(Pov Emmett)
La tomé de la cintura y la giré sobre el sofá, quité esa maldita ropa que la cubría y la nagueé con fuerza. Ella se quejó exhalando un quejido pero se mantuvo quieta, y movió su cadera sontra el sofá, juntó sus muslos.
De eso nada... abrí sus piernas y la acerqué hacia mi junto a mi cadera. Mis pantalones se mojaron al rozar su sexo completamente húmedo contra mi. Eso es... esta chica era un autentico tesoro, virgen... y toda par a mi.
Estaba jodidamente nervioso, hacía tiempo que no tenía nada con una virgen y con ella quería que saliese bien, me preocupaba que no le gustase. La volví a nalguear y ella volvió a quejarse, sus manos se extendieron y se sujetaron al cuero del sofá. De nuevo intento juntar sus piernas pero volí a separarlas.
-No quiero que te frotes-.
-Duele...- murmuró quejándose-.
-Tiene que doler-.
-es incómodo- dijo jadeante-.
-Tiene que ser incómodo-.
-Estoy muy...-.
-Excitada...- Abrí mi mano y la lleve a su sexo, irradiaba calor, santo infierno, esta chica iba a matarme-.
La giré de nuevo para mirarla, esta vez intentó mantener sus piernas abiertas.
-Por favor...- jadeó y bajó sus manos a su sexo-.
-¿Sabes masturbarte?- la miré fijamente-.
-No...- dijo y curvó su espalda... ¿iba a llegar ella sola al orgasmo, sin ser tocada?, Oh tio... esto tenía que verlo- por favor...- volvió a suplicar-.
Cerré mis ojos disfrutando de este momento... antes no quería que la tocase y ahora suplicaba... demasiado tentador.
Bajé mi pantalón y la miré, ella miró mi miembro grueso, hinchado, erguido.
Abrió más sus piernas dándome paso. Paseé mis dedos por los pliegues de su sexo, una sacudida hizo que volviese a curvar su espalda. La sujeté de las muñecas y acerqué mi cadera a la suya penetrándola.
Maldita sea, ella era perfecta, me introduje en ella nuevamente, se quejó pero mantuvo sus piernas abiertas.
-Eso es nena- dije en un jadeo y comencé a moverme en su dirección con fuerza-.
La acuné en mis brazos y la sujeté contra mi hasta que la hice llegar al orgasmo. Demasiado pronto para mi gusto. Salí de ella y la miré, sudada, rosada, exhausta.
-De rodillas, vamos- dije y acaricié su cabello mojado por el sudor-.
Ella lo hizo y no rechistó, me miró a los ojos y acercó su boca a mi miembro, lo metió en ella y comenzó a chupar rudo, sin pausa.
Maldita sea... su boca era un tesoro, si señor... cada uno teníamos nuestras habilidades y la de ella era su poderosa boca.
La sujeté del cabello y la acerqué más hacia mi miembro haciéndo que acabase en ella.
(Pov Marta)
Cerré mis ojos y lo saboré, si esto es justo lo que quería, lo necesitaba... le miré y reposé mi cabeza en sus piernas. Emmett era todo un espectáculo, tan especial, nunca había estado así con nadie. Le abracé, ¿Que diferencia había entre el sado y el “no sado”?, si yo no había conocido otra cosa, solo esto y me encantaba.
-Esto no es nada con lo que puedo llegar a hacer contigo- dijo y noté sus dedos en mi espalda- puedo hacer que te sientas increiblemente bien, y a la vez jodidamente mal-.
-¿Quieres hacerme daño?-.
-No, jamás te haría daño... solo quiero que experimentes el placer que hay en el dolor, es simple y tu me dirás hasta donde quieres llegar-.
-Acepto-.
-¿Aceptas?-.
-Si, quiero más- dije y le miré-.
-Entonces lo tendrás-.
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