La camarera (+18)

Autor: Sasha_amane
Género: + 18
Fecha Creación: 22/05/2014
Fecha Actualización: 06/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 26
Comentarios: 173
Visitas: 78118
Capítulos: 26

Isabella una camarera honrada y trabajadora del hotel Vulturi que lucha por sacar adelante a sus hermanos, se encontrará con su escritor favorito, el atractivo Edward Cullen, autor de exitosas novelas de romance, cuando este haga una conferencia de prensa en el hotel para promocionar su más reciente libro.

 

Lo que ella no sabe es que Cullen ve en ella todo lo que quiere y no perderá la oportunidad de poseerla por completo. La estadía de Cullen en aquel hotel dura diez días en los cuales ambos disfrutan de una aventura pasional.

 

Cuando llega la hora de que Edward parta, Isabella queda desolada pero lo que ella no se imagina es que sus caminos se van a volver a cruzar, o que más bien... Edward no la dejará ir.  Isabella es suya para siempre. 

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Hola :) este es mi primer fan fic y espero que les guste. Me siento feliz de poder publicar mi novela aquí después de mucho pensarlo. Muchisimas gracias a Keit, mi amiga, que me ha ayudado con la portada y el prefacio. 

 

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Capítulo 5: Acosador

Aquì está el cap. Espero que les guste :D 

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Capítulo 5: Acosador

 

POV Bella: 

 

Nos bajamos del auto cuando ambos nos tranquilizamos. Él se va por el elevador y yo salgo del estacionamiento para entrar por la puerta principal como siempre.

 

Llego al vestidor y me encuentro con que Tanya me está esperando ansiosa. Tiene una sonrisa brillante en el rostro y una mirada excitada que no puede ocultar.

 

—   ¿Por qué estás tan feliz?— le pregunto.

 

—    Tengo dos cosas que contarte… lo más importante: John está muchísimo mejor y Peter me… pidió ser su novia… dice que se enamoró de mi a primera vista y ¿Sabes qué? Yo también… siento que es mi alma gemela

 

 

—   ¡¿En serio?!— exclamo entusiasmada. Tanya me toma de las manos y las dos saltamos y gritamos como adolescentes.

 

—   Sí… ¿Y a ti como te fue con Edward? Cuéntame…

 

 

Me pongo seria de repente y Tanya deja de sonreír.

 

—   ¿Qué pasa?

 

—   Solo va a estar diez días aquí, luego de eso se irá a Londres…

 

 

—   Oh— frunce el ceño—. Bella, no te preocupes, regresará…

 

—   No, creo que solo me considera una aventura, pero bueno, no puedo esperar algo más

 

 

—   Espera, ¿Acaso tú y él…?

 

Asiento y ella vuelve a sonreír.

 

—   Vaya, yo no… te admiro

 

—   ¿Tú y Peter no…?— pregunto sorprendida. Tanya niega con la cabeza.

 

 

—   Yo quería y él también, pero no llevaba condones pero me dijo que aunque no hubiera sexo estaba interesado en mí… me prometió que cuando mi John salga del hospital me llevará a cenar y lo haremos después, Peter es tan increíble ¿sabes?

 

—   Ya lo creo…— trato de no sonar envidiosa ni triste pero no lo consigo.

 

 

—   Bella, no te preocupes, Peter ayer me ha dicho que vio a Edward muy feliz, se veía ilusionado… Yo creo que debes darle tiempo

 

—   Se irá a Londres y si vuelve ya no estaré aquí para él— afirmo—. No podré soportar el hecho de que se acueste con otras y luego venga aquí y lo haga conmigo

 

 

—   No saques conclusiones tan rápido— gruñe—. Yo creo que ese chico está loco por ti, lo noté en la fiesta… sinceramente no creo que solo seas una aventura y si vuelve a Seattle es porque realmente le interesas… a lo mejor regresa a Londres a arreglar las cosas para poder venir a vivir aquí y tú pensando mal de él

 

—   No lo creo…

 

 

Tanya abre la boca para protestar pero en ese momento entran las demás camareras. Falta Jessica y eso me alivia.

 

—   Por cierto— le digo a Tanya—. ¿En qué hospital está John? Lo visitaremos el domingo, que es mi día libre

 

Mi amiga sonríe.

 

 

—   Está en el Harboview— responde—. También descanso el domingo así que podemos ir juntas, puedo pasar por ti a tu casa

 

 

—   ¿Tienes auto?

 

—   No, pero Peter ha rentado un auto… ayer en la noche me ha acompañado a verlo, se portó tan lindo con John…

 

 

—   Está bien— sonrío.

 

Un rato más tarde me encuentro limpiando un cuarto. De pronto Tanya se asoma y me sonríe.

 

—   Bella, yo termino este cuarto… me acabo de encontrar con Edward y me ha dicho que quiere que limpies su habitación

 

—   ¿Qué?— estoy perpleja.

 

—   Ha dicho que quiere que subas a su cuarto, aprovecha esta oportunidad para charlar con él y decirle lo que te molesta— dice y se acerca a mí. Me suelta la coleta y me alborota el cabello.

 

 

—   ¿Qué haces?— pregunto alarmada.

 

—   Arreglándote para que lo seduzcas… vamos, ve y hazlo tuyo nena y no solo en la cama

 

Me río nerviosa.

 

—   No, Tanya

 

—   Sí, Bella… si no vas ahora mismo iré a decirle a Edward que venga a buscarte

 

 

—   Está bien— gruño—. Iré

 

—   ¡Sí!— exclama dando saltitos y aplaudiendo. Parece Alice.

 

Salgo de la habitación y tomo el carro de limpieza y me dirijo al elevador. Una vez adentro pulso el botón del último piso. Cuando se abren las puertas compruebo que no hay nadie en la suite. Coloco el carro atrás de un sofá y me dirijo a la habitación. Edward ha dicho que no ha retirado las sábanas. Quiero saber si es cierto.

 

Abro la puerta con cuidado y veo que la cama está sin tender. Me acerco y contemplo la mancha de sangre. Me da un mareo. No tolero la visión.

 

Cuando retiro la sábana la llevo al carro y saco otra. Tiendo la cama lentamente, pensando en lo que ha ocurrido aquí. Cuando la termino, contemplo mi trabajo. De pronto siento que me rodean por detrás. No me asusto porque sé que es Edward; su delicioso aroma es inconfundible.

 

—   Te ves demasiado sensual tendiendo mi cama— susurra en mi oído. Me estremezco.

 

 

—   ¿Dónde estabas?

 

 

—   Escondido en el baño— sonríe—. Me he puesto duro al verte trabajar

 

Es cierto lo que me dice. Siento su erección en la parte baja de la espalda.

 

—   Edward…

 

—   No digas nada— me interrumpe—. Voy a quitarte el uniforme y te vas a entregar a mí ¿de acuerdo?

 

 

Asiento. Se me dificulta la respiración en estos momentos. Edward me hace girar suavemente y comienza a desvestirme. Me quita el delantal y después desabrocha los botones del uniforme.

 

—   Alza los brazos— me ordena e inmediatamente lo obedezco. Alzo los brazos y él me quita el vestido—. Ahora desvísteme tú

 

Me muerdo el labio y Edward gruñe. Desabrocho torpemente los botones de su camisa negra y esta cae al suelo. Oh… su piel es tan blanca, tan perfecta. Solo le quedan los pantalones; los zapatos ya se los ha quitado desde antes de que llegara o eso supongo. Desabrocho el pantalón, temblando por el nerviosismo.

 

—   Nunca has desvestido a un hombre ¿Verdad?— me pregunta y lo miro ruborizada.

 

—   No— contesto con un susurro. Estoy muy avergonzada—. Ya sabes que no

 

 

—   No sientas vergüenza, es hermoso… solo me has pertenecido a mí

 

Le digo que sí con la cabeza y él se baja los pantalones. Me atrae hacia él y me mira con intensidad.

 

—   Solo mía— dice.

 

—   Solo tuya

 

 

Sin decir nada más me besa y me tumba suavemente en la cama sin dejar de besarme. Me siento en el cielo, ahora solo existimos él y yo.

 

Edward baja a mi cuello y lo muerde un poco lo cual me hace gemir. Me siento húmeda, lista para él. Dejo caer los zapatos al suelo y lo abrazo con las piernas. Con mis pies toco su espalda y tengo ganas de bajarle el bóxer.

 

—   Tu olor es exquisito… — murmura con voz muy ronca—. Me vuelve loco

 

No, la que se está volviendo loca soy yo. Me vuelvo atrevida y meto uno de los pies en su bóxer, después el otro e intento bajarlo. Edward me mira sorprendido. No hago caso y cómo puedo bajo el bóxer. Él me ayuda cuando yo ya no puedo más y queda completamente desnudo.

 

—   Eres increíble— dice y hunde su rostro en mis pechos. Tengo puesto el sostén aun pero Edward arregla esa situación ya que nos incorpora un poco a los dos para quitármelo. Cuando mis pechos quedan expuestos a él se lleva a la boca mi pezón derecho y yo jadeo.

 

Succiona mi pezón sin ninguna piedad y sin poder evitarlo aprieto las piernas y me muevo. Su lengua se mueve en círculos, luego de arriba a abajo.

 

—   Oh, Edward— gimo. Me está matando. Siento que voy a venirme por increíble que parezca.

 

—   Córrete— me pide sin dejar de succionar. No puedo dejar de moverme y apretar mis piernas. De repente me muerde el pezón y sin poderlo controlar me corro gritando su nombre.

 

Es un orgasmo tan intenso que me deja temblando. También siento como mi parte íntima palpita.

 

—   Me encanta cuando te vienes— me dice mirándome con adoración. Me acaricia el rostro con una mano—. Me encanta ser yo quien te provoque eso, mejor dicho…

 

—   Solo tú me haces sentir así— respondo jadeando.

 

 

—   Oh, pero claro que sí, yo soy tu dueño…

 

Se levanta y puedo observar su enorme erección. A pesar de haberme corrido hace unos segundos, lo deseo.

 

Edward se quita el bóxer y saca un paquete de condones de su mesa de noche. Abre uno y se lo coloca.

 

—   Levántate, Isabella— dice sonriendo de esa manera perversa. Le hago caso—. Y quítate los calzones 

 

 

—   ¿Qué vamos a hacer?— cuestiono mientras me los quito. 

 

—   Tú me montarás a mí— responde mientras se acuesta.

 

—   ¿Se siente bien así?— pregunto y me arrepiento de inmediato ya que Edward se carcajea.

 

—   Claro que se siente bien… ahora me lo vas a hacer tú a mí… anda, súbete

 

No estoy muy segura de cómo hacerlo pero lo hago. Me subo a la cama y me monto en él, quedando sentada sobre su torso ya que él tiene las piernas flexionadas. Pongo las manos en su pecho para sostenerme.

 

—   Ahora voy a entrar en ti— dice bajando las piernas. Me hago hacia atrás y me levanto un poco para que me pueda penetrar. Lo hace despacio pero se siente muy muy placentero.

 

—   Ah— suelto un gemido.

 

 

—   Ahora muévete, como tú quieras, tú vas a tomar el control ahora

 

Lo miro con los ojos muy abiertos.

 

—   Oh, princesa, eres demasiado inocente…

 

Él alza la pelvis y yo suelto otro gemido. Comienzo a moverme de arriba abajo. Se siente bien así que supongo que es así como se hace. Oh, sí… me gusta, me gusta mucho.

 

Edward cierra los ojos y gime. Se nota que está disfrutando al igual que yo. Mientras me muevo tomo sus manos y las entrelazamos. Decido probar otra cosa y me muevo en círculos. Edward abre los ojos y aparece una mirada ardiente que me hace perder la cordura. Echo la cabeza hacia atrás y arqueo mi cuerpo, me vuelvo a mover de arriba a abajo. Él comienza a mover otra vez las caderas lo cual aumenta el placer.

 

Edward suelta mis manos para enterrar syus uñas en mis muslos. Se mueve más rápido.

 

—   Oh, así— le digo gimiendo. Sigo arqueada y con los ojos cerrados. Oh padre santo, me voy a venir, me voy a venir.

 

—   ¡Vente conmigo, nena!— me grita y eso me hace estallar.

 

 

—   ¡Edward!— exclamo mientras me corro. Él grita mi nombre y se viene al mismo tiempo que yo. Cuando dejo de retorcerme me desplomo sobre su pecho. Aún está dentro de mí pero no se sale debido  a que se intenta recuperar al igual que yo.

 

—   Ha sido increíble— dice antes de hacerme girar. Me río.

 

Edward se retira de mi interior y se levanta de la cama. Se quita el condón y va a tirarlo al baño. Se acuesta a mi lado cuando vuelve no sin antes ponerse el bóxer negro que traía puesto. Parece un super modelo.

 

—   Fue maravilloso— sonrío.

 

—   Sí— suspira y después me besa en los labios. Es un beso muy dulce—. Contigo siento como si el mundo entero desapareciera, es algo nuevo para mí… jamás lo había sentido

 

 

Me ruborizo ante su confesión. Edward me sonríe y me rodea con un brazo para acércame a él. Mete una pierna entre las mías y su pecho toca el mío. Estamos muy juntos y eso es grandioso, me fascina estar así, sentir su piel contra la mía. Me podría quedar así el resto de mi vida.

 

—   Tampoco yo me había sentido así— admito.

 

—   Eres tan hermosa— musita y me da un beso en la frente—. Y eres mía…

 

 

—   Tuya por estos diez días— le recuerdo.

 

—   Volveré a Seattle, no te preocupes… debo volver a Londres por el trabajo, pero cuando me pueda escapar…

 

 

—   No hablemos de eso, debemos disfrutar los diez días— lo interrumpo. Me duele saber que solo digo esto para no hablar sobre mi decisión de ya no volver a ser suya cuando se vaya.

 

—   Está bien— esboza esa sonrisa torcida lo cual me hace olvidar mi pensamiento deprimente y me pone de buen humor.

 

 

—   Creo que debo irme, tengo trabajo

 

—   Mmm…— hace un mohín. No quiere que me vaya y la verdad es que tampoco quiero irme. Quiero disfrutar al máximo mí tiempo con él.

 

—   Lo siento, Edward… tengo que trabajar, si no me despiden y no podré pagar mi departamento

 

—   Por cierto… además de cogerte, te he llamado para otra cosa— me dice. Me sonrojo un momento.

 

—   ¿Qué cosa?— pregunto con curiosidad.

 

—   Quiero hablar contigo sobre tu departamento, no me gusta que vivas ahí...

 

 

—   No es el mejor lugar del mundo, pero no puedo vivir en otro lado

 

—   ¿Y si te compro un departamento?— me sugiere. Me mira algo nervioso, como si temiera mi reacción. Y tiene razón en temer.

 

 

—   Claro que no— respondo con brusquedad y me libero de sus brazos. Me siento en la cama y me cruzo de brazos como niña pequeña.

 

—   ¿Por qué no? Sería muy bueno que tú y tu familia vivieran en otro lugar

 

 

—   He dicho no, y se acabó…

 

—   Por favor… hazlo por tu familia... ¿no te gustaría vivir como antes?

 

 

—   ¿A qué te refieres?

 

—   Bueno… le he preguntado a Jasper muchas cosas sobre ti… me ha contado lo que pasó con tu padre y cómo vivían antes de que lo acusaran de fraude… he hablado con el mío que también es abogado para que ayude a tu papá… como verás… desde hace tres años mi padre es socio de una firma de abogados en Forks y sabe quién es Charlie Swan

 

 

Me quedo con la boca abierta.

 

—   Justamente mi padre me ha dicho que le ofrecieron trabajo— susurro—. Pero está inseguro, teme que sea una trampa de su antiguo jefe

 

—   Jason Jenks ¿No es cierto?

 

 

Asiento y lo miro con los ojos entrecerrados.

 

—   ¿Cómo sabes tanto sobre mi vida y la de Charlie?

 

—   He preguntado mucho sobre ti y lo que tiene que ver contigo, Isabella— admite sonriendo descaradamente—. Me interesas muchísimo

 

 

—   Eres un acosador— mascullo.

 

—   Si así quieres llamarme…— se encoje de hombros. No puedo evitar reírme y negar con la cabeza.

 

—   Bueno, Edward… regresaré al trabajo…

 

—   Espera… aun no me respondes qué opinas sobre el departamento que…

 

 

—   No lo pienso aceptar, Edward, así que olvídalo

 

No te vas a quedar en mi vida mucho tiempo así que no quiero tener nada que me recuerde a ti. Menos un departamento.

 

—   Isabella, entiende que es peligroso que vivas en ese edificio… temo que se caiga o que alguno de tus vecinos…— se estremece.

 

—   He vivido ahí desde hace años… no me pasará nada… lo más peligroso es el señor Newton cuando está borracho, y es un viejo de setenta años que apenas puede ver…

 

Edward sigue serio. Esperaba que se riera pero no lo hace. Me levanto y comienzo a vestirme ante su atenta mirada.

 

—   Voy a comprarte un departamento lo quieras o no… eres mía así que…

 

—   Espera… solo tuya en lo sexual— le aclaro—. No puedes controlar mi vida ni comprarme cosas lujosas

 

 

—   Creo que es demasiado tarde para decirme eso— sonríe y se inclina para sacar una caja de la mesa de noche. Me quedo petrificada cuando veo que es la caja de un teléfono celular con pantalla táctil. Tiene que ser una maldita broma—. Te he comprado esto… lo he cargado para que puedas usarlo ya

 

—   ¿Cuándo lo has comprado?— le pregunto matándolo con la mirada. Estoy enfureciéndome.

 

—   Ayer por la noche, cuando fui a dejarte ¿Por qué?

 

—   ¿Para qué quieres que tenga yo eso?

 

 

—   Para comunicarnos, ¿sabes? No me agrada usar a Tanya como mensajera…

 

—   Edward…

 

 

—   Acéptalo, por favor…

 

—   No— me vuelvo a cruzar de brazos.

 

 

—   Que testaruda eres… acéptalo o si no voy a arrancarte de nuevo la ropa

 

—   No intentes convencerme con sexo— le advierto—. No lo aceptaré

 

 

—   Hazlo por favor, utilízalo solamente para hablar conmigo, cundo me marche me lo puedes entregar o lo que quieras

 

Con ese argumento me empieza a convencer. Solo me lo está prestando. Lo usará para llamarme cuando me necesite y no se va a enterar nadie.

 

—   Bueno… esa no es mala idea— admito—. Pero no entiendo por qué compraste un celular tan caro…

 

—   Bah, no es tan caro… — hace un gesto displicente con la mano y pone los ojos en blanco.

 

 

—   Es un Iphone, por si no lo sabes…

 

—   ¿Y?

 

 

—   Te lo regresaré cuando te largues ¿Sí?

 

Frunce el ceño. Seguro que no le ha gustado la frase “cuando te largues”. Pues que se joda, me ha hecho encabronar.

 

—   ¿Cuándo me largue?— pregunta dolido.

 

—   Sí, perdóname por decirlo así, pero estoy muy molesta

 

 

—   Te compro un celular y te molestas… eres muy rara

 

—   Tú un acosador y despilfarrador

 

 

Nos fulminamos con la mirada. Segundos después él suspira y se levanta para darme la caja de mi nuevo teléfono.

 

—   Tómalo ahora, cuando me largue me lo devuelves si eso te hace sentir mejor, pero volverá a ti cuando regrese

 

—   Como sea…— le arrebato la caja y camino hacia el carro de limpieza donde la escondo. Me dispongo a irme pero un carraspeo me detiene.

 

 

—   No has terminado de limpiar— dice Edward saliendo de la habitación—. No solo te llamé para coger y hablar...

 

Estoy exasperada. Este hombre me hace cambiar de humor en un dos por tres. Hace unos momentos me sentía en la gloria y ahora estoy molesta.

 

—   Pues vete de aquí si quieres que limpie

 

—   Soy un huésped, me puedo quedar si quiero

 

 

—   O te largas y me dejas limpiar o si no te lanzaré la caja a la cabeza y me iré… créeme, no me van a despedir, Alice estará de mi lado

 

—   Está bien, está bien— alza las manos como si yo fuese un policía—. Solo deja que me cambie… iré afuera a buscar a mi hermano

 

 

—   Perfecto…

 

Cuando entra al cuarto me río por lo bajo. Ser yo quien amenace a Edward no me resulta desagradable.

 

Edward sale de la habitación ya vestido y se acerca para besarme. Le volteo la cara.

 

—   A mí no me voltees la cara— dice entre dientes. Me agarra fuertemente el rostro y me obliga a mirarlo—. Eres mía… que eso no se te olvide

 

Me planta un beso en los labios y luego se va. Mi corazón está acelerado pero decido no hacer caso y comenzar a limpiar. Hago lo de siempre. Abrir las ventanas, recoger las cosas. Como estoy sola comienzo por el baño. Es lindo la verdad y tiene un jacuzzi. Me gustaría entrar con Edward.  Me muerdo el labio y después sacudo la cabeza. No debo tener pensamientos eróticos mientras trabajo.

 

Termino de limpiar todo cuarenta y cinco minutos después a pesar de que la habitación no está muy sucia que digamos. Me he estado distrayendo mucho. Oh, es hora del almuerzo.

 

Como estoy sola camino hacia el carro y saco la caja del celular y la abro. Contemplo el Iphone con una mueca. Pulso el único botón que tiene y lo desbloqueo; saco el instructivo y veo cómo voy a contactos. Edward está anotado allí y eso me hace sonreír aunque no quiera. Tengo el número de teléfono celular de Edward Cullen, mi escritor favorito. No lo puedo creer.

 

Conocerlo no ha sido como yo esperaba. No le he preguntado casi nada sobre sus libros y creo que necesito hacerlo.

 

Las puertas del elevador se abren y entra Edward quien me ve con el celular en las manos.

 

—   Vaya, así que ya estás usando el teléfono— me sonríe burlón—. Sabía que no te resistirías

 

—   No, estaba viendo si ya te habías agregado como contacto, claro que lo hiciste…

 

 

—   Eso es obvio— pone los ojos en blanco—. Fui yo quien te compró eso y solo lo vas a utilizar para llamarme a mí, bueno, puedes agregar a otras personas si decides quedártelo

 

Me sonríe cariñosamente. Es obvio que le encanta la idea de que me quede con esto, pero no. De repente me acuerdo de que debo ir a comer.

 

—   Oh, creo que ya es hora del almuerzo

 

—   ¿No te puedes quedar conmigo? A almorzar, claro...

 

No me parece mal, puede ser una oportunidad para preguntar por sus libros.

 

—   Solo si aceptas responder a mis preguntas sobre tus libros

 

—   ¿Qué quieres saber?— me pregunta nervioso.

 

 

—   Ya sabes, preguntas típicas como en que te inspiraste para escribir tus novelas

 

—   Ya veo— contesta con un tono amargo—. ¿Quieres saber algo? No me gustan mis libros, los detesto… trato de olvidarlos

 

Lo miro extrañada.

 

—   ¿Qué? Pero si son muy buenos…

 

—   Esas novelas solo reflejan lo jodido que estoy— dice exasperado—. No me gusta mucho hablar sobre ello… claro, con la prensa lo he hecho, pero obviamente les miento, Peter me ha ayudado a inventarme ciertas cosas…

 

Vaya, vaya, vaya. Esto es muy interesante.

 

—   ¿Puedo sentarme en uno de los sofás?— le pregunto.

 

—   Claro que sí, siéntate— responde recuperando su tono alegre—. Voy a pedir que nos traigan algo…

 

 

—   Me esconderé en la habitación cuando llegue— le digo. No quiero que Mike, el chico que siempre lleva la comida a las suites me vea aquí—. Ya sabes, mis compañeros…

 

—   Está bien— se ríe—. Mmm… ¿Qué quieres comer?

 

 

—   Lo que pidas tú…— la verdad no tengo mucha hambre, solo quiero preguntar, me ha intrigado mucho lo que ha dicho.

 

—   Sé que te gusta la comida italiana así que pediré pasta a la carbonara ¿Te gusta?

 

Me le quedo mirando avergonzada. No la he probado. Rayos.

 

—   ¿No la has probado?— pregunta incrédulo—. Dime lo que si has probado

 

—   Mmm… pizza napolitana, Alice me llevo a comer en mi cumpleaños y hace dos años, Jasper se mudó aquí y cuando me visitó me llevó a un restaurante, comimos bistec a la florentina… antes de que pasara lo de mi padre probé muchas veces la comida italiana, pero no recuerdo el nombre de los platillos, la pasta a la carbonara no la he probado, eso sí…

 

 

—   Jasper— dice el nombre con desprecio.

 

—   ¿Estás celoso? — le pregunto divertida.

 

 

—   Dime algo… ¿él te ha gustado alguna vez? ¿Él ha estado interesado en ti?

 

—   ¿Cómo puedes decir eso, Edward? ¡Jasper adora a Alice! No hay nada entre él y yo más que una gran amistad

 

 

—   ¿Qué sientes por él?

 

—   Edward, Jasper ha sido mi amigo desde la secundaria, es como mi hermano mayor, lo quiero mucho como a Anthony y a Bree… no lo deseo como hombre

 

 

—   ¿Segura?

 

—   Te lo juro… ¿acaso estás celoso?

 

 

—   ¿Qué? Yo no… — está mintiendo. Lo está y eso me emociona.

 

—   Ah, yo pensaba que sí— digo haciéndome la decepcionada—. Creí que era tuya y que no querías que me acercara a ningún hombre

 

 

—   ¿Sabes qué? Sí estoy celoso, muy celoso— confiesa y se acerca al sillón en donde estoy sentada. Mi pulso se acelera cuando me toca la mejilla—. Tú eres mía y de nadie más

 

—   Lo soy— respondo. Por ahora, pero lo soy.

 

 

—   Voy a pedir la comida, si no terminaré cogiéndote de nuevo y no creo que quieras eso ahora, tengo entendido que tienes varias preguntas sobre mis libros

 

Muevo la cabeza para decirle que sí aunque la verdad estoy algo excitada. Trato de calmarme mientras él va a su habitación a pedir la comida.

 

—   ¿Te gusta el vino blanco?— pregunta saliendo luego de unos segundos. Me encojo de hombros.

 

—   Sí… pero hace mucho que no tomo— admito.

 

 

—   Vamos a acompañar la pasta con Riesling ¿Te parece bien?

 

—   Sí— respondo a pesar de no haber probado ese vino. Espero que Edward no sea un experto en eso del maridaje de vinos.

 

Pero claro que debe serlo. Alguien que escribe tan bien tiene que serlo. De hecho, en sus libros menciona distintas comidas y los vinos que las acompañan. No pocas veces me dio hambre al leer.

 

—   ¿Te ocurre algo?— me pregunta mientras se sienta en el sofá que está frente a mí.

 

—   No, nada… es solo que estaba pensando en los platillos que mencionas en tus libros

 

 

—   Sí… la mayoría son comidas italianas— sonríe levemente—. La cocina italiana es mi favorita

 

—   ¿De verdad?— pregunto boquiabierta. Vaya, tenemos una cosa en común.

 

 

—   Sí… espero que no pienses que lo digo para tener algo en común contigo, de verdad es mi favorita

 

—   Eso es genial— sonrío.

 

 

—   Sí… me alegra que tengamos eso en común

 

—   Sí, pero en lo demás somos distintos, o eso creo…

 

 

—   Somos muy distintos— dice con tristeza—. Tú no estás enferma

 

—   ¿De qué hablas?— de pronto tengo miedo… espero que no sea lo que estoy pensando. No puedo perder a Edward.

 

 

—   Tranquila… no es una enfermedad terminal como crees— se ríe—. Físicamente estoy sano, muy sano y con mucha energía— su tono de voz es malicioso. Está hablando en doble sentido y me hace sonrojar. También estoy aliviada de que él esté sano, muy muy aliviada.

 

—   ¿Entonces de que estás enfermo?— inquiero.

 

 

—   Depresión… tengo depresión— confiesa—. Y tengo un estúpido trauma que no creo que sea conveniente que te lo diga

 

—   Puedes confiar en mi… no se lo diré a nadie

 

 

—   No voy a decirte— afirma—. No es que no quiera decirte, pero si lo hago te voy a perder, he visto cómo eres…

 

—   No me vas a perder— le aseguro. No me perderá, al menos no en estos diez días—. Dímelo

 

 

—   No te lo diré, confío en ti, mucho más de lo que te imaginas, pero no voy a decírtelo… lo único que te diré es que me estoy controlando para no llevarlo a cabo y que te he mostrado un poco de lo que no quiero contarte

 

Tengo que dejar de presionarlo. Si dice que confía en mí, quizá después me lo cuente. No creo que sea tan malo. Tal vez sea lo que me dijo Alice de que quiere encontrar a alguien a quien controlar. Edward debe creer que eso es malo pero la verdad es que eso puede solucionarse al igual que lo de la depresión.

 

—   Está bien, no te voy a presionar— le digo para tranquilizarlo. Edward me sonríe ampliamente mostrando sus perfectos y  blancos dientes. Mierda, tengo ganas de abalanzarme hacia él y besarlo.

 

—   Hazlo…

 

 

—   ¿Qué? — pregunto confundida… ¿Acaso dije lo del beso en voz alta? No, no lo creo.

 

—   Bésame, sé que quieres hacerlo, lo noto en tu mirada

 

 

Me río.

 

—   ¿Acaso sabes lo que pienso con solo mirarme a los ojos?

 

—   Sí... ahora ven a besarme

 

Me levanto del sofá y me acerco a donde está él. Lo beso levemente y él gruñe de esa forma que me que tanto me excita. Edward me rodea la cintura con sus brazos y hace que me siente a horcajadas sobre él sin dejar de besarme.

 

De repente me vuelvo a sentir mareada. Frunzo el ceño y lo dejo de besar.

 

—   ¿Qué te pasa?— pregunta preocupado.

 

—   Me mareé

 

—   Deben ser las pastillas que te tomaste ayer— dice serio.

 

 

—   Sí, eso debe ser…

 

Edward me baja y me sienta junto a él. Me abraza y yo me recuesto en su pecho mientras él me da pequeños besos en la cabeza. 

 

—   ¿Ya estás mejor?— cuestiona. Asiento.

 

—   Ya se me ha pasado— le digo.

 

 

—   ¿Has vomitado?

 

—   No…

 

 

—   Eso está bien… la Post Day tiene varios efectos secundarios

 

—   Lo sé…— le digo recordando a Alice quien tomó en una ocasión y se puso muy mal.

 

Nos quedamos un rato sin hablar y de repente Edward me pide que me levante.

 

—   Con cuidado, no quiero que te marees de nuevo

 

Me levanto.

 

—   Ve a esconder ese carro a mi recamara, no querrás que lo vean

 

—   Está bien

 

Camino hacia el carro y voy a esconderlo. Escucho que se abren las puertas del ascensor y Mike deja la comida a Edward. Espero varios minutos.

 

—   Bella, ya puedes salir, se ha ido— me grita. Salgo y veo que la comida está puesta en el comedor que está pasando la sala. Cuando me acerco noto que huele muy bien

 

Edward aparta una silla y me mira, indicándome que me siente. Lo hago sintiéndome halagada. Nunca antes me han hecho esto.

 

Él quita la tapa del plato y veo la pasta. Se ve deliciosa y huele igual.  Frente a mí está la copa con vino blanco.

 

Edward se sienta en la cabecera de la mesa y destapa su comida. Me sonríe.

 

—   Buen provecho— dice.

 

—   Gracias— respondo y ambos empezamos a comer.

 

Yo sé cómo comer el espagueti de forma educada pero Edward al parecer le sale natural. Lo hace con tanta gracia y no parece estar tenso, como yo. Si por mí fuera, mandaría al diablo las reglas pero no quiero causarle una mala impresión. Tomo la copa y bebo un poco de vino; está delicioso. Hace que la pasta tenga un sabor exquisito.

 

—   ¿Te gusta?— me pregunta Edward mientras toma la servilleta y se limpia.

 

Tengo la boca llena, así que trato de pasarme el bocado y luego contesto.

 

—   Sí, está delicioso… has escogido muy bien— respondo entusiasmada. 

 

Esboza esa sonrisa torcida. Oh no, Cullen, eso está muy mal. No puedes excitarme mientras estoy comiendo. No parece que tenga la intención de seducirme ahora, pero sin embargo lo hace. Esa sonrisa me mata.

 

—   Luego de esto, tengo que regresar al trabajo— le informo. Edward me mira algo triste pero asiente.

 

—   Está bien, Bella…

 

Seguimos comiendo hasta que ambos terminamos. Edward me ofrece más vino pero lo rechazo. No voy a emborracharme.

 

—   No, tengo que volver al trabajo— me río.

 

—   Nos vemos en la noche— me dice mientras sostiene la puerta del elevador. Yo ya estoy adentro.

 

 

—   ¿En la noche?

 

—   Sí… cuando salgas de trabajar, te llevaré a casa…  

 

—   Esto…

 

 

—   No tiene sentido que te niegues, te llevaré quieras o no

 

—   Está bien— digo resignada.

 

 

—   Adiós, nena— me da un beso en los labios y yo doy un paso atrás para que se cierren las puertas. Pulso el botón para ir al piso donde debo ir a limpiar.

 

Me abrazo a mí misma y sonrío. Me siento en un sueño… un sueño que terminará dentro de muy poco. Hago una mueca. No quiero perder a Edward… siento que estoy enamorándome de él. No, Isabella, no debes, me recuerdo con tristeza.

 

Edward dentro de muy poco se irá y yo jamás volveré a verlo. Tengo que aceptarlo de una buena vez. 

Capítulo 4: Diez días Capítulo 6: Venganza

 
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