(Pov Marta)
Me bajé de la moto en cuanto estuvimos en la puerta de mi casa.
-Gracias- dije y le devolví el casco-.
Miré a aquel hombre, era joven para ser profesor, tenía el pelo un poco largo y negro, tenía pinta de ser sedoso. Sus ojos eran oscuros y felinos, fieros y tremendamente hábiles, y en cuantos su cuerpo... que decir de eso, era jodidamente perfecto.
Dios santo, tenía ante mi a un adonis, musculoso y duro, lo había comprobado al sujetarme a él cuando me trajo con su moto. Me hizo olvidar que el borracho hermano de Rosalie, hubiese intentado más que palabras conmigo en aquella ridícula fiesta.
-¿Volveré a verte?- y las palabras salieron solas de mi boca-.
Su mirada se dirigió a mi casa.
-¿Ese hombre es tu padre?-.
Me giré y vi a un hombre dejar una carta en el buzón, un hombre de traje. Rápidamente caminé hacia la puerta de la casa, escuché al motor de la moto de ese hombre parar de hacer ruido.
-¿Quien es usted?-.
-Soy Samuel Rotfelther, tu padre dejó una cuantiosa deuda a nuestro banco y le he dejado una carta para informarla que dentro de dos semanas si no paga usted la deuda, será embargada y pasará a ser propiedad del banco-.
-No puede... no...-.
-Espere- la voz de ese hombre desconocido me distrajo, hizo que me girase- ¿Cuando debe?-.
-Doce mil-.
-Está bien-.
Ese hombre sacó un talón y lo firmó extendiéndoselo a ese hombre.
-Muy bien... en ese caso conservará su casa, señorita-.
-Gra... gracias-.
Miré a aquel desconocido ¿Por que me estaba ayudando?.
-¿Por que has echo eso?- le dije-.
-¿Puedo pasar a la casa que he “comprado”?- dijo dibujando comillas en el aire-.
No me pude negar, así que caminé hacia la puerta y la abrí dejándole pasar primero.
-¿Y tus padres?-.
-Murieron hace poco-.
-Lo siento mucho...-.
-Estoy sola para hacer frente a los pagos-.
-¿Trabajas en algún sitio?-.
-No, pero estoy buscando trabajo-.
-Es interesante que busques trabajo por que yo estoy interesado en algo...-.
-¿A que se refiere?-.
-Esta noche volveré y te comentaré de que va, si te interesa-.
-¿Cuanto me pagará?-.
-Mil por noche-.
-¿Y que tengo que hacer?-.
-Complacerme-.
-¿A que se refiere?- esto me olía mal-.
-Digamos que soy peculiar, puedes aceptar o no, la elección es tuya pero si dices “si”, no hay vuelta atrás-.
-Está bien, acepto- no lo pensé, mil dolares por noche era demasiado dinero, y lo necesitaba, aún tenía que pagar a la funeraria lo que les debía del entierro y tenía que ocuparme de los gastos de la casa-.
-Buena chica, pero no debes contar nada a nadie sobre este trabajo-.
-¿Por que?-.
-Por que yo no quiero, te explicaré las normas otro día... mañana, a la misma hora te espero aquí, nadie debe saber que nos vemos-.
-Está bien- dije-.
-Me voy- caminó hacia la puerta y se marchó-.
Este hombre era el ángel de la guarda destinado para mi, sin duda, me estaba ayudando.
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