(Pov Emmett)

Estaba bastante cansado y si no fuese por que tenía la jodida certeza de que ella estaba en esa fiesta... no iría. La duda era el por que de mi interés a cerca de esa mujer.

Ni yo lo entendía, por que estaba muy claro que no reunía las cualidades que yo pedía para que fuese una sumisa, y tampoco le interesaba serlo. Pero sentía tantas ganas de someterla... de mil maneras posibles... aún que su físico no fuese el mejor ni tampoco su actitud fuese la de una sumisa. Más bien, su actitud era la de una mistress, igual que su madre. Bueno, igual no, Ross me había dejado bastante claro hasta donde llegaba su puto egoismo.

¿Sentir celos de su propia hija?

Había estado en los psicólogos suficientes como para saber que la forma de ser, algo rara de Paula era por culpa de su madre.

Claro que esta reflexión más mía que de cualquier otra persona, no se la podía decir, posiblemente se enfadaría.

Era mejor jugar mis cartas, ir a esta fiesta, observarla rodeada de gente y ver si de verdad merece la pena o es solo una zorra mas con una cobertura diferente.

Bajé de la limusina y pasé por entre los fotógrafos, la prensa del corazón y de la ciudad estaba allí aquella noche, esa fiesta era influyente, y no sabía que demonios se traían los hermanos Black con esa niña de Paula... ¿de que se conocían.? Edward parecía un tipo normal pero... Jacob, desde luego no lo era.

Tenía varios clubs donde yo suelo ir para relajarme con salas y sumisas por montones. El mundo del porno masoquista en vivo en clubs lo lleva ese hombre. ¿Y quien podía resistirse a un pastelito como Paula.?

Puede que no físicamente pero esa actitud, merecía una cachetada y una buena follada de las que dejan moretones después.

-Buenas noches señor Cullen- dijo Esme-.

Cuanto tiempo sin ver a esta mujer... desde luego... la hermanastra de Jacob y Edward... una buena sumisa a la que dejé de ver por que ella quería más de lo que le ofrecía.

-Hola Esme cuanto tiempo- tomé una copa de champaña de una bandeja-.

-¿Como has estado?-.

-Bien, ya sabes negocios-.

-Hablas como mi hermano- dio un trago a su malibú con piña-.

-Tu hermano y yo tenemos cosas en común-.

-Y que lo digas, bueno tu un poco más que él-.

Me miró el paquete.

-Si, eso de follarte a tu hermanastro tiene que tener sus ventajas-.

-Muchas ventajas, las cenas familiares son más entretenidas-.

-Me puedo llegar a hacer una idea-.

Lo que yo decía una zorra.

Miré a Ross al otro lado de la sala, hablando con Edward. Ross y su manía de llamar la atención, con un vestido plateado que resaltaba sus curvas, la espalda al descubierto dejando ver claramente que no tenía sujetador y largo hasta sus pies haciéndola elegantemente explosiva.

A Edward se le caía la baba, y es que el hermano pequeño de Jacob era un obseso de las rubias, me lo había confesado él mismo.

-¿Quién se cree que es?- dijo Esme mirando de manera asesina detrás de mi-.

Me giré y... ahí estaba... ¿Era ella?.

(Os aconsejo que pongáis esta canción a partir de ahora.)

http://www.youtube.com/watch?v=r6sOjU8V67E

(Pov Paula)

Y como si mi maldito mundo se tratase de un castillo de naipes, todo se fue condenadamente al infierno. Era ella la que estaba hablando con él, ella y su preciosa melena rubia.

Me sentía descolocada, ¿que había echo durante todo este tiempo?, la imbécil. La que verdaderamente le gustaba era mi madre y no yo.

Suspiré y me tragué ese nudo que se formó en mi garganta, luché por no llorar y me giré para salir por la puerta.

Pero vi que Jacob venía con un par de amigos, nos cruzamos las miradas por un instante y su sonrisa deslumbrante se marchitó. Caminé rapidamente hacia el baño y me encerré en el.

Suspiré y me senté en el suelo del mismo. Miré la tela azul marino de mi vestido de noche largo hasta los pies y suspiré de nuevo.

Mi oportunidad se había ido a la mierda y ella lo sabía, justo le había dicho esta mañana que quería una oportunidad con Edward y ahora... lo veo coqueteando con ella...

-Paula...- dijo una voz masculina-.

-Es el baño de chicas-.

-Paula...- dijo de nuevo esa voz-.

Me levanté y abrí la puerta.

Jacob y sus dos metros de altura entraron en el baño.

-¿Por que no estás en la fiesta?-.

-Yo...-.

-¿Que ha pasado?-.

Puso sus manos en mis hombros mirándome fijamente, lucía una coleta perfectamente recogida que enmarcaba su rostro de facciones morenas perfectamente masculinas.

-Es solo que... no quiero estar aquí-.

-¿No?-.

-No, no quiero-.

-Pero mírate, estás preciosa... verdaderamente preciosa, se morirán de envidia al verte-.

-No quiero que nadie me vea-.

-Está bien, ¿donde quieres ir?-.

-No lo se, pero fuera de aquí por favor- miré mis manos-.

-Vale.. iremos fuera de aquí pero antes debo saludar, después diré que tengo que irme y te llevaré a casa-.

-Gracias Jacob-.

-No te preocupes, todo bien- me ofreció su brazo el cual acepté-.