Enséñame a ser feliz.

Autor: Bellatrix_Black
Género: Drama
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 19/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 13
Comentarios: 48
Visitas: 40288
Capítulos: 24

Bella y Edward se conocen en su último año de universidad. Él un aplicado estudiante de Harvard, ella una estudiante con honores de Yale que cargaba con un triste pasado.

Podrá ese atractivo chico de ojos esmeralda ayudarla a superar el pasado y enseñarla a vivir su presente?

 

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Capítulo 24: Juntos

Capitulo 22

-              Bella! –de esa forma la saludo a través del teléfono una eufórica Alice.
Ya era de mañana y después de haber dormido toda la noche abrazados, Bella y Edward se encontraban desayunando en la cama.

-              Hola Alice, como estas?

-              Jasper y yo recién nos levantamos, el debe ir al hospital temprano y yo tengo que buscar trabajo. Supongo que tu estas feliz? Se siente la alegría en tu voz, así que las cosas con Edward deben estar bien. –Bella sonrió de forma involuntaria. A decir verdad Edward se encontraba preparándole una tostada con mermelada en ese momento y dos segundos antes estaba acariciándola con una rosa. Así que si, las cosas estaban perfectas.

-              Más que bien diría yo. Estamos desayunando ahora. Lo de ayer fue un mal entendido. Quedo en shock con la noticia y yo me alarme y saque todo de contexto porque no respondía.

-              Que esperabas? Te apareces de la nada y dices “oye estoy embarazada”, como podía reaccionar? –Edward asentía de acuerdo con la pequeña duende.

-              Lo entiendo, es solo que últimamente estoy tan… no sé ni cómo estoy.

-              Estas embaraza. –le dijo Edward con amor y luego deposito un beso en la pancita.

-              Algo me dice que las cosas están muy cursis de ese lado del teléfono.

-              Tal vez un poco –respondió Bella con una risa tonta-. Lo cierto es que llamo para darte una noticia que tal vez no te guste mucho.

-              Es algo de lo que deba preocuparme?

-              Conociéndote lo harás, pero prometo recompensarte luego.

-              Suéltalo de una vez, no me gusta cuando andas con rodeos.

-              Me quedo en Londres hasta junio –espero un par de segundos pero no obtuvo ninguna respuesta de su amiga-. Alice, sigues ahí? –pregunto algo preocupada.

-              Claro que estoy aquí! No puedo creérmelo. Me mudo para estar contigo y tú te vas para Londres? Esto es simplemente… increíble.

-              Alice no empieces con el melodrama. Son solo dos meses, y realmente lamento que te sientas traicionada, pero yo necesito a Edward ahora. No estoy diciendo que no te necesito a ti. Es solo que… es nuestro primer bebe Al. Hay tantas cosas que debemos descubrir y experimentar juntos. –y otra vez los ojos comenzaban a llenársele de lagrimas.

-              Shh… tranquila amor, no llores. Alice te entiende. –Edward la mimaba en un intento por calmarla.

-              No llores Bella, me haces sentir una perra. Te entiendo, lo juro. Es solo que no me lo esperaba. Yo también quería estar con mi sobrino.

-              Oh Alice… lo siento tanto.

-              Ya Bella. Deja de llorar o terminare llorando también.

-              Perdón. Soy una tonta.

-              No eres tonta, yo lo soy por hacerte este tipo de reclamos. Esta es una experiencia que debes compartir con Edward.

-              Gracias Al, sabía que tu lo entenderías.

-              Que dijeron Carlisle y Eleazar al respecto?

-              Aun no sabes, eres la primera en enterarse.

-              Gracias. Creo que es hora de que llames a tu suegro y a tu jefe. Por cierto, le dirás a Charlie que estas embarazada?

-              No, él no acepta a Edward así que ahora está completamente fuera de mi vida.

-              Yo se lo dije a mis padres, en realidad fue la razón que les di para cambiar de ciudad. Mama esta como loca, no para de decir que tendrá a su primer nieto por fin y papa dice que no podría estar más orgulloso.

-              Es bueno saber que se lo han tomado tan bien, hace tanto que no hablo con ellos.

-              Están muy felices realmente. Debo irme Bella hablamos luego, disculpa que te corte así pero Rosalie ya debe estar esperándome afuera.

-              No te preocupes Al, saluda a la rubia de mi parte.
La llamada a Eleazar fue mucho más breve, su jefe estuvo feliz por ella y le aseguro que no había ningún problema en que se tomara una vacaciones, de todas formas Bella lo convenció de trabajar en escritos y contratos a distancia y el hombre estuvo de acuerdo más que nada para dejarla tranquila a ella.
Cuando llamaron a Carlisle se encontraron con que este aun estaba en casi, así que invitaron a Esme a la conversación y tuvieron una especie de conferencia los cuatro. Los padres de Edward estaban encantados y felices por la pareja.
Ese día fueron a recorrer algunos lugares en Londres que el cobrizo había soñado en visitar con Bella. Pasearon por una linda plaza llena de niños y se imaginaron ellos mismo en un lugar como ese hamacando a su pequeña, almorzaron en un restaurante con vista al puente de Londres y visitaron el castillo de la reina.
Por la tarde el paseo se vio interrumpido ya que Edward insistió en ir al hospital. Debían afiliar a Bella, eso no sería un problema ya que se trataba de la esposa de un empleado, también quería pedir turno con la mejor obstetra y ginecóloga, además de una buena nutricionista. Bella pensaba que todo eso era muy exagerado de su parte, pero no quiso contradecirlo ya que conocía a Edward y esa era su forma de tener las cosas bajo control.
Cuando entraron al hospital todas las enfermeras y las encargadas de atender los mostradores saludaban a Edward con un coqueto “Hola Edward” o “Hola Dr. Cullen”, detalle que no paso desapercibido para Bella, después de la quinta chica ya parecía que iba reventar de celos.

-              Estas tontas no saben que eres un hombre casado? –pregunto cuando ya no se aguanto. Edward le sonrió de lado, con esa sonrisa que solo ella le provocaba y la dejaba sin aliento.

-              Claro que lo saben –levanto sus manos entrelazada y le mostro el anillo en su dedo corazón-, pero creo que te tienen algo de envidia.

-              Pues que se mueran de envidia, porque tú eres solo mío y eso es para siempre. –a los ojos de Edward era tan tierna cuando estaba celosa que no pudo evitar besarla.

-              Te amo.

-              Yo más.

-              Eso es imposible princesa. –todo el personal del hospital quedaba mirándolos incrédulos a medida que iban caminando por los pasillos.

-              Edward? –ambos se giraron a ver de quien se trataba. Era el jefe de internos, o sea el doctor que supervisaba a Edward.

-              Dr. Robinson, como esta?

-              Muy bien, gracias. Pensé que hoy era tu libre. –a Bella le pareció un poco metiche.

-              Si, mañana también. Le presento a Isabela Cullen, mi esposa. Amor este es el Dr. Robinson.

-              Mucho gusto. –dijo la castaña tendiéndole la mano al desconocido.

-              El gusto es mío señorita.

-              Señora. –le corrigieron los dos al mismo tiempo y luego intercambiaron una sonrisa cómplice.

-              Disculpen, se ven tan jóvenes que cuesta creer que están casados. –no respondieron nada a eso.

-              Si nos disculpa tenemos que ir a hacer un pequeño trámite. –se disculpo Edward.

-              Claro no hay problema. Hasta cuando se queda en Londres señora?

-              Hasta junio.

-              Oh eso quiere decir que regresaran juntos a EEUU.

-              Es la idea.

-              Todos en el hospital hemos insistido en que Edward se quede aquí una vez termine las practicas, pero el se ha negado todas las veces.

-              No se lo tome a mal Dr. pero me parece de mal gusto que saque este tema delante de mi esposa. Mi lugar es junto a ella y nuestro hijo y es por eso que el mismo día que mis prácticas terminen volveré a mi casa, en mi país. Ahora si nos disculpa, no queremos retrasarnos. –sin esperar ninguna respuesta Edward se dio media vuelta y comenzó a caminar.

-              Son algo metiches por aquí. –comento Bella en voz baja.

-              Ni te lo imaginas, a veces se parece a una telenovela, más cuando empiezan a hablar de rollos entre enfermeras y pacientes. Son insoportables.

-              Ahora entiendo porque sales casi corriendo cuando terminan tus turnos.

-              Tal vez merezco un “trato especial” por todo lo que me ha tocado sufrir estos meses. –dijo con su carita de niño bueno.

-              Pensé que nos íbamos a centrar en consentirme a mí. –Bella contraataco con su puchero.

-              Claro que si princesa, ustedes solo ordenen y papi estará ahí para consentirlos. –Bella rio como tonta, definitivamente sacaría provecho de esto.

-              Te amo.

-              Yo también. Ahora vayamos a ese vendito mostrador que quiero llegar a casa a hacer el amor a mi esposa.

-              Edward! No me digas eso, ahora no podre pensar en otra cosa hasta que lleguemos. Ya te dije como me tienen estas hormonas.

-              Yo sé princesa y es exactamente por eso que lo hice. –Bella negó un par de veces y se resigno a seguir caminando.
Llegaron a su destino e hicieron todo el trámite de afiliación. Después de completar el formulario y presentar los documentos fueron a pedir turno para los médicos, les tocaba recién para la próxima semana.
De regreso a casa pasaron por una panadería a comprar unas masas para la tarde y luego fueron al departamento.
En cuanto atravesaron la puerta Bella se le tiro encima a Edward y comenzó a besarlo como una desesperada, como era de esperar el cobrizo no se hizo de rogar y rápidamente respondió a los besas y caricias de su esposa. Rara vez ella tomaba la iniciativa así que la ocasión le resulto aun más excitante al chico.
Luego de tomar juntos una ducha y preparar te y vafe para la merienda se acomodaron en la sala a mirar algo de televisión.

-              Me encanta cuando usas mis remeras.

-              Mi ropa ya me queda muy justa, así que me apropie de algunas de tus remeras y pantalones de deporte.

-              Remera y pantalón de deporte? Esa es una combinación con la que nunca te vi.

-              No te preocupes, Alice me saco unas fotos. Las usara de ejemplo de cómo nunca debe vestirse una mujer.

-              Defenderé tu honor vengándome de ella.

-              En realidad preferiría que no lo hicieras.

-              Por qué?

-              Cuando nos devuelva el favorcito será aun peor.

-              Ella no se meterá contigo, estas encubando a su sobrino.

-              Me conmueve tu ternura cariño. El único detalle es que si te hace algo a ti yo también me sentiré mal. –Edward la miro con todo el amor que poseía.

-              Yo sé que si mi amor, por eso prometo portarme como un niño bueno.

-              Gracias. Oh por Dios! Mira lo que están dando! –mientras hablaban Bella no había dejado de hacer zapping.

-              Orgullo y prejuicio, en serio? otra vez? –pregunto escéptico y resignado Edward.

-              Es que no lo entiendes? Es orgullo y prejuicio en la tierra de Jane Austen. Es aquí donde ella escribió sus fantásticos libros. –los ojos de la castaña brillaban cada vez más, era como darle a un niño la llave de la fabrica de chocolates.

-              Está bien. Solo no comiences a decir: oh Sr. Darcy cada dos segundos.

-              Hecho!
Bella no solo suspiro mientras nombraba al protagonista, sino que también lloro durante media película. Edward solo la abrazo y no dejo de repetirle al oído que su amor seria eterno sin tanto drama. Después de la película se bañaron juntos, como el día anterior, y luego prepararon una cena entre los dos.

-              Qué te parece Elizabeth, si es nena? –pregunto ella mientras comía su pasta.

-              Por favor dime que si es barón no querrás ponerle el nombre raro de Darcy.

-              Fitzwilliam no es feo, y si es un niño se llamara Edward, como su papa.
Edward tomo sus manos por encima de la mesa.

-              Realmente es un alago que quieras que nuestro hijo lleve un nombre tan anticuado como el mío, pero no me parece buena idea. Se presta a confusiones y es incomodo para el niño que todos lo llamen Jr. como si fuera la versión pequeña de alguien más en lugar de una persona con características propias. –los ojos de Bella se llenaron de lagrimas.
Edward se paro rápidamente para ir a arrodillarse a su lado.

-              No llores mi amor, Edward puede ser el segundo nombre o el primero, si quieres podemos llamarle Edward Anthony. Solo no llores por favor. –le rogaba al oído.

-              No lloro por eso tonto –envolvió el cuello del chico con ambos brazos-. Es que eres tan inteligente, siempre tienes razón. Tan tierno, tan bueno, serás el mejor padre del mundo y nuestro bebe te querrá más que a mí. –él la miro sorprendido y lo único que paso por su cabeza fue: “estos cinco meses serán muy largos y hormonales”.

-              Nuestro bebe te amara más que a nada, seré yo quien sienta celos cuando nuestro pequeño hombrecito robe todos tus suspiros y sonrisas, aunque aun creo que aquí dentro hay una hermosa niña igualita a su mama. –llevo ambas manos al pequeño bultito en la pansa de Bella.

-              Te amo Edward Cullen.

-              Yo te amo a ti Bella Cullen. –Bella se rio tontamente, se puso de pie y lo llevo directamente a la habitación.

Al otro día Edward debió madrugar para ir al trabajo, Bella se levanto con él a pesar de que el cobrizo insistiera en que se quedara durmiendo, desayunaron juntos, ella le ayudo a anudarse la corbata y luego le dio un beso en la puerta antes de salir. Eran la pareja de recién casados que hasta el momento no pudieron. Eso los llenaba de felicidad a ambos.
Una vez sola Bella limpio un poco el apartamento, luego desempaco su maleta mientras hablaba por teléfono con Alice. Salió de compras para llenar la precaria despensa de Edward y de paso paseo un poco por la ciudad. No estaba acostumbrada a quedarse en casa sin hacer nada y, aunque sabía que a Edward le molestaría que saliera sola, quería conocer esta ciudad con la que tanto había soñado. Conocerla de verdad, viendo a la gente vivir sus rutinas, los pequeños negocios que rara vez visitaban los turistas y no pudo resistir dar un paso en uno de los bonitos autobuses rojos.
Cuando Edward la llamo se encontraba en una panadería a la que no pudo resistir entrar, el olor a par recién horneado era demasiado tentador.

-              Hola Ed.

-              Hola cariño, donde estas?

-              En una panadería. Me propuse llenar la despensa.

-              En serio? eso quiere decir que mi hermosa esposa cocinara para mí?

-              Claro que si amor. Debo consentirte cuando llegas de pasar el día en ese hospital rodeado de enfermeras vichonas. –Edward rio a carcajadas.

-              Tú sabes que mis ojos solo te ven a ti.

-              Lo sé amor, es por eso que te amo y que aun tienes ojos. –el cobrizo volvió a reír.

-              Me encanta cuando te pones celosa.

-              Y a mí me encantas tú.

-              Te amo preciosa.

-              Quieres que te compre algo?

-              No mi amor, con que mis dos princesas lleguen bien a casa es suficiente para mí.

-              Oh Dios! Será la niña más regalona del mundo.

-              Tengo la esposa mas regalona, porque no hacer lo mismo con mi hija?

-              Eso no es justo, yo no soy regalona, al menos no lo era hasta que te conocí.

-              Sé que es gracias a mi amor. Créeme, me siento orgulloso por ello.

-              Recuerda que si tenemos más hijos tendrás que consentirlos a todos por igual.

-              Eso ni lo dudes amor, tendremos al menos cinco.

-              Cinco? Ya hablaremos luego de esa cifra.

-              Está bien pequeña, ahora debo colgar para volver al trabajo.

-              Cuídate, nos vemos en unas horas.

-              Regresa en taxi y no hagas tonterías.

Si Ed, tranquilo.

Los días viviendo juntos eran perfectos, a pesar del tedio que Bella sufría mientras se quedaba sola. Se cuidaban el uno al otro y Edward nunca se iba a la cama sin hablarle a la panza de Bella, que poco a poco crecía de forma casi imperceptible.
Las visitas al hospital eran más regulares, ya sea para controlarse o simplemente para ir a buscar a Edward a su trabajo. Las enfermeras ya no la miraban extrañada y el cotilleo ya casi había cesado, de todas formas eso no le importaba a la pareja. Lo único que realmente tenia significado para ella era recuperar todo ese tiempo que habían estado separados.

Capítulo 23: La noticia

 
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