¡TE ODIO! ¿AMOR? (+18)

Autor: carlarobpatt4ever
Género: + 18
Fecha Creación: 28/04/2013
Fecha Actualización: 13/04/2014
Finalizado: SI
Votos: 36
Comentarios: 85
Visitas: 98705
Capítulos: 27

fanfic finalizado!!!!

Del odio al amor? ¿Habrá solo un paso? ?¡Te odio!?Grité. Él empezó a sonreír de lado?Pero aún así me amas, querida?Bufé exasperada?¡Ni loca, Cullen, primero muerta!?Esperaba no tragarme mis propias palabras.

HOLA! ESTE ES MI PRIMER FIC ESPERO QUE SEAN BUENAS Y AUNQUE LA IDEA NO ES TODA MIA ESPERO QUE LES GUSTE ; ESTE FIC PERTENECE UNA PARTE A CHAPIS CULLEN DE LA PAGINA DE FF PERO NO LO TERMINO Y ME HABIA GUSTADO ASI QUE LO TERMUNO YO SI NO LE IMPORTA A LA Q LO EMPEZO PERO COMO NO PUEDO HABLAR CON ELLA ESPERO Q ME DE SU PERMISO

ESTE FIC ES MIO , DE MI AMIGA CARLA Y CLARO CHAPIS CULLEN AUNQUE LOS PERSONAJEN NO ME PERTENECEN , ESTOS SON OBRA DE LA MARAVILLOSA STEPHANIE MEYER

¡ESPERamos QUE LES GUSTE!;)

tenemos otros fics 

los recuerdos de mi intercambio el link: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3803

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Capítulo 3: DIME DE QUE PRESUMES....

Capítulo 03. Dime de qué Presumes

 

En cuanto Edward se fue de mi oficina no pude evitar soltarme a llorar de la rabia tan inmensa que sentía, ¿Qué se creía? Era un estúpido neandertal que sí veía una escoba con faldas sería capaz de echar un polvo con ella. Era un jodido idiota que creía que todo giraba en torno a él.

En el momento en que Emmett me vio, empezó a cuestionarme sobre que ocurrió, ya que se topó con Cullen en el elevador, a grandes rasgos le conté lo que había ocurrido y me dijo la tontería más estúpida que pude escuchar en mi primo. Edward-neandertal-Cullen, no podía estar celoso de Vladimir o… ¿Sí? Eran estupideces de mi primo, sin duda, Emmett pensaba con cualquier cosa menos con la cabeza, además era hombre…

Al llegar a casa de mis padres, evité a toda costa hablar con mi madre ya que haría que le confesará mi semblante… ¿Decaído? Era estúpido ponerme así por causa de Edward, pero era inevitable, ¿Con qué derecho cuestionaba mi forma de actuar, mis decisiones ante mis negocios? Era un idiota, y eso lo tenía clarísimo.

Más tarde mi madre me avisó que ya estaba los invitados, tuve que entrar a mi baño para refrescarme un poco, parecía que todo lo que dijo Edward me afectó más de lo debido ya que me sentía irritada. Aún sentía la impotencia y el dolor que me causaron sus palabras.

Cuando vi que estaban Carlisle y Esme le rogué a Dios que Edward no estuviera pero como siempre no tuve suerte, y ahí estaba el idiota, no entendía como Esme había criado a un hijo así, siendo ella tan cariñosa y amorosa con todos. ¿Cómo tuvo un vástago tan despreciable? Y Carlisle, siendo todo un caballero que seguramente le enseño como tratar a una mujer. Edward salió tan bestia. Él no había aprendido nada de sus padres y era una lástima ya que no era nada feo.

Por su culpa tuve una pequeña discusión con mi padre sobre el proyecto con los Vulturi, ¿Pero qué diantre quería Charlie? Qué tenía de especial ese proyecto, sí todo en las empresas iba bien. La gota que derramó el vaso fue cuando Edward empezó a reclamarme y a pedirme explicaciones sobre Vladimir, ¿Acaso Edward Cullen se creía mi dueño? Vladimir sólo trataba ser amable y por eso marcó para saber como estaba, para que tuviera registrado su número y comunicarme que al día siguiente iría a mi oficina.

Y lo peor de todo fue cuando Edward se despidió y rozó sus labios con los míos, fue un toque inocente pero que me dejó con los labios palpitantes por algo más, no estaba segura de qué, y cuando me pidió que habláramos en privado, acepté sin dudarlo.

¿Por qué? No lo sé, pero era algo que muy en el fondo deseaba, mi cuerpo añoraba su cercanía, su toque, el contacto cuerpo a cuerpo que tuvimos esa misma tarde antes de que soltará su veneno.

Entonces cuando estuvimos solos, en el estudio de mi padre todo cambio, toda aquella altanería y frialdad que siempre demostraba se fue… y empezó a besarme de una forma única, en mis veinticuatro años de vida jamás me habían besado así, con tanta pasión, con tanto fervor, su cuerpo pegado al mío, su respiración tan descontrolada como la mía, su erección tan evidente, que por poco me hace perder el juicio. Nuestros cuerpos cada vez más calientes, su dulce sabor a vino tinto y su mano en mi nuca, era demasiado. Entonces recordé donde nos encontrábamos y que yo no podía dejarme llevar.

Le planteé una cachetada en su rostro, me dolió… quería permanecer en sus brazos pero yo tenía que darme mi lugar y no ser un polvo de una noche para él. Por lo que me recriminó esa misma tarde, y él me estaba convirtiendo en una más.

—Jamás te atrevas a volverme a tocar —Amenacé —Eso dices ahora, pero nadie jamás te besará de esa forma —Afirmó. Empecé a carcajearme, él no me ganaría, jamás le daría la razón —Sueñas, Cullen, me han besado mejores —Él idiota sonrío de lado —Te puedo apostar lo que quieras a que no es así —Dijo con cinismo.

—¡Te odio!—Grité. Él empezó a sonreír de lado—Pero aún así me amas, querida—Bufé exasperada—¡Ni loca, Cullen, primero muerta!—Esperaba no tragarme mis propias palabras.

Sin importarle nada me dejó en medio del despacho con el cabello desordenado y los labios rojos e hinchados, no pude evitar llevarme una mano a mi boca. ¿Qué había hecho? Y peor aún, ¿Cómo se atrevió a irse así como estaba?, sí salía así sería evidente que mis padres y los suyos se darían cuenta y se formarían una idea errónea de lo que en verdad ocurrió.

Sin duda sería una larga noche…

Después de tal arrebato y demostración del poco pudor que tenía Cullen me fui a hurtadillas a mi cuarto, que era el único lugar seguro que tenía en la casa de mis padres, obviamente no podría irme a mi casa, no después de aquello, arriesgándome a que mi madre me interceptará a mitad del pasillo y me cuestionará sobre que ocurrió entre Edward y yo en el despacho de Charlie. Bastante tendría al día siguiente en el desayuno.

oOoOo

 

—Y bien pequeña, ¿Qué ocurrió exactamente anoche? —Gemí por lo bajo, mi madre ni siquiera se esperó a que llegará a la mesa.

—¿Qué ocurrió, de qué? —Regresé. Mi madre sonrío soñadoramente.

—Tú sabes perfectamente de que habló, Edward es un excelente partido y definitivamente tienes nuestro consentimiento para…—Ni siquiera la dejé continuar.

—Detente mamá, entre Cullen y yo no hay nada, ni siquiera somos amigos —Puntualicé —¿Entonces por qué su aspecto de anoche al salir del despacho? Y eso sin mencionar que te fuiste directo a tu recamara sin salir a despedir a los Cullen —Definitivamente me estaba quedando corta con todo lo que supuse que mi madre me cuestionaría, estúpido Edward.

—Además, creo que ya estoy grandecita como para pedirles permiso para salir con alguien ¿No? —Reneé entrecerró los ojos —No te atreverías, Isabella, creo que sabes de que habló y eso no esta a discusión —Preferí no seguir con esa conversación tan incómoda cuando mi padre llegó al comedor, plantó un beso en mi cabeza y otro en los labios de mi madre.

—¿Me podrías explicar que relación tienes con Vladimir Collins? —Reneé dejó caer su tenedor y me fulminó con la mirada, definitivamente no era el desayuno que esperaba-gracias Edward-pensé.

—Simplemente negocios que nos benefician —Dije despreocupadamente —¿Y cómo nos va a beneficiar ese negocio? —Siguió Charlie con el interrogatorio.

—Bueno papá, es cuestión de marketing y si todo salé bien, tendremos mucha publicidad —Y en verdad esperaba que fuera así.

—Estoy esperando una mejor explicación, Isabella —Y cuando mi padre me hablaba de esa forma era porque así era, así que no tuve más remedio que contarle detalle a detalle la proposición de Vladimir, cuando todas sus dudas fueron aclaradas por fin me dejaron desayunar en paz.

—¿Y es necesario que asistas a esa cena, hija? —No sé que tanto pretendía Reneé, pero era absurdo que estuviera cuestionando mis decisiones.

—Ya te lo dije, ahí conoceré a su prima —Obvio omití el hecho de que él me invitaría a salir de cualquier forma. Bastante tenía con sus cuestionamientos absurdos.

—Señorita, Bella, le llaman por teléfono —Gracias a Dios nos interrumpió Mere, la muchacha del servicio.

—¡Isabella Swan! ¿Podrías explicarme qué haces en casa de mis tíos? —Era el encanto en persona.

—¡Tanya! —Casi grité. Jamás se me había hecho tan oportuna una llamada de mi prima —Ok, me doy cuenta que fui bastante oportuna ¿No? —Sonreí —Obvio tonta, ¿A qué hora te veo en la noche? —Se escuchó como empezaba a reír ella también.

—Bueno, llegaré a tu departamento a las cinco ¿Te parece? —La adoraba —¡Sí! —Mi entusiasmo iba en aumento —Relájate, que mis tíos se cuestionaran que te digo, besitos, te veo al rato —Y así terminó la llamada.

—¿Pijamada de chicas? —Mi padre alzó su ceja. Tan sólo asentí, no entraría en detalles con él.

oOoOo

 

Después de tan incómodo desayuno, subí a arreglarme a mi recamara, mi padre se fue antes, y cuando estuve lista me subí a mi Porsche y me dirigí a la empresa, y como se estaba haciendo costumbre le rogué a Dios no toparme con Edward en todo el día, después de todo, ¿De qué hablaríamos?

Cuando llegué a la empresa la mayoría de los empleados ya estaban ahí, desempeñando sus actividades diarias, la mayoría que me veía pasar me saludaba, pase por el recibidor que estaba despejado y me dirigí a los elevadores. Se abrieron las puertas.

—¿Sabes? —Una voz aterciopelada se escuchó a mis espaldas justo cuando iba subiendo al elevador. Un escalofrío recorrió mi columna, intenté detener el ascensor para salir pero él fue más rápido que yo y cerró las puertas.

—Sí, Edward eres estúpido, lo sé… —Intenté jugar pero a él pareció no gustarle mi comentario —Muy graciosa, querida —Sin pensarlo mucho, me arrinconó en una de las esquinas del elevador y puso su boca a centímetros de la mía —Aléjate…ayer te dije que… —No me dejó terminar el miserable, un suspiró de satisfacción salió de sus labios cuando hizo contacto con los míos.

Pesé a mi advertencia del día anterior no pude evitar corresponderle el beso, mi cuerpo reclamaba el suyo como propio, ya habría tiempo de arrepentirme después, su aliento fresco y a la vez dulce me hizo sentir viva, deseada…

Edward Cullen sin duda, sabía besar y di gracias a Dios que yo trabajaba en el último piso, lentamente se fue separando, repartiendo tímidos y cortos besos en mis labios y la extensión de mi cara hasta terminar en mi frente.

—Gracias —Susurró con los ojos cerrados.

—¿Por qué? —Murmuré. Él sonrío —Por no abofetearme esta vez —Cuando abrió sus ojos sonreí al ver el brillo sin igual que tenían.

—Es tu día de suerte —Susurré patéticamente, ¿De dónde había salido eso?

—Espero tener mucha suerte de ahora en adelante —Dijo coquetamente. Cosa que me descolocó e intentó besarme de nuevo, esta vez sí lo aparte.

—Yo no soy un polvo de una noche Edward, así que aléjate —Lo empujé ligeramente y su semblante cambió inmediatamente.

—Yo no… —Justo cuando iba a continuar las puertas del elevador se abrieron y salí de ahí como si mi vida dependiera de ello. Caminé presurosa por el amplio pasillo que me llevaba a mi oficina, con Edward detrás de mí tratando de alcanzarme. Al llegar Jane me recibió con todos los pendientes.

—El señor Collins te espera en tú oficina, Bella —Comentó tímidamente, no podía ser cierto, olvidé que vendría, Edward bufó a mi lado.

—Necesitamos hablar —Me sujetó del brazo impidiéndome entrar a mi oficina, Jane tan sólo nos observaba disimuladamente —No es el momento, Edward —Susurré.

—Por favor… —Murmuró. Lo miré seria —Vamos a la sala de juntas —Me giré hacía Jane —Dile al señor Collins que en un momento lo atiendo —Sin más preámbulos nos dirigimos a la pequeña habitación.

Esta vez guarde una distancia prudente e inmediatamente me senté para no darle pie a que se atreviera a besarme de nuevo-aunque lo deseara-tenía que poner mis limites.

—¿Y bien? —Lo apresuré a hablar. Durante unos minutos no dijo nada, tan sólo me observó.

—Quería que nos pusiéramos de acuerdo para empezar a trabajar en el proyecto de los Vulturi —¿Qué? ¿Eso era lo que urgía tanto? No puedo creerlo, lo noté sincero hacía unos minutos, creí que querría hablar del beso en el ascensor, no cabe duda que era una idiota, Edward Cullen, jamás cambiaría.

—¿Para eso me hiciste venir aquí? —Casi grité —¿Sabes? Pudiste llamar a mi asistente para pedirle una cita —Comenté molesta —Sí no tienes nada más que decir, me están esperando —Intenté presionarlo, algo me decía que no sólo quería hablar de "negocios" pero no funcionó.

—Es todo —Espetó serio —Adiós —Contuve el nudo que se formó en mi garganta. Él no dijo más. Lo dejé ahí sin mirar atrás. Entré a mi oficina, donde un alegre Vladimir me esperaba. Su visita no fue más que para hablar de negocios-gracias a Dios-no tocó el tema de la cena con sus padres. Emmett estuvo entrando y saliendo, trayendo papeles que teníamos que revisar en conjunto los tres.

Cuando Vladimir se fue, intenté distraerme un poco revisando el expediente de los Vulturi, era interesante su forma de ver las cosas, su proyecto sobre el medio ambiente prometía mucho, sin duda era importante. Y en ese momento decidí que trataría de llevar la fiesta en paz con Edward, ¿Qué ganaba peleando con él? Parecíamos dos niños compitiendo.

Ya mañana hablaría con él, si era necesario iría a su oficina.

Ansiaba ver a mi prima y contarle todo lo que me estaba ocurriendo, quién mejor que ella para entenderme y aconsejarme. Me levanté de mi lugar, y sin razón alguna caminé y me paré justo en la ventana. Edward estaba ahí viendo hacía mi ventana, por un momento ninguno de los dos nos movimos, él sonrío de lado y movió su mano a modo de despedida.

Yo todavía me quedé un rato ahí tratando de descubrir que era lo que él buscaba, y por que actuó de esa forma esta mañana.

oOoOo

 

Por fin pude salir de la oficina, ahora si tranquila me dirigí a mi departamento a las afueras de Nueva York, mi santuario personal. Mi prima Tanya ya me esperaba afuera, sentada en el piso con infinidad de bolsas con comida chatarra para comer.

—¿Lista para la noche de chicas? —Dijo Alegre. Asentí y la ayudé a levantarse del piso. Entramos a mi departamento y llevamos todo a la cocina. Mi prima no decía nada, como siempre me daba mi espacio.

Preparamos varios tazones con helado de chocolate y frituras, refresco y palomitas, vimos una película romántica que la disfrutamos en un cómodo silencio, después ordenamos pizza y bromeamos un poco de la boba película que escogió Tanya.

Al terminar la pizza recogimos todo de la sala y lo llevamos a la cocina, ya al día siguiente la muchacha que me ayuda a limpiar la casa se encargaría de fregar los trastos sucios. Nos fuimos a mi recamara para poder platicar cómodamente. Como siempre nos pusimos nuestros pijamas y empezamos con lo que llamábamos nuestras confesiones de chicas.

Le relaté casi todo lo que ocurrió a mi prima el día de la cena, omitiendo el hecho de que Edward y yo nos besamos. Con Tanya era fácil conversar, desde pequeñas nos acostumbraron a estar juntas y a vernos como hermanas, sí en alguien tenía que confiar era en ella. Me quedé callada esperando su veredicto.

—¿Has dicho Edward Cullen, Bells? —Su pregunta me sorprendió, ¿De donde lo podría conocer mi prima? —Sí, ¿por? —Empezó a carcajearse como loca —Hay primita, ese Cullen, debe de tener un "pequeño problema". ¿Sabes? En el instituto se hablaba mucho de él... bueno dejaba mucho que desear según me contaron compañeras —Continuó contando alegre.

—Semanas antes de salir me invitó a salir —Me tensé en el acto —Pero tranquila, que jamás llegó a la cita, ahora me da risa acordarme de ello —Soltó una risita —Y gracias a que él no fue a nuestro encuentro conocí a Félix —Un sonoro suspiro salió de sus labios. Tanya ya tenía cerca de seis años con él y se podría decir que era el amor de su vida, lo amaba y estaban planeando casarse el próximo año.

—Pero bueno, la mayoría de las veces, salía con una chica y al día siguiente no la volvía a buscar, o en este caso ellas no lo volvían a buscar a él —Se empezó a reír.

—No me consta pero... la mayoría se quedaban con ganas de más —Inquirió —Pero ya sabes lo que dicen, Bella, dime de que presumes... y te diré de que careces —Empezamos a reír como dos locas.

—Que si yo lo sé prima, cuando me besó, anoche me dijo que jamás encontraría quien me besará así —Mi prima se me quedó viendo sorprendida alzando una ceja —Creo que no me has contado todo ¿Verdad? —Entonces no tuve más remedio que contarle todo lo que había ocurrido con Edward durante la cena, hasta el momento en que me besó, y todo lo que "no sentí" y lo raro de su actitud de esta mañana y por supuesto el beso que nos dimos en el elevador.

—Qué quiere decir eso de que... ¿No sentiste nada, primita? —Gemí exasperada, Tanya me conocía muy bien.

—Ok, lo reconozco, besa bien pero... —Soltó un gritito ahogado —¡Por Dios! Te das cuenta de lo que dices, Bella, Edward Cullen te gusta, no lo puedo creer —Inmediatamente la interrumpí.

—¡Ey!, relájate Tanya —Pero ella no me dejó continuar —Bella daté cuenta que de ti depende que mis sospechas y dudas sean aclaradas, tú puedes comprobar si Edward Cullen es bien dotado y un máster en el sexo como decía ser —Suspiró —Y también quiero saber por qué no llegó ese día a nuestra cita —Afirmó nostálgica.

—¡Estás loca, Tanya! ¿Cómo crees que haré eso? —Acaso había perdido la razón —¿Acaso tienes miedo Bells? —Ella sabía que no podía jugar con eso, no podía retarme.

—No es miedo, simple y sencillamente que no creo que sea correcto —La empresa estaba en juego y Tanya tenía que comprender eso —Además lo de esta mañana, fue raro, la forma en que él actuó me descolocó por completo —Inquirí.

—Lo único que veo aquí es que tienes miedo de enamorarte de él —Espetó —¡Estás loca! Jamás podría enamorarme de Edward Cullen —Aseguré.

—Ok, entonces no tendrás problema en demostrar que todo lo que se decía en mi escuela sobre Edward Cullen, es verdad —Dijo con suficiencia, viéndose las uñas disimuladamente esperando a que respondiera.

—No lo sé, Tanya, tengo que pensarlo —Era increíble que estuviera considerando la proposición de mi prima, quien sólo me observaba divertida. No sabía si era lo correcto pero lo haría.

—Está bien, lo haré —Al final cedí a su "petición" —¡Sí! —Gritó triunfante, se abalanzó contra mí, me abrazó e hizo que rodáramos por mi cama hasta caer al suelo.

—Todo saldrá bien, ya lo verás —Aseguró mientras calmábamos nuestras risas.

—Espero que sea así, Tanya, pero en su defensa puedo decir que tiene con que defenderse y que no tiene para nada un "pequeño problema" —Me carcajeé de la cara de sorpresa que puso, cuando Tanya comprendió mis palabras se soltó a reír junto a mí.

¿Qué sorpresas me depararía el destino con Edward Cullen? Lo último que pensé esa noche antes de caer en los brazos de Morfeo fue que, Edward Cullen, tenía que ser mío…

Capítulo 03. Dime de qué Presumes

 

En cuanto Edward se fue de mi oficina no pude evitar soltarme a llorar de la rabia tan inmensa que sentía, ¿Qué se creía? Era un estúpido neandertal que sí veía una escoba con faldas sería capaz de echar un polvo con ella. Era un jodido idiota que creía que todo giraba en torno a él.

En el momento en que Emmett me vio, empezó a cuestionarme sobre que ocurrió, ya que se topó con Cullen en el elevador, a grandes rasgos le conté lo que había ocurrido y me dijo la tontería más estúpida que pude escuchar en mi primo. Edward-neandertal-Cullen, no podía estar celoso de Vladimir o… ¿Sí? Eran estupideces de mi primo, sin duda, Emmett pensaba con cualquier cosa menos con la cabeza, además era hombre…

Al llegar a casa de mis padres, evité a toda costa hablar con mi madre ya que haría que le confesará mi semblante… ¿Decaído? Era estúpido ponerme así por causa de Edward, pero era inevitable, ¿Con qué derecho cuestionaba mi forma de actuar, mis decisiones ante mis negocios? Era un idiota, y eso lo tenía clarísimo.

Más tarde mi madre me avisó que ya estaba los invitados, tuve que entrar a mi baño para refrescarme un poco, parecía que todo lo que dijo Edward me afectó más de lo debido ya que me sentía irritada. Aún sentía la impotencia y el dolor que me causaron sus palabras.

Cuando vi que estaban Carlisle y Esme le rogué a Dios que Edward no estuviera pero como siempre no tuve suerte, y ahí estaba el idiota, no entendía como Esme había criado a un hijo así, siendo ella tan cariñosa y amorosa con todos. ¿Cómo tuvo un vástago tan despreciable? Y Carlisle, siendo todo un caballero que seguramente le enseño como tratar a una mujer. Edward salió tan bestia. Él no había aprendido nada de sus padres y era una lástima ya que no era nada feo.

Por su culpa tuve una pequeña discusión con mi padre sobre el proyecto con los Vulturi, ¿Pero qué diantre quería Charlie? Qué tenía de especial ese proyecto, sí todo en las empresas iba bien. La gota que derramó el vaso fue cuando Edward empezó a reclamarme y a pedirme explicaciones sobre Vladimir, ¿Acaso Edward Cullen se creía mi dueño? Vladimir sólo trataba ser amable y por eso marcó para saber como estaba, para que tuviera registrado su número y comunicarme que al día siguiente iría a mi oficina.

Y lo peor de todo fue cuando Edward se despidió y rozó sus labios con los míos, fue un toque inocente pero que me dejó con los labios palpitantes por algo más, no estaba segura de qué, y cuando me pidió que habláramos en privado, acepté sin dudarlo.

¿Por qué? No lo sé, pero era algo que muy en el fondo deseaba, mi cuerpo añoraba su cercanía, su toque, el contacto cuerpo a cuerpo que tuvimos esa misma tarde antes de que soltará su veneno.

Entonces cuando estuvimos solos, en el estudio de mi padre todo cambio, toda aquella altanería y frialdad que siempre demostraba se fue… y empezó a besarme de una forma única, en mis veinticuatro años de vida jamás me habían besado así, con tanta pasión, con tanto fervor, su cuerpo pegado al mío, su respiración tan descontrolada como la mía, su erección tan evidente, que por poco me hace perder el juicio. Nuestros cuerpos cada vez más calientes, su dulce sabor a vino tinto y su mano en mi nuca, era demasiado. Entonces recordé donde nos encontrábamos y que yo no podía dejarme llevar.

Le planteé una cachetada en su rostro, me dolió… quería permanecer en sus brazos pero yo tenía que darme mi lugar y no ser un polvo de una noche para él. Por lo que me recriminó esa misma tarde, y él me estaba convirtiendo en una más.

—Jamás te atrevas a volverme a tocar —Amenacé —Eso dices ahora, pero nadie jamás te besará de esa forma —Afirmó. Empecé a carcajearme, él no me ganaría, jamás le daría la razón —Sueñas, Cullen, me han besado mejores —Él idiota sonrío de lado —Te puedo apostar lo que quieras a que no es así —Dijo con cinismo.

—¡Te odio!—Grité. Él empezó a sonreír de lado—Pero aún así me amas, querida—Bufé exasperada—¡Ni loca, Cullen, primero muerta!—Esperaba no tragarme mis propias palabras.

Sin importarle nada me dejó en medio del despacho con el cabello desordenado y los labios rojos e hinchados, no pude evitar llevarme una mano a mi boca. ¿Qué había hecho? Y peor aún, ¿Cómo se atrevió a irse así como estaba?, sí salía así sería evidente que mis padres y los suyos se darían cuenta y se formarían una idea errónea de lo que en verdad ocurrió.

Sin duda sería una larga noche…

Después de tal arrebato y demostración del poco pudor que tenía Cullen me fui a hurtadillas a mi cuarto, que era el único lugar seguro que tenía en la casa de mis padres, obviamente no podría irme a mi casa, no después de aquello, arriesgándome a que mi madre me interceptará a mitad del pasillo y me cuestionará sobre que ocurrió entre Edward y yo en el despacho de Charlie. Bastante tendría al día siguiente en el desayuno.

oOoOo

 

—Y bien pequeña, ¿Qué ocurrió exactamente anoche? —Gemí por lo bajo, mi madre ni siquiera se esperó a que llegará a la mesa.

—¿Qué ocurrió, de qué? —Regresé. Mi madre sonrío soñadoramente.

—Tú sabes perfectamente de que habló, Edward es un excelente partido y definitivamente tienes nuestro consentimiento para…—Ni siquiera la dejé continuar.

—Detente mamá, entre Cullen y yo no hay nada, ni siquiera somos amigos —Puntualicé —¿Entonces por qué su aspecto de anoche al salir del despacho? Y eso sin mencionar que te fuiste directo a tu recamara sin salir a despedir a los Cullen —Definitivamente me estaba quedando corta con todo lo que supuse que mi madre me cuestionaría, estúpido Edward.

—Además, creo que ya estoy grandecita como para pedirles permiso para salir con alguien ¿No? —Reneé entrecerró los ojos —No te atreverías, Isabella, creo que sabes de que habló y eso no esta a discusión —Preferí no seguir con esa conversación tan incómoda cuando mi padre llegó al comedor, plantó un beso en mi cabeza y otro en los labios de mi madre.

—¿Me podrías explicar que relación tienes con Vladimir Collins? —Reneé dejó caer su tenedor y me fulminó con la mirada, definitivamente no era el desayuno que esperaba-gracias Edward-pensé.

—Simplemente negocios que nos benefician —Dije despreocupadamente —¿Y cómo nos va a beneficiar ese negocio? —Siguió Charlie con el interrogatorio.

—Bueno papá, es cuestión de marketing y si todo salé bien, tendremos mucha publicidad —Y en verdad esperaba que fuera así.

—Estoy esperando una mejor explicación, Isabella —Y cuando mi padre me hablaba de esa forma era porque así era, así que no tuve más remedio que contarle detalle a detalle la proposición de Vladimir, cuando todas sus dudas fueron aclaradas por fin me dejaron desayunar en paz.

—¿Y es necesario que asistas a esa cena, hija? —No sé que tanto pretendía Reneé, pero era absurdo que estuviera cuestionando mis decisiones.

—Ya te lo dije, ahí conoceré a su prima —Obvio omití el hecho de que él me invitaría a salir de cualquier forma. Bastante tenía con sus cuestionamientos absurdos.

—Señorita, Bella, le llaman por teléfono —Gracias a Dios nos interrumpió Mere, la muchacha del servicio.

—¡Isabella Swan! ¿Podrías explicarme qué haces en casa de mis tíos? —Era el encanto en persona.

—¡Tanya! —Casi grité. Jamás se me había hecho tan oportuna una llamada de mi prima —Ok, me doy cuenta que fui bastante oportuna ¿No? —Sonreí —Obvio tonta, ¿A qué hora te veo en la noche? —Se escuchó como empezaba a reír ella también.

—Bueno, llegaré a tu departamento a las cinco ¿Te parece? —La adoraba —¡Sí! —Mi entusiasmo iba en aumento —Relájate, que mis tíos se cuestionaran que te digo, besitos, te veo al rato —Y así terminó la llamada.

—¿Pijamada de chicas? —Mi padre alzó su ceja. Tan sólo asentí, no entraría en detalles con él.

oOoOo

 

Después de tan incómodo desayuno, subí a arreglarme a mi recamara, mi padre se fue antes, y cuando estuve lista me subí a mi Porsche y me dirigí a la empresa, y como se estaba haciendo costumbre le rogué a Dios no toparme con Edward en todo el día, después de todo, ¿De qué hablaríamos?

Cuando llegué a la empresa la mayoría de los empleados ya estaban ahí, desempeñando sus actividades diarias, la mayoría que me veía pasar me saludaba, pase por el recibidor que estaba despejado y me dirigí a los elevadores. Se abrieron las puertas.

—¿Sabes? —Una voz aterciopelada se escuchó a mis espaldas justo cuando iba subiendo al elevador. Un escalofrío recorrió mi columna, intenté detener el ascensor para salir pero él fue más rápido que yo y cerró las puertas.

—Sí, Edward eres estúpido, lo sé… —Intenté jugar pero a él pareció no gustarle mi comentario —Muy graciosa, querida —Sin pensarlo mucho, me arrinconó en una de las esquinas del elevador y puso su boca a centímetros de la mía —Aléjate…ayer te dije que… —No me dejó terminar el miserable, un suspiró de satisfacción salió de sus labios cuando hizo contacto con los míos.

Pesé a mi advertencia del día anterior no pude evitar corresponderle el beso, mi cuerpo reclamaba el suyo como propio, ya habría tiempo de arrepentirme después, su aliento fresco y a la vez dulce me hizo sentir viva, deseada…

Edward Cullen sin duda, sabía besar y di gracias a Dios que yo trabajaba en el último piso, lentamente se fue separando, repartiendo tímidos y cortos besos en mis labios y la extensión de mi cara hasta terminar en mi frente.

—Gracias —Susurró con los ojos cerrados.

—¿Por qué? —Murmuré. Él sonrío —Por no abofetearme esta vez —Cuando abrió sus ojos sonreí al ver el brillo sin igual que tenían.

—Es tu día de suerte —Susurré patéticamente, ¿De dónde había salido eso?

—Espero tener mucha suerte de ahora en adelante —Dijo coquetamente. Cosa que me descolocó e intentó besarme de nuevo, esta vez sí lo aparte.

—Yo no soy un polvo de una noche Edward, así que aléjate —Lo empujé ligeramente y su semblante cambió inmediatamente.

—Yo no… —Justo cuando iba a continuar las puertas del elevador se abrieron y salí de ahí como si mi vida dependiera de ello. Caminé presurosa por el amplio pasillo que me llevaba a mi oficina, con Edward detrás de mí tratando de alcanzarme. Al llegar Jane me recibió con todos los pendientes.

—El señor Collins te espera en tú oficina, Bella —Comentó tímidamente, no podía ser cierto, olvidé que vendría, Edward bufó a mi lado.

—Necesitamos hablar —Me sujetó del brazo impidiéndome entrar a mi oficina, Jane tan sólo nos observaba disimuladamente —No es el momento, Edward —Susurré.

—Por favor… —Murmuró. Lo miré seria —Vamos a la sala de juntas —Me giré hacía Jane —Dile al señor Collins que en un momento lo atiendo —Sin más preámbulos nos dirigimos a la pequeña habitación.

Esta vez guarde una distancia prudente e inmediatamente me senté para no darle pie a que se atreviera a besarme de nuevo-aunque lo deseara-tenía que poner mis limites.

—¿Y bien? —Lo apresuré a hablar. Durante unos minutos no dijo nada, tan sólo me observó.

—Quería que nos pusiéramos de acuerdo para empezar a trabajar en el proyecto de los Vulturi —¿Qué? ¿Eso era lo que urgía tanto? No puedo creerlo, lo noté sincero hacía unos minutos, creí que querría hablar del beso en el ascensor, no cabe duda que era una idiota, Edward Cullen, jamás cambiaría.

—¿Para eso me hiciste venir aquí? —Casi grité —¿Sabes? Pudiste llamar a mi asistente para pedirle una cita —Comenté molesta —Sí no tienes nada más que decir, me están esperando —Intenté presionarlo, algo me decía que no sólo quería hablar de "negocios" pero no funcionó.

—Es todo —Espetó serio —Adiós —Contuve el nudo que se formó en mi garganta. Él no dijo más. Lo dejé ahí sin mirar atrás. Entré a mi oficina, donde un alegre Vladimir me esperaba. Su visita no fue más que para hablar de negocios-gracias a Dios-no tocó el tema de la cena con sus padres. Emmett estuvo entrando y saliendo, trayendo papeles que teníamos que revisar en conjunto los tres.

Cuando Vladimir se fue, intenté distraerme un poco revisando el expediente de los Vulturi, era interesante su forma de ver las cosas, su proyecto sobre el medio ambiente prometía mucho, sin duda era importante. Y en ese momento decidí que trataría de llevar la fiesta en paz con Edward, ¿Qué ganaba peleando con él? Parecíamos dos niños compitiendo.

Ya mañana hablaría con él, si era necesario iría a su oficina.

Ansiaba ver a mi prima y contarle todo lo que me estaba ocurriendo, quién mejor que ella para entenderme y aconsejarme. Me levanté de mi lugar, y sin razón alguna caminé y me paré justo en la ventana. Edward estaba ahí viendo hacía mi ventana, por un momento ninguno de los dos nos movimos, él sonrío de lado y movió su mano a modo de despedida.

Yo todavía me quedé un rato ahí tratando de descubrir que era lo que él buscaba, y por que actuó de esa forma esta mañana.

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Por fin pude salir de la oficina, ahora si tranquila me dirigí a mi departamento a las afueras de Nueva York, mi santuario personal. Mi prima Tanya ya me esperaba afuera, sentada en el piso con infinidad de bolsas con comida chatarra para comer.

—¿Lista para la noche de chicas? —Dijo Alegre. Asentí y la ayudé a levantarse del piso. Entramos a mi departamento y llevamos todo a la cocina. Mi prima no decía nada, como siempre me daba mi espacio.

Preparamos varios tazones con helado de chocolate y frituras, refresco y palomitas, vimos una película romántica que la disfrutamos en un cómodo silencio, después ordenamos pizza y bromeamos un poco de la boba película que escogió Tanya.

Al terminar la pizza recogimos todo de la sala y lo llevamos a la cocina, ya al día siguiente la muchacha que me ayuda a limpiar la casa se encargaría de fregar los trastos sucios. Nos fuimos a mi recamara para poder platicar cómodamente. Como siempre nos pusimos nuestros pijamas y empezamos con lo que llamábamos nuestras confesiones de chicas.

Le relaté casi todo lo que ocurrió a mi prima el día de la cena, omitiendo el hecho de que Edward y yo nos besamos. Con Tanya era fácil conversar, desde pequeñas nos acostumbraron a estar juntas y a vernos como hermanas, sí en alguien tenía que confiar era en ella. Me quedé callada esperando su veredicto.

—¿Has dicho Edward Cullen, Bells? —Su pregunta me sorprendió, ¿De donde lo podría conocer mi prima? —Sí, ¿por? —Empezó a carcajearse como loca —Hay primita, ese Cullen, debe de tener un "pequeño problema". ¿Sabes? En el instituto se hablaba mucho de él... bueno dejaba mucho que desear según me contaron compañeras —Continuó contando alegre.

—Semanas antes de salir me invitó a salir —Me tensé en el acto —Pero tranquila, que jamás llegó a la cita, ahora me da risa acordarme de ello —Soltó una risita —Y gracias a que él no fue a nuestro encuentro conocí a Félix —Un sonoro suspiro salió de sus labios. Tanya ya tenía cerca de seis años con él y se podría decir que era el amor de su vida, lo amaba y estaban planeando casarse el próximo año.

—Pero bueno, la mayoría de las veces, salía con una chica y al día siguiente no la volvía a buscar, o en este caso ellas no lo volvían a buscar a él —Se empezó a reír.

—No me consta pero... la mayoría se quedaban con ganas de más —Inquirió —Pero ya sabes lo que dicen, Bella, dime de que presumes... y te diré de que careces —Empezamos a reír como dos locas.

—Que si yo lo sé prima, cuando me besó, anoche me dijo que jamás encontraría quien me besará así —Mi prima se me quedó viendo sorprendida alzando una ceja —Creo que no me has contado todo ¿Verdad? —Entonces no tuve más remedio que contarle todo lo que había ocurrido con Edward durante la cena, hasta el momento en que me besó, y todo lo que "no sentí" y lo raro de su actitud de esta mañana y por supuesto el beso que nos dimos en el elevador.

—Qué quiere decir eso de que... ¿No sentiste nada, primita? —Gemí exasperada, Tanya me conocía muy bien.

—Ok, lo reconozco, besa bien pero... —Soltó un gritito ahogado —¡Por Dios! Te das cuenta de lo que dices, Bella, Edward Cullen te gusta, no lo puedo creer —Inmediatamente la interrumpí.

—¡Ey!, relájate Tanya —Pero ella no me dejó continuar —Bella daté cuenta que de ti depende que mis sospechas y dudas sean aclaradas, tú puedes comprobar si Edward Cullen es bien dotado y un máster en el sexo como decía ser —Suspiró —Y también quiero saber por qué no llegó ese día a nuestra cita —Afirmó nostálgica.

—¡Estás loca, Tanya! ¿Cómo crees que haré eso? —Acaso había perdido la razón —¿Acaso tienes miedo Bells? —Ella sabía que no podía jugar con eso, no podía retarme.

—No es miedo, simple y sencillamente que no creo que sea correcto —La empresa estaba en juego y Tanya tenía que comprender eso —Además lo de esta mañana, fue raro, la forma en que él actuó me descolocó por completo —Inquirí.

—Lo único que veo aquí es que tienes miedo de enamorarte de él —Espetó —¡Estás loca! Jamás podría enamorarme de Edward Cullen —Aseguré.

—Ok, entonces no tendrás problema en demostrar que todo lo que se decía en mi escuela sobre Edward Cullen, es verdad —Dijo con suficiencia, viéndose las uñas disimuladamente esperando a que respondiera.

—No lo sé, Tanya, tengo que pensarlo —Era increíble que estuviera considerando la proposición de mi prima, quien sólo me observaba divertida. No sabía si era lo correcto pero lo haría.

—Está bien, lo haré —Al final cedí a su "petición" —¡Sí! —Gritó triunfante, se abalanzó contra mí, me abrazó e hizo que rodáramos por mi cama hasta caer al suelo.

—Todo saldrá bien, ya lo verás —Aseguró mientras calmábamos nuestras risas.

—Espero que sea así, Tanya, pero en su defensa puedo decir que tiene con que defenderse y que no tiene para nada un "pequeño problema" —Me carcajeé de la cara de sorpresa que puso, cuando Tanya comprendió mis palabras se soltó a reír junto a mí.

¿Qué sorpresas me depararía el destino con Edward Cullen? Lo último que pensé esa noche antes de caer en los brazos de Morfeo fue que, Edward Cullen, tenía que ser mío…

Capítulo 2: en casa del enemigo Capítulo 4: los pros y los contras...

 
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