La camarera (+18)

Autor: Sasha_amane
Género: + 18
Fecha Creación: 22/05/2014
Fecha Actualización: 06/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 26
Comentarios: 173
Visitas: 78103
Capítulos: 26

Isabella una camarera honrada y trabajadora del hotel Vulturi que lucha por sacar adelante a sus hermanos, se encontrará con su escritor favorito, el atractivo Edward Cullen, autor de exitosas novelas de romance, cuando este haga una conferencia de prensa en el hotel para promocionar su más reciente libro.

 

Lo que ella no sabe es que Cullen ve en ella todo lo que quiere y no perderá la oportunidad de poseerla por completo. La estadía de Cullen en aquel hotel dura diez días en los cuales ambos disfrutan de una aventura pasional.

 

Cuando llega la hora de que Edward parta, Isabella queda desolada pero lo que ella no se imagina es que sus caminos se van a volver a cruzar, o que más bien... Edward no la dejará ir.  Isabella es suya para siempre. 

___________________________________________________________________

 

Hola :) este es mi primer fan fic y espero que les guste. Me siento feliz de poder publicar mi novela aquí después de mucho pensarlo. Muchisimas gracias a Keit, mi amiga, que me ha ayudado con la portada y el prefacio. 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 2: Primer encuentro

Capítulo 2: Primer encuentro 

 

POV Bella

 

Me levanto emocionada y papá lo nota antes de irnos.

 

—   Hija, te noto entusiasmada— me dice antes de darle un beso de despedida a Bree.

 

—   Edward Cullen estará en el hotel— respondo con una sonrisa.

 

 

—   Oh, ya veo— se ríe.

 

Beso a Anthony en la mejilla y acomodo su camisa del uniforme.

 

—   Te cuidas, enano— le digo. Mi niño asiente

 

—   Sí, Bella, tú también… espero que consigas un autógrafo del escritor

 

 

—   Sí, eso espero— sonrío como idiota al pensar en esa posibilidad. Tomo de la mano a Bree para irnos.

 

En el camino a su escuela ella y yo conversamos sobre sus amiguitas. Al dejarla me dirijo al metro que está lleno como siempre. Este día al parecer va a ser muy normal.

 

—   ¿Escuchaste que Edward Cullen estará en la ciudad?— pregunta una muchacha al chico con el que estado conversando desde hace un rato. Normalmente no suelo escuchar las conversaciones de la gente pero como esto me interesa presto atención.

 

—   Ah, si… es ese autor de los libros de romance que tanto te gustan, lo admito, es muy buen escritor

 

—   Al fin estamos de acuerdo en algo— la chica suelta una risita.

 

 

—   Pero de hecho, me sorprende que te guste Edward Cullen, el romance que él describe es demasiado extraño y el tipo de trama no es precisamente el que le gusta a las mujeres

 

Estoy de acuerdo con el chico en una cosa. Los romances que Edward Cullen describe, son demasiado extraños. Son obsesivos, oscuros, enfermos pero sobre todo eternos. Sí, esas son las palabras adecuadas. Además de eso, los libros tienen tramas algo complicadas que no fácilmente le pueden gustar a una mujer pero que sin embargo están teniendo éxito.

 

Me bajo del metro reflexionando sobre Edward Cullen y sus tramas. Me pregunto si Edward alguna vez amó así a alguien cuando fue joven. Aún sigo imaginándolo como un hombre maduro aunque quizá sea atractivo ¿por qué no?

 

Hoy, Tanya no se presenta a trabajar. En mi casillero está su teléfono que no pude regresarle ayer porque se fue después de lo de Jessica. Saco mi uniforme y me visto lo más rápido que puedo. Helen, otra de las camareras del restaurante está hablando con Victoria, otra camarera de piso como yo. Están enfrascadas en su conversación la cuál ignoro al principio pero por segunda vez en el día no puedo evitar escuchar.

 

 — Ese tipo es guapísimo— comenta Victoria. Frunzo el ceño, extrañada. Jamás había escuchado a Victoria expresarse así; parece una chica conservadora—. Sé que no me fijo en un hombre a menudo pero este sí que vale la pena admirar…

 

—   Lo mismo digo— gruñe Helen. Casi me atraganto con mi propia saliva. Se supone que Helen es lesbiana; incluso es novia de Mildred, la recepcionista.

 

—   Pero cariño, tú eres lesbiana— dice Victoria riéndose.

 

 

—   Pues creo que ya no… ese hombre estaba de infarto, me volveré bisexual, mi novia también lo vio y dijo lo mismo

 

Ambas se carcajean. De pronto Helen se percata de que escuché todo.

 

—   Isabella ¿Tú no lo has visto?— me pregunta de buen humor lo cual es todavía más extraño que su repentino gusto por los hombres. Ella nunca me ha dirigido la palabra.

 

—   No… ¿a quién se supone que debí ver?

 

 

—   Vaya, Tanya tiene razón, se equivocó contigo, no eres zorra como pensaba

 

—   ¿Qué has sabido de ella?— le pregunto sintiendo una repentina preocupación.

 

 

Victoria me dedica una sonrisa amable.

 

—   Tanya nos llamó para darnos la buena noticia… ¿recuerdas que llamaron para decirle que su sobrino había muerto?

 

Asiento.

 

—   Todo fue un malentendido… la abuela fue a ver a la criatura pero cuando vio que estaba tan mal le dio una crisis y llamó a Tanya para decirle que John había fallecido… exageró mucho las cosas… en la madrugada el niño despertó del coma y ya está mejor, nosotras estuvimos con Tanya y por eso sabemos

 

Casi se me salen las lágrimas de puro alivio. John no murió y Tanya estaría bien. Es… es genial.

 

—   Gracias a Dios— murmuro muy aliviada—. ¿Y cómo está Tanya?

 

—   Isabella ¿por qué te interesa?— me pregunta Helen—. Ella te jodió la vida… a todas nos dijo que eras una puta, pero bueno, ayer que la visitamos nos dijo que eso no era cierto, que ella se lo había inventado

 

 

—   Pues habrá dicho lo que sea pero no le deseo ningún mal…

 

—   Ahora me doy cuenta de que eres una buena persona, incluso tienes cara de virgen— se ríe Victoria. Me ruborizo.

 

 

—   ¿Eres virgen?— Helen está incrédula—. Niña, ¿cuántos años tienes?

 

—   Veintitrés— contesto apenada—. Y sí, soy virgen y no rechazo a Dimitri por eso si no porque no me gusta a pesar de ser guapo, es un imbécil

 

Los rostros de Victoria y Helen reflejan una autentica perplejidad. Miran algo que se encuentra detrás de mí.

 

—   ¿En serio piensas eso de mí?— pregunta Dimitri. No me sorprendo. Estoy acostumbrada a que me sorprenda en cualquier lugar y momento. Odio sobre todo cuando me molesta en alguna habitación.

 

—   Sí, si pienso eso— respondí muy quitada de la pena. Me volteo para encararlo—. Así que no pierdas tu tiempo conmigo acosándome, no te haré caso nunca

 

 

—   ¿Sabías que puedo hacer que te despidan?— pregunta enojado.

 

—   ¿Sabías que le puedo decir a tu padre sobre tus acosos? ¿Sabías que soy amiga de Alice y que ella me apoyará?

 

 

Con ese comentario lo desarmo. Aro es un hombre muy justo y si le digo que su hijo me acosa no va a poner en duda mi palabra. No le va a creer a su estúpido hijo que no pocas veces lo ha defraudado.

 

—   Mierda, tienes razón, pero bueno… ¿por qué no me harás caso? Soy millonario, guapo… me molesto en ponerte atención a ti, que eres una simple camarera, conmigo tienes todo lo que chicas como tú buscan

 

Me echo a reír.

 

—   Justamente por lo que acabas de decir no te hago caso…. Sí, eres guapo, pero la apariencia no es lo más importante, eres millonario también pero eso no me interesa y sobre que todas las chicas buscamos patanes como tú, eso no es cierto

 

—   Seguramente eres lesbiana— me acusa. Helen gruñe.

 

 

—   Alto allí, a ti no te importan mis preferencias sexuales, pero para que lo sepas, no, no soy lesbiana, me gustan los hombres— remarco la última palabra para hacerle entender que yo no lo veo como hombre pero al parecer no lo hace.

 

—   ¿Entonces por qué no me haces caso?— es un estúpido sin duda alguna.

 

 

—   Tú no vales la pena, querido, ese es el problema… eres un hijo de papi, a mí me gustan los tipos serios y maduros, no como tú, maldito pre adolescente calenturiento

 

Después de decir eso me marcho, dejándolo con la boca abierta. Muero de ganas de estar sola y  soltar las carcajadas que luchan por salir de mi garganta. la expresión de Dimitri no tuvo precio.

 

Por pensar en eso no me fijo por donde voy y choco contra alguien. Me disculpo inmediatamente.

 

—   No te preocupes, niña— me dice una voz masculina muy muy sensual. Miro al hombre con el que choqué y me quedo impresionada por unos momentos. Hasta hoy pensaba que Dimitri era el tipo más guapo que había visto pero por lo visto estaba muy equivocada. El tipo que está frente a mí es simplemente perfecto.

 

Su tez es blanca, es alto y corpulento. Seguramente bajo su ropa esconde un cuerpo bastante tonificado. Su cabello color bronce está totalmente despeinado y revuelto pero se ve endemoniadamente sexy; la nariz es recta y los labios carnosos y rojos. Lo mejor de todo: sus brillantes ojos verde esmeralda bajo esas largas pestañas oscuras. Está para comérselo.

 

El chico me observa sorprendido y me mira de arriba abajo para después volver a mis ojos. Mierda… me ha visto como si fuese algo que va a cenar. Está cortado por la misma tijera que Dimitri, pero no le puedo hacer nada ya que seguramente es un huésped, maldita sea.

 

—   Con su permiso— murmuro y  hago ademan de irme pero el tipo me sostiene por un brazo y yo furiosa volteo a verlo. Su contacto me produce una extraña sensación en la piel, como si recibiera una pequeña descarga eléctrica. Y eso no es todo; el corazón me late con fuerza, como si fuese a salirse de mi pecho.

 

—   ¿Cómo te llamas?— me pregunta.

 

 

—   Creo que no le incumbe, soy solo una simple camarera

 

—   Una hermosa camarera— dice con una sonrisa torcida que me corta la respiración unos momentos—. Tu nombre— es una exigencia. No me agrada que haga eso. seguramente es uno de esos tipos que creen que pueden controlar todo. Pues no, a mí no.

 

 

—   No se lo diré, ahora, con su permiso….

 

—   Tu nombre

 

 

Si sigo así no me va a dejar ir, así que tengo que salirme por la tangente.

 

—   Katherine— digo el primer nombre que se me viene a la mente.

 

—   Katherine— pronuncia el nombre con un tono escéptico, como si no me creyera—. No parece que sea tu nombre, no tienes cara de Katherine

 

—   Dejeme en paz, ese es mi nombre

 

 

—   Espero que no me estés mintiendo… has chocado conmigo y me lastimaste un poco así que por lo menos merezco saber tu nombre

 

—   Disculpe por haber chocado con usted— trato de no parecer indignada pero no sé si lo estoy consiguiendo. Bah, al diablo—. Sobre mi nombre, no le he mentido, ahora déjeme

 

 

—   ¡Hey!, allí estás— dice Alice mientras se dirige a nosotros con sus habituales andares de bailarina. El tipo me suelta por fin y mi amiga nos mira extrañada—. Veo que ya se conocen— sonríe—. Bueno, los presento, ella es Isabella y él es…

 

—   ¡Me largo de aquí!— exclamo demasiado sonrojada. Alice lo arruinó todo, le ha dicho mi nombre al estúpido ese. Bueno, no lo conozco pero seguramente es un idiota como Dimitri.

 

Llego al noveno piso en donde se supone que debo limpiar ahora. Tomo las cosas para la limpieza y comienzo a revisar una habitación que acaban de desocupar. Me concentro y la limpio hasta dejarla perfecta. Mientras limpio pienso en dos cosas. Una, en ese chico de ojos verdes que tanto me inquietó y dos: en los tenis de mi hermana. Hoy mismo tengo que hablar con Aro para pedir horas extras. La puedo hacer de camarera de restaurante. Además el sábado es la paga lo cual es genial. Me van a pagar más y puedo comprar los zapatos. Aro nunca se niega cuando le pido las horas extras; sin duda alguna le tengo muchísimo aprecio porque es un hombre justo y generoso y no puedo creer que tenga un hijo tan idiota.

 

Por fortuna no me vuelvo a encontrar con ese hombre. Pensar en él me inquieta mucho  y yo no me puedo permitir sentir cosas por alguién. Mi prioridad es mi familia y el trabajo.

 

Sonrío al pensar en Bree. Le hará feliz tener sus tenis nuevos. Mi princesa es feliz cuando le compro cosas. 

 

Cuando termino de limpiar por completo me dirijo rápidamente al comedor teniendo cuidado de no toparme con Dimitri ni mucho menos con ese hombre de los ojos verdes. Pero si voy a tener mala suerte prefiero encontrarme con el idiota número uno, hijo del dueño del hotel. Al menos él no me perturba.

 

Me como mi almuerzo lentamente y me voy a los vestidores. Con una mueca observo mi libro. Ya no lo voy a poder leer porque tengo que volver al maldito trabajo. Me la he pasado pensando en aquel chico sin nombre.

 

Subo hasta el tercer piso para limpiar otra habitación. Al salir de esta veo que Victoria corre por el pasillo. Se dirige a mí.

 

—   Por fin te encuentro, Isabella— dice agitada.

 

—   ¿Qué ocurre?

 

 

—   Te busca Dimitri

 

—   Dile que estoy ocupada— no es mentira, tengo cosas que hacer.

 

 

—   Dice que no quiere acosarte ni nada

 

Sonrío. Hasta que por fin Dimitri llama a lo que me hace por lo que es: acoso.

 

—   No me la creo así que dile que…

 

De repente aparece Dimitri en el pasillo. Suspiro frustrada y Victoria al verlo echa a correr.

 

—   ¿Qué quieres Dimitri?— le pregunto malhumorada por el abandono de Victoria.

 

—   Reclamarte, traes loco a uno de los huéspedes, te está buscando

 

 

—   Pero no he hablado con nadie— digo con el ceño fruncido. Quiero ocultar mi repentino mareo. Seguramente es el chico de los ojos verdes.

 

—   Acuérdate, Isabella— me ordena aunque no suena ni la mitad de autoritario que aquel hombre.

 

 

—   Ah, ya me acordé, el chico del cabello cobrizo— me siento ridícula por mi descripción pero no se me ocurre nada más.

 

—   ¿Sabes quién es?— pregunta sorprendido.

 

Niego con la cabeza.

 

—   No y no me importa

 

Dimitri sonríe satisfecho y sé exactamente lo que puede estar pensando. Maldito enfermo.

 

—   Que bueno, eso significa que no te gustó

 

—   Pues es más guapo que tú— le digo burlándome.

 

 

—   Eso no es posible

 

—   Hablando de él, por favor no dejes que me encuentre— le pido.

 

 

—   No, no lo haré… además él no puede encontrarte aquí, está hospedado en una de las suites 

 

—   Entonces es un tipo importante— los artistas o empresarios importantes solían hospedarse en las suites. Ahora tengo otra razón más para pensar que es igual a Dimitri.

 

 

—   Te diría quien es pero… no sé si quieras saber

 

—   No, no quiero, no me interesa saber sobre los huéspedes

 

 

—   Me alegro

 

De repente Dimitri me toma por la cintura y me acerca a él. Me agarra el trasero con fuerza para luego subir las manos a mi cadera.

 

—   ¡Sueltame!— exclamo. No me asusta esto porque ya lo ha hecho infinidad de veces. Estoy enfurecida.

 

—   No, no quiero— dice besando mi cuello. La paciencia se me está acabando.

 

 

—   Maldita sea, ¿qué no entiendes que no quiero nada contigo?— grito a punto de darle un rodillazo en las bolas. 

 

—   Te quiero hacer mía— gruñe. Puedo sentir su maldita erección contra mi vientre, pero yo no deseo esto. Quiero que me suelte y sigo luchando por escapar de sus brazos.

 

 

—   Dimitri, suéltame ahora mismo— le suplico—. No me interesas… no me voy a meter contigo

 

—   Eso lo veremos

 

De un segundo a otro ya no estoy atrapada en los brazos de Dimitri. Alguien lo ha apartado de mí. Es el chico de cabello cobrizo. Me recorre una sensación de alivio pero después me siento perturbada por la presencia de ese hombre que me ha salvado.

 

—   ¿Qué estabas haciendo?— le pregunta a Dimitri.

 

—   ¿Podrías dejarme en paz? Estaba por follarla

 

—   Pues ella no quería

 

 

—   No, no quería— intervengo. El chico me mira preocupado.

 

—   ¿Te encuentras bien?

 

 

—   Sí, gracias por quitarme a este tipo de encima— mascullo lanzándole una mirada envenenada a Dimitri.

 

—   No hay de que, hermosa…

 

 

Me ruborizo.

 

—   Eh, me tengo que ir

 

—   No, no lo hagas— me ordena. Me quedo quieta porque algo dentro de mí me dice que debo obedecerlo.

 

 

—   No, tú vete de aquí— le dice Dimitri.

 

—   Si no te vas, iré con tu padre y te acusaré de intento de violación hacia una empleada, sabes lo mucho que él estima a sus trabajadores y sabe lo que tú eres capaz de hacer

 

 

—   Maldito seas, Ed— masculla Dimitri antes de irse. El pánico se apodera de mí ya que no quiero quedarme a solas con este tipo.

 

—   ¿Por qué me has mentido sobre tu nombre?— me interroga.

 

 

—   No tengo por qué darle explicaciones, señor, con su permiso

 

Intento irme, pero como en nuestro primer encuentro, me toma por el brazo para que no me vaya y esa inexplicable corriente eléctrica recorre mi piel.

 

—   Sí, tienes que explicarme

 

—   A usted no le interesa mi nombre, no nos conocemos

 

 

—   Claro que me interesa, ahora lo sé… te llamas Isabella Swan pero te dicen Bella, tienes veintitrés años, eres soltera, tu color favorito es el azul y tu comida favorita es la italiana pero muy pocas veces te puedes dar el lujo de comprarla

 

Me quedo boquiabierta y muerta de miedo… ¿cómo sabe todo eso?

 

—   ¿Cómo…?

 

—   Eso no te incumbe, cariño, quiero proponerte algo

 

 

—   ¿Qué?

 

—   Qué pases la noche conmigo, me has encantado, nena

 

Estoy muy furiosa. ¿Acaso tengo cara de zorra? Le sonrió. No está mal responder con mucho sarcasmo. Es justamente lo que necesito ahora.

 

—   Claro, pero en la noche no puedo ¿pero por qué no ahora?— pongo los ojos en blanco.

 

—   Perfecto— murmura antes de estrellar sus labios contra los míos, cosa que me toma por sorpresa. Abro los ojos como platos, impresionada pero poco a poco los cierro y comienzo a responderle con el corazón latiéndome desbocado. Sus manos se posan sobre mi cintura y me atrae hacia su cuerpo. Comienzo a sentir una desconocida pero agradable sensación en mi entrepierna. Estoy excitada.

 

Al comprobar aquello, corto el beso de manera brusca y me separo de él. No puedo permitirme sentir nada por nadie y menos por un desconocido. Mis hermanitos son mi prioridad y he sido sumamente egoísta.

 

Le doy una bofetada al tipo.

 

—   ¡No me vuelvas a besar!— le grito histérica—. Yo no me meto con nadie ¿me ha entendido?

 

—   Pero dijiste que…

 

 

—   Estaba siendo sarcástica— siseo y luego me limpio los labios—. Yo no soy ninguna golfa que se acuesta con los huéspedes, yo soy una chica decente y si lo besé fue porque… porque quería saber que se sentía, pero solo eso, no quiero que vuelva a molestarme, chico estúpido…

 

Me largo corriendo de allí, dejando al desconocido que acabo de besar, totalmente estupefacto.

 

Por fortuna ya no me vuelvo a encontrar con él y puedo terminar mi trabajo en paz. Por la noche voy con Alice para pedirle que me lleve con Aro.

 

—   Claro que te llevo— me contesta—. Pero ¿puedo preguntar para que lo necesitas?

 

—   Quiero pedirle horas extras— confieso—. Necesito dinero, quiero comprarle zapatos a mi hermana

 

 

—   Bella— gruñe. Está en modo “Bella, ¿qué voy a hacer contigo?”—. no necesitas horas extras yo te puedo dar ese dinero, no seas testaruda

 

Y ahí está. Nuestra discusión de toda la vida.

 

—   No, Alice, prefiero trabajar…

 

—   Mmm… Ya sé, ¿por qué no te presto ese dinero y a cambio la haces de mesera mañana? Es que después de la conferencia se celebrará una cena con los familiares de él, los cuales llegan mañana, necesitamos quien nos ayude ya que irá toda la familia porque además de anunciar su libro… es su cumpleaños

 

 

—   Me parece una buena idea— sonrío. Mi amiga da saltitos de felicidad.

 

—   Pero necesito hablar con tu padre

 

 

—   No te preocupes de eso que yo me encargo… además no se negará, te tiene cariño y lo sabes

 

Me encojo de hombros y sonrío de nuevo. Aro me tiene mucho cariño por alguna extraña razón. Quizá es porque soy amiga de su hija.

 

—   Está bien, Alice, lo dejo en tus manos— suspiro—. Gracias por ayudarme, eres una gran amiga

 

—   Ay, Bella, no digas eso que empiezo a llorar— dice abrazándome—. Yo te adoro, amiga, eres como mi hermana y si pudiera te ayudaba más pero no me dejas— me mira con ojos entrecerrados al soltarme. Me carcajeo.

 

 Después de eso, Alice me presta el dinero que necesito. Es más de lo que pretendía obtener pero Alice me obliga aceptarlo. Me amenazó con llevarme de compras con ella para conseguirlo. Acepto de inmediato. Según Jasper, ir de compras con ella es peor que el infierno.

 

Me voy muy contenta a mi casa. Este día ha sido buena y a excepción de lo de Dimitri y lo de… el desconocido de ojos verdes. Aun siento mis labios extraños por aquello.

 

Cuando llego mis hermosos niños me reciben contentos y me cuentan lo que han hecho en la escuela.

 

Les doy de cenar a mis niños y a papá. Después me baño junto a Bree y acuesto a los dos niños.

 

—   Hasta que por fin se durmieron, parece que nunca se les acaba la pila— se queja mi padre mientras se sienta a la mesa. Me siento yo también ya que deseo hablar con él.

 

—   Lo sé, pero eso me da gusto, significa que están sanos

 

Se encoje de hombros y sonríe, pero después su rostro refleja preocupación.

 

—   Oye, hija… necesito saber cuándo te pagan, es que con lo poco que he ganado no nos alcanzará para la renta

 

Le sonrío y me levanto para ir por mi pequeña bolsa. Saco el dinero y se lo enseño a papá.

 

—   ¡Hija! ¿qué es esto?— exclama asustado.

 

—   Dinero ¿qué no es obvio?— me río y el traga saliva nerviosamente.

 

 

—   Pero es mucho

 

—   Pedí prestado a Alice, papá… mañana haré un trabajo extra para pagarlo… lo pedí porque la nena necesita tenis nuevos… con esto, con mi sueldo del sábado y lo que ganaste nos alcanzará para todo

 

 

Los ojos de mi padre se llenan de lágrimas.

 

—   Hija— sollozó—. No puedo creerlo, soy un imbécil… yo debería buscar algo mejor para poderles dar lo que tú y tus hermanos merecen… vivimos en una horrenda y pequeña casa, tú no estudiaste la carrera y trabajas cuando no debes, es todo mi culpa, mi culpa

 

—   Papá— digo con tono molesto. Odio cuando se pone así—. Ya para de decir esas cosas, eres un excelente padre, nos has dado todo lo que has podido, yo te ayudo porque es necesario… no te sientas mal, Anthony y Bree tendrán una carrera, te lo juro

 

 

—   Pero ¿tú?

 

—   No te preocupes por mí, a mi no me hace falta estudiar, yo tengo un trabajo

 

 

—   Pero te la vives ahí— protesta—.  No sales a divertirte como te mereces, no eres una chica normal de veintitrés años… deberías tener un novio o por lo menos amigos y no lo haces por mi culpa, porque me tienes que ayudar, no es justo

 

—   Papi— mi voz tiembla. No me gusta oír como mi padre se reprocha a si mismo—. No te sientas así… no necesito ser como las demás para sentirme feliz, lo que me hace feliz es ver sanos a mis hermanos y a ti, no necesito más

 

 

—   Espero que algún día encuentres a un buen hombre— suspira y luego me toma de las manos—. Para que te saque de esta miseria

 

—   ¿Y dejarlos? ¡Ni loca!

 

 

—   No digas eso… yo sé que lo vas a encontrar, tengo el presentimiento de que algo va a cambiar, no lo sé… llevo días soñando con que te casas y eres feliz… es un sueño hermoso

 

Me paralizo. Los sueños de mi padre en su mayoría son proféticos. El soñó el abandono de Reneé y la muerte de Sue. También soñó que estábamos en crisis lo cual también fue cierto porque antes de vivir aquí, tuvimos una casa preciosa. Mi padre era abogado exitoso pero lo corrieron del bufete ya que lo acusaron de un fraude que por supuesto, él no había cometido. No lo metieron a la cárcel por falta de pruebas pero su jefe se aseguró de que mi padre jamás se incorporará a otro bufete.

 

Mi madre lo abandonó después de eso y mi padre ya no pudo seguir pagando la casa donde vivíamos ya que esta era rentada. Tuvo que vender su coche para después mudarnos al departamento donde vivimos actualmente. El dinero nos permitió vivir sin preocuparnos durante muy poco tiempo ya que se nos vinieron los gastos encima y se nos acabó, quedando así en nuestra actual situación. Por eso, los sueños de Charlie no son para tomarse a la ligera.

 

Un escalofrío me recorre el cuerpo. Yo no me quiero enamorar.

 

—   No me voy a casar— le respondo seria—. Tu sueño tal vez no sea correcto

 

Mi padre sonríe de forma arrogante y burlona.

 

—   ¿Cuándo me he equivocado?

 

—   Nunca— susurro con rabia. Me levanto—. Bueno, papá, me iré a dormir, ya no quiero que me sigas molestando con eso del sueño

 

 

—   Está bien, hija

 

Esa noche no puedo pegar el ojo. Tengo una preocupación y es el chico de cabello cobrizo que por alguna razón no puedo sacar de mi mente. Pienso en el momento en que nos besamos y sin darme cuenta ya me estoy mordiendo los labios.

 

 

Al día siguiente en el hotel, se puede notar la tensión que hay entre todos los camareros del restaurante. Todos están nerviosos por lo de hoy.

 

Estoy por abrir mi casillero cuando de repente alguien me llama. Entrecierro la puerta para ver. Me pongo algo rígida cuando veo que es Tanya.

 

—   Hola, Isabella— me saluda con una extraña amabilidad. Parece avergonzada.

 

—   Hola Tanya ¿cómo está tu sobrino? Victoria y Helen me han dicho que…

 

 

—   Sí, Isabella, gracias a Dios mi bebé se salvó, ahora está delicado pero se recupera…

 

—   Oh, me alegra— le sonrío sinceramente—. Me da mucho gusto que se haya salvado, de verdad Tanya…

 

 

—   ¿Por qué haces esto?— pregunta con la voz rota. La miro confundida—. ¿Por qué estás siendo buena? Yo te he tratado de lo peor…

 

—   Yo no te guardo rencor, Tanya, es cierto que no me agradabas, pero tampoco te odiaba

 

 

—   Eres muy buena, Isabella, quisiste venir conmigo cuando pensé que mi John se había muerto, Jessica ni siquiera me preguntó por la salud de mi sobrino, solo me contó sobre su revolcón con Dimitri

 

—   Maldita golfa— mascullo.

 

 

—   Sí, tienes razón, eso es lo que es, una maldita golfa… quiero que me perdones por todo lo que te he hecho, Isabella… quiero arreglar las cosas contigo. Esto que le pasó a John me sirvió para recapacitar. Soy una mierda de persona, te he tenido envidia porque Dimitri te hace caso y a mí no, pero ya me di cuenta de que él es un poco hombre y que no vale la pena… realmente no estoy interesada en él, pero siempre me creí lo mejor del mundo y ya no quiero, Isabella, ya no quiero

 

Después de decir eso me abraza y comienza a sollozar con fuerza. Le doy palmaditas en la espalda para tratar de calmarla.

 

—   Calma, Tanya, no pasa nada. Todos cometemos errores y los tuyos no han sido tan graves

 

—   Claro que lo son…

 

Niego con la cabeza.

 

—   No, no lo son, por lo menos lo que yo sé que hiciste no es tan grave, a mí me parece grave matar a alguien

 

—   Yo nunca he matado a nadie— se ríe un poco y me suelta.

 

 

—   ¿Te has metido con Dimitri como Jessica lo ha hecho?

 

—   No… tampoco con nadie, soy virgen…

 

 

—   ¿En serio?

 

—   ¿No me crees? Bueno, es de esperarse, me visto como una zo…

 

 

—   No digas eso— la interrumpo—. Pensé que no lo eras porque cuando entré a trabajar te burlaste de mi por tener cara de virgen

 

—   Ah, lo siento por eso— se disculpa—. Si quieres puedes burlarte de mí ahora, supongo que ya no debes serlo

 

 

—   Lo sigo siendo— le confieso. Ella me mira atónita y en ese momento sé que vamos a ser grandes amigas.

 

—   No lo puedo crees, wow…

 

Ambas nos reímos.

 

—   Quiero que seas mi amiga, Isabella, ¿Podrías?— me pregunta y yo asiento porque estoy dispuesta. El perdón es una de las cosas más hermosas que existen. Eso me lo enseñó papá desde que era pequeña. Él jamás le ha tenido rencor a mi madre y yo… tampoco. Espero que sea feliz donde quiera que esté.

 

Le tiendo una mano a Tanya.

 

—   Amigas— decimos al mismo tiempo mientras nos damos un apretón de manos.

 

 

Este día es bastante ajetreado. He tenido que limpiar muchas habitaciones debido a que la familia del escritor llega hoy y debemos tener el hotel en perfecto estado. Por primera vez en la vida, no terminé el trabajo de Tanya pues ella lo hizo todo sola y perfectamente bien. Estoy orgullosa de ella. a veces los sustos pueden traer cosas muy buenas.

 

—   Por fin terminamos el piso seis— me dice Tanya con un tono de entusiasmo mientras almorzamos.

 

—   A mí me faltan más cosas después del trabajo— contesto—. Tengo que hacerla de mesera en la fiesta del escritor

 

 

—   Yo igual, hablé con Aro para pedir horas extras, ya sabes, el hospital es caro

 

—   Te entiendo perfectamente, Tanya… si me permites voy a ir uno de estos días a visitar a John, le pediré a mis hermanos que le hagan un dibujo o algo así, no tenemos mucho dinero pero…

 

 

—   Eres una gran persona— sonríe.

 

—   Dime Bella, y no, no soy una gran persona, solo me preocupo por los demás, eso es todo

 

 

—   Claro que eres una excelente persona, pero bueno, cambiemos de tema… ¡Edward Cullen estará aquí! Me siento emocionada…

 

—   ¿Te gusta?

 

 

—   ¡Pero claro que sí! Es el escritor del momento… una prima me prestó los libros, están buenísimos, es mi escritor favorito

 

—   ¡También es mi favorito!— exclamo—. Y lo vamos a conocer

 

 

—   Sí… tenemos que pedirle autógrafo y toda la cosa

 

—   ¿Qué haces con esta zorra?— pregunta Jessica sentándose al lado de Tanya. La fulmino con la mirada.

 

 

—   Hum… yo no veo a ninguna zorra por aquí además de ti, así que no sé de quién me hablas— responde Tanya sin perder el buen humor.

 

Casi escupo el refresco que me estoy tomando. Trago el líquido y me río.

 

—   Tú no te rías, maldita perra— me calla Jessica.

 

—   ¿Perdón?— pregunto—. La única perra o zorra eres tú, yo no, pero bueno, sí quieres decirme así, no me importa

 

—   Bien dicho, Bella— me dice Tanya—. Ahora, vámonos, se me ha quitado el hambre.

 

 

—   Vámonos— murmuro mientras me levanto. Tanya y yo nos vamos del comedor, dejando a Jessica echando espuma por la boca. Al llegar al vestidor nos reímos como locas. Ángela se acerca a nosotras y nos pregunta que ha pasado. Se lo contamos entre risas y ella termina riendo junto a nosotras.

 

El resto del día ya no hay tanto trabajo y comienza la dichosa conferencia de prensa. Muchas de las personas que iban llegando eran de una hermosura impresionante. Se parecen mucho a… al chico de cabello cobrizo que no he visto en toda la tarde.

 

¿Y si él es familiar del escritor? Bueno, eso es probable, pero seguramente será su sobrino o su sobrino nieto. Edward Cullen es un viejo, yo lo sé. Su manera de narrar es demasiado buena para ser un joven.

 

Estoy de pie en medio de la recepción admirando a toda esa gente tan guapa cuando de repente alguien me llama. Es Jasper.

 

—   Hola, Jasper— lo saludo y le doy un beso en la mejilla.

 

—   Ven conmigo, Alice te ha apartado un lugar, puedes venir a la conferencia

 

 

—   No, claro que no— me niego. No puedo ir vestida así.

 

—   Ven conmigo y no discutas, nena… Alice me dijo que si no ibas te llevaría de compras

 

 

—   ¿De nuevo con ese chantaje?— pongo los ojos en blanco.

 

—   Sí y lo hará siempre que lo necesite

 

 

—   Pues vamos— acepto de mala gana pero muy en el fondo estoy saltando por todo el lugar y dando volteretas cual porrista de instituto.

 

—   Primero debes cambiarte… te tienes que poner ya el uniforme de camarera de restaurante, Alice te está esperando en una habitación del tercer piso

 

 

Quiero preguntar por qué no simplemente me dejaron el uniforme en el vestidor pero me contengo. Jasper y yo fuimos a la habitación donde el duende nos estaba esperando con uniforme en las manos y con una mirada de excitación. No le pregunto nada, le quito el uniforme y me voy al baño a cambiar. Cuando salgo me dicen que me veo muy bien.

 

—   Está muy corto— protesto.

 

—   No— me contradice Alice—. Ahora mismo vienes con nosotros o si no te llevo de compras mañana y te compraré cosas mucho más cortas que eso

 

 

—   Creo que me equivoqué, no está tan corto— respondo inmediatamente lo cual le arranca una carcajada a Jasper.

 

Los tres nos dirigimos al salón de conferencias del hotel. El Vulturi tiene de todo, lo único que les falta es tener un cine o un teatro. El hotel cuenta con albercas, canchas de tenis, spa, salones de conferencia y de eventos; también está el restaurante. Además los empleados tenemos nuestros beneficios ya que tenemos el comedor, el vestidor y nuestros propios baños. El señor Aro piensa en todo. El sueldo no es lo mejor del mundo pero no es para quejarse tampoco. Podría estar en un empleo con un sueldo peor.

 

Al llegar al lugar me siento nerviosa. Hay muchos reporteros. Alice me dice que esté tranquila, que no me van a apuntar con la cámara. Me siento más calmada porque es cierto. Las cámaras, las grabadoras y las preguntas estarían enfocadas en Edward Cullen. Mi atención también lo estará.

 

De repente la conferencia comienza y casi me voy de espaldas cuando veo quien se sienta en el lugar del entrevistado. Nada más y nada menos que… el chico de cabello cobrizo. La primera pregunta que hacen y que él responde lo confirma de una vez por todas.

 

Yo, Isabella Swan ¡Me besé con mi escritor favorito! Este mundo sinceramente está tremendamente retorcido. 

Capítulo 1: Un día extraño Capítulo 3: Solamente mía

 
14439244 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios