(Pov Paula)
Respiré profundamente y salí de aquel lugar. Las imágenes que se habían formado en mi mente no podían ser ciertas.
Normal que le diesen el trabajo a cualquiera. Cerré los ojos y sin querer me vino a la cabeza la imagen en el despacho. Esa rubia, estaba chupándosela al jefe... el concepto de “entrevista” no lo había vislumbrado de la misma manera que yo. Así que me marché en cuanto vi la escena. Estaba claro a quien le iban a dar el trabajo ¿no?.
En este mundo conseguir un trabajo por tus propios medios, era difícil, pero mucho más difícil sería el punto de intentar conseguirlo rodeada de zorras egocéntricas y fáciles.
Entré en mi apartamento y me sorprendí al encontrar allí a mi espectacular madre sentada con toda gloriosidad en el sofá.
-Hola peque – dijo con una sonrisa-.
-Hola- preferí decir eso... antes que joderla y llamarla de zorra para arriba- ¿que haces aquí?-.
-He pasado por el barrio y... bueno-.
-¿Ahora de repente te preocupas por mi?-.
-Siento no haber estado pero... me surgió una reunión importante y...-.
-Ambas sabemos como son esas reuniones tuyas...-.
-¿Que insinuas?-.
-No insinuo, afirmo, seguramente estabas follándote a alguien, pero eres tan jodidamente inmadura, que prefieres no decir ni una palabra al respecto y mentirme en mi cara, en mi casa-.
-Esta casa la estoy pagando yo-.
-Por que te sientes culpable-.
-¿Has conseguido el trabajo?-.
-No, alguien se lo ha llevado por méritos orales-.
-¿Que?-.
-Nada- fui hacia la cocina y me serví una pequeña copa de vino-.
-¿Sigues con tu afición al vino?-.
-No soy alcohólica, sabes que tuve una buena maestra-.
-Oye no estoy aquí para ser atacada-.
-¿Entonces para que estás aquí?-.
-Te he conseguido un trabajo-.
-¿Como cual?-.
-Ten- me pasó una tarjeta con un número de telefono-.
-Es un conocido de una amiga-.
-Claro...-.
-En serio, no le conozco pero necesita una psicóloga, le hablé de ti y justo dentro de diez minutos vendrá aquí para que lo trates-.
-¿Aquí?-.
-Si, paga bien, así que hazlo lo mejor que puedas-.
-Joder- sisé y dejé la copa en el fregadero-.
-Me voy... mañana pasaré y te diré si sigues tratándolo o no-.
No dije nada y esa mujer se fue. Respiré profundamente y miré el desorden del salón. Los libros, apuntes y ficheros desparramados por cualquier lugar.
Que se joda... si quiere ser tratado por mi será bajo mis condiciones... seguramente sería algún niño rico de algún lugar cercano que se preocupa demasiado por cosas que para el resto de los mortales son más que común.
(Pov Emmett)
Miré aquella puerta de aquellos apartamentos universitarios. Me dije ami mismo que estaba haciendo esto por una amiga. Y que según lo que había decidido esta misma noche mientras estaba bebiendo y fumando en el despacho de mi oficina, era que iría esta primera vez y luego dejaría de hacerlo. Le pagaría a la hija de Rosalie una buena suma que la mantendría ocupada gastando durante un tiempo.
Caminé escalones arriba hasta el tercer piso, no se me hizo demasiado largo. Llamé a la puerta con los nudillos.
Cuando abrió la puerta no presté demasiada atención. Pero era inevitable no hacerlo. Su camisa negra propia para algún funeral y comprada de algún montón de mercadillo restaba importancia a su falda que parecía tener de estampado recortes de periódico. Sus medias tenían una pequeña carrera y sus zapatos eran más bien zapatos de internado cutre. Pero fijémonos en su pelo... negro y a media espalda, con pequeños rizos, eso no estaba mal... si no fuese por esas gafas de pasta negra de enorme montura tipo “Nerd”.
“Joder, ¿esta es la hija de la diosa del sexo Rosalie Halle?”.
-Adelante- su voz era musical, un mini-punto bueno para la chica-.
Entré sin emitir palabra, en todo este tiempo no me miró.
Miré el estudio algo revuelto y me senté en el sofá que había en la sala.
-Mi nombre es Emmett Cullen-.
-¿Que? ¿Emmett Cullen? ¿El magnate de los hoteles?-.
-Siéntate, antes de comenzar tienes que firmar algo-.
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