¡TE ODIO! ¿AMOR? (+18)

Autor: carlarobpatt4ever
Género: + 18
Fecha Creación: 28/04/2013
Fecha Actualización: 13/04/2014
Finalizado: SI
Votos: 36
Comentarios: 85
Visitas: 98717
Capítulos: 27

fanfic finalizado!!!!

Del odio al amor? ¿Habrá solo un paso? ?¡Te odio!?Grité. Él empezó a sonreír de lado?Pero aún así me amas, querida?Bufé exasperada?¡Ni loca, Cullen, primero muerta!?Esperaba no tragarme mis propias palabras.

HOLA! ESTE ES MI PRIMER FIC ESPERO QUE SEAN BUENAS Y AUNQUE LA IDEA NO ES TODA MIA ESPERO QUE LES GUSTE ; ESTE FIC PERTENECE UNA PARTE A CHAPIS CULLEN DE LA PAGINA DE FF PERO NO LO TERMINO Y ME HABIA GUSTADO ASI QUE LO TERMUNO YO SI NO LE IMPORTA A LA Q LO EMPEZO PERO COMO NO PUEDO HABLAR CON ELLA ESPERO Q ME DE SU PERMISO

ESTE FIC ES MIO , DE MI AMIGA CARLA Y CLARO CHAPIS CULLEN AUNQUE LOS PERSONAJEN NO ME PERTENECEN , ESTOS SON OBRA DE LA MARAVILLOSA STEPHANIE MEYER

¡ESPERamos QUE LES GUSTE!;)

tenemos otros fics 

los recuerdos de mi intercambio el link: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3803

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Capítulo 17: las cartas sobre la mesa

Capítulo 17. Las Cartas sobre la Mesa

 

Me sentí un poco más tranquila cuando Edward me estrecho entre sus brazos y dejo a una Heidi furiosa plantada en su lugar. No desconfiaba de él, sin embargo de ella no podía decir mucho. Pude ver en su mirada el interés hacia él, cuando estuvo frente a ella y como busco llamar su atención.

Heidi era una zorra muy astuta, por lo que pude notar, ya que espero que Edward estuviera solo para acercarse a él. Al notar que se acercó a Edward de manera tan sugerente, ya no pude concentrarme en lo que Rosalie decía.

—Cullen, no distraigas a Bella por favor—pidió Rose nerviosa en el momento que se unió a nosotras.

—Al contrario, Rose—aclaré—El tenerlo a mi lado me hace sentir mejor y, a concentrarme más—fui honesta. No me importo que Edward se diera cuenta de mi inseguridad respecto a Heidi. Él sonrió y me beso ligeramente.

—Pensamos lo mismo, te amo... —susurró esto último para que sólo yo lo escuchara.

Durante media hora más, Rosalie me vendió su idea. Que a decir verdad era buena. Su línea de ropa era bastante hermosa diseñada con muy buen gusto y con telas de excelente calidad. No tenia que pensarlo mucho.

 

—Me has convencido, Rose, estoy dispuesta a trabajar para y, contigo—dije segura—Los diseños son hermosos. Y son del tipo de ropa que suelo usar—aseguré.

—¡Oh, por dios! ¿Estás segura? —sonreí ante su emoción—Mira que puedo hacer otros diseños y tal vez... —agregó insegura.

 

—Tranquila—la interrumpí—Lo que me has mostrado es excelente no tienes por qué cambiar nada—una sonrisa de agradecimiento salió de ella.

—Gracias, Bella, esto... Significa mucho para mí. Eres una mujer que admiro y, que es excelente en su trabajo—termino por decir.

—Al contrario gracias a ti, Rose, eres muy amable. Pero esto es un trabajo en equipo mucha gente trabaja para mí y hacen posible que mi trabajo sea reconocido—afirmé—Además, Edward nos ayudara con parte de ello—sonreí orgullosa de mi novio. El tan solo asintió. Sin tratar de entorpecer las negociaciones.

—Señoritas—interrumpió Vladimir. Ignorando por completo la presencia de Edward—¿Que les parece si el lunes por la mañana se hacen cargo de los pormenores del trato en tú oficina, Bella? —en lugar de corresponder a su sonrisa de oreja a oreja, permanecí seria. No tenía que interrumpir y mucho menos ignorar a Edward.

Rosalie claramente molesta por su grosería, lo enfrentó.

—Esté es un negocio entre Bella y yo, primito, así que te agradecería que te esfumaras y nos dejes seguir charlando sobre los pormenores de mí negocio—era joven pero sabía lo que quería y luchaba por ello. Sin duda Rosalie Hale no se dejaría intimidar por su primo Vladimir, quien (aunque duela reconocerlo) le consiguió el contacto para que su negocio prosperara.

Vladimir la fulmino con la mirada, no dijo nada porque claramente se contuvo por mi presencia. Conforme pasaba el tiempo me daba cuenta con mayor claridad de lo que era capaz ese hombre. Se retiró asintiendo solo con la cabeza. Edward me beso en la cabeza, y pude sentir como sonreía disimuladamente. Continuamos charlando sobre los pormenores. Rosalie iría a nuestras oficinas el próximo lunes, donde Edward comenzaría con su trabajo.

Disfrutamos de unos ricos tentempiés antes de pasar al jardín donde varias mesas y sillas fueron puestas para los invitados. Por supuesto nos sentamos en la mesa de Rose, quien en ningún momento nos dejó de atender como sus invitados de honor (así nos hizo llamar ella) agradecidos disfrutamos de la cena. Todo empeoro de alguna manera, cuando Vladimir se sentó a la mesa en compañía de Heidi, quien desnudaba a Edward descaradamente con la mirada. Él por su parte en ningún momento se prestó a su juego.

—Eddy, querido—rompió el incómodo silencio que se formó cuando se sentaron en nuestra mesa. Edward literalmente la asesino con la mirada.

—Edward, Heidi, Edward es mi nombre. No Eddy—soltó mordaz.

—Como sea, para mí siempre serás Eddy—contraatacó. Estuve a punto de decir algo cuando Edward intervino.

—Y para mí siempre serás un desagradable recuerdo, así que te agradecería que respetaras a mi mujer y a todos los que están acompañándonos en esta mesa y, un consejo. No te humilles más. Porque en lo que a mí respecta no obtendrás nada—se formó un incómodo silencio. Heidi se puso roja del coraje, era obvio que las palabras de Edward la hirieron y humillaron. Pero vamos, aunque Edward fuera un caballero. No tenía por qué tolerar semejante arrebato de idiotez por parte de ella. Vladimir se aclaró la garganta de pronto.

—No era necesario que le contestaras de esa forma, Cullen…—Edward lo fulmino con la mirada.

—Y tampoco era necesario que ella tratara de coquetear conmigo, frente a Bella. Mí. Prometida—Vladimir literalmente abrió los ojos tanto que parecía que se saldría de sus cuencas y comenzó a balbucear. Yo aunque me sorprendí por su declaración. Tan solo sonreí. No quería negar nada frente a toda esa gente.

Felicitaciones comenzaron a llover por todas partes, los padres de Rose (quien sabían parte de la historia de Edward con Heidi) y la propia Rose. Heidi y Vladimir permanecieron en su lugar. Musitando un simple en hora buena. A partir de ese momento guardaron silencio. La música comenzó a sonar y Edward me invito a bailar. Encantada acepte, no era muy buena en ello, sin embargo no perdería la oportunidad de saborear ese momento tan íntimo con Edward.

Él nos abrió paso entre la gente para llegar al centro de la pista. En una posición relajada me estrecho entre sus brazos, Edward sabía cuan tímida (por increíble que parezca) podía sentirme al estar frente a tanta gente desconocida. Una cosa era el trabajo y una muy distinta el compartir con él y que infinidad de gente curiosa nos observe (como en estos momentos).

No dijimos nada, todo era tan nuevo para ambos. Recién habíamos aceptado que nos amábamos y era claro que ni Heidi ni Vladimir lo aceptaban. Eran una amenaza latente para nosotros.

 

—Espero que no te molestara que les dijera que estábamos comprometidos—susurró. Sonreí.

—No me molesto, al contrario. Me gusto—acepté—Incluso lo sentí, real—musité.

—En un futuro lo será, amor, ya lo veras—cerré los ojos para disfrutar de su calor.

 

Estábamos en un lugar público pero, este hombre me volvía loca. Me armé de valor y eleve el rostro, sus ojos verdes me desnudaba literalmente el alma. Lentamente me acerque y estreche sus labios con los míos. Ambos suspiramos con gozo. Fue un beso tierno, lleno de amor. Por el momento la lujuria no había hecho acto de presencia. Y eso era agradable. La mayoría de las veces un beso nuestro nos llevaba hacía otras situaciones bastante satisfactorias para ambos. Esta vez, no fue así. Cuando nos separamos sonreímos como si nadie existiera en el lugar y me volví a acurrucar entre sus brazos hasta que la música termino.

Regresamos a nuestra mesa en la que afortunadamente solo se encontraban Rosalie y sus padres. Su madre y ella atrajeron toda mi atención dejando a Edward conversando con su padre. La velada se desarrolló de manera tranquila. El mal rato que nos hizo pasar Heidi y Vladimir quedo en el olvido. Hasta que mi teléfono celular comenzó a vibrar. Con el sonido de la música no podía contestar en la mesa así que me excuse con Rose y su madre, no sin antes de indicarle a Edward con señas que atendería una llamada el sonrió y asintió con la cabeza.

Me aleje un poco del ruido, intente identificar el número antes de contestar pero aparecía como número privado. La mayoría de las veces mi padre solía llamarme de algún teléfono privado así que debía de tratarse de él.

 

— ¿Qué ocurre, ?—contesté cariñosa. Y por la forma en que me contestaron al otro lado era obvio que no era mi padre.

—Preciosa, Bella, me has confundido. No soy tu padre—un ligero escalofrío me recorrió la espalda—Disculpa que te alejara de la compañía de mi prima y su madre pero, era la única forma que encontré para hablar contigo sin que estuviera Cullen de por medio—siguió hablando esta vez no por el teléfono, ya que corto la llamada en cuanto aclaró que no era mi padre. La voz provenía a espaldas de mí.

 

— ¿Qué pretendes, Vladimir? —me gire sobre mis talones para encontrarlo de frente a mí. En esta ocasión venía solo. Y no tenía que ser adivina para saber que Heidi estaba con Edward.

—Bella, no tienes que ser tan hostil. Cualquier cosa que pudiera decirte Edward de mí, deberías de ponerlo en duda. Después de todo es un playboy algunas de las invitadas a esta fiesta pueden decirte detalles íntimos sobre él—por un momento vi rojo.

Los celos estaban haciendo acto de presencia y, eso no era nada bueno. No dudaba del todo en las palabras de Vladimir. Más de alguna vez me tocó ver a Edward interactuar con más de una mujer. Sin embargo, en esta fiesta en particular a las únicas mujeres que parecía conocer y que lo conocían, eran Rose, su madre y obviamente Heidi. Así que trate de alejar esas sospechas de él y no olvidar a quien tenía enfrente.

— ¿Y bien? —inquirí impaciente, ignorando olímpicamente a su provocación.

—Está bien—suspiró audiblemente—Necesito que me des la oportunidad de ganarme tu corazón—por primera vez desde que lo conocía veía la honestidad en sus palabras. Y eso me inquieto.

—Mi corazón y lealtad están con Edward, Vladimir, y no pienso cambiar eso por ti. Tú eres un cliente más en nuestras empresas. Así que…—sin darme cuenta de sus intenciones se acercó a mí. Me tomó de la cintura y me atrajo a su pecho. Me tensé en el momento que sentí su evidente "emoción" por tenerme en sus brazos— ¡Suéltame! —exigí preocupada. Si Edward viera esto, no sería tan comprensivo.

—No, y de una vez te digo Isabella, no descansaré hasta que seas mía—comenzó a recorrer con la punta de la nariz mi cuello, lentamente hasta llegar a mí mandíbula. Era evidente que buscaba besarme. Empecé a moverme de un lado a otro desesperada, tratando de evitar que me besara pero, él era fuerte y no me dejaba hacer mucho. Algo pareció iluminarme de repente y lo pateé en la entrepierna. Inmediatamente me soltó y masculló una maldición mientras se doblaba en dos en el piso.

—Te dije que me soltaras—grite furiosa—Y si no fuera porque tenemos un contrato el cual no podemos romper. Pero que rompería gustosa si esto se vuelve a repetir. Te prohibiría que regresaras a mi oficina—espeté mientras me arreglaba el vestido que se había subido un poco de su lugar—De ahora en adelante señor Collins, todos los pormenores de nuestro trato los verá con Emmett mi primo—me di la vuelta dispuesta a alejarme de él. Intentó hablar pero aún adolorido no pudo decir más.

Presurosa me dirigí al encuentro de Edward. Al llegar noté que él no estaba. El temor me embargo. ¿Y si él me había visto y malinterpreto lo que ocurrió? Heidi en cambio si estaba ahí y tenía una sonrisa de oreja a oreja en su rostro. Rose charlaba de manera entusiasta con sus padres. Al notar mi presencia, me indicaron el lugar por él que Edward había partido. Les agradecí y con piernas temblorosas me fui directo a su encuentro.

Llegue a una parte bastante apartada del resto de la fiesta, aún más lejos de donde yo estaba con Vladimir. Edward tuvo que pasar por ese lugar, así que sin duda nos había visto juntos.

— ¡¿Edward? —grite a la nada. ¿Él no podía…? ¡No! Me negaba a creer que todo terminaría así. De forma tan estúpida. Por culpa de un imbécil. A lo lejos divise a Edward, estaba a la orilla de un pequeño lago artificial que tenía la propiedad. Claramente me escucho cuando grite pero no hizo caso a mi llamada. Permaneció estático en su lugar. Me acerque temerosa a él. Se había quitado el saco, el cual tenía sujeto con su mano derecha y descansaba sobre su hombro.

— ¿Edward? —Musité nerviosa—Háblame, por favor—me situé a su lado.

—Te vi con él—hablo con tono rudo. Eso solo me indicaba que había mal interpretado las cosas.

—Si me permitieras explicarte, yo…—él me interrumpió.

— ¿Qué vas a explicarme, Isabella? —dijo mordaz.

—Pues que eso no es lo que parece, Edward, tienes que…

— ¿Acaso quieres decirme que te arrepientes de haberle pateado en los cojones? Porque si es así, voy a estar muy cabreado, Isabella—cuando al fin se giró para enfrentar mi mirada, una sonrisa de esas que suelen quitarme el aliento adornaba su rostro.

— ¡¿Qué? —Vociferé—Me estás diciendo que mi preocupación porque mal interpretaras las cosas fue en vano—lo empuje ligeramente—Eres un…—no me dejo terminar porque me tomo en sus brazos y comenzó a besarme de manera posesiva, posó sus manos en mi cintura y me atrajo íntimamente a él-tirando su saco al piso. Sentí su erección inmediatamente. Y sonreí sin poder evitarlo. Al separarnos dijo:

—Sí, soy un estúpido—aseguró, sin soltarme aún—Pero no por hacerte creer que mal interprete las cosas, si no, por haberme contenido y no darle su merecido a ese imbécil—su voz sonó con rabia contenida—Sin embargo, si intervenía tú te molestarías por no permitirte solucionar las cosas a tu modo—empecé a negar con la cabeza.

—Por increíble que parezca—solté el aire retenido—Me hubiera encantado que intervinieras, ese… no sé ni siquiera como nombrarlo. Me hizo pasar un mal rato, en verdad tuve miedo, Edward—me acurruque en sus brazos. Posicioné la cara entre su cuello y hombro y aspiré su aroma a hombre limpio. Él acarició ligeramente mi espalda para tranquilizarme.

Permanecimos en esa posición un rato. No importaba cuanto tiempo llevábamos así, el tiempo parecía que se había detenido.

— ¿Eso quiere decir que la próxima vez puedo golpearlo? —preguntó como si fuera un niño pequeño. Sonreí y tan solo asentí—Entonces prometo que ese imbécil no volverá a poner sus asquerosas manos sobre ti.

—¿Qué te hizo ir a buscarme? —inquirí curiosa. No era normal que él actuara así de posesivo. Bueno, aunque tratándose se Vladimir era cosa aparte. Sin enfrentar su mirada, escuche como suspiraba.

—Heidi—fue lo único que dijo. Guardo silencio y creí que no diría nada más, sin embargo continuo—En cuanto te levantaste se sentó a mi lado tratando de llamar mi atención y, me insinuó que como tú estabas ocupada en estos momentos no te darías cuenta si ocurría algo entre ella y yo—susurró—Así que opte por levantarme de la mesa y comenzar a buscarte. Seguí el camino por donde te vi partir. Y aunque no escuchaba del todo de lo que hablaban. Supe que no estabas muy contenta con que Vladimir apareciera de repente tras de di—suspiró audiblemente—Te mentiría si dijera que no me molestó. Y más aún cuando te tomo en sus brazos estuve a punto de alejarlo de ti pero, me detuvo el hecho de que le propinaste una buena patada—comenzó a reír dejando a un lado la tensión.

—No te rías estaba aterrada, amor, si no conseguía pegarle en las joyas de la familia me hubiera besado—toda diversión abandono a Edward.

— ¡Ese imbécil! —intentó soltarme pero no lo permití.

—Tranquilo, machote. Yo ya me encargue de él—lo acerque más a mí y bese ligeramente la comisura de sus labios— ¿Y por qué viniste para acá? —pregunte curiosa.

—Necesitaba relajarme, cuando vi que te alejabas de él, supe que estabas bien y segura así que decidí dar un paseo y encontré este lugar—susurró.

A partir de ese momento no dijimos más. Permanecimos en silencio. Intercambiando palabras de amor de vez en cuando y disfrutando de nuestra compañía. No faltaba mucho para abandonar la fiesta. Ya que habíamos llegado a nuestro límite de paciencia. En ese cómodo silencio regresamos a la fiesta, para despedirnos de Rosalie y sus padres. Quienes nos pidieron que permaneciéramos un poco más en la reunión. De manera cortes declinamos la petición.

Sin despedirnos del anfitrión de la fiesta cruzamos la puerta de entrada que nos llevaría a nuestro auto-y gracias a dios no nos topamos con Vladimir o Heidi. Otro detalle que me llamo la atención fue que Vladimir no me presento a sus padres, no es que quisiera conocerlos después de lo ocurrido. Pero al menos por cortesía podría haberlo hecho.

Edward me ayudó a subir al auto, no tardó mucho en estar a mi lado y encender el auto para que abandonáramos esa horrible fiesta, que aunque no fue del todo desagradable gracias a Rosalie, sí lo fue por parte de Vladimir. Estaba segura de Edward y de mi amor por él. Como también estaba segura de que si no teníamos plena confianza el uno en el otro. Todo se complicaría. Sin duda Vladimir había puesto las cartas sobre la mesa y… tenía que esperar cuál sería su próximo movimiento.

 dejen sus comentarios y digan ¿cuantas de vosotras habrian pegado a vladimir en las joyas de la corona?

un beso isa y carla;) 

Capítulo 16: juego sucio Capítulo 18: almuerzo en casa de los Cullen

 
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