21º Decidido
Bella PoV
Al parecer, nadie se había dado cuenta de que nos habíamos besado de nuevo.
Mi corazón no podía latir mas deprisa. Sentía que de un momento a otro se iba a salir de mi pecho a gran velocidad.
Podía notar además, el corazón de Edward latiendo desesperadamente en el pulso de su cuello, el cual se encontraba en ese momento bajo el tacto de mis labios, ya que después de abandonar nuestro beso, nos habíamos abrazado, escondiendo así mi sonrojo en su cuerpo.
Entendí que Edward no se dio cuenta de mis sentimientos cuando intento disculparse por su impulsivo beso.
-Lo siento, no quise molestarte... Es decir... no sé que... yo no...- Parecía temeroso a mi reacción, así que decidí cortarlo.
-¿Qué, Edward? No me digas que te estás disculpando por un beso- Le dije en tono divertido. Él se pasó la mano por el rostro, claramente nervioso.
-No pude evitarlo, te vi tan contenta... Y... Yo no... Ni... Ni siquiera sé cómo explicarlo, solo sé que no me arrepiento- Jamas en mi vida me había sentido tan feliz.
No evite mi risa, quería hacerle saber que no me importaba.
-Gatito ya, no le des más vueltas, al fin y al cabo, yo te lo he devuelto ¿no?- Alce una ceja divertida y él me miro con la sorpresa impresa en su rostro.
De pronto sentí un peso sobre mis hombros.
-Muñequita, que callado te lo tenias!!- Exclamo Emmett, rodeando mis hombros con su enorme brazo.
Me quede helada y de pronto sentí que me habían descubierto.
Mi rostro empezó a enrojecer y tuve que apartar la vista de Edward, que empezaba a mostrar su confusión.
-Que bien te lo pasas en La Push, con razón prefieres pasar los veranos aquí- El corazón me volvió a su sitio, haciendo que me relajara.
El estruendo de la madera quemándose nos sobresalto a todos. La noche nos abrazaba ya, así que Jacob y Embry se dedicaron a alimentar la hoguera para que no se extinguiera.
-Esta es la ultima parte del ritual, ha llegado el momento de que reclaméis a vuestras mujeres- Anuncio Sam, alzando la voz.
Edward me desenterró de los brazos de Emmett y tomándome como a una novia, me acerco a la hoguera, sentándose al lado de Jasper y Alice conmigo en su regazo. Tenia intención de sentarme a su lado, pero me apreto contra su cuerpo, impidiendo que me moviera, aunque yo no opuse ninguna resistencia, no quería separarme de él.
Nos miramos unos segundos. Edward llevó una de sus manos a mi rostro, paseando las yemas de sus dedos con delicadeza, como grabando cada centímetro de piel.
Entonces me di cuenta de que estaba perdida. Mi vida ya no me pertenecía a mí, sino que le pertenecía a él... Y debía entregársela. Sonreí mirándole a los ojos, él me regalo su genuina sonrisa torcida.
-Enseguida vuelvo, debo buscar una cosa- Le dije antes de dejar en sus labios n par de besos, que le hicieron sonreír mas aún.
Me levante y busque a Sam.
-Necesito mi Tilka- Le dije, algo nerviosa, cuando le encontré.
Su rostro palideció repentinamente.
-¿Estás segura?- Me pregunto cauteloso.
-Jamas había estado tan segura- Le conteste decidida. Él me miro unos segundos a los ojos, asintió con la cabeza y desapareció en el bosque.
Minutos después me entregaba una caja de madera tallada. Volví al lado de Edward, a tiempo de ver como Alice movía su posición, ya que al parecer, se había sentado al lado de su hermano mientras yo no estaba.
Me sente en el tronco, mientras mi dios heleno me observaba.
-¿Qué llevas ahí?- Me pregunto curioso, señalando la caja en mi regazo. La mire unos segundos y después levante la vista hasta enredarme en sus ojos.
-Mi corazón, para entregárselo al hombre que amo- Le conteste totalmente decidida a declararme.

Edward PoV

No pude evitarlo...
No quise evitarlo...
Quería hacerlo...
Debía hacerlo...
Y lo hice...
De hecho, ni siquiera fue instinto, o un impulso descontrolado.
Fue deliberado, planeado, premeditado.
Le entregue todo mi amor en un beso. Uno que me subió al cielo, me bajo al infierno y finalmente me devolvió a sus brazos, donde quise pasar el resto de la eternidad.
Abrazado a su cuerpo y sintiendo el calor de sus labios ligeramente presionados contra mi cuello, el miedo se hizo presente. "¿Qué he hecho? ¿Y si me rechaza? ¿Y si no me ama?" Me pregunte.
Con la cara enterrada en su pelo, empece a disculparme, no quería que se alejara de mí y menos ahora, que había admitido mis sentimientos por ella.
-Lo siento, no quise molestarte... Pero... No sé qué... Yo no...- No sabia como expresarme, como pedirle perdón sin asustarla, pero Bells me descolocó con sus palabras.
-¿Qué, Edward? N me digas que te estás disculpando por un beso- Me miraba con diversión y eso me puso más nervioso, me pase la mano por la cara intentando calmarme un poco.
-No pude evitarlo, te vi tan contenta... Y lo... Ni... Ni siquiera sé cómo explicarlo, solo sé que no me arrepiento- Bells se reía divertida, al parecer no estaba molesta ni arrepentida de lo que había sucedido.
-Gatito ya, no le des más vueltas, al fin y al cabo, te lo he devuelto ¿no?- Me contesto alzando una ceja.
Cierto. Me había devuelto el beso. ¿Cómo se suponía que debía interpretar eso?
La voz de Emmett me saco de mis pensamientos.
-Muñequita, que callado te lo tenias!!- Le dijo, rodeándole los hombros con su brazo. Bells se tensó de pronto y su sonrojo hizo acto de presencia, obligándola a desviar la vista, que hasta entonces se había mantenido fija en mí. ¿Qué pasaba por su cabeza en estos momentos para reaccionar así?
-Que bien te lo pasas en La Push, con razón quieres pasar los veranos aquí- Siguió riendo Emmett.
Note como Bells respiro aliviada ante las palabras de nuestro hermano. Y a mí me había intrigado terriblemente su comportamiento.
De pronto algo estalló, asustándonos a todos. Miramos en dirección a la hoguera y vimos que Jacob y Embry echaban leña para que las llamas no se apagaran.
-Esta es la ultima parte del ritual, ha llegado el momento de que reclaméis a vuestras mujeres- Dijo Sam, alzando la voz para que todos lo oyésemos.
Mire a Bells, aprisionada bajo los brazos de Emmett. Debía reclamarla como mia y eso mismo haría, desde ese mismo instante, así que la libere de nuestro hermano y la alce en brazos, como si de una novia recién casada se tratase, para sentarnos en los troncos, al lado de Jasper y Alice.
Intento sentarse a mi lado pero no la deje, obligándola a permanecer en mi regazo, aunque no opuso resistencia.
Mientras nos mirábamos, recorrí con las yemas de mis dedos la piel de su rostro, intentando imaginar las marcas que la atarían a mí para siempre.
Poco a poco la expresión de sus ojos cambió, mirándome con amor. Sus labios se estiraron dando paso a una hermosa sonrisa, la cual fue devuelta de forma inmediata.
-Enseguida vuelvo, debo buscar una cosa- Me beso un par de veces en los labios, haciendo de mi corazón una bomba de relojería dispuesta a estallar de felicidad en cualquier momento y se marchó, buscando algo con la mirada.
-¿Qué ha sido eso?- Pregunto Alice, sentándose a mi lado y dejándome entre ella y su novio.
-¿Qué ha sido qué?- Le conteste haciéndome el desentendido.
-Vamos Edward, algo pasa entre vosotros desde hace días... ¿Estáis saliendo?- Pregunto Alice.
-No- Le conteste. Era cierto así que no tenia motivo para pensar que le mentía.
-Pero a ti te gustaría- Afirmo  Jasper.
-Sabes que a mí no puedes engañarme, He visto como la miras- Mire a Alice y después a Jasper. Los dos tenían esa mirada de "sé lo que pasa y no puedes mentirme". Suspire, no tenia caso ocultarlo.
-La amo y pienso decírselo esta noche- Declare en un susurro.
-¿Y si te rechaza?- Pregunto Jasper.
-Gracias por los ánimos- Le conteste con sarcasmo.
-No lo hará- Sentencio Alice. Yo la mire asombrado.
-Ella también ha cambiado la forma en que te mira- Explico con una sonrisa en los labios.
Mi esperanza creció de forma sorprendente, pero antes de poder decir algo más, Alice volvió al lado de Jasper, dejando el lugar para que mi pequeña pudiera sentarse.
La segui con la mirada mientras se acercaba a mí.
Llevaba algo en sus manos que no pude distinguir por la oscuridad.
Lo que si pude ver con total claridad fue su preciosa sonrisa y su mirada, que brillaba intensamente, con la luz de la hoguera.
Cuando se sentó a mi lado, puso lo que llevaba en las manos sobre su regazo y entonces pude ver que se trataba de una caja de madera, con un trabajado dibujo tallado en cada uno de sus laterales.
-¿Qué llevas ahí?- Le pregunte con mucha curiosidad.
Ella miró la caja unos segundos y sus mejillas se encendieron ligeramente. Después me miro directamente a los ojos, traspasándome hasta llegar a tocar mi alma.
-Mi corazón, para entregárselo al hombre que amo- Mi corazón se paró de pronto, para saltarse un par de latidos y después reemprender su marcha a una velocidad impensable, mientras nuestras miradas se conectaban.
Había llegado el momento de decírselo.