(Pov Paula)
Esperé en el salón hasta que llamaron al timbre de la puerta la cual abrí. Ahí estaba, mirándome fijamente. Me aparté de la puerta dejándole entrar.
-Siéntate- casi sonó como una orden cuando lo dije pero el acató y se sentó sin decir absolutamente nada-.
Me senté enfrente suya.
-Ante todo soy una profesional que va a seguir tratando a un paciente, así que más te vale no joderlo. Cuéntame la historia de mi madre... contigo, ya que ella es la causante de que tu veas a las mujeres de esa manera-.
-Paula...yo...-.
-Es tu naturaleza ser así, ahora vamos a trabajar con ello-.
Él asintió y se acomodó en el sofá.
-Conocí a Ross cuando tenía poco más de dieciséis años, ella era una verdadera mujer, nada que ver con las niñas a las que apenas les estaban saliendo tetas y que soñaban con príncipes azules que claramente no existen. Ella me ofreció un trato, me enseñaría un mundo nuevo de posibilidades y yo podía decir si aceptarlas o no. Las acepté por que quería aceptarlas.
Ella empezó con las sesiones, ella dominante y yo sumiso. Yo no sabía que estaba casada hasta que mi madre lo sacó a relucir en una conversación ya que ellas eran amigas, imagina como eran las comidas familiares donde venían amigos, con el esposo... yo no sabía que tu eras su hija hasta que ella me lo dijo, alguna vez la vi con una niña pequeña pero ella decía que era una sobrina. Ahora te recuerdo en alguna comida familiar como una niña de seis o cinco años correteando detrás del perro de la familia-.
-¿Como eran esas sesiones?-.
-La sesiones al principio fueron básicas, no pasábamos de lo simple como era atar, bueno en mi caso, ser atado, era golpeado con fustas, látigos y otras cosas cuando no lograba contener un orgasmo, también cuando hablaba cuando no debía o... por el simple echo de que a ella le apetecía verme enrojecer-.
Tragué en seco al escucharle e intente manter la compostura.
-Nunca has tenido sexo... “normal”-.
-No, ni tampoco me lo han preguntado antes... siempre he buscado sumisas o ellas me han encontrado a mi, hemos firmado un contrato y hemos hecho lo que se ha ceñido a ese contrato y no era sexo... eso suena demasiado flojo para lo que yo hago-.
-Entiendo...-.
-¿Algo más?-.
-¿Tu te enamoraste de Ross?, como cualquier adolescente-.
-No, no me enamoré por que sabía que ella estaba casada y que yo solo era un juguete que debía ser usado-.
-Emmett... tu eres mucho más que un juguete, estás haciendo a las mujeres lo que Ross te hizo a ti, y entiendo que el mundo del sadomasoquismo pueda ser tentador y se puede hacer pero también... puedes mantener una relación buena con otra persona... que te quiera y que te respete y entre los dos llegar a un consenso y jugar... a todo lo que se te ocurra-.
Él no dijo nada solo me miró.
-Ross, hizo algo muy feo con un niño, y yo me ocuparé de hablar con ella sobre esto, y prometo que no volverá a molestarte nunca más-.
-Ella está enamorada de mi, se siente celosa por que me gustas-.
-¿Que?-.
-Me gustas y no lo puede soportar, te quiere hacer daño y no voy a permitirlo-.
-Emmett...-.
-Se que estoy enfermo y que no lo he querido aceptar hasta hoy, y se que todo lo que hago es para sacar la mierda de mi cabeza, todo lo que Ross me hizo consensual o... obligadamente-.
-¿obligadamente?-.
-Si... obligadamente-.
Santo dios... había abusado sexualmente de él.
-Me gustas mucho, y si tengo que empezar con alguien... quiero que sea contigo-.
Eso me pilló por sorpresa.
|