La camarera (+18)

Autor: Sasha_amane
Género: + 18
Fecha Creación: 22/05/2014
Fecha Actualización: 06/06/2015
Finalizado: NO
Votos: 26
Comentarios: 173
Visitas: 78099
Capítulos: 26

Isabella una camarera honrada y trabajadora del hotel Vulturi que lucha por sacar adelante a sus hermanos, se encontrará con su escritor favorito, el atractivo Edward Cullen, autor de exitosas novelas de romance, cuando este haga una conferencia de prensa en el hotel para promocionar su más reciente libro.

 

Lo que ella no sabe es que Cullen ve en ella todo lo que quiere y no perderá la oportunidad de poseerla por completo. La estadía de Cullen en aquel hotel dura diez días en los cuales ambos disfrutan de una aventura pasional.

 

Cuando llega la hora de que Edward parta, Isabella queda desolada pero lo que ella no se imagina es que sus caminos se van a volver a cruzar, o que más bien... Edward no la dejará ir.  Isabella es suya para siempre. 

___________________________________________________________________

 

Hola :) este es mi primer fan fic y espero que les guste. Me siento feliz de poder publicar mi novela aquí después de mucho pensarlo. Muchisimas gracias a Keit, mi amiga, que me ha ayudado con la portada y el prefacio. 

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 6: Venganza

Espero que les guste aunque tengo mis serias dudas xD 

_______________________________________________

Capítulo 6: Venganza

 

POV Bella:

 

Por la noche Edward me lleva a mi casa justo como me ha dicho no sin antes pasarme por su habitación y tener un rápido encuentro el cuál fue más que placentero. Ahora nos encontramos en el Volvo rumbo a mi departamento.

 

—   Bella… quiero proponerte algo

 

—   ¿Qué?

 

 

—   El lunes es cumpleaños de mi padre, lo celebraremos en su casa… viven en Forks, quiero que me acompañes

 

—   ¿Qué?— estoy sorprendida. Gratamente sorprendida a decir verdad—. ¿Me vas a presentar a tu familia?

 

 

—   Sí… pero les vamos a decir que eres una amiga

 

Le sonrío falsamente aunque en el fondo me siento mal y me doy cuenta de que estúpidamente pensaba que terminaría enamorándose de mí. Pero claro que no va a enamorarse de mí; le he dado lo que todo hombre busca: sexo. Tanya tiene demasiada suerte, no tuvo sexo con Peter y por eso él la toma en serio.

 

—   Tengo trabajo el lunes— me excuso. Se me han quitado todas las ganas de ir.

 

—   Hablé con Aro sobre eso… le expliqué que somos amigos y que me has caído muy bien, aceptó encantado darte el día libre para que vengas conmigo, él también está invitado, además…

 

 

—   ¡¿Hiciste qué?!— le grito y Edward sonríe desvergonzadamente.

 

—   Vas a venir conmigo, lo quieras o no…

 

 

—   No lo haré— me cruzo de brazos.

 

—   Eres mía así que harás lo que yo te diga

 

 

—   No, soy tuya en el terreno sexual, creí que ya te lo había aclarado…

 

—   Eres mía en todos los sentidos, Isabella— dice con voz suave.

 

 

—   No lo soy…

 

—   Si vuelves a decirme eso, te juro que te violaré hasta que te quede claro que eres mía

 

 

Me quedo callada y de muy mal humor. Siempre usa el sexo como amenaza… es un idiota. Un idiota que jamás me tomará en serio. Bueno, pues yo voy a hacer lo mismo; no voy a tomar esto en serio. Solo será sexo.

 

—   ¿En qué estás pensando?— me cuestiona mientras se detiene en un semáforo. Miro por la ventanilla a un par de chicos que están sentados. No son atractivos, pero finjo que lo son y me les quedo mirando—. ¡¿Qué diablos crees que haces?!— me grita al ver lo que hago. Vuelvo a mirar a Edward, mordiéndome los labios. Chúpate esta, maldito bastardo.

 

—   Eran muy atractivos, lo siento…

 

 

—   Sé lo que haces… me intentas poner celoso— se ríe.

 

—   Cómo tú digas… — saco el Iphone y pongo la cámara para apuntar hacia los tipos que están sentados en una parada de autobús. Edward me arrebata el teléfono antes de que pueda tomar la foto.

 

 

—   Ya basta, Isabella— me dice muy enojado. Oh, mierda.

 

—   He decidido que quiero quedarme con el Iphone… Tiene sus ventajas

 

 

—   ¡Me tienes harto!— exclama y da vuelta en U haciendo que las llantas rechinen. La vuelta es tan brusca que suelto un grito de terror.

 

—   ¿Qué mierda haces?— le reclamo mientras Edward conduce a toda velocidad. Está con la vista al frente, pero tiene una mirada salvaje que me aterroriza.

 

Me quedo sin habla mientras nos dirigimos hacia algún lugar que definitivamente no es mi casa. De pronto Edward da vuelta y entramos en un estacionamiento que tiene pocos autos. Está muy oscuro y empiezo a sentir pánico… ¿Qué me hará? ¿Va a violarme? Edward estaciona en un lugar muy apartado de los otros coches y se baja. El corazón me late violentamente por el miedo. Abre la puerta y me doy cuenta de que hace frío afuera o son mis nervios.

 

—   Bájate— me ordena con voz seca y un poco ronca.

 

Lo obedezco sin rechistar. Me siento como una niña asustada. Pues lo soy; estoy espantada. Cuando bajo cierra la puerta del auto y me arrastra hasta que llegamos a una pared. Me estrella contra ella y me mira furioso. Me quedo paralizada mientras él desabrocha los botones de mi pantalón.

 

—   Edward, por favor, no— suplico. Estoy mojada, maldita sea. Va a violarme, pero estoy mojada y lo deseo aun en esta situación.

 

—   Cállate— gruñe y baja mis pantalones de forma brusca. Me libero del pantalón sintiéndome asustada aun. Hace frío, quiero que detenga esto ya.

 

Edward me rompe las bragas y me quedó muy muy quieta, conteniendo la respiración. Me recargo contra la fría pared de ladrillos. Después desabrocha mi camisa de botones y la tira al piso. Estoy en ropa interior, en un maldito estacionamiento, a punto de ser violada por mi escritor favorito. Este es un día de locos. Dios mío… tengo muchísimo frío. Ojala llegue un policía y lo detenga.

 

Él se acerca a mí y me besa en los labios y después se pasa a mi mejilla dejando besos húmedos hasta mi cuello. Oh, que delicia. No, Isabella, no debes permitir esto, mi subconsciente está muy indignado. No debo dejarme llevar por el deseo, más sin embargo, estoy comenzando a hacerlo. Edward baja a mi pecho y luego desabrocha mi sostén sin ninguna dificultad, dejando mis pechos al aire. Mis pezones se yerguen por el frío y maldita sea, también por la excitación.

 

—   Edward, déjame por favor— me quejo mientras el pellizca mis dos pezones y los gira. Suelto un gemido sin poderlo evitar—. No quiero esto, no aquí

 

Me ignora y deja mis pezones para sacar un pañuelo que tiene en el bolsillo. Me pone las manos detrás de la espalda y me las amarra antes de que pueda reaccionar. El pánico aumenta, pero muy dentro de mí esto me excita. Me retuerzo para intentar liberarme pero el muy cabrón me ha amarrado bastante bien.

 

—   Voy a gritar— lo amenazo. Él esboza su sonrisa matadora y comienza a quitar su camisa negra. Me mira maliciosamente y cuando la estira sé lo que hará con ella. Hijo de perra.  

 

Me amordaza con la puta camisa. Por suerte no me ha amarrado los pies y puedo huir de aquí aunque dudo que tenga éxito. Me terminaré cayendo, él me atrapará y todo será peor.

 

Veo su erección y eso hace que me moje más. Lo deseo pero a la vez no. Demonios ¿Para qué me miento? Lo deseo. Lo único que no quiero es exactamente eso: Desearlo. No quiero estar excitada pero lo estoy y mucho.

                                   

Edward baja el cierre de su pantalón y lo baja junto con el bóxer. Se pone un condón y yo comienzo a gritar pero la camisa que tengo en la boca amortigua el sonido. Sin previo aviso me toma entre sus brazos, lo cual hace que lo rodee con mis piernas y se me caigan los zapatos, y se hunde en mí de una sola estocada. Me duelen los brazos pero lo ignoro y dejo que Edward me embista. Mierda, lo estoy disfrutando más de lo que debo.

 

En ese momento me dejo llevar por el placer. Edward me tiene sostenida por la cintura y me penetra cada vez más rápido. Oh, me voy a correr si sigue así. Me está violando y aun así me voy a venir. Bien, algo bueno tendrá toda esta situación. Gimo y digo palabrotas las cuales Edward quizá no entienda.

 

—   Eres solo mía, Isabella— dice—. Soy tu dueño, me perteneces por completo

 

Mi cuerpo comienza a tensarse cuando de repente Edward alcanza el clímax y deja de moverse. Mi orgasmo estuvo a punto de llegar pero no lo hizo.  Me quedo paralizada, hecha una furia mientras miro la expresión de éxtasis de Edward. No me ha dejado venirme.

 

Egoísta, cabrón, desgraciado, pienso con odio. Quiero patearle las bolas. Primero me viola y no me deja venirme… ¿Quién se cree que es?

 

Edward me baja con delicadeza y me quita la camisa de la boca.

 

—   ¡¿Cómo carajo te has atrevido?!— bramo.

 

—   Estabas disfrutándolo, lo sé

 

 

—   ¡Pero no me has dejado venirme!— exclamo.

 

—   No grites— dice molesto—. Y no… esto era un castigo, no se trataba de que te vinieras

 

 

—   Eres un desgraciado— espeto. Edward suelta una carcajada mientras me desamarra las manos. Estoy por darle una bofetada pero me detiene.

 

—   Alto ahí… no puedes golpear a tu dueño

 

 

—   No eres mi dueño— le digo mientras comienzo a tratar de vestirme. Mis bragas están rotas así que no puedo ponérmelas. No digo nada al respecto y me pongo el pantalón y los zapatos.

—    

 

—   Lo soy, Isabella… quieras o no

 

Mis ojos se llenan de lágrimas. Estoy muy frustrada, sexual y emocionalmente frustrada.

 

—   Eres un cabrón, eso es lo que eres…

 

—   Sí, pero soy tu dueño…

 

 

Lo miro con rabia y decido vengarme de él. La idea me quita las ganas de llorar.

 

—   Lo eras… antes de esto

 

—   ¿Qué me estás queriendo decir?— pregunta alarmado. Percibo que tiene pánico. Oh, sí… lo tengo donde quiero.

 

 

—   Yo… iba a aceptar ser tuya aunque te fueras a Londres, te esperaría y sería tu esclava, ahora eso no va a ser posible, ni tampoco me vas a tener en los días que estés aquí…

 

—   Isabella— susurra—. Dime que no es cierto, no puedo renunciar a ti

 

 

—   Pues lo harás, olvídate de mí… búscate a alguien que si esté dispuesta a esta mierda y a los castigos, yo me largo

 

Estoy completamente vestida pero Edward no así que comienzo a caminar hacia la salida del estacionamiento.

 

—   ¡Bella, espérame!— grita histérico y me persigue. Me quiero reír. Púdrete, Cullen. Ahora eres tú el que sufre. Por dentro me estoy riendo como una gran villana—. Maldita sea, espérame— se queja. Se ha tropezado. Suelto una risita.

 

Cuando estoy por llegar a la avenida Edward me toma por el brazo y me hace girar bruscamente.

 

—   No me dejes, por favor no me dejes— me implora. Mi corazón late a mil por hora por la cercanía y por el rostro lleno de angustia de Edward—. No quiero perderte, no me dejes, te lo suplico

 

—   Me iré…

 

 

—   Te necesito, Bella, te necesito a mi lado, entiéndelo… no me dejes

 

Sus palabras me dejan maravillada. NO, mi subconsciente me grita enfurecido, no te dejes engañar por esas palabras. Todos los hombres son iguales. 

 

—   Me iré— repito—. Lo que me hiciste es imperdonable

 

—   Perdóname, perdóname, perdóname, soy un imbécil… te lo haré y te dejaré venirte pero por favor no me dejes

 

 

—   ¿En serio?— pregunto para ilusionarlo. Quiero que sufra.

 

—   En serio… te haré venirte las veces que quieras

 

Me muerdo el labio. Las veces que yo quiera… no está tan mal.

 

—   Necesito venirme, me has dejado muy frustrada— gruño.

 

—   Voy a hacer que te vengas, nena… de la forma que me pidas

 

 

—   No, esto se acabó… buscaré a alguien más que nunca me haga esto, que me deje venirme

 

 

—   No— gimotea. Oh, sí. Suplícame—. No vas a buscarte a otro, tú eres mía

 

 

De repente me carga como si fuese un costal y comienzo a gritar asustada.

 

—   ¡Suéltame, carajo!

 

—   No… voy a hacer que te corras

 

 

—   No, ya no quiero que tú me hagas correrme… — lo golpeo en la espalda con los dos puños en un intento inútil de que me baje.

 

—   No digas eso, por favor, no lo digas…

 

 

Su voz está rota y decido callarme y dejar de luchar. Edward me lleva al auto y me baja.

 

—   Déjame hacer que te corras— me pide. Me siento más calmada así que asiento… además tengo ganas de venirme. Me lo debe—. Oh, preciosa

 

Besa mi cuello con desesperación. Me excito de nuevo y se me escapa un gemido.

 

—   Me perteneces, entiéndelo— musita. Sube a mis labios y me besa apasionadamente. Le respondo, ya no me quiero resistir.

 

—   Edward— gimo contra sus labios.

 

 

—   Haré que te vengas— dice cortando el beso. Mi espalda queda recargada en la parte de atrás del Volvo y Edward me desabrocha el pantalón—. Lo haremos adentro del coche ¿Te parece bien?

 

—   Sí…

 

Edward se aparta de mí y se sube en el asiento trasero del coche. Cuando me meto veo que está poniéndose un condón.

 

—   Quítate el pantalón y siéntate sobre mí

 

Asiento y me quito los pantalones y los zapatos, los cuales dejo bajo el asiento del copiloto. Ya no llevo calzones y eso me parece una ventaja. Me siento a horcajadas sobre él y me penetra con lentitud haciéndome soltar un jadeo.

 

—   No pienso dejar que te vayas— gime. Comienzo a moverme de arriba a abajo—. Eres mía desde la primera vez que nos vimos ¿Entiendes?

 

—   Soy tuya— respondo. Me siento muy muy caliente. Tomo su rostro entre mis manos y lo beso mientras me sigo moviendo—. Ah…

 

 

—   Te deseo tanto— gruñe y deja de besarme para morder mi cuello. Me siento perdida, fuera de este mundo, solo puedo sentir a Edward y este placer que aumenta con cada estocada—. Córrete, nena, lo quiero sentir…

 

Me sigo moviendo en busca del tan anhelado orgasmo. Lo puedo sentir… ya está cerca. Sigo moviéndome de arriba a abajo, lenta pero intensamente. Se siente maravilloso. 

 

—   Oh, Bella, me estás matando— gruñe y en ese momento profiero un alarido. Me estoy corriendo como nunca. El orgasmo es intenso y está durando mucho.

 

Me sigo moviendo hasta que finalmente me hago pedazos en los brazos de Edward. Él me abraza con fuerza y hunde su rostro en mi cabello mientras se corre.

 

Cuando termina de correrse me besa. Me besa con fervor, con adoración y eso me emociona.

 

—   No me dejes…— dice entre uno y otro beso. Niego con la cabeza.

 

—   No me iré, tranquilo…

 

 

—   Por Dios, tenía tanto miedo— admite y me vuelve a abrazar. Siento ternura por él.

 

—   Tranquilo— susurro en su oído. Tomo su rostro entre mis manos y dejo un casto beso en su boca. Oh, es tan hermoso. Insoportablemente hermoso. Tengo mucha suerte.

 

 

—   ¿Te ha gustado?— me pregunta.

 

—   Demasiado… creo que te perdono— me río y el suspira con alivio. Noto que está muy sudado y yo también lo estoy.

 

 

—   Creo que debo llevarte a casa— dice.

 

Abro los ojos como platos y me retiro de él inmediatamente. Me golpeo la cabeza contra el techo y Edward se ríe.

 

—   Ay— me quejo. Duele un poco.

 

—   ¿Estás bien?— me pregunta riéndose aun. Lo fulmino con la mirada y se pone serio.

 

—   Sí…

 

 

—   Perdón, fue muy gracioso, no era mi intención burlarme de ti…

 

Comienzo a reírme mientras me siento y me pongo el pantalón y los zapatos. Luego salgo del auto y cierro la puerta. Edward sale por el otro lado y tira el condón en un bote de basura que está junto al auto. Se desliza en el asiento del conductor y yo también me subo al carro.

 

—   Ponte el cinturón— me ordena.

 

Me lo pongo y él sonríe.

 

—   Muy bien

 

Enciende el Volvo y salimos del estacionamiento en cuestión de segundos. No hablamos en todo el camino. Mientras miro por la ventana descubro que estoy mareada de nuevo. Creo que me voy a vomitar. Maldita Post Day.

 

—   ¿Te sientes bien?

 

—   Estoy mareada de nuevo— respondo. Edward emite un pequeño gruñido pero no dice nada más.

 

Llegamos a mi casa unos minutos más tarde.  Edward me da el Iphone y lo guardo en el bolsillo de mi pantalón. Cuando Edward me ayuda a bajar del auto me encuentro con mi padre saliendo del edificio.

 

—   Hija ¿Dónde estabas? — pregunta enfadado.

 

—   Estaba conmigo— le dice Edward pasando el brazo por mi hombro—. La invité a tomar un café y platicamos un poco…

 

 

—   ¿Quién eres tú?— cuestiona mi papá mirándolo con algo de desconfianza. Me siento nerviosa.

 

—   Soy Edward Cullen, señor Swan…

 

Mi padre me mira boquiabierto pero después se recupera. Bajo la mirada, avergonzada.

 

—   ¿El escritor?

 

Edward se ríe y me suelta para tenderle una mano a Charlie.

 

—   Sí, soy el escritor…

 

Mi padre le estrecha la mano.

 

—   Bueno, yo soy Charlie Swan, el padre de Isabella… una pregunta… ¿No eres hijo de Carlisle Cullen? Es que ayer me ha propuesto trabajo…

 

Edward asiente.

 

—   Sí, soy su hijo… por cierto, debería aceptar el empleo que se le está ofreciendo, Isabella me comentó que usted estaba inseguro porque teme que Jenks, su antiguo jefe, le tienda una trampa… le aseguro que no es así

 

Oh, mierda. Me ruborizo. Papá se enojará conmigo.

 

—   Le dije a mi hija que lo pensaría— dice. Está demasiado calmado. Me va a matar, eso es seguro—. Bella, déjanos a solas, necesito preguntarle un par de cosas a Edward…

 

Miro a Edward para ver si está de acuerdo. Él asiente y me da un beso en la mejilla a modo de despedida. Tengo curiosidad por saber de qué rayos están hablando pero decido no ser entrometida y subir al departamento donde me están esperando mis hermanos. Los dos ya cenaron así que yo y Bree vamos a bañarnos. Me baño con ella hoy para cuestionar cuanto antes a mi papá. Cuando ambas tenemos el pijama puesto veo que mi padre está sentado en la mesa. Mando a Bree a que se acueste antes de sentarme con mi papá.

 

—   ¿De qué hablaban?— pregunto.

 

—   Sobre unas cosas del despacho y sobre ustedes…

 

 

—   ¿Qué te ha dicho?

 

—   Le pregunté que si estaban saliendo y me dijo que no… que solo son amigos ¿eso es cierto, Bella?

 

—   Es cierto— digo decepcionada. Él nunca me tomará en serio. Lo que dijo acerca de necesitarme era mentira. Lo dijo para poderme controlar de nuevo; maldito.

 

—   ¿A ti te gusta?

 

 

—   Es mi escritor favorito— me encojo de hombros—. Pero solo somos amigos

 

—   ¿Te gusta?— vuelve a preguntar. Hago una mueca y asiento. Nunca he podido ocultar mis sentimientos a papá.

 

—   Me gusta, pero eso es normal… es solo atracción

 

—   Yo creo que es más que eso… he visto como lo mirabas… cualquiera diría que estás enamorada— se ríe y yo lo miro enfadada.

 

 

—   Claro que no, apenas lo conozco— murmuro.

 

—   Estás enamorada, solo que no lo admites

 

—   Bueno, pero solo es un enamoramiento, solo es un chico guapo que me gusta

 

 

—   Lo sé… nadie está diciendo otra cosa, por cierto… me ha pedido permiso para llevarte el lunes a una fiesta… es un chico bastante decente

 

¡Ja! ¿Decente? Vaya, papá… se nota que no lo conoces.

 

—   No iré…

 

 

—   Oh, vamos… te va a presentar a su familia, quizá quiera algo serio contigo

 

—   No… solo somos amigos, él no quiere nada conmigo, es gay

 

 

—   ¿Qué?— comienza a toser y me río.

 

—   Está casado con un chico llamado Peter, lee el periódico, papá… en la conferencia de prensa estaba con él, lo he conocido, es muy amable

 

 

—   No me la creo

 

—   Si no me crees, pregúntale a Alice, a Jasper, a quien tú quieras ¿De acuerdo?

 

 

—   Vaya, cualquiera diría que no lo es, digo… te miraba de una forma que…

 

—   ¿De qué forma?

 

 

—   No lo sé… de una manera protectora e intensa, te seguía con la mirada, mientras te ibas no dejaba de observarte— se estremece—. Jamás he visto que nadie mire así a una persona

 

—   Estás exagerando… creo que Edward me mira así porque ya conoce mi tendencia a caerme con facilidad

 

Charlie se ríe y me revuelve el cabello mojado. Necesito cambiar de tema.

 

—   ¿Y qué pasa con lo del trabajo? ¿Aceptarás?

 

—   Aun no lo sé… creo que debo pensarlo, estoy algo abrumado

 

—   Te entiendo

 

De repente ya no quiero que acepte. Edward se irá y el que mi padre trabaje con el suyo no me parece buena idea. A través de Carlisle, Edward va a poder saber de mí.

 

Charlamos un rato más pero de cosas triviales y después vamos a dormirnos. Antes de acostarme reviso uno de los libros para ver la firma de Edward. Dios… su firma es sumamente elegante y está en letra cursiva. Cierro el libro y me acuesto, abrazando a mi hermanita. Trato de no pensar en Edward pero inevitablemente lo hago. Me quedo dormida después de un rato de estar pensando en lo que pasó hoy.

 

Me despierto a las seis, con un objetivo en mente: ignorar a Edward. Mi padre va a quedarse con los niños porque hoy no trabaja. Los domingos es cuando yo me quedo con ellos.

 

Me visto rápidamente y me marcho. Hoy no quiero que Edward se me aparezca para llevarme a trabajar. No lo hace ya que es demasiado temprano. Los sábados es cuando suelo llegar casi una hora antes de la entrada.

 

Camino tranquila hacia el metro cuando de repente vibra el costoso celular en mi bolsillo del pantalón.  Gruño y dentro de mí se crea un debate;  contestar o no contestar. Ser cobarde o no serlo. Bah… seré cobarde decida lo que decida. Si contesto será por qué tengo miedo de no contestar y enfrentarme a su furia y no contestar es tener miedo de hablar con él y hacerme ilusiones estúpidas. Opto por la cobardía número dos. Miedo a hablar con él. No le respondo y sigo caminando tranquila o eso trato de aparentar ya que mi corazón está acelerado. Vuelve a sonar así que lo pongo en vibrador.

 

No sé como pero he aprendido a usar este cacharro bastante rápido. Sigo caminando y vibra el celular otra maldita vez. No me importa, no me importa. Bueno… ¡Si me importa, carajo! Pero me subo al metro y no le respondo. Que se joda. Eso le pasa por no tomarme en serio. Bueno, pues yo tampoco lo tomaré en serio.

 

El celular sigue vibrando una y otra vez en todo el camino pero sigo sin responder. La situación me termina divirtiendo e incluso me río cada vez que vuelve a vibrar y con eso me gano unas cuantas miradas de “Estás loca”.

 

Sí, estoy loca. Loca desde que ese maniático entro en mi vida. Un tarado que no me toma en serio y del cual yo estoy enamorada. Sí, lo admito. Estoy perdidamente enamorada de Edward Cullen, mi escritor favorito.

 

Me bajo del metro y me detengo en seco al ver quien está esperándome. Pensando en el rey de Roma…

 

—   ¡¿Por qué carajo no me contestabas?!— me grita y no pocas personas se nos quedan viendo.

 

Sigo caminando y paso por un lado de él ignorándolo de una manera increíble. Vaya, puedo ser una perra cuando me lo propongo.

 

—   ¿No me vas a contestar?— me pregunta. Sigo caminando y él me sigue. Quiero contestar pero no, no lo haré—. ¡Isabella, para!

 

Me detengo, harta de él y lo encaro. Está frente a mí, muy furioso.

 

—   ¿Qué mierda te pasa ahora?— me reclama.

 

—   Disculpe, ¿pero quién es usted?— pregunto haciéndome la asustada. Miro de reojo que una señora se ha detenido para mirarnos.

 

 

—   ¡No actúes como idiota, por favor!

 

—   No sé de qué me habla, señor ¿Está usted bien?— trato de alzar la voz para que alguien me escuche y me salve.

 

Edward gruñe y me sacude por los hombros. Finjo que me echo a llorar como una adolescente asustada.  

 

—   ¡Usted!— le grita aquella señora—. Deje a la muchacha en paz…

 

—   Ella es mi novia, señora, no se meta— trato de ignorar la emoción que me embarga cuando dice “mi novia”;  es mera actuación, no te emociones, Swan, ni se te ocurra.

 

 

—   ¡No sé qué le pasa! Me está gritando y no lo conozco— gimoteo. La señora lo mira con más furia.

 

—   Voy a llamar a la policía, maldito demente… niña, puedes irte, yo me encargo de este desquiciado

 

 

Asiento y sin que la señora se dé cuenta le sonrío de forma socarrona a Edward quien me mira enfurecido. Querrá castigarme por esto, lo sé, pero mi cuerpo ya no le pertenece. Si no me va a tomar en serio, que se vaya al diablo. Ya no es simple atracción lo que siento, estoy enamorada y quiero más de él.  Quiero ser suya… pero quiero que él también sea mío por completo. 

Capítulo 5: Acosador Capítulo 7: La broma

 
14439162 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10756 usuarios