Enséñame a ser feliz.

Autor: Bellatrix_Black
Género: Drama
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 19/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 13
Comentarios: 48
Visitas: 40286
Capítulos: 24

Bella y Edward se conocen en su último año de universidad. Él un aplicado estudiante de Harvard, ella una estudiante con honores de Yale que cargaba con un triste pasado.

Podrá ese atractivo chico de ojos esmeralda ayudarla a superar el pasado y enseñarla a vivir su presente?

 

+ Añadir a Favoritos
Leer Comentarios
 


Capítulo 8: Primer beso

Bella despertó algo temprano al otro día, con el cuerpo completamente agarrotado por la incómoda posición y el duro colchón. Tardo solo un minuto en recordar donde estaba, como había llegado ahí, las palabras de Edward y las preguntas de Emmett. Busco a Alice con la mirada y la encontró en la ventana.
-              Dime por favor que recién despierto y que todo ha sido un sueño. –le pidió a su amiga con voz ronca. Alice se acerco a ella en cuanto la escucho, la morena se veía muy agotada, con pronunciadas ojeras y ojos decaídos.
-              Fue real Bells. –Alice tomo asiento al lado de la cama.
-              Deben estar pensando cualquier cosa de mí.
-              No creo. Ayer Emmett quería disculparse pero los mande a casa, no deje que te despertaran. Edward me rogo para quedarse a pasar la noche aquí, pero le dije que si tú querías verlo ya podría pasarse luego por el apartamento.
-              Me siento tan apenada con él.
-              Creo que alguien me ha estado ocultando algo, percibo a cierta amiga ingrata. –Bella sonrió tímidamente.
-              Juro que no te oculte nada. Edward llego ayer, igual que tu, me tomo de las manos, se preocupo por mí y me dijo palabras hermosas, hablo de sentimientos, emociones e ideas. Yo me comporte como una tonta, incluso lo acuse de ser una alucinación y dije un montón de cosas pensando que hablaba con mi subconsciente, luego Edward me conto un momento muy doloroso de su infancia para convencerme de que todo era real. La verdad es que todo fue muy extraño y vergonzoso, pero creo que fue sincero al decir que sentía algo por mí.
-              Ese chico te adora Bella y tu a él, se ve en sus ojos cundo se miran o simplemente cuando se hace mención del otro, incluso ahora tus ojos brillan al hablar de él.
-              Tú crees que lo arruine Alice?
-              No amiga, yo creo que hiciste lo correcto, Edward te quiere y tiene derecho a conocerte, además acabas de decir que él se abrió a ti contándote algo que le pasó, era lo justo que tú también lo hicieras. Si realmente quieres llegar a tener algo con Edward tienes que aprender a ser totalmente honesta y dejar que él te ayude así como tú lo querrás ayudar. Eso son las relaciones Bella, dos personas que se unen para ser uno mejor a las individualidades. –en ese momento Alice le pareció tan madura y sabia, Bella supo que tenía razón, a pesar de no haber hecho las cosas de la mejor manera todo estaría bien ahora con Edward porque los dos conocían lo que escondía el alma del otro. Pensar en él hizo que un extraño dolor se apoderara de su pecho. Debía aprender a definir estos nuevos sentimientos, aunque este era bastante obvio.
-              Lo extraño. –Alice sonrió encantada con esta nueva faceta sentimental de su amiga, solo rogaba que Edward no lo arruinara.
-              En ese caso deberías llamarlo. –le sugirió Alice tendiéndole el teléfono.
-              No se me ocurrió pedirle el número.
-              Pero a mi si y estoy segura que no se molestara si te lo paso.
-              Pero es muy temprano.
-              A que le temes Bella?
-              A arruinarlo, si es que ya no lo hice.
-              Seré sincera contigo, iré al punto y hablare sin anestesia. Aquí solo pueden suceder dos cosas, que unos de los dos lo arruine, lo que los haría sufrir a ambos, o que se trate del hombre que te haga feliz por siempre. Esto es una balanza Bella y cada plato tiene el mismo peso, solo tú sabes por cual apostaros. –la castaña se quedo mirando a su amiga sorprendida. Era verdad, el éxito dependía de Edward y ella,  y estaba en los dos hacer las cosas bien o mal. Tendía que prepararse para saber que en una relación no todo es siempre luz u oscuridad, hay atardeceres que siempre dan lugar a un hermoso amanecer, y ella lucharía por ver cada uno de esos amaneceres y llevar luz a cada noche oscura.
-              Me das el número? –Alice sonrió triunfante y dicto el número a su amiga. Bella lo guardo en la memoria del aparato antes de llamar. Después del tercer tono un adormilado Edward atendió.
-              Hola, quien es? –a la castaña le dio pena despertarlo, apenas eran las ocho y era domingo.
-              Hola, soy la chica del golpe en la cabeza. –cuando escucho la voz de la castaña Edward se despabilo.
-              Bella? eres tú? Como te sientes? Estas mejor? Ya te dieron de alta?
-              Tranquilo. Sí, soy yo, la cabeza casi no me duele y aun no viene el médico.
-              Lo siento, he estado muy preocupado. –confeso avergonzado por atropellarla con tanta pregunta.
-              Créeme que lo noto –le aseguro soltando una pequeña risita que fue música para Edward-. Te agradezco que te preocupes por mí, pero tienes que saber que no soy tan frágil.
-              No es por frágil que seas, verte mal.
-              Gracias Ed, eres muy tierno, a pesar de que me comporte como una desquiciada que alucina. –Edward soltó una carcajada al recordar esa parte de la conversación del día anterior.
-              Entonces puedo ir a verte chica desquiciada? –Bella también rio.
-              Prefiero que no estés mientras soborno al doctor, dentro de poco serán colegas y no me gustaría que te sientas culpable. Qué te parece si duermas otra hora y luego nos vemos en el departamento? –Edward sabia que volverse a dormir seria por demás imposible, pero respetaba su intimidad, y aunque pagaría cualquier suma por verla sobornar a un médico, tendría que aguantarse.
-              Paso por ustedes al hospital, Alice esta sin su auto, y por favor pídele a Alice que te filme con el médico.
-              Edward Cullen! Ya verás cuando vengas a recogernos!
-              Claro que si hermosa, nos vemos en unas horas. Cuídate.
-              Tu también, nos vemos. –los dos terminaron la llamada sonriendo como verdaderos tontos.
-              Así que piensas sobornar al médico? –pregunto Alice mientras acercaba la bandeja con desayuno que entregaron mientras Bella hablaba.
-              No voy a quedarme ms tiempo aquí, estoy perfectamente. Además algo me dice que tendré a tres médicos casi graduados cuidándome en casa. –Alice rio a carcajadas.
-              Es verdad, se me olvidaba que serás su conejillo de indias. –bella casi escupe su café con leche.
-              No, no, no! De eso nada! Que esperen a comenzar la residencia para torturar gente.
Alice pidió algo de comer a la cafetería e hizo compañía a Bella. Estuvieron hablando sobre el juicio y como se habían dado las cosas, incluyendo la sentencia. Apenas pasadas las nueve el médico llamo a la puerta.
-              Bonos días señorita Swan, como se encuentra hoy? –le pregunto el Dr. Gerandy.
-              Muy bien doctor, en condiciones de ir a casa.
-              Ayer acordamos que eso lo decidiría yo Isabela. Cuéntame cómo te sientes.
-              La cabeza ya casi no duelo, solo me molestan un poco los puntos, nada de mareo, apetito común y cero visión borrosa. –el médico la quedo mirando con una ceja alzada.
-              Es algo patosa, los golpes en la cabeza son algo bastante común, y ya se aprendió de memoria las preguntas de rutina. –le explico Alice intentando no reír de la cara del hombre.
-              En ese caso, y teniendo en cuenta sus síntomas, no veo motivo para que se quede internada. Solo haga reposo por hoy y trate de no levantar cosas pesadas o pararse de golpe.
-              Muchas gracias doctor, yo me encargare de que siga las indicaciones. –le aseguro Alice.
-              Nos vemos en dos semanas para sacar esos puntos Srta. Swan. –dijo el hombre a modo de despedida.
-              Adiós Dr.
-              Llama a Edward y vístete mientras yo me encargo del alta. –pidió Alice antes de retirarse de la habitación, en parte para dejarla hablar tranquila. En esa ocasión Edward no demoro nada en atender.
-              Hola princesa, ya te vio el médico?
-              Sí, estoy libre bajo palabra.
-              Cuanto te costo esa libertad?
-              Ni un solo centavo. Soy buena cuando de médicos se trata?
-              Si? También con cardiólogos? –el tono pícaro que Edward usaba en cualquier otro momento habría disparado una alarma en su cabeza, ahora solo la invitaba a seguir el juego.
-              Especialmente con cardiólogos. –la forma tan desinhibida en la que hablaba sería una sorpresa para cualquier persona que la conociera, incluso lo era para Edward, aunque él solo estaba disfrutando de la confianza que poco a poco Bella le depositaba.
-              Tendría que darme celos que hables en plural?
-              Soy una chica indefensa botada en un hospital rodeada de decenas de médicos que se preocupan por mí. Qué crees?
-              Salgo para ahí ahora mismo. –Bella se rio con ganas mientras terminaba la llamada. Edward por su parte se había dejado invadir por los celos y salió casi corriendo en dirección al hospital.
Cuando Alice regreso a la habitación se encontró con Bella riendo a carcajadas. La castaña, que en ese momento se estaba cambiando, le conto sobre los celos de Edward y las dos comenzaron a reír.
Edward llego unos veinte minutos después y fue directo a la habitación donde Alice y Bella lo esperaban, llamo enérgicamente a la puerta y fue Alice quien le abrió.
-              Pero miren a quien tenemos aquí? Celoso Cullen. –las dos amigas volvieron a reír.
-              Si, si. Muy graciosas. Juro que a partir de hoy solo te atiendes con mi padre. –le dijo a Bella antes de llegar a su lado, provocando que las chicas rieran aun con más ganas.
-              Hola para ti también. –respondió la castaña entre sonriente y sarcástica.
-              Hola hermosa, me alegro mucho de que estés mejor, pero eso no hará que se me olvide lo otro.
-              No seas gruñón Edward, ha sido solo una bromita con el único fin de que llegaras más rápido. –Bella puso su mejor cara de buena niña, pero para mentir era pésima.
-              Es una excusa encantadora pequeña, pero no te lo has creído ni tú. Así que está decidido, de ahora en adelante solo te atenderá mi padre.
-              Edward! No pienso hacerte caso y lo sabes, tu padre no tiene culpa de tener un hijo celoso y posesivo. Así que serás tu el que se aguante. –la castaña se cruzo de brazos indignada.
-              Ya veremos quién tiene razón.
-              Habrá que esperar una semana entonces. Así que por ahora mejor nos vamos.
-              Una semana? –pregunto Edward mientras salían de la habitación camino al estacionamiento.
-              Es lo que tarda Bella, en promedio, en volver a darse un golpe duro. –Edward la miro incrédulo.
-              Esto –señalo las vendas en la cabeza de Bella- sucede cada una semana?
-              Claro que no –respondió indignada ella misma-. Hace casi dos años que no me daban puntos. –agrego como si nada. Edward quedo de piedra.
-              Esto es increíble, de entre todas tus virtudes tenias que ser patosa. –Bella, ofendida por el comentario de Edward, se adelanto para irse solo pero cuando llego al estacionamiento lo primero que vio fue el volvo plateado y recordó que era Edward quien la llevaría a casa.
-              Bella! No te enojes por favor. –al alcanzarla Edward la rodeo con sus brazos, no le gustaba sentirla lejos y mucho menos verla enojada. Con ese abrazo ella no solo olvido el porqué se había enfadado, sino que casi olvida hasta su propio nombre.
-              Te has enojado conmigo por algo que no es mi culpa, yo no controlo a mi destreza. No me gusta que te enojes conmigo. Te he extrañado tanto. –comenzó a hablar atropelladamente tomando por sorpresa a Edward.
-              Tranquila pequeña, yo nunca podría enojarme contigo y te extraño cada segundo que te encuentras a mas de tres metros de mi.
-              Pero…
-              Shh, pero nada. No me moleste, como yo lo veo el que seas torpe es una excusa más que suficiente para mantenerme muy cerca de ti.
-              Oh Edward! –Bella dio rienda suelta a su corazón, pero ninguno de los dos estaban listos para lo que este haría. La chica se separo un poco del apuesto hombre y como si se tratara de lo más natural en el mundo, sus labios buscaron los de él. Fue solo un rose, pero no por eso dejo de estar cargado de sentimientos muy intensos.
Edward fue tomado por sorpresa así que no se dio cuenta de lo que hacía hasta que una avergonzada Bella comenzó a apartar su cara, pero él no estaba dispuesto a conformarse solo con eso, tomo su rostro entre las manos y lo volvió a acercar a sus labios, la castaña no supo cómo reaccionar al principio, luego solo se dedico a seguir los enloquecedores movimientos.
Alice, que se encontraba a unos cinco metros de distancia, no sabía si irse por las suyas para darles intimidad o esperar a que los dos chicos recordaran que estaban en un lugar público o se quedaran sin aire, lo que pasara primero.
Bella se sentía una extraña en su cuerpo, su corazón amenazaba con salirse en cualquier momento, sus manos, que se encontraban en la nuca de Edward, temblaban ligeramente, sus piernas eran gelatina, de no ser porque él la sostenía por la cintura habría caído. En ese momento Edward pidió permiso para profundizar ese ya perfecto primer beso, ella lo dudo, temía arruinarlo por falta de experiencia, pero diciéndose que de todas formas algún día tendría que aprenderlo entreabrió sus labios, la explosión de sensaciones que la invadió era fantástica, como flotar entre las nubes. Cuando el aire comenzó a escasear no les quedo otra que separar sus labios, sin llegar a separar sus frentes.
-              Creo que me has hecho adicto a tus besos. –le confesó él aun sin haber recuperado el aliento.
-              Esto… lo he hecho bien? –no entendió a lo que se refería con esa pregunta.
-              Como que si… fue tu primer beso? –no salía de su asombro, como podía nunca haber besado con 22 años.
-              Pues veras, si.
-              Oh Bella, como no me lo dijiste? Esto tenía que haber sucedido después de una cena romántica y antes de despedirme de ti en el umbral de la puerta. Tenía que haber sido perfecto.
-              Para mi fu perfecto. –Edward la miro directamente a los ojos, no encontró ni rastro de mentira en estos.
-              Gracias pequeñas –la abrazo con fuerza-. Gracias por concederme este honor.
-              Edward estas exagerando.
-              De eso nada, y no tienes de que avergonzarte.
Alice decidió que era tiempo de intervenir si quería llegar a casa antes del medio día.
-              Ha sido todo muy romántico chicos, pero ya me gustaría ir a casa. –la parejita había olvidado por completo donde estaban y a su acompañante.
-              Lo siento mucho Alice, en verdad. Ya mismo vamos al apartamento, te prometo prepararte tu platillo favorito.
-              Tranquila Bella, no te cobrare multa por andar de besucona.
-              Alice! –la regaño la castaña muy avergonzada, haciendo que Edward y Alice rieran por su actitud.
Edward abrió la puerta a las dos chicas, luego subió él y se puso en marcha. Fueron directo al departamento, antes de llegar a bajar Alice lo invito a comer y luego explico que se puso en contacto con Jasper para que el resto de los chicos almorzara con ellos. Obviamente todos aceptaron encantados, en especial Emmett que estaba deseoso por disculparse.
Hola a todas, espero les guste el cap y gracias por leer esta historia cada semana.
Capítulo 7: Una extraña visita al hospital. Capítulo 9: Conociéndote

 
14445406 visitas C C L - Web no oficial de la saga Crepúsculo. Esta obra está bajo licencia de Creative Commons -
 10762 usuarios