Enséñame a ser feliz.

Autor: Bellatrix_Black
Género: Drama
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 19/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 13
Comentarios: 48
Visitas: 40285
Capítulos: 24

Bella y Edward se conocen en su último año de universidad. Él un aplicado estudiante de Harvard, ella una estudiante con honores de Yale que cargaba con un triste pasado.

Podrá ese atractivo chico de ojos esmeralda ayudarla a superar el pasado y enseñarla a vivir su presente?

 

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Capítulo 9: Conociéndote

En cuanto entraron al departamento las chicas se retiraron a sus habitaciones para ducharse y ponerse ropa limpia. Edward aprovecho ese tiempo para inspeccionar un poco el lugar. La decoración claramente había sido escogida por Alice, pero había pequeños detalles que tenían el nombre de Bella grabado. Como por ejemplo el sillón verde y naranja que no combinaba con el resto, los cuadros con tribales de colores y la extensa biblioteca. También observo las fotos que ahí se encontraban, en la mayoría estaban solo bella y Alice, también había un hermoso porta retrato de plata con la fotografía de una pareja de sonrisa amable, el hombre tenía los rasgos de Alice por lo que concluyo que serian sus padres, en el resto de las fotografías estaban Bella y Alice con los padres de esta última. No había nada que recordara a la familia de Bella.

-              Veo que eres algo chismoso. –se dio vuelta de inmediato al escuchar la divertida voz. Ahí estaba Bella con el pelo aun mojado y su característico jean, acompañado por una playera y un par de pantuflas con forma de elefante  rosa.

-              Lo siento, yo no quería.

-              Tranquilo, tú querías saber y eso me parece bien, a mí también me gustaría saber más de ti. –Edward le sonrió en respuesta.

-              Puedes preguntar lo que tú quieras saber.

-              Prefiero descubrirlo por mí misma, los misterios me gustan. –Edward se sintió muy feliz y no pudo resistir el impulso de abrazarla, Bella lo correspondió.

-              Por cierto, tienes unas pantuflas muy lindas.

-              Gracias, se las regale yo. –respondió Alice a su espalda. La pareja se separo para dar la bienvenida a su amiga.

-              Pues están muy bonitas Alice.

-              A Bella le han gustado las pantuflas de animales desde pequeña y yo siempre le he regalado un par en su cumpleaños.

-              Puedo preguntar como comenzó esta costumbre?

-              Comenzó en mi cumpleaños número siete, cuando desperté esa mañana mi padre ya se había ido, como de costumbre, la vecina me llevaba a la escuela. Alice y yo nos conocíamos hacia ya un año. –Bella empezó el relato.

-              Ese día Bella estaba muy triste, pero no me decía porque. Recién a última hora pude conseguir que me confesara que ese día cumplía siete años, yo no entendía como alguien podía estar triste en su cumpleaños. –siguió Alice.

-              Esa noche mi padre llego con pizza, como todas las noches, pero en ningún momento recordó mi cumpleaños, eso era lo que me entristecía. Cuando estaba a punto de acostarme llamaron a la puerta, mi padre me aviso que me estaban buscando. Ahí parada estaba Alice con un regalo en sus manos, me dio un beso y se fue con sus padres. –fue turno de Bella.

-              Le regale un par de pantuflas con forma de perrito y desde ese año se convirtió en costumbre. –termino Alice.

-              Es una historia muy triste, pero es, en parte, gracias a ello que ustedes se han hecho tan amigas. –opino Edward mientras abrazaba a Bella por la espalda con intención de contenerla.

-              Es cierto, fueron ese tipo de detalles los que día a día fueron haciendo nuestro lazo más fuerte. –convino Bella.

-              Hasta convertirnos en amigas inseparables. –Alice fue más enérgica y hasta dio un par de saltitos.
Continuaron hablando mientras Bella buscaba en la cocina que preparar para el almuerza. Después de media hora de discusión, en la que Alice demandaba comer estofado y Bella lasaña, terminaron decidiéndose por pasta. Edward estaba maravillado con la forma de ser de ambas chica, en especial de Bella, era completamente distinta a lo que cualquiera imaginara y a él le encantaba.
Eran casi la una, aun no comenzaban a preparar nada, cuando llamaron al timbre.

-              Llego mi Jazzy! –grito Alice antes de salir disparada a la puerta.

-              Y otros dos amigos. –le recordó Bella antes de perderla de vista.

-              Son muy divertidas, las dos.

-              Si esto te pareció divertido pásate un día mientras Alice se prepara para una cita.

-              Que me pareciera divertido no me convierte en un tonto masoquista. –los dos rieron mientras se abrazaban.
Emmett subió al ascensor del edificio de sus amigas algo nervioso, quería disculparse con Bella pero Jasper y Rosalie le insistieron que no sería buena idea, fue por eso que llevaba una ofrenda de paz en sus manos que estaba seguro robaría al menos una sonrisa a su hermanita. Más allá de la metida de pata de la tarde anterior los tres repasaron en sus mentes la información que obtuvieron, debió ser muy triste la infancia de Bella, ya que no solo había perdido a su madre si no que también a su padre. Rosalie se sentía muy triste por haberla juzgado tan mal, pero se propuso solucionarlo ganándose la confianza, y de ser posible, amistad de Bella. Los tres chicos llegaron a la puerta donde una enérgica Alice con ojeras los esperaba, Jasper fue directo a ella para darle un cariñoso abrazo y un pequeño beso, la pareja había decidido dejar las muestras de afecto para la intimidad.

-              Bueno basta de miel o me dará diabetes. –los interrumpió Emmett como de costumbre.

-              Si esto te da diabetes prepárate para ver lo que hay adentro.

-              Compraron un perrito? –pregunto con ojos brillosos.

-              Cada día me sorprendes mas –Emmett siempre llegaba a las conclusiones más disparatadas-. Porque mejor no vas a la cocina y te fijas.
Emmett entro al departamento atropelladamente y fue directo a la cocina, creyó estar soñando cuando vio a Bella y Edward abrazados y mirándose a los ojos con cara de tontos. Jasper y Rosalie que seguían a unos pasos tampoco podían creer lo que veían, ese era el Edward que conocían?

-              Qué demonios pasa aquí? –la pareja se giro para mirar a los recién llegados.

-              Hola Emmett, también me alegra verte –bromeo Bella desconcertando aun mas a los dos chicos-. Vaya trajeron comida, no lo puedo creer.

-              Te sientes bien Bellita, tal vez el golpe afecto alguna parte importante. Ya te hicieron una resonancia?

-              De que hablas? Estoy perfectamente, ya ni me duele la cabeza. –Edward no pudo evitar reírse por su inocencia, ello lo miro de forma interrogante.

-              Emmett te pregunto si estas mal porque estas muy cerca de mí. –le explico.

-               Oh. –la pobre chica se ruborizo asta más no poder, Edward miro a su hermano con intención de asesinarlo.

-              Mira lo que te traje Bellita –Emmett alzo las bolsas que la chica ya había visto-. Para festejar que estas en casa.

-              McDonald! –dijo Bella dando un par de saltitos estilo Alice, todos rieron por su reacción.

-              Por fin comeremos algo que nos gusta a las dos. –dijo Alice aun algo resentida.

-              Otra vez discutieron por la comida? –pregunto un incrédulo Jasper.

-              Lo hacen seguido?

-              Hay hermanito, tienes mucho que aprender –por la voz de Emmett era obvio que disfrutaba del momento-. Estas dos tiernas chicas, con sus rostros de ángel, nunca están de acuerdo en nada. Tienen suerte de almorzar en la universidad, pero a la hora de preparar la cena siempre es lo mismo.

-              Porque no cocinan un día cada una y cada cual prepara lo que le gusta en su día? –la solución era obvia a los ojos de Edward.

-              Porque Alice no es capaz de calentar agua sin provocar un incendio. –le respondió Bella divertida.

-              Oye! Lo del incendio fue solo una vez y tenía quince! –todos rieron a carcajadas menos Bella que ya se sabía la historia de primera mano.

-              Por favor Al, yo a los 15 hacia tiempo ya que cocinaba.

-              Claro, ya te habías empachado de pizza.

-              Buen punto. –admitió Bella, sintiéndose feliz por poder hablar libremente y no reprimir recuerdos o anécdotas estando con sus amigos.

-              Que les parece si comemos antes de que se enfrié. –propuso Rosalie tratando de integrarse a la conversación.

-              Es una excelente idea, nos ayudas a preparar la mesa? –Bella se sintió un poco culpable por la evidente incomodidad de la chica.
Las tres chicas tomaron todo lo necesario para preparar la mesa y dejaron a los chicos solos en la cocina. Emmett comenzó a mirar a su hermano de forma picara.

-              Así que no pierdes el tiempo, he? –sabia que picar a Edward podía ser peligroso, pero nada le divertía más que ver a su hermanito menor enojado.

-              No pierdo el tiempo con que Emmett? –Edward ya estaba fastidiado, solo de escuchar el tono burlón de su hermano.

-              Con mi hermanita, por ejemplo.

-              Emmett. –le advirtió Jasper.

-              Me darás el discurso de hermano celoso? Eso sería muy cómico. –los dos hermanos ignoraron por completo la advertencia.

-              No es necesario ningún discurso, sabes que soy capaz de romperte un par de huesos, te considero por demás avisado. –a pesar de la sonrisa era más que obvio que la advertencia iba en serio.

-              Esto es muy interesante –dijo la voz de Bella desde el umbral, los dos Cullen se giraron con pánico-. Para su información no soy ninguna damisela en apuros, puedo defenderme solita. Si bien no se romper huesos, siempre puedo romperles algo en la cabeza. Así que ya basta de tanta feromona, y las demostraciones de hombría las dejan para cuando ya no estén en mi casa. –la chica se dio la vuelta sin decir nada más y salió de la cocina.

-              Se los dije. –Jasper siguió los pasos de su amiga. Rosalie y Alice, que habían llegado a escuchar el pequeño discurso, intentaban contener la risa.

-              No te enojes Bells. Son hombres, esas tonterías están en su naturaleza.

-              Lo sé Al, es solo que me enloquece que me vean como a algo que cuidar, es que a caso no se dan cuenta que me las puedo arreglar muy bien solita, llevo 22 años haciéndolo perfectamente.

-              Comamos de una vez, después ya podrás torturar a esos dos todo lo que te dé la gana.
Emmett y Edward salieron de la cocina con cara de niño recen regañado. Comieron casi en silencio, teniendo en cuenta que Emmett se encontraba ahí. Luego de almorzar tomaron un café y se dispersaron un poco, Emmett y Rosalie salieron, el chico iba a mostrarle el campus a su novia, Jasper y Alice se retiraron para que esta última descansara un poco y Edward y Bella se quedaron en la sala.

-              Escuche lo que le dijiste a Alice antes del almuerzo, y me gustaría decirte una cosa –Edward la miraba a los ojos de forma significativa, apenas podía respirar así que le indico que siguiera con un leve asentimiento de cabeza-. Sé que puedes cuidarte sola, eres una mujer fuerte y eso se nota a simple vista, solo que me gustaría que estar ahí, a tu lado, hacerte compañía para que ya no estés sola. Me gustaría poder ser un soporte para ti, alguien en quien puedas confiar. –la castaña lo analizo por un momento, a los dos les costaba mucho expresar sus emociones y sentimientos.

-              Tal vez no lo hayas notado, sé que puedo ser un poco torpe para exteriorizar estas cosas, yo confió en ti Edward, se que estas a mi lado y que puedo contar contigo –llevo sus finas y suaves manos a su rostro, acaricio en contorno de esos hermosos ojos verdes, siguió la forma de su nariz con las yemas de sus dedos hasta llegas a delinear esos tentadores y finos labios. Él se sentía en el cielo con cada rose-. Me cuesta cambiar esas viejas costumbres, han sido muchos años. Crees que podrías darme algo de tiempo para acostumbrarme a estos cambios?

-              Solo con una condición. –beso la yema de sus dedos con cariño.

-              Cual?

-              Déjame al menos abrirte la puerta del auto, me frustro mucho cuando no me dejas comportarme como el caballero que soy. –Bella rio bajito, nunca se imagino que pudiera tratarse de algo tan anticuado.

-              Te lo prometo, las puertas serán tu trabajo. –Edward acompaño las risas de la chica que segundo a segundo se hacia un lugar cada vez más grande en su corazón.

-              Gracias. –se quedaron unos segundos abrazados, disfrutando de la improvisada reconciliación.

-              Estoy algo cansada, me acompañas a recostarme?

-              Claro. Te sientes bien? Te duele algo? –la preocupación lo invadió con esas simples palabras.

-              Tranquilo, no es nada. La incómoda cama del hospital me dejo un poco contracturada. –fueron tomados de la mano al cuarto de ella.
Una vez en la habitación Bella tomo una frazada de su guardarropa y se recostó en la cama. Edward por su parte se quedo inspeccionando un poco el lugar. La habitación estaba limpia y ordenada, con paredes blancas, a excepción de una que tenia cuadrados verdes, violetas y salmón pintados, la colcha en la cama de plaza y media era violeta, las cortinas de color salmos, una alfombra verde, un escritorio de madera bajo la ventana, donde había una portátil, un lapicero y algunos cuadernos, una biblioteca del piso hasta el techo repleta de libros, un par de mesitas de noche a juego con la cómoda, encima de una había una lámpara y en la otra dos fotografías, una de Bella y Alice y otra de un bebe y una mujer y en el resto de las paredes habían cuadros abstractos con colores vivos.

-              Me has dicho que quieres saber más de mí. –Bella interrumpió sus cavilaciones regresándolo a la realidad, de forma algo tímido se recostó a su lado.

-              Quiero saberlo todo. –la chica se abrazo al cuerpo que estaba a su lado, fue algo inconsciente.

-              Pregúntame lo que quieras. –había tanto que preguntar que no sabía por dónde empezar.

-              He comprobado que jamás habías besado a alguien, has tenido novio alguna vez?

-              No, nunca he tenido uno.

-              Porque? Eres hermosa.

-              Gracias. Lo cierto es que acostumbran verme como a un vicho raro. En el pueblo donde me crie se burlaban de mi por no tener madre y porque, como te abras dado cuenta, mi padre no fue un hombre atento. Nunca se daba cuenta si la ropa comenzaba a quedarme chica, si el pelo estaba muy largo, si las zapatillas se habían gastado y todo ese tipo de cosas.

-              Realmente ciento mucho lo que has pasado.

-              En realidad después de cierta edad no fue tan duro. Yo me encargaba de hacer mis compras y de cocinar cosas comestibles. Creo que lo que más me duele es que ahora se comporte como un padre con los hijos de su actual pareja, algo que nunca hizo por mí ahora lo hace por los hijos de otro, son celos y están mal, lo sé.

-              Creo que es bastante lógico, como todo niño siempre has necesitado cariño.

-              Sé que algún día tendré mis propios hijos y podre quererlos y amarlos como realmente se lo merece un niño.

-              Serás una estupenda madre cariño. –en ese momento deseo poder ser el padre de esos niños cuando llegara el momento.

-              Dejemos este momento depresivo y dispara la siguiente pregunta.

-              En ese caso vayamos por las sencillas –Bella solo asintió contra su pecho para que prosiga-. Cuál es tu color favorito?

-              El verde topacio. –se sonrojo furiosamente al reconocerlo en voz alta.

-              Porque te avergüenzas? –Edward no podía ver su cara, pero si sentir el intenso calor que esta emanaba.

-              Hasta hace un par de semanas era el violeta.

-              Porque cambiaste? –era tan obvia la respuesta.

-              Tus ojos, es el color de tus ojos. –se lo quedo pensando un par de segundos, la abrazo aun mas fuerte a modo de agradecimiento.

-              Cuál es tu flor favorita?

-              Las violetas.

-              Comida favorita?

-              Lasaña.
Así siguieron cerca de una hora, él preguntaba y ella respondía. Al principio todas eran sencillas, gustos y preferencias. Luego comenzó a preguntar sobre lugares, obviamente ella no había visitado mucho pero soñaba con conocer demasiados, personas que fueron relevantes en su vida, le hablo de porque quería estudiar derecho y anécdotas compartidas con Mary y Yosef.

-              Quienes son las personas de esa foto? –señalo en portarretratos que estaba encima de la mesita, el de la mujer con un bebe en brazos.

-              Somos mi madre y yo, esa es la única foto que pude rescatar antes de que mi padre quemara el resto.

-              Fue una bonita mujer.

-              Si, hermosa.
Se quedaron en silencio, Edward procesaba toda esa nueva información y Bella simplemente disfrutando la compañía.

Capítulo 8: Primer beso Capítulo 10: Capitulo 9

 
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