Capítulo 22: La boda
POV Bella:
— Papá, no digas eso por favor- le pido.
— No, hija, estoy en todo mi derecho, Reneé me hizo mucho daño, yo realmente la amaba y cuando más la necesité me traicionó y no solo me abandonó a mí sino a ti y a tu hermano que eran pequeños y necesitaban una madre...
— Lo sé, papi, pero tú nos sacaste adelante, tú estuviste para nosotros, no nos hizo falta nada
— ¡Les hizo falta todo!— grita Charlie apartándome con brusquedad. Edward me sostiene antes de que me caiga y mira con coraje a mi padre—. Tu madre nos abandonó, quedamos en la vil miseria, tú tuviste que trabajar, te quedaste sin la posibilidad de ser una chica normal, de conocer muchachos, de tener amigas, de divertirte...
— Papá ya basta— le digo al borde de las lágrimas—. Yo no me arrepiento de nada, trabajar nunca me pesó... lo hacía por amor a mis hermanos, por favor no hagas nada... no cometas ninguna locura
— ¿Esperas que me quede de brazos cruzados al saber que la hija que creí muerta todo este tiempo está viva? ¿quieres que no haga pagar a la mujer que me engañó durante mucho tiempo y que me hizo creer que nuestra hija había muerto?
— Charlie, por favor tranquilízate...— le pide Edward—. Bella está mal, está muy asustada por lo que pasó... te aseguro que encontraremos a esa hija y a su ex esposa, pero por favor, cálmate...
— No puedo— dice Charlie sollozando. Se deja caer en el sofá y pone la cabeza entre sus manos—. Quiero ver a mi hija, quiero destruir a Reneé, ya no me interesa que me haya engañado con otros pero me mintió con lo más sagrado que son nuestros hijos... — no puedo rebatir. Mi padre tiene razón. Reneé le mintió con lo más importante. Muy en el fondo yo también tengo el deseo de venganza—. Me voy— anuncia mi padre levantándose. Después se acerca y me abraza fuertemente—. Te amo, hija, si algo te hubiera pasado, yo...
— Nada me pasó, no te preocupes... yo estoy bien...— le aseguro—. Yo también te amo, papi
— Ayúdame a encontrar a tu hermana— me pide Charlie—. Necesito verla, y hacer pagar a Reneé, te juro que tus hermanos no se van a ver envueltos en esta situación
— Está bien, papá... quédate tranquilo... veremos cómo podemos encontrarla
— Gracias, Bella...
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
— No se me ocurre ninguna manera de encontrarla— me dice Edward cuando ambos estamos acostados. Edward me abraza por detrás ya que yo le estoy dando la espalda.
— ¿Un detective privado?— sugiero.
— Sí... eso podría ser- sonríe abrazándome más fuerte—. Conozco a uno que es gran amigo de mi padre, quizá pueda ayudarnos
— Eso, está bien— bostezo. Contemplo el cielo gris a través del ventanal. Está a punto de amanecer.
— Duerme, mi vida— me susurra Edward acariciando mi cabello.
Yo asiento y cierro los ojos lentamente. No tardo mucho en caer en un sueño profundo que afortunadamente está libre de pesadillas. Cuando me despierto Edward sigue dormido aferrado a mí. Sonrío y con cuidado me volteo para poder observarlo. Se me corta la respiración al verlo, luce insoportablemente hermoso. Me quedo un rato contemplando aquel rostro perfecto. Sigo sin poder creer que él me ame tanto como yo a él. Deposito un pequeño beso en sus carnosos y rosados labios y él abre los ojos.
— Buenos días, mi amor— lo saludo con una sonrisa.
— Buenos días, mi princesa— responde devolviéndome la sonrisa—. Que maravilloso es amanecer así
— Lo sé...
— Te amo— susurra antes de besarme. Sin dejar de besarnos él me coloca encima suyo, de modo que yo quedo a horcajadas sobre él. De repente mi estómago gruñe y hago una mueca—. Parece que la señorita tiene hambre— se burla Edward
— Ignorémoslo— le digo haciendo un mohín. Edward niega con la cabeza.
— No pequeña, primero debes desayunar— contesta mientras acaricia mi trasero. Dejo escapar un pequeño gemido.
— Quiero que tú seas mi desayuno— bromeo.
— Y yo quiero que seas el mío, pero debes comer algo, cielo... prometí cuidarte y voy a cumplirlo
— Por favor hazme tuya— le pido haciendo un puchero.
— Ya sabes que no puedes convencerme así...- me saca la lengua y recurro a mi truco infalible: me muerdo los labios—. Oh, Bella... no debiste hacer eso— gruñe.
— ¿Por qué no?— pregunto seductoramente.
— A la mierda el desayuno— dice antes de volverme a besar.
Hacemos el amor y cuando nos recuperamos bajamos a desayunar.
— Espero que podamos encontrar a Susan— le comento a Edward mientras desayunamos.
— No te preocupes, la encontraremos— me asegura—. Y también a tu madre...
— Yo no quiero verla— digo con amargura—. No quiero meterme en este asunto
— No tienes por qué hacerlo, mi amor... tu padre resolverá todo, él hablará con ella y tú quedarás fuera de esto
En ese momento el celular de Edward suena y se va a la sala a contestar. Sigo comiendo despreocupadamente ya que parece estar hablando de negocios y cuando él regresa me sonríe—
— Me llamaron de la agencia de publicidad en donde trabajaré, tengo que ir ¿me acompañas?
— No gracias, amor... prefiero quedarme— respondo. Edward me mira preocupado.
— Nena, ven conmigo por favor, no puedo dejarte...
— Puedo llamarle a una de las chicas para que venga, me siento cansada— le hago un pucherito. Edward se acerca y me besa en la frente.
— Está bien, preciosa
— Bueno, llamaré a Tanya— me levanto de la silla y voy a la sala para tomar el teléfono. Le marco a Tanya y al primer tono contesta.
— ¿Sí?
— Hola, Tanya, soy yo... — le digo.
— Hola, Bella- me saluda efusivamente-. ¿Cómo estás? ¿Descansaste?
— Sí, pero aún estoy algo cansada— admito—. Y Edward irá a una reunión de trabajo y no quiero estar sola ¿podrías venir?
— Por supuesto que sí, amiga— responde—. Voy para allá, así de paso me ayudas a tejer unas cosas para mi bebé
— Por Dios, que lindo— exclamo—. Claro, yo sé tejer, con gusto te ayudo
— Está bien, entonces iré para allá...
— Está bien, no vemos al rato— me despido antes de colgar. Edward me abraza por detrás y me da un beso en el hombro.
— Me puedo ir un poco más tranquilo— suspira.
— Estaré bien, mi amor
— Lo sé— suspira—. Nunca volveré a dejar que te pase algo
— Estoy convencida de eso— sonrío.
— Eres lo más importante en mi vida, y quiero cuidarte...
— Te amo— respondo mientras me volteo para mirarlo. Edward me sonríe antes de tomar mi rostro entre sus manos y besarme.
— Yo más— susurra—. Bueno, debo ir a cambiarme... tengo que ir a la reunión
— Está bien, cielo...
— Vamos... — Edward me toma de la mano y vamos arriba. Yo me meto en el clóset mientras él se mete a bañar. Me pongo un pants y una sudadera de color azul ya que no tengo ganas de arreglarme. Edward sale del baño con la toalla alrededor de la cintura y yo trato de no mirarlo para no quedarme idiotizada. Mi novio se mete al clóset y cuando sale tiene puesto un traje gris que lo hace ver endemoniadamente sexy. Me muerdo los labios mientras lo escaneo con la mirada—. Bella, creo que si me sigues mirando así no podré irme nunca— dice Edward haciendo que detenga mi escrutinio. Dejo de morderme los labios y le dedico una sonrisa tierna.
— Te ves muy guapo— le digo. Él me devuelve la sonrisa.
— Soy todo tuyo, cielo...
— Ya lo sé— respondo con un fingido tono altanero.
— Y tú mía— dice acercándose a mí a grandes zancadas. Me toma por la cintura y me alza.
— Bájame— le grito. Edward comienza a dar vueltas y entre risas le suplico que me baje. Después de unos segundos, ambos caemos en la cama riéndonos como dos adolescentes.
— Te amo, Isabella... sin ti, mi vida no tendría ningún sentido— me dice él.
— Yo siento lo mismo por ti— contesto.
— Lo sé, y no sabes lo feliz que eso me hace
— Me gustaría casarme ahora mismo contigo— susurro.
— Créeme, nos casaremos más pronto de lo que te imaginas— se ríe.
— No es verdad, tendremos que arreglar todo otra vez...
— Cuando digo que es pronto, es pronto— dice serio—. Tú no tienes que hacer nada... solo ponerte un vestido blanco y amarme toda la vida...
— ¿Entonces no debo complacerte?— pregunto haciendo un puchero.
— Sí... eso es parte de amarme toda la vida, tendrás que complacerme mucho...
— Y tú a mí— le recuerdo.
— Por supuesto, para eso nací, para complacerte en todo lo que me pidas... — mi sonrisa tonta aparece otra vez. Edward me da un beso en los labios antes de incorporarse.
— Tengo que ir a la agencia y a resolver un asunto de gran importancia, nos vemos en la noche, cariño...
— ¿En la noche?— digo asustada mientras me levanto.
— Sí, en la noche, tengo muchas cosas que hacer... pero te prometo que valdrá la pena la espera... — me siento en la cama con una expresión de tristeza. Pensé que me dejaría sola un rato, no todo el día... ¿qué demonios son esas cosas que tiene que hacer? ¿Acaso será una amante? No me resultaría extraño ya que pudo haberse hartado de mí—. ¿En qué tanto piensas, amor?—me pregunta Edward mientras se arrodilla delante de mí. Me toma de las manos.
— Nada— susurro.
— Pareces angustiada...
— ¿Podrías decirme la verdad?—le pregunto y Edward asiente—. ¿Te has hartado de mí? ¿Irás a verte con esa modelo?
— ¿Qué? Bella... creo que es muy cierto que estás cansada, estás preguntando disparates...
— Puede que te hayas hartado de mí y...
— Isabella, yo te amo, eres mi vida... yo nunca fui de engañar a nadie y mucho menos a ti, eres la única en mi vida, entiéndelo por favor, me duele que desconfíes de mí
— Perdóname— le pido—. Pero es que... no quiero pasar todo el día separada de ti
— Ni yo cielo, pero te juro que después de este día no te vuelvo a dejar sola, créeme, valdrá la pena
— No valdrá la pena nada— sollozo y me abrazo a él—. No quiero que te vayas todo el día
— Nena... por favor no me lo pidas así, terminaré quedándome y no quiero mandar todo a la mierda
— Está bien— digo soltándolo—. Ve y haz lo que tengas que hacer, estaré bien
— Joder, no quiero irme— gruñe—. No quiero que estés mal
— Voy a estar bien, te lo prometo...
— ¿Segura?
— Segura, vendrá Tanya y vamos a tejer algunas cosas para su bebé, así que no me voy a aburrir. Ve tranquilo
— Gracias, amor— susurra. Se levanta y se inclina para darme un beso en la frente y otro en los labios. Ambos bajamos a la sala y cuando llega Tanya Edward se va. Me despido de él con un beso pequeño y se va.
— Bien, he traído las cosas— dice Tanya alzando una bola de estambre rosa.
— Tanya... eso es rosa, ¿y si es niño?
— Para eso traje el azul— contesta con una sonrisa enorme mientras saca el estambre azul de una bolsa—. Además, tú puedes quedarte con el que yo no use para cuando tengas un bebé, estoy segura de que ya deberías estar esperando uno Me echo a reír.
— No, aun no— contesto—. Me vino el periodo cuando faltaban pocos días para la boda
— ¿Qué?— pregunta decepcionada—. Que mala puntería tiene Edward- gruñe. Me ruborizo.- Lo siento— se disculpa mi amiga.
— No te preocupes— me río. Tanya y yo pasamos un buen rato tejiendo. Yo estoy tejiendo con el estambre azul mientras que Tanya trabaja con el rosa. Mientras estoy tejiendo pienso en bebés y llego a la conclusión de que me gustaría tener uno... ¿Cómo me trataría Edward si yo estuviese embarazada? ¿Amaría a nuestro bebé? Yo creo que sí. Horas más tarde las puertas del ascensor se abren y Alice, Amparo y Rose entran casi gritando. Tanya y yo dejamos de tejer y las miramos.
— Hola chicas— las saludo-. ¿Qué pasa?
— Isabella, vamos arriba- me dice Alice—. Te tengo que arreglar, en un rato saldrás con Edward...
— ¿Qué?— cuestiono confundida. Alice me toma de la mano y prácticamente me arrastra hasta mi recámara. Después de eso me obligan a darme una ducha.
— Si, Edward te tiene una sorpresa, va a llevarte a una fiesta hermosa- exclama Rosalie cuando salgo del baño envuelta en un albornoz blanco.
— Genial- digo emocionada.
— Tanya, Amparo... vayan por el vestido que Bella usará- les ordena Alice mientras me seca el pelo.
— Tengo mucho vestidos, no debieron molestarse— le digo a Alice.
— Este vestido es perfecto para la ocasión, cuando lo veas sabrás a que ocasión me refiero
— Está bien, ahora venimos— exclama Tanya con una sonrisa enorme.
— ¿Me están ocultando algo?— pregunto. Alice niega con la cabeza.
— Por supuesto que no... En un par de minutos lo sabrás
— Siento que algo me ocultan, ustedes parecen apuradas y además están demasiado arregladas
— Lo que pasa es que nosotras también iremos a esa fiesta...
— Oh, qué bien— sonrío. Unos minutos después aparecen Amparo y Tanya con un vestido con un corte corazón no tan profundo, completamente de encaje. La parte superior está adornada por pequeñas cuencas plateadas logrando que el vestido tenga cierto brillo, cae acampanado y suelto hasta el suelo. En la cintura tiene una cinta color perla la cual me hará lucir más esbelta y delgada o al menos eso es lo que espero. Es incluso más hermoso que el de ayer y definitivamente me emociona más casarme con este vestido.
— ¿Es lo que creo que es?— pregunto. Todas asienten.
— Sí, Bella... hoy te casas con Edward— dice Amparo.
— ¡¿Qué?!— exclamo.
— Sí, te casas con Edward...
— Por Dios, ¿Por eso dijo que nos veríamos hasta la noche?— pregunto temblorosa. Mi corazón está muy acelerado. Oh, mi Edward. Yo estaba pensando cosas malas de él y lo único que estaba haciendo era preparar de nuevo nuestra boda. Mis amigas asienten al mismo tiempo. Las lágrimas de emoción y nervios se acumulan en mis ojos me voy a casar con Edward, con el hombre de mi vida. Me siento feliz, incluso más emocionada que ayer, cuando íbamos a casarnos.
— Siéntate y déjame arreglarte— me regaña Alice. Hago lo que me pide y me dejo arreglar. No paro de parlotear sobre la boda y todas se burlan constantemente de mí.
— Cálmate, Bella— me dice Amparo. Ella es la que menos ha sonreído en lo que llevamos ahí y la entiendo. La muerte de su hermano debió afectarla mucho.
— No puedo, me casaré... ahora si podré hacerlo... Amparo solo hace una mueca y las demás se ríen—. Amparo, yo no quería...
— No te preocupes, Bella— me contesta ella—. Mi hermano tuvo lo que se merecía, me da tristeza, pero hizo tanto mal que... bueno, ya no quiero hablar de eso, ahora lo importante es tu boda ¿Sí?— asiento débilmente y dejo que Alice me arregle como ella sabe hacerlo. Pronto olvido el asunto de Alec y me siento alegre. Presiento que esta vez sí voy a lograr casarme. Todo saldrá bien. Cuando estoy peinada, Alice comienza a maquillarme. Mientras me aplican las sombras me pongo a imaginar lo feliz que va a estar Edward cuando me vea en el altar. Sonrío como una idiota. Un rato después estoy totalmente lista. Me han maquillado, me han peinado y me he puesto el vestido.
— Te ves hermosa— exclama Alice mientras me termina de colocar el velo—. Soy una artista sin lugar a dudas Las demás solo se ríen.
— ¿Cómo hicieron para organizar todo en un santiamén?— cuestiono.
— Ayer teníamos todo preparado, solo fue cuestión de comunicarnos con el sacerdote y explicarle la situación...— contesta Rosalie—. Edward nos llamó a las seis de la mañana y nos puso a organizar la boda sorpresa, Emmett casi lo mata pero finalmente accedió
— Dios mío— susurro.
— Edward te ama como no tienes una idea— me dice Alice—. Tú has hecho un cambio enorme en él De repente tocan a la puerta y Rose va a abrirla.
— Hola, Bella— dice Esme entrando a la habitación.
— Hola— la saludo con una sonrisa.
— Te ves hermosísima— exclama cuando me observa.
— Gracias— respondo mientras siento como mis mejillas se encienden.
— ¿Podría hablar unos minutos con ella?— pregunta mi suegra a las chicas quienes asienten y salen de la habitación—. Isabella... realmente me siento muy feliz de que te cases con mi hijo...
— Yo también, Esme— confieso—. Amo a su hijo con toda mi alma
— No tengo duda de eso— contesta tomándome de las manos. Sus ojos están brillantes, como si fuese a llorar—. Y él te ama mucho más, jamás en la vida lo había visto tan feliz y nunca podré terminar de agradecerte por todo lo que has hecho por él, yo realmente llegué a creer que mi hijo jamás encontraría la felicidad pero gracias a Dios apareciste tú y lo salvaste, eres un milagro
Mis ojos comienzan a llenarse de lágrimas otra vez. Oh, no.
— Yo... yo no hice nada, Esme— le digo con voz temblorosa. Estoy demasiado conmovida, emocionada—. Solo amarlo, él es lo mejor que me ha pasado en la vida
— Ya, dejemos el drama y el llanto para más tarde—se ríe ella—. Estoy segura de que Alice no dudará en matarnos si nos ve con el maquillaje arruinado— me río yo también.
— Es cierto
— Tenemos que irnos— dice Alice asomando su cabeza por la puerta.
— ¿Ya?—pregunto nerviosa.
— No tan rápido—carraspea Esme—. Déjame ponerte algo... De su pequeña bolsa saca unos hermosos pendientes plateados. Me los coloca y da un paso atrás para observarme—. Perfecta, luces mejor que yo en ese vestido
— ¿Ah?— digo confundida.
— Es mi vestido de novia—responde Esme—. Yo misma lo diseñé... tenía el presentimiento de que iba a quedarte y por fortuna he acertado, sé que no ve tan recatado y antiguo como eran los vestidos cuando era joven, pero yo era una chica diferente, nunca seguí la moda, y ese era el vestido de mi sueños, por eso lo usé...
— Es... es hermoso—digo a punto de llorar otra vez.
— ¡No!— grita Alice entrando a la recámara de forma dramática—. Te prohíbo que llores, voy a matarte si una sola lágrima llega a salir de tus ojos—gruñe. Me carcajeo al igual que Esme.
— Vámonos Bella, no creo que Edward quiera que Alice te asesine... — asiento y las tres salimos de la habitación. Esme y Alice me ayudan a bajar las escaleras y cuando veo a mi padre en el primer escalón quiero llorar otra vez.
— Te ves hermosa, cielo— me dice cuando toma mi mano. Sus ojos están cristalinos. <<Papá, no llores, si me quieres con vida no llores>>.
— ¿Nos vamos?— carraspea Alice quien me mira atentamente. Suelto una risita.
— Vámonos—contesta mi padre.
— El ramo está en el auto— dice Alice cuando estamos en el ascensor.
— Está bien— respondo. Estoy tratando de controlar mi respiración. Estoy sumamente nerviosa. Cuando las puertas se abren y salimos al estacionamiento veo una camioneta negra frente a mí con un enorme ramo en el cofre. Miro a mi padre con emoción y él me sonríe y me da un beso en la mejilla.
— Te amo, hija— me susurra.
— Y yo a ti, papi— contesto. Peter abre la puerta trasera de la camioneta y me ayuda a entrar. Mi padre sube detrás de mí y cuando se sienta a mi lado tomo su mano al igual que cuando era chica y estaba nerviosa por algo. Alice, Amparo, Rose y Esme se van en otros autos. Los únicos que estamos en la camioneta somos Tanya, Peter, mi padre y yo.
— Estoy muy emocionada— exclama Tanya cuando nos detenemos en un semáforo. Peter le sonríe y luego me voltea a ver a mí.
— ¿Estás lista, Bella?— me pregunta él.
— Sí... pero estoy nerviosa— le respondo. Comienzo a juguetear con el ramo que tengo en las manos.
— Créeme, Edward lo está más... teme que vuelva a pasar lo mismo de ayer Volteo a ver a Peter de nuevo.
— Lo comprendo- susurro.
— Esta vez no pasará nada- me asegura mi padre con una enorme sonrisa— .Todo va a estar bien
— Lo sé— le digo. Un rato más tarde llegamos a la casa de Amparo en donde va a celebrarse la ceremonia. Entre Peter y mi padre me ayudan a bajar de la camioneta este último me guía hasta las puertas de cristal de la sala que dan al jardín, las cuales están cubiertas por cortinas que me impiden ver hacia afuera. El corazón se me acelera y una oleada de pánico me invade. Es cierto que quiero casarme con Edward pero ahora mismo tengo ganas de salir corriendo.
— Hija, ¿Estás bien?— inquiere mi padre al verme—. Estás pálida...
— No... No sé si pueda hacerlo— confieso. Alice suelta un grito ahogado detrás de mí. Se supone que así será la marcha nupcial, yo y mi padre adelante y las damas y parejas atrás.
— ¿Cómo que no puedes hacerlo?— masculla Alice.
— Estoy muy nerviosa— le digo molesta.
— Yo también estuve nerviosa, Bella... no me digas que no quieres casarte ahora, le romperás el corazón a Edward...
Trago saliva de forma nerviosa. Romperle el corazón a Edward es lo menos que quiero hacer en la vida pero me siento demasiado nerviosa y confundida... no tengo dudas de quererme casar pero presiento que hay demasiada gente allá afuera y jamás me ha gustado ser el centro de atención. Quizá deba decirle a Edward que nos casemos en las Vegas, él me comprendería. << No, Bella... ahora te casas>> me grita mi subconsciente <<Hazlo por Edward, hazlo por ti y la felicidad de los dos>> Respiro pesadamente y los nervios disminuyen un poco. Solo un poco.
— Estoy lista— murmuro. Alice suspira con alivio. La marcha nupcial comienza en ese preciso instante y dos jóvenes abren las dos puertas dejándome ver un hermoso pasillo de flores en medio del jardín y un montón de invitados que me miran atentamente. Mi padre sonríe y comenzamos a avanzar lentamente. De repente fijo mi vista hasta el final de aquel pasillo. Ahí se encuentra Edward, el amor de mi vida, sonriendo como nunca antes lo había visto. En ese momento todo deja de existir para mí a excepción de aquel ángel que me espera en el altar para convertirse en mi esposo. De pronto quiero correr hacia él y besarlo— y quizá un par de cosas más—. Luce guapísimo con aquel esmoquin negro que hace resaltar su pálida piel. Después de lo que me parece una eternidad llegamos hasta dónde está él. Edward clava sus ojos verdes en mí los cuales brillan de emoción.
— Cuida a mi niña porque si no te las verás conmigo—le advierte mi padre a Edward quien no deja de mirarme.
— La cuidaré con mi vida, Charlie...— responde Edward. Sus ojos me observan con amor, con adoración. Mi padre me da un beso en la frente antes de entregarme a Edward. Le sonrío a mi prometido con nerviosismo antes de tomar su mano.
— Te amo, preciosa— me susurra antes de volvernos hacia el sacerdote. A partir de ese momento me tranquilizo y todo el miedo desaparece. La ceremonia pasa de forma rápida y a la mitad de esta no soporto más y una lágrima se me escapa. Estoy demasiado feliz. Edward no aparta su vista de mí en todo momento y limpia mi lágrima cuando esta se desliza por mi mejilla. Su rostro refleja lo que yo llamaría "la auténtica felicidad" como si estuviese ganando un magnifico premio pero en verdad soy yo la que está haciéndolo. Soy la mujer más afortunada del mundo sin lugar a dudas.
— Lo nuestro fue un amor a primera vista, te sentí mía desde el primer momento en que mis ojos se posaron en ti- dice Edward cuando es el momento de decir los votos-. Desde que naciste fuiste destinada a mí y me siento honrado de poder tenerte y que correspondas a mis sentimientos. Desde este momento no solo serás mi esposa sino también mi mejor amiga, mi amante, mi apoyo en la tristeza, en los días alegres, serás mi mujer hasta el final de los tiempos, te amo más que a mi vida
Lo observo emocionada. Tengo ganas de comérmelo a besos pero estoy segura de que eso no sería bien visto. Me aclaro la garganta y comienzo a decir mis votos.
— Sin conocerte ya te quería, ya te amaba y al conocerte pensé "que hombre más arrogante y obstinado"— algunos sueltan una risa cuando digo esto—. Me enamoré de ese hombre tan posesivo, loco y obsesionado que con una mirada me derritió. Hoy me siento la mujer más feliz del universo con el hombre tan maravilloso que tengo que es únicamente mío y desde hoy yo seré tu roca y tú la mía, seré tu apoyo y tú el mío en todo momento hasta el fin de nuestras vidas, te amo— Edward me mira enternecido y hace ademán de besarme pero el sacerdote carraspea ruidosamente.
— Aun no, señor Cullen...
— Lo siento— se disculpa Edward separándose de mí. El sacerdote se ríe un poco antes de continuar con la ceremonia. Al final el sacerdote pronuncia las palabras que he querido escuchar durante una hora.
— Que lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre, los declaro marido y mujer, ahora sí, puede besar a la novia Edward -se gira rápidamente hacia mí y estrella sus labios contra los míos y comienza a besarme de manera apasionada. Los aplausos y silbidos no se hacen esperar y yo sonrío mientras beso a Edward. Pongo las manos alrededor de su cuello y tiro suavemente de su cabello.
— ¡Suéltala, no te la comas!— grita Peter provocando que me se separe bruscamente de Edward quien me hace un puchero. Mis mejillas se ponen muy rojas y mi marido, oh por Dios, "mi marido", gruñe por lo bajo. Edward no me ha soltado para nada desde que acabó la ceremonia. Apenas ha dejado que me feliciten mis padres y nuestros amigos. Me encanta lo posesivo que está siendo a pesar de que no debería. No quiero separarme de Edward.
— Me siento en un sueño— me susurra mi esposo cuando vamos a la pista para tener nuestro primer baile de casados.
— Yo igual... — respondo—. Amor, ¿cómo has hecho esto?
— Bueno, ya teníamos todo preparado así que básicamente fue sencillo- se encoje de hombros y me dedica su sensual sonrisa torcida—. Fue cuestión de llamar a la gente, organizar algunas cosas y llamar al sacerdote y convencerlo para que nos casara hoy
— Esto es hermoso, Edward... — le digo recostando mi cabeza en su pecho.
— No, tú eres hermosa... te ves espectacular con el vestido de mi madre... — volteo a verlo y me ruborizo.
— ¿Me veo bien?— pregunto.
— Eres un ángel, no sabes lo afortunado que me siento de que seas mía
— Yo debería decir eso...
— No, Bella, yo soy un tipo completamente normal, tú eres extraordinaria— me río de su comentario.
— ¿Un tipo normal?— me burlo—. Creo que usted no tiene nada de normal, señor Cullen
— Tienes razón, no soy un tipo normal, pero eso es solo desde que la conocí, señora Cullen— abro los ojos como platos.
— ¿Qué?— cuestiona Edward al ver mi expresión—. Ese es tu apellido ahora, mi amor...
— No creo que logre acostumbrarme— admito.
— Más le vale acostumbrarse, señora Cullen— me dice en tono de amenaza pero no de esas que dan miedo sino de una tentadora amenaza—. Si no, no me quedará más remedio que demostrárselo de una manera muy dura Me muerdo los labios.
— Pues no quiero acostumbrarme— replico—. Quiero que me demuestres quien soy ahora de una manera muy dura
— Bella...— gruñe y sus pupilas se dilatan. Se ha excitado—. No seas tan descarada, eres una mujer casada
— Pero resulta que estoy casada contigo, mi cielo— respondo con un tono seductor—. Así que no creo que haya problema— Edward me pega más a su cuerpo y puedo sentir su excitación. Suelto un pequeño gemido.
— Bella, lo digo en serio, deja de provocarme— me pide con voz ronca—. Estamos frente a mucha gente...
— Está bien— contesto. Seguimos bailando unos minutos más hasta que alguien toca mi hombro. Me volteo y veo que es mi padre.
— ¿Podría bailar con mi hija?— pregunta Charlie. Edward se pone tenso pero decide aceptar. Esme está detrás de él y le pide a Edward que baile con ella. Mi padre me abraza antes de empezar a bailar.
— Hija, no sabes lo feliz que me siento... me parece que fue ayer cuando te sostuve por primera vez entre mis brazos— su voz está temblorosa. Oh, no, papi... voy a llorar también—. Y ahora eres una mujer casada...
— Papi, por favor no llores... — le pido. Damos una vuelta y alcanzo a ver que Edward no me quita la vista de encima. << Qué marido tan controlador tienes>> pienso con diversión.
— Quiero buscar a tu hermana— dice de repente—. Quiero... darle ese amor que no pude
— Papá, sobre eso... yo no quiero involucrarme mucho— respondo—. No quiero verla, me refiero a Reneé y tampoco quiero que vea a Anthony ni a Bree...
— Por supuesto que no, hija... no te voy a involucrar en esto
— Gracias, papá
— Papi, queremos bailar con Bella y contigo...— dice Anthony quien tiene un esmoquin hermoso. Bree tiene puesto un vestido rosado que yo misma elegí. Ambos se ven preciosos.
— Claro que si— responde mi padre y yo asiento. Me inclino para besar a mis hermanos. Los amo con toda mi alma sin lugar a dudas. Los cuatro nos tomamos de la mano creando un círculo. Nos reímos mientras damos vueltas. En este preciso instante soy feliz. Mi padre, mis hermanos y yo estamos unidos, felices y sin problemas... ¿qué puede ir mal? Como si alguna cosa extraña del destino estuviese respondiendo a mi pregunta la música se detiene y la gente comienza a murmurar y a hacerse a un lado. Mi padre y yo volteamos a ver el origen del alboroto y entonces la veo. Lleva un hermoso vestido verde y su cabello rubio recogido con algunos mechones sueltos. El maquillaje resalta sus ojos azules y al parecer los años no han pasado para ella porque juro que está igual que la última vez que la vi.
— Reneé- susurro.
— Que gusto volver a verte, hija— me dice cuando se detiene frente a mí.