas o cuando me haces el amor. No… tú no me haces el amor, solo tienes sexo conmigo.

 

Suelto un gemido de dolor. Mi corazón está roto y me siento deshecha. 

Capítulo 7: La broma Capítulo 9: La disputa

 
14439123 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios