Enséñame a ser feliz.

Autor: Bellatrix_Black
Género: Drama
Fecha Creación: 03/08/2012
Fecha Actualización: 19/04/2013
Finalizado: NO
Votos: 13
Comentarios: 48
Visitas: 40305
Capítulos: 24

Bella y Edward se conocen en su último año de universidad. Él un aplicado estudiante de Harvard, ella una estudiante con honores de Yale que cargaba con un triste pasado.

Podrá ese atractivo chico de ojos esmeralda ayudarla a superar el pasado y enseñarla a vivir su presente?

 

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Capítulo 11: Primera cita

Capitulo 10

-              Ahora si estamos listos para nuestra primera cita. –con esas palabras puso en marcha el motor del lujoso auto.
Miraba las calles, ya casi obscuras, de la ciudad mientras Edward conducía a gran velocidad. Se giro en su dirección y lo observo, su bello rostro iluminado por las luces de la acera y el salpicadero, eso labios finos y definidos, su perfecta nariz, las gruesas cejas y esos ojos que llamaban a perderse en ellos. Todo él la atraía. En un acto impulsivo, al menos para ella, lo tomo de la mono que llevaba sobre la palanca de cambio.
Sentía como ella lo observaba hacia unos minutos, pero no se animo a devolver esa mirada ya que iba al volante y, lo más importante, de él dependía su seguridad. El tacto cálido de su mano fue como un sueño después de una semana necesitándola. Aun no podía creer como en tan poco tiempo esa hermosa castaña se había apoderado de su corazón sin que pudiera hacer nada para evitarlo.
La miro de reojo, seguía observándolo con una dulce sonrisa en el rostro.

-              En qué piensas? –esa pregunta se repetía insistentemente en su interior cada vez que veía esos profundos ojos, es un alivio poder formularla por fin en voz alta.

-              En lo hermoso que eres y todo lo que has tenido que conducir para venir a recogerme. Podíamos habernos encontrado en mitad de camino para que no perdieras tanto tiempo al volante. –no pudo evitar reírse de ella, siempre preocupándose por los demás.

-              Así que soy hermoso? –Bella se sonrojo a más no poder.

-              Al menos para mí lo eres –dijo tímidamente agradecida de que él tuviese los ojos fijos en el camino-. Pero no escuches solo lo que quieres pequeño engreído. –volvió a carcajearse.

-              Qué clase de caballero seria si no paso por ti para nuestra cita? Además llegue al departamento de Emmett y Jasper ayer por la noche.

-              Ayer?! –grito ofendida tomándolo completamente por sorpresa.

-              Si, sucede algo?

-              Que si sucede algo?! Estas a solo unas calles de distancia desde ayer y recién ahora se te ocurre comentarlo!

-              No entiendo que sucede Bella. –vio con preocupación como ella respiraba profundo un par de veces, prefirió orillarse para poder escucharla con mayor atención. Se giro en su dirección y trato de tomar sus manos, pero Bella aparto las suyas.

-              Que te extraño tonto y tú llegas antes de lo previsto y no eres capaz de decirme. –no pudo evitar el impulso de tomar su rostro entre sus manos y besarla con ternura y necesidad. Es tan perfecta, toda ella.

-              No te enojes conmigo princesa hermosa. Llegue ayer por la noche para asegurarme que la cita de hoy sea perfecta, quiero lo mejor para ti y no podía hacerlo en tan solo unas horas. –ella lo mira con intriga por unos eternos segundos.

-              Pero yo te extrañaba. –se sentía como una niña tonta, pero justo en ese momento poco le importaba.

-              Te juro que yo también. Nunca antes había necesitado tanto la compañía de alguien como me sucede contigo, es extraño, me asusta. –sintió como las lagrimas se acumulaban en sus ojos, pero ella no podía arruinar el maquillaje de Alice. Se lanzo a sus brazos y lo atrajo a ella con todas sus fuerzas.

-              Perdóname Edward, soy una tonta. –la retiro de su escondite, a un costado de su cuello, ese hermoso rostro no debía  estar oculto nunca. Acaricio sus mejillas con cariño y devoción.

-              No tienes porque disculparte princesa. No estuvo bien por mi parte ocultarte donde me encontraba, solo espero que la sorpresa valga la pena.

-              No me dirás a donde vamos?

-              Si te lo digo dejaría de ser una sorpresa –la hermosa castaña comenzó a hacer uno de sus tiernos pucheros-. Nada de pucheros o tendré que hacer que te alejes de Alice por un tiempo. –su melodiosa sonrisa inundo la pequeña cabina, amaba escucharla sonreír. Le dio un corto beso en los labios y volvió a acomodarse en su lugar.

-              No me gustan las sorpresas. –le comento como quien no quiere la cosa con la esperanza de que le revelara la incógnita.

-              En ese caso tendrás que acostumbrarte, porque planeo sorprenderte siempre que pueda.

-              Ya lo has hecho. Créeme. –se sonrojo furiosamente. Edward prefirió dejarlo pasar por el momento.
Se incorporo al tráfico y retomo el viaje incrementando un poco la velocidad para que no se les hiciera tarde.
Bella siguió observándolo el resto del camino. Estudiando sus expresiones y gestos. Lo que más le gustaba era cuando fruncía el seño, quería estirarse y suavizarlo con sus propias manos, pero sabía que no sería prudente hacerlo mientras iba al volante.
Se apartaron bastante de la ciudad. Cuando ya llevaban unos cuarenta minutos de viaje Edward abandono la autopista para tomar un camino de tierra. Bella estaba intrigada y maravilladla. En ese lugar, sin nada de luz artificial, las primeras estrellas comenzaban a hacerse presentes en el cielo, junto con una resplandeciente luna. Era sin lugar a dudas un sitio mágico.
A unos cien metros se podía distinguir un granero no muy grande. Era todo lo que había en quilómetros a la redonda, al menos todo lo que ella llegaba a ver.
Edward estudiaba con el rabillo del ojo sus reacciones, no le había costado nada hacer que Jasper le prestara esta propiedad para su cita. Era un antiguo campo permaneciente a los señores Hele.
Estaciono frente a una de las paredes del viejo granero, vio como ella se sorprendía al ver la enorme tela gris adherida a la pared delante de ellos, mantuvo una distancia de unos cuarenta metros para tener una visual optima y apago el motor de su coche.

-              Dónde estamos? –hablo en un murmullo para no distorsionar la paz que ese hermoso lugar ofrecía.

-              La semana pasada vi algunos de tus libros, ya sabes en la habitación. Y se me ocurrió que tal vez podría gustarte esta sorpresa. –se sentía estúpidamente nervioso. Para ella era la cosa más tierna que jamás haya visto.

-              Sh, tranquilo. Estoy segura de que me encantara. –tomo sus mejillas entre sus manos para calmarlo y de paso sentir su suave piel.

-              Gracias. –apoyo su cara en el cálido tacto.
Se quedaron mirándose a los ojos, transmitiendo todo aquello que aun no eran capaces de decir en palabras.

-              Creo que será mejor que me ponga manos a la obra. Tu solo espérame aquí. –le dio un casto beso y salió del auto, fue hasta la parte de atrás, abrió la cajuela, saco una canasta de picnic, volvió a cerrar y se fue a ultimar los últimos detalles, fuera de la vista de Bella.
Ella miraba en todas las direcciones, pero la intensidad de la noche, que ya había caído sobre ellos, no la dejaba ver nada más allá de un par de metros. No encontraba a Edward y la ansiedad la consumía, lo quería a su lado, se sentía vacía, incompleta, sin él.
De repente la tela gris se ilumino. Resulto ser de un blanco brillante.
Edward regreso al auto, coloco la cesta en el asiento trasero y tomo su lugar junto a Bella. Ese siempre seria su lugar.

-              Volviste! –dijo ella contenta- Ya puedo saber cuál es la sorpresa?

-              Solo tienes que esperar un minuto más cariño. –su corazón se derritió al escuchar el dulce diminutivo.
Edward encendió el radio, pero no se escucho música. Solo aparecieron unas letras de color rojo en la pequeña pantalla. Le dedico una traviesa sonrisa a Bella, se giro en su asiento, abrió la canasta y de esta saco dos paquetes de palomitas como las del cine y un par de refrescos, le entrego uno de cada a ella. escribió un mensaje en su teléfono y la pantalla volvió a oscurecerse.

-              No creí que ninguna de las películas en cartelera fuera tu estilo. –cada detalle que revelaba sola la intrigaba mas.
Entonces un hermoso cantar de aves comenzaron a sonar en las bocinas del auto y Keira Knightley apareció en la pared del granero caminando al amanecer con un libro entre sus manos. La tela blanca y brillosa resulto ser una pantalla, como un autocine, solo para ellos.

-              Orgullo y prejuicio –dijo Bella en un susurro en el momento justo en que las palabras aparecieron en la pantalla-. Es mi favorita. –le aseguro girándose para mirarlo a la cara.

-              Es un gran alivio saberlo. –le aseguro un emocionado y complacido Edward.
Se quito sus zapatos de tapo y se acomodo de forma que sus descalzos pies quedaran sobre el asiento y su cabeza recostada al hombro de su chico perfecto. Él paso el brazo por sobre sus hombros.
Esto tiene que ser un sueño, –se dijo Edward- solo espero no despertar nunca.
Miraron la película en silencio, robándose miradas cuando creían que el otro no los veía y dándose palomitas el uno al otro. Fueron las dos horas más especiales de sus vidas.

-              Amo esta película, al igual que el libro. Lizzy y el Sr. Darcy parecen tan incompatibles, pero resultan ser el uno para el otro. A pesar de los prejuicios de la época y las diferencias sociales pudieron descubrir sus sentimientos y lograr que fluyan. –los ojos color chocolate brillaban, todo eso que hasta hace una semana creía pura ficción, ahora descubrió que realmente existe y que le pasa ni más ni menos que a ella.

-              Debo confesar que nunca había visto esta película, si leí el libro un par de veces y también es uno de mis favoritos. –la pación con la que ella le hablaba lo tenía maravillado.

-              En serio? –pregunto incrédula, sus caras estaban muy cerca porque aun seguía recostada sobre su hombro- Que te ha parecido? Crees en la existencia del amor verdadero o almas gemelas?
La pregunta lo tomo por sorpresa. El siempre fue de los que decían que no se podía estar con una misma persona toda la vida, que eso solo aplicaba a sus padres y tal vez a los Sres. Hele. Pero podía imaginarse toda la vida al lado de Bella, y lo más importante, se imagina dichoso y agradecido de tenerla a su lado.

-              Si creo en el amor verdadero. –no podía decir que ya la amaba, pero ciertamente eso sentimientos nacerían en él en cualquier momento y sin ningún tipo de esfuerzo, o posibilidad de evitarlos.
Se observaron el uno al otro, los dos buscando los secretos ocultos tras los ojos del otro, buscando la confirmación de eso que sus cuerpos se esforzaban por decir. Sus caras a escasos centímetros de distancia y esa extraña descarga eléctrica invadiendo el auto.

-              Yo creo que he comenzado a creer hace una semana. –lo confeso sin pensarlo, completamente hipnotizada por su cercanía y el océano esmeralda que eran sus ojos.
La confesión lo tomo tan de sorpresa que olvido todo en ese momento, incluso respirar. Eso significaba lo que él creía? Ella estaba diciéndole que lo amaba? Eso era imposible, al menos por unas diez razones. Pero y él? La amaba? No tenía como saber eso. Reacciono cuando la vio hincarse en el asiento, rodear su cuello con los brazos y devorarlo en un beso necesitado. Demoro menos de un segundo en responderlo, él la necesitaba igual, e incluso más. La necesitaba de formas que ella no llegaba a imaginar.
se besaron sin importar donde estaban, sin importar la confesión reciente, nada existía en ese momento fuera del coche, que ahora debía estar a unos cien grados. Cuando el aire les falto Bella ataco el cuello de Edward, dejando pequeños mordiscos y succionando la piel a su paso. Él por su parte le saco el abrigo para tener libre acceso a la suave piel de sus hombros, espalda y brazos. La situación estaba cada vez mas fuera de control hasta que el lado consciente de Bella volvió a la superficie por al menos un segundo.

-              Edward no quiero que sea así, no mi primera vez. –dijo con vos ronca y entrecortada.
Se detuvo de inmediato. Ella tenía razón, no podía ser así. Que idiota había sido, como pudo haberse olvidado de algo tan importante.

-              Lo siento Bella,  me deje llevar. –saco sus manos del cuerpo de ella, como si el contacto quemara más que el fuego.

-              Soy ya la que debe disculparse. No me siento preparada en este momento, es decir siempre lo imagine de otra forma. No es por ti Edward, créeme que no. Es solo que desde siempre lo he visualizado como algo más romántico, al menos en una cama. –hablaba rápido mientras el rubor se extendía por sus mejillas.

-              No me des explicaciones. Te entiendo. Solo me has encontrado con la guardia baja. –trato de sonreír para infundirle un poco de coraje. Al menos había dicho que el problema no era él.

-              Creo que será mejor que me acomode de en mi lado. –se sentía tan avergonzada que dudaba poder volver a mirarlo a los ojos sin recordar este horrible momento.
Hizo exactamente lo que dijo. Se acodo en el asiento del copiloto y se concentro en mirar por la venta, evitando sea como sea la mirada de Edward.
Él entendió su intención, por lo que no pudo evitar sentirse culpable. De todas formas prefirió no decir nada por el momento, no era buena idea teniendo en cuenta el estado de su entrepierna.
prefirió salir del auto, debía dejar todo en condiciones, guardo el proyector en su caja y el sistema inalámbrico de sonido, ya mañana regresaría por la pantalla. El aire fresco, más bien frio, le venían estupendamente. Bajo su temperatura corporal, que se encontraba muy alta, y pudo poner las cosas en perspectiva. Bella tenía razón, se trataba de su primera vez, debía ser distinto. Algo que recordara por siempre como una buena experiencia. Un auto no sería buen lugar, además de que él en ese momento ni siquiera llevaba preservativos. Dios era un completo idiota! Como si no fuera poco la única chica que realmente le ha interesado esta dentro de ese auto sintiéndose culpable y sin intenciones de volver a dirigirle la palabra.
Se apresuro a guardar las cosas en el maletero, de paso vio que Bella seguía en la misma posición que la dejo, parecía no haberse movido ni un solo milímetro. Fue casi corriendo a la puerta del copiloto, su propia estupidez lo estaba consumiendo. Abrió con cuidado de no asustarla.
Cuando la vio su alma se cayó al piso. Su dulce, inocente y hermoso rostro estaba bañado en lágrimas. Solo fue capaz de abrazarla con todas sus fuerzas.
Para su tranquilidad, y satisfacción, ella le devolvió el abrazo con la misma intensidad. Parecía necesitarlo igual que él.
Dejo el sollozo fluir sobre su hombro, lo necesitaba tanto. Eso la hacía sentir aun más estúpida.

-              Tranquila cariño. Ya estoy aquí, para ti. Siempre. –lo cierto era que no estaba muy seguro de que debía hacer.

-              Oh Edward! Has encontrado a la única virgen de 22 años sobre la faz de la tierra. Esto no es justo! Podrías haber llegado hasta donde quisieras con cualquier chica normal. Soy tan estúpida! –eso lo enojo y mucho. Como se le ocurría decir eso. La tomo por los hombros y la alejo lo suficiente para poder verla a los ojos y que ella viera que era sincero.

-              Escúchame bien Isabela Swan! Tú no eres ninguna estúpida! Eres la única persona con la que me gustaría estas, aquí y en cualquier otro sitio! No pienso permitir que nadie te insulte, y eso te incluye a ti misma! Nadie se mete con mi chica, queda claro? –nunca lo había visto tan enojado, eso realmente la asustaba.

-              Soy tu chica? –no pudo evitar preguntarlo.

-              Si! Mía, solo para mí. Siempre! –estas palabras tendrían que asustarla, probablemente lo haría viniendo de cualquier otra persona. Pero dichas por los dulces y carnosos labios de Edward, eran música.

-              Solo tuya. –dijo con la más tonta de las sonrisas. Él sonrió de una forma muy similar, esa sonrisa se veía hermosa solo Edward tiene.

-              Puedo esperarte por siempre cariño. Seré célibe si tú lo quieres. –no pudo evitar soltar una risita tonta. El sonido hizo que él se relajara visiblemente.

-              Ya también tengo hormonas Edward. No creo que la espera se te haga tan larga. –ella volvió a reír y él quedo sorprendido por el significado de esas palabras.

-              Será mejor que nos pongamos en marcha, comienzo a creer que eres peligrosa para mi autocontrol. –con un casto beso se puso de pie y la dejo en su lugar, espero a que se acomodara y volvió a cerrar su puerta. Bella reía mientras lo veía dar la vuelta al coche.

-              A donde vamos ahora? –le pregunto una vez estuvo dentro- Dudo que puedas superar esta hermosa sorpresa. –los ojos de Edward brillaron ilusionados, esas palabras lo hicieron sentir tan orgulloso consigo mismo.

-              Pues espero no defraudar tus expectativas.

-              Nunca podrías hacerlo.
Bella, que contenía descalza, se acomodo con la espalda recostada a la puerta, para poder verlo mejor, y se cruzo de piernas con los pies sobre el asiento.
Otra vez viajaron en silencio, escuchando algo de música clásica que Bella encontró en la guantera del auto mientras husmeaba un poco.
Edward la miraba cada corto tiempo. Estaba con la cabeza recostada al vidrio y disfrutaba la música con los ojos cerrados. Un ángel. Se dijo a sí mismo.
Volvieron a la ciudad, luego de unos veinte minutos de viaje se detuvo frente a un restaurante de fachada humilde.
Bella analizo el lugar intrigada mientras Edward daba la vuelta para abrir su puerta. Nunca había ido a ese lugar, ni siquiera pasado por ahí.
Una vez los dos estuvieron en la acera entraron tomados de la mano. La chica de la puerta devoraba a Edward con sus ojos, el solo le dijo que tenía reservación y volvió a concentrarse en su hermosa castaña, que miraba en todas direcciones con ojos muy abiertos.
Bella observaba las mesas y sillas de madera, cubiertas con manteles a cuadros rojos y blancos, la bajilla clásica de color blanco, al igual que los servilleteros, las paredes color marfil con vigas de madera y el piso de baldosa. La decoración era exquisita, como un pequeño trocito de Italia oculto a la afueras de la ciudad.
Los condujeron a una mesa apartada, con vista a un patio interno con hermosas flores de colores y césped verde recién podado.

-              Este lugar es hermoso, como lo encontraste? –pregunto en cuanto se vieron solos.

-              Me dijeron que a cierta personita le gustaba la comida italiana, así que decidí recorrer todos los restaurantes italianos de la ciudad. En cuanto entre aquí supe que te gustaría.
La mesera llego con a pedir sus órdenes, Bella pidió canelones, Edward risotto y una botella de vino tinto para acompañar. Se quedaron mirándose a los ojos, con las manos entrelazadas sobre la mesa mientras esperaban. Lo primero en llegar fue la bebida.

-              Brindo por la mejor primera cita de la historia. –dijo ella levantando su copa al aire.

-              Brindo por tener una cita con la chica más hermosa del mundo. –chocaron las copas en mitad de la mesa, tomaron un sorbo y se dieron un pequeño beso.
Una vez llego la comida la conversación fue trivial. Edward formulo alguna pregunta que se le fueron ocurriendo durante la semana y Bella le contestaba, aun incrédula por su inexplicable interés en ella. Luego pidieron una porción de tiramisu para compartir y un par café expresos.
Edward quedo maravillado viéndola disfrutar de su postre, Bella era una verdadera amante de los dulces y no dejo de atacar el pequeño plato hasta verlo vacio.

-              Eres perfecta.

-              No puedes decir eso luego de verme comer como un cerdo. –le reprocho con un puchero involuntario al reparar en sus actos. Le era tan fácil ser ella misma cuando estaba a su lado.

-              Nunca dejaras de ser fascinante para mí. –Bella lo tomo de la mano por sobre la mesa, era tan perfecto y tan único que solo podía ser un sueño.

-              Espero no tener que despertar nunca. –dijo de forma inconsciente en voz alta.

-              Despertar?

-              Si. Esto solo puede ser un sueño, el mejor de los sueños. –él pellizco muy suavemente la palma de su mano. Bella fingió una mueca de dolor muy poco creíble y exagerado.

-              Aun estas aquí. –se perdieron en los ojos del otro hasta que fueron interrumpidos por la mesera que les pregunto si deseaban algo mas, Edward miro a Bella y esta solo negó con la cabeza así que simplemente pidió la cuenta.
Luego de una pequeña discusión sobre quien debía pagar la cena, salieron del restaurant y se dirigieron al auto. Ya era algo tarde así que irían directo a casa de Bella. El viaje transcurrió en silencio, Bella observaba a Edward constantemente y este le devolvía en gesto cada vez que podía.
Se estacionaron al frente del edificio y la depresión, producto de la inminente separación, los golpeo.

-              Esta ha sido por lejos la mejor noche de mi vida. –dijo ella a modo de agradecimiento esquivando su pirada por miedo a que la vea como una tonta.

-              También la mía. –levanto su hermoso rostro por la barbilla.

-              Te extrañare mucho. Ya te extraño. –la verdad de estas palabras la impacto e hizo que el corazón de él se hinchara.

-              Sé que esta no es la mejor forma de hacerlo, pero mi lado posesivo a ganado la batalla –esa confesión no tenía ningún sentido para la castaña, pero el nerviosismo de su voz le llamaba la atención-. Isabela, mi hermosa Bella, quieres ser mi novia? –los ojos color chocolate se llenaron de lagrimas y, como si acabara de ser poseída por Alice, brinco a sus piernas para poder abrazarlo y dejar eufóricas besos en su rostro.

-              Puedo suponer que eso es un sí? –pregunto el cobrizo con su sonrisa mas radiante. Lo único que gano fue un manotazo juguetón en el hombro- Auch!

-              Pero mira que mantequita a resultado ser mi NOVIO. –resalto la última palabra. La sonrisa de Edward se ensancho aun más, si es que eso era posible.

-              Gracias, no imaginas lo feliz que acabas de hacerme.

-              Créeme me puedo hacer a la idea. –no la dejo decir una palabra más, ataco sus labios de forma desesperada. Era un beso dulce, cariñoso y demostrativo, pero no por eso menos pasional.

-              Creo que será mejor que entre. –dijo Bella entre jadeos una vez se separaron por culpa del maldito aire.

-              Si, no me gustaría que se repita lo de hace un rato. –reconoció muy a su pesar.

-              Al parecer no estamos de acuerdo en eso –dijo con una sonrisa picara-. A qué hora regresas mañana? –pregunto mucho más seria y algo triste.

-              Debería regresar en la mañana, mi madre quiere que almorcemos todos juntos ya que el fin de semana pasado no lo hicimos. –le explico muy a su pesar.

-              Entiendo. –estaba afligida porque sabía que la culpable de arruinar el almuerzo familiar fue ella, pero aun mas por saber que no lo vería quien sabe hasta cuándo.

-              A ti no te agradan mis padres, cierto? –pregunto cauteloso y apenado.

-              De donde sacas eso? Tus padres son grandiosos, divertidos, simpáticos, protectores y dulces. –elevo un poco la voz al sentirse ofendida.

-              Entonces porque te apartabas el día que fuiste? Porque llorabas en el lago? Porque no regresaste al fin de semana siguiente? –esas llevaban mucho tiempo rondando su mente.

-              Me seguiste al lago? –sonó como una acusación en lugar de una pregunta.

-              Lo siento pero me preocupaste e intrigaste. Ya en ese momento quería protegerte. –confeso para nada arrepentido.

-              Supongo que no tiene sentido enfadarme ahora. Me aleje porque el momento me perturbaba. Tus padres son los padres de mis sueños, siempre desee que los míos fueran dulces, preocupados, divertido e incluso regañones. Ver tantas parejas felices y sobre todo la de tus padres, que después de quien sabe cuántos años siguen amándose con todo el corazón, fue demasiado para mí –se quedo un momento en silencio en el que Edward no supo que decir-. Mi padre no me llamo para felicitarme por mi cumpleaños, nunca lo ha hecho desde que nos mudamos de ciudad, ni tampoco cuando vivíamos en la misma casa. A decir verdad solo me llamo una vez para avisar que me mandaría el resto de mis cosas porque mi habitación la usarían los hijos de Sue, su actual pareja, cuando se quedaran en casa –el silencio incomodo volvió instalarse entre ellos-. Debes creer que soy una pesada, siempre tratando de dar lastima hablando de mi patética vida y mi disfuncional infancia.

-              Nunca podría pensar algo así, quiero conocer todo de ti, al menos todo lo que tú quieras contarme. Deseo ayudarte a superar todas esas cosas que no debiste haber vivido, y pienso hacerlo llenando tu futuro de hermosos recuerdos. –tomo el cálido rostro de la chica que tanto quería entre sus manos y sello la promesa con un dulce beso.

-              Pues déjame decirte que estás haciendo un buen trabajo porque la velada de hoy nunca se ira de mi corazón. –se sonrieron el uno al otro recordando todo lo vivido en las ultimas hora. Esa tarde estaría en el corazón de ambos de por vida.

-              Que te llevo a realizarme la pregunta de tus padres? –recordó de repente.

-              Quiero que me acompañes mañana a casa capa poder presentarte con ellos.

-              Pero ya me conocen.

-              Pero no como mi novia. –solo decir la palabra novia iluminaba el rostro de Edward y el que él la proclamara suya hacia que las mariposas de Bella se dieran de cabeza contra las paredes internas de su estomago.

-              El lunes comienzan los parciales.

-              Por favor cariño, prometo traerte yo mismo en cuanto el almuerzo termine.

-              Está bien, pero solo porque me has dicho cariño y eso suena muy bonito.

-              Gracias cariño.-lo último lo dijo a su oído antes de mordisquear un poco el lóbulo de su oreja.

-              Creo que será mejor que entre. – Edward sonrió encantado por el poder que ejercía en ella.

-              Creo que tienes razón. Pasare por ti a las ocho para llegar temprano, a mi madre le encantara verte. –las despedidas tenían gusto amargo.

-              Le preguntare a Alice si quiere acompañarnos para pasar el día con Jasper. –Edward solo asintió y la beso tiernamente a modo de despedida.

-              Hasta mañana novio. –le sonrió de esa forma tan dulce que solo ella sabía hacerlo.

-              Hasta mañana cariño. –le encantaba todo de ella, su dulzura, sinceridad, cariño… perfección.
Se apresuro a bajar del auto para abrirle la puerta y acompañarla hasta la entrada del edificio. Se despidieron con un pequeño beso con la promesa de verse al día siguiente.

Capítulo 10: Capitulo 9 Capítulo 12: Mi novia

 
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