¡TE ODIO! ¿AMOR? (+18)

Autor: carlarobpatt4ever
Género: + 18
Fecha Creación: 28/04/2013
Fecha Actualización: 13/04/2014
Finalizado: SI
Votos: 36
Comentarios: 85
Visitas: 98702
Capítulos: 27

fanfic finalizado!!!!

Del odio al amor? ¿Habrá solo un paso? ?¡Te odio!?Grité. Él empezó a sonreír de lado?Pero aún así me amas, querida?Bufé exasperada?¡Ni loca, Cullen, primero muerta!?Esperaba no tragarme mis propias palabras.

HOLA! ESTE ES MI PRIMER FIC ESPERO QUE SEAN BUENAS Y AUNQUE LA IDEA NO ES TODA MIA ESPERO QUE LES GUSTE ; ESTE FIC PERTENECE UNA PARTE A CHAPIS CULLEN DE LA PAGINA DE FF PERO NO LO TERMINO Y ME HABIA GUSTADO ASI QUE LO TERMUNO YO SI NO LE IMPORTA A LA Q LO EMPEZO PERO COMO NO PUEDO HABLAR CON ELLA ESPERO Q ME DE SU PERMISO

ESTE FIC ES MIO , DE MI AMIGA CARLA Y CLARO CHAPIS CULLEN AUNQUE LOS PERSONAJEN NO ME PERTENECEN , ESTOS SON OBRA DE LA MARAVILLOSA STEPHANIE MEYER

¡ESPERamos QUE LES GUSTE!;)

tenemos otros fics 

los recuerdos de mi intercambio el link: http://www.lunanuevameyer.com/sala-cullen?id_relato=3803

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Capítulo 16: juego sucio

Capítulo 16. Juego Sucio

 

Tras un día lleno de tantas cosas, me sentía relajado. Tenía una hora despierto tan solo observando a la mujer que estaba a mi lado. Se veía tan hermosa, tan etérea, irreal como un ángel lleno de paz. Quería dejarla dormir un poco más pero, necesitaba sentirla, hacerla mía. Era una necesidad enorme la que tenía, nunca me había sentido así, tan…necesitado… el sentir su cuerpo desnudo amoldado al mío. Escuchar sus jadeos en el aire, su respiración descontrolada. Que gritara mi nombre.

Como un felino me deslice a su lado tentando, acariciando su vientre. Depositando besos en su pecho, devorando con las manos su suave piel, tan blanca como la leche, y vaya que amaba la leche. Tersa y suave era su piel, un regalo único para el tacto. Isabella Swan, era mi mundo, mi eje, mi ancla. Empecé a besar su rostro, sus mejillas, su nariz, haciendo un rastro leve hasta llegar y rozar sus labios. Una sonrisa coqueta y a la vez perezosa emanó de sus labios. Se veía perfecta.

—Buenos días, dormilona…—Seguí mi recorrido hasta sus mejillas para luego desplazarme hasta su mandíbula e ir bajando por su cuello lentamente, hasta llegar a su clavícula. Y llegar a la gloria que eran sus pechos, tan perfectos para mí.

—Amaneciste, cariñoso ¿Verdad? —Su voz sonó como un ronroneo erótico que me caló en esa zona sensible de mi cuerpo que clamaba por liberarse, porque le prestaran atención.

—Sin duda, y me gustaría que tú te sientas igual o más cariñosa que yo… —Musité mientras devoraba sus pechos. Y lentamente la libraba de esa pequeña prenda que ella insistía en llamar pijama que no era más que un blusón blanco que se ajustaba a su pequeña y hermosa figura. El aire se quedo estancado en mis pulmones cuando vi que solo llevaba unas diminutas braguitas blancas de encaje y no llevaba sujetador.

Bella empezó a recorrer con sus manos mi torso lentamente de arriba abajo. Mis manos se fueron directamente a sus piernas que me volvían loco, trate de memorizar en mi mente este momento, sus curvas, su piel, su olor que tan loco me volvía. Ella aún más aventurera bajo la mano hasta esa zona que clamaba por su tacto, mi gran amigo-vanidad aparte-se irguió aun más, mientras ella me ayudaba a liberarme del pantalón de pijama, jadeo levemente cuando se dio cuenta que no llevaba ropa interior. Una vez que me libró de la molesta prenda agarro mi erección entre su mano y empezó a acariciar de arriba abajo. Enterré la cara entre su cuello y hombro disfrutando del tacto.

Mientras con mi mano bajaba por en medio de sus pechos, para luego posarse en su vientre un segundo hasta llegar a ese lugar que me volvía a la vida cuando estaba dentro de ella. Posé mi mano ahí y empecé a acariciar levemente de arriba abajo, estimulándola sintiendo como la humedad aumentaba cada vez más lista para recibirme. Se sentía tan correcto que nos tocáramos de esa forma. Nos estábamos conociendo. Los gemidos invadían el ambiente. Cada vez era más fácil respirar y yo no estaba dispuesto a terminar fuera de ella, necesitaba estar dentro. Que llegáramos al clímax al mismo tiempo. Sin mayor preámbulo arranque las pequeñas braguitas de su cuerpo. No podía esperar más. Un gritito de sorpresa salió de su garganta.

Alce la mirada para enfrentar sus ojos color chocolate llenos de deseo, lentamente me pose sobre ella, con la rodilla separe levemente sus piernas de modo que pudiera posarme en medio de ellas. Sin perder el contacto tratando de buscar alguna vacilación, si ella no deseaba esto, pararía, después de todo la orille a esto. Al despertarla tan urgente mente para sentirla una vez más mía. Sonrió levemente y eso me indico que podía seguir ayude a mi erección a encontrar su camino y me pose en su centro cálido y húmedo a la vez.

Sonreí en respuesta y empecé a entrar lentamente, ella era algo estrecha así que le di oportunidad a que se acostumbrara a mi invasión, lentamente empezó a mover las caderas, y eso me ayudo a poder entrar más profundamente. Comenzamos a besarnos lentamente mientras nuestros cuerpos se movían en una danza sin igual, era la gloria, la abrace para sentirla contra mi cuerpo quería que fuéramos uno y lo estábamos logrando, era perfecta, mi mujer. La mujer que amaba…

 

—¡Te amo! —Grite sin poder evitarlo cuando sentí que llegábamos al orgasmo, sus paredes se empezaron a contraer dándome aún más placer. No esperaba respuesta pero a la vez me sentía temeroso de su reacción así que quedamos tendidos en la cama, con mi cuerpo cubriéndola completamente. Me reusaba a salir de ella, y aunque estábamos exhaustos ella se aferró a mí sin dejarme levantar. Lo más sensato que hice fue girarme aun sin salir de ella y me puse de espaldas al colchón llevándola conmigo. Ahora su peso estaba sobre mí.

—También, te amo…—susurró y aunque lo dijo en tono bajo, pude escucharlo claramente, bese la parte de arriba de su cabeza y la aferre un poco más a mí. Permanecimos unos minutos en silencio tratando de recuperar el control de nuestro cuerpo. Algo perezosa alzo la vista posando su barbilla en mi pecho.

— ¿Es verdad? —La miré desconcertado.

— ¿De qué hablas, amor? —Inquirí. Tratando de imaginarme el porqué de su pregunta.

—De qué me amas… —Mantuvo la mirada en mí, jamás vacilo. O quiso evitarla.

—Claro que lo es. Nunca creí que podría decírselo a alguien salvo a mis padres—Recorrí con mis nudillos su mejilla. Ella cerró los ojos ante mi tacto—Y tú, ¿Estás segura? —Una sonrisa adorno su rostro.

—Como nunca lo he estado en mi vida —Estrelló sus labios contra los míos de manera dulce. Su movimiento hizo que saliera de ella. Ambos sentimos el vació del abandono.

—Es hora de desayunar algo, joven desesperado —Se levantó de mi regazó de un salto. Intente jalarla a mis brazos de nuevo pero esquivo mi agarre.

—Vamos, Edward, tenemos que desayunar algo. Muero de hambre —Salió de la habitación desnuda. Estuve tentado a ponerme el pantalón del pijama pero lo deje a un lado. Si ella andaba desnuda por el departamento entero yo también lo estaría. Al salir verifique que las cortinas estaban cerradas y que nadie del exterior podría vernos. Sí, era un paranoico, pero no iba a permitir que vieran a mi mujer desnuda ¿verdad?

La encontré esculcando en el refrigerador sacando infinidad de ingredientes para preparar unas ricas tostadas francesas. Le ofrecí ayuda pero de manera elegante y cortes la rechazo, no le gustaba que nadie estuviera revoloteando a su alrededor mientras cocinaba. Así que tan solo me limite a observarla, no sin antes sacar dos vasos y rellenarlos de jugo. Intente leer el periódico unas cuantas veces pero fue imposible apartar la vista del magnífico cuerpo de tan bella mujer. De mi novia. De mi mujer. De mi futura esposa y madre de mis hijos.

Se sentía todo tan correcto, la cercanía. El amor, el calor que emanaban nuestros cuerpos cuando se unían. En determinado momento cuando Bella termino de preparar el desayuno y empezó a servir, fui a la recamara a ponerme el pantalón y le traje una pequeña bata de seda blanca para que se la pusiera. Lo agradeció con una sonrisa y un fugaz beso en los labios.

 

—Cuéntame, amor, ¿Qué deseas que hagamos hoy? —Bella me miró desconcertada. Con nerviosismo empezó a morder su labio inferior.

—Sabes que hoy es la reunión con Vladimir ¿verdad? —Se aventuró a decir nerviosa. Y la entendía después del día de ayer, trate de ponerme en su lugar.

—Claro, no podría olvidarlo. Pero, me gustaría llevarte y recogerte, si te parece —Confiaba en su juicio, en su manera de tratarlo, pero aún era difícil para mí lidiar con ello —No es que… —Ni siquiera me permitió terminar.

—Vladimir sabe que tengo novio y que quiero llevarlo a la reunión —Soltó de golpe sin siquiera tomar aire. La volteé a ver sorprendido.

— ¿Qué? —Bravo Cullen. ¿Fue lo más inteligente que pudiste decir? Ella me miro divertida.

—Sí, amor, se lo dije ayer. Después de haberme portado como una idiota contigo, se lo dije —Sonrió y tomó mi mano entre las suyas—Tenías razón en sentirte como te sentías —Un ligero rubor inundo sus mejillas —Y admito que sin querer escuche parte de tu conversación con esa mujer —La forma en que dijo "esa mujer" entre dientes hizo que mi corazón saltara levemente. Sin duda estaba celosa…

—"Esa mujer" como tú la llamas, amor, se llama Alice y es esposa de Jasper. Mi mejor amigo y socio. Ella es como una hermana para mí, la conozco desde antes que a Jasper. Gracias a mi ellos se conocieron —Le di una leve explicación de mi relación con ella. Y por su cara de sorpresa y el rubor inundando sus mejillas supuse que estaba apenada.

—Lo siento, es solo que… —La atraje hacia mí para acurrucarla entre mis brazos y besarla —Y me encantaría que la conocieras —Pedí cuando nos separamos.

—Si es importante para ti, lo hare —Después de ello nos concentramos en platicar de todo un poco, sobre nuestros padres y todos aquellos a los que amábamos. Y los planes de ese día en particular, teníamos que ir a algunas tiendas a comprar algo para vestir esta noche. No nos gustaba mucho ir de compras pero era necesario.

—Bella —Tomé su mano antes de que se levantara para recoger la mesa.

—Dime… —Musitó mientras me atravesaba con la mirada.

—Sé que es muy pronto, pero... me gustaría que consideraras el que pronto vivamos juntos —Termine por decir. Bella saltó levemente en su lugar, algo desconcertada. Sonreí imperceptiblemente.

—Estás de broma ¿Verdad? —Habló risueña. Pero al notar mi semblante serio se dio cuenta de que no bromeaba. Durante unos cuantos minutos tan solo nos vimos fijamente a los ojos. Retuve la respiración mientras me daba su respuesta.

—Sin duda, es muy pronto, Edward, aunque no puedo descartar la idea. Tengo que pensarlo. Esto es… —Vaciló un poco al hablar —…tan nuevo. Irreal. Que tenemos que pensar muy bien hacía donde queremos llegar —Sonrió de esa manera que me quitaba el aliento y que la hacía ver tan hermosa. Y entonces pude soltar el aire retenido.

Sin decir nada más, recogimos la mesa. Como agradecimiento por el rico desayuno que Bella preparo me ofrecí a arreglar la cocina en lo que ella se daba una ducha rápida y se arreglaba para que pudiéramos ir de compras. En menos de media hora todo estuvo listo. Entre a la recamara y con satisfacción observe la fina figura de Bella con una ropa sencilla, vaqueros que se ajustaban a su figura y una blusa de seda blanca con la espalda ligeramente descubierta, con unas zapatillas a juego con la blusa. Llevaba el cabello ligeramente recogido y poco maquillaje, se veía perfecta. Al pasar a su lado la abrace ligeramente besando su frente, la solté poco a poco para darme una ducha rápida. Era bastante tarde.

 

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Salimos del departamento con total paz, que no emitimos ningún sonido. Tan solo abrazados dirigiéndonos al ascensor, del cual salió James con una mujer pelirroja bastante hermosa, alta, delgada, ojos azules y cabello rizado. A penas nos saludó al pasar a nuestro lado. Y en verdad agradecí que su mirada no se posara en Bella más de lo necesario. Llegamos a la tienda favorita de Bella, donde me comento había visto el vestido perfecto para esta noche. Dos horas después teníamos todo listo. Compramos en el trayecto de las tiendas al departamento de Bella comida chatarra. Pasamos una tarde agradable sentados en el sofá viendo tele. Tras estar satisfechos de todo lo que comimos, Bella se fue a arreglar. Yo por mi parte me dispuse a ver la repetición de un partido de béisbol, ninguno de los equipos era mi favorito pero, me gusta bastante ese deporte.

Unas cálidas manos recorrieron mi rostro, sin darme cuenta me quedé dormido.

—Levántate dormilón —Susurró en mi oído —Yo ya casi estoy lista…—Besó ligeramente mi barbilla y posó su mejilla en mi hombro. Por inercia la atraje a mí. Para aspirar su fragancia con un ligero toque a lavanda.

— ¿En serio, tenemos que ir? —Musité. Me sentía bastante cómodo con su cercanía.

—Sí —Susurró. —Sólo será un rato, lo prometo —Murmuró. Su aliento en mi cuello me hizo estremecer —Y entre más rápido nos vayamos, más rápido volveremos —Terminó por decir antes de levantarse de mi lado. Suspiré pesadamente y fui tras ella. Se veía por decir poco exquisita, no tenía idea como alejaría mis manos de ella en toda la noche. Ese vestido negro corto me quitaba la respiración. Media hora después íbamos rumbo a la casa de los padres de Vladimir.

Durante todo el camino trate de mentalizarme, relajarme ante lo que se avecinaba al ir a casa de ese tipo. Lo admito. Me sentía inseguro, era algo más grande que yo, y no me gustaba sentirme de esa manera. Bella todo el tiempo sostuvo mi mano, respetando mi espacio personal, ella debía saber muy bien como me sentía en esos momentos. Y que tan idiota era la situación, era tan patético. Yo Edward Cullen, que siempre conseguía lo que se proponía, que era seguro de sí en cuanto a su forma, se sentía amenazado por un imbécil que se jactaba de ser perfecto. Un imbécil que deseaba a la mujer que estaba a su lado. Y a pesar de ello, confiaba en Bella con los ojos cerrados. La amaba y eso era lo que importaba en esos momentos de tanta ¿incertidumbre? No eran más que temores del pasado que no tenían por qué afectar su estado de ánimo actual.

—Todo irá bien, amor… —me tranquilizó antes de salir para ayudarla a bajar del auto.

—Te amo…—susurré en su oído cuando la ayude a bajar y la jale ligeramente para estrecharla entre mis brazos. Ella se acercó lentamente y estrecho sus labios contra los míos. Fue un ligero roce pero me encanto.

—También te amo… —musitó de vuelta.

Nos tomamos de la mano y caminamos el estrecho camino hasta la entrada de la mansión. Justo antes de llegar note que en la entrada estaba Vladimir, con una sonrisa taimada en los labios y una mujer a la cual conocía bastante bien a su lado. Sin duda, había investigado quién era el misterioso novio de Bella. Heidi estaba a su lado, como siempre haciendo gala de su perfecto encanto y hermosura. No le demostré a Bella cuan incomodo me sentía ante la situación. Por otra parte ella tenía que saber que Heidi era invitada de Vladimir. Un golpe bajo para mí y un punto para él. Está noche no sería el único inseguro. Sin duda sería una noche bastante larga.

—Cariño… —murmuré. La acerque un poco más a mí —Tienes que saber que la mujer que está a lado de Vladimir, yo la conozco —susurré. Bella por su parte se inclinó ligeramente para poder escuchar lo que le decía.

— ¿Cómo dices? —Susurró de vuelta. Desvió la mirada ligeramente para ver a la pareja que estaba plantada en la entrada.

—Ella es Heidi, amor, y sospecho que Vladimir, milagrosamente recupero ese fragmento de la memoria que creía haber borrado —Apreté los dientes peligrosamente cuando note la forma tan poco fina de ver a mi mujer. Bella noto mi estado y froto ligeramente la palma de la mano contra mi brazo. Sonreí agradecido.

—Nos iremos pronto —Me recordó. Tan solo asentí.

—Bella, querida. Cómo siempre te ves exquisita —Habló sugerente. —Supongo que este es tu famoso novio ¿no? —Hablo entre dientes.

—Vladimir, él es Edward Cullen. Mi novio… —Hizo las presentaciones pertinentes. Mientras tanto Heidi tenía esa sonrisa socarrona en el rostro observando a Bella de arriba abajo.

—Perdón, querida —Vladimir se disculpó con Heidi. —Está es Bella Swan, la publicista de la que te hable —Sonrió taimado —Bella, ella es Heidi Summers. Y está bastante interesada en que tu compañía le haga una campaña de publicidad —Inmediatamente me tense. Si Bella aceptaba ese trato, yo tendría que tener contacto directo con Heidi algunos días e incluso semanas, antes de que ultimara detalles con la propia Bella. Sin duda Vladimir sabía lo que hacía. Bella sonrió ante lo atrevido de su propuesta.

—Es una lástima, Vladimir, que por el momento no podamos ayudar a tú amiga…—Musitó tranquila, ignorando completamente a Heidi —Tenemos mucho trabajo, pero en algunos meses tal vez podamos retomar está platica —Sonrió inocentemente —Ahora sí, ¿Dónde está tú prima? —Vladimir nos permitió entrar y nos llevó hasta donde se encontraba la famosa Rosalie.

—Rosalie, querida —Vladimir la llamo. Ella se giró, y a leguas se notaba que era una jovencita recién egresada de la universidad. Era muy bella, pero se notaba cierta seguridad en su carácter. Inmediatamente se plantó frente a nosotros con una sonrisa sincera en el rostro.

—Isabella Swan, es un gusto conocerte al fin —Suspiró —El bruto de Vladimir me dijo que vendrías pero jamás le creí —sonrió a la vez que le lanzaba un pícaro guiño a Bella —Creí que vendrías con él, pero veo que vienes mejor acompañada —Declaro mientras me observaba con sus grandes ojos azules. La reconocí inmediatamente.

—Hola, Rosalie, gracias por creer que soy mejor compañía que tu primo —Sonreí de vuelta.

—Jamás olvido una cara Cullen —Dijo de vuelta.

— ¿Se conocen? —Pregunto Bella desconcertada. Viéndonos uno al otro.

—Sí, hace algunos años —Dijo Rose. A lo que decidí intervenir.

—Mi padre, tiene cierta afición por los autos como bien sabes, cariño, fuimos a una carrera en colorado. Ahí nos topamos con Jackson Hale, ¿Lo recuerdas? —Bella asintió con la cabeza —Bueno, resulto que era tan fan de los autos como Carlisle, así que él llevaba a su pequeña Rose, que tenía…

— ¡catorce  años! —dijo exasperada. —Ni me recuerdes esa fatídica tarde. —bufó bajito.

—Yo en ese entonces tenía diecisiete años… y bueno, digamos que Rose tuvo un accidente con cierto joven que...

— ¡Basta de indiscreciones, Cullen! —hablo con rudeza. Abracé a Bella por la cintura y la acerque a mí —Después te cuento el resto —susurré en su oído, ella tan solo asintió.

—Bueno, hablemos de negocios, Rose… te puedo llamar así ¿Verdad? —Rose sonrió y asintió. Tomo a Bella del brazo y la separo de mí ligeramente. Vladimir y Heidi estaban presenciando todo en silencio.

—Claro que si Bella, tenemos mucho de qué hablar. Tengo unos diseños en el estudio de mi tío que espero te gusten —Empezó a hablar sin parar. Era una faceta que no conocía de Rose, pero era agradable ver que la adolescente tímida que yo conocí se había vuelto más abierta con la gente.

Ya teníamos cerca de una hora en el estudio del padre de Vladimir. Donde entraban y salían personas, familiares de Collins que fueron presentados a Bella. Yo preferí distanciarme un poco de la concurrencia no quería entorpecer las negociaciones de Bella en ese momento. Estaba en el mismo lugar pero algo rezagado, ya cuando fuera mi momento de intervenir lo haría. La negociación era exclusiva de Bella.

—Jamás imagine que podrías llegar a tener a una mujer como ella, Eddy… —Susurró Heidi a mi lado. Voltee a verla ligeramente.

—No crees qué es algo excesivo que me digas, Eddy… Heidi. —Espeté incómodo.

—Para nada querido, ahora que te vuelvo a ver me doy cuenta que fui una estúpida por dejarte ir… —Sonrió con cinismo.

— ¿En verdad crees que te creo eso, Heidi? —Inquirí burlón —Ambos sabemos porque estás aquí. Y ¿sabes? Me sorprende que permitas que Collins te use de tal forma… —enfrente su mirada furiosa.

—A mí nadie me está usando, Edward —Empuño las manos —Y si tu interés, por esa mujercita perfecta es real deberías de alejarte de ella antes de que te haga daño al dejarte por Vladimir…—sus palabras no me impresionaban, de antemano sabía cómo era Collins.

 

—Vamos, Heidi, no puedes pensar que todas son como tu ¿verdad? Bella es una mujer inteligente que no se deja impresionar. Y que sabe lo que quiere. Si ella deseara estar con Collins lo habría elegido a él, ¿no crees? Ah… y soy Edward, no Eddy… —Sin esperar respuesta de su parte me gire para encontrarme con Bella del otro lado de la habitación quien se notaba nerviosa ante mi encuentro con Heidi. Sonreí y la estreche entre mis brazos. Rose nos miraba divertida. Me guiño discretamente y siguió exponiéndole sus ideas a Bella.

A penas había empezado la noche y ya había tenido un primer encuentro con Heidi, y sospechaba que no sería el primero a partir de hoy…

—Te amo… —susurré a Bella mientras besaba ligeramente sus labios.

 

que les parecio el capi. si les gusta dejen sus reviews y les recomedamos que se pasen por destinos enlazados y primero y diez, un beso enorme isa y carla

 

Capítulo 15: ¿en verdad me ama? Capítulo 17: las cartas sobre la mesa

 
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