(Pov Jacob)

La sujeté del pelo mientras entraba y salia de ella sin descanso, escuchaba sus gemidos ensordecedores retumbar en las maderas de la cama hasta que finalmente ella encontró la liberación y yo también.

La dejé caer en la cama exhausta y envuelta en las hebras de su cabello sudoroso.

-Siempre tan espectacular amo- dijo Bella con la voz agitada-.

-Siempre tan dispuesta a complacer- sonreí y salí de la cama para caminar hasta el baño-.

Entré en la ducha y dejé caer el agua caliente sobre mi cuerpo.

“¿Estás dispuesto a aprovecharte de esa niña?.”

¿Definitivamente estaba dispuesto ?.

-Claro que lo estás- me dije a mi mismo mientras miraba la pared de la ducha- lo estás por que es lo que haces con las mujeres-.

Cuando terminé de ducharme volví y tal como le dije no estaba. No había compartido cama en mi vida con una mujer y esta vez no sería una de ellas.

Será divertido ver a esa niña mañana... será divertido disfrutar de su inocencia. Era mayor de edad 18 añitos recién cumplidos. Todo un postre el cual estaba dispuesto a devorar.

(Pov Marta)

Me levanté con una rara energía en mi. Respiré hondo y me coloqué lo primero que vi en el armario, unos jeans oscuros, unas botas negras y una camiseta de color azul oscuro. Salí por la puerta y me aseguré de cerrarla. Conté las monedas que tenía en mi bolsillo 25 céntimos. Con esto tenía para un chocolate caliente en la máquina de café de la universidad. En cuanto al almuerzo... en fin... cuando llegase a casa me ocuparía de rebuscar en los armarios para buscar algo decente para comer.

No había echo la compra, tenía que acostumbrarme a compaginar las cosas de la casa con la universidad.

En el bus no habían más de tres personas con lo cual fue un trayecto tranquilo.

Cuando llegué a la universidad comprobé que tenía tiempo de sobra, así que disfruté de mi chocolate caliente de máquina o más bien de mi “agua con chocolate en polvo”.

Caminé hacia la clase con lentitud observando a los demás estudiantes hasta que. Bingo, me topé con ese hombre, ese profesor que me había ayudado.

Al principio dudé en saludarle o no pero por lo visto vio mis intenciones negó un poco con la cabeza.

Asentí y bajé mi mirada a mis manos, me quedé quieta. Ese hombre se acercó y me susurró.

-Hoy, recuérdalo-.

Asentí nuevamente con la cabeza sin decir nada y caminó a paso elegante.

Me giré para verle. Su cabello negro y un poco largo encajaba perfectamente con su chupa de cuero y sus jeans algo rotos y desgastados. ¿Estaba permitido que un profeso vistiese de esa manera.?

Respiré hondo y pensé en lo de hoy... ¿Que quería exactamente ese hombre de mi?. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Caminé hacia la clase y me senté esta vez alejada de Rosalie.