(Pov Emmett)
Cuando terminamos de cenar me senté en el sofá de la sala y encendí un cigarrillo comentándolo a fumar. Miré a Paula que miraba unos papeles vestida con un chándal poco glamuroso y una coleta mal echa.
Pero aún así, se veía natural, se veía guapa.
El problema de todo esto era que, aún que yo conocía a muchas ninguna se comportaba de esa manera conmigo, todas, intentaban parecer perfectas, y dotadas en el arte del sexo. Pero ella... era más de sentarse a comer ganchitos de queso y ver películas del tipo “Saw” sin ningún pudor.
La moví a mirar, sus calcetines algo gastados y sus caras al mirar los papeles.
-¿Que haces?-.
-Reviso historiales de mis pacientes-.
-¿Y que miras con tanto apremio?-.
-Estoy comparando historiales, para saber que libros debo de revisar entes de tratar a los pacientes-.
-Eres muy profesional en tu trabajo-.
-Tu también lo eres, o eso creo-.
-¿Crees?-.
-Si, creo, digamos que un hombre que mantiene relaciones sexuales a diestro y siniestro con mujeres que apenas conoce, demuestra una gran carencia afectiva por parte de sus respectivos padres. Ese es tu caso, usas el sexo como sustitutivo, además las mujeres con las que has estado, estoy segura de que las comparas con esa... hija de puta que..-.
-¿A quien?- wow, ella hablando de ese modo-.
-La mujer que te hizo tanto daño-.
-Ninguna mujer me ha echo daño-.
-Esa mujer te violó, la primera con la que estuviese-.
Esto se estaba metiendo en un terreno que no me gustaba.
-No digas eso-.
-Es la verdad Emmett, míralo, fíjate bien... esa mujer...-.
-¡Basta!-.
-No me grites, no me gusta-.
-Entonces deja de decir gilipolleces-.
-No soy gilipolleces soy tu psicóloga y debo decirte la verdad-.
-Esa mujer me ayudó mucho-.
-¿Ayudarte... en que?-.
-Me enseñó este mundo-.
-¿que mundo?-.
-No lo entenderías, alguien como tu es incapaz de entender lo que significa el sadomasoquismo, mírate... ni siquiera puedes guardar la compostura en presencia de un hombre-.
-Quizás es por que aquí no hay ningún hombre, solo un jodido imbécil que prefiere echarse la culpa a si mismo que aceptar la puta realidad, ahora si me disculpas, me voy-.
“Bien Emmett, te ha dado una buena lección”
-Tengo que decirte algo...-.
“¡No! ¡¡Ahora no!!”-.
-Seguro que no soy capaz de entenderlo-.
-Me gustas-.
“Mierda, que coño estás diciendo...”
-¿Que?-.
-Me gustas y te quiero como mi sumisa-.
-Debes estar de broma-.
-No lo estoy, me gustaría dominarte-.
(Pov Paula)
Después de escuchar las palabra de Emmett, me quedé callada y caminé hacia la que sería mi habitación. Cerré la puerta con pestillo y me metí en la cama sin emitir solido, ni siquiera me quité la ropa, solo miré al techo pintado con pequeñas vetas color crema y tonos dorados.
-No puede ser...- murmuré-.
Un calor se acumuló en la parte baja de mi vientre y un nudo se formó en mi garganta.
¿A caso me lo estaba planteando?.
“Es un paciente...”
También se suponía que no podía vivir con un paciente y es justo lo que estaba haciendo...
¿Por que me lo estaba planteando?.
Cerré los ojos con fuerza intentando quitar la imagen de Emmett encima de mi moviéndose con fuerza y tocándome donde nadie más lo había echo.
Tragué en seco y suspiré.
Tenía que quitarme esa idea de la cabeza.
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