(Pov Marta)

Todo estaba listo, las velas, la comida en el horno y el vino en la mesa. Había puesto un mantel de lino bastante elegante que guardaba mi madre para las ocasiones especiales y en cuanto a la comida. Había comprado con algo de dinero un pollo que metí al horno.

Estaba nerviosa. ¿Se podría considerar esto como una cita formal.?

“Estás loca, Jacob no lo ve como una cita”-.

Suspiré y me terminé de arreglar. Puse un vestido negro ajustado y unos tacones, el pelo suelto y un poco pintada pero intentaba ser “natural”.

“Natural en casa... deberías cambiarte y ponerte uno de esos pijamas de franela con osos pintados”

Abrí la puerta cuando sonó y allí estaba él, vestido con un elegante traje negro y una camisa del mismo color, sus ojos negros e intensios, sus labios entre abiertos en una sonrisa deslumbrante y su pelo, suelto.

Joder como me gustaba ver esa melena suelta, como disfrutaba tocándola. Pero me reprimí y miré mis pies involuntariamente. Con él tenía que ser así. Sumisa.

Respiré hondo y seguí mirando mis manos.

-Estás estupenda con ese vestido- dijo apremiante y entró en casa cerrando la puerta detrás de él-.

-Gracias- dije en un murmuro-.

“Genial, le invitas tu y ahora resulta que no sabes que decir”

-Aquí me tienes, dime que querías contarme-.

-La verdad es... es... ¿Quieres una copa de vino?- caminé hacia la sala principal-.

Él me seguía, lo sentía mirarme justo detrás de mi.

Serví dos copas de vino y me giré para darle una.

-Ten- dije y bebí un poco de mi copa-.

Él hizo lo mismo en silencio, me miraba de una manera...

“Te mira como si fueses la cena...”

Mi tortuosa conciencia comenzaba a hacer de las suyas. Suspiré una vez más y me fijé en su camisa, los botones de su camisa...

“Te gustaría desabrocharlos ¿verdad? SALIDA!”

Volví a suspirar y el no dejaba de mirarme.

-¿Que pasa?-.

-No es nada- dije en un murmullo-.

-Insisto en que me lo cuentes, es más, deseo saberlo, estoy como loco por saberlo- me deleitó con una sonrisa-.

-Estaba pensando en los botones de tu camisa-.

-¿Que les pasa?- los miró-.

“Quiero arrancarlos con los dientes!”.

-Solo pensaba en cuantas los habrá desabrochado-.

Su expresión tornó, de divertida a sorprendida y me sostuvo la mirada.

-No las he contado, pero muchas, en concreto esta camisa, es una de mis favoritas- se sentó en una de las sillas de la mesa- ¿Que hay de cenar?-.

Caminé hacia la cocina y serví el pollo en dos platos, caminé de nuevo hacia la sala y puse el plato enfrente de él. Me senté en la silla de enfrente al otro lado de la mesa y le miré con atención. Solo Jacob Black era capaz de cortar el pollo con esa maestría y modales europeos completamente majestuosos como si se dispusiese a disfrutar del mejor manjar del mundo, siendo pollo de oferta del super.

-Cocinas bien- dijo masticando el primer pedazo de pollo-.

-Gracias...-.

-Me has invitado solo a cenar... o para algo más-.

-¿Puedes dejar de pensar en el sexo?-.

-¿Quien ha hablado de sexo? - se comenzó a reir- eres tu la que no puede dejar de mirarme de esa manera, la que está incómoda con ese vestido, a la que le encantaría ser follada encima de esta mesa- me miró fijamente-.

Tragué en seco, y jadeé casi involuntariamente.

-Pero es algo que no haré-.

-¿No?- dije en voz baja-.

-No lo haré hasta que hablemos-.

-¿Sobre nosotros?-.

-Si, sobre nosotros, quiero que me digas exactamente que es lo que quieres tener conmigo-.

-Quiero ser la única para ti- dije sin pensar-.

Él no dijo nada solo me miró expectante esperando más. Terminé mi copa de vino de un trago.

-Quiero que no haya ninguna otra en tu vida, quiero que solo te acuestes conmigo, quiero satisfacer todos tus deseos y poder lograr ser suficiente para ti-.

-Eres más de lo que merezco-.

Ahora no entendía nada de esto...

-Me gustas mucho, y estoy dispuesto a esforzarme en esto, si tu quieres y tienes paciencia...-.

-Creo que la paciencia la vas a tener que tener tu... yo... no se me da bien eso de ser sumisa-.

-Si se te da bien- dijo con una sonrisa- me gusta cuando te impones, me gustaría castigarte-.

-¿Ahora?-.

-Podría buscar cosas que has echo que no me han gustado y castigarte, pero entonces esto no sería una cena- miró mi plato- cenemos primero-.

Asentí con la cabeza y comí en silencio observándole de vez en cuando mientras él comía, atento a su plato.